Red Riding es una épica historia de corrupción y asesinatos contada a través de tres brillantes películas que por fin se ha editado en DVD en España.
Esta trilogía tiene su origen en el cuarteto de novelas que escribió David Peace bajo el título genérico de Red Riding (riding es el nombre que se le da a las divisiones administrativas de la región de Yorkshire, zona en la que creció Peace) formado por: 1974, 1977, 1980 y 1983. Las novelas de Peace (de las cuales la editorial Alba ha publicado 1974 y 1977 y tiene intención de publicar las dos siguientes) recuerdan a James Ellroy, por su estilo de staccato en el cual cada frase es como una bofetada, estilo que en Peace se convierte prácticamente en prosa poética; y por la manera en que Peace mezcla realidad y ficción de manera que se hacen indistinguibles la una de la otra. En Red Riding se usa como telón de fondo el caso del Destripador de Yorkshire para contar una historia de corrupción policial y de sádicos asesinos.
Tony Grisoni adapta y simplifica la compleja historia de Peace de manera que se mantiene fiel a los temas y la trama principal, aunque para ello se haya de eliminar algún personaje. Pero Grisoni consigue mantener la fuerza y el poder de las novelas de Peace, hecho que se hace más evidente si se comete la locura de ver las tres películas seguidas en una sola sesión.
1974 (Red Riding: In the Year of Our Lord 1974): Dirigida por Julian Jarrold, está protagonizada por Andrew Garfield en el papel de Eddie Dunford, un joven y ambicioso periodista de sucesos que empezará a investigar el asesinato de la niña Clare Kemplay, lo que le llevará a descubrir toda una trama que se irá complicando por momentos.
Jarrold adopta el estilo del cine de los 70, como usar música sólo en algún momento clave cuando no la proporciona el entorno, y usa unos encuadres que atrapan a los protagonistas, aumentando la atmósfera opresiva que reina durante la película. Jarrold triunfa a la hora de hacer que un personaje al principio antipático como Dunford se acabe ganando nuestra simpatía a causa de la ordalía por la que pasa y la manera en que intenta redimirse a través de su relación con Paula Garland (Rebecca Hall), la madre de una de las niñas desaparecidas.
1980 (Red Riding: In the Year of Our Lord 1980): Dirigida por James Marsh, está protagonizada por Paddy Considine como Peter Hunter, un policía al cual encargan ponerse al frente de una unidad que investigará los asesinatos del Destripador de Yorkshire en los cuales la policía de Yorkshire no ha conseguido aclarar nada en los años que llevan apareciendo cadáveres de mujeres. Esta misión será la tapadera bajo la cual Hunter se dedicará a investigar a los agentes que hasta ahora llevaban el caso.
Tras los colores apagados de 1974, aquí resaltan los colores brillantes en contraste con lo oscuro de la trama. Esta parte centrada en los asesinatos reales del Destripador de Yorkshire es la que contiene mayores elementos reales integrados en su trama ficticia. De nuevo, tenemos un protagonista que perseguido por sus propios demonios se obsesionará en resolver una serie de crímenes para ganarse la redención.
1983 (Red Riding: In the Year of Our Lord 1983): Anand Tucker dirige la conclusión de esta trilogía en la cual se cierran los cabos sueltos de las anteriores entregas. El protagonismo se divide en esta ocasión entre David Morrissey como Maurice Jobson, un personaje secundario en las anteriores, y Mark Addy como el abogado John Piggot. También será importante otro personaje secundario en las anteriores: BJ, encarnado por Robert Sheehan.
Menos oscura que las anteriores entregas, la historia arranca cuando se descubre que la desaparición de la pequeña Hazel Atkins guarda cierta relación con el asesinato de la pequeña Clare Kemplay en 1974. Maurice Jobson fue entonces el encargado del caso y el peso de los remordimientos hace que se enfrente al departamento de policía para resolver la nueva desaparición y aclarar los hechos acaecidos en el 74. El abogado John Piggot, por otro lado, también empezará a investigar cuando se encargue de la apelación de Michael Myshkin, en la cárcel por el asesinato de Clare Kemplay.
Red Riding es cine negro y criminal en estado puro. Sus protagonistas intentan sobrevivir en un mundo de corrupción mientras intentan hallar la verdad. Los personajes principales de cada entrega tienen en común la muerte de un familiar que les lleva a replantearse su presente en base a su pasado, lo que les lleva a iniciar un largo camino redentor.
Eddie Dunford vuelve a Yorkshire para trabajar en el periódico coincidiendo con el funeral de su padre. La relación entre su padre y él no fue de las mejores, Dunford muestra su rebeldía llevando ropa no tejida por su padre que era sastre. Peter Hunter se apartó de una investigación cuando su mujer perdió el hijo que esperaban en un aborto, ahora vuelve deseando llenar el sentimiento de pérdida buscando el éxito en su misión actual, llevado también por el estricto código de honor bajo el que vive, que le provoca remordimientos cuando él mismo lo transgrede. El abogado Piggot lo conocemos cuando trae las cenizas de su madre a casa, e intenta enmendar los pecados cometidos por su padre, que también era abogado, en el pasado. Jobson simplemente es un policía que finalmente ya no puede aguantar más los remordimientos de sus acciones pasadas e intenta enmendarse.
Todos ellos se verán implicados en una historia de monstruosa corrupción y de brutales asesinatos. Cada entrega explica una parte de una trama mayor, aunque en un principio cada película podría verse de forma independiente, las referencias que se hacen entre ellas hace que sea recomendable ver las tres para poder apreciarlas realmente. La recomiendo a todo el mundo, especialmente si os gustó el cuarteto de Los Ángeles de James Ellroy (La Dalia Negra, El Gran Desierto, L.A. Confidencial y Jazz Blanco) y sus correspondientes adaptaciones cinematográficas.
Dirigida por Eugenio Martín en 1972, esta coproducción entre Inglaterra y España reúne a dos grandes figuras del terror como son Peter Cushing y Christopher Lee, además de contar con Telly Savalas en un memorable papel secundario, y la presencia de las bellas Silvia Tortosa y Helga Liné, la principal Scream Queen española.
Estamos en 1906. El profesor Sir Alexander Saxton (Christopher Lee) descubre, durante una expedición por los paisajes helados de Manchuria, un extraño fósil que podría tratarse del tan buscado eslabón perdido. Con tan valioso descubrimiento, compra un pasaje en el Transiberiano en su viaje de vuelta a Inglaterra. Allí se encuentra con un antiguo conocido, el doctor Wells (Peter Cushing), además de coincidir con toda una serie de diversos personajes que viajan en el mismo tren. Muy pronto descubrirán que los restos fósiles no están tan muertos como sería de esperar y se enfrentarán a una criatura casi inmortal capaz de sorber los recuerdos (junto a la vida) de sus víctimas.
No hace falta que lo diga si la habéis visto, pero Pánico en el Transiberiano es una maravilla. De ritmo veloz, llena de personajes curiosos y cargada de suspense. El guion mezcla elementos típicos de la ciencia ficción y los ambienta en una atmósfera propia del cine de terror. Personalmente, me recordó un poco a las aventuras del profesor Martin Quatermass, especialmente la excepcional ¿Qué sucedió entonces? (Quatermass and the Pit, Roy Ward Baker, 1967), aunque en un ambiente mucho más claustrofóbico como es el tren. Curiosamente, esta película de regusto europeo fue escrita por dos americanos: Arnaud d'Usseau y Julian Zimet (como Julian Halevy).
Esta curiosa mezcla de elementos argumentales en una atípica ambientación para una película de este tipo le da un aire único. Además la dirección de Eugenio Martín brilla a la hora de filmar las misteriosas muertes, que si bien no son explícitas, resultan tremendamente inquietantes con esos ojos blancos de los que caen lágrimas de sangre. También destaca la soltura con la que Martín mueve la cámara en un espacio estrecho y cerrado, haciendo que el espectador se sienta encerrado pero sin resultar aburrida visualmente.
Una de las cosas que personalmente más me gustan son los toques pseudocientíficos y algo absurdos que la película nos regala. Como una escena en la cual Lee y Cushing estudian el humor vítreo del ojo de la criatura y descubren imágenes que van desde el presente hasta el pasado remoto de la Tierra. Y el momento en que las víctimas de la criatura vuelven a la vida resulta también memorable, creando una gran escena en la cual vemos a los resucitados deambular por el tren con esos ojos blancos ensangrentados que dan tanta cosica.
