31 dic 2020

Tammy and the T-Rex


El 2020 ha sido un año terrible, para olvidar, por eso me gustaría acabarlo con algo de alegría, esperanza e ilusión. Algo como la versión restaurada sin cortes de Tammy and the T-Rex (Stewart Raffill, 1993), una locura que protagonizaron Denise Richards y el malogrado Paul Walker al inicio de sus carreras.

Michael (Paul Walker) está enamorado de Tammy (Denise Richards) y ella de él, pero el ex de Tammy, el violento Billy (George Pilgrim), está en contra de la relación. Billy, con la ayuda de su banda, decide intentar matar a Michael y este acaba en coma en el hospital. Momento en el que el doctor Wachenstein (Terry Kiser) decide robar el cerebro de Michael y trasplantarlo al T-Rex robótico que ha construido. En su nuevo cuerpo de T-Rex, Michael ejerce sangrienta venganza sobre Billy y su banda. Mientras, Tammy y su amigo Byron (Theo Forsett) buscan un nuevo cuerpo para Michael.

El director de Mi amigo Mac (Mac and Me, 1988) creó una perfecta mezcla de comedia, terror gore y ciencia ficción. Todo empezó cuando un distribuidor amigo de Stewart Rafill le llamó para decirle que, durante tres semanas, tenía acceso a un T-Rex mecánico que iban a trasladar a un parque temático y quería usarlo en una película. Rafill se puso a trabajar en la historia, tras informarse de qué podía hacer el T-Rex, y dos semanas más tarde ya empezaba a rodar. Rafill y Gary Brockette escribieron un guion que tenía en cuenta el bajo presupuesto del film y las limitaciones del T-Rex. No intentaron pasar la criatura como algo real sino como lo que era: una creación mecánica. La comedia hacía que la absurda historia fuera más verosímil y el gore le daba el toque final. Además del guion, el gran acierto fue el casting. Por un lado, contar con los entonces desconocidos Denise Richards y Paul Walker, los cuales encajan a la perfección con sus personajes. Richards en particular brilla como la titular Tammy. Por otro lado, en el reparto también nos encontramos nombres habituales en el cine de culto como Sean Whalen y Terry Kiser, que arranca muchas risas como el doctor Wachenstein.

Una vez Rafill terminó la película, titulada entonces Tammy and the Teenage T-Rex aunque un error en los títulos de crédito cambia el nombre de Tammy a Tanny, la entregó al distribuidor. Este entonces decidió convertir esta sangrienta película en algo para todos los públicos, un entretenimiento para niños. De modo que se cortaron 8 minutos de película. No solo el gore, también el lenguaje se tuvo que cortar así como un baile en ropa interior que hace Tammy. El resultado era una película prácticamente incomprensible que, a pesar de todo, fue adquiriendo cierto estatus de culto en VHS.

Y ese podría haber sido el final de la historia, con la película desapareciendo en la oscuridad junto a los videoclubes en que se alquilaba. Sin embargo, recientemente, Vinegar Syndrome encontró la versión original de Tammy and the T-Rex, sin cortes. No tardaron en restaurarla y, tras algunos pases en Estados Unidos, editarla en Blu-ray. Y así la descubrí, para mi eterna felicidad.

La película es muy, muy divertida. Una delirante comedia que utiliza su argumento propio de la ciencia ficción de los años 50 para crear momentos sangrientos fantásticos. Ha envejecido bastante bien, aunque es obvio que fue una producción de bajo presupuesto, considerando las circunstancias y las prisas con que fue hecha. Por supuesto, se ha de tener cierta inclinación hacia el cine de culto, pero teniendo en cuenta el mundo en que estamos viviendo ahora, le recomedaría a todo el mundo que pusiera Tammy and the T-Rex en su vida.

30 dic 2020

La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento)


Si buscáis una película delirante, aquí tenéis una película delirante y fantástica: La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento, Ferdinando Merighi, 1972), una de esas películas que una vez vista, ya no puedes "desver".

En el burdel de Madame Colette (Anita Eckberg) es asesinada la prostituta Francine (Barbara Bouchet). El inspector Fontaine (Robert Sacchi) detiene al que parecer ser el seguro culpable: Antoine Gottvalles (Peter Martell). Gottvalles muere decapitado después de escapar de la cárcel y jurar venganza sobre sus acusadores. Y, efectivamente, el juez que lo condenó y los testigos empiezan a ser asesinados. El inspector Fontaine investiga el caso sin mucha suerte. Mientras, el profesor Waldemar (Howard Vernon) mantiene la cabeza de Gottvalles para sus experimentos y su hija Eleonora (Evelyne Kraft) tiene extraños sueños que puede que estén relacionados con las muertes.

Bueno, no sé por dónde empezar. Tal vez lo más llamativo: el curioso título español, escogido sin duda por la presencia del actor Robert Sacchi. Sacchi se ganaba la vida como imitador de Humphrey Bogart, debido a lo mucho que Sacchi se parecía físicamente a Bogart. Así que tenemos un giallo en el que el inspector protagonista es un doble de Bogart, lo que indica que este no es el típico ejemplo del género. Lo cual se confirma con la historia, que gira continuamente, insinuando elementos sobrenaturales para luego descartarlos. Su reparto, que incluye bellezas habituales del género como Barbara Bouchet y Rosalba Neri, nos regala a Howard Vernon, un habitual de Jess Franco, interpretando a un mad doctor cuyo nombre nos remite a Edgar Allan Poe, aunque escrito con W en lugar de V. No es casualidad entonces que su hija se llame Eleonora, otro nombre que también alude a Poe.

La brigada del inspector Bogart, más conocida como The French Sex Murders, está cargada de toques delirantes que no se reducen solo a su reparto ni a su retorcido argumento, también visualmente. Los asesinatos, por algún motivo, se repiten tres veces con diferentes filtros de colores. De este modo se intenta dar más espectacularidad a los efectos de maquillaje, que no son muy destacados pero tienen sus momentos de esplendor como la decapitación con espada que se nos ofrece en el último tramo.

No sabría decir si es un giallo punk o un sueño enfebrecido plasmado en celuloide. Es diferente, desde luego, y entretiene de principio a fin. Una pequeña maravilla que recomiendo a los amantes del cine más iconoclasta.

29 dic 2020

Girl in Room 2A (La casa della paura)


¿Alguna vez habéis ido a un buffet libre y empezado a acumular platos sin sentido, llenando vuestra bandeja con un plato de ensaladilla rusa, otro de pasta, otro de carne y un par de trozos de pizza? Esta mezcla para saturar los sentidos es la que ofrece Girl in Room 2A (La casa della paura, William Rose, 1974).

Margaret Bradley (Daniela Giordano) sale de prisión tras ser injustamente acusada. Intenta rehacer su vida en la casa de la señora Grant (Giovanna Galletti), un hogar al que acuden jóvenes mujeres salidas de prisión. A Margaret le toca la habitación 2A, en la que hay una perenne mancha de sangre en el suelo y en la que tiene terribles alucinaciones. Entonces, Margaret conoce a Jack Whitman (John Scanlon), que está investigando la desaparición de su hermana Edie (Anna Liberati). Todo apunta a que la desaparición de Edie está relacionada con una secta y con la casa en la que se aloja Margaret.

Girl in Room 2A es un film que mezcla distintos géneros, pero su personalidad empieza a desarrollarse desde el hecho de que fue producida por el americano Dick Randall. Randall estaba afincado en Roma durante la explosión giallo, de modo que decidió apuntarse a la moda con un film cuyo argumento evoca Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio, Sergio Martino, 1972). Al frente, Randall puso a William Rose, un director cuya especialidad era la sexploitation. Así que tenemos a un productor y un director produciendo un giallo en Italia con actores y actrices italianas, a través de su perspectiva americana. El guion fue coescrito por Rose junto a Gianfranco Baldanello, ambos nos ofrecen una historia que mezcla elementos del terror gótico, en un ambiente urbano, con elementos del giallo y toques de sexploitation. Lo interesante de la historia es que nos ofrece una secta obsesionada con tomarse la justicia por su mano, que está convencida de estar haciendo el bien. Su obra se nos muestra durante los títulos de crédito del inicio, en los que Edie es secuestrada, desnudada, torturada y asesinada. Así se presenta la amenaza a la que se enfrenta Margaret, acosada por la secta como Edwige Fenech en el mencionado clásico de Sergio Martino.

El film funciona gracias a esta mezcla de elementos: el gótico con el giallo con el erotismo de mazmorra. También sus toques políticos, con sus sectarios obsesionados en imponer su moral y su sentido de la justicia. La casa della paura es, definitivamente, un film para aquellos que consideren "sórdido" y "morboso" adjetivos positivos. Yo desde luego lo hago y disfruté tremendamente con el film. El tráiler no tiene nada que ver con cómo es la película.

