30 may 2025

Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco)

 


 

La década de los 70 del siglo XX en Italia fue especialmente conflictiva, parecido a lo que pasó en España tras la muerte del dictador y basura humana Francisco Franco. En Italia, esto se tradujo en un aumento en los secuestros y crímenes políticos, enfrentamientos entre bandas de extrema derecha e izquierda y diversos atentados terroristas. Teniendo en cuenta este ambiente, no es de extrañar que La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) causara un gran impacto cuando se estrenó en Italia en 1973. El éxito del clásico de Wes Craven llevó a muchos productores avispados a crear películas parecidas, en las que se mezclara el sexo y la violencia, pero, se ha de reconocer, sin caer en el plagio. Un perfecto ejemplo es la notable Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975). Un título que me hizo pensar en repasar la película sobre la que trata este artículo. Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco, Ruggero Deodato, 1980), en la que más obvia fue la influencia de La última casa a la izquierda ya que buscaron tener al actor protagonista del film de Craven: David A. Hess, pero la película de Deodato es una experiencia completamente distinta de la que ofrece la de Craven.

Tom (Christian Borromeo) y Lisa (Annie Belle), una pareja de clase alta, van a un taller mecánico, en un barrio alejado de los lugares que habitualmente transitan, para que les reparen el coche. Allí conocen a Alex (David Hess) y Ricky (Giovanni Lombardo Radice), que se autoinvitan a la fiesta a la que van Tom y Lisa, en la casa cerca del parque a la que alude el título original. Una vez allí, los miembros de clase alta que dan la fiesta empiezan a burlarse y abusar de Ricky. Alex, que al inicio del film vemos como viola a una mujer (Karoline Mardeck), no se toma a bien las burlas y, navaja en mano, convierte a los invitados en sus rehenes. Alex idea toda una serie de torturas y abusos sexuales para los habitantes de la casa, cada vez más violentos. Será una noche que nadie olvidará.

Los productores Franco Di Nunzio y Franco Palaggi quedaron muy impresionados con el film de Wes Craven, poniendo en marcha su película poco después de ver La última casa a la izquierda. Sin embargo, los guionistas Gianfranco Clerici y Vincenzo Mannino se inspiraron, para escribir su guion, en una película estrenada unos años antes de La última casa a la izquierda: El incidente (The Incident, Larry Pearce, 1967). En esta película, una pareja de maleantes acosa y toma como rehenes a los pasajeros de un vagón de metro, un reflejo de la parte más oscura de la Nueva York de la época. Cuando el proyecto llegó a manos del director Ruggero Deodato, que se puso a trabajar en él casi de inmediato tras terminar Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980), añadió otra inspiración para hacer el proyecto suyo.

En Italia, en 1975, tres jóvenes secuestraron, violaron y torturaron a dos jóvenes de 17 y 19 años. Mataron a la más joven, pero la otra sobrevivió al hacerse la muerta y lograr así escapar de sus captores. Este crimen causó una gran impresión no solo por lo monstruoso, también porque los culpables eran tres jóvenes de clase alta que acudían a una exclusiva academia privada católica, que colaboraban con grupos de extrema derecha (si bien el hecho de que eran fascistas se silenció durante el juicio), mientras que las dos chicas provenían de la clase trabajadora y acudían a una escuela pública. Unas implicaciones sociales que no pasaron desapercibidas, en especial durante una época tan politizada como la década de la que estamos hablando.  Deodato explica en una entrevista que sentía un enorme desprecio por estos jóvenes de clase alta, para mostrarlo se inspiró en este crimen, conocido como la masacre de San Felice Circeo que era donde estaba la villa en la tuvo lugar, procurando que su película fuera lo más realista posible.

El enfoque de Deodato hace que uno de los temas principales del film sea la lucha de clases, si bien tratado de manera que parece que el director nos dice que todos son igualmente terribles. Alex y Ricky, miembros de la clase baja, son presentados como criminales, aunque Ricky tenga algo de inocencia que Alex todavía no ha conseguido destruir. Por su parte, el resto de personajes, miembros de la clase alta, son presentados como víctimas, pero también como instigadores y, en algunos aspectos al llegar a la conclusión, incluso peores que Alex. Aparte de Ricky, que muestra ciertos escrúpulos y se niega a llevar a cabo algunas de las cosas que le pide Alex, y de Gloria (Lorraine De Selle), que también muestra ciertos escrúpulos y se planta ante el grupo, el único personaje completamente inocente es Cindy (Brigitte Petronio), que sufre uno de los momentos más brutales de la película a causa de esa misma inocencia. Esto hace que La casa sperduta nel parco sea un film cínico y nihilista, que nos sumerge en un mundo amoral en el que no hay héroes. No busca la satisfacción visceral de películas de venganza, es más incómoda y confrontativa.

