El guionista y director Paul Schrader escribió, cuando empezaba su carrera en los 70, tres películas que guardan más de un punto de contacto en común, más allá de tratar temas que se irán repitiendo en su filmografía. Películas escritas en una década particularmente violenta, desencantada y pesimista, sentimientos que impregnan estas historias de hombres que se enfrentan a sus particulares abismos personales. Me propongo aquí trazar los puntos en común de tres películas cuya única semejanza parece ser en un principio el haber sido escritas (y una de ellas dirigida) por Paul Schrader.
EL HOMBRE SOLITARIO DE DIOS
A pesar de haberle dedicado ya dos comentarios (
aquí y
aquí), parece ser que siempre se pueden comentar más cosas de
Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976). Para esta ocasión, especificar aquellos puntos que la unen con las dos películas que comentaremos a continuación.
Travis Bickle, memorable Robert De Niro, es un personaje lleno de contradicciones que se acaba erigiendo en autoproclamado justiciero. Con una fuerte y rígida moral que hace que sienta sólo asco por el mundo por el que se obligado a transitar en su taxi, a la vez que pasa el tiempo que no está en su taxi yendo a cines porno. Incapaz de adaptarse, la violencia acabará siendo su única manera de expresarse. Una violencia que forma parte de su ser, sólo busca una excusa para darle rienda suelta.
Como contrapunto a la soterrada psicopatía de Bickle tenemos, no a la bella Betsy (Cybill Shepherd), sino a la prostituta de quince años Iris (Jodie Foster). Iris parece intentar honestamente comunicarse con Travis, más parece que es ella la que le ayuda a él que al revés, ofreciendo un contrapunto a su locura aunque ella esté igualmente perdida.
Buscando su propia salvación a través de la salvación de Iris, Travis se sumerge en una épica y violenta batalla que le convierte en un héroe, pero sólo porque no ha podido llevar a cabo su idea original: asesinar al senador para el que trabaja Betsy. Mientras consigue cierta calma tras su confrontación, sabemos que tarde o temprano volverá a matar.
La breve relación con Iris llega cuando Travis está demasiado "ido" como para ser traído de vuelta, pero uno no puede más que preguntarse que hubiera sucedido si Travis hubiera establecido conexión antes con la joven prostituta, con la cual tiene bastantes puntos en común. A pesar de sus ideas opuestas, ambos son personajes perdidos, en busca de salvación.
Es esta relación, así como la necesidad de violencia de Travis, los puntos que más adelante Schrader vuelve a desarrollar, en dos películas que no tienen la misma resonancia que este clásico pero no por ello dejan de ser grandes títulos.
EL HOMBRE DEL GARFIO
El ex-preso de Corea (Rolling Thunder, John Flynn, 1977) se empezó a rodar tras el éxito de Taxi Driver. El guion fue reescrito por Heywood Gould, el cual incorporó una serie de detalles que de hecho hacen que esta película tenga más en común con las otras dos de este artículo. En el guion original el comandante Charles Rane (William Devane) era un fascista y racista que embarca a seis soldados rescatados con él en una misión de venganza. Gould trabaja sobre el guion de Schrader consiguiendo escribir una película fantástica y menos obvia de lo que parecía el guion original de Schrader.
Tras siete años de duro encarcelamiento y torturas, el comandante Charles Rane es liberado de la prisión vietnamita en la que estaba y vuelve a su hogar en Texas. Pero las cosas han cambiado, su hijo Mark (Jordan Gerler) no le reconoce y su mujer Janet (Lisa Richards) había empezado a rehacer su vida con otro hombre. Mientras intenta adaptarse, unos criminales entran a robar en su casa, asesinando a su mujer e hijo y le cortan una mano. Sustituida la mano perdida por un garfio, Rane se lanzará en una misión de venganza con la ayuda de su compañero de guerra, el sargento Johnny Vohden (Tommy Lee Jones).
Producida dentro de un gran estudio, la 20th Century Fox, ante el violento y polémico resultado fue vendida a la American International Pictures, especializada en cine exploitation y de serie B, de ahí que circulase por los circuitos de la exploitation y se convirtiese con el tiempo en una película de culto. Schrader y Gould crearon con Rane otro personaje incapaz de adaptarse a la sociedad tras sus experiencias en la guerra. Su familia no son más que extraños y ni siquiera le es posible dormir en una cama normal.
Al igual que le sucedía a Travis, Rane empieza a sentir como una terrible violencia empieza a crecer dentro de él. En cierto modo, el asesinato de su familia y su mutilación llegan como una bendición, porque el suceso le permite dar rienda suelta a toda la frustración y furia que iba acumulando: se niega a colaborar con la policía, prefiriendo encargarse él mismo del asunto. Uno no puede evitar ver cierto placer en la fetichista preparación de Rane, incluido poner a punto el garfio para que sea lo más mortífero posible, un placer parecido al de Travis convirtiéndose en una especie de justiciero.