28 dic 2020

Bolsa de cadáveres (Body Bags)


"Ey, es Wes Craven", pensé al volver a ver Bolsa de cadáveres (Body Bags, John Carpenter, Tobe Hooper, 1993). Hacía mucho que no la veía y había olvidado la cantidad de cameos que hay en esta película. Esta es otra de esas películas que pensaba que había comentado cuando compré la edición en Blu-ray de Shout, pero resulta que no. Así que aquí está.

Como muchos ya sabéis, Body Bags fue concebida como un piloto para una serie que, obviamente, no se hizo. Juzgando por la película, que reúne tres historias, dos dirigidas por John Carpenter y una por Tobe Hooper, habría tenido un estilo parecido al de Historias de la cripta (Tales from the Crypt, c. Steven Dodd, 1989-1996). El propio John Carpenter habría interpretado al presentador de las historias, con comentarios cargados de humor negro, pero las historias no siguen el modelo E. C. sino que son historias de terror sin giros irónicos. Al cancelarse la serie, la película/piloto se comercializó en formato doméstico tras su pase en la cadena Showtime.

Las historias son correctas pero nada del otro mundo. En la primera, Anne (Alex Datcher) trabaja durante el turno de noche de una gasolinera y es acosada por un asesino. En la segunda, Richard Coberts (Stacy Keach) está desesperado por la pérdida de cabello, así que decide probar un nuevo método experimental con funestas consecuencias. En la tercera, Brent Matthews (Mark Hamill) pierde un ojo en un accidente de coche y recibe otro ojo en un trasplante experimental; obviamente el trasplante tendrá consecuencias inesperadas. Queda claro que las historias no son particularmente originales o novedosas, pero el tono, la dirección y el reparto (cargado de cameos, como ya he dicho) contribuyen a que Body Bags resulte bastante entretenida y divertida.

Lo interesante de este proyecto es su posición en la filmografía de John Carpenter. Justo tras el difícil rodaje de Memorias de un hombre invisible (Memoirs of an Invisible Man, 1992), una película que no funcionó en taquilla protagonizada por Chevy Chase, un actor que funciona principamente dentro de Estados Unidos. Aunque Carpenter es uno de los pocos directores que el temperamental y difícil Chase no ha puesto a parir luego, la complejidad de los efectos hizo que fuera un rodaje complicado que luego no se vio recompensado con una buena taquilla. Parece claro que Carpenter necesitaba algo más ligero y sencillo como siguiente proyecto. Y eso exactamente es lo que fue Body Bags, algo que le permitió cargar las pilas para enfrentarse a la que sería su última obra maestra: la brillante En la boca del miedo (In the Mouth of Madness, 1995). En este sentido, es una suerte que la serie no fuera producida, así Carpenter estaba libre para seguir dirigiendo películas.

Body Bags es un simple divertimento, una película que hará sonreír a los fans del género pero que no revoluciona la antología cinematográfica de relatos de terror.

23 dic 2020

Tremors: Shrieker Island

 

Lo más sorprendente de la saga Tremors no es que haya llegado a tener siete entregas y una serie de televisión (y un piloto cancelado), sino que haya mantenido cierto nivel de calidad a pesar de que las secuelas se crearan directamente para el mercado doméstico. La última entrega, por ahora, Tremors: Shrieker Island (Don Michael Paul, 2020) es el perfecto ejemplo de secuela DTV que ofrece entretenimiento de calidad, a pesar de los bajos presupuestos que se manejan en este tipo de secuelas.

El siempre efectivo Richard Brake interpreta a un multimillonario que ha creado una versión genéticamente manipulada de los Graboides. El objetivo final de esta manipulación es crear ejemplares que sean cazados por compañeros millonarios en una isla. Por supuesto, las cosas no salen bien y aparecen los Shrieker a los que se hace referencia en el título. Y así entra en escena Burt Gummer, el personaje con el que Michael Gross ha mantenido la saga viva, que se dedicará a solucionar el problema Graboide de la isla.

Don Michael Paul dirigió también las dos anteriores entregas de la saga, un retorno a la actualidad tras un periodo de trece años sin entregas de Tremors. Estas secuelas fueron realizadas sin ninguna participación de los creadores de la saga, S.S. Wilson y Brent Maddock, que se habían encargado de las cuatro primeras entregas y la serie de televisión. Shrieker Island resume lo mejor y lo peor de estas nuevas entregas producidas por Universal: el tono es distinto, más cínico, los personajes, con la excepción de Burt Gummer, no tienen el mismo carisma de los creados por Wilson y Maddock, los presupuestos se exprimen filmando en localizaciones exóticas, que son más baratas que filmar en Estados Unidos, pero también ofrecen buenas dosis de entretenimiento y diversión. Y si la anterior entrega, Temblores 6: Un día en el infierno (Tremors: A Cold Day in Hell, Don Michael Paul, 2018), fue considerada como una pequeña decepción por parte de los fans, creo que esta nueva entrega es tan entretenida como Temblores 5: El legado (Tremors 5: Bloodlines, Don Michael Paul, 2015), aunque mi opinión no parece ser compartida por la mayoría.

Shrieker Island me ofreció lo que esperaba de una entrega de esta serie: Burt Gummer matando monstruos de forma entretenida y divertida. El compañero que le toca en esta entrega, Jimmy (Jon Heder), es más simpático que Travis, el hijo de Burt interpretado por Jamie Kennedy, y la ambientación en Thailandia le da un toque de exótica aventura a la historia. Si esta resulta ser la última entrega, creo que se despide con una buena nota. En lugar de más entregas, tal vez es la hora de un reboot que le aporte algo de sangre fresca a la saga.

9 dic 2020

Superstición (Superstition)

 

Tiene mérito que una película que utiliza muchos elementos de otras películas más exitosas tenga personalidad propia. Es lo que hace Superstición (Superstition, James W. Roberson, 1982), un festival de sangre y sustos.

El reverendo David Thompson (James Houghton) empieza a investigar los extraños sucesos que tienen lugar en una casa propiedad de la Iglesia. Una casa a la que se acaba de mudar una familia, momento en que no tardan en empezar a acumularse los accidentes y las muertes. Como véis, un argumento bastante típico de una película de terror. En el guion se mezclan elementos de La máscara del demonio (La maschera del demonio, Mario Bava, 1960), La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976), Terror en Amityville (The Amityville Horror, Stuart Rosenberg, 1979) y, por si fuera poco, se le añade el gore de los slashers populares en los 80.

Todo lo citado anteriormente es agitado y mezclado para convertir Superstición en una palomitera película de terror. Ciertamente, no es que provoque miedo, ni muchos menos terror, en el espectador, pero logra ser entretenida de principio a fin. Tal vez porque más que como una película de casa encantada, funciona más como una película de terror con monstruo. Arranca con una cabeza explotando en un microondas, de modo que no se basa en los sustos habituales en las casa encantadas. Son sus excesivos momentos los que hacen memorable la película, obviamente, por eso se estrenó sin censurar y así se ha mantenido hasta ahora. Llegando al presente a pesar de desaparecer en el momento de estrenarse, para, con el título The Witch, reaparecer en Europa con la explosión del VHS.

Como ya he mencionado, en teoría es una película de casa encantada, acosada por el espíritu de una bruja, pero no se desarrolla como una. Busca, más bien, impactar al espectador como lo hacían slashers de la época como El asesino de Rosemary (The Prowler, Joseph Zito, 1981). Y lo consigue.

8 dic 2020

Versus

 

El director de Azumi (2003), Godzilla: Final Wars (Gojira: Fainaru uôzu, 2004) y El vagón de la muerte (The Midnight Meat Train, 2008), Ryûhei Kitamura, se dio a conocer mundialmente con Versus (2000), una demente, delirante y desfasada película que mezcla yakuzas, samurais y zombis.

Si habéis visto cualquiera de las películas arriba citadas (y recomiendo que lo hagáis en caso contrario), os habréis percatado de que una de las cualidades del cine de Kitamura es el exceso. Sus esfuerzos por sumergir al espectador en una historia cargada de acción y emoción, ya sea adrenalina o terror, hacen que sus películas se conviertan en auténticas montañas rusas. Una cualidad ya presente es su debut en el largo, tras un par de mediometrajes. Versus introduce a sus personajes en el bosque de la resurrección, situado en una de las 666 puertas al más allá que hay por todo el mundo. En este lugar dos personajes, interpretados por Tak Sakaguchi y Hideo Sakaki, se encuentran envueltos en un conflicto centenario, que arranca en el pasado y continua en el presente incorporando a unos yakuzas que utilizan el bosque para enterrar a sus víctimas. Víctimas que volverán a la vida mientras la rueda del destino se pone en marcha.