Es una película que rezuma sense of wonder y que resulta más disfrutable si uno es capaz de verla de manera acorde. También es muy recomendable para los fans de la Hammer, aunque la película no fue producida por la clásica productora inglesa tiene algo del estilo "hammeriano" de los últimos tiempos de la compañía. Resalta también el estilo clásico de Martín a la hora de elaborar el suspense en contraste con las escenas de ataque de la criatura o cuando ésta se traslada de cuerpo en cuerpo. Los logros visuales se ven realzados por las estupendas interpretaciones de todo el reparto que contribuyen a que te metas dentro de la historia.
El único problema que me he encontrado con esta película se refiere al audio. Como ya sabéis, estas coproducciones se rodaban sin sonido directo, ya que participaban actores de distintas nacionalidades, cada uno hablando su propio idioma. Luego se doblaban para ser distribuidas internacionalmente. Por desgracia, la edición en DVD española de esta película sólo incluye la pista de audio en castellano y la edición inglesa en DVD sólo incluye la pista en inglés. Como soy muy fanático de Lee y Cushing me decidí por la inglesa, ya que ambos actores tienen unas voces y manera de interpretar muy características. Sin embargo, espero que en el futuro se edite una edición en Blu-ray que incluya ambas pistas, ya que siento curiosidad por ver como se doblaron los actores y actrices españoles que trabajan en la película, y poder alternar entre ambas. Y algún extra tampoco estaría mal.
Hace tiempo leí no sé dónde, creo que en Horrorview, que las mejores películas de Mel Brooks eran aquellas en las que trabajaba con otros guionistas. Puede que sea cierto, porque las que son para mí las mejores películas de Brooks son El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein, 1974), en la cual escribió el guion junto a Gene Wilder; y La loca historia de las galaxias (Spaceballs, 1987), en la cual escribió el guion junto a Thomas Meehan y Ronny Graham. En cuyo caso, Los productores (The Producers, 1968) sería una excepción, ya que escribió el guion de esta película, la original, él solo.
Sea como sea, Spaceballs es una gran comedia. Como habréis deducido ya, la película es una parodia de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977).
Lo interesante para mí de esta película, las partes que más me divierten, no son tanto las que parodian momentos de la película o las obvias referencias de las que partió Lucas, sino todos los chistes metalingüísticos, que abundan en esta película. Con ello me refiero, por ejemplo, a los chistes basados en como transmiten la información a los espectadores los guionistas o a la afición por las secuelas:
Lone Starr (Bill Pullman): Yogurt, ¿nos volveremos a ver?
Yogurt (Mel Brooks): Si todo va bien, es posible que nos veamos en Spaceballs 2: En busca de más dinero.
Otro running joke muy trabajado es el que hace referencia al merchandising. Como la Twentieth Century Fox pensaba que La guerra de las galaxias era una simple película espacial de bajo presupuesto, no puso impedimentos a que George Lucas se quedara con los derechos de imagen y explotación de la película como parte de su contrato. De ahí que Lucas se hiciera rápidamente millonario gracias al merchandising y la explotación de productos como juguetes, vasos, ropa de cama, camisetas... Hecho que se parodia no sólo en una escena en la cual Yogurt hace una exhibición en su tienda de merchandising de Spaceballs ("de donde de verdad se gana dinero con la película"), también a lo largo del film vemos infinidad de productos Spaceballs. Un hecho, que las productoras casi ganan más con la explotación de merchandising que con lo que sacan en taquilla, que actualmente es más cierto que cuando Brooks hizo la película.
Otro gag que resulta más auténtico ahora que en el momento de hacer la película tiene lugar cuando los malvados Spaceballs intentan localizar a los héroes de la película usando un ingenioso truco: se ponen a ver la propia Spaceballs para ver dónde se han metido los buenos. Y digo que resulta más auténtico ahora porque vivimos en un mundo en el que muchas veces se filtran a Internet películas incluso antes de que se estrenen.
Pero la película está llena de momentos divertidos como el de "la velocidad absurda" o la parodia de Alien - El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) con el propio John Hurt. A la diversión también contribuye un buen reparto en el cual destaca Rick Moranis como Dark Helmet, John Candy como Barf ("soy un perrombre: mitad hombre, mitad perro. Soy mi propio mejor amigo") y George Wyner como el coronel Sandurz.
Con Spaceballs me pasa lo mismo que con las películas de Austin Powers (en VO, dobladas son una mierda no son muy buenas), y es que me divierto más con las partes protagonizadas con los malos de la película que con los buenos. Las escenas que protagonizan los Spaceballs con Dark Helmet al frente son para mí las más divertidas, igual que prefiero al Dr. Evil que a Austin Powers. En cualquier caso, es divertida de principio a fin e ideal después de ver una película oscura como Cisne negro (Black Swan, Darren Aronofsky, 2010).
El nuevo film de Darren Aronofsky Cisne negro (Black Swan, 2010) es una absorbente película de terror psicológico con toques dramáticos que bebe de diversas fuentes: Las zapatillas rojas (The Red Shoes, Michael Powell, 1948), las películas de Dario Argento (Suspiria (1977) y Opera (1987) concretamente), Repulsión (Repulsion, Roman Polanski, 1965), el David Cronenberg de la primera época y otras de las que hablaremos más específicamente. Todo esto se mezcla en el guion de Andrés Heinz, Mark Heyman y John McLaughlin que Aronofsky filma con tremendo estilo.
Como ya sabéis, la película cuenta la historia de Nina Sayers (Natalie Portman), una joven bailarina de ballet que cuando se le ofrece el papel protagonista en El lago de los cisnes, verá como su vida se transforma en una pesadilla. Ahora bien, en la mayoría de sitios que han comentado la película hablan de como la presión de ser la protagonista hace que Nina empiece a, en palabras de Terry Gilliam, ser mentalmente divergente. Pero yo creo que en realidad es otro factor el que hace que Nina vea su existencia transformada en un infierno: el sexo. El miedo al sexo, para ser específicos.
Aronosfky nos cuenta la misma historia de dos maneras: poniéndonos en la piel de Nina la bailarina y través del ballet El lago de los cisnes, que no es sólo un elemento desencadenante de la hsitoria, también funciona como alegoría a lo que le está pasando a Nina. Es decir, el ballet de Tchaikovsky sirve como reflejo a la historia de Nina y este motivo del reflejo y los espejos es usado por Aronoksky a lo largo de toda la película. Lo que es natural, ya que las bailarinas usan espejos para controlar que están haciendo bien sus movimientos y Nina, al empezar la película, se mira continuamente en espejos para asegurarse de que todo está perfecto. Los espejos son para Nina muletas emocionales de las que depende para reafirmarse a sí misma, y cuando su propio reflejo se vuelve en contra es cuando ha pasado ya el punto de no retorno.
Este motivo de los reflejos y los espejos sirve también como manera de representar "el otro", el doppelgänger que intenta dominar a Nina, el cisne negro que intenta poseerla. El doppelgänger es la manera como tiene Nina de representar todos aquellos sentimientos y experiencias que ha soterrado en el fondo de su mente, que ha intentado suprimir a través de la dura disciplina del ballet. Por eso decía que no es tanto la presión de ser la protagonista, que es un elemento importante, sino tener que confrontar los sentimientos que ha ido sofocando y que se ve obligada a liberar para tratar de captar la esencia del cisne negro. Y todos estos sentimientos están relacionados con el sexo.
En Perfect Blue (1998) de Satoshi Kon nos encontramos con un ejemplo parecido. Aquí la protagonista, Mima, es una cantante en un grupo de pop adolescente que lo dejará para convertirse en actriz. Para ello, deberá hacer cosas de las que no acaba de estar convencida como interpretar escenas de sexo y, para tener publicidad, posar desnuda en una revista. Después de hacerlo empezará a ser acosada por un psicópata que alenta un reflejo ideal y fantasmagórico de ella misma, que también sale de un espejo. No soy el único que se ha dado cuenta de las semejanzas entre ambas películas:
En Cisne negro es el coreógrafo Thomas Leroy (Vincent Cassel) el que obliga a Nina a confrontar estas emociones para crear un cisne negro memorable. Y es en la escena que Nina intenta masturbarse por primera vez que vemos el primer atisbo de su transformación final cuando empieza a experimentar cierto placer y la piel de su hombro cambia brevemente. Uno de los muchos detalles sutiles con los que Aronosfky puebla la película. Tenemos otros como, al principio, cuando Nina coge el metro y (mientras Nina estudia su reflejo en la ventanilla) pasa un tren y oímos, cuando se aleja, unos aleteos; o cuando Nina está curioseando en el camerino de la estrella principal ahora acabada Beth (Winona Ryder) y al destapar un pintalabios oímos un suspiro.
