Podéis leer cuánto placer me provocó la película La batalla de los sexos (Battle of the Sexes, Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2017) en la crítica que he escrito para Underbrain Mgz, clicando aquí:
Tal vez me sorprendió tan gratamente porque fui sin ninguna expectativa, simplemente a ver qué me encontraba. En cualquier caso, la recomiendo a todo el mundo.
Acabo de publicar un largo artículo sobre la saga Pesadilla en Elm Street en Underbrain Mgz, en el que añado información que no sabía cuándo publiqué otro artículo semejante en el blog y algunas de mis opiniones sobre algunas de las entregas han cambiado ligeramente. Espero que los fans lo encuentren interesante.
Tras el fallecimiento de Tobe Hooper, me puse a investigar sobre las películas dirigidas por él que todavía no había visto, principalmente las últimas que dirigió. Una que había evitado porque no me parecía interesante, y se produjo en un momento en el que el director no estaba en plena forma, era Alianza macabra (The Mangler, 1995), basada en un cuento de Stephen King.
¿Dirigida por Tobe Hooper y sobre un relato de Stephen King? Tendría que haberme lanzado sobre ella en el momento en que apareció en el videoclub. Pero conocía el relato muy bien y no veía cómo se podía hacer una película basado en esta historia, La trituradora, incluída en la primera antología de relatos que publicó King, El umbral de la noche. Este relato, ambientado en la ciudad de Nueva York, cuenta como un policía y un amigo suyo llegan a la conclusión que la gran máquina de doblar ropa de una lavandería industrial está poseída tras una serie de extraños accidentes. Leída, al principio la historia resulta divertida por la idea central y luego se va haciendo más inquietante, a medida que King te convence de lo que sucede. ¿Cómo trasladar el mismo efecto a la pantalla? Me parecía que quedaría ridículo de cualquier manera, en especial cuando parecía que Hooper no se encontraba en su mejor momento.
Para mi sorpresa, The Mangler es lo suficientemente bizarra y delirante como para resultar muy entretenida. Te deja la misma sensación que algo visto a altas horas de la madrugada, donde no sabes si lo que estas viendo forma parte de la película o es algo que estás medio soñando. Una comedia negra como el petróleo que tiene aires de sueño enfebrecido.
El relato transcurre en Nueva York, pero el guion traslada la acción a uno de los típicos pueblos de Maine a los que es tan aficionado King. Sin embargo, la película se rodó en Sudáfrica y Londres, así que el lugar donde transcurre la acción no se parece en nada al estilo de pueblo de Maine que hemos visto en películas, sino una especie de enfebrecida recreación de una ciudad del sur (de nuevo, según la imagen que tenemos de estos sitios por el cine). Al frente del reparto tenemos a dos grandes actores como Robert Englund y Ted Levine, que con gusto se lanzan al estilo hiperbólico y exagerado de actuación que Hooper creó en sus primeras películas. Todo el mundo actúa como si estuviera al borde de un ataque de nervios, encajando perfectamente con la atmósfera grotesca y exagerada en la que nos sumerge el director.
Como el relato no da para toda una película, la trama se expande añadiendo una especie de conspiración satánica (supongo que es la alianza macabra a la que alude el título en castellano). La manera en que se añade esta conspiración hace que el film no tenga sentido alguno, ya que conserva todos los elementos del relato. Es decir, por un lado se explica como la máquina de doblar se convierte en la trituradora poseída y, por otro lado, la conspiración satánica de sacrificios ocurre desde hace décadas. Así que, al mismo tiempo, la máquina acaba de convertirse en diabólica por una serie de accidentes y forma parte desde hace décadas de una conspiración satánica. Es decir, de nuevo, no tiene sentido alguno.
Y, la verdad, tampoco importa mucho que no tenga sentido, ya que resulta tremendamente divertida, gracias al toque Hooper que convierte lo que podría haber sido una olvidable cinta de serie B en un tour de force bizarro, con gente tosiendo sangre sobre la cámara y neveras diabólicas (sí, también se incluye una nevera diabólica por si acaso la máquina de doblar poseída no fuera bastante). Conociendo el sentido del humor de Hooper, estoy convencido de que el resultado final era el buscado: crear algo absurdo cargado de humor negro.