A la práctica, el argumento se traduce en dos horas de peleas de artes marciales, tiroteos y duelos de espadas con la incorporación de mutilaciones de zombis salidos de una película de Lucio Fulci. Todo ello regado con un iconoclasta sentido del humor que convierte Versus en una película no solo tremendamente excitante, también tremendamente divertida. En este sentido, Minoru Matsumoto es el que más hace reír con su inútil yakuza que reacciona como un niño pequeño cada vez que la caga de forma espectacular.

Kitamura realizó la película pensando en el público occidental, mostrando sus influencias de cineastas como Lucio Fulci, Sam Raimi, Russell Mulcahy y John Carpenter. Todo ello mezclado con su peculiar estilo. Y funcionó, festivales de todo el mundo se rindieron al espectacular espectáculo de acción sangrienta de Kitamura. Lo sorprendente para el director fue que el film fue también un éxito en Japón, dándole la oportunidad de ponerse al frente de ambiciosas películas con elevados presupuestos como Azumi. Lo cual tiene mucho mérito considerando que Versus era una pequeña película independiente con un presupuesto muy bajo (por eso se ambienta el film en un bosque para ahorrar localizaciones y escenarios).

El film empezó como una secuela del mediometraje de Kitamura Down to Hell (1997), pero a medida que fueron trabajando en el guion vieron que la historia se iba haciendo más ambiciosa y decidieron estrenarla como una película original con entidad propia. El propio Kitamura financió la película, con su dinero y el de amigos y familia. La apuesta salió bien, logrando crear un festival de acción con pocos medios. En 2004, Kitamura volvió a reunir al reparto y rodó nuevo material para el film. Estrenada como Ultimate Versus, esta versión remodelada contiene todavía más acción e incorpora todo aquello que en su día no se pudieron permitir por el limitado presupuesto.

Con el tiempo Versus, ya sea la original o la versión Ultimate, se ha convertido merecidamente en una película de culto. Una brutal maravilla que recomiendo a todo el mundo.

4 dic 2020

Stitches


 

El payaso psicópata o monstruoso ha aumentado su presencia en los últimos años. El estreno de It (Andy Muschietti, 2017) y la creación de vídeos virales protagonizados por payasos inquietantes son algunas de las razones de su reciente popularidad, aunque han sido parte del terror desde sus inicios. Stitches (Conor McMahon, 2012) aprovecha la figura del payaso asesino para crear un slasher que mezcla comedia y terror con grandes resultados.

Stitches (Ross Noble) es un payaso desganado y nada divertido que, cargado de odio hacia los chiquillos que se supone debe entretener, se dispone a actuar en la fiesta de cumpleaños de Tom (Ryan Burke). Aburridos por la inepta actuación de Stitches deciden gastarle una broma que, accidentalmente, acaba en la muerte de Stitches. Seis años después, Tom (Tommy Knight) se ha convertido en un adolescente cargado de traumas por lo que sucedió en la fiesta de su décimo cumpleaños. Sus amigos le convencen para celebrar una fiesta por su cumpleaños y dejar atrás el pasado. Por supuesto, Stitches sale de la tumba dispuesto a vengarse de los ahora crecidos mocosos.

Viendo Stitches no pude evitar acordarme de Terrifier (Damien Leone, 2016). Ambas están protagonizadas por payasos asesinos, pero mientras Terrifier me aburrió mucho, ya que no contaba una historia sino que enlazaba escenas de mutilaciones sin construcción de personajes ni nada, con Stitches me divertí enormemente. Y no es que la trama de Stitches sea muy elaborada u original, es típica del género, pero sí que se molesta en construir mínimamente los personajes para que sus muertes tengan algo más de impacto, más que nada porque algunos no puedes esperar para verlos mutilados. La película mezcla comedia y terror, de modo que sus muertes están diseñadas para ser exageradas y cómicas. Y si la historia de Stitches no es original, las muertes sí lo son y son los momentos que provocan más risas, en ocasiones auténticas carcajadas. Por ejemplo, la primera risa que me provocó la película fue en la escena en que muere Stitches al inicio del film: empieza a salir sangre de su cabeza a chorro cayendo directamente sobre la cabeza del pequeño Tom y el derramamiento de sangre es tan largo, dura tanto tiempo, que se convierte en absurdo. No voy a destripar el resto de muertes (ja, ja "destripar") pero son tan elaboradas y divertidas que hacen que te olvides de las carencias que pueda tener la película. Además, puntos extra por poner de adolescentes protagonistas actores y actrices que realmente parecen adolescentes.

Stitches es un slasher cargado de creativo gore que proporciona tremendas dosis de diversión en los rápidos 86 minutos que dura. Recomendada si os gusta el slasher y las comedias sangrientas.

2 dic 2020

Late Phases

 

En ocasiones, una buena película no necesita grandes conceptos o radicales ideas originales para triunfar. A veces, lo único que se necesita es saber utilizar ideas clásicas de forma interesante, como hace Late Phases (Adrián García Bogliano, 2014).

Ambrose McKinley (Nick Damici) es un veterano del Vietnam ciego que se muda a una comunidad para jubilados. Situada cerca de una zona boscosa, esta comunidad es la zona de caza de un hombre lobo, que hasta ahora se ha centrado en las mascotas de la zona. Pero la primera noche de Ambrose en su nueva residencia, el hombre lobo ataca matando a su vecina y al perro-guía de Ambrose. Aunque no ha visto qué es lo que le ha atacado, Ambrose se hace una buena idea de qué es y empieza a prepararse para cuando llegue la próxima luna llena vengarse de la criatura.

Late Phases presenta un hombre lobo que sigue las reglas del clásico hombre lobo de la Universal: se transforma con la luna llena y para matarlo es necesaria la plata. El diseño del hombre lobo, por otro lado, es más típico del diseño monstruoso de los 80. El argumento recuerda un poco a Miedo azul (Silver Bullet, Daniel Attias, 1985), con el protagonista discapacitado investigando quién es el hombre lobo. Sin embargo, el film funciona y es tremendamente efectivo. El reparto con Nick Damici, Tom Noonan y Lance Guest, entre otros, borda sus papeles. En especial Damici como el ciego Ambrose, cuyo mal carácter y naturaleza conflictiva hace que tenga una difícil relación con su hijo y la comunidad pero lo hace perfecto para cazar a un hombre lobo. Damici, además, está envejecido mediante maquillaje, lo que demuestra la calidad del trabajo de efectos especiales presente en el film, ya que mientras el hombre lobo llama mucho la atención, no es hasta leer los títulos de crédito que uno se da cuenta de que a Damici se le ha añadido por lo menos una década de años mediante maquillaje.

El guion también está muy bien construido. Los ataques representan el inicio y la parte final del film, la parte central se dedica a desarrollar el personaje y construir suspense. Los toques de drama y comedia en esta sección central contribuyen a que la trama se desarrolle de forma fluida, manteniendo al espectador interesado de principio a fin.

Late Phases no es una película revolucionaria, pero es una tremenda entrada dentro del género de los hombres lobo. Logra su objetivo de ser una entretenida peli de monstruos, con un carismático protagonista.

1 dic 2020

The Taking of Deborah Logan

 

Puede que el found footage sea el único género en el que tener un acabado pulido o contar con actores reconocibles en el reparto es un inconveniente más que una ventaja. Es el caso de The Taking of Deborah Logan (Adam Robitel, 2014), un found footage que es posible hubiera funcionado mejor filmado de forma "tradicional".

El film está formado principalmente por el documental que filma Mia Medina (Michelle Ang) como tesis de fin de carrera. El documental trata sobre los efectos del Alzheimer, centrándose en Deborah Logan (Jill Larson), paciente de Alzheimer, y su hija Sarah (Anne Ramsey). A medida que la enfermedad avanza, el comportamiento de Deborah se va haciendo más extraño, hasta que se hace evidente que está sucediendo algo de naturaleza sobrenatural.

The Taking funciona principalmente en su parte central. Vamos siguiendo la evolución de Deborah Logan y poco a poco se van introduciendo elementos inquietantes que van escalando en importancia. Pero cuando llega a la última parte, el film se vuelve bastante "Hollywood", con giros predecibles, imágenes ya vistas y un predecible final. Elementos que habrían pasado más desapercibidos, repito, si se hubiera filmado la película siguiendo un estilo narrativo más habitual que hubiese permitido desarrollar mejor la historia. Porque la historia es interesante, pero solo se ofrecen pequeños trazos debido al formato.

Y también hay ciertos problemas con la manera en que desarrolla el found footage. Utilizar actores reconocibles le resta efectividad y credibilidad al concepto. También utiliza recreaciones del pasado que son obvias recreaciones con maquillaje y peluquería, siendo muy obvio que no se trata de filmaciones antiguas, lo cual no habría sido un problema utilizando cualquier otro estilo narrativo.

The Taking of Deborah Logan es una entrada mediocre dentro del género (lo cual parece ser la norma en la filmografía de Adam Robitel). Esto quiere decir que tiene momentos efectivos y algún hallazgo interesante, pero no tanto como para convertila en una película memorable.

