El miércoles pasado, en representación de Underbrain Magazine, tuve la suerte de ir al pase de prensa de Star Trek: En la oscuridad (Star Trek Into Darkness, J.J. Abrams, 2013) (aunque hasta que se estrene la película de aquí a un mes no podréis saber qué me pareció). Tras el pase me di cuenta de que había hablado muy poco de Star Trek en el blog: un lejano artículo sobreStar Trek: Primer contacto (Star Trek: First Contact, Jonathan Frakes, 1996) y de pasada en el artículo sobre la genial Galaxy Quest (Dean Parisot, 1999). En cambio, había hablado en diversas ocasiones de la saga Star Wars. Este hecho me sorprendió porque soy más fan de la saga Star Trek que de la de Star Wars. Cuando las comparo, Star Trek siempre sale ganando.
Primero quiero aclarar un par de cosas. Uno, cuando digo que soy fan de Star Trek me refiero exclusivamente a la serie original de los 60 y a las películas. El resto de series, novelas y demás material nunca me acabó de interesar. Dos, lo que diré a continuación no se ha de interpretar como que no me gusta la saga Star Wars, ya que sí me gusta, disfruto con las películas y hasta disfruté bastante deFanboys (Kyle Newman, 2009).
Lo que quiero expresar simplemente es que Star Trek es superior a Star Wars, por lo menos desde mi punto de vista.
Star Trek es una auténtica serie (y saga de películas) de ciencia ficción. Además de acción y aventuras, en los distintos episodios y películas se exploran diversos temas, de forma más o menos sutil, que le añaden interés. La guerra del Vietnam, la cultura de las drogas, la religión, la naturaleza psicológica del ser humano, los prejuicios... Sin olvidar grandes temas de la ciencia ficción, como los viajes en el tiempo. Es decir, es una serie profunda e inteligente que va más allá del simple entretenimiento y es una gran saga de ciencia ficción que utiliza el futuro para comentar el presente.
Star Wars solo ofrece entretenimiento. Y no es que tenga nada en contra de ello, hay películas clásicas que se idearon como cine de entretenimiento y no desprecio la habilidad de un film de ofrecer entretenimiento de calidad. Pero si me dan a escoger entre entretenimiento y entretenimiento + estimulación intelectual, me quedo con lo segundo. Star Wars es una estupenda space opera, muy emocionante y entretenida, pero nada más.
Y por eso creo que Star Trek es superior a Star Wars. ¿Vosotros qué preferís?
Cuando se estrenó, RoboCop (Paul Verhoeven, 1987) cogió por sorpresa a todo el mundo. Lo que parecía una simple película de acción típicamente hollywoodiense se reveló como un ultraviolento retrato de los 80 cargado de humor negro, una sátira salvaje que se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción. Un clásico porque además de su carga de crítica social, los elementos de ciencia ficción están perfectamente cuidados y funcionan todavía hoy.
RoboCop fue ideada por los guionistas Edward Neumeier y Michael Miner, pero fue el toque aportado por el director Paul Verhoeven el que convirtió el film en la maravilla que conocemos hoy. Verhoeven no solo trasladó a la perfección el guion, también añadió ideas de su cosecha que entran dentro de su ideario como cineasta.
El director holandés vio el personaje de Robocop como una especie de mesías americano, un Jesús de carne y acero. Por eso se centra en mostrar el sufrimiento del héroe que renace de sus cenizas no una, sino dos veces. Además de que Verhoeven parece disfrutar haciendo sufrir a sus héroes, la escena en que Murphy (Peter Weller) es tiroteado con salvaje alegría ya había sido en cierto modo ensayada en la anterior película del director Los señores del acero (Flesh+Blood, 1985), en la que el protagonista en aquella ocasión es torturado a base de flechazos.
Detalle de la crítica que hizo de la película el gran Ivá en la revista El Jueves. La foto la he tomado del libro recopilatorio ¡Cagontó! El gran libro de Ivá, aparecido poco después de la muerte del dibujante. Es una crítica muy divertida y este diálogo creo que resume muy bien el talento de Verhoeven: Es que cuando hay cabesa, con un cacho minipimer se puede haser una buena película.
Otro aspecto interesante aportado por Verhoeven fue la manera de representar la violencia. Si bien esto se aprecia mejor en el montaje del director sin censurar, Verhoeven de forma explícita creó escenas exageradamente violentas y sangrientas para darle un tono de cómic y enfatizar el humor negro.
Como sátira de la mentalidad yuppie de los 80 resulta realmente acertada. La empresa OCP representa a la perfección la mentalidad de beneficio a cualquier coste, con sus ejecutivos apuñalándose por la espalda, capaces de asesinar por obtener un buen porcentaje. Gran parte de esta sátira es ofrecida al espectador a través de anuncios comerciales y vistazos a lo que triunfa en televisión en el futuro Detroit, una herramienta que Neumeier y Verhoeven repetirían en Starship Troopers (1997).
Finalmente, el elemento que acaba de redondear el conjunto es el drama de ciencia ficción. La odisea del policía Murphy convertido en un cyborg, una máquina en la que empiezan a aflorar recuerdos humanos. Los sueños, los sentimientos por su perdida familia... Todo ello se utiliza como manera de determinar qué nos hace humanos.
Todo lo mencionado se ve beneficiado por una fantástica banda sonora de Basil Poledouris. Uno de mis momentos favoritos es cuando Robocop pasea por la casa abandonada en la que vivió con su familia cuando todavía era humano y empieza a dejarse llevar por el sentimiento de pérdida que se transforma en furia. Es un momento que se ve ensalzado de manera ideal por la banda sonora, un gran ejemplo de cómo utilizar la música en el cine.
No le voy a descubrir a nadie esta película, simplemente recordar el placer que se experimenta al ver una maravilla como esta en la que todo funciona. Funciona como cinta de acción, como película de ciencia ficción y como ácida crítica social. Una obra maestra.
El gran éxito de RoboCop trajo consigo la inevitable secuela, que se estrenó en 1990. Lo curioso en este caso es que no es una mala secuela, aunque eso no quiere decir que sea una buena película. Dirigida por un artesano del cine como era Irvin Kershner, técnicamente es bastante sólida. Kershner no era un director con una gran personalidad, básicamente se dedicaba a cumplir con lo que le pedían. Por ello, cualquier elemento distintivo debía proceder del guion, que en este caso fue escrito por Frank Miller y Walon Green.
Hace unos seis años, Aleta ediciones publicó un tomo que recopilaba una miniserie en la cual Steven Grant adaptaba el guion original que escribió Miller para RoboCop 2, ilustrada por el fantástico Juan José Ryp. Según dice la contraportada, Hollywood censuró el guion de Miller, una gran épica de ciencia ficción. Lo que haría pensar que el guion de Miller fue tremendamente manipulado y destrozado. Habiendo leído el cómic y visto la película, no acabo de estar de acuerdo con esta idea. Y lo cierto es que los problemas que tiene la secuela, desde mi punto de vista, aparecen también en el cómic. Creo más bien que el problema con el guion original es que era demasiado para la época en que fue escrito: demasiado caro y demasiado largo (una de las subtramas del cómic fue aprovechada en la tercera entrega).
Para mí, RoboCop 2 es una película demasiado fiel al original. Tan fiel que no aporta nada nuevo ni tiene personalidad propia. Más aún, algunos de los elementos satíricos del primer film aquí se vuelven demasiado cómicos y exagerados, perdiendo efectividad. Sí que cuenta con un villano interesante (mejor que el que aparece en el cómic), diversas secuencias muy logradas y una estupenda batalla final con unos fantásticos efectos de stop-motion.
Así que, aunque no es tan redonda como la primera y en ocasiones no sabe que tono quiere adoptar, es entretenida de ver. Es una curiosidad con algún acierto y varios fallos. Desde luego, es mejor que la fallida tercera entrega. Aunque soy un completista, no voy a perder el tiempo hablando de la mediocre tercera parte. Debido a la popularidad del personaje (cómics, series de TV, juguetes...) se quiso hacer una película para todos los públicos, lo que se tradujo en un film infantiloide sin ningún interés. Hace poco se anunció que se iba a publicar una miniserie llamada RoboCop's Last Stand que es una adaptación del guion original de Frank Miller para RoboCop 3 (Fred Dekker, 1993). Supongo que será mejor que la película, aunque algunos detalles que me parecen errores fueron creación de Miller y repito que ya aparecen en el cómic que adapta el guion original de la segunda parte.
