31 ene 2011

No has visto sangre, sólo te parece que la has visto: La matanza de Texas



F*ck me gently with a chainsaw. Do I look like Mother Theresa?
Kim Walker en Escuela de jóvenes asesinos (Heathers, Michael Lehmann, 1988).

Creo que hay algo sobre el "sueño americano", esa especie de sueño disneyano, si te parece, de jardín delantero bellamente recortado, vallas blancas de madera, mamá y papá y sus niños felices, temerosos de Dios y haciendo el bien siempre que pueden; ése tipo de expectativa, y la otra cara de eso, la ira y la indignación que viene de descubrir que ésa no es la realidad; creo que eso le da de alguna manera a las películas de terror americanas una especie de rabia adicional.
Wes Craven.

Cuando ves una película de Hitchcock y estás "en suspense", estás en suspense como resultado directo de estar en manos de un maestro, un maestro artesano que está manipulando las imágenes de una manera que te lleva hacia donde él quiere que vayas. Y creo que ése es un tipo de miedo confortable. Mientras que en algunas de las películas de las que estamos hablando, como La matanza de Texas o La última casa a la izquierda, ves la película y te das cuenta que la gente que la está haciendo no son de fiar. Las ves y te das cuenta de que no estás en las manos de un artesano, ¡estás en las manos de un maníaco!
John Landis. Ésta cita y la de Craven extraídas del documental The American Nightmare (Adam Simon, 2000).

Para entender la creación de la ya clásica La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974) no se pueden ignorar las circunstancias sociales que provocaron su inspiración. Unos cambios sociales representados en la película no de forma consciente, sino que fueron canalizados a través del subconsciente de sus creadores.

A finales de los años sesenta y primeros años setenta las cosas estaban cambiando en Estados Unidos, como cantaba Bob Dylan. El desarrollo de los derechos civiles, el nacimiento del feminismo activo, la revolución sexual, el movimiento hippie, Vietnam... Demasiadas cosas para poder ser asimiladas fácilmente. Los sesenta habían visto además el asesinato de John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, el de Robert Kennedy el 4 de junio de 1968 y el de Martin Luther King, Jr. el 4 de abril de 1968. Toda una cadena de eventos que llevó a la sociedad, especialmente a los jóvenes, a desconfiar del gobierno.

Esta desconfianza pasó a la indignación cuando el 4 de mayo de 1970 unos soldados abrieron fuego sobre unos estudiantes desarmados que se manifestaban contra la guerra de Vietnam en Kent State. Cuatro estudiantes murieron como resultado de los disparos. Además, el 30 de mayo de 1972 tres japoneses pertenecientes al Ejército Rojo Japonés abrieron fuego indiscriminadamente contra todos aquellos que se encontraban aquella tarde en el aeropuerto de Tel Aviv. Fue uno de los más sonados atentados terroristas de la década que marcó el inicio de una era de terrorismo violento. Paralelamente, en los Estados Unidos actuaban grupos violentos como los Panteras Negras. Parecía que la época de protestas y manifestaciones pacíficas había llegado a su fin.

De hecho, muchos marcan el 9 de agosto de 1969 como el fin del verano del amor y el movimiento hippie. Ésa es la fecha en la que se hicieron públicos los asesinatos de Sharon Tate y de los invitados que tenía en su casa. La relación de aquellos asesinatos con los del matrimonio LaBianca el 10 de agosto provocaría la detención de Charles Manson y parte de la secta de seguidores que tenía, los cuales se llamaban a si mismos La Familia. El aspecto de los detenidos, el del típico hippie, provocó que se produjese un cambio radical en la manera que la mayoría conservadora y tradicional veía este movimiento.

A toda esta turbulencia social a lo largo de los setenta se le tenía que añadir la crisis energética, provocada por una súbita escasez de petróleo orquestrada por las grandes compañías petrolíferas con el objetivo de subir el precio de la gasolina.

Esta turbulencia social queda reflejada en el cine de terror de la época que, sobretodo después de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968) y El héroe anda suelto (Targets, Peter Bogdanovich, 1968), hace un giro radical y deja de lado las historias de terror góticas para concentrarse en el realismo. Como muy bien señaló el músico Roky Erickson, las películas de terror dejan de ser películas alimentadas por miedos exteriores (vampiros, monstruos gigantescos, marcianos) para alimentarse de miedos interiores, de los miedos del subconsciente, canalizando los sentimientos de miedo y furia de aquel momento. El valor de esto para nosotros es que se hacía de manera inconsciente. Por lo tanto, de manera más pura, algo que creo que ya señalaba en el post sobre la cult movie Perros rabiosos (I Drink Your Blood, David E. Durston, 1970).

Todo lo anterior flotaba en el subconsciente de Tobe Hooper y Kim Henkel cuando se pusieron a escribir el guion original de La matanza de Texas. Hooper se había inspirado en los crímenes de Ed Gein a la hora de crear a una familia de asesinos que se dedica a matar y comerse a los incautos que atraen a su casa.

Es de notar que los jóvenes protagonistas, o víctimas, son hippies. Y los asesinos, una familia rural. Con lo cual tenemos a una familia literalmente haciendo pedazos y devorando a un grupo de hippies; una perfecta alegoría de lo que estaba sucediendo en aquel momento, en el cual los autoproclamados protectores de los valores tradicionales habían intentado sofocar las protestas juveniles con la violencia, provocando sucesos como el anteriormente mencionado caso de Kent State, e intentado que volvieran a imponerse unos valores tradicionales que, como demostró El informe Kinsey, pertenecían más a un ideal falso que a la realidad.

Sin embargo, la película se ha mantenido desde 1974 hasta la actualidad con todo su poder, además de por su interesante subtexto, por la fuerza y la capacidad de perturbar al espectador que conserva intacta. Una de sus virtudes es que, aunque no es una película sangrienta ni hay escenas explícitamente gráficas, después de vista uno tiene la sensación de que sí lo es. Es decir, se señala como un título iniciador del gore y el terror más explícito pero es más por la sensación que transmite que porque realmente haya sangre en pantalla. Esto se debe a que originalmente Tobe Hooper tenía la intención de que la película fuese calificada PG (niños acompañados), ya que entonces en Estados Unidos existían solamente 3 calificaciones: ALL (todos los públicos), PG y R (menores de 17 años acompañados). Hooper pensó que si no mostraba sangre ni nada muy explícito la calificarían PG, pero está claro que pecó de ingenuo o no era consciente de lo que había hecho, ya que ni en un millón de años La matanza de Texas podía ser calificada PG.

Esta capacidad de inquietar, perturbar e incomodar al espectador radican en dos elementos aparentemente contradictorios: un cuidado diseño y una estética sucia pseudo-documental.

La estética pseudo-documental se consiguió primero usando película de 16 milímetros que luego, al hincharse a los 35 profesionales, adquiría una imagen granulada típica de los documentales. Por otro lado, el diseño de  producción del director de arte Robert A. Burns consigue dar la sensación de que estamos en lugares reales y no en un simple plató. Sobretodo en la escena en que Pam (Teri McMinn) cae por primera vez en el salón de la familia caníbal, donde la meticulosa creación de Burns y la dirección de Hooper se alían para crear un entorno inquietante.

Ejemplos de marketing. Tanto en este póster americano como en el italiano (abajo) se hace énfasis en la supuesta veracidad de los hechos contados en la película. Creencia que algunos mantienen hoy día y que también fue explotada en la campaña de marketing del remake del año 2003.

