Esta película es un descojone. En un típico pueblo americano andan desatadas dos imparables máquinas de matar. Una es un hombre mutado por la ciencia que elimina a todo aquel que se le pone por delante, la otra es Chuck Norris.
Chuck Norris es Chuck Norris, haciendo de sheriff de un pueblo de Texas cerca del cual hay una instalación científica que se dedica a algo relacionado con los genes (no se especifica qué tipo de investigación están llevando a cabo en el film, igual que tampoco se menciona el nombre de la institución o el pueblo en el que transcurre la acción). Un día, Norris detiene a John Kirby (Brian Libby), el cual en un ataque de locura ha asesinado a un matrimonio. Para curarle las heridas sufridas, Kirby es trasladado a la institución de la que era paciente. Allí, le inyectan con una extraña sustancia que hace que se recupere de cualquier herida, de modo que tiene un poder de curación equiparable al de Lobezno. La sustancia también le otorga fuerza sobrehumana y un serio caso de demencia asesina. Norris será el encargado de pararle los pies.
Justo antes de dirigir Furia silenciosa (Silent Rage, Michael Miller, 1982), Miller había dirigido la parodia slasher Reunión de clase (Class Reunion, 1982). Puede que sea por este hecho que, en ocasiones, Furia silenciosa parece más una parodia que una película hecha en serio. No solo eso, los minutos iniciales del film son absolutamente hilarantes y las escenas serias resultan más divertidas que los supuestos momentos cómicos.
La película mezcla ciencia ficción, terror y la acción habitual en una película de Chuck Norris. Una mezcla que dará resultados más "interesantes" en películas posteriores del barbudo letal, pero aquí resulta más bien en una simple excusa para que Norris tenga a alguien a quien patear durante un rato.
No es excesivamente absurda, pero Furia silenciosa resulta bastante divertida si no te tomas en serio la película en ningún momento. Algo que no debería ser demasiado difícil teniendo en cuenta a su protagonista.
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