El origen de los traumas de Nina es su madre (estupenda Barbara Hershey), una bailarina que nunca acabó de destacar y que tuvo que dejar su carrera para tenerla a ella. Su madre la vigila de manera sobreprotectora como si tuviera doce años, controlando la gente a la que ve y lo que hace. La personalidad infantil de Nina queda reflejada también en su habitación, decorada como si fuese todavía una niña pequeña. Este control psicológico ha provocado que Nina sea una persona insegura y excesivamente exigente consigo misma, expresando sus nerviosismo psicosomáticamente a través de sarpullidos en la piel que se rasca de manera inconsciente. Así sucede lo que tenía que pasar: emociones suprimidas, deseos soterrados, rencores y viejas heridas emocionales (que madre e hija se van abriendo y reabriendo de forma rutinaria) acaban surgiendo convertidos en monstruos a través del cisne negro.
Si la madre ha ido alimentando la personalidad frígida, nerviosa y frágil de Nina y Thomas ha provocado que se empiece a romper el delicado equilibrio mental de la pobre bailarina por sus insinuaciones y avances tremendamente sexuales, el toque de gracia final lo pone la bailarina Lily (Mila Kunis). Nina ve en Lily todo aquello que ansía ser: libre y desinhibida. Sin embargo, el miedo que tiene a su propia libertad hace que proyecte en Lily sus miedos y la convierta en una enemiga. Lily se transforma en la encarnación del cisne negro de Nina en la realidad, la manifestación cárnica de su doppelgänger. De hecho, la primera vez que la ve en el metro de espaldas sin saber que es Lily ya se fija en ella por el parecido que hay entre las dos. Esta fijación por Lily hace que la escena de sexo entre ambas se convierta en otro momento masturbatorio; eñal de la disociación que está teniendo lugar dentro de Nina.
En fin, todo esto es lo que he visto cuando fui a ver Cisne negro, película que me pareció un soberbio ejercicio de terror psicológico. Todas estas reflexiones parten de las apresuradas notas que hice ayer tras ver la película y es posible que se me haya pasado alguna cosa, ya que sólo he visto la película una vez. Espero que pronto salga en Blu-ray de importación para poder volver a ver la película y disfrutarla con más detenimiento.
Cuando estaba haciendo séptimo de E.G.B., a veces nos daban entradas para ir al Centro Parroquial de Horta y ver la película que daban esa semana. Normalmente eran películas de reestreno, normalmente infantiles y normalmente para todos los públicos. Y un día la profesora nos reparte las entradas y nos quedamos mis amigos y yo mirando el título con curiosidad: Akira. No habíamos oído hablar de esa película y no teníamos ni idea de qué podía ser. Habíamos deducido que se trataba de una "peli de dibujos japonesa." Hasta entonces, las series de animación japonesa que habíamos visto eran del estilo de Bola de drac y Dr. Slump.
Cuando el sábado los cuatro que habíamos decidido ir nos presentamos frente al centro, nos llamó la atención el póster de la película (que con el tiempo adornó una de las paredes de mi habitación) que contenía una de las mejores frases promocionales que había visto jamás: Neo-Tokyo está a punto de E-X-P-L-O-T-A-R. Así, en mayúsculas, cosa que prometía muchas explosiones y muy gordas. No tenía ni idea de lo que era Neo-Tokyo pero ya tenía ganas de verlo explotar. O, mejor dicho, E-X-P-L-O-T-A-R.
El concepto "animación para adultos" nos era desconocido. En nuestro pequeño mundo, las "pelis de dibujos" eran las que hacía la Disney, y desconocíamos la existencia de películas como El gato caliente (Fritz The Cat, Ralph Bakshi, 1972) o la sublime Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981). Por fortuna, el concepto también era desconocido para los del centro parroquial que supongo que pensaron que Akira era una simple película de dibujos animados.
Decir que la película nos flipó es poco. Nunca habíamos visto nada igual, literalmente. Recuerdo uno de mis amigos, D., comentar a la salida: No me he enterado de nada pero ha sido una pasada. Fue una experiencia que nos marcó como supongo marcó a aquellos que el 25 de mayo de 1977 vieron por primera vez La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas). Fue un antes y un después para nosotros, ya que despertó un hambre desconocida que hizo que D. y yo nos convirtiéramos en aficionados al manga (yo ya coleccionaba cómics americanos y europeos por entonces) y empezáramos a buscar por los videoclubs películas que nos proporcionaran una experiencia emocional parecida. Gran parte de la afición al manga que se originó en España en los noventa, y que goza de buena salud en la actualidad, tiene su origen en esta película, que se estrenó a principios de los 90.
Akira (アキラ, 1988) de Katsuhiro Ôtomo es una obra maestra de la animación y la ciencia ficción. La película adapta la serie del propio Ôtomo Akira, que a lo largo de seis tomos cuenta una épica historia que mezcla elementos del cyberpunk y las historias apocalípticas. La película, sin embargo, se concentra en lo que sucede en los tres primeros tomos, dejando los otros tres fuera. La serie fue publicada originalmente por Ediciones B, siendo fieles a como se había publicado originalmente en Japón (la que yo tengo); luego la serie fue publicada de nuevo por Norma Editorial en su versión coloreada.
Situada en el año 2019, la acción nos lleva a la megalópolis Neo-Tokyo, levantada sobre las ruinas de la antigua ciudad destruida por la IIIª Guerra Mundial. Allí, bandas callejeras de motoristas se enfrentan entre ellos de manera habitual. Durante una de estas reyertas, la pandilla motorizada de Kaneda tropezará con una operación militar para llevar de vuelta un sujeto escapado de unas instalaciones secretas dedicadas a estudiar algo llamado el fenómeno Akira. A partir de aquí, se mezclan personajes y tramas que culminarán con grandes revelaciones de secretos del pasado y muchas E-X-P-L-O-S-I-O-N-E-S.
Como todas las grandes obras de ciencia ficción, Akira es un reflejo del presente y el pasado, aquí de Japón. La megalópolis Neo-Tokyo es una referencia a la reconstrucción y modernización que llevó a cabo Japón tras el impacto de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Así como las protestas y manifestaciones políticas de vemos en el film son una representación paralela de las que tuvieron lugar en Japón en los 60. Pero todo esto es simplemente el telón de fondo para una película que irá avanzando hacía terrenos metafísicos una vez se empiecen a manifestar los poderes de Tetsuo.
Los diferentes personajes se van cruzando persiguiendo sus objetivos: Kaneda quiere rescatar a su amigo Tetsuo y está interesado en Kei; Kei forma parte de un grupo revolucionario que pretende exponer los sucios secretos del gobierno; el coronel Shikishima espera lograr con Tetsuo la clave para dominar Akira. Todo ello en una trama cargada de tensión, intriga, acción e imágenes espectaculares.
El contenido de Akira y las imágenes que nos presenta hace que aún hoy día resulte una película espectacular a pesar de los avances en animación que ha habido desde entonces. Lo complejo de su trama y los conceptos que nos va presentando hacen que no sea un espectáculo vacío. A pesar de que, como he mencionado antes, el 50% de la historia original se quedó fuera de la película.
Desde los 90, productoras americanas han intentado llevar a cabo una adaptación en carne y hueso de la película. El proyecto nunca se acababa de hacer realidad debido al coste prohibitivo que tenía. La idea resucitó después del estreno de Matrix (The Matrix, Andy y Lana Wachowsky, 1999) con la intención de que Keanu Reeves hiciera de Kaneda. Gracias a Dios ése proyecto no tiró adelante. Actualmente parece que sí que se va a hacer una adaptación americana, en la cual está trabajando Steve Kloves puliendo el guion de Mark Fergus y Hawk Osby, cuyo estreno tendría planeado la Warner para el 2013.
Para mí es una obra maestra fundamental de la ciencia ficción y la animación de indispensable visionado junto a Ghost in the Shell (Kôkaku kidôtai, Mamoru Oshii, 1995).
Bueno, como cantaba Whitesnake, here I go again. La verdad es que no sé para qué me molesto en comentar películas surrealistas o cinematográficamente alternativas, ya que parece que a nadie le interesan. Ya sea la poesía visual de Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu, Jaromil Jires, 1970), el furioso collage visual de House (Hausu, Nobuhiko Ôbayashi, 1977) o el acercamiento peculiar al género de El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973). Pero como el principal objetivo por el que empecé el blog era dar a conocer películas no muy conocidas, por lo menos entonces, pues me pongo hoy a hablaros de La montaña sagrada (The Holy Mountain, Alejandro Jodorowsky, 1973).