Dentro del diseño resaltaremos primero el sonido. La banda sonora, cacofónica y enervante, sirve de contrapunto al horror de la pantalla al no usar una tradicional banda sonora musical, sino que utiliza sonidos distorsionados que ejemplifican el estado mental de los perpetradores y las víctimas. Por otro lado, el sonido de producción resulta clave, desde su ausencia al énfasis del mismo, especialmente en la escena donde vemos por primera vez a Leatherface (Gunnar Hansen): tras aparecer de la nada, tumba de un martillazo al pobre Kirk (William Veil), que se queda en el suelo presa de espasmos. Leatherface arrastra su cuerpo y cierra la puerta por la que ha salido. El fuerte portazo seguido de un impresionante silencio deja al espectador clavado a la butaca. Especialmente la primera vez que se la película, cuando la aparición del villano termina mucho antes de que el espectador haya podido procesar lo que ve. El resultado es mucho más impresionante que cualquier espectáculo sanguinolento. Otra escena perfectamente diseñada es la que nos muestra a Pam (Teri McMinn) entrar en la casa después de estar sentada en un columpio: con un travelling la cámara la va siguiendo hasta que llega a la casa. En una entrevista, el director de fotografía Daniel Pearl cuenta cómo la escena fue diseñada de modo que a medida que Pam se acerca a la casa, ésta se va haciendo más grande y ella más pequeña, dando la sensación de que la casa la va a devorar.

Pero si hay un momento en el cual todos estos elementos encajan a la perfección es en la escena en la cual asistimos a la demencial cena presidida por una de las víctimas más recordadas del cine de terror: Sally Hardesty (Marilyn Burns). Es en esta memorable escena en la cual todos los elementos (sonido, diseño, trabajo de cámara) se conjuntan a la perfección creando unos momentos de tensión insoportables. Personalmente hablando, siempre se me hizo difícil de aguantar el momento en el cual el abuelo (John Dugan) intenta golpear a Sally con un martillo, pero como no tiene fuerza el martillo se le cae una y otra vez.

Con un título como La matanza de Texas uno podría esperar un festival sangriento y gore, especialmente por parte de aquellos que desconocen la historia del cine de terror, pero si resulta efectiva es por el efecto psicológico que consigue crear en el espectador. Como ya he comentado alguna vez, gran parte del impacto y la fuerza de la película se debe a que fue una producción independiente de bajo presupuesto en la cual los cineastas responsables no tenían a un estudio diciéndoles lo que se podía o no hacer en una película de terror.

Fijaos en el tráiler original de la película que juega a hacer creer a los espectadores que lo que cuenta la película sucedió realmente.



La carrera de Tobe Hooper había experimentado unos serios reveses, encadenando dos grandes fracasos de taquilla seguidos: Fuerza vital (Lifeforce, 1985) y el remake Invasores de Marte (Invaders from Mars, 1986). Así que era natural que volviese a un terreno conocido con Masacre en Texas 2 (The Texas Chainsaw Massacre 2, 1986).

En un movimiento que demostró ser bastante inteligente, en lugar de intentar hacer de nuevo una visceral película de terror, Hooper hizo una secuela que es puro grand guignol, un festival de humor negro que se vio beneficiada con el saber hacer de Tom Savini en los efectos de maquillaje. La película contó con un brillante y demencial guion cortesía de L.M. Kit Carson (guionista de Paris, Texas [Win Wenders, 1984]).

La inteligencia de Hooper, desde mi punto de vista, residía en hacer una película que era el opuesto de la primera entrega en cuanto a tono. Especialmente en lo que se refiere al gore, que podría haber hecho que la primera película fuera insoportable, y aquí, gracias al humor negro del que hace gala, contribuye al disfrute de unos 101 minutos (en mi edición especial en DVD sin censurar) llenos de un desmadre que no es ni normal, incluido un esperpéntico duelo de sierras mecánicas y una escena de amour fou antológica entre Leatherface (Bill Johnson) y Stretch Brock (Caroline Williams). Dennis Hopper está estupendo poniendo ojos de loco como el teniente Enright, tío de una de las víctimas de la primera entrega en busca de venganza.

La película no tiene la misma calidad que la original, claro, pero eso no quiere decir que no sea buena. Es también representativa de un momento del género, los 80, en los cuales las películas de terror disfrutaban de unas saludables dosis de gamberrismo, sangre y sexo que echo de menos en el cine actual.



Y los 80 dieron paso a los 90, una década muy floja para el cine de terror. De ahí los pobres resultados de Matanza de Texas III (Leatherface: Texas Chainsaw Massacre III, 1990) de Jeff Burr. La verdad es que el pobre Burr casi da pena en el documental Texas Chain Saw Massacre: The Shocking Truth (David Gregory, 2000), ya que va explicando como primero la productora y luego la censura fueron mutilando la película hasta el punto de hacerla incomprensible. También explica como intentó quitar su nombre de los títulos de crédito pero no pudo, porque ya se habían imprimido las copias.

La película prometía bastante inicialmente ya que contaba con un guion de David J. Schow, una de las nuevas voces literarias que surgió de la corriente splatterpunk de finales de los 80 y primeros 90. Pero la consabida intervención de la productora acabó convirtiendo la película en una aburrida sucesión de escenas que básicamente repiten todo aquello que ya habíamos visto antes.

La película no sólo carece de la fuerza de la original sino que tampoco cuenta con la sátira y el humor negro de la segunda. Sería interesante ver un director's cut de esta película y ver si realmente fue culpa de la productora el hecho de que sea un desastre o excusas del director.

Aunque lo peor estaba por llegar...



La matanza de Texas: La nueva generación (The Return of the Texas Chainsaw Massacre aka Texas Chainsaw Massacre: The Next Generation, 1994) es un desastre de principio a fin perpetrado por Kim Henkel, guionista de La matanza de Texas original. Aquí, aparte de escribir el guion, también se encargó de la dirección.

Los primeros rumores sobre la película parecían bastante prometedores: el guionista de la película original iba a hacer una nueva secuela que prometía volver a los niveles de terror de la primera entrega. Sin embargo, la película pareció desaparecer, hasta que la súbita fama de dos de sus actores hizo que saliera de la oscuridad y fuera distribuida directamente en vídeo. Me refiero a Matthew McConaughey y Renée Zellweger, que intervinieron en esta película cuando todavía no eran conocidos.

Pero, aparte de ver hacer el ridículo a dos actores bastante cargantes, la película no tiene ningún aliciente. De nuevo, una repetición aburrida de las anteriores películas: los típicos adolescentes insufribles víctimas de la familia de matarifes. Todas las promesas se quedaron en nada. De todas formas, Henkel sí estuvo a punto de conseguir algo: matar a los personajes para siempre.



Michael Bay es uno de los tipos más odiables que existen en el mundo del cine en la actualidad. No contento con dirigir execrables películas como Armageddon (1998) o Pearl Harbor (2001) (en algunos países el castigo por robar es ver esta película), además el hombre crea Platinum Dunes, una compañía cuyo único propósito es coger las películas más queridas y memorables del cine de terror y rehacerlas para el público adolescente actual. Una compañía creada por un hombre al cual no le gusta el cine de terror, lo que demuestra con cada producción. Además, Bay declaró que iba a producir un remake de La matanza de Texas que "no iba a ser tan sangrienta como la original". Cuando se le mencionó que la original no era sangrienta ni gore, reconoció que no la había visto nunca.

De todos modos, a pesar de la mano de Bay, el remake dirigido por Marcus Nispel con guion de Scott Kosar (guionista también de El maquinista [The Machinist, Brad Anderson, 2004]) no está del todo mal. Más que un remake, yo veo la película como una continuación más, ya que es muchísimo mejor que la tercera y la cuarta.

La película repite el argumento (jóvenes idiotas perseguidos por familia asesina loca) y contiene los giros habituales que uno espera en una película de este tipo, a no ser que no hayas visto la cantidad de películas de terror que ha visto un aficionado del género veterano. Pero resulta entretenida, gracias también a la presencia de Jessica Biel.



El sorprendente éxito de este remake hizo que fuera seguido de una precuela: La matanza de Texas - El origen (The Texas Chainsaw Massacre: The Beginning, Jonathan Liebesman, 2006). Básicamente, esta película es una aburrida repetición del film de Marcus Nispel. El origen que muestran para justificar el film no aporta nada nuevo ni tiene ningún punto de interés. Es rellenar algo de metraje antes de ponerse otra vez a masacrar unos jóvenes hasta que finalmente llegan los títulos de crédito finales.

