Hay películas que te encuentras mencionadas en guías y manuales como títulos clásicos de un género, pero que, al verlas, te preguntas: ¿Y exactamente por qué esta película se considera un clásico? Desde la primera vez que la vi, siempre me he preguntado por qué El tren del terror (Terror Train, Roger Spottiswoode, 1980) se ha destacado como un título importante dentro del slasher.
El argumento está bien pensado: un grupo de estudiantes universitarios celebra una fiesta de disfraces de fin de año en un tren que han alquilado. Entre los invitados, un asesino que se esconde entre los invitados disfrazados y va matando sus víctimas escondido en la multitud. Como ya he dicho, el argumento está bien pensado, pero su ejecución no. Al principio de la película se incluye un prólogo que nos dice quién es el asesino, así que los intentos de crear suspense o intriga alrededor de la identidad del asesino resultan innecesarios. Tampoco se crea suspense con el motivo del asesino usando los disfraces de sus víctimas, además de que la mayoría de los asesinatos transcurren fuera de cámara. Así que no hay mucho terror del que hablar en este tren del terror. Sí que hay una escena que resulta efectivo que los asesinatos transcurran fuera de cámara: en un asesinato que se produce en medio de un grupo de personas.
El film no es un completo desperdicio, tiene varias cosas a su favor. Jamie Lee Curtis es la protagonista, aunque su personaje no se diferencia demasiado de los que interpretó en esta época. El film se rodó como imitación de La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978), así que hay una bienvenida ausencia de muchos de los clichés surgidos posteriormente en el género. Hay un interesante desarrollo de los personajes, como el personaje que interpreta Hart Brochner, que uno puede deducir que está enamorado de Mo, el novio del personaje de Jamie Lee Curtis que interpretó Timothy Weber, y hace lo que puede para sabotear la relación de ambos. David Copperfield interpreta un papel, no es un cameo como él mismo. Y la propia estética de la película, rodada en 1979 y estrenada en 1980.
Pero a pesar de todo lo que tiene a su favor, como slasher no funciona demasiado bien, al estar indeciso entre asesino enmascarado habitual o jugar a la intriga estilo Agatha Christie. Y por muchas rarezas que tenga, si no funciona como slasher no hay razón para considerarlo un título imprescindible. Es poco más que una curiosidad.