Posiblemente la mejor película de Jodorowsky sea Santa Sangre (1989), seguida de cerca por El Topo (1970). Sin embargo, La montaña sagrada siempre ha sido una de mis favoritas dentro de su filmografía ya que me recuerda a sus trabajos como guionista de cómics en El Incal o El corazón coronado, ambas con Jean Giraud "Moebius" como dibujante. Sobretodo en la manera como combina reflexiones místicas con toques de humor.
La película está cargada de principio a fin de poderosas imágenes alegóricas mientras nos cuenta la historia de una serie de personajes embarcados en un viaje hacia la inmortalidad liderados por El Alquimista (Alejandro Jodorowsky). Esta premisa sirve de excusa para sumergirnos en un mundo visualmente fascinante, en el cual la mano de Jodorwsky está presente en el diseño de decorados y entornos.
Desde el minuto uno Jodorowsky nos va impactando con imágenes en las que para algunas es fácil encontrar interpretación, significado o ver a qué hacen referencia, pero otras permanecen crípticas. Éstas son las que me resultan más interesantes, aquellas que te desafían a que les busques un sentido o significado.
Claro que parte de ello se debe a mi ignorancia sobre el significado de las cartas Tarot o los símbolos cabalísticos, ya que no es algo que me haya interesado nunca. Pero en cambio otras me dejan simplemente perplejo. Por ejemplo, hay un momento en el cual vemos a un grupo de prostitutas de diferentes edades rezando ante una figura de Jesucristo. Luego salen y se dedican a exhibirse a la puerta de una iglesia. Un anciano se presenta y una prostituta de unos siete u ocho años se le acerca. El anciano se postra ante la niña-prostituta y le besa la mano como si fuera el Papa. Luego, el anciano se saca uno de sus ojos, que es de cristal, y se lo pone en la mano a la niña-prostituta como ofrenda. Fin de la escena.
¿Se trata de como la Iglesia ha prostituido la imagen de Jesucristo y la religión? ¿Qué irse de picos pardos es muy caro? Cada cual que saque sus conclusiones.
Como he mencionado antes, muchos momentos nos son presentados con un tono de comedia, casi de farsa. Parece casi que Jodorowsky nos pide que no nos tomemos demasiado en serio lo que estamos viendo, culminando en un clímax en el cual Jodorowsky rompe la cuarta pared y nos invita a ir en busca de la realidad.
Resulta interesante como algunos de los temas que toca Jodorowsky en la película siguen vigentes hoy día. Tal vez más aún. La obsesión por mantenerse joven y el miedo a la muerte, que es representado con la invención de unos dispositivos electrónicos que permiten animar un cadáver para que haga algunas acciones; o la comercialización del arte, en un momento que muestra obras de arte hechas en cadena o la creación de una obra que es la máquina de amor definitiva y la interacción con ella muestra la habilidad como amante del espectador. Todo ello entremezclado con una parte mística repleta de reflexiones filosóficas y parábolas que van adornando el viaje místico de los protagonistas.
En su momento la película fue tremendamente polémica y ganó fama como "película prohibida", pero realmente no hay nada que pueda resultar ofensivo o de mal gusto, desde mi punto de vista. Es una película diferente e interesante que puede dar pie a interesantes debates.
En 1971 se estrenaba Harry, el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971), uno de los personajes más famosos, junto a El hombre sin nombre de la Trilogía de los Dólares de Sergio Leone, de todos los interpretados por Clint Eastwood y un héroe clásico del cine de acción. Sin embargo, el policía Harry Callahan no surgió de la nada.
En 1968 Don Siegel dirigió La jungla humana (Coogan's Bluff), en la cual Clint Eastwood interpreta a otro duro policía, éste de Arizona, que va a Nueva York por un caso y donde sus métodos chocaran con la manera de hacer de los chicos de la gran ciudad, en una película que casi parece un ensayo para la futura Harry, el sucio. Pero uno de los antecedentes más interesantes de Harry, el sucio es otro policía de San Francisco: Bullit, al cual Steve McQueen dio vida en la homónima película dirigida por Peter Yates en 1968. Es interesante ya que por primera vez vemos a un policía ejerciendo el papel que tradicionalmente llevaba a cabo el detective privado.
En los inicios de la novela negra y las historias policíacas pulp, no había mucha diferencia entre policías, detectives privados y justicieros vigilantes. Todo eso cambió con la llegada de Raymond Chandler y su estilo irónico único. Chandler era comunista y muchas de sus ideas políticas impregnaron los relatos y novelas protagonizadas por Phillip Marlowe. En las novelas (de las cuales recomiendo Adiós, muñeca y El largo adiós) de Chandler, el sistema y las fuerzas de la ley son corruptas y Marlowe es el único que se mantiene incorruptible e insobornable, aunque el resultado final de sus esfuerzos no siempre salga a la luz o tenga final feliz, de ahí su actitud cínica. Del mismo modo que Marlowe se movía siguiendo únicamente las directrices de su código moral, Bullit actúa de modo parecido aunque por ello se enfrente a sus superiores, más interesados en mantener las apariencias y evitar la mala publicidad.
Lo interesante también tanto de Bullit de Yates como de Harry, el sucio de Siegel es que se sitúan en un término medio en cuanto a los tipos de historia policíaca que había hasta entonces. Se podrían dividir en dos: orden, novelas, series y películas en las cuales hay un crimen del que no se sabe el sospechoso y que al final se resuelve perfectamente sin ambigüedad de ningún tipo y todo vuelve a la normalidad; y caos, en las cuales los protagonistas viven sumergidos dentro del mundo criminal y las transgresiones pueden o no resolverse y en ocasiones hay un grave coste para su protagonista. Lo que Yates y Siegel transmiten en sus obras es: el sistema está corrupto y podrido por la política pero hay agentes del orden que nos protegerán del caos. Aunque el precio que han de pagar estos agentes a veces sea alto, como veremos más adelante.
Harry, el sucio presenta un interesante arco dramático protagonizado por su personaje principal. La película está dividida en dos partes. La primera nos presenta una trama habitual en la que el psicópata Scorpio (Andrew Robinson) lleva a cabo una serie de crímenes que son investigados por Harry Callahan y su compañero Chico González. Mientras vemos como los policías trabajan siguiendo una rutina policial y métodos habituales, vamos conociendo a Harry Callahan mediante escenas que no tienen nada que ver con la trama principal.
De todas estas escenas, la más famosa es la del atraco al banco. Harry llega a un restaurante para desayunar y mientras se sienta pide al encargado que llame a la policía ya que se está cometiendo un atraco (aunque Harry usa el código policíal, claro) para a continuación ponerse a desayunar tranquilamente confiando en que la patrulla llegue a tiempo. Y cuando suena la alarma del banco, Harry va a detener a los criminales ¡como si fuera todo una simple molestia que le impide desayunar tranquilo! Sabemos ya que Harry es un policía que lleva tiempo en la fuerza, que no se está por tonterías y que le precede una fama que es buena o mala dependiendo del lado de la ley en el que estés. Aquí aprendemos otra cosa de Callahan: Harry siempre camina en línea recta, lo cual nos indica que es implacable. Luego, mientras le curan unas heridas, averiguamos que se ha quedado viudo no hace mucho, lo que nos indica que el trabajo de policía es lo único que llena su vida. En esta parte de la película se concentran también las dosis de humor que contiene, como cuando Harry disuade a un suicida de una forma bastante peculiar (escena en la que Eastwood cambia la voz de manera que resulte más cómica) y que luego seria homenajeada en la película Arma Letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987) o cuando es confundido por un pervertido espía. Incluso hay un momento en el cual mientras vigilan a ver si llega Scorpio, Harry se distrae espiando con unos prismáticos a una jovencita desnuda en su apartamento que recibe a un grupo de amigos.
Sin embargo, la película hace un giro cuando Scorpio secuestra a una niña de catorce años y obliga a Harry a recorrer media ciudad para que le entregue el dinero a cambio de dar la localización de la niña. Así, tras la tensión de llegar a tiempo a cada punto de control, la pelea con Scorpio durante la cual su compañero es herido y que Scorpio intente matarlo tras decirle que dejará morir a la niña; Harry cruza la línea. Entra sin autorización en el estadio donde vive Scorpio y le tortura para averiguar dónde ha dejado a la niña. Es en este momento, que tiene lugar en mitad de un campo de fútbol americano, cuando Harry empieza a torturar a Scorpio que nos alejamos de ambos personajes. La cámara alza el vuelo, alejándonos de un momento y una escena que nos indica que ya no estamos en una película de acción policial normal y corriente.