Es entonces, embarcado en una misión de búsqueda y destrucción que Rane empieza a sentirse de nuevo humano. Especialmente cuando se alía con su antiguo compañero, el sargento Vohden, y ambos empiezan a funcionar como una unidad militar.
Entre toda la violencia y locura, destaca de nuevo el contrapunto femenino: Linda Forchet (Linda Haynes) acompaña a Rane, ofreciéndole amor y comprensión a pesar de que Rane la usa como cebo para los matones sin que ella lo sepa al principio. Linda intenta que Rane ceje en su empeño de llevar a cabo su sádico objetivo, pero sin éxito. En realidad, la única persona con la que Rane siente cierta conexión es con Vohden, igual de muerto emocionalmente que él y más que dispuesto a ponerse de nuevo en acción. Dos hombres que sólo son capaces de sentirse de nuevo vivos a través de la violencia. Linda quiere salvar a Rane, pero la única salvación que Rane busca es a través de la violencia.
Los temas que trata la película serían de nuevo explorados más adelante en películas bastante diferentes y de gran éxito como fueron
Acorralado (
First Blood, Ted Kotcheff, 1982) -la incapacidad de un veterano de Vietnam de integrarse de nuevo en la sociedad civil provocando un sangriento enfrentamiento- y
El justiciero de la ciudad (
Death Wish, Michael Winner, 1974) -un hombre usa una tragedia como excusa para dar rienda suelta a sus tendencias psicópatas-, así como su esquema básico sería repetido e imitado incontables veces. Sin embargo,
El ex-preso de Corea se mantiene como un título bastante desconocido y que debería tener mayor difusión de la que tiene.
EL HOMBRE RELIGIOSO
Paul Schrader creció en un estricto entorno religioso calvinista, no pudo ver una película en el cine hasta cumplir los 18, que queda en cierta forma reflejado en el ambiente y el protagonista de Hardcore, un mundo oculto (Hardcore, Paul Schrader, 1979).
Jake VanDorn (George C. Scott) es un estricto miembro de una comunidad religiosa calvinista cuya hija (Ilah Davis) desaparece durante una excursión organizada por la iglesia. Tras asumir que el detective (Peter Boyle) que ha contratado no es de fiar, emprenderá él mismo la búsqueda de su hija, adentrándose en el mundillo del porno.
A primera vista, el recto Jake VanDorn de Hardcore tendría poco que ver con los psicopáticos Bickle y Rane que hemos comentado anteriormente, pero si profundizamos un poco veremos que sí tienen cosas en común, aunque más suavizadas en el caso de esta película.
Hardcore es una película menos furiosa y violenta que las anteriores escritas por Schrader, que en esta ocasión se encargó también de la dirección. Schrader se centra más en el drama y el viaje del padre en busca de su hija, ya no tratamos con psicóticos veteranos de guerra, pero la progresión es la misma.
Sus fuertes convicciones religiosas y morales se verán atacadas por un mundo sin ningún tipo de moralidad. El contraste se explorará a través de la relación de VanDorn con la prostituta Niki (Season Hubley), contrapunto a la férrea moral de VanDorn. Niki, al igual que la Iris de Taxi Driver y la Linda de Rolling Thunder, intentará acercarse a VanDorn mientras le ayuda a buscar a su hija, ofreciendo sus puntos de vista sobre la vida durante el viaje. La diferencia entre este personaje femenino y los anteriores es que ella no quiere salvar a VanDorn sino que él la salve y que la saque del mundo en el que se ha visto arrojada. Niki, que comenta como empieza a prostituirse a los 15, podría ser Iris si ésta no hubiese conocido a Travis Bickle.
VanDorn no es un psicópata como Bickle y Rane, es cierto, pero a medida que va avanzando en la búsqueda de su hija se irá transformando durante el viaje, aflorando una violencia nacida de la estricta represión religiosa y el desprecio que le provoca la gente con la que se obligado a tratar, así como de la angustia por encontrar a su hija. La violencia del personaje estallará de forma súbita, provocada por la furia y las situaciones extremas que va viviendo, pero en esta ocasión hay lugar para la esperanza y la redención, en un final que si bien tiene algún toque agridulce no es el final desolador original que tenía pensado Schrader, en el cual se descubre que la hija había muerto en un accidente de coche sin relación con la investigación.
VanDorn es el único de estos tres hombres enfrentados al abismo que creó Schrader que parece podrá tener una vida más o menos normal, a pesar de que las experiencias vividas le han afectado. No por ello el film deja de tener fuerza, siendo uno de los mejores trabajos de Schrader como director.