6 may 2019

Laid to Rest

Ahora que está a punto de estrenarse una tercera entrega, he pensado que era el momento ideal para hablar de Laid to Rest (Robert Hall, 2009) y su secuela. Películas de terror que se caracterizan por sus escenas cargadas de gore pasado de vueltas.

Con la primera entrega, el objetivo del director y guionista Robert Hall era crear una película de terror de argumento minimalista que le permitiera crear espectaculares muertes. El film arranca con la anónima protagonista, interpretada por Bobbi Sue Luther, despertando en un ataúd. Desorientada y amnésica, se ve perseguida por un asesino que oculta su rostro tras una calavera plateada, Chromeskull (Nick Principe). Empieza así una larga persecución en la que Chromeskull despachará de las formas más sangrientas y retorcidas posibles a todo aquel que se le ponga por delante.

Este tipo de películas, que usan un argumento mínimo para justificar efectos de especiales y de maquillaje, normalmente me aburren bastante. Títulos como Terrifier (Damien Leone, 2016) me dejan indiferente, por muy buenos que sean los efectos. Si no hay una historia o unos personajes que me enganchen, da igual lo brutal que sea, no me afectará en absoluto. Pero hay siempre excepciones para todas las normas. Laid to Rest logró engancharme con su protagonista amnésica correteando desesperada intentando averiguar quién es ella y por qué la persigue un maníaco enmascarado. Esta apreciación hizo, a su vez, que aplaudiera las variadas y coloridas mutilaciones que Chromeskull lleva a cabo con terrible eficacia. Merece especial mención la manera en que se mezclan los efectos prácticos con los trucos digitales, una unión invisible que le otorga gran realismo a la película.

Laid to Rest es una perfecta mezcla entre slasher y festival gore que resulta tremendamente entretenida y adrenalínica. Aunque también es cierto que el film no es perfecto: las excusas que se buscan para hacer que los personajes queden aislados y sin posibilidad de comunicarse son muy flojas: todos los coches se quedan sin gasolina muy rápido, los teléfonos móviles parecen más de finales de los 90 que del 2009 en que se rodó y las acciones que llevan a cabo los personajes en algunos momentos son bastante estúpidas. Pero dice bastante a su favor que estos defectos no impiden disfrutar con el espectáculo sangriento que se despliega ante el espectador.




Tras el éxito, para ser un título independiente, de Laid to Rest no tardó en ponerse en marcha una secuela: Chromeskull: Laid to Rest 2 (Robert Hall, 2011). Hall ya había empezado a barajar ideas para una continuación al terminar la primera entrega, principalmente precuelas debida a la manera en que termina la primera. Finalmente se decidió por una secuela, trayendo de vuelta a Chromeskull utilizando algo no muy visto en el género: realismo.

La secuela arranca donde la primera acaba, continuando la acción mostrando un equipo que llega, ambulancia lista, para rescatar a Chromeskull. Mientras este se recupera tras ser operado diversas veces, su ayudante Preston (Brian Austin Green) se encarga de ir atando los cabos sueltos de los sucedido en la primera entrega. Además, se nos presenta a Jess (Mimi Michaels), el nuevo objetivo de Chromeskull.

Hall se propuso corregir los fallos de Laid to Rest: se acabaron los coches sin gasolina y los móviles defectuosos. Hay una mayor implicación policial y los personajes actúan de manera más lógica (para una película de terror, claro). También, por supuesto, se invierte en los aciertos, con personajes interesantes y un mayor y más variado número de muertes y mutilaciones.

Si Laid to Rest se caracterizaba por su minimalismo, Chromeskull opta por un argumento más complejo, en el que se siguen a distintos personajes, siendo una película más ambiciosa que su predecesora. Optar por el realismo hace que Chromeskull pase gran parte de la película en segundo plano, pero Hall logra que el interés no decaiga a pesar de ello. Pero, al ser diferente de la primera, es inevitable que, por eso mismo, haya aficionados a los que no les guste esta secuela. No es mi caso, esta continuación me gustó tanto como la primera por motivos distintos. Y creo que el clímax de la segunda entrega está más logrado que el de la primera.

Ambas están pensadas para ser disfrutadas por fans del terror más sangriento y exagerado, algo que parece se repetirá en la tercera entrega. Por eso creo que muchos aficionados ya estarán familiarizados con estas películas pero, si no es el caso, preparaos para disfrutar con un sangriento festival de mutilaciones y espectaculares asesinatos, siempre y cuando os hagáis con las versiones sin censurar, claro.


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