Mientras Harry observa como recuperan el cadáver de la pobre Ann Marie Deacon nosotros observamos a Harry. En lo que queda de película ya no hay más notas de humor y se empiezan a plantar las semillas para un anticlímax nada habitual en este tipo de películas. Harry tiene los habituales enfrentamientos con sus superiores y se le añade la frustración de que por sus acciones ilegales Scorpio quedará libre. Aquí se produce un momento bastante significativo, que tiene lugar durante una conversación entre Harry Callahan y la esposa de su compañero (Lyn Edgington), en la cual averiguamos cómo murió su mujer. Tras decirle a la esposa que entiende que quiera que Chico deje de ser policía por lo duro y difícil que es, ella le pregunta que por qué sigue Harry como policía. A lo que él responde:
-No lo sé. De verdad que no.
La culminación de este cambio de tono llega con el enfrentamiento final con Scorpio. Tras hacer la repetir de nuevo el famoso diálogo que previamente había soltado al ladrón de bancos (interpretado por Albert Popwell, actor que aparece en tres películas más de Harry, el sucio haciendo diferentes papeles en cada una), llega la predecible muerte de Scorpio, tras el duelo de rigor. Sin embargo, mientras en otras películas este es el momento de la victoria donde se espera cierta satisfacción tras la muerte del villano, el momento aquí tiene un sabor agridulce. No hay sensación de victoria o triunfo. Mientras oye los coches de la policía llegar, Harry saca su placa, la mira reflexionando y luego la tira al lago. Este momento representa la pérdida de fe de Harry en el sistema, ya que sugiere que tras los eventos sucedidos dejará de ser policía. Esta idea fue ignorada con el objetivo de hacer más películas con el personaje, pero resulta interesante dramáticamente tener a un héroe que se cuestiona lo que ha hecho previamente en la historia.
Naturalmente, Harry, el sucio fue un gran éxito de taquilla porque supo conectar con el zeitgeist que en aquellos momentos dominaba la sociedad americana. Harry Callahan era la expresión del malestar social, la frustración y desconfianza de los ciudadanos hacía un sistema por el que se sentían traicionados en un momento en el cual se experimentó un importante aumento en los índices de criminalidad. Aunque cuando vi por primera vez esta película yo tenía unos doce años, y simplemente me pareció una buena película de acción. Tampoco me extrañaron los métodos de Harry después de ver como John McClane, Indiana Jones o James Bond ni parpadeaban a la hora de acabar con todos los villanos que se les pusieran por delante.
Lo mejor que trajo consigo el estreno de Harry, el sucio es Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973), continuación que considero superior a la primera, ya que mientras Siegel creó un entretenido thriller policial, la película de Ted Post es superior cinematográficamente hablando no sólo por la enérgica dirección de Post sino por un guion que contiene interesantes reflexiones dramáticas y políticas cortesía de dos guionistas de lujo como son John Milius (guionista de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979)) y Michael Cimino (director y guionista de El cazador (The Deer Hunter, 1978)).
En esta película Harry Callahan se enfrenta no a un psicópata malo porque sí sino a un escuadrón de la muerte formado por un grupo de policías que ha decidido ejercer de juez, jurado y, especialmente, verdugo. Para ello se dedican a pasearse por la ciudad ejecutando a cualquier criminal rico que se les ponga a tiro.
La premisa se le ocurrió a John Milius, aunque en algún sitio se le atribuye la idea original a otro grande: Terrence Malick, mientras trabajó brevemente en el guion de la primera película, pero no he podido confirmar la información así que me quedo con la que he podido comprobar. Milius comenta en una entrevista que se le ocurrió la idea tras escuchar las acusaciones de que Harry Callahan era un extremista que se tomaba la justicia por su cuenta. Decidió entonces enfrentar a Harry con un grupo de policías que son realmente lo que se le acusaba de ser a él. También tenemos una película en la cual Harry Callahan se parece más a un ser humano real.
Esta entrega también muestra un guion mejor trabado, en el cual todo lo que sucede en pantalla tiene que ver con la historia principal de manera más o menos sutil. Pero lo mejor es cuando Harry se confronta con el escuadrón de la muerte, y resume sus ideas políticas de manera contundente:
"Odio el maldito sistema, pero mientras no venga alguien con una idea mejor que tenga sentido, lo respetaré."
En realidad, Harry Callahan no es un personaje de derechas ni de izquierdas, no tiene una ideología política. Lo único que le interesa es hacer cumplir la ley, todo lo demás le da igual como demuestra este otro momento. Transcurre cuando Harry le pregunta a su compañero Early Smith (Felton Perry) por unos policías que son excelentes tiradores:
Harry: ¿Les conoces?
Early Smith: Llegaron a la Academia después que llegara yo. Siempre iban juntos a todos sitios, como pegados con chicle. Todos pensaban que estaban enamorados.
Harry: Te diré una cosa. Si todos dispararan como ellos, no me importaría que todo el maldito departamento fuera marica.
También conocemos algo más de Harry, el ser humano. La película invierte algo de tiempo en que conozcamos como es Harry cuando no está de servicio. La razón de ello es que, tras el estreno de la primera entrega, muchas mujeres escribieron cartas a la productora pidiendo una próxima película con el personaje en la cual las mujeres le intentaran seducir a él, no al contrario. De ahí que un par de mujeres le tiren los tejos a Harry, el cual se deja seducir con facilidad, todo hay que decirlo.
Pero, como digo, lo más interesante de la película es como juega con la noción de que pasaría si de repente un grupo de policías empezara a actuar como justicieros del Oeste. Aquí radica la razón por la que considero que ésta es la mejor película de la saga, no sólo como pieza de entretenimiento sino por el contenido de la película más allá de las peripecias policiales.
Es una lástima que tras tan sobresaliente continuación la siguiente entrega de las aventuras de Harry Callahan sea menos que brillante. Harry, el ejecutor (The Enforcer, James Fargo, 1976) es una película entretenida pero que no alcanza las cotas de brillantez de ninguna de las dos anteriores entregas. El argumento cuenta como Callahan se encarga esta vez de perseguir a un grupo de terroristas de extrema izquierda. La gracia está en que esta vez le ponen de compañero a una mujer: Kate Moore (Tyne Daly, a la que algunos recordaréis de la serie policíaca Cagney y Lacey). Como es habitual, Harry al principio está en contra pero luego su compañera se acabará ganando su respeto, una idea que ya aparece en la primera película, en la que Harry acepta de manera reluctante un compañero nuevo y luego se hacen amigos; y que formará la génesis del subgénero conocido como buddy movies, películas en que dos personajes diferentes son emparejados y vemos como acaban uniendo sus fuerzas. Otra cosa que se repite es Harry arreglando los desaguisados que provocan sus jefes y superiores. En esta ocasión, el capitán McKay ataca a un grupo político de izquierdas afroamericano convencido por razones racistas que son los culpables. Luego, Harry intenta convencer al jefe de este grupo, Mustapha (Albert Popwell en su tercera aparición en la serie), de que les ayude dándoles información.
Una entrega rutinaria que resulta entretenida básicamente por el buen hacer de Clint Eastwood.
La cuarta entrega de la serie recupera el pulso en una historia que, de nuevo, toca personalmente a Harry Callahan.
Impacto súbito (Sudden Impact, 1983) fue la única de toda la serie dirigida por Clint Eastwood. La película empieza con una mujer asesinando a un hombre en un coche. Se trata de Jennifer Spencer (Sondra Locke). Por otro lado, Harry es obligado a tomarse unas vacaciones tras provocar la muerte de un importante jefe mafioso. Jennifer y Harry coincidirán en el pequeño pueblo de San Paulo donde iniciarán una relación romántica mientras Jennifer lleva a cabo una sangrienta venganza.
