1 jul 2022

Dejad que los cadáveres se bronceen (Laissez bronzer les cadavres)

 

El tercer film de Hélène Catet y Bruno Forzani, Dejad que los cadáveres se bronceen (Laissez bronzer les cadavres, 2017), es otro tour de force visual y auditivo aunque esta vez siguiendo una narrativa más clara, sin abandonar los toques experimentales, ya que adapta una novela clásica de Jean-Patrick Machette y Jean-Pierre Bastid.

La trama es bastante sencilla. Un grupo de atracadores se instala en una villa en ruinas propiedad de Luce (Elina Löwensohn), una artista que utiliza el lugar como refugio para otros artistas. Tras un golpe con el que se hacen con una importante cantidad de oro, los atracadores esperan la oportunidad para matar a todos y huir. Pero la inesperada llegada de algunos invitados no deseados, entre los que se encuentran dos policías, hace que el día se convierta en una lucha por la supervivencia llena de tiroteos y traiciones.

Resulta sorprendente que esta novela no hubiera sido adaptada anteriormente al cine, ya que es corta, muy visual y está cargada de acción y tensión. Machette y Bastid son autores clásicos de la serie negra francesa que utilizaban el género con intenciones sociales y políticas. Machette en particular cargaba sus historias de un trasfondo ideológico, a lo Raymond Chandler, en línea con sus ideas de extrema izquierda. En el caso de Dejad que los cadáveres se bronceen, el trasfondo es la lucha de clases, pero sin dejar de ser en ningún momento una novela tremendamente entretenida que se puede disfrutar aunque no te interese su lado político. Los diálogos y la caracterización de los personajes es mínima, centrándose en la tensa situación en que se encuentran atrapados los personajes.

Como ya he dicho, es una novela que estaba hecha para ser convertida en película. Por suerte, los que finalmente la adaptaron fueron Catet y Forzani, que realizan una adaptación tremendamente fiel de la novela, solo eliminando algunos elementos debido al presupuesto. Al mismo tiempo, es también una adaptación muy subversiva. Catet no acababa de ver cómo trasladar la historia hasta que se decidieron a hacer de Luce el personaje central del film. A partir de aquí, el film se convierte en un festival visual y sonoro, cargado de imágenes hipnóticas acompañadas de una fantástica banda sonora. La pareja de directores no abandona del todo la estética gialloesca, pero este film es más bien un homenaje al espagueti western y al poliziotteschi. Ya he mencionado que esta película es más narrativa que las dos anteriores dirigidas por Catet y Forzani, las mucho más experimentales Amer (2009) y El extraño color de las lágrimas de tu cuerpo (L’étrange couleur des larmes de ton corps, 2013), pero eso no significa que no llenen Dejad que los cadáveres se bronceen de momentos surrealistas y homenajes varios. Lo mejor es no encallarse intentando darle un significado a todo y simplemente dejarse llevar por este torrente de imágenes y sonidos, para así disfrutar al máximo esta experiencia sensorial y sensual.

Si ya estáis familiarizados con las películas de esta pareja de directores, no hace que diga mucho más, seguramente ya la habéis disfrutado. En caso de que no sea así, es una buena manera de entrar en el universo de estos cineastas, ya que es una película más fácil de seguir, sin que eso sea un detrimento, pero tan impactante y emocionante como las anteriores. Un festival sensorial que rezuma tensión y emoción, es una película que recomiendo sin reservas.

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