Este era un enfoque habitual en el cine italiano de la época, al igual que era habitual usar canciones dulces en escenas brutales como contraste, en este caso Sweetly del compositor de la banda sonora Riz Ortolani. La misantrópica mirada que Deodato ya había empleado en Holocausto caníbal, que aparece también en películas de la época como Condenados a vivir (Joaquín Luis Romero Marchent, 1972), es más pronunciada en Trampa para un violador. Así, House on the Edge of the Park, como se conoce en el mercado anglosajón, es una película difícil de ver, pero poderosa, también gracias a un reparto que eleva algunos momentos de la película, como hacen David Hess y Annie Belle. No la recomiendo de forma indiscriminada, pero es toda una experiencia.

El tráiler de La casa sperduta nel parco es memorable también. Usaron el título en inglés y lo escribieron mal, algo que uno esperaría que sería uno de los puntos claves que querrían que le quedase claro al espectador.

 

23 may 2025

Una cuestión de clase: Violación en el último tren de la noche

 


 

He llegado a la conclusión que Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975) es a La última casa a la izquierda (Last House on the Left, Wes Craven, 1972) lo que La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più, Sergio Leone, 1965) es a Yojimbo (Yôjinbô, Akira Kurosawa, 1961). Puede que una empezara como una copia de la otra, pero mediante el talento de sus respectivos cineastas se convirtieron en clásicos por méritos propios. Incluso me atrevería a afirmar que, y vayan preparando la hoguera los puristas para quemarme, el film de Aldo Lado es superior al de Wes Craven en varios aspectos. Esto es algo que no pensaba cuando comenté por primera vez esta película, pero al verla otra vez, en una reciente edición en 4K, mi opinión sobre ella ha cambiado completamente. Por eso este nuevo artículo.

El clásico de Craven se estrenó en Italia en 1973, país en el que, como en la mayoría de lugares en que se estrenó, fue un gran éxito, si bien cargado de polémica. Y, siguiendo la tradición, su éxito inspiró a diversos productores a poner en marcha películas que imitaran la de Craven para intentar atraer a los espectadores con su mezcla de sexo y violencia. Por su parte, Aldo Lado acaba de cosechar bastante éxito con una serie de películas dramáticas y cómicas, alejadas de los dos clásicos gialli con que empezó su carrera como director, La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro, 1971) y ¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire?, 1972). Cansado de que le ofrecieran hacer solo películas parecidas a las que ya había hecho, Lado y el director Pupi Avati llevaban un tiempo trabajando en una adaptación de la infame obra del Marqués de Sade Los 120 días de Sodoma. El proyecto no se realizó y más tarde sería Pier Paolo Pasolini quién adaptara la obra de Sade en el polémico clásico Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975). Lado había trabajado en una adaptación que convirtiese Los 120 días de Sodoma en una alegoría política, de modo que cuando le propusieron hacer Violación en el último tren de la noche, es lógico que le atrajese el proyecto para explorar los temas que no pudo tratar en la abortada adaptación de Sade. Lado no había visto la película de Craven, pero seguramente sí que había visto El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Bergman, 1960), de modo que seguramente reconoció la estructura de la historia. Su adaptación, sin embargo, añade interesantes variaciones y personajes que hacen de ella una película compleja, cínica y perturbadora.

El argumento de Último tren arranca de forma más o menos familiar. Lisa (Laura D'Angelo), después de un tiempo estudiando en Alemania, vuelve a casa para pasar la Navidad. Acompañada de su prima Margaret (Irene Miracle), las dos viajan en tren de vuelta a Italia. Allí las esperan los padres de Lisa, el doctor Stradi (Enrico Maria Salerno) y Laura Stradi (Marina Berti). Hasta aquí todo bien, pero durante el viaje en tren, Lisa y Margaret se cruzan con Fausto (Flavio Bucci) y Grasso (Gianfranco de Grassi), dos criminales que se han colado en el tren. Junto a una misteriosa señora de bien (Macha Méril), los tres procederán a torturar y violar a las dos jóvenes, culminando el ataque en el asesinato de ambas. Sin sospechar lo que ha sucedido, los padres de Lisa esperan la llegada de las dos chicas, hasta que ellos también se cruzarán con el trío de asesinos violadores.