27 nov 2020

El gran lío (Nothing But Trouble)

 

Imaginad una mezcla de El sótano del miedo (The People Under the Stairs, Wes Craven, 1991) y el episodio de Historias de la cripta "Let the Punishment Fit the Crime" (T6-EP1) con unas gotas de La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974). El resultado puede que se parezca a El gran lío (Nothing But Trouble, Dan Aykroyd, 1991), una comedia de terror que fue un tremendo fracaso de taquilla en su día.

Chris Thorne (Chevy Chase) es un asesor financiero que busca ligar con la abogada Diane Lightson (Demi Moore), de modo que se ofrece a llevarla en coche hasta Atlantic City, viaje al que se suman los clientes de Thorne Fausto (Taylor Negron) y Renalda (Bertila Damas). Durante el trayecto cometen el error de saltarse una señal de stop en un pequeño pueblo alejado de todo. Caen así en las garras del juez Valkenheiser (Dan Aykroyd), que solo tiene una sentencia para todos los crímenes: muerte.

Viendo El gran lío es fácil entender porqué fue un fracaso en su día: es una película rara, rara, rara. Los protagonistas están atrapados en la enorme mansión de la familia del juez, llena de trampas, pasajes secretos y extraños mecanismos. La familia es una colección de locos psicópatas, con la excepción de uno de los miembros interpretado por John Candy. Dos bebés gigantes forman parte de la familia. Los incautos que acaban en manos del juez son ejecutados mediante una gigantesca máquina que los reduce a sangrientos huesos. Todo presentado con un peculiar tono de comedia negra pasada de vueltas con toques absurdos. Sí, es fácil entender que no funcionara demasiado bien con el gran público, pero creo que si el estudio no hubiera forzado que la película fuera reeditada para obtener la calificación PG-13, tal vez hubiera tenido mejor suerte con los fans del terror que la hubieran convertido en una cinta de culto. Además, no sabían bien cómo venderla, el tráiler es terrible y no muestra lo demencial que es el film.

Como comedia, Nothing But Trouble no provoca grandes carcajadas precisamente, aunque algunas escenas me hacen reír. Su mayor atractivo, para mí, es ver cómo evoluciona su demente historia. Ver qué nuevo elemento bizarro o qué nuevo problema se encontrarán los protagonistas. Es una película que transita por la delgada línea que separa la comedia del terror, un equilibrio difícil de conseguir y esta película no lo consigue al 100%. A pesar de todo, es lo bastante grotesca como para que se me haga interesante. Y por la misma razón no es una película para todo el mundo.

26 nov 2020

Atracción diabólica (Monkey Shines)

 

Así es cómo funciona mi cerebro: hace una semana me llegó la nueva edición limitada de Zombi (Dawn of the Dead, George A. Romero, 1978) que ha editado Second Sight. Además de los siete discos y la novelización de la película, esta edición incluye un libro con diversos artículos analizando el film, fotos, pósteres y una entrevista con George A. Romero. En la entrevista se menciona brevemente Atracción diabólica (Monkey Shines, 1988), que Romero dirigió basándose en una novela. Entonces pensé si estaría la novela en e-book, cuando acabé con el libro sobre Dawn of the Dead busqué Monkey Shines, la encontré en kindle y la compré por 3 euros. Mientras la leía pensé que hacía tiempo que no veía la película. Me puse a ver la película poco después y pensé que no había escrito un artículo sobre ella para el blog. Y aquí estamos.

El argumento, por si acaso hay alguien que no conoce esta película, es este: Allan Mann (Jason Beghe) queda cuadriplégico tras sufrir un accidente. En un intento de sacarlo de la depresión, el doctor Geoffrey Fisher (John Pankow) le regala a Allan una mona capuchina. No es un regalo completamente desinteresado, Geoffrey ha estado experimentando con la mona, inyectándole un suero para hacerla más inteligente, y quiere ver cómo actúa alejada del ambiente de laboratorio. Poco a poco, Allan empieza a notar la influencia emocional que tiene la mona sobre él y él sobre la mona. Hay una conexión emocional entre ambos que no tardará en volverse homicida.

Atracción diabólica es uno de los títulos más infravalorados dentro de la filmografía de George A. Romero. Producido durante uno de los breves periodos en que Romero trabajó dentro del sistema hollywoodiense, es una interesante mezcla de thriller y terror que cuenta con un gran reparto. Romero hace verosímil y efectiva un argumento que perfectamente podía ser carne de alguna serie B pasada de vueltas. Pero Romero nos mete en una historia cargada de suspense, adoptando un estilo más clásico que destaca con los títulos cargados de gore anteriores. De paso, el director introduce algunas reflexiones sobre la naturaleza humana, no muy alejada de la animal.

Como siempre, me sorprendió descubrir que dura casi dos horas, cuando el recuerdo que tenía es el de una película corta y directa. Algo habitual en las películas de Romero, que se hacen más cortas de lo que realmente son, seguramente porque era también editor en sus inicios y sabe exactamente qué es importante y qué sobra. De ahí que algunas de sus películas duren dos horas o las sobrepasen pero nunca se tiene la sensación de estar viendo una película larga.

Que esté situada entre la tercera entrega de su serie sobre muertos vivientes y una adaptación de Stephen King, probablemente ha contribuido a que el film pase desapercibido. Pero eso no quita que sea una película todavía efectiva y absorbente.

25 nov 2020

The Lure (Córki dancingu)

 

Pasa muy a menudo. Te levantas y te dices: "cómo me gustaría ver una peli musical polaca sobre sirenas asesinas". Por suerte, esa película existe y fue muy popular en festivales hace unos cinco años: The Lure (Córki dancingu, Agnieszka Smoczynska, 2015). ¿Qué tal aguanta el film alejado del hype que le dio tanto éxito en su día? Pues bastante bien.

La directora Agnieszka Smoczynska mezcla distintos mitos sobre las sirenas, desde las criaturas que llevaban a los marineros a su muerte hasta las trágicas figuras románticas de los cuentos de hadas. Una mezcla que enriquece esta historia sobre dos sirenas que, atraídas por un grupo ensañando en la orilla de la playa, decide unirse a un decadente acto de cabaret. Así se convierten en las Hijas del Baile a las que alude el título original. Pero las sirenas, Srebrna (Marta Mazurek) y Zlota (Michalina Olszanska), no quedarán intactas por su contacto con los humanos y la tragedia aguarda cerca.

Parte del éxito del film recae en la forma en que la directora presenta esta mezcla de géneros, sin caer en la parodia o el camp. Es un musical, así que la fantasía y la irrealidad son elementos esenciales, pero los sentimientos y, más importante, los apetitos de los personajes son reales. Y son los que traen consigo la tragedia. El contacto con los humanos provoca una inevitable contaminación y corrupción de las sirenas. Srebrna, que parece integrarse más fácilmente, será la que más sufra; mientras Zlota, que prefiere mantenerse más fiel a su naturaleza, tendrá las cosas más relativamente fáciles. Hay que señalar que la naturaleza de estas sirenas es asesina, se alimentan de corazones humanos, literalmente. Es esta cualidad como "devorahombres" la que les resulta más útil, ya que el mundo en el que se mueven no parece ser un mundo para los inocentes. Es un mundo en que incluso criaturas mágicas como estas pueden ser comercializadas y convertidas en otra moda más. Nadie parece sorprenderse en exceso ante la aparición de estas criaturas, por lo menos durante mucho tiempo. Se convierten en otro número más en el decadente cabaret en el que actúan.

The Lure es un musical que funciona a la perfección como tal. Equilibrando la comedia y el terror, las canciones se integran en la narración de manera que sirven para mostrarnos qué sienten los personajes, sin detener la acción. Aunque no tengo ni idea de polaco, algunas canciones se me hicieron pegadizas, así como los números musicales están muy bien ejecutados y concebidos.

Esta es una de esas ocasiones en las que el hype estaba justificado. The Lure se mantiene como un film original, en ocasiones sangriento y siempre entretenido, muy recomendable.

24 nov 2020

La lengua asesina

 

Cuando era adolescente y todavía existían videoclubes, tenía la costumbre de dar vueltas por el barrio buscando rarezas y pelis de terror que todavía no hubiese visto, especialmente películas con un toque lovecraftiano. En una de estas búsquedas, en una tienda que vendía también discos de segunda mano además de alquilar películas, le pregunté al dependiente si tenía "pelis con monstruos con tentáculos", porque imaginaba que si decía "pelis con un toque lovecraftiano" no sabría de lo que estaba hablando. El dependiente me dijo "si te gustan las pelis con tentáculos, esta te gustará" y me señaló La lengua asesina (Alberto Sciamma, 1996). No era exactamente lo que me esperaba, pero me pareció... interesante.

