La década de los 90 no fue muy afortunada para Arnold Schwarzenegger. Fue una década de decadencia, con la excepción de sus colaboraciones con James Cameron y Paul Verhoeven, aunque un poco mejor que la que pasó Sylvester Stallone.
Parte de esta decadencia se debe al hecho de que el cine de acción hipermusculado e hiperbólico de los 80 había terminado y Schwarzenegger pasó bastante tiempo intentando probar otros géneros, como la comedia, para desencasillarse, sin mucha suerte. El fin de los días (End of Days, Peter Hyams, 1999) es un ejemplo de ello: una película que mezclaba cine de acción y terror.
Cuando la vi en el cine no tenía ni idea de nada de todo esto, claro. Lo único que sabía es que pagué la entrada, me senté en la butaca y me lo pasé teta. Me gustó lo bastante como para querer comprarla cuando salió en DVD, pero en aquellos días la Disney, propietaria de los derechos de distribución en España mediante su sello Touchstone, editó la película sin ningún tipo de extra, así que decidí esperar a que saliera alguna edición especial o pillarla de importación. Cosas de la vida, hasta que no fue editada en Blu-ray, no me reencontré de nuevo con esta película, siendo la edición francesa la más completa en cuanto a extras.
Entre el tiempo en que la vi en el cine y la volví a ver en casa, tuve la percepción de que no era una película que fuera muy popular. Es decir, era conocida pero se considera un film bastante malo. Y soy el primero en admitir que tiene sus fallos, que su argumento es como un grandes éxitos de las películas de temática satánica que todos conocemos mezclado con la paranoia del fin del mundo que le dio a todo el mundo con la llegada del año 2000 (¿recordáis que se suponía que iban a fallar todas las computadoras y que iba a ver un colapso mundial cuando se pasase de 1999 a 2000?). Pero, a pesar de ello, la verdad es que mentiría si dijera que no me parece entretenida de principio a fin.
La "interpretación" de Schwarzenegger no está del todo mal, el hombre lo intenta con un personaje que se apartaba bastante de su zona de confort. Además, el film cuenta con la agradable presencia de Robin Tunney y, sobretodo, con el robaescenas Gabriel Byrne haciendo de Satanás. Byrne está genial y nos ofrece grandes momentos. Por su parte, Hyams no permite que el espectador se aburra, y cuando no hay escenas de acción, nos mete algún delirio satánico, como la escena en que Byrne como Satanás hace un trío con una madre y su hija y los cuerpos se fusionan entre sí.
En fin, tal vez se trate simplemente de un placer culpable, una muestra más de mi mal gusto, pero esta película me divierte y me entretiene, supongo que no seré el único. Y si no la conoces, dale una oportunidad.