Lo que diferencia el film de Lado es la personal manera en que afronta los temas sociales presentes en el argumento. En este tipo de películas es habitual una escena en que personajes discuten sobre los males de la sociedad, la violencia, la criminalidad... Discusiones vacías cargadas de clichés pensadas para reflejar la hipocresía de los protagonistas, que normalmente al inicio del film mantienen una postura en la teoría para luego dar un giro de 180 grados cuando llega el momento de la venganza. El ejemplo más popular sería el de El justiciero de la ciudad, que presenta al personaje que interpreta Charles Bronson como un pacifista tolerante que luego se transforma en un violento justiciero.  Esta escena también la encontramos en el film de Lado, en la que un grupo de miembros de la alta sociedad discuten sobre los males de la sociedad y hasta que punto esta es responsable. Esta discusión se intercala con momentos del abuso que sufren Lisa y Margaret. A primera vista esto podría indicar que Lado está diciendo que la sociedad no es culpable de nada, estos maleantes de poca monta son los únicos responsables. Y sería así si no fuera por la presencia del personaje que interpreta Macha Méril.

Únicos en el film de Lado son dos personajes que le añaden complejidad al discurso de la película. Son dos personajes que no reciben nombre y apenas se sabe nada de ellos, más allá que son representantes de lo que se consideraría la alta sociedad. Gente de bien y respetable. Uno de ellos es conocido simplemente como el voyeur, interpretado por Franco Fabrizi. Se nos presenta como un personaje esnob, que mira por encima del hombro a aquellos que son de clase inferior. Cuando pasa por el departamento en el que Lisa y Margaret están siendo retenidas y atacadas, no hace nada más que quedarse observando. Luego, cuando es descubierto se ve forzado a participar. Y huye a la mínima oportunidad. Este personaje se revela como un respetado padre de familia que regresa con su familia por Navidad, que sea padre hace que aún sea peor su actitud hacia el trato que reciben las dos jóvenes. El otro personaje es la ya mencionada señora de bien de Macha Méril. Otra integrante de la alta sociedad que actúa con altivez, su auténtica naturaleza se revela cuando Fausto decide seducirla. A mitad de la primera escena entre ambos se produce un cambio y la señora pasa a ser la dominante. Es debido a ella que la situación llega lo lejos que llega, manipulando y animando a Fausto y Grasso para que vayan cada vez más lejos. Incluso los dos criminales tienen momentos de remordimiento, momentos en que parece obvio que quieren terminar con la situación antes de que se desmadre. Pero la señora los lleva al extremo, empoderada por su situación social de alto nivel, usando el dinero para controlar a Fausto y a Grasso cuando las palabras no bastan. Mientras que Fausto y Grasso son simples agentes del caos, que no siguen ninguna política y buscan la satisfacción inmediata, la señora es la gran villana de la película, usada por Lado como un arquetipo de la clase alta corrupta y dominante que ya atacaba en sus primeras películas.

Otro aspecto que destaca de Último tren es el estilo con que está filmada. El clásico de Craven tiene un estilo crudo, semidocumental, que viene motivado tanto por las intenciones como por la inexperiencia de los cineastas. Lado ya era un consumado cineasta con una larga experiencia cuando se puso a filmar esta película, lo que se demuestra en la manera en que crea una atmósfera inquietante y perturbadora sin necesidad de ser explícito. La manera en que Lado logra perturbar al espectador hace que sea una película difícil de ver en algunos momentos, pero demuestra también lo poderosa que es. Además, el director renuncia a ofrecer al espectador cualquier tipo de satisfacción visceral, dejándolo con un final oscuro y cínico, de acuerdo a la época en que fue filmado.

En definitiva, la película de Lado puede que partiese como un intento de explotar el éxito de otra película, pero su talento como cineasta hace de L'ultimo treno della notte un potente clásico de culto por derecho propio.

 

16 may 2025

Semilla negra (Seedpeople)

 


 

Charles Band le disputó el título de rey de la serie B a Roger Corman durante gran parte de la década de los 80 y de los 90 del siglo XX. Primero a través de su productora Empire y, cuando esta entró en bancarrota, con su productora Full Moon. Band llenó las estanterías de los videoclubes con películas de bajo presupuesto pero con altas dosis de diversión. Respaldó la primera Re-Animator (Stuart Gordon, 1985), creó la saga Puppet Master (1/2) además de crear otras diversas sagas y títulos clásicos para los amantes de la serie B. Semilla negra (Seepeople, Peter Manoogian, 1992) es un perfecto ejemplo del típico producto "Band", una película de serie B llena de guiños y efectos especiales viscosos para atraer a los exploradores de los videoclubes.

Tom Baines (Sam Hennings) está siendo tratado en un hospital de diversas heridas. Rozando el histerismo, Tom cuenta desesperado su historia al agente especial Weems (Michael Gregory), con la esperanza de que impida que el mal que ha surgido en el pequeño pueblo de Comet Valley se extienda al resto del mundo.

