La primera vez que vi Hair (Milos Forman, 1979) por televisión, cuando era un jovencito imberbe, me pareció una película antigua, de otra época, como me lo parecían todas las películas hechas antes de que yo naciera. Eso no impidió que Hair me sedujera completamente y me atrapara su música y sus imágenes. Resulta que eso sucede desde el momento en que el film se estrenó, once años más tarde de que se estrenara en los escenarios de Broadway.
Hair fue creado por James Rado, Gerome Ragni y Galt MacDermot a finales de los 60, con la idea de poner en el escenario no solo sus propias experiencias, sino reflejar también la contracultura hippie, que en 1968 estaba llegando a su punto culminante. El musical no tenía un argumento tradicional, era muy experimental, había desnudos y se trataban ya temas como el ecologismo, el racismo, la libertad sexual y la homosexualidad, las drogas y, sobretodo, un fuerte mensaje pacifista contra la guerra de Vietnam. Todo ello hizo que fuera muy polémico y, también, lo convirtió en un gran éxito.
Ya desde el primer momento en que vio el musical, Milos Forman mostró interés en llevarlo al cine. Diversos intentos de llevar el musical a la gran pantalla tuvieron lugar desde que dejara de representarse en 1972. Finalmente, Forman pudo adaptar el musical tras el éxito que había cosechado con Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo's Nest, 1975). Para entonces, Hair se había convertido en una pieza de época, un artefacto de una era pasada. A punto de entrar en la década de los 80, el final de los 60 parecía muy lejano.
Pero el mensaje pacifista seguía (y sigue) siendo vigente, al igual que la excelente música. La película no recaudó tanto como se esperaba pero el tiempo la ha convertido en un éxito, tal vez por la mayor distancia entre el momento que representa y el presente. Es cierto que es bastante infiel al musical original: se cambiaron los personajes (se conservaron los nombres), el argumento y el orden de las canciones, eliminando unas cuantas del montaje final. Cambios que poco importaban si nunca se había tenido la oportunidad de ver el musical original, como era mi caso. Solo vi la versión teatral de adolescente, cuando el instituto organizó una excursión para asistir a un revival de la obra en Barcelona.
Hair, el film, presenta una versión idealizada de los hippies, claro, sin mencionar el lado más oscuro de las drogas, pero siendo un musical, cierta estilización e idealización es casi obligada. Lleno de energía, los números musicales transportan al espectador hacia otra época y lugar, concluyendo en un emocionante clímax. Hoy, el musical polémico es un clásico de los escenarios, igual que la película se ha convertido en un film clásico que vale la pena revisitar, especialmente ahora que muchas de sus ideas y mensajes son tremendamente vigentes.
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