Un film aburrido, sin apenas historia, ni efectos destacables, ni interpretaciones interesantes, ni nada. Un desperdicio peor que la horrible La nueva generación.

Parecía que iba a ser el final, pero los derechos de La matanza de Texas volvieron a Tobe Hooper y Kim Henkel, poniendo en marcha de nuevo la franquicia.



La matanza de Texas 3D (Texas Chainsaw 3D, John Luessenhop, 2013) llegó a las pantallas presumiendo de ser una secuela directa del film de Hooper que ignoraba todas las demás secuelas. He de reconocer que el hecho de que despreciara la estupenda secuela de Hooper hizo que tuviera una actitud negativa hacia el film. Por eso me sorprendió tanto que me acabara gustando.

Creo que la principal razón por la que me acabó gustando esta entrega que ha tenido tantas malas críticas es que hace algo diferente de las anteriores. Después de la secuela de Hooper, y supongo que debido al hecho de que no funcionó en taquilla en su momento, hemos tenido cuatro versiones de la misma historia. Cuatro películas que, básicamente, repetían el esquema y las situaciones del film original sin aportar nada realmente destacable. Y, aunque dos de esas películas más o menos me gustaron, me pareció refrescante el acercamiento de esta nueva secuela, aunque tengamos de nuevo jóvenes atractivos siendo despedazados.

El film arranca en el mismo instante que termina La matanza de Texas original y sigue a partir de ahí, saltando luego al presente con la joven Heather (Alexandra Daddario) enfrentándose al pasado de su familia caníbal asesina. Con cameos de Bill Moseley y Gunnar Hansen, el film muestra mucho respeto por el clásico de Hooper, aunque eso no le impide jugar con la cronología. En orden de transcurrir en el presente, oculta el año en que transcurren los hechos de la original (algo que mucha gente no acabó de entender, a juzgar por los comentarios).

Ideada originalmente como una saga de seis películas, el hecho de que ahora se trabaje en una precuela, de nuevo, plantea dudas sobre si ese plan seguirá adelante o no. Personalmente creo que está bastante bien, aunque no esté a la altura de las dos películas de Hooper, y la pondría entre el remake y la tercera entrega en calidad.

A pesar de todo, de secuelas infumables y remakes, La matanza de Texas permanece como un clásico del cine terror. La llamada "película de terror definitiva" por Ridley Scott mantiene inalterable su fuerza cruda obtenida durante un periodo social especialmente turbulento de la historia del siglo XX. Una película que todavía hoy sorprende, como comprobaron los incautos que asistieron a un pase que organicé en la Universitat de Barcelona. La mayoría esperaba ver la típica película de terror, sangrienta pero "segura", y se encontraron con algo muy diferente y más peligroso.



28 ene 2011

The Toy Box



The Toy Box fue escrita y dirigida en 1971 por Ron García. Pero el dato más importante es que se trata de una producción de Harry H. Novak. ¿No sabes quién es Harry Novak? No pasa nada, seguramente irás de cabeza al cielo. Y si sabes quién es Harry Novak, ¿en tu casa ya lo saben que eres un/a pervertid@?

En esta ocasión el Rey del Camp nos relagó una producción que como todas las obras cumbres del arte mezcla sexo y muerte. La película tiene varias escenas "eróticas" que son todo lo explícitas que pueden ser sin caer en la pornografía, que suelen culminar con una muerte horrenda.

El argumento, es un decir, de la película gira en torno a Ralph (Sean Kenney aka Evan Steele) y su novia Donna (Ann Myers). Ralph convence a Donna para ir a la fiesta que ofrece su tío rico (Jack King). Todos los invitados se reúnen en el comedor y luego son llamados por parejas o de forma individual, depende de como hayan venido. Cuando son llamados han de interpretar una escena erótica ante la hierática presencia del tío rico y luego son recompensados con algo sacado de "la caja de juguetes".  Pero resulta que el tío rico está muerto, lo que no impide que los invitados sigan acudiendo y actuando ante el cadáver. A medianoche todas las puertas se cierran y se hace imposible salir de la casa, Ralph y Donna se dan cuenta entonces de que muchos invitados no vuelven a reunirse con los demás una vez son llamados, y... ¡empieza el terror!

La razón por la que comento la película aquí es que tiene varios elementos que la separan de la habitual  y aburrida película erótica. Para empezar, no es que sea precisamente muy erótica o excitante. Hay una escena en la que Uschi Digart se lo monta con una sábana que tiene vida propia que resulta más cómica que otra cosa, pero la mayoría son simplemente sórdidas. Más aún cuando se le añade el elemento terrorífico, que las hace más perturbadoras. Sin embargo, a medida que avanza, la película se va haciendo más y más extraña, culminando con la aparición de una gigantesca mujer desnuda. Y cuando digo gigantesca quiero decir tan alta como Godzilla.

No puedo evitar imaginarme que pensaría la gente que fue a ver esta película con la idea de ver unas cuantas chicas guapas ligeras de ropa y alguna escena sangrienta. Desde luego, se llevaría una sorpresa. El director Ron García fue décadas más tarde el director de fotografía de David Lynch en Twin Peaks, es posible que fuese su inclinación hacia lo surrealista lo que hizo que Lynch se fijara en él. The Toy Box desde luego empieza como una típica película erótica, pero su posterior desarrollo hacia terrenos completamente demenciales y extraños hace que el espectador casual se aleje de ella y atraiga a gente como yo, aficionados al cine bizarro y extraño.

Ron García hace como los esforzados trabajadores de Confunde un gato y nos deja perplejos ante los acontecimientos que se van sucediendo en pantalla. Llegando a una conclusión tan inesperada en una película como ésta que no sabía si aplaudir o reírme a carcajadas, una cosa o la otra hay que reconocer que sin duda es memorable. El tráiler lo podéis encontrar en la página web de Something Weird Video, que es la compañía que ha editado y distribuido en DVD la película.

27 ene 2011

S.O.B. Sois honrados bandidos (S.O.B.)



No se hacen muchas comedias sobre gente que se quiere suicidar, no parece ser una situación que inspire a muchos guionistas y directores de comedias. Sin embargo, Blake Edwards consiguió hacer en S.O.B. Sois honrados bandidos (S.O.B., 1981) una gran comedia sobre un suicida aparte de una brutal sátira de Hollywood.

S.O.B. fue dirigida justo después de 10, la mujer perfecta (10, 1979), un gigantesco éxito de taquilla. Es gracias a este éxito que Edwards escribió y dirigió esta envenenada venganza contra Hollywood y los grandes estudios, además de parodiarse a si mismo y a su señora esposa, Julie Andrews.

La primera mitad de la película trata sobre el director de cine Felix Farmer (Richard Mulligan) y los diversos intentos de suicidio que lleva a cabo a causa de la depresión que sufre por el fracaso de su última película. Es para mí la mitad más divertida, ya que me encanta el humor negro y aparece Rosanna Arquette en top-less. Durante una orgía, en la que Farmer sigue intentando matarse, éste tiene una revelación: transformará su película en un festival erótico. Entramos aquí en la segunda mitad de la película, en la cual Blake Edwards realiza una ácida burla de los grandes estudios y los ejecutivos que los llevan.

Para poder saborear el genio de esta película hay que entender y ser conscientes de diversos factores de la llamada vida real, aunque creo que un espectador casual la podría disfrutar igualmente.