Buscando una edición barata en DVD de esta película descubrí algo mucho más absurdo que el film de Hooper: esta película fue seguida de dos secuelas, que parecen bastante terribles, rodadas directamente en vídeo. Virus del Mangler (Alianza macabra 2) (The Mangler 2, Michael Hamilton-Wright, 2002) trata sobre un virus informático con conciencia propia que se apodera de un instituto y se dedica a matar a los estudiantes. The Mangler Reborn (Matt Cunningham, Erik Gardner, 2005) trata sobre un hombre obsesionado con una máquina de doblar que comete diversos asesinatos y es poseído por la máquina. En mi búsqueda también descubrí que la edición inglesa en DVD contiene la versión de la película sin censurar, llena de cuerpos convertidos en sangrienta pulpa por la máquina. Es la edición por la que me inclino, aunque no trae subtítulos ni nada.
Por supuesto, solo recomiendo esta película a los amantes del cine pasado de vueltas. Los que busquen una película de terror "normal" que se abstengan.
Resulta trágico que una película tan imitada e influyente, un gran clásico del cine de terror gótico, sea, al mismo tiempo, tan desconocida para el público. Mario Bava construyó con Operazione paura (1966) un film que, desde el principio, atrapa al espectador con su atmósfera malsana.
El doctor Paul Eswai (Giacomo Rossi Stuart) llega a un pequeño pueblo para realizar la autopsia de una mujer que, aparentemente, se ha suicidado. El doctor es llamado por el inspector Krueger (Piero Lulli), el cual recibió una carta de la mujer poco antes de morir que le hace sospechar que no se trata de un suicidio. El doctor Eswai y la recién llegada Monica Schuftan (Erika Blanc) descubrirán que el pueblo se haya bajo una terrible maldición que mantiene a la población sometida a un régimen de terror.
Federico Fellini, Martin Scorsese, David Lynch, Guillermo del Toro... Estos son algunos de los directores que cogieron elementos de esta película o fueron inspirados por las imágenes creadas por Mario Bava en este clásico. Su influencia llega hasta el cine de terror actual también de forma indirecta, con películas inspiradas por el film de Bava que a su vez han creado sus propios seguidores. Operazione paura era el regreso de Bava al terror gótico que le dio fama, después de estar trabajando en diversos géneros durante una larga temporada. Lo que resulta sorprendente es que el film fue casi improvisado, con un guion que consistía en treinta páginas detallando el argumento y los diálogos creados a medida que iban rodando, igual que la historia se iba alterando a medida que avanzaban. Además, el dinero se terminó cuando llevaban rodando un par de semanas, pero, debido al material que había creado hasta entonces, Bava decidió terminar la película sin cobrar, igual que el equipo y el reparto por lealtad a Bava. Más tarde, cuando el film se estenó con bastante éxito, los productores desaparecieron con el dinero y ni Bava ni nadie fue pagado. Pero a Bava no le importó ya que estaba muy orgulloso del resultado final.
Y tenía motivos para estar orgulloso. En condiciones en las que otros directores habrían producido un bodrio, el maestro italiano creó un film con una gran atmósfera de terror, que atrapa al espectador en este pueblo en el que la aparición de una misteriosa niña provoca la muerte del que la ve. Como he mencionado al principio, desde el primer minuto el film se encuentra plenamente sumergido en el terror gótico, sin dar un momento al espectador para aclimatarse. Esto le da al film un toque casi onírico, que recuerda al expresionismo alemán, alejándose conscientemente del realismo.
Para el aficionado al terror este es un título imprescindible no solo por su calidad, sino también para entender de dónde surgieron muchas imágenes e ideas hoy comunes y familiares para el espectador.
No descubrí El foso de la muerte (The Dead Pit, Brett Leonard, 1989) en un oscuro videoclub, durante los años en que me dedicaba a explorar todo los videoclubes que podía en busca de oscuras joyas. Tampoco hay una interesante historia biográfica que me ligue sentimentalmente a este título. No, nada de eso. La verdad: me llegó una newsletter de Screen Archives donde aparecía esta película de oferta (una edición de dos discos por unos 6 euros) y, tras ver el tráiler, decidí darle una oportunidad. Fue una genialidad por mi parte, aunque esté mal que yo lo diga.
