Cuando empecé a aficionarme al género de terror de niño, lo que más me llamaba la atención al principio era el gore. Una película repleta de litros de sangre y mutilaciones te daba la sensación de estar viendo algo tabú, prohibido, especialmente cuando tienes poco más de doce años. Luego llegó un momento en que me quedé saturado de tanta pierna suelta y cabeza rodando, cuando empecé a explorar más el género en todas sus vertientes y estilos (tal vez ahora me gustan tanto las películas de terror italianas de los 70 y 80 por la mezcla de lo psicológico, lo artístico y lo visceral). Pero aunque empecé a apreciar más el género en sus vertientes más psicológicas, artísticas y maduras, no acabé de perder el gusto por el gore. De vez en cuando, todavía hoy, me apetece ver algo que sea un festival de vísceras en pantalla. Y The Abomination (Bret McCormick, 1986) es exactamente eso, pero también algo más.
La aparición del mercado del vídeo en Estados Unidos se tradujo en una gran explosión de cineastas independientes que, si bien no podían competir con los estudios en los cines, tenían la oportunidad de triunfar en las hileras de los videoclubes, más democráticas que los cine dominados por los grandes de Hollywood. Bret McCormick y Matt Devlen fueron dos de estos soñadores con ganas de meterse en el mundo del cine, aunque fuera empezando por abajo. McCormick se inspiró en Herschell Gordon Lewis, Frank Henenlotter y Roger Corman como pioneros a la hora de hacer mucho con muy poco. Tras una mala experiencia con la primera película que hicieron juntos, Tabloid (editada en 1989 pero rodada cuatro años antes), una cinta antológica que se salió de tiempo de rodaje y presupuesto, McCormick y Devlen se propusieron reunir 20.000 dólares y rodar dos películas, cada una por 10.000 dólares y con sendos rodajes de diez días. De este modo se buscaba maximizar recursos y fondos. La primera que se tenía que haber rodado era Ozone: The Attack of the Redneck Mutants (Matt Devlen, 1986), que acabó siendo editaba en vídeo antes, pero Devlen no tenía a punto ni el guion ni la preproducción, así que la primera en rodarse fue la película de McCormick, The Abomination.
10.000 dólares de presupuesto. 10 días de rodaje. Un argumento de 20 páginas que servía de guía, creando los diálogos en el momento de rodar la escena. Media docena de personas como equipo, cuando uno no actuaba estaba haciendo sonido o efectos especiales. Hay que tener todo esto en cuenta para entender el encanto de la película, además de daros una pista para ver si es el tipo de película que os gustará o no. Comparada con otros títulos de la época, que tiraban más hacia el camp y la parodia, The Abomination tiene un tono más serio, aunque hay escenas claramente humorísticas, además de una historia bastante interesante. Muchas películas de la época (y la razón por la que me acabaron saturando) es que no tenían una historia que contar, sino una excusa que les permitiera crear las escenas gore, como una película porno hilvana las escenas de sexo. Pero a pesar de que no había un guion, sino un breve tratamiento, está claro que McCormick tenía muy claro que contar.
Todo empieza con Cody (Scott Davis), un joven cada vez más preocupado por la obsesión de su madre Sarah (Jude Johnson) con un telepredicador evangelista, el hermano Fogg (Rex Morton). A pesar de que se ha sometido a análisis médicos que han salido negativos, la madre de Cody está convencida de que tiene cáncer. Y una noche, extasiada viendo al hermano Fogg, expulsa lo que parece un tumor. Ese tumor se introduce dentro de Cody para reproducirse, así que Cody empieza entonces a expulsar más de estos tumores, a los que va alimentando con todas aquellas personas que se cruzan en su camino, de este modo la abominación va creciendo y creciendo...
Cocinando la historia, McCormick utilizó diversos ingredientes, mezclando Cronenberg y Corman, que acabaron de transformarse durante la posproducción. Fue entonces cuando McCormick le añadió diálogos narrativos en off, en los que Cody discute con un psiquiatra si lo que estamos viendo ha sucedido realmente o se trata de alucinaciones. Este añadido le da al film un aire onírico, una sensación de extrañeza que se agudiza con el inicio, que concentra todo la película en dos minutos, y la repetición de una escena con distinto audio. Estas peculiares decisiones narrativas tienen una explicación práctica: lograr que The Abomination llegara a los 90 minutos, ya que de otro modo no la aceptarían para ser distribuida. Pero esto no hace que la película sea menos peculiar y extraña, una personalidad propia que la hizo sobrevivir entre el océano de películas de micropresupuesto estrenadas en vídeo durante este efervescente periodo. Algo que la hizo memorable y que fuera recordada, llegando hasta nuestros días a pesar de que no fue editada en DVD o Blu-ray hasta hace poco, circulando en muy caras ediciones en VHS.
