6 mar 2014

La noche del demonio (Night of the Demon)

 
Jacques Tourneur volvía al terror, tras sus celebradas colaboraciones con Val Lewton, dirigiendo La noche de los demonios (Night of the Demon aka Curse of the Demon, 1957). Adaptación de una historia de M. R. James que se adelanta a su tiempo presentando una historia cargada de paranoia demoníaca.

El doctor John Holden (Dana Andrews) viaja a Inglaterra con la intención de continuar la investigación que el fallecido profesor Henry Harrington (Maurice Denham) estaba llevando a cabo sobre la secta dirigida por el doctor Julian Karswell (Niall MacGinnis). Holden es un escéptico y no cree en los fenómenos paranormales, pero Karswell le demostrará que se equivoca al maldecirlo. Holden tiene tres días para romper la maldición si no quiere morir horriblemente a manos de una criatura demoníaca. La sobrina del profesor Harrington, Joanna (Peggy Cummins), le ayudará en su investigación.

Es posible que a muchos el argumento del film os recuerde a Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell, Sam Raimi, 2009), lo cual no es extraño ya que este film de Raimi empezó siendo un remake de La noche del demonio, que luego cambió al no poder conseguir Raimi los derechos del film de Tourneur. Otros muchos posiblemente conozcan el film por el conflicto entre Tourneur y los productores, estos insistían en que se tenía que ver la criatura monstruosa y Tourneur se negaba. La negativa de Tourneur se origina en el estilo desarrollado por el director junto al productor Val Lewton en una serie de hoy clásicos filmes de terror. Como con el bajo presupuesto que tenían no podían hacer maquillajes o efectos especiales que resultaran mínimamente creíbles, desarrollaron un estilo basado en insinuar el horror, pero sin acabar de mostrar la fuente del mismo. Pero los tiempos habían cambiado, los espectadores de finales de los 50 eran más difíciles de impresionar que los de principios de los 40, especialmente tras haber vivido una guerra llena de horrores como fue la IIª Guerra Mundial. Así que los productores decidieron que se rodaran las escenas monstruosas que fueron luego añadidas al film.

En todo caso, lo que está claro para todo el mundo es que La noche del demonio es un fantástico film de terror. Un clásico que se basa en la socorrida trama del escéptico enfrentado a hechos sobrenaturales. Parte de la efectividad de la historia se basa en la manera lógica y racional en que Holden busca respuestas y soluciones ante los hechos que se le presentan, pero de manera implacable los hechos sobrenaturales se imponen sin que la lógica le sirva de mucho a Holden.

La película también sirve como prólogo a los futuros filmes "satánicos" que aparecerían tras el estreno de La semilla del diablo (Rosemary's Baby, Roman Polanski, 1968), en los cuales una secta satánica muestra su habilidad para perseguir y acosar a sus víctimas, explotando el miedo originado por la paranoia y la manía persecutoria de esas víctimas.

En el film también se habla de como el exceso de racionalización puede ser más perjudicial que beneficioso, haciéndose varias comparaciones entre la forma "mágica" que tienen los niños de ver el mundo y la manera que tienen de verla los adultos.

La noche de los demonios es todo un clásico del terror que cuenta con un inteligente guion y buenas interpretaciones, que puede ser útil al aficionado al género para saber de dónde provienen otros grandes clásicos del género. Eso sí, tened cuidado aquellos que no lo conozcáis, porque existe una versión americana recortada. Aseguraos de ver el auténtico film, que dura unos 95 minutos.


2 comentarios:

Dr. Gonzo dijo...

La vi hace unos años y me encantó, y si te digo la verdad nunca me había fijado en los paralelismos con Arrástrame al infierno.

Raúl Calvo dijo...

A mí es algo que me llamó la atención del film de Raimi, que tiene costumbre de hacer guiños, luego ya descubrí que era porque quería hacer un remake. Yo recuerdo de la primera vez que vi La noche del demonio de niño mi decepción porque Dana Andrews era un tío y no la atractiva actriz americana que me había imaginado. Es como cuando me enteré que Hanna-Barbera eran dos tíos y no una señora.