Primero de todo, es que esta película recoge todo el rencor y odio que había ido acumulando Edwards a lo largo de mucho tiempo. Todo se inicia con el fracaso de sus películas Darling Lili (1970) y Dos hombres contra el Oeste (Wild Rovers, 1971). Aquí surge el título de la película, ya que, en inglés, S.O.B. es la abreviatura de Son Of a Bitch (el "hijo de perra" que poco a poco fue desapareciendo del doblaje) pero también es la abreviatura de Standard Operation Bullshit (lo que explica el toro del póster pero no el absurdo título español), cuya traducción podría ser, más o menos, "la maniobra gilipollez estándar" o "la operación gilipollez estándar." Con estas palabras se refería Edwards a las acciones que llevaban a cabo productores y ejecutivos de un estudio cuando una película fracasaba en taquilla. También hay que saber que tras esos dos fracasos la carrera de Edwards se estancó, haciendo mediocres películas y dedicándose prácticamente a dirigir una entrega de la interminable saga de La Pantera rosa tras otra. Eran películas que daban dinero pero que al mismo tiempo hicieron que nadie se tomase en serio a Edwards como cineasta. Hasta que llegó 10. Cuyo éxito, como ya he dicho, facilitó la venganza de Edwards contra Hollywood.

La película contiene además diversos elementos autobiográficos. Felix Farmer es una parodia del propio Edwards y la esposa de Felix en la ficción, Sally Miles está interpretada por la esposa de Edwards en la vida real, Julie Andrews. En la ficción, Sally Miles es una actriz que representa la imagen de la pureza y la inocencia, por las películas que ha hecho, todas ellas familiares y llenas de buenos sentimientos, que destruirá su imagen cuando su marido la hace desnudarse en su nueva película.  En la realidad, Julie Andrews parodia la imagen que el público tenía de ella por cursiladas como Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music, Robert Wise, 1965) o el clásico Disney Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964); una imagen que ella destruye en esta película de su marido con una escena en la que enseña los pechos y que en la época fue tremendamente comentada.

En tercer lugar, la película cuenta muchas anécdotas e historias de la parte más oculta de Hollywood, algo disfrazadas pero reconocibles, al tiempo que se satirizan famosos personajes del mundo cinematográfico. Muchas de estas historias las podéis encontrar, en su versión real, en libros como Hollywood al desnudo de Juan Pando, El grupo salvaje de Hollywood: Dioses y monstruos de Juan Tejero o los Hollywood Babilonia de Kenneth Anger.

El reparto coral de la película es absolutamente fantástico y todos dan lo mejor de sí. Ésta fue la última película de William Holden, murió poco después, el cual también participó en otra comedia negra con elementos de terror gótico que criticaba Hollywood: El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, Billy Wilder, 1950). Robert Preston también hace un gran papel, así como Shelley Winters y Robert Vaughan, pero la lista es larga.

Esta es una película que me encanta, por un lado, por su negro, negro sentido del humor y, por otro lado, por el retrato destroyer que hace de Hollywood y sus miserias. Como no he encontrado el tráiler, os dejo con el inicio del film. Notad que la secuencia inicial luego se verá convertida en un festival erótico.

25 ene 2011

Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the World)




ADVERTENCIA: Raül Calvo, el talentoso, sexy y único redactor de este blog, tiene tendencia a hablar de las películas que le gustan mucho con el mismo entusiasmo que un niño de diez años con un subidón de azúcar. Este hecho provoca cierta tendencia hacia la hipérbole de la que los lectores deben estar precavidos. Teniendo en cuenta los niveles de histérica y entusiasta exageración, dignos de una colegiala en un concierto de algún grupo juvenil, que esta película y la obra Edgar Wright en general provocan en el redactor del blog, se ha considerado necesaria esta advertencia para que el lector esté avisado y lo tenga en cuenta para pasadas, presentes y futuras lecturas.


¡Por fin! ¡Por fin! ¡Por fin! Después de una larga y dolorosa espera he podido ver Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the World, 2010) de Edgar Wright. Y aún no he terminado con ella, porque me quedan por delante más de cinco horas y media de contenidos extra y varios audiocomentarios. Pero el caso, el asunto, lo principal es que después de esperar y esperar como Lawrence vagando por el desierto de Arabia, mi cerebro, mi mente y mi cabeza se han visto bendecidas con la gracia de una obra de arte cinemtográfica que ha superado de largo todas mis expectativas.

Una de las razones por las que esperaba ansioso que se estrenase la película, por lo menos en Estados Unidos, es que el último volumen de Scott Pilgrim de Brian Lee O'Malley no saldría a la venta hasta que se estrenase la película. Por aquellas cosas de la distribución pude disfrutar de la conclusión mucho antes de que se estrenase la película en España y me di prisa en leerlo ya que estaba ansioso por llegar al final, consciente de que el final del cómic y el de la película iban a ser diferentes.

Es posible que alguno de los que está leyendo esto no conozca el cómic de O'Malley a pesar de tratarse de una de las obras fundamentales de la literatura de todo el universo conocido y parte del desconocido. La épica saga de Scott Pilgrim está contenida en seis volúmenes:


Vol. 1 Scott Pilgrim: su vida y sus cosas (Scott Pilgrim's Precious Little Life)
Vol. 2 Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the World)
Vol. 3 Scott Pilgrim y la tristeza infinita (Scott Pilgrim & the Infinite Sadness)
Vol. 4 Scott Pilgrim se lo monta (Scott Pilgrim Gets It Together)
Vol. 5 Scott Pilgrim contra el universo (Scott Pilgrim vs. the Universe)
Vol. 6 Scott Pilgrim: La hora de la verdad (Scott Pilgrim's Finest Hour)

Todos ellos publicados por Random House Mondadori. Las razones por las que esta serie me atrajo sobremanera es que toca varios de mis puntos sensibles y por la manera en que mezcla y reconcilia diversos estilos estéticos. Por un lado tenemos la influencia del manga: el tamaño de los volúmenes, como libros de bolsillo, y el estilo de dibujo tienen una clara influencia del cómic japonés además del uso de exageradas y complicadas denominaciones de "lucha" e hiperbólicas demostraciones emocionales; por otro lado tenemos la temática sentimental y emocional propia del cómic independiente americano, un poco al estilo Strangers in Paradise de Terry Moore (Norma Editorial); narrado todo ello con toques de comedia y surrealismo haciendo continuas referencias a los videojuegos de finales de los ochenta y primeros noventa usándolos en algunos momentos como marcos narrativos.

En otras palabras, lo habían hecho pensando en mí como lector potencial, algo que estoy seguro hacen todos los diferentes artistas que sigo en diferentes campos.

Si había alguien que podía llevar a buen término una adaptación cinematográfica que hiciese justicia a esta maravilla del noveno arte se trataba sin duda de Edgar Wright. De hecho, se podría decir que la serie que hizo junto a Simon Pegg y Jessica Hynes, Spaced, es una prima lejana de Scott Pilgrim ya que trata la historia de dos no tan jóvenes amigos explicada desde un punto de vista contaminado por infinidad de videojuegos, cómics y películas (si no la conocéis, que vergüenza, tenéis el primer episodio subtitulado en el post que hice sobre la serie aquí), con lo cual tienen en común un estilo narrativo amalgamado de diversas fuentes.

Como iba diciendo, una vez leída de cabo a rabo la serie completa tan solo me quedaba esperar a que se estrenase su traducción a imágenes cinéticas. Pero la tragedia me aguardaba en el horizonte, ya que, cuando por fin llegó la fecha de estreno, resulta que no se estrenó en Barcelona NI UNA SOLA COPIA EN VERSIÓN ORIGINAL. Ni una. En fin, de nuevo me resigné a esperar todavía más a que saliese en Blu-ray, porque no iba a gastarme el dinero viendo la película de una manera que sabía que no la iba a disfrutar.

Y finalmente me la compré en Blu vía Amazon. He de decir que me compré de oferta un pack con las tres películas de Edgar Wright en Blu, así que aproveché para upgradear las que tenía en DVD. Y una de las maravillas del Blu es que todo el contenido de la edición de tres discos que tenía de Hot Fuzz (2007) cabía en un sólo disco Blu, incluyendo un hilarante documental que detalla el tour promocional que hicieron Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost por Estados Unidos titulado The Fuzzball Rally.