Tanto en su estructura como en su trama, Semilla negra es una descarada copia de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956).  Es bastante obvio, sobre todo cuando un histérico Tom empieza a narrar la historia de cómo volvió al pueblo de su infancia, en el que algunos habitantes parece que empiezan a cambiar de personalidad de la noche a la mañana. Pero es una copia hecha con gracia a la que se le añade un toque original: tres modelos de monstruos espaciales distintos en que se transforman algunos de estos "ladrones de cuerpos". Así, además del habitual desarrollo que vemos en películas de este estilo, tenemos también sangrientos ataques monstruosos que animan la película. El director Peter Manoogian había trabajado anteriormente con Band dirigiendo un segmento de El amo del calabozo (The Dungeonmaster aka Ragewar, 1984) y la entretenida y desmelenada Los aniquiladores (Eliminators, Peter Manoogian, 1986), de modo que sabía bastante bien el tipo de película que buscaba Band. Manoogian concentra en los ajustados 80 minutos que dura la película los momentos claves de este tipo de historias, sin olvidar la acción "monstruosa".

Obviamente, el aficionado al género ya sabe cómo avanzará la trama y tiene una idea muy clara de cómo será la escena final. Pero el mérito de la película es que, a pesar de todo, resulta entretenida. No es un clásico ni mucho menos, pero los aficionados al cine de serie B seguramente se divertirán con esta imitación, que a pesar de sus limitaciones es mejor que títulos como Invasión (The Invasion, Oliver Hirschbiegel, 2007). Si el tráiler os hace gracia, seguramente la película será de vuestro gusto.

 

9 may 2025

Hércules en el centro de la Tierra (Ercole al centro della Terra)


 


 

Mario Bava fue un maestro del cine. Un genio que no fue apreciado en su momento, cuyo talento se hace más obvio al ver cómo sus películas aumentan su valor a lo largo de los años. Una de las mayores muestras de su genialidad es Hércules en el centro de la Tierra (Ercole al centro della Terra, 1961), en la que el director convierte lo que podría haber sido un típico peplum de la época en una épica película de terror.

El malvado Lico (Christopher Lee) ha hecho un pacto con el señor del Hades para convertirse en rey y sumir el mundo en la oscuridad. Lico, además, mantiene presa de su magia negra a la princesa Deianira (Leonora Ruffo) para poder mantenerse en el poder. Pero la princesa Deianira está prometida a Hércules (Reg Park), que está dispuesto a viajar al mundo infernal del Hades con tal de salvar a Deianira. Hércules emprende su viaje acompañado de Teseo (George Ardison) y Telemaco (Franco Giacobini).

Introducir en el peplum elementos fantásticos y sobrenaturales era algo natural, aunque sea solo por los orígenes mitológicos de algunos de los personajes protagonistas de estas películas. Pero Bava fue un paso más allá al transformar la aventura de Hércules en una película de terror bastante oscura para la época, a pesar de adaptar los elementos mitológicos para que fueran aptos para todos los públicos. De hecho, en algunos países se acentuaba el elemento sobrenatural en el título, cambiándolo por Hércules contra los vampiros, aprovechando también la fama de Christopher Lee como Drácula, a pesar de que no se trata de vampiros las criaturas contra las que se enfrenta Hércules. El inicio del film es parecido a los inicios típicos que podemos ver en este tipo de películas, con la excepción de que Bava no pierde el tiempo en introducir escenas de acción en la historia. Pero, a medida que avanza la historia, una atmósfera surrealista y fantástica se va apoderando del film. El resultado es un increíble espectáculo que incluye planos pioneros, como el rostro de Lee reflejado en un charco de sangre luego imitado centenares de veces, y secuencias bellamente terroríficas como la que muestra a los muertos surgiendo de la tumba.

Y el mayor mérito es que Bava logró crear este espectáculo terrorífico con un presupuesto bajo. Para crear los templos y decorados contaba con cuatro columnas, una puerta y una pared, literalmente. Empleó diversos trucos para añadir dimensión a los decorados y multiplicar el número de columnas, trucos que también usó para la creación de los paisajes infernales.

Se puede decir que la historia es bastante sencilla y algunos puntos dramáticos no tienen mucho sentido. Pero, en el caso de esta película, son cosas que no tienen la más mínima importancia, debido a que Bava se centra sumergir al espectador en una fantasía inquietante, intoxicándolo con un delicioso festín visual. Es un clásico que no puede estar más recomendado, que para disfrutar al máximo se ha de hacer viendo el montaje italiano (85 minutos), no las versiones recortadas como la americana o la inglesa.