Como ya comenté en su momento, la película guarda no pocas similitudes con La violencia del sexo (I Spit on Your Grave aka Day of the Woman, Meir Zarchi,1978). La ambigüedad moral y procurarse justicia uno mismo sin contar con el sistema forman la base de una película en la cual las víctimas pasan a ser ejecutores y viceversa: no hay mucha diferencia entre lo que hace Harry para vengar la muerte de su compañero (Albert Popwell, de nuevo) y lo que hace Jennifer para vengar la violación que sufrieron ella y su hermana. La historia entra así de lleno en el subgénero de la venganza (del cual tenéis algunos ejemplos bajo la etiqueta "venganza") y la justicia vigilante, aunque de una manera más elegante que muchas de las películas del género.
Eastwood se rodeó de colaboradores habituales, como suele ser la norma con él, para hacer una película que resulta interesante ya que se aparta ligeramente de la fórmula habitual e introduce un conflicto personal en Harry Callahan, lo cual hace que sea una de las entregas más interesantes junto a las dos primeras.
Es una lástima que la quinta y última película de la serie no explotase del todo las buenas ideas que ofrece. La lista negra (The Dead Pool, 1988) fue dirigida por Buddy Van Horn, un colaborador de Eastwood habitual, especialista en las escenas que requieren, pues eso, especialistas. Tal vez sea por ello que la película se centra más en la acción y deja de lado los interesantes conceptos que se plantean en el guion de Steve Sharon, Durk Pearson y Sandy Shaw. Además, la película cuenta con grandes actores como Liam Neeson y Patricia Clarkson.
Una de las cosas más interesantes es que la película parodia los tópicos de las anteriores películas de la serie, siendo el ejemplo más famoso la escena en la cual Harry y su compañero Al Quan (Evan C. Kim) huyen en coche perseguidos por un coche teledirigido, parodia de las típicas persecuciones de coches. Sin embargo, aspectos más interesantes, como la manera en que los medios de comunicación explotan el morbo y la violencia, son mencionados brevemente de pasada pero nunca explorados y la película concluye apenas pasados 85 minutos, como si tuviera prisa por acabar. Un final, por cierto, que no tiene mucho interés ya que el enemigo al que se enfrenta Harry Callahan no está a la altura de él o de la serie, con lo que se le resta mucha emoción al clímax.
La película es recordada por la breve aparición que hace un entonces desconocido Jim Carrey haciendo de estrella del rock y por la presencia de auténticas estrellas del rock como los Guns N' Roses, cuya canción Welcome To The Jungle fue usada en un memorable momento de la película en la cual se filma un falso videoclip y la banda hace también un breve cameo.
En fin, es una lástima que la última entrega de la serie resulte hasta cierto punto decepcionante. Contiene buenas ideas pero resulta frustrante que no sean ejecutadas.
El tiempo dirá si Monstruos contra alienígenas (Monsters vs Aliens, Rob Letterman y Conrad Vernon, 2009) es una de las mejores películas de la historia o sólo me lo parece a mí. Lo que está claro es que el guion de Rob Letterman, Conrad Vernon, Maya Forbes, Wallace Wolodarsky, Jonathan Aibel y Glenn Berger incluye un montón de homenajes a la cifi en general, y específicamente de los 50, que da forma a una película terriblemente infravalorada y en la cual se nota que sus autores sienten un auténtico amor por el género. Aprovecho para comentar que éste es otro caso de película maltratada en su doblaje, ya que se infantilizan los diálogos por no sé que razón y muchas bromas desaparecen, como cuando el general W.R. Monger (Kiefer Sutherland) dice: "el presidente de estos Estados Unidos" y la traducción simplemente dice "el presidente de los Estados Unidos", que no es exactamente lo mismo.
A continuación paso a detallar los homenajes y referencias que he detectado, minuto a minuto. He especificado los segundos en caso de que haya algún minuto en el que haya más de un homenaje. No he incluido referencias argumentales que se aplican de forma general en estas películas, como la pareja de enamorados que ve caer un misterioso meteorito a lo The Blob, ni las canciones que aparecen en la película con temática marciana como Planet Claire de los B-52's, Purple People Eater de Sheb Wooley y When You See (Those Flying Saucers) de The Buchanan Brothers. Bueno, acabo de hacerlo. En fin, homenajenómetro:
0.00 El logo en blanco y negro es un guiño a las películas de los 50.
0.01 El hombre botando una bola en una pala es un guiño a Los crímenes del museo de cera (House of Wax, André De Toth, 1953), también rodada en 3D y en la cual sale un anunciante haciendo lo mismo. Las bolas van directas a la audiencia, claro.
0.02 Referencia a Leonard Nimoy, que interpretaba al señor Spock en la serie original Star Trek.
0.09 La cada vez más enorme Susan (Reese Witherspoon) adopta una postura semejante a la que adopta la protagonista de Attack of the 50 Foot Woman (Nathan Juran, 1958) en el póster de la película.
0.17 Mención de pasada a Expediente X (The X Files).
0.24 El presidente (Stephen Colbert) toca el tema musical que sirve como herramienta de comunicación en Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, Steven Spielberg, 1977).
0.24.15 El saludo del presidente es el saludo vulcano que aparece en Star Trek.
0.24.22 El archifamoso tema principal de la banda sonora de Superdetective en Hollywood (Beverly Hills Cop, Martin Brest, 1984).
0.26 Se oyen brevemente los acordes musicales del tema principal de la banda sonora de E.T., el extraterrestre (E.T.: The Extra-Terrestrial, Steven Spielberg, 1982) de John Williams al tiempo que aparece una mención directa escrita en un misil.
0.27 La sala de emergencia es una referencia a la que aparece en ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, Stanley Kubrick, 1964).
0.29 Homenaje a Japón bajo el terror del monstruo (Gojira, Ishirô Honda, 1954) y a las películas kaiju en general.
0.29.54 El bloque de hielo descongelado por la manta eléctrica es una referencia a El enigma... de otro mundo (The Thing from Another World, Christian Nyby, 1951).
0.29.56 El personaje The Missing Link (Will Arnett) hace referencia a la Criatura de La mujer y el monstruo(Creature from the Black Lagoon, Jack Arnold, 1954) pero este momento en concreto esta sacado de su secuela, Revenge of the Creature (Jack Arnold, 1955), reseñada junto a la primera parte.
0.30 Referencia a La Mosca (The Fly, Kurt Neumann, 1958).
0.30.38 Reproducción de un famoso momento de La masa devoradora (The Blob, Irvin S. Yeaworth, Jr., 1958), cambiando el rojo de la masa original por el azul del personaje B.O.B. (Seth Rogen).
0.35 Socarrona referencia a Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth, David Guggenheim, 2006).
1.12 Se menciona La loca historia de las galaxias (Spaceballs, Mel Brooks, 1987), Gallaxhar (Rainn Wilson) utiliza el título original de la película como exclamación (en la VO, claro).
1.15 Los intentos de Susan alias Ginormica de meter un dedo en alguno de los ojos de Gallaxhar reproducen las rutinas cómicas que hacían Curly, Larry y Moe alias The 3 Stooges.
1.24 Los títulos de crédito finales, tras el gag que aparece a mitad de los créditos, utilizan un estilo de imagen en negativo usada en los títulos de crédito de películas de los años sesenta.
Hasta aquí los homenajes y las referencias que he detectado. Si vosotros habéis visto alguna que a mi se me ha pasado, indicadla. Tras este recorrido puede que penséis que he visto demasiadas películas de ciencia-ficción de serie B. Pero no se pueden ver demasiadas películas de ciencia-ficción igual que no se puede ser demasiado rico o estar demasiado delgado.
A riesgo de sonar como mi madre, simplemente quédate quietecita y espera que acabe.
Sarah Paulson en Abajo el amor (Down with Love, Peyton Reed, 2003)
De nuevo me veo en la difícil y ardua tarea de defender una película injustamente tratada. Bueno, muy difícil no es ya que Abajo el amor (Down with Love, Peyton Reed, 2003) tiene muchas cosas a su favor. No funcionó demasiado bien en taquilla en el momento de su estreno, ya que mucha gente no estaba de humor para ver una comedia romántica con Renée Zellweger y la que sí lo estaba se quedó algo descolocada ante el tipo de película que se encontraron, ya que no se trataba exactamente de una comedia romántica.
Abajo el amor es una recreación/homenaje/parodia de las comedias de enredo que Rock Hudson y Doris Day protagonizaron en los sesenta. Me refiero a películas como Confidencias de medianoche (Pillow Talk, Michael Gordon, 1959), Pijama para dos (Lover Come Back, Delbert Mann, 1961) o No me mandes flores (Send Me No Flowers, Norman Jewison, 1964) y otras comedias de enredo de la época como Suave como visón (That Touch of Mink, Delbert Mann, 1962), La pícara soltera (Sex and the Single Girl, Richard Quine, 1964) y Boeing Boeing (Boeing (707) Boeing (707), John Rich, 1965). Estas comedias eran herederas de las screwball comedies de los años treinta y cuarenta, como La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, Howard Hawks, 1938), y cuyas herederas actuales son series como Friends.