En fin, si no habéis visto las secuelas, tened en cuenta: la dos es entretenida aunque no tan buena como la primera; la tres es un desperdicio de celuloide. Del remake todavía no se sabe nada, aparte de que el diseño del nuevo Robocop es realmente feo.
Esta película tiene una naturaleza esquizofrénica: un argumento ridículo y estúpido, una ejecución brillante e inteligente. Los culpables de ello son el director Denis Sanders y, sobretodo, el entonces desconocido guionista Nicholas Meyer que convierten lo que podría haber sido un simple (aunque espectacular) despliegue de T&Cs en una divertida sátira de ciencia ficción.
Invasion of the Bee Girls (1973), también conocida como Graveyard Tramps, nos sitúa en un pueblo normal y corriente de los EU de A, en el cual una serie de misteriosas muertes empiezan a ocurrir. Al parecer, los hombres del lugar mueren tras un exceso de hanky panky. Como algunas de las muertes están relacionadas con la cercana corporación Brant, la cual realiza algunos proyectos y secretos experimentos para el gobierno, se envía al agente especial Neil Agar (William Smith) para que investigue los hechos. Las responsables, mujeres mutadas con genes de abejas que matan manteniendo relaciones sexuales con sus víctimas, intentarán impedir que Agar cumpla con su misión.
Como podéis ver, por el argumento no parece más que otra sexploitation setentera, pero sorprende lo buena que es. En lugar de adoptar un tono de comedia paródica, Meyer introduce una sutil sátira haciendo que los elementos irónicos sean más patentes gracias al tono "serio" de la ejecución. Además, los elementos netamente pulp y de serie B son ejecutados a la perfección. La elección del actor William Smith para el papel protagonista fue realmente brillante, ya que con su aspecto de tipo duro de mandíbula cuadrada parece un héroe de los clásicos relatos pulp de los años 30 hecho realidad. De hecho, toda la historia en sí, pero especialmente la parte final, parece sacada directamente de las páginas de un shudder pulp (revistas en las que primaba el terror más físico, con abundantes raciones de sangre y sexo) al estilo de Los hombres topo quieren tus ojos. Sin olvidar que Anitra Ford y Victoria Vetri, por su atractivo y perfecta anatomía, son tan perfectas heroínas para este tipo de película como la varonil mandíbula cuadrada de Smith.
En la película podemos encontrar también un subtexto social propio de la época en que fue producida. Esta película parece burlarse de la masculinidad que se sentía amenazada por el feminismo como se hizo en Las mujeres de Stepford (The Stepford Wives, Bryan Forbes, 1975). La experimentación y la libertad sexual de los 70 (que no significó una libertad real para la mujer de la época) con la inevitable extensión de enfermedades venéreas y recelos masculinos parecen ser el tema de fondo de la película. Por supuesto, si se trata de una burla o una explotación de los miedos masculinos ante el feminismo que explotaba en la época de la revolución sexual es algo que debéis juzgar viendo la película.
Finalmente, Invasion of the Bee Girls es un perfecto ejemplo de lo mejor que podía dar de sí la exploitation de los 70. Es divertida, entretenida y un regalo para los ojos. Si te gusta este tipo de cine, esto es una auténtica delicatessen.
Desde que se anunció el proyecto The Lords of Salem (2012) de Rob Zombie, despertó mi interés. Para mí era la manera de determinar si Zombie era un director de cine realmente interesante o simplemente un "refritero". Es decir, independientemente de si me gustaron o no, las cuatro primeras películas de este director se sustentaban en el refrito de materiales pasados. Les quitas eso y no te queda mucha película de la que hablar. Sin embargo, el estreno de The Haunted World of El Superbeasto (2009) demostraba que podría crear películas que mostrasen algo de personalidad propia, además de hacer un despliegue de referencias y homenajes. Tenía curiosidad por ver si en su siguiente film tendría personalidad propia o sería otro festival de refritos.
Cuando todavía faltaba tiempo para que se estrenase el film, se anunció la aparición de la novela The Lords of Salem escrita por Zombie y B. K. Evenson. Al principio pensaba que era la típica novelización, pero resultó ser algo más que simplemente eso.
Los más jóvenes tal vez no lo sepan o no lo recuerden, pero desde hace tiempo los estrenos de la mayoría de las películas venían acompañados de sus novelizaciones. Con la llegada de los formatos domésticos (vídeo, DVD), las novelizaciones empezaron a desaparecer y actualmente ya no se publican, excepto en alguna gran superproducción y de forma muy ocasional. Estas novelizaciones no tenían ningún interés literario pero sí que resultaban interesantes si eras fan de alguna película en particular ya que, al basarse en borradores no definitivos de los guiones en orden de publicar la novela a tiempo para el estreno, en ocasiones incluían escenas eliminadas del film, finales alternativos y otros detalles interesantes.
Sin embargo, cuando el agente le llevó la idea, que partió del editor, de publicar una novelización de la película, Zombie se encontraba en pleno rodaje de un film que parecía cambiar cada día. Así que el libro se basa en el primer guion de The Lords of Salem, muy diferente de la película estrenada (cuenta Zombie aquí y aquí). Siendo una novela, se desarrollan muchos aspectos que en la película no se pueden desarrollar, además de que, como en las novelizaciones clásicas, incluye escenas y hechos que no se pudieron incluir en el film. Por ejemplo, originalmente la película se iniciaba en 1692 antes de saltar al presente. La muerte del actor Richard Lynch hizo que esa parte se eliminara, los fragmentos rodados se aprovecharan en forma de flashbacks y se cambió el nombre a algunos personajes. Esta parte (brutalmente sangrienta) aparece en la novela. Pero lo más interesante es que se idea la novela como una visión complementaria de la película, una versión paralela de esta historia de venganza brujeril de ultratumba.
Por tanto, novela y película se idearon de forma que se complementaran la una a la otra. ¿Y cómo funciona esa complementación? Fantásticamente bien.
La novela proporciona una experiencia visceral, muy sangrienta. Se desarrollan interesantes subtramas explotando las libertades del formato literario, como el pasado de la protagonista Heidi y una que involucra una serie de sangrientos asesinatos llevados a cabo por mujeres afectadas por la música de The Lords of Salem. La sección final es bastante diferente, por ello me sorprendió la película a pesar de haber leído el libro.
La película es una experiencia más psicológica. The Lords of Salem es, hasta ahora, la mejor película que ha rodado Zombie. Es cierto que hay muchas referencias a clásicos del terror proporcionadas por su trama (Bava, Argento, Polanski) y guiños al género en el cásting de algunos de los actores y actrices del film. Pero, al contrario de lo que sucedía con sus otras películas, si quitamos estas referencias nos sigue quedando una interesante y perturbadora película.
Es, ante todo, un film adulto. No adulto en el sentido de que haya mucha sangre o palabrotas o sexo, adulto en dos sentidos: artístico y temático. Presenta un Zombie director más maduro, no tan interesado en simplemente llenar la pantalla de imágenes chocantes. Se crea una opresiva y efectiva atmósfera, que nos mete de lleno en la pesadilla que sufre la locutora Heidi LaRoc (Sheri Moon Zombie), manejando de forma efectiva la cámara y el diseño de sonido. De esta forma Zombie crea un pesadillesco mundo que devora al espectador, que prácticamente se convierte en una victima más del film.