2 may 2025

Conciertos de cine

 
 

 
 
La primera constancia escrita que se tiene del fenómeno fan se produjo a mediados del siglo XIX. Crónicas de la época cuentan con estupor  las reacciones histéricas de las mujeres jóvenes que asistían a los conciertos del compositor Franz Liszt. En el siglo XX, se observaron reacciones histéricas parecidas en los jóvenes adolescentes que asistían a las actuaciones de Elvis Presley. Luego vinieron The Beatles y demás grupos y artistas que provocaban apasionado histerismo y éxtasis casi religioso en sus actuaciones. Es un fenómeno que afecta principalmente a los jóvenes, en la edad en la que abandonarse a la absoluta adoración a un/una cantante es permitido y visto casi con afecto (y algo de condescendencia).

Este fenómeno se produce principalmente en un momento del desarrollo vital que coincide con la primera vez que se asiste a conciertos y actuaciones en vivo sin supervisión paterna, ya sea con amistades, con la pareja o solo/sola/sole. Es un momento en el que el adolescente empieza a forjar una personalidad propia y desarrollar su individualidad dentro de la uniformidad de la manada. Un momento clave que, por supuesto, el cine ha reflejado de distintas formas.

Ofrecemos aquí al lector interesado, curioso o morboso una selección de películas en las que dejarse llevar por la música, las pasiones desenfrenadas y el caos emocional está permitido y es, es cierto modo, necesario. Unas películas, algunas ya comentadas aquí pero en este centrándonos en el aspecto musical, que presentamos en estricto orden cronológico que se han de ver con el volumen alto.

 



Locos por ellos (I Wanna Hold Your Hand, Robert Zemeckis, 1978)

Robert Zemeckis debutó como director de largometrajes con esta película que traslada al espectador al 9 de febrero de 1964. Este fue el día en que los Beatles debutaron en la televisión americana en The Ed Sullivan Show, consolidando la popularidad del grupo a nivel mundial. En este día Rosie (Wendie Jo Sperber), fanática del grupo, intenta desesperadamente conseguir un par de entradas para ver a los cuatro fabulosos llamando sin parar a un concurso de la radio. Rosie arrastra con ella a Pam (Nancy Allen), otra fan del grupo pero que tiene otras cosas en la cabeza ya que se supone que se tiene que casar a escondidas de sus padres. Grace (Theresa Saldana), otra amiga de Rosie y Pam, les propone un plan para colarse en el hotel donde se hospedan los Beatles, así espera Grace conseguir una foto en exclusiva del grupo y lanzar su carrera periodística antes incluso de llegar a la universidad. Janis (Susan Kendall Newman) se apunta a la expedición con la intención de boicotear a los Beatles, que considera comerciales y vacíos, al contrario que la música con mensaje que ella escucha, aunque a sus amigas no les gustan esos artistas de los que nadie ha oído hablar como Bob Dylan o Joan Baez. El grupo de chicas recluta al joven Larry (Marc McClure), cuyo padre tiene una limusina que utiliza en su negocio funerario, si bien Larry no tiene carnet de conducir eso no le detendrá ya que espera  de esta forma conquistar a la joven Grace. La expedición se pone en marcha con una adición de última hora: Tony (Bobby Di Cicco), un roquero fan de Elvis que no soporta a los Beatles pero eso no le detiene para intentar ligar con alguna de las chicas. Una vez lleguen a Nueva York, el grupo se verá dividido y vivirá distintas aventuras con el objetivo de asistir a esta histórica actuación.

El film de Zemeckis nos introduce en un momento en el tiempo en el que la música y la cultura adolescente estaban a punto de cambiar de forma revolucionaria. El personaje de Tony sirve para ver de dónde procede este cambio (aunque Tony en sí no quiera cambiar), quiénes fueron los que iniciaron el camino, mientras que el personaje de Janis es un precedente de los revolucionarios hippies que empezaban a aparecer por entonces y cuyo movimiento explotaría cuatro años más tarde. Entre medio, aparecen todo tipo de personajes extraños e interesantes, como el fanático Richard "Ringo" Klaus interpretado por Eddie Deezen, un cómico americano no muy conocido fuera de Estados Unidos pero que muchos recordarán por sus apariciones en películas como Critters 2 (Critters 2: The Main Course, Mick Garris, 1988), que se aliará con Rosie aunque ambos luchan por ser considerado el mayor fan de los Beatles. También acabará formando en cierto grado parte del grupo el joven Peter (Christian Juttner), cuyo padre quiere obligarlo a cortarse el pelo para "que no parezca una niña". Gran parte de la comedia proviene de cómo se muestra las actitudes de los fans, en particular Pam que tiene reacciones próximas al éxtasis religioso y su comportamiento cuando se encuentra ante el bajo de Paul McCartney resulta bastante libidinoso.