Las películas llegaron la semana pasada, junto a otras varias que tenía pedidas, y este fin de semana por fin pude disfrutar de Scott Pilgrim vs. the World.

Fue como si después de mucho tiempo deseando lujuriosamente a una chica en la distancia, me la ligara y al fin pudiese comprobar que se ocultaba bajo aquella camiseta negra de tirantes. Con la ventaja que Scott Pilgrim vs. the World no te llamará cabreada porque no le has devuelto ninguna llamada ni contestado ningún mensaje porque estabas simplemente viendo una película.

¿Simplemente viendo una película? No hay nada simple en ver una película: te puede cambiar la vida o desear haber muerto, te puede llevar a cotas inimaginadas de placer o hundirte en la más absoluta miseria. Ver una película puede ser cuestión de vida o muerte.

                                                                         
Esta nueva obra maestra de Wright sumerge al espectador en el fantástico mundo de Scott Pilgrim (Michael Cera) y sus amigos a medida que intenta conquistar a la fabulosa Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead) luchando contra sus malvados siete ex novios. El director introduce todos los elementos y estrategias narrativas de la obra original y le añade otros muy cinematográficos.

Uno de los elementos más interesantes que añade es el juego con el formato de la película, pasando de 16.9 a 2.35 cuando hay algún desafío o momento propio de un spaghetti western o una película de samuráis. También se cambia la influencia del manga a la del anime, ya que estamos en una película, reproduciendo las batallas épicas de series de animación japonesa de acción pero dándoles un giro demencial, como se ve en la fantástica pelea de bandas.

Pero hay un elemento que mejora en la traslación y es el musical. La película tiene una auténtica kick-ass soundtrack, hasta hay una breve referencia a los Pixies, mientras que las actuaciones musicales quedaban algo planas en el cómic, ya que era muy difícil transmitir su fuerza mediante dibujos. Este elemento musical compensa el hecho de que la película se ve obligada a comprimir toda la historia, lo cual es una lástima con personajes como Envy Adams (Brie Larson) que hacen simplemente una breve aparición. Pero es de admirar la fidelidad de Wright hacia el material y realmente consigue que aparezcan todos los personajes principales y casi todos los secundarios. Pero, bueno, todos ellos siguen en el cómic.

Mis vecinos deben odiarme, porque realmente puse la película a un volumen atronador, con lo cual sentía cada golpe del bajo de Scott Pilgrim resonar en mi pecho. Fue una experiencia alucinante. La película avanza al mismo ritmo con el que yo leía las páginas de la obra original, y reconocí muchas líneas de diálogo sacadas directamente del cómic. Un collage visual que me proporcionó risas y carcajadas, con su historia de comedia romántica explicada como si fuera El puño de la estrella del norte de Buronson y Tetsuo Hara.


Como muchas otras obras que optan por un estilo narrativo cercano al fantástico y el surrealismo, muchas metáforas se hacen literales, creando una reflexión muy interesante sobre las emociones, las relaciones y como nos enfrentamos al pasado. En la película, Scott Pilgrim literalmente se ha de enfrentar al pasado de Ramona luchando contra sus ex, en una muy estimulante visualmente alegoría de como a veces nos tenemos que enfrentar con el pasado (nuestro o de la pareja) en el momento de iniciar una relación. Es este corazón, el contenido emocional y alegórico del film, el que lo eleva por encima de otras comedias románticas o alocadas. Un contenido que ya se hallaba en la obra original, claro. Por ello, la película es algo más que un orgiástico festín visual de diálogos hilarantes difíciles de traducir.

En definitiva, Scott Pilgrim vs. the World es una de las experiencias cinematográficas más sublimes, placenteras y fantabulosas que he tenido el placer de disfrutar. Como dicen en la portada, una nueva película favorita.

24 ene 2011

Triangle



He de reconocer que esta película me pasó desapercibida en su momento. Recuerdo algún vago comentario en la página web Horrorview, pero aparte de eso nada. Sin embargo, recientemente estaba comprando películas en la página de Amazon, mi principal camello cinematográfico, y fue allí donde la descubrí. Si no conocéis la página, os diré que a los que son clientes les ofrecen una serie de recomendaciones basadas en anteriores compras que, aunque soy consciente de que es una manera de aumentar las ventas, siempre consulto porque muchas veces me recomiendan películas muy interesantes. En esta ocasión fue después de comprar una edición en Blu-ray de la estupenda y escalofriante The House of the Devil (2009) de Ti West que en Amazon me recomendaron Triangle (2009) de Christopher Smith. Entonces tuve una fuerte intuición y me compré la película sin pensarlo. A veces me pasa, que tengo fuertes sensaciones por una película sin saber nada de ella. Es como un sexto sentido que acierta en el 99% de los casos.

Puede que Triangle no me resultara familiar, pero el nombre de Christopher Smith sí que lo era. Smith había sido el director de Creep (2004), una sencilla película de terror con algunos momentos tensos bastante conseguidos, y Desmembrados (Severance, 2006), una película de terror con toques de comedia sobre un grupo de ejecutivos que se van de fin de semana para hacer un seminario de empresa.

Así, me senté a ver Triangle sin tener ningún conocimiento previo de la película. Algo que cada vez es más difícil pero muy satisfactorio. De hecho, eso no es del todo cierto, cuando llegó la película leí la sinopsis que había en la funda.

Me pareció una sinopsis a un tiempo vaga y familiar. Por lo que había visto en las anteriores películas de Smith, me hice una idea de como sería más o menos la película. En fin, que para ser exactos me puse a ver la película sin saber nada, pero con una vaga noción de como podría ser. El caso es que los primeros quince o veinte minutos de la película me empecé a hacer una idea de como sería. Pero me sorprendió con un interesante giro, y luego con otro... El caso es que me quedé enganchado hasta que empezaron a circular los títulos de crédito del final.

Por cierto, yo normalmente siempre me quedo a ver los títulos de crédito del final, a no ser que la película no me haya gustado, ya que muchas veces contienen información interesante, escenas sorprendentes (como en las pelis que saca ahora la Marvel) y también como deferencia a toda la gente que ha trabajado para hacer la película, más allá del director, el guionista y los actores.

Volviendo al tema, la película me gustó mucho, pero también me gustó porque no sabía nada de ella y muchas de las sorpresas no me las esperaba. Y me gustaría que fuera lo mismo para vosotros. Por lo tanto no comentaré nada del argumento, ya que me gustaría que disfrutarais de la misma experiencia que tuve yo.

Sí comentaré un par de cosas que creo no os fastidiarán nada.

Mientras que las anteriores películas de Smith son bastante violentas y sangrientas, esta no lo es; se basa más en el suspense y la intriga. O sea, que si no os gusta el gore, con esta película podéis estar tranquilos. Aunque, bueno, a mi la sangre y la violencia tampoco me desagradan en el cine de terror, si están bien hechas, pero no las encontré a faltar por estar muy metido en el argumento.

Pero no esperéis una gran sorpresa final que os deje tumbados. Una de las razones por las que me gustó mucho la película es que precisamente no intenta epatar al espectador con una sorpresa final, sino que la conclusión llega de manera orgánica y lógica.

22 ene 2011

Películas que te gustaron y a mí no



Hoy el cuerpo me pide marcha, así que he decidido cargarme películas que tienen prestigio, premios, gran aceptación en taquilla o lo que sea pero que a mí no me gustaron.

Elephant (2003), Gus Van Sant: Este señor bodrio de Van Sant fue inspirado por el tiroteo en el instituto de Columbine. Una cosa me quedó clara tras ver la película: Van Sant no tiene ni idea de psicología o de la motivación que puede llevar a semejante acto de brutalidad. La verdad que para mí Van Sant ya perdió el norte con el fracasado experimento de hacer una versión de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) como si fuera Pierre Menard, autor del Quijote. Y al contrario de lo que muchos piensan, fue Van Sant el instigador del remake y el que persiguió a la productora para hacerlo. El caso es que después de Drugstore Cowboy (1989) no recuerdo ninguna película de Van Sant que realmente me gustara.



