23 nov 2020

La bestia del reino (Jabberwocky)

 

Tan irreverente, hilarante y escatológica como cuando se estrenó en 1977, La bestia del reino (Jabberwocky) fue el inicio de la carrera de Terry Gilliam como director en solitario, sin los Monty Python (más o menos). Un inicio que ya plantea muchos de los temas y fetiches que el director exploraría en futuros filmes.

Inspirado en el poema de Lewis Carroll, el film nos cuenta la historia de Dennis Cooper (Michael Palin), que llega al reino del rey Bruno el Cuestionable (Max Wall) en busca de fortuna. Su intención es encontrar un trabajo tranquilo que le permita ganar suficiente dinero para casarse con su amada Griselda (Annette Badland). La llegada de Cooper coincide con el asedio que sufre la ciudad por parte de un terrible monstruo, el Jabberwock, que no para de devorar ciudadanos. Cooper hace todo lo posible por no meterse en líos, por evitar cualquier conflicto o problema, pero, por supuesto, involuntariamente se ve metido en diversas peripecias que lo llevarán a enfrentarse con el Jabberwock.

Jabberwocky fue el primer proyecto en solitario de Terry Gilliam, aunque miembros de los Monty Python aparecen como actores, como el protagonista Michael Palin, y algunos gags todavía recuerdan al estilo de los Python. Sin embargo, el mediocre protagonista Dennis Cooper recuerda bastante a futuros héroes de Gilliam, como el Sam Lowry que Jonathan Pryce interpretó en Brazil (1985). La mediocridad y la mercantilización es uno de los principales temas de Jabberwocky, donde se nos presenta un mundo donde no hay sitio para los artistas, ya que su lugar lo ocupan mediocres sin imaginación interesados solo en obtener el máximo provecho económico. También se dispara contra la monarquía, el poder eclesiástico y los empresarios. Estos dos últimos estamentos, de hecho, no quieren que se mate al monstruo ya que esta situación de terror les beneficia.

El film funciona también a la perfección como una parodia del cine de fantasía y de monstruos. Demoliendo todos los tópicos posibles, con su demente princesa (Deborah Fallender) y sus caballeros tan estúpidos como violentos. Y siendo como es una sátira, una parodia, un film no muy interesado en el rigor histórico, resulta más auténtico y realista en su descripción de la Edad Media que muchos dramas serios ambientados en esta época.

Pero lo más importante a señalar de Jabberwocky es que es una comedia que hace reír de principio a fin, ya sea por sus momentos absurdos, sus bromas escatológicas, sus escenas gore o la estupidez de los personajes. Es un clásico que sigue siendo punk y actual.

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