Locos por ellos es también una especie de viaje del héroe aunque a un nivel más de calle. Es decir, cuando los personajes regresen no serán los mismos que cuando salieron, cambiados por todo lo que viven en su esfuerzo por ver en vivo a los Beatles. Sin embargo, aunque a primera vista parezca un ejercicio de divertida nostalgia (que en parte es), los sentimientos y las peripecias por los que pasan los personajes siguen siendo vigentes hoy día, lo que hace de ella una película con un atractivo universal. También ayuda que es muy divertida y consigue hacerte reír de forma constante y sostenida.




Rock 'n' Roll High School (Allan Arkush, 1979)

Sabes que algo ha pasado de moda cuando Hollywood hace una película al respecto. Cuando se estrenó Fiebre del sábado noche (Saturday Night Fever, John Badham, 1977), el fenómeno de la música disco estaba ya de capa caída, aunque el éxito de la película le dio algo de oxígeno. El éxito del clásico de John Badham le dio al legendario productor Roger Corman la idea de producir una película musical para jóvenes que llevara por título Disco High School. Corman le presentó el proyecto al director Allan Arkush, que llevaba un tiempo trabajando para Corman en diferentes capacidades. Arkush, fanático de la música, le explicó a Corman que era una terrible idea, que la música disco estaba de salida y que lo que tenía que hacer era algo que se adelantara a la curva. A Corman le pareció bien. Bueno, en realidad le importaba poco, mientras fuera una película juvenil que se hiciera con poco dinero y recaudara mucho dinero. Los únicos trabajos como director de Arkush habían sido dirigir a medias con Joe Dante Esas locas del cine (Hollywood Boulevard, 1976), realizada con el objetivo de reciclar material de otras producciones de Roger Corman, y terminar Deporte mortal (Deathsport, 1978) después de que el director original fuera despedido, así que aprovechó la oportunidad para hacer algo que realmente le apasionara por si no tenía otra oportunidad de dirigir y decidió que el grupo en torno al cual giraría la película sería uno de sus favoritos: los Ramones.

Riff Randell (P.J. Soles) es una rocanrolera de pies a la cabeza que sueña con poder escribir canciones para la mejor banda del planeta: los Ramones. Su mejor amiga es Kate Rambeau (Dey Young), un prodigio científico a pesar de estar todavía en el instituto. Riff intenta transmitirle su amor por los Ramones, pero Kate solo se interesa por la ciencia y por el compañero estudiante Tom Roberts (Vincent Van Patten). Tom, tan habilidoso en el deporte como torpe con las chicas, se siente atraído no por Kate sino por Riff. Para intentar conseguir sus respectivos objetivos, Kate y Tom contratan los servicios de Eaglebauer (Clint Howard), un experto en conseguir de todo desde su oficina en el baño de los chicos. La plácida existencia de estos típicos adolescentes se verá alterada por la llegada de la nueva directora, la señorita Togar (Mary Woronov). La señorita Togar quiere imponer la disciplina entre los revoltosos estudiantes y en especial quiere poner en vereda a la rebelde Riff. El enfrentamiento entre ambas llegará a su punto álgido cuando la malvada directora intente impedir que Riff asista al concierto que los Ramones celebrarán en la ciudad.

No es de extrañar que esta película se haya convertido en una cinta de culto. El reparto solo, lleno de nombres familiares para los aficionados al cine de género como P. J. Soles, Mary Woronov, Clint Howard, Paul Bartel y Dick Miller, ya es un factor importante. Pero, por supuesto, el nombre que más destaca es el de los Ramones. El film de Arkush capturaba para la eternidad al grupo en su mejor momento, a punto de publicar End of the Century (que incluye temas de la banda sonora de esta película), el álbum que sería su cumbre creativa. Pero, además, es una inspiración para muchas jóvenes rebeldes todavía hoy gracias al carisma de Riff Randell. Una especie de versión humana de Bugs Bunny, un terremoto anárquico que no es una fanática que adora en silencio a su grupo favorito, sino que le sirve de trampolín para desarrollar su creatividad como autora de canciones.

Arkush se inspiró en ¡Qué noche la de aquel día! (A Hard Day's Night, Richard Lester, 1964) (la primera película de los Beatles) para crear con Rock 'n' Roll High School una comedia absurda y delirante, con logrados números musicales a pesar del escaso presupuesto. No siendo el momento menos febril y delirante el concierto de los Ramones, lleno de gags, alguno de los cuales sería luego incorporado por los Ramones en sus conciertos. Pero además de la fantástica música y el humor absurdo, el film es un gran dedo medio contra el autoritarismo y la represión. En resumen, una obra maestra.