El doctor Colin Ramzi (Danny Gochnauer) está llevando a cabo experimentos poco ortodoxos con los pacientes del instituto mental en el que trabaja. El doctor Gerald Swan (Jeremy Slater) descubre las horribles prácticas del doctor Ramzi y lo asesina, dejando su cadáver junto a sus víctimas y tapiando la entrada al laboratorio de Ramzi. Veinte años después, una mujer con amnesia, referida como Jane Doe (Cheryl Lawson), nombre dado a las mujeres de identidad desconocida, es enviada a la institución mental para que pueda recuperar la memoria. Su llegada coincide, o provoca, el retorno del doctor Ramzi de la muerte, dedicado a poner en marcha nuevos experimentos y acompañado de sus pacientes zombi.
El director Brett Leonard es conocido principalmente por su no-adaptación de Stephen King El cortador de césped (The Lawnmower Man, 1992), película que dirigió justo después de El foso de la muerte. Como El cortador de césped era la película que me servía de referencia a su trabajo, me sorprendió con esta pequeña maravilla llena de deliciosos momentos de principio a fin.
Mezclando terror con ciertos toques comedia, se nos ofrece un delirante ejercicio lleno de gore (la edición en DVD de Code Red es el montaje del director sin censurar), que va de lo ridículo a lo genial en apenas segundos. Es un film hecho con poco dinero y mucha pasión, de modo que los momentos geniales tienen mucho mérito y los ridículos son muy divertidos. Para el poco dinero que tenían, los efectos de maquillaje son muy buenos y todo el gore está muy bien hecho. También son sorprendentemente buenas para este tipo de película las interpretaciones del reparto. La excepción sería Danny Gochnauer como el doctor Ramzi, pero su sobreactuación hace que cada en momento que sale en pantalla hilarante.
Pero estoy convencido que, más allá del gore y la historia que cuenta, la razón principal por la que disfruté tanto con esta película es esta: es un film con zombis que no presenta un apocalipsis ni a los muertos vivientes reanimados por un simple virus. Esto hace que esta película de 1989 resulte tremendamente refrescante cuando las comparas con el 99% de las películas de zombi actuales.
El tráiler fue suficiente para convencerme que esta película era mi tipo de película, especialmente sin cortar ni censurar. Si mi comentario no os ha convencido para darle una oportunidad, ved el tráiler para descubrir si también es vuestro tipo de película.
Este 19 de octubre fallecía a los 86 años Umberto Lenzi. Lenzi fue un director que trabajó en diversos géneros, siempre dentro de la exploitation más efectiva y, en ocasiones, pasada de vueltas. La calidad de sus películas podía variar, pero nunca eran aburridas. Uno de los más claros ejemplos de su habilidad para crear demencial entretenimiento fue La invasión de los zombis atómicos (Incubo sulla città contaminata, 1980), mi favorita de las muchas películas que conforman su filmografía. Fui lo bastante afortunado como para que me firmara una copia de esta durante una visita que hizo a Barcelona. Como sus películas, Lenzi demostró ser tan divertido como excesivo a la hora de hablar sobre su carrera y las anécdotas que se sucedían en sus rodajes. Os invito a homenajearlo repasando cualquiera de sus películas, comprobando que ya no se hace exploitation como la que se hacía antes.
Es una de las pocas veces que me encuentro ante una adaptación que mejora la novela en que se basa. Por otro lado, su estreno no podía ser más apropiado teniendo en cuenta su mensaje y la situación política actual. No os perdáis la interpretación de Ray Stevenson en la VOSE.
Más conocido por sus espagueti westerns, Sumario sangriento de la pequeña Estefanía (Mio caro assassino, 1972) fue la aportación del director Tonino Valerii al giallo. Una aportación muy sangrienta y violenta, cuya desarrollo es mucho más impactante que su argumento.
Paradisi (Francesco Di Federico), detective de una agencia de seguros, es decapitado usando una excavadora mecánica (!). El inspector Luca Peretti (George Hilton) se pone a investigar el caso. No tarda en descubrir que la reciente serie de asesinatos cometidos por un desconocido están relacionados con otro caso: el secuestro y asesinato hace unos años de la pequeña Estefanía Moroni (Lara Wendel). Para encontrar al asesino, Peretti deberá resolver también el caso de la pequeña Estefanía.
La conexión entre el giallo y el slasher se comentado mucho, pero realmente se hace evidente viendo películas como esta, en la que el misterioso asesino utiliza todo un surtido de herramientas mecánicas y otros utensilios para acabar con sus víctimas. Dejando de lado la expeditiva manera en que el asesino va despachando víctimas, Mio caro assassino nos presenta una historia bastante entretenida de intriga, con la mezcla de dos casos y un montón de sospechosos, incluyendo la clásica escena con todos los sospechosos reunidos mientras el inspector aclara lo sucedido.