Ver hoy día esta película en un flamante Blu-ray es una experiencia, bueno, exactamente igual que hace casi 40 años. Fue rodada en Super 8, luego se pasó a vídeo. Como no se pensó en conservar los negativos, la calidad de imagen es la que tenía en VHS. La compañía que la edita, Visual Vengeance, que se especializa en películas rodadas directamente en vídeo, incluye un mensaje esperando que la calidad (o ausencia de) no sea impedimento para que se disfrute la película. Y no lo es, te ayuda a recrear de forma exacta como era ver este tipo de películas en la era del vídeo, además de que The Abomination es lo suficientemente bizarra y gore para que su calidad de cinta VHS juegue a su favor y no vaya en contra.
Una historia extraña, litros de sangre y gore pasado de vueltas. The Abomination está recomendada a los amantes del cine de terror de serie Z hecho con más ganas que medios.
Hacia tiempo que una película no me ponía el cerebro del revés como esta delirante y alucinante película dirigida por Renato Polselli. Black Magic Rites aka The Reincarnation of Isabel (Riti, magie nere e segrete orge nel Trecento..., 1973) desafía cualquier intento de explicación, pero, como el protagonista de un cuento de H. P. Lovecraft, intentaré poner en palabras lo indescriptible.
Puede que el impacto que tuvo sobre mí esta película se debiera a que no sabía lo que iba a ver. En una newsletter vi que se editaba una versión limitada de Black Magic Rites, una película de la que no había oído hablar y que desconocía completamente, lo cual siempre despierta mi interés. La compré sin saber poco más que el título y la sinopsis de la compañía que la editaba, guiándome por la intuición. Mi sentido arácnido se había activado con este título, así que me dejé llevar. Antes de que se editara -la edición se retrasó un tiempo por diversos problemas- compré de Vinegar Syndrome la edición en Blu-ray de Delirium (Delirio caldo, Renato Poselli, 1972). Una compra que también hice guiándome por la intuición, con muy satisfactorios resultados. Delirio caldo es un giallo atípico y, como dice el título, delirante. En los extras supe que Renato Poselli también había dirigido Black Magic Rites, así que mi interés por ella aumentó, pero todavía no tenía ni idea de lo que se iba a meter en casa.
Empecé a ver el film con la idea que sería algo parecido a Delirio caldo, muy personal, algo insana y bastante demente, pero siguiendo un argumento más o menos reconocible. Y sobre el papel, la historia de Black Magic Rites resultará bastante familiar al aficionado al género. Una bruja es quemada en la hoguera en el siglo XIV y, en el presente, sus fieles quieren resucitarla mediante sacrificios humanos y la reencarnación física de la bruja. Pero solo se llega a desentrañar este argumento tras ir navegando los 98 minutos de asalto visual que lanza Poselli contra el espectador. Los seguidores de Isabella, interpretada por la bella Rita Calderoni (una de las pocas actrices cuyo personaje se puede identificar, el film tampoco se molesta en presentaciones, y solo porque también aparece en Delirio caldo, como el resto del reparto que se puede identificar), se descubre que son vampiros. Uno de ellos, el conde Drácula. Pero también forman un culto satánico. La linea entre realidad y sueño se borra por completo, extrañas escenas se suceden una tras otra, lo raro domina la pantalla. Uno de los personajes advierte que no se ha de intentar encontrarle sentido a nada de lo que sucede. Así que lo mejor es dejarse llevar por este festival alucinatorio salpicado de escenas de comedia italiana, que el director introduce por si tenías la tentación de tomarte la película demasiado en serio. Poselli también se esfuerza en eliminar cualquier escena o diálogo que pudiese explicar lo que sucede, no tiene piedad en su ataque al espectador.
Lo que hace doblemente valiosa esta película es la completa ausencia de pretensiones por parte del director. Llena el film de elementos propios de la exploitation: abundantes desnudos gratuitos, sáficos encuentros y generosas dosis de sangre y violencia. El resultado es una mezcla imposible de una ejecución propia del cine experimental de autor con los elementos propios del cine comercial más morboso. Incluso resulta extraño (y engañoso) el título original italiano, que se podría traducir como Ritos, magia negra y orgías secretas en el siglo XIV, que es un intento de aprovechar el éxito de las comedias históricas producidas a raíz del éxito de El decamerón (Il Decameron, Pier Paolo Pasolini, 1971). ¿Por qué no utilizar un título más propio del cine de terror o que por lo menos diese alguna pista de qué trata la película? Quién sabe. Lo importante es que nos encontramos ante un film consistentemente demencial y entretenido, lleno de mágica anarquía y erotismo de feria, como lo que hacía Jesús Franco pero sin el aburrimiento. Una película que, buscando el éxito comercial utilizando los elementos más básicos (sexo y violencia), acaba siendo más radical y experimental que el más respetado cine de autor.
