Imaginad una mezcla de El sótano del miedo (The People Under the Stairs, Wes Craven, 1991) y el episodio de Historias de la cripta "Let the Punishment Fit the Crime" (T6-EP1) con unas gotas de La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974). El resultado puede que se parezca a El gran lío (Nothing But Trouble, Dan Aykroyd, 1991), una comedia de terror que fue un tremendo fracaso de taquilla en su día.
Chris Thorne (Chevy Chase) es un asesor financiero que busca ligar con la abogada Diane Lightson (Demi Moore), de modo que se ofrece a llevarla en coche hasta Atlantic City, viaje al que se suman los clientes de Thorne Fausto (Taylor Negron) y Renalda (Bertila Damas). Durante el trayecto cometen el error de saltarse una señal de stop en un pequeño pueblo alejado de todo. Caen así en las garras del juez Valkenheiser (Dan Aykroyd), que solo tiene una sentencia para todos los crímenes: muerte.
Viendo El gran lío es fácil entender porqué fue un fracaso en su día: es una película rara, rara, rara. Los protagonistas están atrapados en la enorme mansión de la familia del juez, llena de trampas, pasajes secretos y extraños mecanismos. La familia es una colección de locos psicópatas, con la excepción de uno de los miembros interpretado por John Candy. Dos bebés gigantes forman parte de la familia. Los incautos que acaban en manos del juez son ejecutados mediante una gigantesca máquina que los reduce a sangrientos huesos. Todo presentado con un peculiar tono de comedia negra pasada de vueltas con toques absurdos. Sí, es fácil entender que no funcionara demasiado bien con el gran público, pero creo que si el estudio no hubiera forzado que la película fuera reeditada para obtener la calificación PG-13, tal vez hubiera tenido mejor suerte con los fans del terror que la hubieran convertido en una cinta de culto. Además, no sabían bien cómo venderla, el tráiler es terrible y no muestra lo demencial que es el film.
Como comedia, Nothing But Trouble no provoca grandes carcajadas precisamente, aunque algunas escenas me hacen reír. Su mayor atractivo, para mí, es ver cómo evoluciona su demente historia. Ver qué nuevo elemento bizarro o qué nuevo problema se encontrarán los protagonistas. Es una película que transita por la delgada línea que separa la comedia del terror, un equilibrio difícil de conseguir y esta película no lo consigue al 100%. A pesar de todo, es lo bastante grotesca como para que se me haga interesante. Y por la misma razón no es una película para todo el mundo.
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