Aficionados al cine de terror puede que la disfruten por los sangrientos asesinatos, pero realmente es un film para los amantes del giallo, que disfrutarán mucho más las opciones estilísticas y narrativas propias del género presentes en esta película.
Ahora el ambiente político está muy caldeado, llenando los informativos y periódicos de las habituales recriminaciones, manipulaciones o, directamente, mentiras a las que estamos acostumbrados, pero en mayor cantidad. Eso sin olvidarnos de las desmesuradas exaltaciones patrióticas que contaminan aún más el ambiente. Todo ello puede resultar agobiante y deprimente, especialmente si para uno las banderas no son más que trozos de tela. Y así estaba yo, hasta que la fortuna quiso que este momento de tensión política coincidiera con la llegada de un pack de películas de los hermanos Marx en Blu-ray, que acaba de editar Arrow Video. Solo hace falta ver estas películas, en la que los Marx ridiculizan todo estamento político y cualquier autoridad que asome la nariz, para darse cuenta de lo absurdo de la situación que vivimos. También sirven para que, al igual que le pasa a Woody Allen en Hannah y sus hermanas (Hannah and Her Sisters, Woody Allen, 1986), uno supere cualquier depresión provocada por la estupidez de los políticos o la vida en general. Sin más preámbulos, os invito a sumergiros conmigo en el surrealista, anarquíco y absurdo mundo de los hermanos Marx.
Este pack de Arrow reúne completa la etapa de los hermanos Marx en la Paramount, cuando todavía eran un cuarteto. Esta etapa está considerada la cumbre del talento de los Marx, mostrando su locura en su estado más puro. Cinco películas que fueron rodadas antes del código moral censor que se impuso a partir de 1934 en el cine americano y en las que el estudio les dio mucha libertad para trabajar. Más tarde, cuando empezaron a trabajar para MGM y se convirtieron en un trío, fueron progresivamente domesticados, utilizados para ayudar a alguna pareja de enamorados enfrentarse a algún villano. Además de que la censura les obligó a prescindir de las numerosas alusiones sexuales y dobles sentidos que formaron parte de su comedia en las películas del periodo Paramount. Incluso las mejores películas rodadas bajo la MGM, como la clásica Una noche en la ópera (A Night at the Opera, Sam Wood, 1935), palidecen ante la locura sin censurar ni suavizar mostrada en estas cinco películas.
Los cuatro cocos (The Cocoanuts, Robert Florey, Joseph Santley, 1929) fue la primera película sonora que rodó el cuarteto de hermanos. El film adaptó una obra con la que los hermanos habían triunfado en Broadway, cuando la tecnología del cine sonoro acababa de empezar. Estos dos hechos son la razón por la que la película es más bien estática y muy teatral, en el sentido de que la cámara está fija rodando una escena. Por fortuna, las escenas que comparten los hermanos son igualmente divertidísimas, así que es fácil pasar estos fallos, que son propios de las limitaciones técnicas de la época en que fue rodada. En su conjunto, es más una muestra de lo que podían dar de sí los hermanos en un nuevo medio, no tanto una auténtica demostración de su talento. Lamentablemente para los que no sepan inglés, algunas de las escenas más carcajeantes se basan en juegos de palabra en inglés intraducibles, como la clásica "Why a duck", algo que se repite en las demás películas.
Tras Los cuatro cocos, los hermanos Marx estrenaron otra adaptación de una obra de Broadway: El conflicto de los Marx (Animal Crackers, Victor Heerman, 1930). Resulta sorprendente comprobar lo rápido que avanzaba la tecnología sonora, lo que permitió un poco más de libertad de movimiento a los actores. También destaca para mí la manera en que Groucho Marx, interpretando a uno de sus personajes más famosos: el capitán Spaulding, se dirige directamente al espectador y revienta en mil pedazos la cuarta pared. Algo que hacía habitualmente en el teatro y que le prohibieron hacer en el cine, igual que también prohibieron que se pintara un bigote falso y cejas. Es obvio el caso que hizo Groucho a estas prohibiciones. Hay que destacar que durante mucho tiempo solo se pudo ver una versión recortada de esta película que hoy día se puede disfrutar sin cortes ni censura.