La película se ambienta en los años sesenta, pero en los años sesenta tal y como eran representados entonces en el cine no como eran en realidad. Para ello incluye algunos gags y situaciones de la época, como la fiesta beatnick, una escena que reúne varios edificios famosos de Nueva York en un mismo sitio o representar diferentes países con el mismo decorado pero poniendo una bandera del lugar en cuestión cada vez. Los fondos usados cuando los personajes van en coche son fondos usados en la época, de películas de los años sesenta. Hasta el logo que aparece al principio de Twentieth Century Fox es el mismo usado en los sesenta incluido el "filmado en Cinemascope".
Para completar el efecto, los actores interpretan siguiendo el mismo estilo de entonces, añadiendo cierto tono irónico ya que no le faltan elementos satíricos. Y sí, Renée Zellweger tiene un papel protagonista en la película, pero la parte positiva es que ninguno de los otros actores y actrices son Renée Zellweger: Ewan McGregor, muy divertido; Sarah Paulson, estupenda; y David Hyde Pierce tiene algunas de las mejores frases haciendo el mismo papel que hacía Tony Randall en las películas de Rock Hudson y Doris Day. Y, de hecho, el propio Tony Randall hace una breve aparición.
La película me hace reír a carcajadas ya que utiliza un tipo de humor basado en los diálogos. Por desgracia, gran parte del ingenio y los dobles (y hasta triples) juegos de palabras que aparecen en el guion de Eve Ahlert y Dennis Drake desaparecen en el doblaje y la traducción de la película. No es sólo que los juegos de palabras sean difíciles de traducir, es que hasta se traducen mal los diálogos simples. Éste es un ejemplo:
En la VO dice:
Peter McMannus (David Hyde Pierce): Catch, eres el mejor amigo que un tipo con veinte neurosis puede tener.
Catcher Block (Ewan McGergor): Oh, hace tiempo que somos amigos... Te conocí cuando sólo tenías doce.
Traducción:
Oh, hace tiempo que somos amigos... Te conozco desde que tenías doce años.
En definitiva, es un caso como el de Una novia sin igual (So I Married an Axe Murderer, Thomas Schlamme, 1993), otra comedia maltratada: películas que se vendieron mal al público dando una idea equivocada de como son y provocando que mucha gente no las viera al crearse ideas preconcebidas. También admito que las dos, Abajo el amor y Una novia sin igual, son comedias algo extrañas y que puede que no gusten a aquellos acostumbrados a etiquetar las películas y dejarse guiar por sus prejuicios.
Como veréis, el tráiler no es muy bueno y vende la idea de que es una comedia romántica.
Viernes 13 VI: Jason vive (Jason Lives: Friday the 13th Part VI, Tom McLoughlin, 1986): Ésta, la primera y la segunda entrega son sin discusión las mejores de toda la saga. El escritor y director McLoughlin incorpora un sano sentido del humor autoreferencial, guiños a las películas de terror de la Universal, una historia con personajes interesantes, un ritmo trepidante y Alice Cooper. En resumen: diversión a tutiplén.
Ignorando hasta cierto punto el final de la anterior película, Tommy Jarvis (Thom Mathews) quiere acabar de una vez por todas con las pesadillas en las cuales Jason (C. J. Graham) le persigue. Por ello decide ir a visitar su tumba y, al más puro estilo Frankenstein, Jason resucita.
McLoughlin obliga a sus protagonistas a actuar de manera extraña para una película de Viernes 13: van a la policía, hacen planes y, en general, actúan de forma inteligente. El director salpica la trama principal en la cual Tommy intenta detener a Jason con escenas de éste asesinando a una variopinta selección de personajes al ritmo de las canciones de Alice Cooper. En el audiocomentario de una de las ediciones en DVD, McLoughlin explica como incluso dejó cierto margen para que la gente lanzara frases e hiciera comentarios alargando algunas escenas unos instantes. Es este humor añadido a la película el que hace que sea una de las mejores de la serie, como queda claro al principio cuando se parodia el inicio de las películas de James Bond con Jason lanzando un machete a la audiencia.
Sin embargo, la película también tiene sus momentos de suspense y terror. Además es la única en la cual aparece un campamento en Crystal Lake en el que hay niños y la primera en aparecer Jason como una criatura sobrenatural. Con lo cual el conjunto de la película se traduce en una trepidante montaña rusa. Y Alice Cooper en la banda sonora (¿lo he mencionado ya?).
Viernes 13 VII: Sangre nueva (Friday the 13th Part VII: The New Blood, John Carl Buechler, 1988): Conocida entre los aficionados como Jason vs. Carrie, esta séptima parte fue la que sufrió un mayor acoso por parte de la censura, que la destrozó a gusto. Una lástima, porque el director Buechler tiene una larga carrera dentro del mundo de los efectos especiales y se encargó de los de esta entrega además de dirigirla.
La joven Tina Shepard (Lar Park-Lincoln) llega con su madre (Amanda Blu) por orden de su terapeuta (Terry Kiser) para superar sus traumas de infancia, provocados por la muerte de su padre (no ha causa de Jason, casualmente) y el despertar de sus poderes telequinéticos. Poderes que despertarán a Jason (Kane Hodder) que volverá a liar la de Dios es Cristo, aprovechando que un grupo de incautos adolescentes está de fin de semana al lado de la casa de Tina (que ya es casualidad).
Comparada con la anterior entrega, ésta se hace un poco sosa y parece que se toma demasiado en serio a si misma. Pero dentro de la saga, está bastante bien. Sin Tommy Jarvis, el peso de acabar con Jason vuelve a caer sobre los hombros de la final girl de turno, y Tina es una interesante final girl gracias a sus poderes telequinéticos que hacen que el tramo final recuerde un poco a La Furia (The Fury, Brian De Palma, 1978). Esta entrega contiene además la infame escena en la cual Jason se carga a una campista metida en un saco estrellándola contra un árbol. Originalmente la escena no fue censurada por la MPAA sino por el estudio que malinterpretó las reacciones entusiastas de los espectadores (que aplaudieron al terminar la escena) y obligó al director a reducir los cinco golpes originales a uno. Al parecer, Paramount todavía no se había dado cuenta que si la gente iba a ver la película era precisamente para ver como Jason se cargaba a la máxima cantidad de gente usando los métodos más sangrientos posibles. También fue la primera en la cual Kane Hodder hizo de Jason y pasó a ser considerado el Jason definitivo.
Podríamos decir que es una entrega media, no tan mala como la octava pero no tan buena como la sexta, que si en un futuro se puede ver sin censurar puede que gane mucho, a juzgar por las escenas eliminadas que he visto. Funcionó bien en taquilla, pero se notaba que la Paramount empezaba a estar cansada de la serie y se les estaban acabando las ideas.
Viernes 13 VIII: Jason toma Manhattan (Friday the 13th Part VIII: Jason Takes Manhattan, Rob Hedden, 1989): Es posible que, si en lugar de llamarse Jason toma Manhattan se hubiera llamado Jason se pasea en barco y toma un callejón en Canadá, la película hubiese decepcionado a menos fans. La verdad es que el director y guionista Rob Hedden había planeado una serie de espectaculares escenas en lugares emblemáticos de Nueva York, pero las restricciones de presupuesto le obligaron a replantearse la película. Tanto, que sólo hay un momento que transcurre realmente en Nueva York, el resto tiene lugar en un barco y las escenas finales en una serie de callejones en Canadá.
La acción arranca cuando en un barco que lleva a un grupo de alumnos de instituto de viaje de graduación a Nueva York, entre ellos Rennie (Jensen Dagget) que tiene una serie de traumáticos recuerdos relacionados con... ¡Jason! (Kane Hodder), y sin darse cuenta transportan a nuestra querida máquina de matar con ellos.
La película tiene un par de escenas interesantes al principio, pero a medida que avanza la película va perdiendo gas y la parte final en los callejones es algo tediosa. Es una lástima que las restricciones presupuestarias impidieran al director llevar a cabo su visión. Tanto en las entrevistas como en el comentario que hace en el DVD, Hedder por un lado se va disculpando por el hecho de que la película no transcurra en Nueva York y deja patente el absoluto desinterés que a esas alturas tenía la Paramount en el personaje y la serie.