En este sentido he de aclarar que he visto la película en el cine de manera que me ha provocado una impresión mayor de lo que me esperaba debido a las condiciones en que la he visto. Cuando el pasado día 17 de mayo comprobé que el único cine en Barcelona en que se había estrenado The Lords of Salem era uno de los tres que tenía cerca de casa (a unos 10/15 minutos caminando), me llevé una decepción ya que ninguna de las salas que hay cerca de mi casa, ironías de la vida, es un cine de versión original. Para mi sorpresa, este film exclusivamente sí que se estrenó en versión original aunque el resto de películas que proyectaban en este cine estaban dobladas. Al ser entradas numeradas la compré el día antes para que no me quitasen mi sitio, pero desconocía las condiciones de la sala: una pantalla gigantesca y unas butacas dispuestas en bajada, de manera que mi asiento me dejaba elevado justo enfrente de la pantalla. Eso y que estaba más o menos cerca ha hecho que me quedara completamente absorbido por la película, como si fuera Toby Jones en Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012).
Como decía al principio, no es solo adulto por la manera en que Zombie maneja la cámara y la forma en que se complementa edición, diseño de sonido y fotografía. Es también un film adulto porque trata terrores adultos y se ambienta en un mundo adulto, lejos de los terrores adolescentes que tan habitualmente se exploran en el género. Particularmente me ha interesado como se relaciona el pasado de drogas de Heidi con sus horrores presentes. La destrucción de Heidi a través de los horrores sobrenaturales que conjuga el guion de Zombie son una forma alegórica de tratar la destrucción provocada por las drogas. Tampoco se puede olvidar que esta historia de venganza de ultratumba y maldiciones demoníacas es una manera en que, dentro del género, se trata el tema de los pecados del pasado que pesan sobre el presente.
Eso sí, que nadie se asuste por mi costumbre de buscar e intentar desentrañar temas, subtextos y demás. Si lo que queréis ver es una buena película de terror, The Lords of Salem es una película de terror j*****mente buena. Cierto, su historia no es muy original y es bastante sencilla pero ahí radica su belleza. Recordad, por ejemplo, que Sam Raimi creó una salvaje y alucinante epopeya terrorífica partiendo de una muy simple base: unos jóvenes que despiertan accidentalmente una entidad demoníaca en el bosque que acaba con ellos uno a uno en Posesión infernal (The Evil Dead, 1981). De la misma forma, la sencilla trama le permite a Zombie construir y elaborar escalofriantes momentos que llegan al espectador con aterradora fuerza, desarrollando una atmósfera que te atrapa sutilmente gracias a un deliberado ritmo que no recarga las tintas, de modo que los sentidos no quedan entumecidos por continuos impactos.
Por supuesto, para que todo esto funcione es esencial el trabajo de los actores para darle verismo al mundo que se nos presenta. El reparto en este caso está formado por veteranos y veteranas del género que ofrecen estupendas interpretaciones. Sin embargo, me gustaría destacar el trabajo de Sheri Moon Zombie, ya que hasta ahora parecía, a juzgar por la calidad de su trabajo, que la única razón por la que aparecía en las películas de Zombie es porque era su esposa. Pero en esta ocasión realiza un trabajo bastante bueno.
Acabaré este artículo diciendo en unas pocas líneas toda la parrafada que habéis hasta ahora: The Lords of Salem es de las mejores películas de terror que se ha estrenado este año y demuestra que Zombie es un director que puede ir más allá del simple refrito para mostrarnos filmes realmente interesantes. La novela es también un buen trabajo dentro de la literatura de terror, ofreciendo una visión alternativa y paralela de esta historia. Ambas son muy recomendables para los aficionados al género.
Muchos ya sabéis que soy un gran amante del terror producido en la desmadrada década de los 80. Como tal, este vídeo realizado por Trent Shy que he encontrado en Dread Central me ha encantado. Se trata de una recreación de clásicas escenas de diversas películas de terror ochenteras usando claymation (plastilina animada con stop-motion). Con la excepción de Pacto de sangre (Pumpkinhead, Stan Winston, 1988), de la que solo guardo un vago recuerdo tras un lejano pase televisivo, el resto de películas las podéis encontrar comentadas en algún lugar de este blog.
El planeta salvaje (La planète sauvage, René Laloux, 1973) es un film de animación que cosechó diversos premios y elogios en el momento de su estreno y que hoy es recordada como una bizarrada maestra. Planteada como una fantasía de ciencia ficción, llamó la atención por la implicación de nombres clave del surrealismo moderno como el de Roland Topor, autor de El quimérico inquilino.
Yo la comento porque es más rara que un perro verde y me gusta por ello.
Acompañadas de una magnífica banda sonora de Alain Goraguer (que le acaba de dar el toque psicodélico), este film está lleno de fantásticas imágenes. Cuenta la historia de Terr (Eric Baugin, de niño, y Jean Valmont, de adulto), un bebé cuya madre muere a causa de los crueles juegos de un grupo de niños Draags, una raza de gigantes azules que domina el planeta. Terr es rescatado por Tiwa (Jennifer Drake), que decide cuidarlo como una mascota. Terr crece en el extraño mundo de los Draags, pero de adulto entrará en contacto con los demás humanos del planeta.
El argumento y su evolución presentan la habitual historia de "elegido" o "mesías" que hemos visto tantas veces reproducida en cine y literatura, como en la novela Dune. En esta ocasión, esta historia está destinada a funcionar como un mensaje de paz y libertad surgido como reacción a la dictadura comunista (la mayor parte del equipo de producción era checoslovaco).
Como veis, tanto el mensaje como el argumento son bastante familiares. Sin embargo, este film destaca por el extraño mundo que crea, las extrañas criaturas que lo habitan y las extrañas situaciones que se plantean. Con la misma estupefacción que Terr, el espectador deambula por este planeta salvaje, lleno de meditaciones trascendentales, símbolos y alegorías, expansiones mentales y revelaciones. Es un film que puede resultar complementario a La montaña sagrada (The Holy Mountain), film de Alejandro Jodorowsky del mismo año.
Si os gustan este tipo de filmes raros/lisérgicos/experimentales/surrealistas, posiblemente ya hayáis visto/oído hablar de este film. En caso contrario, es un buen descubrimiento.
Lo primero que quiero dejar claro con este artículo es que yo no soy ni un entusiasta ni un lector habitual de espada y brujería o fantasía heroica. Las novelas de Tolkien se me hacen algo pesadas y aburridas y, en general, son dos géneros que se me hacen muy repetitivos, una cuestión de gusto personal. Las historias protagonizadas por Conan que escribió Robert E. Howard son la excepción que confirma la regla.
Este es un blog, en su mayor parte, sobre cine, pero antes de entrar a hablar sobre las películas protagonizadas por el bárbaro cimmerio, creo que es conveniente comentar la historia de Conan dentro de la cultura popular para entender el enfoque que se adoptó en cada una de las películas.
El primer relato que Howard publicó sobre el personaje fue El fénix en la espada, ambientado en la época en que un maduro Conan se ha convertido en el rey de Aquilonia. El personaje, ya en este primer relato, tocó alguna fibra en los lectores de la revista Weird Tales y se convirtió en un personaje muy popular, el más conocido de los creados por Howard.
Los relatos de Conan también habían tocado una fibra en su creador, escribiendo los cuentos (y una novela: La hora del dragón) casi como si estuviera poseído por el personaje. En sus historias, Howard desarrolló un tema que abarca todos los relatos protagonizados por el cimmerio: el bárbaro enfrentado a la corrupta civilización. Lo hizo en adrenalíticas aventuras cargadas de violencia, sangre, terror, sexo y mucha fantasía, pero ese valor añadido es una de las razones por las que ha sobrevivido hasta nuestros días.
La razón por la que me gusta leer las aventuras de Conan a pesar de no ser para nada aficionado al género es, además de por su visceralidad e intensidad, la mezcla de géneros y elementos que se encuentran presentes. De un relato de pura aventura pasamos a otro con elementos de terror a otro más fantasioso e incluso algunos con toques de ciencia ficción. Todo ello saltando en el tiempo, ya que Howard escribía los relatos como si fuera Conan recordando sus aventuras, con lo que nos encontramos historias de un viejo Conan rey seguida de una en la que es un joven mercenario o pirata o ladrón.
