He de reconocer que como muchas otras personas, la idea de hacer una continuación del gran clásico de Alfred Hitchcock me parecía tan abominable como a cualquiera. Más aún después de Psicosis IV: El comienzo (Psycho IV: The Beginning, Mick Garris, 1990), un mediocre telefilme que vi una tarde de domingo.
El tiempo pasó.
Una tarde buscando una edición en DVD de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) encontré un pack que incluía la edición que quería de la película, además de todas las continuaciones. Como el precio estaba tirado, compré el pack. Vi Psicosis, genial, muy bien. Luego puse el disco de Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, Richard Franklin, 1983). La película empezó. Y me quedé alucinado. No sólo estaba disfrutando enormemente de Psicosis II, es que en ciertos aspectos la estaba disfrutando más de lo que había disfrutado Psicosis.
La razón de ello radica en que en la primera entrega, la historia de Norman Bates (Anthony Perkins) sólo ocupa media película (literalmente, unos 45 minutos), mientras que la otra mitad gira en torno al robo del dinero por parte de Marion Crane (Janet Leigh), que una vez vista la película por primera vez, deja de interesarme. En cambio, la segunda entrega se centra en Norman Bates y en su lucha por permanecer cuerdo.
La historia arranca veinte años después del final de la primera. Norman Bates es liberado del manicomio en el que estaba encerrado ya que, supuestamente, se ha curado. Pronto vuelve a su casa donde tiene un trabajo como cocinero en un restaurante cafetería de estos americanos. Allí conoce a Mary (Meg Tilly), una atractiva jovencita con la que hará migas. Sin embargo, pronto empieza a recibir llamadas y notas de parte de su madre muerta al tiempo que unos misteriosos asesinatos empiezan a tener lugar. ¿Ha vuelto de nuevo Norman a las andadas? ¿O hay otro asesino correteando por ahí? Sea como sea, pronto el Bates Motel reabrirá sus puertas.
La estilizada dirección de Richard Franklin y el complejo guión de Tom Holland son las grandes bazas que hacen funcionar a esta película. Estrenada en 1983, se nota la influencia de las tendencias de la época. Influencias del slasher, del cual Psicosis es un claro precedente, y, además, de la tendencia a ponerse de parte del monstruo, en este caso Norman Bates. Es decir, durante la película no podemos evitar sentir simpatía hacia él, rogando que permanezca cuerdo a pesar de todas las alucinaciones y llamadas de ultratumba.
Si bien, como he dicho antes, Psicosis es una película claramente superior por la dirección, el montaje y la influencia que ha tenido posteriormente, para mí la segunda parte es mucho más disfrutable porque me tiene todo el rato preguntándome que demonios está pasando. En otras palabras, una la disfruto con el cerebro y la otra con el corazón. Más tarde me enteré que gente como Quentin Tarantino y Harry Knowles también prefieren la segunda parte a la primera. Bueno, al menos no estoy solo.
Dejaos de prejuicios como hice yo y echadle un vistazo.