Funny Games: juegos divertidos (Funny Games, 1997), Michael Haneke: Vi esta película después de ver La pianista (La pianiste, 2001) que me gustó bastante y Caché (Escondido) (Caché, 2005) que me pareció interesante, con lo cual tenía buen ánimo para verla. Sin embargo, no me gustó nada, nada. Hay pocas cosas que me disgusten más que que me sermoneen, y básicamente esta película es eso: un largo y tedioso sermón llevado a cabo por una persona que se sitúa en un plano moral que considera elevado al del resto. El tema de la violencia y la fascinación del ser humano por ella, su morbosidad podríamos decir, ha sido tratado en infinidad de ocasiones, desde El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Begman, 1960) hasta La violencia del sexo (I Spit on Your Grave aka Day of the Woman, Meir Zarchi, 1978), pasando por la sátira de La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000, Paul Bartel, 1975) o la recientemente comentada Rollerball (Norman Jewison, 1975). Hasta la Troma lo hizo en su peculiar estilo en El día de la madre (Mother's Day, Charles Kaufman, 1980). Por ello la manera que tiene Haneke de tratar el tema de manera tan obvia y altanera realmente me parece decepcionante y pedante. Y ya le perdí el respeto a Haneke totalmente cuando hizo la fotocopia americana de esta película: podría haber jugado un poco con la presentación de su tesis o haberse negado a hacerla y mantener cierta integridad artística, habría sido mejor que lo que hizo.


21 gramos (21 grams, 2003), Alejandro González Iñárritu: Amores Perros (2000) fue una película que me gustó bastante aunque me dejó emocionalmente exhausto. Pensé que Iñárritu era un director interesante y valía la pena seguirle la pista. Sin embargo, después de ver el resto de su filmografía, he cambiado de idea. Y en realidad he puesto 21 gramos porque fue la que me puso sobre la pista, pero ni Babel (2006) ni Biutiful (2010) me gustaron tampoco. Básicamente son películas tremendamente folletinescas que se regodean en la tragedia y el melodrama, como si hacer un dramón fuera algo más serio, difícil o prestigioso que el resto de géneros. La gota que colmó el vaso fue Biutiful con su regodeo burgués en la clase baja, representando una Barcelona tan irreal y falsa como la Barcelona de Woody Allen en la infumable Vicky Cristina Barcelona (2008). No soporto como busca la lágrima fácil y la angustia de culebrón.



Bella de día (Belle de jour, 1967), Luis Buñuel: La verdad es que no tenía muchos problemas con esta película hasta que descubrí The Agony of Love, una película de 1966 de William Rostler que tiene el mismo argumento, incluida una escena onírica. Cierto es que la película de Buñuel está basada en una novela francesa de 1928, pero las semejanzas visuales, así como el súbito cambio de estilo de Buñuel, me hacen pensar que posiblemente también viera esta película. Ahora, porque una es ensalzada por la crítica especializada y la otra desechada como mera exploitation da que pensar. Y, sinceramente, yo mismo no me habría dado cuenta si no hubiesen hablado de The Agony of Love en el documental Schlock! - The Secret History of American Movies (2001, Ray Greene).



El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999), M. Night Shyamalan: Recuerdo que la primera vez que vi esta película en el cine me dejó bastante indiferente pero la segunda vez que la vi en el confort del hogar se me hizo tremendamente pesada. La historia no era particularmente inventiva u original, sobretodo después de haber visto el episodio 16 de la primera temporada de La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964), y su ejecución no me resultó particularmente interesante, sobretodo después de ver algunas películas japonesas. Pero al contrario que con otros directores, sí he visto películas posteriores de Shyamalan que me han gustado.

20 ene 2011

Dylan Dog: De amor y muerte y lo que hay entre ambos



Puedo leer la Biblia, Homero y Dylan Dog durante días y días sin cansarme.
Umberto Eco

¿Alguna vez os ha pasado que os ha disgustado tanto una película que incluso os habéis enfadado con ella? A mí me pasó con Constantine (2005) de Francis Lawrence (director de la también abominable tercera versión de Soy Leyenda de Richard Matheson). Cuando me enteré que iban a hacer una película adaptando la serie John Constantine: Hellblazer, me emocioné mucho ya que se habían hecho muy buenas adaptaciones recientemente de cómics al cine. Luego me enteré que iban a convertir a John Constantine en americano, lo cual ya era malo: se eliminaba una de las características esenciales del personaje que era su estilo inglés punk y chulo. Luego, resulta que el personaje lo iba a interpretar Keanu Reeves, aquí ya me di cuenta de que les importaba tres pimientos el personaje, porque no hay nadie que esté más alejado del aspecto y estilo de John Constantine que el sosainas de Reeves. A pesar de todo vi la película, que odié a los cinco minutos. Lo más interesante que pasó fue cuando a uno del público lo llamaron al móvil y el tipo estuvo manteniendo una conversación a gritos para que se le oyera sobre el ruido que hacía la película. Y era un cine de versión original, no el típico multisalas.

Ahora parece que me enfrento a lo mismo con una de mis lecturas favoritas: Dylan Dog.

Mi objetivo, si todavía seguís ahí, es que conozcáis un poco el personaje y su historia y no lo juzguéis por la película que se ha de estrenar en algún momento de este año. Que la película no os quite las ganas de leerlo, básicamente.

Ya sé, ya sé. No se ha de juzgar una película sin haberla visto. Pero mirad este tráiler y luego comparad lo que veis con lo que os voy a contar del personaje y sus aventuras:



Tiene mala pinta, ¿verdad? El hecho que en Estados Unidos se haya calificado para mayores de 13 años, se enfatice la acción, esté ambientada en Estados Unidos y Dylan Dog sea americano, la atmósfera y el tono en general que vende el tráiler ya me dice que, aparte del nombre, no encontraré nada que se asemeje al personaje en que se basa o el tipo de historias que protagoniza. Es demasiado "de tebeo", se parece demasiado a una de las muchas películas que hacen quedar mal a los cómics en que se basan por hacer una interpretación superficial en un intento de llegar a una audiencia más amplia simplificándolo todo. Por el tráiler la película se parece más a una mala imitación de Buffy, cazavampiros o la serie de películas de Blade que al cómic original en el cual se basa.

Dylan Dog fue una serie creada por el escritor italiano Tiziano Sclavi para la Sergio Bonelli Editorial, la principal editora de cómics en Italia. La serie empezó su andadura en 1986 y muy pronto se convirtió en un gran éxito.

Dylan Dog está protagonizada por, obviamente, Dylan Dog. Dog es un investigador de lo sobrenatural, de las pesadillas. Los clientes que acuden a él lo hacen siempre con algún horror a su espalda. Dylan Dog tiene el rostro de Rupert Everett, que sirvió de inspiración a la hora de diseñar el personaje, y siempre viste igual: chaqueta negra, camisa roja y tejanos azules. Luego tenemos al ayudante de Dylan Dog: Groucho. Éste es una caricatura de Groucho Marx, una de las muchas referencias que introduce Sclavi, y es el contrapunto humorístico de la serie. Normalmente suele aparecer un par de veces en la historia: al principio recibiendo al cliente y hacia la mitad para relajar la tensión. También se han dado casos en que ha tenido más protagonismo como en la historia ¡Killer!, en la cual se mezcla The Terminator (James Cameron, 1984), la leyenda del Golem y La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976). Pero, como digo, lo más habitual es que sea una válvula de escape de humor absurdo para la historia. Finalmente, tenemos al Inspector Bloch, el antiguo jefe de Dylan Dog cuando éste formaba parte de Scotland Yard, que suele echar una mano a Dylan o éste a él, aunque no sale siempre.