Candy (Melinda Clark) está esperando que su novio Johnny (Jason Durr) salga de la cárcel cuando, accidentalmente, un pedazo de un meteorito acaba en su boca. El meteorita la transforma, provocando que su lengua se transforme en una criatura asesina con conciencia propia. Además, el metereorito transforma sus perros en cuatro personajes estereotípicos gays. Candy inicia una lucha contra su lengua mientras la trama se va complicando con diversos personajes, como el sádico jefe carcelero (Robert Englund) que busca hacerle la vida imposible a Johnny.

La lengua asesina apareció en un momento interesante del cine español. Durante la década de los 80 del siglo XX, se produjo una desconexión entre el cine español y el público español. El origen se encuentra en el deseo de hacer cine serio y de calidad, alejado del cine de la década anterior. Desde el Ministerio de Cultura se marcaba el tipo de cine que se tenía que hacer, buscando el prestigio y la satisfacción intelectual. Esto se tradujo, generalizando mucho, en que la mayoría de las producciones eran o comedias sobre la vida de los progres en Madrid o dramas con la Guerra Civil de fondo. Todavía se hacía alguna película notable, pero la desconexión que he mencionado era evidente. Esta tendencia empezó a cambiar con la llegada de los 90 y el estreno de grandes éxitos como Belle Êpoque (Fernando Trueba, 1992) y Acción mutante (Álex de la Iglesia, 1993). El estreno de Acción mutante fue particularmente significativo, ya que se trataba de una violenta comedia de ciencia ficción nada habitual en el cine que se hacía en aquella época en España. El éxito del debut de De la Iglesia hizo que el cine de género volviera a estar permitido y abrió las puertas a producir películas del mismo estilo y una renovación del cine español que se bautizó, sin mucha imaginación, Nuevo Cine Español.

Es en este ambiente que aparece La lengua asesina, una película que mezcla comedia con ciencia ficción y body horror, muy extravagante y pasada de vueltas, que hubiera sido impensable unos pocos años antes. El film hace gala de una estética muy, muy noventera, con diversos guiños a la estética americana de los años 50, que ayuda a crear el mundo de tebeo en el que la delirante historia transcurre. Algunos elementos del film no han envejecido bien, como los mencionados estereotipos gays o la banda sonora de Fangoria (que admito es un grupo que nunca me gustó), además de que en algunos tramos parece que no sabe cómo seguir la historia. Pero, en su mayor parte, es un film que sigue siendo bastante divertido, con una trama que hace diversos homenajes a clásicos del fantaterror como la genial Brain Damage (Frank Henenlotter, 1988).

La película fue una coproducción británico-española. Eso se tradujo en un excelente reparto en el que nos encontramos a dos leyendas del terror como son Robert Englund y Doug Bradley, así como a un jovencísimo Jonathan Rhys Meyers como uno de los caniches transformado en humano. Por supuesto, el film está dominado por la fantástica Melinda Clarke, que no se puede decir que no haya tenido una carrera entretenida. Por tanto, la película se rodó en inglés y, por alguna razón que desconozco, las producciones o coproducciones españolas rodadas en inglés suelen tener un doblaje terrible. Pero, al tratarse de un guion traducido al inglés concebido en castellano, los diálogos tienen más gracia en castellano. O la tendrían si no fuera por el terrible doblaje. Personalmente, siempre opto por la versión original, por las interpretaciones de los actores principales.

Aquellos que no conozcan la película se encontrarán con un producto muy de su época, con un estilo exagerado de tebeo que puede hacer que la odiéis o, si tenéis la sensibilidad adecuada para este tipo de bizarradas, la disfrutéis con ganas.

23 nov 2020

La bestia del reino (Jabberwocky)

 

Tan irreverente, hilarante y escatológica como cuando se estrenó en 1977, La bestia del reino (Jabberwocky) fue el inicio de la carrera de Terry Gilliam como director en solitario, sin los Monty Python (más o menos). Un inicio que ya plantea muchos de los temas y fetiches que el director exploraría en futuros filmes.

Inspirado en el poema de Lewis Carroll, el film nos cuenta la historia de Dennis Cooper (Michael Palin), que llega al reino del rey Bruno el Cuestionable (Max Wall) en busca de fortuna. Su intención es encontrar un trabajo tranquilo que le permita ganar suficiente dinero para casarse con su amada Griselda (Annette Badland). La llegada de Cooper coincide con el asedio que sufre la ciudad por parte de un terrible monstruo, el Jabberwock, que no para de devorar ciudadanos. Cooper hace todo lo posible por no meterse en líos, por evitar cualquier conflicto o problema, pero, por supuesto, involuntariamente se ve metido en diversas peripecias que lo llevarán a enfrentarse con el Jabberwock.

Jabberwocky fue el primer proyecto en solitario de Terry Gilliam, aunque miembros de los Monty Python aparecen como actores, como el protagonista Michael Palin, y algunos gags todavía recuerdan al estilo de los Python. Sin embargo, el mediocre protagonista Dennis Cooper recuerda bastante a futuros héroes de Gilliam, como el Sam Lowry que Jonathan Pryce interpretó en Brazil (1985). La mediocridad y la mercantilización es uno de los principales temas de Jabberwocky, donde se nos presenta un mundo donde no hay sitio para los artistas, ya que su lugar lo ocupan mediocres sin imaginación interesados solo en obtener el máximo provecho económico. También se dispara contra la monarquía, el poder eclesiástico y los empresarios. Estos dos últimos estamentos, de hecho, no quieren que se mate al monstruo ya que esta situación de terror les beneficia.

El film funciona también a la perfección como una parodia del cine de fantasía y de monstruos. Demoliendo todos los tópicos posibles, con su demente princesa (Deborah Fallender) y sus caballeros tan estúpidos como violentos. Y siendo como es una sátira, una parodia, un film no muy interesado en el rigor histórico, resulta más auténtico y realista en su descripción de la Edad Media que muchos dramas serios ambientados en esta época.

Pero lo más importante a señalar de Jabberwocky es que es una comedia que hace reír de principio a fin, ya sea por sus momentos absurdos, sus bromas escatológicas, sus escenas gore o la estupidez de los personajes. Es un clásico que sigue siendo punk y actual.

20 nov 2020

Piercing

 

Es posible que si menciono el nombre de Ryû Murakami muchos os quedéis igual. Pero si os digo que es el autor de la novela en que se basó el perturbador clásico de Takashi Miike Audition (Audición) (Ôdishon, 1999), la cosa cambia. O eso espero, si no habéis visto Audition no perdáis un segundo en remediarlo. En cualquier caso, Piercing (Nicolas Pesce, 2018) es otra adaptación de una novela de Murakami, con distinto resultado.

Reed (Christopher Abbott) es un hombre que lo tiene todo: un buen trabajo, una esposa, Mona (Laia Costa), que lo quiere y un precioso hijo recién nacido. También tiene un montón de impulsos homicidas, por eso se queda observando a su hijo picahielos en mano. Reed decide llevar a cabo sus fantasías homicidas a lo grande: en una habitación de hotel planea torturar y matar a una prostituta de la manera más sangrienta y brutal que surja de su enfermiza mente. Llega el día y llega la prostituta, Jackie (Mia Wasikowska), a la habitación de Reed. Pero las cosas no irán según el plan y a Reed y Jackie les espera por delante una larga noche.

Piercing es una película que resulta algo frustrante. En una mano tiene un montón de elementos y momentos que me gustaron mucho. En la otra, el director Nicolas Pesce nunca acaba de explotar al máximo el argumento ni los elementos que maneja.

Empezando por lo bueno, desde el punto de vista visual y de diseño es un film con un gran acabado. Los escenarios tienen un toque retro que hace que sea difícil de determinar en qué año transcurre la acción. El bajo presupuesto y la naturaleza confinada de la historia obligaron a rodar en estudios y decorados, pero en lugar de intentar infructuosamente crear una ciudad real con tan limitados medios, se decide por una completa estilización, con una ciudad creada a partir de maquetas y modelos. Una especie de Japón de fantasía por el que la cámara se desliza para sumergir al espectador en el mundo de Piercing. El diseño y estilo visual se ve apuntalado por una banda sonora construida a partir de canciones, en la que destaca la utilización de temas sacados de bandas sonoras clásicas del giallo, como el tema principal de Rojo oscuro (Profondo rosso, Dario Argento, 1975) de Goblin y temas compuestos por Bruno Nicolai para La dama roja mata siete veces (La dama rossa uccide sette volte, Emilio P. Miraglia, 1972). Por supuesto, el diseño y la banda sonora del film me encantaron. Las interpretaciones de Christopher Abbott y Mia Wasikowska son muy buenas, en particular la manera en que Abbott interpreta la locura en la que vive su personaje. El film contiene algunas escenas chocantes muy efectivas y otros momentos de humor negro también muy bien ejecutados.

