El cine de los años 70 vio un resurgir del cine negro. Uno de los primeros títulos en modernizar el género fue El largo adiós (The Long Goodbye, Robert Altman, 1973), adaptación de la obra maestra homónima de Raymond Chandler. El film también significó el regreso a la gran pantalla de Elliott Gould, interpretando al detective Philip Marlowe.
El especial interés hacia el cine negro en los años 70 se debe a dos factores: el nostálgico, muchos directores volvían al género que los impactó de jóvenes de la misma manera que muchos directores de la actualidad recuperan el cine de los 70 y 80; y el social, la década de los 70 vio como movimientos sociales y de protesta se multiplicaban alimentados por el pesimismo y la desconfianza hacia el gobierno. Chandler fue pionero a la hora de ligar los temas del género negro con las preocupaciones sociales, elevando la calidad de lo que entonces, en los años 30 y 40, se consideraba un género de segunda clase. De modo que sus novelas encajaban tan bien en los años 70 como en los 40, de ahí que se produjeran cinco adaptaciones cinematográficas (si contamos el remake para televisión de Perdición [Double Indemnity, Billy Wilder, 1944] de trabajos suyos entre 1969 y 1978.
En contraste con el film Chinatown (Roman Polanski, 1974), que sí era un ejercicio de recreación nostálgica, El largo adiós moderniza el género, trasladándolo a la década de los 70. Pero, curiosamente, sin que eso signifique alterar el espíritu de la novela de Chandler. Todo lo contrario, Altman lo enfatiza utilizando el argumento como medio para satirizar y criticar el Los Ángeles de la época, de forma parecida a como utilizó un argumento de suspense para criticar y satirizar el mundo de Hollywood en El juego de Hollywood (The Player, Robert Altman, 1992), sin dejar por ello de lado su gusto por la improvisación y por dejar a los actores "jugar" con sus personajes. Además, el guion de Un largo adiós corrió a cargo de Leigh Brackett, que también fue uno de los guionistas que trabajó en la clásica El sueño eterno (The Big Sleep, Howard Hawks, 1946).
Así nos encontramos con un film que moderniza el género, al mismo tiempo que se mantiene fiel a sus raíces. Un enfoque que, desde mi punto de vista, le hace más justicia que las recreaciones puramente estéticas o la explotación de sus arquetipos.
Tanto para los amantes del cine de los años 70, como para los amantes del cine negro, El largo adiós es un título esencial. Y lo digo como amante de ambas cosas. Un film clásico que sigue siendo moderno.
3 comentarios:
La tengo pendiente, y no sé por qué, porque tiene todos los ingredientes para gustarme...
Aprovecha agosto para ponerte al día y echarle un vistazo a esta pequeña joya.
Sí, sí que lo es.
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