¿Cuántos cómics conocéis que empiecen con una referencia directa a Ingmar Bergman y sean entretenidos de leer?

Sclavi creó unas historias de terror y con algún elemento sobrenatural presente pero siempre remarcando que el peor monstruo somos nosotros. Muchas veces los horrores tienen lugar debido a la falta de comunicación o la soledad. Sclavi introducía en sus historias también muchas y variadas referencias culturales: en Alfa y Omega encontramos referencias a varios clásicos de la ciencia ficción como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968). En la casa de Dylan Dog vemos que tiene un póster de la película The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975). Y siempre que estamos en casa de Dylan se destaca algún libro, algún disco o alguna canción relacionada con la historia.

El tono de las historias es bastante serio, en ocasiones hasta melancólico, y suelen transcurrir en un Londres urbano y cosmopolita en el cual la soledad y la tristeza parecen conspirar para crear algún horror; de ahí la necesidad de un Groucho que inyecte algo de humor. Pero también hay historias que entran dentro de la sátira social, como Canal 666 sobre la televisión, tampoco quiero dar la imagen de un cómic oscuro y tenebroso lleno de noches góticas.

Cuando Sclavi dejó la serie, Dylan Dog siguió el estilo habitual de las series italianas (por lo menos las que yo conozco): un guionista y un dibujante diferentes en cada número. Los guionistas siguen las pautas que marcó Sclavi, pero cada uno hace un tipo de historia según su estilo. Así, algunas historias son más serias, otras más cómicas, otras inciden más en el terror, otras en el misterio... Los estilos de los dibujantes también son muy variados, pero siempre de gran calidad.

Seguir Dylan Dog es España ha sido algo complicado. La primera vez fue publicado por Ediciones Zinco, a finales de los ochenta, con el mismo formato que la edición italiana. De esta serie sólo tengo (o tenía) tres números y no sé cuando dejó de publicarse ni por qué. Luego, a mediados de los noventa, Ediciones B publicó diez números, en un formato parecido al de los álbumes europeos estilo Tintín, al módico precio de 495 pesetas, esta sí que la tengo completa. Pero no es hasta el 2005 que empieza a publicarse de la mejor manera Dylan Dog de la mano de Aleta Ediciones. Empezó con un formato mensual, pero a partir del número 36 la serie pasó a ser trimestral y en cada número se incluyen tres historias. Pero lo mejor es que también han empezado a publicar la serie de manera cronológica empezando por el número uno en la colección Dylan Dog de Tiziano Sclavi, del que recientemente se ha publicado el sexto volumen, en cada volumen se incluyen cuatro historias.

Es posible que los fans de Dylan Dog no veamos las aventuras de este melancólico, seductor y abstemio ex policía reconvertido en detective privado llevadas a la pantalla con la seriedad y fidelidad que se merece. De momento nos tendremos que conformar con la película que en 1994 dirigió Michele Soavi: Dellamorte Dellamore (cuyo horrible título en castellano me niego a utilizar). Una película que si bien no adapta la serie Dylan Dog, sí se acerca al universo de Sclavi.

Dellamorte Dellamore se basa en una novela de Tiziano Sclavi y fue protagonizada por Rupert Everett, François Hadji-Lazaro y una potente Anna Falchi. Everett es Francesco Dellamorte, el vigilante del cementerio de la ciudad italiana Buffalora. Por alguna razón, los muertos que son enterrados allí resucitan al cabo de tres días. Cuando resucitan, Dellamorte les pega un tiro en la cabeza y los vuelve a enterrar siguiendo un proceso que se ha convertido en rutina. Todo cambia cuando una bella mujer (Falchi) entierra a su marido. Francesco se enamora de ella, pero muere y Francesco se ve obligado a matarla cuando resucita. A partir de entonces, la bella mujer volverá una y otra vez bajo diferentes apariencias.

Por un lado, Soavi construye una ácida sátira de Italia, representada por el pueblo Buffalora, y especialmente del gobierno y la burocracia. Los personajes que representan el gobierno son personajes caricaturescos destinados a reflejar la crítica política y social que hace Soavi. Por otro lado, tenemos la historia de trágico romanticismo que protagoniza Francesco, una historia que se resume en los apellidos del protagonista: Dellamorte Dellamore, de muerte y amor. Francesco se ve obligado a tener que matar cuando resucita la mujer que ama una y otra vez, ya que no puede evitar sentirse atraído por ella cada vez que la conoce en una diferente encarnación. En esta línea argumental, la película entra en terrenos surrealistas y oníricos, usando ángulos y iluminación extremas que da la sensación de ver una película de expresionismo alemán pero en color. Eso sin mencionar el abstracto final que puede provocar interesantes discusiones con vuestras amistades tras su visionado.


El principal problema de la película es su título en castellano: Mi novia es un Zombie. Un título poco afortunado que da una idea equivocada de la película y posiblemente aleje espectadores que podrían sentirse interesados por su subtexto y su ejecución.

En fin, espero que os animéis a leer las aventuras de Dylan Dog, especialmente las guionizadas por Tiziano Sclavi (recordad, 6 volúmenes publicados hasta el momento por Aleta Ediciones), y os pase como a Umberto Eco o a mí y disfrutéis durante días y días. De paso, dadle una oportunidad a Dellamorte Dellamore a pesar del ridículo título español.

19 ene 2011

Pat Garrett y Billy el niño (Pat Garrett & Billy the Kid)



Sam Peckinpah tuvo una conflictiva relación con los grandes estudios, con lo que por desgracia no pudo disfrutar en vida ver como sus películas eran estrenadas y vistas como él quiso por el público.

En Pat Garrett y Billy el niño (Pat Garrett & Billy the Kid, 1973) retoma el tono de violenta elegía de la clásica Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969) para presentarnos la historia de  como Pat Garrett persiguió a Billy el niño. De nuevo, vemos como el protagonista, un fantástico James Coburn como Pat Garrett, atraviesa un interesante conflicto moral y ético entre lo que debe hacer y lo que quiere hacer. Y como era la marca de Peckinpah, mezcla escenas violentas con otras cargadas de un fuerte componente lírico, destacando en este aspecto la famosa escena de la muerte del sheriff Baker (Slim Pickens), musicada con el Knockin' On Heavens Door que compuso Bob Dylan para esa escena en concreto creando un momento en el que melodía, letras e imágenes se complementan a la perfección.

Como supongo que la mayoría, la versión que yo vi por primera vez de esta película es la versión de dos horas que se conoce como "el montaje del director" y es la versión que pasaron en el programa de cine que Àlex Gorina tenía en el canal autonómico Canal 33. Y es una versión que me gustó mucho. Sin embargo, en el 2005 apareció una edición especial en DVD que incluía un nuevo montaje siguiendo las notas que había dejado Peckinpah y que es muchísimo mejor que la versión previa, que, por lo que parece, era la primera versión que editó Peckinpah antes de que fuera destrozada por el estudio y no la definitiva.

Esta nueva versión es realmente una obra maestra, que recupera la canción de Dylan en la anteriormente mencionada escena, ya que elimina las escenas redundantes y reintegra la energía que Peckinpah imprimía a sus películas, cuando todavía se encontraba bien de salud.

La película hace equilibrios entre la figura romántica de Billy el niño y la figura histórica, presentándonos a un forajido humano por el que sentimos cierta simpatía, especialmente cuando las fuerzas del orden son representadas como entidades corruptas. De nuevo, recordando a Grupo salvaje. Por ello el retrato de Garrett oscila entre la tristeza y la determinación. En ocasiones, Garrett me recuerda al Marlowe de Raymond Chandler: el último hombre honesto en un mundo corrupto.