La prematura muerte de Howard, que se suicidó en 1936, dejó huérfanos a sus personajes pero por poco tiempo. La demanda de más historias de Conan hizo que diversos autores publicaran relatos del personaje (como L. Sprague de Camp y Lin Carter) que estaban muy lejos de la calidad lograda por su creador y que en ocasiones contradecían lo establecido por él. En una de las historias escritas por De Camp, utiliza el gastado deus ex machina de hacer que Conan le rece a su dios Crom para que le saque de un apuro, algo que jamás habría hecho Howard.
Estos pastiches de ínfima calidad acabaron con la popularidad del personaje que cayó en el olvido. Era rescatado ocasionalmente en distintas reediciones de sus aventuras, en ediciones no muy cuidadas, manipuladas y que insistían en publicar las historias en orden cronológico en lugar del orden en que las escribió Howard. En los 60 se hizo bastante popular una edición en la que llamó mucho la atención las portadas dibujadas por el gran Frank Frazetta. Por fortuna, hoy en día se pueden encontrar perfectamente editadas las historias de Howard tal y cómo las escribió originalmente y en el orden en que fueron escritas.
El personaje volvió a la primera línea de la cultura popular cuando Marvel Comics empezó a editar una colección protagonizada por Conan, en ocasiones adaptando relatos de Howard, en los 70. La serie fue escrita por Roy Thomas y dibujada por Barry Windsor-Smith. Si bien de indudable calidad, era inevitable que en el cómic se suavizaran los relatos de Howard y que se explotaran los tópicos asociados con la espada y brujería. De todas formas, su enorme popularidad hizo que se pusiera en marcha la primera de las películas sobre el personaje.
Ahora que vamos a entrar a hablar sobre las películas, he de decir que no entiendo por qué en ninguna de ellas se adaptan uno o más relatos de los escritos por Howard. Siempre parten de historias "originales", lo que las acaba haciendo, argumentalmente hablando, muy semejantes entre sí.
Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982): Creo que esta película es una obra maestra, pero estuvo muy cerca de no serlo. El proyecto se inició a finales de los 70, cuando el productor Edward R. Pressman buscaba un vehículo para ser protagonizado por Arnold Schwarzenegger, al que había visto en Músculos de acero (Stay Hungry, Bob Rafelson, 1976). Es entonces que alguien le enseña un ejemplar de Conan el bárbaro de la Marvel y, sin saber que era una creación literaria y no de cómic, decidió llevar el cómic al cine.
Por suerte, el encargo de escribir el guion cayó en manos más capaces: Oliver Stone y John Milius. Fue Milius quien acabaría escribiendo la versión final y quien dirigiría la película, dándole la gravedad y peso que se merecía.
Milius para mí es un genio por haber escrito los guiones de Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973) y Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979). Sin embargo, nunca me ha acabado de convencer el acercamiento biográfico que tiene la película. Me parece innecesario mostrar la vida de Conan de pequeño, más aún cuando evoluciona la historia y se podía haber hecho perfectamente sin necesidad de mostrar la infancia y adolescencia del personaje. A pesar de ello, creo que la película es, como he dicho al principio, una obra maestra.
Por supuesto, el acercamiento biográfico forma parte del tema que Milius desarrolla a lo largo del film y que tiene la gentileza de indicarnos con una cita de Friedrich Nietzsche antes de los títulos de crédito: "Lo que no te mata te hace más fuerte". Y, efectivamente, todo lo que le sucede a Conan en el film lo muestra como un hombre excepcional ya que se va haciendo más fuerte tras cada desafío vital al que se enfrenta.
El film, a través del tono, el diseño de producción y un guion muy bien trabajado; capta perfectamente el tono y la atmósfera de las historias de Howard. Schwarzenegger encarna a la perfección al bárbaro cimmerio, pero además el trabajo de Gerry Lopez, James Earl Jones, Sandahl Bergman, Mako y todo el reparto en general contribuye a darle vida al mundo de la Edad Hiboria.
Personalmente me gusta por grandes momentos cinemáticos como el rescate de la princesa, secuencia sin diálogos y con una gran banda sonora de Basil Poledouris. Así como los toques de feroz romanticismo, como este momento, sacado del relato de Howard La reina de la Costa Negra, en que Valeria (Bergman) le dice a Conan:
Ni todos los dioses pueden separarnos. Si yo estuviera muerta y tú siguieras luchando por tu vida, regresaría de la oscuridad, de los pozos del infierno, para pelear a tu lado.
Otro gran momento de los personajes, para mí, es este diálogo entre el Brujo (Mako) y Subotai (Lopez): Brujo: ¿Por qué lloras?
Subotai: Él es Conan, el cimmerio. Él no llorará. Así que lloro por él.
Es esta manera que tiene Milius de construir los personajes y el mundo que habitan, más que la originalidad de la historia, la que hacen de esta una gran película. Es en esta ejecución en lo que creo que fallan las otras películas. Es el peso dramático sumado a la aventura lo que hace que este film sea un clásico.
Conan, el destructor (Conan the Destroyer, Richard Fleischer, 1984): Yo no culparía a Fleischer de que esta película no acabe de funcionar como película de Conan. Los estudios quisieron suavizar esta secuela respecto a la anterior para hacerla más accesible, así que hay menos sangre, violencia y nada de sexo. Además, el reparto carece del carisma de la anterior, e incluso la interpretación de Schwarzenegger está menos lograda, aunque la peor interpretación de todas sin duda recae en Grace Jones.
El primer guion fue responsabilidad de Roy Thomas y Gerry Conway que, obviamente, lo acercaron más al personaje del cómic y lo alejaron del creado por Howard. Sin embargo, el guion definitivo fue de Stanley Mann, que lo llenó de todos los clichés y tópicos que os podáis imaginar.
El tono en este film es mucho más ligero, con continuos toques de comedia que no encajan para nada en el universo de la Edad Hiboria. Es decir, lo que hicieron fue una simple y típica película de aventuras que, eso sí, cuenta con un monstruo final realmente fantástico diseñado por Carlo Rambaldi.
El fracaso del film acabó con cualquier intento de hacer más continuaciones.
Conan el Bárbaro (Conan the Barbarian, Marcus Nispel, 2011): Tal vez porque me regalaron esta película en Blu-ray y no me costó nada verla, soy más benévolo de lo que debería serlo. Esta nueva aventura cinematográfica del personaje es regular. Tiene cosas buenas y cosas malas.
Aprecié que decidieran hacer una película "para adultos", en lugar de simplemente hacer la fantasía para mayores de 13 años que normalmente se estrena ahora en cines. También intentaron ser más fieles al espíritu de Howard. Pero el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.
El principal problema de este film es que su historia es básicamente una repetición de lo que había hecho Milius, pero Nispel no tiene, ni de lejos, la misma personalidad que Milius. Tenemos, por tanto, una historia nada original pero sin los toques de ejecución que la hacían original en el film de Milius. No es de extrañar que mucha gente pensara que se trataba de un remake del Conan de 1982.
A pesar de ello, la primera mitad del film me parece bastante entretenida (aunque de nuevo se inventen una innecesaria infancia para Conan, que aquí interpreta Jason Momoa). Por desgracia, el film progresivamente pierde empuje e interés hasta que llega a un predecible final.
Tal vez con un director con un poco de personalidad al frente y un guion un poco más original, podríamos haber tenido una nueva épica de espada y brujería en lugar de la mediocre aventura que acabó siendo. Aún así, es mejor que Conan, el destructor.
Actualmente se encuentra en desarrollo King Conan, una película que estaría protagonizada de nuevo por Schwarzenegger y estaría ambientada en la época madura de Conan.
Puede que a los que conocen la reputación de Menahem Golan y Yoram Globus y su compañía, la Cannon, les resulte increíble, pero la producción de Lifeforce - Fuerza vital (Lifeforce, Tobe Hooper, 1985) fue bastante conflictiva. Toda una sorpresa, ¿eh?