Y ahora lo malo. La película tiene una estructura muy semejante a la de Audition, el tramo final es prácticamente igual. Por supuesto, las semejanzas es posible que surjan debido a que ambas se basan en novelas del mismo autor, pero teniendo en cuenta la influencia que ha tenido la película de Takashi Miike es obvio que ha tenido un fuerte impacto en la película de Nicolas Pesce, lo que provoca que Piercing resulte algo predecible y no tan impactante como cree ser. Pero el principal problema de esta película es que Pesce no acaba de crear la tensión que la historia le exije, casi como si esperara que la tensión ya la proporcionara la retorcida historia por ella misma.

En definitiva, Piercing cuenta con una interesante y morbosa historia, unas buenas interpretaciones, un fantástico diseño de producción y una gran banda sonora, pero también cuenta con un director que no crea tensión ni suspense. A pesar de todo creo que vale la pena por lo menos verla una vez, solamente por los elementos que sí funcionan.

19 nov 2020

Arma desnuda (Chik loh dak gung)


Esto sí que es toda una sorpresa: Jing Wong, el guionista de Desnuda para matar (Naked Killer aka Chik loh goh yeung, Clarence Yiu-leung Fok, 1992), sobre unas asesinas a sueldo comandadas por una mujer, es el mismo guionista de Arma desnuda (Naked Weapon aka Chik loh dak gung, Siu-Tung Ching, 2002), sobre unas asesinas a sueldo comandadas por una mujer. Arma desnuda es una película de acción pasada de vueltas que se mea en las leyes de la física.

El film arranca con Jack Chen (Daniel Wu), agente novato que acompaña a dos agentes veteranos en una operación para capturar a Madam M (Almen Pui-Ha Wong), la líder de un grupo de asesinas a sueldo. La operación sale mal. Chen ve a sus compañeros morir y Madam M pierde a una asesina. Para reemplazar a la asesina perdida, Madam M secuestra a un montón de niñas que tiene alrededor de 13 años y con habilidades deportivas y de lucha. La película se transforma por un rato en Battle Royale y seis años después solo quedan vivas Katherine (Anya), Charlene Ching (Maggie Q) y Jing (Jewel Lee), que son devueltas al mundo para servir como asesinas a sueldo. Chen descubre a una de las asesinas y, aunque parezca mentira, a partir de aquí se complica la historia y arranca la trama de verdad.

Arma desnuda es un ejemplo del cine de acción hongkonés en el siglo XXI, no muy distinto del cine de acción hongkonés del siglo XX. Interpretaciones exageradas, argumentos rocambolescos y acción frenética que desprecia cualquier atisbo de realismo. Algunas cosas no cambian. Pero otras sí: Arma desnuda fue rodada en inglés, lo que hace que resalten los actores doblados, pensando en el mercado internacional. Los títulos y rótulos aparecen en chino e inglés, lo que provoca algunos momentos involuntariamente divertidos (mi favorito: uno en el que aparece simplemente: "España morgue"). Y también aparecen efectos visuales realizados por ordenador no particularmente convincentes, utilizados para subir la exageración de las escenas de acción al 11.

He de admitir que es un gusto ver a Maggie Q en su salsa, repartiendo patadas a diestro y siniestro, después de verla desperdiciada en películas de acción americanas como la cuarta entrega de las desventuras de John McClane. El resto del reparto, en lo que se refiere a acción, no se queda atrás. Por supuesto, es el continuo desmadre de patadas, saltos, tiroteos y explosiones lo que hace que Arma desnuda resulte entretendia a pesar de sus fallos. El principal de ellos un tramo final que, sin destriparlo, lleva a la protagonista a una confrontación no tan satisfactoria como la que tendría que haber sido la más natural.

Un guion flojo es lo peor que se puede decir de esta película, lo cual no impide que sea tremendamente entretenida de principio a fin, en particular el ya mencionado segmento Battle Royale. Si os atrae el género, ya sabéis que la queréis ver si no lo habéis hecho ya.

16 nov 2020

La novia del cabello blanco (Bak fat moh lui zyun)


Durante los años 90 del siglo XX, el género wuxia (espadachines kung-fu) experimentó una nueva popularidad en Hong Kong, coincidiendo con la llegada a Occidente de estas películas. Estrenada en el momento álgido del resurgir de este género, logrando un gran éxito también fuera de Hong Kong, La novia del cabello blanco (Bak fat moh lui zyun, Ronny Yu, 1993) se ha convertido en todo un clásico del género.

La historia gira en torno de Cho Yat-Hang (Leslie Cheung) y Lien (Brigitte Lin). Cada uno es el guerrero más destacado de sus respectivos clanes. Clanes que están enfrentados entre sí, lo que no impedirá que Cho y Lien se enamoren, lo que pondrá en marcha una serie de sangrientos enfrentamientos y traiciones. La historia de amor es el centro del film, lo que diferencia esta película de anteriores títulos, además de mezclar fantasía y elementos sobrenaturales con las clásicas escenas de acción que el género exige.

El argumento de La novia del cabello blanco, más conocida como The Bride with White Hair y cuyo título original se traduce aproximadamente como El cuento de la demonio de pelo blanco, se basa en una popular, en Asia, novela de Yusheng Liang publicada a mediados de los 50 del siglo XX. Tan popular que, previamente, ya había sido llevada dos veces a la gran pantalla, además de que también ha sido la base de series de televisión. Al parecer, la novela es muy extensa, llena de referencias históricas, así que Ronny Yu decidió que en su versión se eliminarían las intrigas políticas y los misterios palaciegos, centrándose en la historia de Cho y Lien. Yu lo hizo no solo para realizar una película que se adaptara más a su personalidad como director, también pensando en exportar la película fuera de Hong Kong. Yu pensó que sería más fácil de digerir la historia para el espectador occidental sin las complicadas intrigas históricas. Y tenía razón, ya que el film triunfó en el mercado internacional y es la película que hizo que lo llamaran de Hollywood.

Aunque se simplificó la historia eliminando las tramas palaciegas, en el film abundan las referencias políticas y las alegorías al retorno de Hong Kong a China, con la consecuente inquietud y preocupación que provocaba en los hongkoneses. Pero son alusiones y alegorías que pasan completamente desapercibidas para el espectador occidental, a no ser que esté muy versado en la historia China, su lenguaje y su cultura. Lo que significa que el espectador occidental puede disfrutar de La novia del cabello blanco como un genial film cargado de romanticismo, fantasía, escenas de acción increíbles y toques de terror. Todo ello contado con la habitual energía y rápido montaje habitual en el cine asiático de esta época.

La novia del cabello blanco es un clásico para los amantes del género, pero también puede servir como plataforma para entrar en él. La combinación de historia de amor y acción puede facilitar que el espectador no acostumbrado a este tipo de película pueda aceptar los elementos más fantásticos e increíbles. Porque La novia del cabello blanco tiene mucho de fantástico y de increíble.

13 nov 2020

Desnuda para matar (Naked Killer aka Chik loh goh yeung)


Tras el engañoso título Desnuda para matar (Naked Killer aka Chik loh goh yeung, Clarence Yiu-leung Fok, 1992) no encontramos una entretenida cinta de acción made in Hong Kong perteneciente a la famosa Categoría III. Abandonad todo realismo aquellos que entréis aquí.

Tinam (Simon Yam) es un inspector de policía que investiga una serie de asesinatos brutales. Tinam arrastra ciertos traumas desde que provocó la muerte de su hermano, siendo el principal que reacciona violentamente cuando tiene un arma en la mano: no puede evitar vomitar. Un día mientras se corta el pelo conoce, cuando intenta arrestarla, a Kitty (Chingmy Yau). Los dos se enamoran, pero entonces el padre de Kitty es asesinado y esta provoca una sangrienta matanza para vengar su muerte. Es así como empieza a entrenarse bajo la batuta de Sister Cindy (Wei Yao como Kelly Yao), una asesina profesional responsable de los asesinatos que investiga Tinam. Pero, a partir de aquí, la historia se complica (todavía más), ya que Princess (Carrie Ng), otra estudiante de Sister Cindy, y su amante Baby (Madoka Sugawara) reciben el encargo de matar a Sister Cindy, como venganza por uno de los trabajitos de Sister Cindy. Buf, menos mal que solo dura 92 minutos, al ritmo que la película va construyendo el argumento en media hora pasan más cosas que en una película americana de tres horas.

A pesar de pertenecer a la Categoría III, a pesar de mostrar cierta influencia de Instinto básico (Basic Instinct, Paul Verhoeven, 1992) y a pesar de promocionarse como una película con una fuerte carga erótica, no os hagáis ilusiones en este aspecto. Es una película bastante casta en lo que se ve en pantalla, por muchas referencias sexuales que se hagan. Lo que sí abunda son las escenas de acción pasadas de vueltas, los tiroteos en los que centenares de secuaces salen de la nada para ser matados y los movimientos acelerados. Exageración es la palabra clave, todas las reacciones, todos los gestos, todas las emociones están subidas al 11. Incluso hay una escena cómica en la que un policía se come el pene cortado de una víctima al confundirlo con una salchicha.