Pistoleros de agua dulce (Monkey Business, Norman McLeod, 1931) fue la primera película que los hermanos Marx rodaron a partir de un guion original, aunque reciclando muchos gags de su época de vodevil. Cuando los Marx empezaron su carrera en el cine, llevaban ya casi veinte años de trayectoria en los escenarios, así que tenían mucho material que reaprovechar. Es en esta película también donde los hermanos se convierten casi en personajes de dibujos animados, dejando una estela de caos a su paso cortesía de un guion con una trama prácticamente inexistente, que les liberaba para construir su locura sin impedimentos. Los hermanos Marx funcionaban mejor sin argumento que los domesticara, como se demuestra a partir de ahora.
Plumas de caballo (Horse Feathers, Norman McLeod, 1932) es posiblemente una de las películas más divertidas que he visto en la vida. Me pareció genial ya desde la primera vez que la vi cuando era niño. Es la única en la que los interludios musicales son casi un alivio, para descansar de tanta carcajada. Ya directamente convertidos en Looney Tunes de carne y hueso, los hermanos Marx parodian las películas de ambiente universitario, de nuevo con el beneficio de rodar sin un código censor, ya que uno de los elementos principales de la películas es lo que se llamaba una "viuda de universidad", expresión referida a aquella mujer que se iba a vivir cerca de una universidad para tener relaciones con el máximo número de estudiantes universitarios posible. Algo que apenas dos años después sería impensable mostrar en el cine. Un mínimo hilo argumental justifica que los hermanos Marx hagan befa y mofa del establishment universitario, concluyendo con un partido de rugby completamente absurdo y delirante.
La locura de los Marx culmina con una de las mejores comedias de la historia: Sopa de ganso (Duck Soup, Leo McCarey, 1933). Reivindicada en los años 60 por su lectura antibelicista, esta sátira política nos presenta a Groucho Marx como Rufus T. Firefly, presidente/dictador de un ficticio país que no esconde sus intenciones de saquear las arcas públicas y dedicarse con pasión a la corrupción. Por desgracia para nosotros, la película sigue siendo completamente vigente, tanto por su ridiculización del patriotismo bélico como por el retrato que hace de la clase política. Por fortuna para nosotros, en esta película nos encontramos la clásica escena en la que Harpo intenta convencer a Groucho de que está viendo su reflejo en un espejo. Los hermanos Marx no fueron los primeros en llevar a cabo la idea, pero su versión es sin duda la definitiva. Al igual que Plumas de caballo, esta película no llega a los 70 minutos de duración, concentrando una gran cantidad de locura en una mínima duración.
Los hermanos Marx siguen siendo tan geniales, divertidos, anárquicos y surrealistas ahora como en el momento en que se estrenaron estas clásicas comedias. Su genialidad brilla aún más si la comparamos con la mediocridad de aquellos que se creen más importantes de lo que realmente son. Seguid mi consejo y, parafreseando a John Lennon, haceos marxistas, no de Karl sino de Groucho.
Descubrí esta fantástica película gracias al podcast Daughters of Darkness de Kat Ellinger y Samm Deighan, en el que dedicaron un par de episodios al "art giallo" o giallo artístico. El primer film que trataron fue un título bastante desconocido de Tinto Brass: Con el corazón en la garganta (Col cuore in gola, 1967).
Bernard (Jean-Louis Trintignant) se encapricha de la bella Jane (Ewa Aulin), sin que ella muestre mucho interés. La cosa cambia cuando Bernard sorprende a Jane en una habitación con un cadáver reciente. La pareja inicia entonces una frenética huida mientras intentar demostrar su inocencia por las calles de Londres.
Hoy día Tinto Brass es conocido principalmente por sus películas cargadas de erotismo, pero sus inicios como cineasta fueron bastante variados. Una prueba de ello es este film, en el que mezcla Pop art, la dolce vita italiana y el swinging London de los sesenta para contar una historia de suspense bastante clásica, la del inocente acusado de un crimen que no ha cometido. Es la mezcla de estos elementos la que hace de este un film interesante, ya que a ratos no parece muy interesado en la historia de suspense, perdido en la ambientación, la mezcla de color y blanco y negro y el romance entre los dos protagonistas. Lo cual, la verdad, no es ningún problema desde mi punto de vista, ya que sin este batiburrillo no sería más que una típica película de suspense.
