31 may 2023

Volverse loco (Get Crazy)


 

Teniendo en cuenta la manera en que están evolucionando la política, las redes sociales y la sociedad en general, es posible que a muchos les parezca que la única opción cuerda para seguir adelante es la locura. Para aquellos/as que compartan esta opinión o sientan una negra nube sobre sus cabezas, les recomiendo para volverse loco pues, eso, Volverse loco (Get Crazy, Allan Arkush, 1983).

Sobre el papel, la trama de Get Crazy no sorprende: mientras la veterana sala de conciertos Saturn Theatre se prepara para celebrar su concierto de Año Nuevo, un malvado ricachón, que quiere hacerse con el local para construir un edificio de apartamentos, intenta sabotear la celebración. Lo que hace que esta película te vuelva el cerebro del revés es su continuo asalto de chistes absurdos y chorradas premium. Un continuo de locura que hace que los momentos flojos queden compensados (o enterrados) en la avalancha de comedia delirante. Y si no, las actuaciones musicales te llenan de energía. En otras palabras, la simple trama es lo de menos, algo de lo que incluso la misma película se ríe colocando carteles: cuando el villano Colin Beverly, al que da vida Ed Begley Jr., aparece junto a sus esbirros aparece el letrero "los malos", cuando Neil Allen (Daniel Stern) y Willy Loman (Gail Edwards) se conocen aparece el letrero "chico conoce chica", etc. Un tono y un estilo que para mí hacen que esta película sea una secuela espiritual del clásico de Allan Arkush Rock 'n' Roll High School (1979), con la que comparte la pasión por la música rock/punk aunque ahora ya sin limitaciones y apuntando a una clasificación "R" (para adultos) en Estados Unidos. Y para "adultos" quiere decir drogas, desnudos y palabrotas.

No obstante, esta no era la intención original del director. Para recuperarse de las heridas dejadas por el monumental fracaso de Heartbeeps (1981), Arkush quería hacer una película autobiográfica, una comedia relatando sus vivencias cuando trabajó en el Fillmore East Theatre de Nueva York a finales de los 60. El proyecto no despertó mucho interés, hasta que unos productores aceptaron financiar la película a condición de que se situara en el presente y se convirtiera en una comedia loca al estilo de Aterriza como puedas (Airplane!, Jim Abrahams, Jerry Zucker, David Zucker, 1980). En la transición, la idea de hacer algo autobiográfico se perdió en el camino, aunque algunas anécdotas se infiltraron, pero Arkush ya había hecho algo parecido en el pasado, la mencionada Rock 'n ' Roll High School, así que el cambio no fue muy traumático.

En esta ocasión, en lugar de tratar con grupos reales, Arkush decidió crear bandas ficticias para la película más o menos inspiradas en bandas o artistas reales. Por ejemplo, Malcolm McDowell es Reggie Wanker ("wanker" en inglés británico quiere decir algo como capullo o pajillero),  una mezcla de Mick Jagger/David Bowie/Rod Stewart, cuyo batería es un loco en referencia al fiestero batería de The Who Keith Moon, interpretado por John Densmore, el batería de The Doors. Lee Ving, el que era el cantante de la banda punk Fear, interpreta a Piggy, una mezcla de Iggy Pop y Sid Vicious. Lori Eastside, cantante y letrista, es la líder de la banda Nada, una banda que hace referencia a bandas como The Bangles y The Go-Gos. Finalmente, Auden es un poeta roquero folk a lo Lou Reed que está interpretado por Lou Reed. Es una lástima que la banda sonora, que incluye también a Sparks que hacen el tema principal de la película, solo se pueda encontrar en vinilos de precio desorbitado, porque muchas canciones se te quedan pegadas.

Entre la comedia absurda y la música, Get Crazy es un gran chute de energía que te hace reír a carcajadas. Con el tiempo se ha convertido en una película de culto, con una azarosa vida comercial. En su día, los productores decidieron que obtendrían más dinero librándose de impuestos si la película era un fracaso que si la película era un éxito, algo parecido a lo que la Warner hizo con Batgirl y que es la trama de Los productores (The Producers, Mel Brooks, 1967). Eso se tradujo en que la película no fuera apenas anunciada (y el tráiler es bastante malo) y sacada de los cines rápidamente. Esto dejó a Allan Arkush devastado, tras un rodaje enérgico en el que el reparto se lo había pasado bomba. Get Crazy aparecía de forma esporádica en televisión y fue editada en VHS, pero el negativo y la banda sonora se perdieron y no fue editada ni en DVD ni en Blu-ray hasta hace un par de años. Para los amantes del humor delirante que sabe apreciar una buena chorrada (como penes parlantes o porros antropomórficos), esta película está recomendada sin reservas.

26 may 2023

Pánico en el Tokio Express (Shinkansen daibakuha)

 

Alguien ha puesto una bomba en un tren bala japonés y exige un rescate para desactivarla ya que explotará si el tren rebaja la velocidad de trayecto a menos de 80 km/h. ¿Os resulta familiar? Bueno, los japoneses lo hicieron primero en Pánico en el Tokio Express (Shinkansen daibakuha, Jun'ya Satô, 1975).