Esta manera de enfocar la narrativa hace que la historia entre los dos protagonistas sea también ferozmente romántica y dramática, convirtiendo Naked Killer en un cruce entre un culebrón y una película de John Woo. Como ya he dicho antes, puro cine estilo Hong Kong. Y teniendo todo esto en cuenta, no es tan pasada de vueltas como otros ejemplos del género, hay momentos en que pasan más de diez minutos sin que muera nadie.

Entretendia y cargada de escenas de acción surrealistas, su rocambolesca historia permite que el espectador disfrute de unos concentrados 90 minutos de locura oriental. Si habéis llegado hasta aquí, ya sabéis si es el tipo de veneno que os gusta.

12 nov 2020

El guerrero del mundo perdido (Warrior of the Lost World)


Durante la década de los 80 del siglo XX, la industria cinematográfica italiana empezaba a decaer, pero aún pudieron producir bastantes copias y versiones propias de éxitos ajenos, como la divertida y delirante El guerrero del mundo perdido (Warrior of the Lost World aka I predatori dell'anno omega, David Worth, 1984). Cine trash del bueno.

Un jinete motorizado (Robert Ginty) viaja por las arrasadas carreteras de un mundo posapocalíptico. Su vagabundeo cesa cuando Nastasia (Persis Khambatta) lo alista para que le ayude a rescatar a su padre, McWayne (Harrison Muller) el líder de El Nuevo Camino, de las garras de Prossor (Donald Pleasence), el líder de Omega. Arranca así una batalla por el futuro de este mundo ídem.

No hay que ser un gran experto en cine para ver que El guerrero del mundo perdido copia Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981), que fue un gran éxito de taquilla en todo el mundo. Aunque el protagonsita sin nombre lleva una moto, el modelo es bastante obvio. Pero no se detiene ahí: el film coge/plagia/roba elementos y detalles de decenas de películas distópicas futuras estrenadas entre los 70 y los 80. Por si eso fuera poco, Donald Pleasence va vestido igual que cuando hizo de Blofeld en Sólo se vive dos veces (You Only Live Twice, Lewis Gilbert, 1967). Para darle más sabor a la mezcla, también se copia la entonces exitosa serie El coche fantástico (Knight Rider, creador Glen A. Larson, 1982-1986). Es esta mezcla imposible, presentada de manera algo torpe y con cero presupuesto, lo que hace que esta película sea tremendamente entretenida. Sobre todo gracias al tremendo reparto que lo da todo en este delirante cóctel. Además del siempre efectivo Robert Ginty, la bella Persis Khambata y de un Donald Pleasence que parece que se lo está pasando pipa, también hay que sumar al gran Fred Williamson, que buscaba alargar su estancia en Italia, y a Geretta Geretta, acredita como Janna Ryan, haciendo de amazona del futuro.

Desde el primer minuto la diversión está asegurada, con los intercambios entre Robert Ginty y su moto sabia, de lo más ridículos y deliciosos. Personalmente, una de las cosas que más me gustó es como la película añade efectos sonoros futuristas a las ametralladoras y otras armas, obviamente anticuadas. Mucha gracia también me hizo cuando el jinete le pregunta a la moto, Einstein, cómo ha sido capaz de hacer un gran salto, cuando al inicio del film apreta un botón para hacer exactamente lo mismo. Por desgracia, el momento que más me hizo reír no lo puedo comentar, ya que sería un gran destripe del final, pero baste decir que la espera vale la pena.

Esta psicotrónica película pasó desapercibida por las salas de cine, pero sobrevivió en las estanterías de los videoclubes, en las que sus cualidades únicas han asegurado que sea comentada por los aficionados a la vanguardia casual de todo el mundo. Para los interesados en este tipo de cine, 90 minutos de alegre despiporre.

11 nov 2020

Spawn: Montaje del director sin censurar


 

A principios y mediados de los 90 del siglo XX, se produjo un nuevo fenómeno dentro del cómic de superhéroes: el dibujante estrella. Artistas como Erik Larsen, Jim Lee y, especialmente, Todd McFarlane, entre otros, que habían empezado a trabajar en Marvel y DC a finales de los 80, vieron como su popularidad se disparaba. Esto se tradujo en nuevas maniobras editoriales, como publicar un mismo cómic con distintas portadas, y que las historias se simplificaran para dar cabida a grandes escenas épicas que se desplegaban en ilustraciones de doble página. Por suerte, esta fiebre fue efímera, seguramente provocada por la marcha de Marvel y DC de estos artistas para formar Image. Image es una editorial independiente que empezó publicando el mismo tipo de material que las dos grandes, pero en la que los artistas tenían un control total sobre sus creaciones. Así, Todd McFarlane empezó lo que quería que fuera un imperio basado en su creación Spawn. McFarlane, que ahora se dedica principalmente a diseñar juguetes y figuras, quiso meter su creación en todos los campos posibles. Entre estos estaba, por supuesto, el cine.

El cine moderno de superhéroes, la edad dorada que hemos vivido recientemente, para mí siempre arrancó con Blade (Stephen Norrington, 1998). Con esta película sobre el cazavampiros medio vampiro de la Marvel empezó todo. Pero Blade no sale de la nada, éxitos como El cuervo (The Crow, Alex Proyas, 1994) aplanarían el camino, probando que una adaptación "oscura" de un cómic podía funcionar, sobre todo después de que las películas de Batman derivaran hacia el camp. No contribuyó en nada al género Spawn (Mark A. Z. Dippé, 1997), estrenada justo un año antes que Blade. McFarlane había planeado crear toda una franquicia cinematográfica, presentando el proyecto a New Line con el apoyo de los millones de ejemplares vendidos de su creación. McFarlane, al mismo tiempo, puso en marcha una serie de animación para adultos que trasladaba fielmente el cómic a la pantalla. Para la película, considerando las grandes cantidades de merchandising asociadas a ella, se pensó en hacer algo que fuera más accesible para el gran público. Planear la película para mayores de 13 años no sirvió de nada, de todas formas la censura americana se cebó sobre el film, de forma bastante injusta y arbitraria teniendo en cuenta lo mostrado en otras películas para mayores de 13 años de la época. Esta versión del film fue la que se estrenó en cines, sin llegar a ser el éxito deseado.

Es esta versión del film la que todavía conservo en una cinta VHS con una funda verde fosforito. La compré sin haber visto la película en el cine, solo porque me gustaba leer Spawn (un placer que se quedó en la adolescencia, perdiendo mucho de su atractivo con el tiempo). Mi reacción fue un poco la misma que tuve después de comprar la cinta VHS de Tank Girl (Rachel Talalay, 1995) igualmente solo porque era fan del cómic: decepción. Con el tiempo, le fui cogiendo el gusto a Tank Girl, pero Spawn era una de esas películas que nunca tuve ganas de revisitar. Hasta que supe de la existencia de una versión sin censurar de la película, una versión que se ajustaba más a la visión del director Mark A.Z. Dippé. Una versión que en Estados Unidos se comercializó en DVD en su día, pero que aquí solo llegó en tiempos más recientes.

Entre esta versión sin cortes absurdos y generosas dosis de nostalgia, también le he empezado a coger el gusto a esta película que, para muchos, no será más que una abominación producto de una época pasada. Algo de razón no les falta. El mayor problema de Spawn para ser aceptada hoy día son los efectos visuales por ordenador, que para la época eran avanzados pero hoy día tienen un aspecto muy cutre. En particular el demonio Malebolgia, creación completamente digital y completamente terrible. En su momento no tuvieron presupuesto para construir un animatrónico para integrarlo en el paisaje digital y la tecnología no estaba lo bastante desarrollada para crear un personaje completamente digital creíble. Violator también es digital, pero al mezclarlo con un animatrónico tiene algo más de realismo, aunque resulte igualmente falso.

Pero si algo salva esta película es el reparto. Martin Sheen es un malo malísimo, Michael Jai White encarna al héroe con gran convicción y la siempre fantástica Melinda Clarke es una asesina embutida en cuero. Y el rey de la película: John Leguizamo como el Payaso, un demoníaco personaje que en esta versión ve todos sus diálogos restaurados y es lo mejor del film sin duda. Todos ellos se lanzan a darle vida a esta absurda historia llena de tópicos.

Como ya he mencionado, creo que es imposible que alguien que no hubiese vivido los 90 se la pueda tomar como otra cosa que una terrible película. Y, repito, muchos que sí los vivieron pensaran más o menos lo mismo. Sin embargo, puede que sea terrible, pero desde luego no es mediocre. Pasada de vueltas, sí. Con efectos visuales ridículos, también. Y también muy divertida, muy entretenida y muy absurda. No es que la vaya a recomendar a nadie, puede que me ciegue la nostalgia, pero con esta versión la película se redime para mi gusto.