En un primer momento, la película fue prohibida por la censura italiana por ser "una prolija y confusa serie de sádicas escenas cuyo objetivo, mediante la mezcla de extrema crueldad y erotismo degenerado, es incitar los instintos sexuales más bajos". En otras palabras, fue rechazada por todo aquello que la hace memorable. Esta película es toda una experiencia que desafía los sentidos y que recomiendo a todos aquellos que quieran ver algo realmente distinto y diferente.
El éxito de Ultra Force 2 (Huang jia shi jie aka Yes, Madam!, Corey Yuen, 1985), que a pesar de su título en castellano fue la primera en estrenarse, inauguró en Hong Kong toda una serie de películas de acción protagonizadas por mujeres. Estas películas se agruparon bajo la denominación "chicas con pistolas" (HK Girls with guns), y fueron muy progresivas y rompedoras si tenemos en cuenta que la sociedad hongkonesa era muy sexista: obligatoriamente los uniformes policiales femeninos llevaban una falda que no les permitía correr con libertad y, hasta los 90, no se les permitía llevar armas. Uno de los títulos más interesantes de esta época es She Shoots Straight (Huang ji nü jiang, Corey Yuen, 1990).
La inspectora Mina Kao (Joyce Godenzi) y el inspector Huang Tsun-Pao (Tony Ka Fai Leung) se acaban de casar cuando se ponen al frente de un peligroso caso: deben detener una banda criminal vietnamita que planea robar la caja fuerte de un club nocturno. Además, la inspectora Kao debe aguantar la animosidad de su cuñada Huang Chia-Ling (Carina Lau), también policía, que no aprueba en absoluto el matrimonio de la inspectora con su hermano. Durante la operación los criminales escapan pero el hermano del jefe Yuan Hua (Yuen Wah) muere y Yuan y su banda juran venganza. Las inspectoras Kao y Huang deberán dejar sus diferencias de lado para combatir la venganza de Yuan con su propia venganza personal.
En esta película la acción y la violencia son algo más brutales que la acción más "de tebeo" de, por ejemplo, Lady reportera (Lady Reporter aka Shi jie da shai, Hoi Mang, 1989), pero no tan sangrienta como Ultra Force: Acción sin límite (Wong ga jin si aka Royal Warriors, David Chung, 1986), la más violenta del grupo posiblemente. Su tono es serio, llegando al melodrama en una escena clave, con ausencia de los toques de humor habituales en el género, con un par de excepciones que pueden resultar chocantes para el espectador actual. Pero estos vaivenes de tono eran habituales en la época, lo que resalta del film es que el argumento está bastante trabajado, la trama no está frágilmente hilvanada para dar pie a las escenas de acción sino que es bastante sólida y sigue funcionando hoy día.
Entonces la película fue comentada porque la protagonista Joyce Godenzi y la estrella del género Sammo Hung formaban pareja desde hace un tiempo y poco después se casaron. De ahí que la película fuera producida por Hung, que también tiene un pequeño papel en el film, procurando no hacerle sombra a su pareja. Si bien esto afectó a como fue recibida la película en su día, en la actualidad no importa en absoluto, solo que She Shoots Straight es una muy entretenida y sólida cinta de acción. Puede que Godenzi tuviera el papel protagonista por deseo de Hung, pero desde luego no se le pusieron las cosas fáciles y se arriesgó en varias escenas dándolo todo, especialmente en una peligrosa persecución, siendo todas sus peleas 100% creíbles y auténticas. En particular destaca su pelea con la musculosa Agnes Aurelio que interpreta la villana principal junto a Yuen Wah. Pero a lo largo del film toda la acción es impecable y está muy cuidada, lo cual no es de extrañar ya que Corey Yuen era un experto a la hora de coreografiar escenas de acción.
En definitiva, este es un film que recomiendo a los fanáticos del género. Tal vez no sea tan conocido como otros títulos protagonizados por Michelle Yeoh o Cynthia Khan, pero se merece su creciente apreciación.
Regresa a las pantallas la saga de El exorcistacon El exorcista: Creyente (The Exorcist: Believer, David Gordon Green, 2023). Podéis leer mi crítica de esta nueva entrega en Underbrain Mgz:
La franquicia de El exorcista se ha mantenido con películas que fueron un fracaso de taquilla en su momento, con complicadas y conflictivas historias tras las cámaras, que se acabaron convirtiendo en cintas de culto con el tiempo. Esta secuela es bastante normal, seguramente irá bien en taquilla, pero no tiene absolutamente nada que la haga destacar o que sea más memorable que las más memorables entregas, la segunda y la tercera (1-2).