Muchas veces para que una película triunfe lo que necesita es estrenarse en el momento adecuado. Un perfecto ejemplo de esto es Contagio en alta mar (Sea Fever, Neasa Hardiman, 2019), ya que es inevitable que es este film resuene con fuerza en esta época pandémica.
Siobhán (Hermione Corfield) es una estudiante que, para lograr su título, debe pasar una temporada en un barco. El destino quiere que sea el barco de Gerard (Dougray Scott) y Freya (Connie Nielsen), que se encontrará metido en una aterradora situación cuando el barco sea invadido por un desconocido parásito marino.
La intención original puede que fuera que el film llamara la atención por sus toques lovecraftianos y de ecoterror. Sin embargo, cuando empiezan los conflictos en la tripulación por la forzada cuarentena a que se deben someter o la paranoia por ver quién está infectado, es cuando realmente el film impacta debido a la situación con el COVID-19. La claustrofobia se apodera del espectador al tiempo que los protagonistas se ven atrapados en una situación terrible en un lugar tan estrecho como es el barco en que trascurre la acción.
Es debido también al presente en que vivimos que es difícil juzgar si la película hubiera funcionado igual de bien en otro contexto. ¿Estaríamos hablando de ecos narrativos de William Hope Hodgson en lugar de claustrofobia y paranoia provocadas por un terrible parásito procedente de una extraña criatura? No lo sé. En el presente sí que sé que Contagio en alta mar es una efectiva y directa película de terror, con buenas interpretaciones, en la que la directora Neasa Hardiman sabe crear una sofocante atmósfera en el pequeño espacio en el que transcurre la acción.
Pero, ¿realmente importa si la película es efectiva por si misma o por la situación actual? Lo importante es que es una interesante, tensa y conseguida película de terror.