10 nov 2020

White Fire (Vivre pour survivre)


 

No importa el tiempo que pase uno sumergido en pilas y pilas de discos y VHS, siempre hay sitio para nuevos descubrimientos. Con gran placer os presento uno de estos descubrimientos, la demencial White Fire (Vivre pour survivre, Jean-Marie Pallardy, 1984). Un entretenido film que mezcla sangrienta acción con un romance incentuoso.

Sobre el papel, la historia es bastante básica, no parecería extraña en una más típica película de acción de bajo presupuesto. Ingrid (Belinda Mayne) y Boris "Bo" Donnelly (Robert Ginty) son una pareja de hermanos que se dedican a robar y traficar con diamantes junto a su padre adoptivo Sam (Jess Hahn). Las cosas se les complicarán cuando Olaf (Gordon Mitchell), el jefe de seguridad compichado con los hermanos para robar diamantes, descubre que en la mina se esconde el Fuego Blanco, un enorme diamante radioactivo que puede matar. Traiciones, muertes y venganzas se suceden a continuación. Hasta aquí, como ya he dicho, todo normal. Pero esta película es muchas cosas pero "normal" no es una de ellas. Uno de los giros que ha hecho este film tan notorio es que, después de que al inicio Ingrid sea asesinada, Bo y Sam deciden sustituirla con Olga (Diana Goodman), una prostituta con cierto parecido con Ingrid. Olga se someterá a cirugía plástica para convertirse en una réplica exacta de Ingrid. Esto permite al film desarrollar un morboso romance entre Bo y su hermana que no es su hermana. Además, Olga es perseguida por una banda encabezada por Noah Barclay (Fred Williamson), para complicar un poco más la trama.

Por supuesto, el film no sería tan complicado (y divertido) de seguir si se molestara en dar alguna explicación. Arranca con un prólogo en el que Ingrid y Bo escapan de niños junto a sus padres de un ejército. Por los nombres que tienen y el hecho que se menciona que Ingrid habla ruso de forma fluida deduzco que escapan de algún país comunista, pero no se aclara ni se indica ninguna localización. Así es como mueren los padres de Ingrid y Bo y acaban adoptados por Sam, que los convierte en americanos. De la misma forma, se introduce a Noah sin ninguna explicación, aunque hay un diálogo algo extraño entre Olga y Sam que podría explicarlo, pero no sé si por la traducción o el montaje queda bastante incomprensible. He aquí mi momento de diálogo preferido, sin ningún sentido en absoluto:

Sophia (Mirella Banti): ¿Dices que solo dos personas saben sobre el diamante? ¿Tú y quién?

Olaf: Pues, la chica americana.

Sophia: Solo una persona.

Olaf: Se llama Ingrid.

Sophia: Solo una persona. La chica, Ingrid, está muerta.

Olaf: ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo?

Sophia: No, es importante. Tenemos que saberlo.

Olaf: Ella y yo somos las únicas personas que sabemos dónde está.

No es cosa mía, ¿verdad? Este diálogo es innecesariamente enrevesado y es dicho de la manera más sobreactuada posible. Mirella Banti es el drama exagerado personificado. El contraste perfecto para Robet Ginty, que lo da todo y trabaja su interpretación como si estuviera haciendo Shakespeare, mientras que Fred Williamson hace su papel habitual de sonriente chulo.

White Fire está lleno de momentos ojipláticos. La mina en que trabaja Ingrid parace sacada de una nave espacial setentera, con sus puertas automáticas y sus guardas vestidos con monos espaciales y cascos. El lugar al que va Olga a hacerse la cirugía es una especia de colonia lésbica futurista, donde las mujeres se visten con túnicas y se pasean como si fuera la isla de las amazonas. Y las escenas de acción son sorprendentemente sangrientas y brutales, empezando por Ginty y su pelea sierra mecánica en ristre o un pobre informante al que parten en dos de cintura para abajo.

De este modo, esta demencial película es entretenida de principio a fin. La manera de presentar la historia, el romance incestuoso, la violencia, el reparto, la banda sonora de rock ochentero... Todo esto convierte White Fire en una película única.

9 nov 2020

Segunda oportunidad: The Spirit


 

La primera vez que vi The Spirit (Frank Miller, 2008) no pude pasar de la primera media hora, me causó un inmediato rechazo. Pero, pasado el tiempo, le he cogido el gusto a esta muy odiada película. ¿Cómo ha sido posible? Para empezar, intentar olvidar que es una adaptación de una obra fundamental en la historia del cómic, creada por un maestro que revolucionó el lenguaje de este arte. Y tener un sentido del humor bizarro también ayuda.

Antes, un poco de contexto. Al inicio del siglo XXI se empezaba a gestar una nueva era en el cine basado en cómics. Normalmente se relaciona cómics y cine con superhéroes, pero en 2005 se estrenó con gran éxito Sin City: Ciudad del pecado (Sin City, Robert Rodriguez, Quentin Tarantino, Frank Miller). La película, aprovechando las nuevas técnicas digitales, trasladaba las páginas del clásico de Frank Miller a la pantalla con gran fidelidad, así se creó un gran espectáculo visual que asombró a los espectadores. Como antiguo fan de Frank Miller (y digo antiguo porque para mí dejó de tener interés como autor a partir precisamente de entrar en el siglo XXI), Sin City me encantó. Esta exitosa adaptación fue seguida de otro gran éxito basado en una obra de Miller: 300 (Zack Snyder, 2006). De nuevo, una fiel adaptación que revalorizó el nombre de Frank Miller como un valor seguro en taquilla. Fue en este momento de subidón que se le ofreció a Miller escribir y dirigir una versión cinematográfica de la clásica creación de Will Eisner The Spirit.

No voy a intentar resumir en unas pocas líneas la gran importancia de Eisner en el desarrollo del lenguaje del cómic, la creación de las novelas gráficas y que el cómic se viera como un arte también dirigido a los adultos. Baste decir que gran parte del cómic moderno se basa en los cimientos que Eisner sentó en las historias protagonizadas por The Spirit, que empezaron a publicarse en 1938. En relación a este artículo sí que hay que mencionar que ya había habido varios intentos de llevar esta obra a la pantalla, como una película de animación que no pasó de las primeras fases de producción y un telefilme de 1987, protagonizado por Sam Jones, que fue concebido como un episodio piloto de una serie que no existió.

Cuando supe que Frank Miller sería el guionista y director de una adaptación de The Spirit en el mismo estilo usado en Sin City, no me fue muy difícil profetizar un fracaso. Como ya he mencionado, el Miller de esta época no era el mismo de sus momentos de gloria. Su estilo se había ido simplificando y brutalizando, sus historias ya no tenían el interés y la complejidad que me convirtieron en fan suyo. Además, el estilo visual minimalista de Sin City no encajaba para nada con la riqueza visual de las aventuras de The Spirit. De ahí que no me sorprendiera en absoluto la recepción que tuvo el film, que fue destrozado por la crítica y un sonoro fracaso de taquilla. De hecho, fue un fracaso tan brutal que puso fin a la carrera de Miller como director, volviendo únicamente a dirigir junto a Robert Rodriguez Sin City: Una dama por la que matar (Sin City: A Dame to Kill For, 2014) (otro fracaso de crítica y taquilla, este no lo entendí porque es una fiel adaptación del cómic en que se basa, si te gustó Sin City lo lógico es que también te gustara esta película).

Años después, me he enfrentado de nuevo a esta película. Y lo hice con una nueva perspectiva. Decidí olvidarme del Spirit que conocía. Como adaptación, The Spirit es tremendamente infiel, cambiando completamente el personaje, tanto el look, como la personalidad e incluso se le otorgan unos poderes curativos a lo Lobezno que el personaje nunca tuvo. De hecho, The Spirit no era más que un justiciero sin ningún tipo de poder o habilidad especial. Así, a pesar de algún guiño visual, de adaptar una histora clásica del personaje y alguna frase que hace referencia a la obra de Will Eisner, esta película es puro Frank Miller. Así que lo mejor es olvidarse de que se trata de una adaptación, no estar continuamente señalando todas las maneras en que se aleja de la obra de Eisner.

No, esta película no hay que verla como una adaptación de The Spirit. O como una típica cinta de acción neo noir. Esta película hay que verla como una comedia absurda. Está llena de bizarros toques de humor que, si estás del adecuado ídem, resultan bastante divertidos. Por lo menos, en esta ocasión me resultaron divertidos, aunque Miller como director en solitario fuera bastante inepto. Tal vez vivimos unos tiempos tan terribles, que incluso The Spirit es capaz de ofrecer alivio. En fin, no tengo excusa, volví a ver esta película y me lo pasé bien. A lo mejor es señal de que el Apocalipsis se acerca.