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No he visto muchas explicaciones de por qué ha alguien le gustan los musicales o las comedias o los western; sin embargo, parece que los aficionados al cine de terror han de responder antes o después a la pregunta ¿por qué ves pelis de terror? (que parece querer decir más bien ¿cómo puedes ver películas de terror?). Lo cual tiene su origen en el hecho de que se considera el género terrorífico como algo que la gente sana y de buen gusto no ve o no debería ver.
Una noción que siempre me ha parecido ridícula. Igual que ridículos me parecen aquellos que acusan el cine de terror de provocar en la sociedad una influencia malsana. Las películas no influyen en la sociedad, la sociedad influye en las películas. Hablando en términos generales, todo el arte refleja de forma consciente o inconsciente la sociedad en la cual vive el artista que lo crea; cuando alguien dice que las películas hacen que la sociedad sea más violenta es como alguien a quién no le gusta lo que ve cuando se mira en el espejo por las mañanas y culpa al espejo por mostrar ese reflejo.
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Desde muy pequeño me he sentido atraído por el terror en todos sus formatos. Creo que especialmente desde que por un cumpleaños (tal vez el octavo o el noveno) me regalaron tres clásico literarios pensados para los jóvenes: La llamada de la selva de Jack London, Aventuras de Arturo Gordon Pym de Edgar Allan Poe y El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde de Robert Louis Stevenson. Tres libros que todavía conservo a día de hoy, tres libros que contenían elementos más o menos macabros y más o menos terroríficos. Es decir, la novela de Stevenson era una novela de terror, pero las otras dos, aunque a priori no lo eran, también contenían pasajes y momentos que podían ser considerados terroríficos. Desde entonces me lancé a una búsqueda de historias (libros y cuentos) que me provocaran las mismas sensaciones que cuando leía como el maníaco Hyde atacaba a la gente con su bastón.
La verdad es que ya antes sentía una innegable atracción por los monstruos y las criaturas que me daban miedo y al mismo tiempo me fascinaban. Desde entonces ahora, he sido capaz de racionalizar la función del cine de terror, por qué es importante y por qué fue prácticamente el primer género en ser plasmado cinematográficamente. Pero siendo completamente honesto y sincero, no sé por qué, aunque me apasionan todos los géneros sin distinción, el terror, y por extensión el fantástico, me gusta más que los otros (tanto en cine, literatura, cómic y hasta pintura). De la misma manera que no sé por qué los Doors o los Cramps o las Runaways me tocan más la fibra que otro grupos de música; o por qué me gusta la carne y no la verdura; o por qué me apasionan más las pelirrojas que las rubias o las morenas.
Es decir, si me preguntas te diré que me encantan los Doors por las letras poéticas y fantásticas de Jim Morrison y las melodías entre psicodélicas y blueseras de sus canciones. Pero qué evento en mi vida, en mi educación, me ha llevado a apreciar más su música que la de, por ejemplo, Cream, pues no lo sé. Y, de todos modos, qué más da. Es así, no le demos más vueltas. Nos gustan las cosas que nos gustan porque nos hacen sentir, nos hacen vibrar, nos emocionan de una manera que el resto no lo hace, y no creo que haya nada racional en ello.
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El cine de terror es esencial para la salud mental de nuestra sociedad. Es a través de este género que los miedos y las psicosis que afectan nuestra sociedad se expresan de manera catártica. Igual que una persona reprimida que no expresa sus emociones de ninguna manera puede acabar con serios problemas mentales, nuestra sociedad (en otras palabras, nosotros mismos) necesita dar cierta expresión y libertad a todas las preocupaciones y miedos que la afectan.
En cierta forma, es parecido a las personas que van a ver un drama para llorar a gusto durante un par de horas y luego se sienten más ligeras. Una buena película de terror te proporciona un servicio de "limpieza" interior. Creo que por eso, después de ver una buena película de terror te sientes excitado como si hubieras sobrevivido a una situación tremendamente peligrosa y arriesgada, aunque siempre desde la seguridad de la butaca de cine. Supongo que por eso también algunas mujeres, tras una buena sesión de sustos, se sienten especialmente excitadas y receptivas a una interacción física más íntima. Es posible que el roce con la muerte, a través de la ficción, te haga darte cuenta de lo genial y fantástica que es la vida y lo afortunados que somos de poder disfrutarla.
Como cuenta muy bien Stephen King (en el vídeo a continuación, parte de un documental sobre David Cronenberg titulado Long Live The New Flesh), el espectador de una película de terror hace un intercambio: una preocupación real, un miedo real es sustituido por un miedo ficticio e inofensivo, proceso que permite liberar una saludable cantidad de "mal rollo" que de otra manera se quedaría dentro de la cabeza, royendo y royendo. En otras palabras, es una manera sana de proyectar la ansiedad y la angustia que provoca la vida moderna o ser un adolescente o, como comentaba en mi artículo sobre homosexualidad y cine fantástico, tener una orientación sexual diferente a la de la mayoría.
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Una de las cosas que más me gusta de este género es la gran variedad de estilos, temáticas y subgéneros que abarca. Hay para todos los gustos, de todos los colores. Eso sí, parece ser que hay una eterna discusión entre si es mejor "terror psicológico" o "terror sangriento".
Mi respuesta es: ambos. Para mí, si la película está bien hecha me es indiferente el estilo que utilice. Tanto de un estilo como del otro hay infinidad de buenos y malos títulos.
Y para acabar, una última característica del cine de terror que me encanta: es divertido. Algunas veces, ver una película de terror puede ser muy divertido, ya sea por unos efectos especiales cutres (en el caso de una mala) o por la emoción de los sustos (en el caso de una buena película de sustos). Las películas de terror, especialmente vistas en grupo, tienen un elemento de celebración (o ceremonioso) que las hace únicas. A este tipo pertenecen principalmente las películas tipo slasher, que ya he comentado en profundidad, pero también algunas películas de monstruos y zombis.
No creo haber aclarado gran cosa en este artículo, más allá de dejar claro mi amor por este género tan denostado. Como guinda, os dejo un fragmento del documental Terror in the Aisles (Andrew J. Kuehn, 1984). Los que no sepan inglés que vean los dos primeros minutos y se harán una idea de lo que quería decir con este artículo.