2 nov 2021

Apocalipsis Voodoo


 

Toda regla tiene su excepción. Desde el estreno de Grindhouse (Quentin Tarantino, Robert Rodriguez, Edgar Wright, Eli Roth, Rob Zombie, 2007) y la cada vez mayor popularidad de la exploitation, la serie B y el cine trash, se han prodigado las imitaciones/homenajes/parodias de lo mal llamado cine cutre. Películas como la saga Sharknado o las dos entregas de Iron Sky que intentan compensar su falta de medios y talento buscando la complicidad del espectador, haciendo películas malas a posta en pocas palabras. Es algo que normalmente no me gusta. El auténtico cine basura resulta mágico porque sus autores, genios como Tommy Wiseau o Neil Breen, están convencidos de estar haciendo obras maestras, cine serio con mayúsculas. Estas imitaciones y parodias se quedan cortas porque nunca son capaces de reproducir algo creado desde la ceguera artística y la ineptitud inconsciente. Pero, repito, siempre hay excepciones. Apocalipsis Voodoo (Vasni Ramos, 2018) es una de esas excepciones.

El argumento de Apocalipsis Voodoo nos presenta una seria amenaza en forma de canción que puede convertir a quién la oye en zombi y unos héroes que son Starsky y Hutch bañados en LSD. La película mezcla kung fu, buddy movies y terror bailongo con grandes dosis de cachondeo y amor al cine B, Z, e incluso cine G, W y Q. Que me lo acabo de inventar, pero si existe está en Apocalipsis Voodoo. Sergio G. Ramos y José Ramallo encabezan un reparto ecléctico de actores que interpretan el film en inglés sin tener ni idea de inglés (salvo honrosas excepciones), dando vida a White Chocolate y Charlie Vargas respectivamente. También destacan Raquel Rial como Kowalsky y Jorge Galván como Blackman, este último robando cada escena en la que aparece.

Película hecha con muy poco dinero pero con muchas ganas y convicción, el psicotrónico guión coge al espectador y lo lleva a un Los Ángeles de final de los 70 de fantasía, en el que la música funk puede matar y uno se puede convertir en un maestro del kung fu en una tarde gracias a la magia del montage. De principio a fin, las carcajadas se suceden en esta parodia/carta de amor tan imaginativa que es inevitable rendirse a sus encantos. Incluso pudo seducir a un escéptico del cine cutre intencionado como yo, algo que no es fácil cuando ya has visto películas setenteras sobre camas asesinas y a Regaliz enfrentarse a los monstruos de la Universal. Respeto al equipo y al reparto de Apocalipsis Voodoo que espero no sea tan buena como el siguiente proyecto en que se embarquen sus creadores.

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