Pero vayamos al origen del film Lifeforce, la novela de Colin Wilson Los vampiros del espacio. Publicada en 1976, Wilson mezcla terror y ciencia ficción de forma bastante efectiva. Ambientada en el año 2080, los ambientes futuristas sirven de contraste con los elementos góticos de una historia de vampiros. La idea de mezclar espacio y vampiros no era original, en los fantásticos clásicos Terror en el espacio (Terrore nello spazio, Mario Bava, 1965) y Planeta sangriento (Queen of Blood, Curtis Harrington, 1966) ya se juega con esta mezcla de gótico y futurismo espacial, pero la forma en que se trata sí que era original de Wilson.
En la novela se exploran diversos temas que en la película no se mencionan más que de pasada, como el origen mitológico de los vampiros, pero también, como lo que hacen las criaturas en la novela y en la película es "chupar" la energía vital de los cuerpos de sus víctimas, se trata de lo que los psicólogos llaman "vampiros psíquicos" (esa gente que cuando la tienes cerca parece que te agota y te quita las ganas de todo). Otro tema que aparece en la novela ha sido explotado recientemente en cierta película de Ridley Scott, como podéis leer en este fragmento (la traducción es mía):
Steinberg expresó en voz alta lo que pensaba: - ¿Estas criaturas podrían ser nuestros ancestros? - No nuestros ancestros -dijo Craigie. Ellos son los que llegaron a la Tierra. Pero los hermanos y hermanas de nuestros ancestros.
Otro detalle interesante de Los vampiros del espacio es que, mientras que la película se va hacia lo obvio y se muestra que las criaturas tienen aspecto de murciélagos monstruosos gigantes, la novela tiene bastantes toques de terror cósmico a lo Lovecraft, donde se muestra unas criaturas de aspecto completamente extraterrestre con muchos tentáculos pulposos.
Estos detalles, junto a la ambientación futurista y el muy, muy diferente final, hacen que la lectura del libro, después de haber visto la película, esté llena de sorpresas.
Con todo esto no quiero decir que la novela sea mejor que la película ni nada del estilo. Simplemente resaltar lo extremadamente diferentes que son. Ambas tienen sus cualidades como obras pulp pasadas de vueltas. Aunque, ciertamente, Lifeforce está mucho más pasada de vueltas que Los vampiros del espacio.
Como he dicho al principio, la producción del film fue problemática, especialmente su estreno. La versión estrenada en cines había sido muy recortada por los productores, que además decidieron que la música de Henry Mancini no era lo bastante buena y le encargaron música adicional a Michael Kamen (!). Sin embargo de todo esto no tuve ni idea hasta mucho tiempo después, porque la versión que se ha visto desde que se estrenara es la del director.
Yo la vi por primera vez por televisión, de adolescente, cuando TV3 la programó dentro de su programa de cine fantástico Klaatu Barada Nikto. Cuando más tarde la compré en DVD de importación vi con ilusión que en la carátula indicaba que se incluían 15 minutos de escenas nunca vistas. Imaginaos mi decepción cuando resultó ser la misma película que había visto ya.
Lo mismo con la banda sonora. Encontré por Internet una edición pirata de la banda sonora de dos discos (que escuchaba mientras leía la novela) y me llamó la atención que en el segundo disco se incluía música compuesta por Michael Kamen. La diferencia de calidad entre las composiciones de Mancini y las de Kamen es abismal. El tema principal que compuso Mancini me parece absolutamente fantástico:
Todos estos problemas tal vez habrían significado algo si hubiera visto la película en el cine en 1985, pero no fue el caso, así que para mí solo ha existido una versión: la de casi dos horas.
Algo que me llama la atención de la película es que uno de los coguionistas fue Dan O'Bannon, conocido principalmente porque fue el escritor del guion original de Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979). Por tanto se podría considerar natural que la secuencia inicial de Lifeforce recuerde a la de Alien, como una especie de autohomenaje, pero lo cierto es que la secuencia inicial de Alien recuerda mucho a la de la novela de Wilson, que a su vez reconoce su deuda con otros escritores en una nota. La tentación de relacionarlo todo con Alien es fuerte, pero en este caso no creo que sea pertinente.
Porque si algo caracteriza Lifeforce es que todos los protagonistas parecen a punto de sufrir un ataque de nervios. Excepto Mathilda May, que se pasa toda la película desnuda paseando su impresionante anatomía. Se cuenta que en aquella época Hooper tenía costumbre de merendar fuerte y si a eso lo juntamos con lo desproporcionada que era la producción nos da como resultado ese tono febril, en el que todos los personajes masculinos aparecen completamente desquiciados.
Por supuesto, tratándose de vampiros (aunque se dediquen a absorber la energía vital en lugar de sangre) el subtexto de adicción a las drogas es inevitable, así como el sexual. Lo que acaba de redondear un film que no es perfecto, ni mucho menos, pero es ridículamente fantástico y entretenido. Un clásico de culto irrepetible.
La nueva película de Chan-Wook Park, Stoker (2013), es una película de Chan-wook Park. Lo cual, teniendo en cuenta que es su primera incursión en territorio americano, es todo un logro; imagino que la mayoría recuerda que fue de la carrera de John Woo cuando decidió irse a Hollywood. Supongo que Park se ha visto beneficiado por el hecho de que la película la ha producido Scott Free, la compañía de Ridley Scott, director que ha tenido más de un amargo enfrentamiento con estudios poco dados a la libertad creativa.
Además, la película es una maravilla.
Inmediatamente, la engañosamente sencilla premisa argumental, India Stoker (Mia Wasikowska) sospecha de su tío Charlie (Matthew Goode) cuando este llega a casa a pasar un tiempo coincidiendo con la muerte de su padre (Dermot Mulroney), despertará ecos de La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, Alfred Hitchcock, 1943) en más de un aficionado. No solo eso, también tenemos a un villano silbador en referencia a Nervios rotos (Twisted Nerve, Roy Boulting, 1968). Sin embargo, estos guiños no son más que una manera de embaucar al espectador. De hacerle creer que va a ver una película de suspense normal y corriente (en caso de que no conozcas la obra del director), porque donde esas películas iban hacia la derecha, Park nos lleva hacia la izquierda. Por otro lado, esta sencilla premisa sirve como punto de partida para tratar un tema habitual en este director coreano, la atracción por la violencia, y para hacernos reflexionar sobre lo atractivo que puede ser el Mal.
Ver esta película en la pantalla grande de un cine es toda una experiencia. En palabras de Pasolini, este es cine de poesía. Cada secuencia, cada plano está tratado con un infinito cuidado y meticulosa dedicación. Personalmente, los primeros momentos del film me recordaron el surrealismo de Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu, Jaromil Jires, 1970). Se explotan al máximo las posibilidades narrativas y visuales que puede ofrecer el cine, lo cual resulta refrescante tras la fiebre realista y de "metraje encontrado" que sufrimos. Iba a decir que se puede disfrutar del film sin escuchar el sonido, pero lo cierto es que el diseño de sonido forma parte esencial de la narrativa poética del film, que cuenta además con una estupenda banda sonora.
Esta belleza plástica no es gratuita. Nos sirve para situarnos en la cabeza de la joven protagonista, como las fantasías de Excision (Richard Bates Jr., 2012). Es también una belleza que sirve como contraste al horror de lo que se nos está narrando.
Menciono el horror porque aunque es un film catalogable dentro del drama y el misterio, lo cierto es que para cuando empiezan a desfilar los títulos de crédito el espectador siente un frío escalofrío bajar por su espalda que tiene más en común con el género de terror que con cualquier otro género cinematográfico. O por lo menos es lo que me ha sucedido a mí.
Como ya he dicho, este fantástico film trata sobre la fascinación y el atractivo que tiene el Mal. Por los aspectos más románticos, catárticos, liberadores y sexuales que puede tener el Mal. Algo que se refleja perfectamente en una de las más logradas secuencias que Park orquesta, gran manipulación del espectador en el mejor sentido, que no puedo comentar porque es posible que no hayas visto esta película. Por tanto, no pierdas el tiempo y corre a ver una original maravilla que te recuerda que el cine puede ser Arte.
Aunque no te guste David Bowie (¿y por qué no te iba a gustar el Comandante Tom?), este videoclip es espectacular. No llega a los tres minutos y me ha dejado más alucinado que las tres horas de Inland Empire de David Lynch. Es una maravilla y es una nueva muestra de que el nuevo álbum de Bowie tiene muy buena pinta (a mí lo que hizo a partir de mediados/finales de los 80 no me gustó demasiado, prefiero la primera época). Disfrutadlo.