Durante la década de los 70 del siglo XX los avances en efectos especiales contribuyeron a que se pusieran de moda las llamadas "películas de catástrofes". Con Irwin Allen como principal productor de estos títulos, eran películas con un numeroso reparto de estrellas, muchas de ellas ya veteranas, que utilizaban los efectos especiales para meter a los protagonistas en medio de terremotos, tormentas, barcos hundiéndose, edificios en llamas, zeppelines, montañas rusas y aviones en eterno peligro de explotar o ser explotados. Pánico en el Tokio Express empezó siendo la respuesta de Japón a este tipo de películas, un intento de llegar a los mercados internacionales para expandir el horizonte del cine japonés. Pero el director Jun'ya Satô, junto a los guionistas Ryûnosuke Ono y Sunao Sakagami, convirtió la película en algo más que una mezcla de thriller y cine de catástrofes.

Satô utiliza la historia para exponer los problemas sociales existentes en Japón tras finalizar el "boom" empresarial y constructor de la década de los 60. Unos problemas que resuenan con fuerza en el espectador actual, ya que son típicos de sociedades capitalistas donde ha triunfado el liberalismo. Para ello, nos introduce en el pasado de Tetsuo Okita, el líder de los criminales que ha colocado la bomba interpretado por la estrella japonesa Ken Takakura. El director se esfuerza en que entendamos las motivaciones de Tetsuo pero sin olvidar que es un criminal. Que la película se esfuerce en darle una mayor dimensión y que entendamos sus motivaciones no quiere decir que le tenga simpatía o se apoyen sus acciones. Los héroes de la función son Aoki, al que da vida otra estrella japonesa: Sonny Chiba, el maquinista del tren que no puede frenar, y el jefe de tránsito Kuromochi, interpretado por Utsui Ken, que debe lidiar con las amenazas terroristas y los juegos políticos del ministerio mientras cumple su juramento de poner a salvo la vida de los pasajeros. En la trama que afecta a Kuromochi, también el director explora otra problemática: los políticos que anteponen su bienestar al de las personas que se supone representan. De nuevo, algo que también resuena para el espectador actual.

Pero que no haya confusión. El enfoque de Satô añade drama y profundidad a la película, pero no deja de ser un tenso y trepidante thriller que no da un minuto de descanso al espectador. El director mantiene la emoción alternando entre los pasajeros cada vez más histéricos (aquí destacaría el oficinista que está tan desesperado por asistir a una reunión de negocios que es capaz de poner las vidas de todos en peligro, creo que hay otro comentario ahí) y la operación policial para dar caza a los criminales. La alternancia entre las distintas tramas y personajes se hace de manera muy efectiva, sin que se noten los 150 minutos que dura el film. De todos modos, distribuidores internacionales decidieron recortar la película para reducirla a unos 115 minutos. En este montaje, obviamente, se pierden todos los flashbacks hacia el pasado de Tetsuo que pasa a ser un simple villano nada distinto de otros villanos del género. En ambas versiones, el film fue un gran éxito, incluso teniendo en cuenta que cuando se estrenó el cine de catástrofes estaba ya de capa caída.

Aunque el espectador contemporáneo puede que no quede tan convencido por los efectos especiales como los espectadores de los años 70 (sin que eso quiera decir que no son excelentes), tanto la trama como el ritmo mantienen el film actual. Accesible tanto a los amantes del cine clásico como a los que simplemente quieran ver una película tremendamente entretenida.

19 may 2023

Fast & Furious X (Fast X)


 

Bruuummmm bruuummm bruuuuuuuuuuuuuummmm brum brum bruuuummm. En otras palabras, se ha publicado mi crítica de Fast & Furious X (Fast X, Louis Leterrier, 2023) en Underbrain Mgz y podéis leerla clicando aquí:

https://underbrain.com/cine/fast-furious-x/

Si sois fans de la saga, la veréis sí o sí. Si la odiáis, no la veréis da igual lo que diga. Sea cual sea el caso, leed mi crítica, por favor, necesitamos las visitas. Gracias.

12 may 2023

Crimen sin huella (Giallo a Venezia)

 

Hacia finales de la década de los 70 del siglo XX, el ciclo del giallo en Italia estaba llegando a su fin. Se producían menos títulos, con presupuestos más bajos, y para llamar la atención de los espectadores se aumentaron significativamente las dosis de sexo y violencia. Tanto el sexo como la violencia se hacían mucho más explícitos con la esperanza de atraer un mayor número de espectadores. Un perfecto ejemplo de este tipo de gialli es la controvertida película de culto Crimen sin huella (Giallo a Venezia, Mario Landi, 1979).

El inspector Angelo de Pol (Jeff Blynn) investiga un caso complicado: el asesinato del matrimonio formado por Flavia (Leonora Fani) y Fabio (Gianni Dei). Presionado por las autoridades para que solucione rápidamente el caso para que el turismo no se vea afectado, De Pol va desentrañando la complicada vida del matrimonio, esperando encontrar la pista que evite que se cometan más asesinatos.