También es inevitable realizar un paralelismo entre esta película y la propia vida de Peckinpah. Esta película se sitúa en la última y más conflictiva etapa de su vida, caracterizada por la lucha contra los estudios y por hacer las películas siendo fiel a su propia integridad artística a pesar de las fuerzas en contra, como un forajido contra las fuerzas de la ley. Ésta y la siguiente Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring Me the Head of Alfredo Garcia, 1974) son realmente las últimas películas interesantes que hace y luego, igual que Garrett en la película, ya no sería el mismo, a pesar de contar con la ayuda de amigos como Kris Kristofferson (Billy en la película) que le echaban una mano.

Si sólo habéis visto una versión de este clásico, os insto a adquirir la edición especial y comparar ambas versiones, dejando de lado la versión del estudio, claro. Si no la habéis visto no perdáis oportunidad de verla. Y oírla, la banda sonora de Bob Dylan es realmente fantástica.

18 ene 2011

The Toolbox Murders y una encendida defensa de la serie B



Siempre me duele y molesta cuando se usa el término "serie B" de forma peyorativa. También me molesta mucho la frase: "es de serie B, pero es una buena película"; ya que da por supuesto que las películas de serie B son malas. Las personas que creen eso parecen olvidar que Psicosis (Psycho, Alfred Hitchchock, 1960) y Los pájaros (The Birds, Alfred Hitchcock, 1963) son películas de serie B. Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) es una película de serie B. Alien-El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) es una película de serie B. El padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972) es una película de serie B.

El término "película B" se empezó a aplicar para designar a la película con la que el estudio emparejaba a una película de estreno. Esta película B tanto podía ser un título de reestreno como una película nueva realizada con menos dinero. Normalmente se reservaba para estas películas B los argumentos que girasen en torno a criminales, gánsteres o películas de terror. Eran títulos como El halcón maltés (The Maltese Falcon, John Huston, 1941) o Al rojo vivo (White Heat, Raoul Walsh, 1949).

Luego, el término "serie B" pasó a determinar películas que estaban hechas con poco dinero de forma independiente de los estudios, intentando competir con los grandes estudios. Muchas veces, estas películas adoptaban la forma de pseudodocumentales y se proyectaban no en cines, sino en espectáculos itinerantes en ferias y demás. Igual que en los orígenes del cine. Hacia mediados de los cincuenta hubo una explosión de compañías distribuidoras independientes que se encargaban de distribuir películas hechas con poco dinero destinadas al mercado de los drive-in. Para más información sobre la historia del cine exploitation recomiendo ver: Schlock! The Secret History of American Movies (2001), un documental de Ray Greene.

El caso es que para sobrevivir estas películas trataban todo aquello que Hollywood consideraba de mal gusto, como el sexo o las películas de terror. Sin embargo, cuando estas películas empezaron a hacer mucho dinero, Hollywood no tuvo problema entonces a producir su propio cine de "serie B." Como la anteriormente mencionada Tiburón.

La razón por la que siempre defiendo la serie B y el cine exploitation (mal término, todo el cine es exploitation desde el momento en que se hacen anuncios y se venden entradas) es que siempre puedo esperar lo inesperado. Es decir, el cine que proviene de los grandes estudios tiene ciertos límites que no cruzará, límites que la serie B es capaz de cruzar sin ningún rubor. Cosas como el asesinato de una niña al principio de Asalto a la comisaría del distrito 13 (Assault on Precinct 13, John Carpenter, 1976), pero también me refiero a historias, argumentos y temas tratados de una manera que muchas veces resulta original e inesperada porque no hay un montón de ejecutivos preocupados por el marketing de la película interfiriendo con el trabajo de unos artistas.

Lo que me lleva a The Toolbox Murders. Una película de 1978, dirigida por Dennis Donnelly, que se ha convertido en una película de culto gracias al apoyo de sus innumerables fans. Ciertamente el argumento, un hombre enmascarado asesina a una serie de mujeres usando las herramientas que lleva consigo en una caja, no parece indicar que la película sea nada especial. Pero, como decía, la película me sorprendió gratamente llevándome a lugares que no había imaginado al empezar a verla.

Los primeros veinte minutos de la película son eso: un enmascarado mata a varias mujeres. En esta parte de la película tiene lugar su escena más famosa en la que una joven (Kelly Nichols aka Marianne Walter), es perseguida por el asesino con una pistola de clavos tras sorprenderla en la bañera acariciándose sus naughty parts. Esta escena, que ilustra el póster en el cual la chica es Nichols, fue una de las razones por las que Stephen King seleccionó The Toolbox Murders como una de las películas más aterradoras de 1978.

Lo que De Ann (Kelly Nichols) no sabe es que para ella el frotar se va a acabar. Para siempre.
Sin embargo, tras esta primera parte, que hacer honor al título de la película, se hace un giro cuando el asesino secuestra a la joven Laurie Ballard (Pamelyn Ferdin) y su hermano Joey (Nicolas Beauvy) empieza a investigar qué le ha pasado. Es aquí donde se revela al espectador la identidad del asesino (un gran Cameron Mitchell) y la película avanza hacia territorios mucho más interesantes. Es aquí donde el guion de Neva Friedenn, Robert Easter y Ann Kindberg rompe con las expectativas que uno se hace tras haber visto diversas películas del género producidas por los grandes estudios. Es aquí donde casi me levanto del sofá llevado por la emoción y excitación de imaginar que es lo que iba a pasar a continuación.

Os seré sincero: la razón que me había llevado a ver The Toolbox Murders era su fama de brutal exploitation. La manera con la que, muy acertadamente, la promocionó Blue Underground. He aquí el tagline que aparece en la parte frontal de la carátula del Blu-ray que me compré: The Original Exploitation Classic! Estos son unos fragmentos del texto que aparece en la parte posterior de la carátula: Esta sangrienta masacre sólo es el principio de este hito épico de violencia y depravación que fue vilipendiado por los críticos, prohibido por los censores y atesorado por fans del splatter de todo el mundo (...) Experimenta uno de los exploitation films más chocantes de todos los tiempos en toda su sangrienta gloria, ya que The Toolbox Murders se presenta sin cortes, sin censura, nuevamente remasterizado en una Alta Definición que te helará la sangre usando el negativo original.

Después de leerlo, me dije: "bueno, esto puede ser divertido." De ahí el inmenso placer de ver que la película era muchísimo más que eso. Y mientras se acercaba el clímax me decía: "no serán capaces de... realmente van a..." Oh, sí. Sí que lo hicieron. Y, niños y niñas, cuando llegó el final y le añadieron un fantástico cartel sobre el destino de los personajes "reales" casi me levanto y me pongo a aplaudir.

Sí, señor, por estas grandes sensaciones soy un fan de la serie B y la exploitation. Por estas emociones sin adulterar. Me puse a verla pensando que sería una cosa y me hizo caer de culo de la sorpresa. Una sorpresa y emoción que cada vez me cuesta más encontrar en el cine actual, no digamos ya proveniente de los grandes estudios.

La guinda en el pastel es ver The Toolbox Murders en Blu-ray, alta definición y sonido envolvente. Es casi subversivo. Y lo más curioso fue escuchar de boca del productor Tony DiDio el origen de esta pequeña maravilla en el audiocomentario: sorprendido por ver que La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974) se volvía a distribuir en cines, fue a ver a los distribuidores y les preguntó como se las habían arreglado para hacer una segunda distribución de esa película. La respuesta de los distribuidores: estas películas dan mucho dinero. Así que DiDio reunió a los guionistas, les pasó La matanza de Texas y les dijo: escribidme algo de ese estilo. Y vaya si lo hicieron. Pero para mí fue cosa de la serendipia, porque fue justo el remake de The Toolbox Murders que Tobe Hooper dirigió en el 2004 (titulado aquí La masacre de Toolbox) que me llevó a la película original.

No me digáis que no es curioso: Tony DiDio se inspira en el éxito de la primera clásica película de Tobe Hooper para hacer una película que también se convertirá en clásica y cuyo remake será dirigido por el mismo Tobe Hooper. Todo encaja, como un gran puzle sideral.