Ayer murió Ray Harryhausen, dejando huérfanos a un montón de cíclopes, dinosaurios, extraterrestres, abejas gigantes y miles de amantes de la fantasía. Al conocer la noticia inmediatamente me he visto presa de la nostalgia y la melancolía. Las creaciones de Harryhausen son una de las bases principales de mi amor por la fantasía en el cine. Fue el primer nombre que se me quedó como creador de, ya que estaba fascinado por esas películas que daban en TVE1 y TV3 llenas de monstruos, que normalmente emitían las tardes del sábado o el domingo (y hoy día, si las emiten, son normalmente en horarios de madrugada).
Luego me di cuenta que los artistas como Harryhausen no mueren, ya que siguen vivos en cada una de sus creaciones. Especialmente alguien que dotó de tanta personalidad a las criaturas que animó con sus manos.
Como homenaje al maestro de la stop-motion (una maestría que se demuestra en el hecho de que independientemente de directores, guionistas o actores, sus películas son "películas de Ray Harryhausen") me gustaría comentar la que es mi película favorita de las que produjo. Será un comentario improvisado, sin documentación ni nada, porque no es algo que me hubiera preparado. Espero que no os importe.
La stop-motion no se trata de conseguir un gran realismo. La stop-motion es magia. Magia pura y simple. Magia que brilla en cada minuto de Jasón y los argonautas (Jason and the Argonauts, Don Chaffey, 1963). Basándose en la mitología griega, Jasón es una fantástica aventura llena de momentos memorables como el ataque de las arpías o la aparición de la monstruosa Hidra.
Pero hay un momento que se quedó grabado a fuego en mi mente desde que la vi de pequeño: el ataque de los esqueletos.
Es una escena que ha entrado por derecho propio en los anales de la historia del cine (por lo menos para mí). Lo que más me maravilla aún hoy día es que cada uno de los esqueletos que intenta acabar con Jasón (Todd Armstrong) y sus argonautas tiene personalidad. Expresan pura maldad y al mismo tiempo se me hacen entrañables.
No importa las veces que la vea, me hace sentir de nuevo como un niño fascinado por la maravilla que está viendo. Es la perfecta representación de lo que tendría que ser la fantasía en el cine.
El ataque de los esqueletos es para mí la mejor escena de la película, está claro, pero no hay duda de que Jasón es un gran film de aventuras fantásticas, que se disfruta de principio a fin. Es el claro antecedente del cine de superhéroes actual, no solo por Jasón, también por la presencia de Hércules (Nigel Green), aquí representado como una especie de viejo Supermán.
Me fascina también porque nos presenta un mundo donde la magia y lo imposible es cosa de cada día. Cosa provocada por la humanidad de sus dioses. Los dioses griegos son muy humanos, lo que hace sus relaciones con los mortales muy interesantes.
Pero esto son reflexiones posteriores. De pequeño lo único que me quedó claro es que la Grecia antigua estaba llena de monstruos y criaturas fascinantes. Poco me importa lo fiel o no que sea a la mitología clásica, Jasón crea su propio mundo mitológico. Mundo en el que te ves sumergido desde el minuto uno.
Jasón y los argonautas me ofrece la fantasía que hoy día sigo buscando en el cine. Os podéis quedar con el realismo y la seriedad. Yo me quedo con los esqueletos asesinos y los monstruos de siete cabezas. Me quedo con la magia y el sentido de la maravilla que Ray Harryhausen creó para nuestro disfrute.
Hace poco vi un curioso post en el blog de Patricia Muñiz Páginas frenéticas en el cual se mencionan las similitudes temáticas que se pueden encontrar en dos películas tan diferentes como Amantes criminales (Les amants criminels, François Ozon, 1999) y Anticristo (Antichrist, Lars von Trier, 2009), que podéis ver aquí. No se trata de que Trier plagiara Ozon, ni mucho menos. Estas coincidencias se dan continuamente en el cine, la pintura, la literatura y la música, por influencia de un autor sobre otro (consciente o inconsciente) o por simple casualidad.
¿Cuál es exactamente la línea que separa el plagio de la influencia o el homenaje? El plagio trata de apoderarse de la idea de otro y hacerla pasar por propia, el resto entra dentro del continuo diálogo con los artistas del pasado, que se remonta hasta la Grecia clásica.
Dejadme que os cuente una anécdota antes de seguir. Un día me encontraba diseñando asesinatos que pudieran resultar interesantes desde el punto de vista artístico. El caso es que se me ocurrió algo que nunca había visto antes y pensé que era muy original: todo negro y de repente un cuchillo rasga la oscuridad, a través de un franja podemos ver el rostro oscurecido de un asesino antes de que todo se vuelva rojo. Es decir, un apuñalamiento visto desde dentro del cuerpo. Me felicité por crear algo tan original. Mucho más tarde, al cabo de unos meses o un año, vi El descuartizador de Nueva York (Lo squartatore di New York, 1982) de Lucio Fulci. Resulta que a Fulci, décadas antes, ya se le había ocurrido ese asesinato que yo pensé era tan único.
Cuento esto para dejar claro que las casualidades pasan. Es muy posible que a dos personas en lugares y momentos distintos se les ocurra una historia similar. La razón principal posiblemente sea la influencia de factores similares. En mi caso, ver un montón de pelis de terror y suspense italianas (varias dirigidas por Fulci) me influyó estéticamente para idear imágenes de ese mismo estilo. Es algo que pasa continuamente y se produce en muchos casos de forma inconsciente.
Sean S. Cunningham en varias entrevistas asegura que desconocía el giallo italiano y que no había visto Bahía de sangre (Reazione a catena, Mario Bava, 1971) hasta después de haber producido las primeras entregas de la serie Viernes 13, de las cuales también dirigió la primera. Pero las similitudes están ahí, ¿cómo es posible? La respuesta es bastante sencilla, Cunningham dirigió su película a rebufo del gran éxito que obtuvo La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978), un film que según cuenta el propio Carpenter se vio muy influenciado por el giallo y en particular por el cine de Dario Argento, director que, a su vez, se había visto muy influenciado por el cine de Mario Bava. Cunningham, por tanto, recibió lo que podríamos llamar influencia pasiva, como alguien que respira el humo de una persona que está fumando.
Bruno Mattei es un director que se ha especializado en plagiar películas de modo descarado, y es bastante ridiculizado por ello. Su film Zombi: La creazione (2007) no solo utiliza metraje de otros films, además es un plagio, casi plano a plano, de Aliens, el regreso (Aliens, James Cameron, 1986). Sorprende la desfachatez de Mattei, la manera en que copia de forma tan obvia una película mundialmente conocida, cambiando los aliens por zombis. Sin embargo, Cameron en Aliens también se vio "influenciado" por otra película en la que trabajó de joven en el departamento de diseño. Me refiero al clásico de culto de la factoría Corman La galaxia del terror (Galaxy of Terror, Bruce D. Clark, 1981). Algunos planos y secuencias de Galaxia, película desconocida si no se es aficionado al género, aparecen de nuevo en el film de Cameron.
Cameron también protagonizó otro sonoro caso de plagio. Harlan Ellison le denunció por haber copiado dos episodios que Ellison escribió de la serie Rumbo a lo desconocido (The Outer Limits, 1963-1965) en su film Terminator (The Terminator, 1984). La productora del film se apresuró a llegar a un acuerdo fuera de los tribunales y se incluyó el nombre de Ellison en los créditos. Hay que decir, sin embargo, que Cameron siempre negó la acusación de Ellison. Teniendo en cuenta la edad que tenía Cameron la primera vez que se emitieron estos episodios, unos 9 o 10 años, me parece más lógico que simplemente le influenciaran al verlos a una edad tan impresionable y no fuera consciente de ello, que el hecho de que conscientemente copiara estos episodios de una antigua serie. Además, los temas que se tratan en Terminator han sido y son tratados en el género muchas, muchas veces. Ellison no inventó los viajes en el tiempo ni los futuros apocalípticos ni la rebelión de las máquinas.