La verdad es que es una entrega algo tediosa pero también ha sido tratado de forma bastante injusta por los fans.
Viernes 13 IX: El viernes final (Jason Goes to Hell: The Final Friday, Adam Marcus, 1993): Aburrida de Viernes 13, la Paramount vendió los derechos de la saga a la New Line, la cual entonces también tenía los derechos de Freddy Krueger y la serie Pesadilla en Elm Street, que enseguida se puso a trabajar para hacer una nueva entrega. De nuevo se usó el cebo de que ésa iba a ser la última para atraer a los fans.
Esta entrega también tiene sus enemigos ya que Jason (de nuevo, Kane Hodder) sale relativamente poco. Sin embargo a mi me gusta bastante, nada más que por el encomiable esfuerzo de hacer algo diferente con los personajes y la historia. Aquí no tenemos el típico slasher, sino una película de terror con varios guiños a las diferentes sagas del género (de Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981) a La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978)). Claro que el guiño que llamó más la atención fue el cameo de Freddy Krueger, que empezó a alimentar los rumores de una película protagonizada por los dos monstruos al estilo Universal ya que, como he dicho antes, New Line ahora tenía los derechos de ambos personajes.
Tiene un buen ritmo y planos dinámicos a la Raimi, con lo que la película se te pasa en un suspiro. Aunque lo mejor aparecería cuando se hiciese la edición en DVD que incluye una versión sin censurar de la película (la edición americana, claro) con lo cual podemos disfrutarla en toda su sangrienta gloria.
Como digo, muchos le echan en cara a la película que se atreviese a variar la fórmula y ofrecer una historia diferente. De hecho, los primeros minutos de la película se dedican a reventar, literalmente, dicha fórmula. Lo cierto es que a estas alturas y con ocho films a sus espaldas, la serie necesitaba un soplo de aire fresco.
Jason X (James Isaac, 2001): Siguiendo el ejemplo de otras ilustres sagas del cine de terror con títulos como Leprechaun 4: In Space (Brian Trenchard-Smith, 1997) y Critters 4 (Rupert Harvey, 1992), aquí tuvieron la feliz idea de mandar a Jason (Kane Hodder) al espacio.
Exactamente lo que sucede es que, ignorando completamente la anterior entrega, Jason es congelado y se vuelve a despertar muchos, muchos "cinco años después" más tarde. Junto a él está Rowan (Lexa Doig) que se queda congelada cuando intentaba mantener a Jason bajo control.
La verdad es que la película es bastante desastrosa. Sacar a Jason de su entorno natural y meterlo en una nave espacial fue un error, ya que se pierde toda la esencia del personaje. Es cierto que hay algún gag divertido, y el momento en el cual le hacen creer a Jason que sigue en Crystal Lake no deja de tener su encanto, pero la película parece una copia barata de Alien (Ridley Scott, 1979) y no una película de Viernes 13.
Cuando al principio sale David Cronenberg me hice ilusiones en cuanto a que dirección tomaría la película. Ahora sólo me imagino que un fan enfermizo y completista como yo pueda interesarle la película. Sí, me la compré para poder tener todas las entregas juntas en la estantería.
Freddy contra Jason (Freddy vs. Jason, Ronny Yu, 2003): Tras diez años de producción, por fin se estrenó la película que enfrentó a los dos iconos más populares del cine de terror de los ochenta. Y voy a deciros algo y no me da vergüenza: esta película me gustó.
Me gustó, sí. ¿Sabéis por qué? Porque es tan absoluta y desvergonzadamente ochentera que tuve que comprobar que seguíamos en el siglo XXI y no había viajado al pasado mediante alguna extraña paradoja temporal.
Los desnudos gratuitos, la sangre a borbotones, los diálogos risibles, todos los elementos que hicieron grandes a los ochenta regresa en una película de ritmo que no es que sea frenético, es que va a velocidad absurda. Es cierto que la película tiene algún detalle políticamente correcto típico de los tiempos actuales, como cuando una de las chicas se enciende un cigarro y actúan como si se hubiera cagado en mitad del comedor, y en ocasiones se pasa a la hora de representar a los fumetas. Pero me lo pasé tan bien que esos pequeños detalles no importan.
La historia tiene su gracia: Freddy Krueger (Robert Englund) usa a Jason (Ken Kirzinger) -supongo que antes de que lo congelaran- para matar a unos cuantos adolescentes en Elm Street para que el miedo que inspire Jason le de fuerzas de nuevo. Pero Jason es incontrolable y empieza a quedarse las víctimas, lo que acaba provocando el enfrentamiento entre ambos. Entre medio de los titanes del horror tenemos a un grupo de jovencitos que harán lo posible por sobrevivir.
La película se esfuerza en casar la estéticas y tipo de historia típicas de cada personaje, las pesadillas y asesinatos surrealistas de Freddy con la contundencia de estar por casa de Jason, creando un guion que si bien no ganará ningún Oscar, sirve su propósito de crear una razón plausible para que se encuentren ambos personajes.
Viernes 13 (Friday the 13th, Marcus Nispel, 2009): La avaricia echa productora Platinum Dunes juntó fuerzas con Paramount y New Line para crear una nueva Viernes 13. Bueno, en realidad nadie quería hacer un remake de Viernes 13, sino explotar el personaje de Jason. Por tanto, según la productora hicieron una reimaginación (la palabra chorra que se inventó la gente a la que le daba vergüenza admitir que estaba haciendo un remake) y según los guionistas Damian Shannon y Mark Swift (los mismos de Freddy contra Jason) una nueva secuela, que ellos situaban entre la tercera y cuarta parte.
La versión que yo vi de esta película es la extendida sin censurar, no disponible en España ni en DVD ni en Blu-ray. Y esta versión me gustó (hay una diferencia de casi diez minutos entre ambas). No me alucinó ni me flipó, pero vista como una secuela más resulta entretenida. Es cierto que algunas de las elecciones que llevaron a cabo, como la idea de que Jason tiene una guarida bajo tierra y usa túneles para desplazarse, no me entusiasman, pero teniendo en cuenta la calidad de otras entregas (y elecciones) de la serie resulta entretenida. Hay una saludable cantidad de chicas atractivas y es bastante sangrienta. La versión sin censurar, claro.
Ésta película vuelve a las raíces del slasher que la serie tenía al principio. Nispel, también director de la nueva La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 2003), crea unos estilizados asesinatos, aunque hay uno en el que se alarga demasiado. Sé que no gusta mucho, y como no he visto la versión que se estrenó en España (porque no se estrenó ninguna copia en VO) no sé que fallos puede tener, pero lo único que puedo decir es que esta secuela, que al fin y al cabo es lo que es, es mejor que otras entregas de la serie como la tercera, la octava o la quinta.
La popularidad de Viernes 13 ha generado gran cantidad de merchandising y productos derivados. Planeta DeAgostini publicó una serie de cómics basados en Viernes 13 que estaban bastante bien. A finales de los ochenta y primeros noventa se produjo una serie de televisión, que Telecinco emitió con el título de Misterio para tres, que aparte del nombre no tenía mucha relación con la saga de Viernes 13, y de la que guardo buenos recuerdos (como el episodio dirigido por David Cronenberg) pero no he podido volver a ver. En 2009 se produjo un documental bastante entretenido, His Name Was Jason: 30 Years of Friday the 13th (Daniel Farrands), que repasa la historia de la saga e incluye entrevistas con actores, directores y guionistas de la saga, aparte de otros directores y artistas fans de Jason; lo podéis encontrar en DVD de importación. Da un repaso por las películas de la saga y su legado, pero sólo dura hora y media, con lo que te deja deseando que hubiese sido otro documental exhaustivo de cuatro horas como el que el mismo equipo hizo de la saga Pesadilla en Elm Street con Never Sleep Again.
De las películas no había mucho que comentar en su edición en DVD, hasta que Paramount editó primero un pack con las ocho películas que produjeron con comentarios, documentales, escenas eliminadas y demás. Warner tenía los derechos de distribución de Viernes 13 en Europa, con lo que nos vimos beneficiados con una edición de la primera película con comentarios, documental y tráiler, y en su versión sin censurar. Tras el estreno del remake han empezado a salir unas nuevas ediciones de lujo con nuevos extras, pero sólo las tres primeras originales, el remake y Freddy contra Jason han sido editadas en Blu-ray.
Y aquí acaba mi recorrido por una serie de películas que con una sencilla fórmula se han convertido en leyenda, como los Ramones.