Giallo a Venezia es una de las películas más infames dentro del género. 98 minutos de pura sordidez, una de esas películas que tienes la sensación de necesitar una ducha después de verla. Esto no resulta particularmente sorprendente si tenemos en cuenta que Mario Landi era un experto en este tipo de películas, al fin y al cabo estamos hablando del director de Patrick vive todavía (Patrick vive ancora, 1980). La trama dedicada a explorar el pasado de Flavia y Fabio está diseñada para explotar el morbo del espectador. Fabio obliga a Flavia a llevar a cabo distintos juegos sexuales (exhibirse desnuda y masturbar a un repartidor, permitir que les observen mientras ella y Fabio mantienen relaciones sexuales en un rincón apartado en público, que otro hombre le meta mano a Flavia mientras Fabio también lo hace en la oscuridad de una sala de cine, obligar a Flavia a hacerse pasar por prostituta para tener relaciones con distintos hombres), juegos que se llevan a cabo sin que Flavia quiera ni obtenga placer en ellos, lo que lleva a un par de violaciones. Es decir, el film hace gala de una fuerte misoginia. Resulta aún más grumosa la sensación de ver la película cuando en las distintas violaciones se utiliza la misma música que en otras escenas de sexo. El efecto de ver a Flavia violada por su marido mientras suena música ligera de ascensor es ciertamente perturbador.

Esta película también es notoria por la brutalidad de la que hace gala. Son asesinatos que lo que les falta en estilo y savoir affaire cinematográfico lo suplen con gore y sadismo. Hay un par de escenas que resultan especialmente impactantes: el asesinato de una prostituta con un plano de la vagina sangrando con unas tijeras clavadas por el asesino asomando y el asesinato de Marzia (Mariangela Giordano), a la que el asesino decide desmembrar. Mientras le está cortando una pierna, Marzia se desmaya por el dolor pero el asesino la despierta de nuevo para que vea como sigue cortando.

La intriga del film no está bien desarrollada y el inspector protagonista no parece especialmente competente. Las interpretaciones son exageradas o pobres. La banda sonora es muy inapropiada. Teniendo todo esto en cuenta, es innegable que es un film memorable. La acumulación de morbosidad y sadismo hace de Giallo a Venezia una película difícil de olvidar. Las escenas de diálogos dirigidas sin gracia se ven compensadas por escenas pasadas de vueltas que buscan despertar las emociones más bajas del espectador. De hecho, es casi un alivio las mundanas escenas de investigación realizadas de forma plana y funcional, para prepararte para el próximo momento ojiplático. Desde luego, no es una película que se pueda recomendar, pero imagino que por la descripción ya os podéis hacer una idea de si es el tipo de película que os interesa.

5 may 2023

El asesino de Lover Lane (Lover's Lane)


 

En la mayoría de críticas que hay disponibles de El asesino de Lover Lane (Lover's Lane, Jon Steven Ward, 1999) se observa, como algo negativo, que no hay rastro de la ironía autorreferencial que dominaba el género tras el estreno de Scream. Vigila quién llama (Scream, Wes Craven, 1996). Para mí, en cambio, esto es algo positivo, ya que hace de Lover's Lane un slasher más puro que remite a los orígenes del género.

Una pareja busca un poco de solitario romanticismo en el rincón de los enamorados de un típico pueblo americano. Hasta que un asesino con garfio por mano decide asesinar a todos los que se encuentran en esa zona. 13 años más tarde, Mandy (Erin J. Dean) se prepara para regresar al rincón de los enamorados en el que murió su madre, mientras estaba con otro hombre que no era su padre. Esto coincide con la fuga del manicomio en el que estaba ingresado el asesino del garfio Ry Hennessy (Ed Bailey) y que empiecen de nuevo los asesinatos.

Lover's Lane es posible que sea más conocida hoy día por ser el debut cinematográfico de Anna Faris, como la cheerleader Janelle Bay, pero eso no le quita mérito como un entretenido slasher. La película fue producida de forma independiente por unos meros 500.000 dólares. Este dinero procedía de un trato que hicieron los productores y guionistas Geof Miller y Rory Veal con la hoy extinta Blockbuster Video, de ahí que en Estados Unidos se estrenara directamente en vídeo y en el resto del mundo se pudiera ver en cines. Una distribución mundial no muy complicada ya que entonces el género volvía a estar de moda.

La película se inspira en la leyenda urbana del asesino del garfio. Una leyenda urbana que había inspirado y seguiría inspirando muchos ejemplos del género. En Lover's Lane se utiliza como punto de partida para poner a los personajes en situaciones familiares, pero realizadas con gracia. Es decir, aunque utiliza lugares comunes y personajes arquetípicos, con las habituales escenas de personajes investigando un ruido cuando deberían salir corriendo, la dirección, el guión y las interpretaciones hacen que el film funcione a pesar de todo. Es una pureza de forma que lo hace destacar comparado con las otras películas del género que se estrenaron en la misma época.

El film ha sido rescatado de la oscuridad por Arrow Video, una estupenda oportunidad para que los fans del género se arriesguen a que los enganche.