 
 




Volverse loco (Get Crazy, Allan Arkush, 1983)

Teniendo en cuenta el tema del artículo, soy consciente de que esta película puede que no encaje a primera vista con el resto. Pero hay varias razones para incluirla. Para empezar, se trata de una secuela espiritual de Rock 'n' Roll High School (ya, ya lo sé, existe una secuela real, Rock 'n' Roll High School Forever (Deborah Brock, 1991), pero es una película terrible y es mejor mantenerla en el olvido), con el mismo estilo de humor, aunque ahora para un público más adulto (lo que quiere decir: desnudos, palabrotas y más drogas), sin que falte la misma pasión musical. Otra razón más para incluirla es que también toca algunos de los temas vistos hasta ahora, aunque no forme el centro de su narrativa.

La sala de conciertos Saturn Theatre, propiedad de Max Wolfe (Allen Garfield), se prepara para su concierto de Año Nuevo, una tradición que se ha convertido en un gran evento. El gran promotor e industrial Colin Beverly (Ed Begley Jr.) quiere hacerse con el Saturn para demoler la manzana y crear un monstruoso rascacielos. Tras la visita de Beverly, Max sufre lo que parece un ataque cardíaco, así que queda en manos de su segundo, Neil (Daniel Stern), organizarlo todo. Neil tiene a su disposición a los dedicados trabajadores del Saturn y también cuenta con la ayuda de Willy Loman (Gail Edwards), una antigua trabajadora del Saturn que se encuentra de visita. Para salvar el Saturn, deciden llamar a artistas que dieron sus primeras actuaciones allí como Nada (Lori Eastside) y su banda de chicas, Auden (Lou Reed), que reaparecerá tras mucho tiempo apartado de la luz pública, King Blues (Bill Henderson), su nombre ya lo dice todo, y la megaestrella del rock Reggie Wanker (Malcolm McDowell). El equipo de Neil se enfrentará a mil problemas, deberá mantener a las bandas contentas y evitar los intentos de sabotaje de los esbirros de Beverly. Por si fuera poco, Neil debe vigilar que su hermana adolescente Susie (Stacey Nelkin), fan de Auden, no se meta en problemas inapropiados para su edad; mientras todo esto sucede, además, Neil intentará seducir a Willy, de la que se ha enamorado.

Primero nos detendremos en la trama más relevante de la película en lo que respecta al tema de este artículo, la que afecta a Susie, la hermana adolescente de Neil. Interpretada por Stacey Nelkin, a la que los aficionados al terror recordaréis por su papel en Halloween III: El día de la bruja (Halloween III: Season of the Witch, Tommy Lee Wallace, 1982), Susie debe superar un gran obstáculo para poder ver a Auden en directo: sus conservadores padres. Y al llegar al Saturn descubrirá todo un mundo nuevo que le abrirá los ojos a diversas experiencias. La más importante no la comento para no destripar nada, pero es uno de los puntos álgidos de la película.

Los otros aspectos que hacen interesante esta película tienen un trasfondo musical. Arkush originalmente tenía la intención de hacer una película autobiográfica, un film de época que se basaría en sus experiencias trabajando en una sala de conciertos a finales de los 60. El éxito de Aterriza como puedas (Airplane!, Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1980) hizo que solo encontrará financiación para Get Crazy si la convertía en una película contemporánea de humor absurdo. Arkush y los guionistas hicieron el cambio y en el proceso la película se convirtió en un alegato en defensa de las salas de conciertos, que entonces estaban desapareciendo en Estados Unidos debido al auge de los conciertos de estadio. Un cambio que encarecía las entradas de los conciertos y hacía más difícil que jóvenes sin mucho dinero para gastar pudiesen acceder a la música en directo. Un problema parecido tenemos en la actualidad con los intermediarios on-line que encarecen el precio de las entradas. En todo caso, si el argumento de salvar la sala de conciertos del malvado promotor os recuerda a Rock of Ages. La era del Rock (Rock of Ages, Adam Shankman, 2012) no es de extrañar porque se ha convertido en un argumento clásico utilizado en cantidad de películas.