Otro caso interesante es el de la clásica Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, Sergio Leone, 1964). Como la mayoría ya sabe, Leone vio la fantástica Yojimbo (Yôjinbô, Akira Kurosawa, 1961) y le gustó tanto que decidió transformarla en un western... sin acreditar en ningún momento el film de Kurosawa. Lo curioso es que Leone se sintió bastante dolido por la reacción airada de Kurosawa cuando el director japonés descubrió la existencia de Por un puñado de dólares, ya que desde su punto de vista lo que había hecho era mostrar su admiración por Kurosawa. Otro director que mostró su "admiración" por Kurosawa fue George Lucas, el cual tomó prestados elementos argumentales de La fortaleza escondida (Kakushi-toride no san-akunin, Akira Kurosawa, 1958)y los llevó a la space opera en La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977). ¿Y qué decir de Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, 1954)? Aparte del remake oficial americano y diversas copias, tenemos la producción de Roger Corman Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980), que logró copiar a Kurosawa, La guerra de las galaxias y encima resultar muy entretenida y divertida.
Cada vez más, en el cine actual se está desarrollando un lenguaje basado en las referencias y los homenajes. El proceso empezó con la llegada de la nueva ola francesa y se ha ido afianzando con el tiempo. No es algo necesariamente negativo y, hasta cierto punto, es inevitable. La originalidad se encuentra no tanto en argumentos o historias como en la personalidad artística y la manera de ejecutar tal o cual argumento. Después de miles de años de historias y mitos, es difícil encontrar algo que no haya sido contado ya de alguna manera. Eso no significa que no se haya de intentar hacerlo.
Que una comedia que incluye un sonoro chiste de pedos consiga que una de sus protagonistas sea nominada a un Oscar por su interpretación ya te dice que no es una comedia típica, más aún teniendo en cuenta el habitual desprecio de la Academia de Hollywood por la comedia. Sillas de montar calientes (Blazing Saddles, Mel Brooks, 1974) es muchas cosas, pero desde luego no es nada típica.
Hay que reconocer que cuando Mel Brooks acierta, lo hace a lo grande (y cuando falla también). Y en 1974 consiguió dos grandiosos aciertos que se han convertido en clásicos del cine: Sillas de montar calientes y El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein). Sillas tiene la apariencia de una parodia del cine western, pero va mucho más allá. En palabras de Gene Wilder, es un puñetazo directo a la nariz de los prejuicios. De paso, dinamita la cuarta pared y Hollywood no se libra de su carga ácida.
Es esta carga ácida, corrosiva, con chistes que hoy sería imposible que vieran la luz (en la versión original) lo que hacen esta película especial y la ha convertido en un clásico. La abierta forma en que se ríe del racismo le permite combinar diferentes tipos de humor, desde el puro absurdo al avant garde pasando por la chorrada como un piano de toda la vida. Pero siempre hay que recordar: no importa lo tonto que sea algún chiste, la película no lo es.
La mezcla de diferentes estilos y tipos de humor hace que sea un film muy divertido no solo por el guión, también por un reparto de actores que sabe darle vida. El reparto incluye habituales de Brooks como Gene Wilder y Madeline Khan, junto a otros estupendos actores como el protagonista Cleavon Little, Harvey Korman, el inimitable Slim Pickens y una gran selección de estupendos secundarios.
Personalmente, me gusta mucho la mezcla de tipos diferentes de humor que cocinó el equipo de guionistas formado por Brooks, Norman Steinberg, Andrew Bergman, Alan Uger y Richard Pryor. Siempre me ha gustado la variedad, pero en este caso es porque un chiste tonto me hace gracia pero muchos me cansan y el ecléctico estilo de Sillas hizo que me estuviera riendo de principio a fin. Por ejemplo, el momento a partir del segundo 16 de este clip del film siempre me hace reír:
Es la forma en que continuamente se burla y ridiculiza el racismo lo que hace este film memorable y lo ha convertido en clásico. Pero también hay que tener en cuenta que gags como la cena de los cowboys que se convierte en un concierto de ventosidades o la obscena comedia sexual del número musical que Madeline Kahn interpreta rompieron en aquel entonces barreras y marcaron el camino para otras grandes comedias como el clásico de John Landis Desmadre a la americana (Animal House, 1978).
En este film hay humor inteligente, tonto y absurdo. También hay crítica social y metalingüísmo, pero si hoy lo recomiendo es porque me rio mucho viéndola. Y tal como está el panorama político y social, necesitamos reírnos más que nunca.
Desde que se estrenó el proyecto Grindhouse (2007) de Robert Rodriguez y Quentin Tarantino, se han estrenado diversas películas cuyo objetivo es recrear la exploitation de los años 70. Títulos como Dear God No! (James Bickert, 2011), Hobo with a Shotgun (Jason Eisener, 2011) y The Disco Exorcist (Richard Griffin, 2011) intentan recrear la experiencia de ver una película exploitation setentera, incluyendo también arañazos y defectos añadidos a la imagen posteriormente gracias a la magia de las computadoras.
Ninguna de ellas (incluyendo las de Robert Rodriguez y Quentin Tarantino) consigue, desde mi punto de vista, recrear con éxito una película de los 70. Con ello no quiero decir que sean películas que no me han gustado. Las que me han gustado lo han hecho por su argumento divertido, interpretaciones, dirección... Pero ninguna me hizo sentir de la misma manera que una auténticaexploitation de los 70. En ocasiones porque hay demasiado talento tras las cámaras, demasiados medios o se hacen desde una perspectiva irónica y/o paródica.
Lo triste para mí, es que estas películas son mucho más populares que las auténticas joyas de la época. Cuando se trata de lo auténtico, hay muy poco interés, tal vez porque son más desconocidas. Y es algo que me entristece porque ninguna de estas recreaciones modernas, por muy buenas que sean como películas, consigue hacerme experimentar la misma sensación de asombro, maravilla y fascinación que consiguen hacerme sentir títulos aquí comentados como Love Me Deadly (Jacque Lacerte, 1972), Switchblade Sisters (Jack Hill, 1975), Pets (Raphael Nussbaum, 1974) o Toys Are Not For Children (Stanley H. Brassloff, 1972), por nombrar solo unos pocos.
No, ninguna de estas modernas recreaciones consigue poner en mi cara la sonrisa de absoluta satisfacción que consiguió poner la oscura joya de la época, recientemente editada en Blu-ray, Massage Parlor Murders (Chester Fox, Alex Stevens, 1973) (o como dicen en los títulos de crédito: MASSAGE PARLOR MURDERS!). Una película que soy consciente la mayoría no ha oído hablar de ella, pero espero que de todos modos os interese, porque es oro puro. Y lo digo sin ninguna ironía.
Como decía al principio, Grindhouse provocó que se empezaran a filmar recreaciones de exploitation setentera, pero también -y esto es algo muy positivo- que se empezarán a editar correctamente películas que de otro modo habrían quedado en un injusto olvido. En el caso de Massage Parlor Murders, hasta se ve acompañada de extras, como un interesante libreto escrito por Chris Poggiali que habla sobre la curiosa historia tras la película y su contexto histórico. Por eso mismo me voy a centrar en hablar de la película solamente, espero que os resulte lo suficientemente interesante como para que la compréis y leáis vosotros mismos el libreto de Poggiali.
Esta maravilla es un sangriento thriller que transcurre en la parte más sórdida del Nueva York de los 70, pero curiosamente se inicia con una secuencia divertidísima sobre un reluctante cliente que va por primera vez a un salón de masajes con "final feliz". Imaginaos a George Costanza yendo a un local de prostitución y os haréis una idea de cómo es esta escena. Después arranca ya la película, tras una deliciosa secuencia de títulos de crédito.
A partir de 1974, el film fue redistribuido bajo el título Massage Parlor Hookers y publicitado como si fuera una comedia erótica sobre prostitutas en lugar del thriller que realmente es. Lo más extraño no es que el póster y el tráiler que se hicieron con el nuevo título no tengan absolutamente nada que ver con la película que anuncian, sino que en esta nueva versión se elimina la escena inicial que sí es cómica y que encaja perfectamente con el tipo de película que anunciaban.