La música en Get Crazy la interpretan grupos ficticios, diseñados por Arkush para crear una especie de paseo por la historia del rock. Empezando por el blues y acabando, irónicamente, con el estilo de rock de estadio. Para hacer la cronología más clara, cada grupo interpreta una versión de I'm Your Hoochie Coochie Man, original de Willie Dixon que ha sido versionada por multitud de artistas como Jimi Hendrix, Eric Clapton y Muddy Waters, que en el film es una canción compuesta por King Blues. De entre todas las actuaciones, la más memorable es la que lleva a cabo la Nada Band. Lori Eastside, cantante y coreógrafa, es Nada, la líder de un grupo que es un homenaje a las bandas de chicas de los 60 y que es una lástima que no sea un grupo real. Ver a Malcom McDowell como una mezcla de Mick Jagger y Rod Stewart no está mal, pero la Nada Band es realmente insuperable.



Además de grandes actuaciones musicales, el film es un constante flujo de gags y chistes absurdos. En otras palabras, una fiesta constante tremendamente divertida. Y también comparte con Rock 'n' Roll High School su desprecio por el mercantilismo y el autoritarismo. Por desgracia, los productores pensaron que les saldría más a cuenta si la película era un fracaso que un éxito, al estilo de Los productores (The Producers, Mel Brooks, 1967). No llegaron a cancelar su estreno como hizo la Warner con Batgirl, pero la enterraron y no hicieron nada para que la gente supiera de su existencia. Pero Get Crazy sobrevivió, convirtiéndose en una cinta de culto, durante años imposible de ver a no ser que fuera en VHS pero recientemente rescatada para la era digital. Es la más desconocida de esta lista de películas por eso es la que recomiendo que descubráis primero.


 
 
 

 

Cero en conducta (Detroit Rock City, Adam Rifkin, 1999)

Y cerramos el círculo con otro grupo de chicos que se embarca en una odisea para poder ver a su grupo favorito. Es 1978, cuando KISS se encontraba en su punto álgido de popularidad. Hawk (Edward Furlong), Lex (Giuseppe Andrews), Trip (James DeBello) y Jam (Sam Huntington) son cuatro amigos fans de KISS que se preparan para verlos en concierto en Detroit. Por desgracia, la beata madre (Lin Shaye) de Jam quema las entradas que han comprado y los cuatro se lanzan a la aventura para escapar de sus casas y del colegio para lograr colarse en el concierto de sus vidas.

A finales de los 90, tras una década de comedias más suaves, el éxito de Algo pasa con Mary (There's Something About Mary, Bobby Farrelly, Peter Farrelly, 1998) y American Pie (Paul Weitz, Chris Weitz, 1999) trajo de vuelta la comedia gruesa, picante y obscena que había dominado durante la década de los 80. Adam Rifkin había empezado su carrera trabajando ese estilo de comedia con El maníaco invisible (Invisible Maniac, 1990), una película al estilo de Movida en la universidad (Zapped!, Robert J. Rosenthal, 1982). Ocasionalmente había rozado el mainstream, como con la entretenida comedia Con la poli en los talones (The Chase, 1994), pero se había mantenido en el cine independiente hasta que tuvo la oportunidad de nuevo de trabajar para un gran estudio, si bien dentro del entonces sello independiente New Line Cinema, con Cero en conducta.

Como le sucedió a todas las películas aquí presentadas, el film fue un fracaso de taquilla cuando se estrenó originalmente, pero con el tiempo se ha convertido en un film de culto. Es especialmente apreciado por los fans de KISS, pero funciona aunque no te guste demasiado el grupo en cuestión, ya que, al contrario que los Ramones en Rock 'n' Roll High School, solo aparecen en el film en el momento que se supone que han de aparecer. Eso si no tenemos en cuenta la banda sonora, claro.

Rifkin crea una serie de peripecias que hacen que los cuatro protagonistas atraviesen una crisis antes de volver a reunirse de nuevo, como sucede en las comedias románticas. En este caso, sirve para que los amigos revalúen su amistad y su futuro, sin dejar nunca el terreno de la comedia adolescente. Una comedia adolescente que tiene sus mejores momentos cuando trata las situaciones propias de la época, como la cruzada de los padres religiosos contra el rock, aunque los chistes de drogas a veces se hacen algo repetitivos. De todos modos, el film se ha convertido en una cinta de culto porque acierta más veces de las que falla. Sin embargo, también es cierto que este gusto por la comedia ochentera más destripada hace que parte de la odisea adolescente quede en segundo plano.

Como hemos visto, los tiempos cambian pero los adolescentes no. Es un momento en el que dejarse llevar por la pasión hacia un artista o una banda o un estilo musical puede llevar a grandes experiencias personales. Algo tan simple como acudir a un concierto puede convertirse en una experiencia transformadora y reveladora. Estas películas reflejan este momento mágico (para bien y para mal), también pueden ser una manera de recordar esta época desde el confort del sofá de casa.