Sin entrar en terreno spoiler, os diré que tras ver esta película posiblemente cambiéis de opinión sobre la originalidad de cierto tenebroso y muy imitado thriller de mediados de los 90. Los (anti)héroes de Massage Parlor Murders son un par de policías que persiguen a un asesino psicópata cuyas víctimas son chicas que trabajan en las casas de masaje. La primera de las chicas asesinadas, Rosie (Chris Jordan), resulta ser la chica habitual que visita uno de los protagonistas, el detective Rizzoti (George Spencer). Esto provoca que para el detective Rizzoti no sea un caso normal sino una misión de venganza, y como consecuencia de ello cualquier sospechoso posiblemente reciba una paliza antes de que ni siquiera sepa por qué le persiguen. Su compañero, el detective O'Mara (John Moser), iniciará una relación con una de las amigas de Rosie, Gwen (Sandra Peabody, la Mari de La última casa a la izquierda [Last House on the Left, Wes Craven, 1972]), la cual le ayudará a conocer el lado más "abierto" de la ciudad.
Rizzoti es representado de forma muy interesante. Mientras que cuando se encuentra por las calles se encuentra en su elemento, cuando llega a casa parece que entra en un ambiente hostil. Su esposa, que obviamente no sabe nada de la relación de su marido con una de las víctimas, no entiende que se obsesione con un caso en el que las víctimas son mujeres de mala vida. "¿Y qué pasa con las personas normales que van a la iglesia?" le recrimina a Rizzoti, el cual abandona la casa lleno de ira. Y entonces hay un momento en que de repente Massage Parlor Murders se transforma en Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976, 1-2-3): Rizzoti deambula de noche por las calles de Nueva York buscando al asesino y oímos un monólogo interior que lo podría haber firmado Travis Bickle.
A O'Mara le va algo mejor con Gwen, que en una de sus primeras citas lo lleva a una piscina donde la gente celebra una especie de fiesta/orgía swinger que no está precisamente llena de atractivos actores y actrices eróticos, más bien parece que el equipo de filmación se coló en una auténtica fiesta de alegre sexo setentero (cosa que no pasó, pero transmite ese realismo). Esta visita provocará que O'Mara persiga desnudo a un posible sospechoso por las calles de la ciudad. Me encanta como intenta decomisar un coche, se da cuenta que no lleva la placa (ni nada), así que decide tumbar de un puñetazo a un taxista y robarle el coche.
La investigación lleva a Rizzoti y O'Mara a lugares y personajes realmente extraños, como el más bizarro espectáculo de peep show que he visto nunca (tampoco es que haya visto muchos) y a un extraño adivino, que resulta ser el cameo de un popular cómico americano de la época: Brother Theodore, que es realmente divertido. Todos estos momentos acompañados por la fantástica banda sonora de la película, un rock/funk setentero estupendo.
Además, la película es una perfecta cápsula temporal de la época, que te permite ver cómo era Nueva York antes de ser "limpiado". Especialmente me gustó un momento en que Gwen y O'Mara pasean por la calle y se ven diversas marquesinas de cines que te hacen babear y desear haber estado allí.
Massage Parlor Murders consigue, con apenas 80 minutos de duración, ofrecer al espectador momento sublime tras momento sublime. Una historia realmente intrigante y algo adelantada a su época (de la cual no se sabe quién es el autor ya que no aparece acreditado el guionista), abundantes desnudos, sangrientos asesinatos y buenas interpretaciones. Una joya que sale de la oscuridad con todo el lujo que se merece. Toda una maravilla que me ha encantado y proporcionado un placer inmenso. Ya no las hacen así.
Tráiler creado para la ocasión por Vinegar Syndrome, distribuidores de esta maravilla. En el Blu-ray se incluye el tráiler original y el que se hizo cuando la película se editó como Massage Parlor Hookers.
¿Sabéis quién es el doctor John Beck? Yo os lo diré. El doctor John Beck es mitad hombre, mitad murciélago... ¡Todo terror!
Hace casi dos meses, mencioné de pasada The Bat People (Jerry Jameson, 1974) en el post que hice sobre la estupenda Con la bestia dentro (The Beast Within, Philippe Mora, 1982), ya que ambas se habían editado juntas en un DVD. Fue entonces que me di cuenta de que no la había comentado en el blog y que era una película perfecta para este vuestro blog (quiero decir, es mi blog pero lo hago para que lo leáis vosotros).
The Bat People es un sencillo film de serie B que me parece bastante entretenido y divertido. Eso sí, el título es algo engañoso: no hay un ejército de murciélagos mutantes o de hombres que se convierten en murciélago, solo hay un hombre que se transforma en murciélago, el doctor John Beck (Stewart Moss). The Bat People no fue el primero ni el último título que recibió este film que, siguiendo la tradición de muchas productoras de filmes de bajo presupuesto, fue reestrenado bajo varios nombres con el objetivo de rentabilizar al máximo el producto. Obviamente, no podían estrenar el film como The Bat Man ya que les habría traído problemas con DC Comics, ni tampoco como The Man Bat por lo mismo, ya que el personaje ya existía como uno de los villanos de Batman.
Dejando el asunto del título aparte, lo que nos queda es una efectiva y sólida película de bajo presupuesto. El doctor Beck y su esposa Cathy (Marianne McAndrew) se encuentran de vacaciones, una especie de segunda luna de miel. El doctor Beck aprovecha para continuar sus estudios sobre los murciélagos. El buen doctor siente una especie de fascinación sobre estas criaturas y su investigación tiene como objetivo la prevención de enfermedades a partir de su estudio (es lo que dicen en la película, así que no me pidáis más explicaciones). Mientras se encuentran explorando unas cuevas, el doctor es mordido por un murciélago y a partir de entonces empieza a actuar de forma extraña. Cathy teme que se trate de rabia, pero la realidad es mucho peor y más aterradora. El doctor Beck parece que se está transformando en una criatura de la noche que se alimenta... ¡de seres humanos! ¡Chan-chan-chánnn!
Título alternativo bajo el que se estrenó The Bat People
Uno de los aspectos que hacen interesante este film comparado con otros de personas que se transforman en algo, es que se insinúa que no es el mordisco lo que provoca la transformación en Beck, es algo más psicológico. Ya antes de ser mordido muestra extrañas actitudes, por lo tanto lo que hace el mordisco más bien es despertar algo latente en Beck. El trabajo de Moss es bastante efectivo a la hora de transmitir la angustia del personaje ante lo que le sucede. Es más complejo mostrar alguien que se transforma en monstruo contra su voluntad que alguien que simplemente es una bestia sedienta de sangre; el film, para mí, logra bastante bien mostrar la lucha interna de Beck.
Hablando de transformaciones, los efectos de maquillaje están bastante conseguidos. Corrieron a cargo de un joven Stan Winston, en el que fue uno de los primeros trabajos del lamentablemente fallecido maestro creador de monstruos. El trabajo de maquillaje es importante para transmitir con toda la fuerza algunas de las escenas más angustiantes de la película. Mi favorita es cuando Beck y Cahty empiezan a hacer el amor y a medida que se avanza en "la acción", Beck se va transformando en hombre-murciélago. La cara de horror cuando Cathy abre los ojos y ve lo que se está trajinando es memorable.
El film desarrolla el argumento en su mayor parte de manera familiar, si bien de forma interesante, pero poco a poco se va separando de los caminos más familiares para los amantes de este tipo de películas. La manera que tiene de presentar, por ejemplo, al sheriff que investiga los asesinatos que comete el hombre-murciélago no es precisamente la de un héroe. Igual que Beck no es representado como un villano, más bien como una víctima. Son este tipo de pequeños toques, junto a un final muy logrado y muy bueno, los que hacen que la suma de todos ellos de como resultado un estupendo film de terror.
Como no he encontrado ningún tráiler de The Bat People, os dejo un vídeo de The Detroit Cobras, un grupo que me gusta bastante.