Aunque hay algunas escenas que se hacen un poco largas, como una fiesta en la que se deambula demasiado entre los invitados, si uno se deja llevar por la peculiar narrativa y disfruta con la estética de los 60 más modernos, Con el corazón en la garganta es una pequeña joya. Un giallo sexy alejado de la más habitual estética Argento, cuyo tráiler os ayudará a saber si es el tipo de película que os va.
Antes de Destino final (Final Destination, James Wong, 2000) (o antes del guion de Expediente X que se acabaría transformando en Destino final) estuvo Sole survivor: Único superviviente (Sole Survivor, Thom Eberhardt, 1983), no se cansa de repetir la propaganda de las ediciones actuales en DVD/Blu-ray de esta película. Pero, siendo justos, no es una comparación muy acertada.
Denise Watson (Anita Skinner) es la única superviviente de un desastre aéreo. Desde entonces, se ve acosada por extraños que parecen querer provocar su muerte. A pesar del escepticismo de su novio Brian (Kurt Johnson), Denise se convence de que hay algo de más allá que la quiere muerta y que no parará hasta conseguirlo.
A primera vista, es cierto que el punto de partida de Destino final y Sole Survivor son bastante parecidos. Pero la ejecución, argumento y desarrollo son completamente diferentes. El tema del superviviente de un desastre aéreo que se ve envuelto en una trama sobrenatural ya había sido empleado en distintas ocasiones, como en El superviviente (The Survivor, David Hemmings, 1981). Y la ejecución de Sole Survivor hace que la película sea casi un remake inconfeso (o plagio) de El carnaval de las almas (Carnival of Souls, Herk Harvey, 1962), cambiando un accidente de coche por un accidente de avión.
Eso no quiere decir que el film de Eberhardt carezca de interés. El director, conocido principalmente por su película de culto La noche del cometa (Night of the Comet, 1984), hace un buen trabajo con los personajes, demostrando cierta habilidad para la comedia, y, aunque el desarrollo es algo lento, cuando se mete de lleno en la trama de terror resulta una película bastante entretenida.
En definitiva, una curiosidad para los fans del género, que ahora se promociona por unos méritos que realmente no tiene.
No sé que me ha hecho acordarme de esta película recientemente. Seguro que no ha sido ver políticos mintiendo descaradamente o medios manipulando la información para favorecer su línea editoral, esas cosas no pasan en democracias modernas como la nuestra, son cosas que pasan en lugares lejanos como Venezuela. Tampoco sé muy bien a qué se debe el absurdo título en castellano, pero aquí os traigo Usted primero, por favor (Deathrow Gameshow, Mark Pirro, 1987).
Deathrow Gameshow nos cuenta la historia de Chuck Toedan (John McCafferty), creador y presentador del programa Live or Die, en el que condenados a muerte se juegan su supervivencia en un macabro concurso, cuyo resultado final es, casi siempre, la muerte del participante. Uno de estos participantes fue un jefe de la mafia, cuya muerte trajo provocó que ahora Chuck sea el objetivo de múltiples intentos de asesinato. ¿Podrá Chuck sobrevivir sin que bajen los índices de audiencia?
El film de Mark Pirro utiliza elementos que siempre me han gustado: sátira sangrante, humor negrísimo y comedia absurda. Lamentablemente, el director y guionista no explota de manera acertada todos estos elementos, aunque tiene un punto de partida brillante: un concurso en el que se ejecuta a los perdedores. El problema es que la contínua retahíla de chistes y gags tiene tantos fallos como aciertos.
Mientras algunos momentos me hicieron reír a carcajadas, otros me dejaron indiferente. Por suerte, la película es bastante corta, así que no se hace pesada. Además, la sátira televisiva y otros elementos siguen siendo vigentes hoy día, de modo que la comedia no ha pasado de moda, a pesar de que se estrenó a finales de los 80.
No es un film que recomendaría a todo el mundo, pero si os hace gracia la premisa creo que podéis darle una oportunidad.
Con gran placer os anuncio que ya está disponible la crítica que he escrito de Blade Runner 2049 (Dennis Villeneuve, 2017) en Underbrain Mgz, clicad aquí para leerla:
Le tenía muchas ganas a esta película, tanto por el director como por ser secuela de Blade Runner (Ridley Scott, 1982), clásico que vi de nuevo antes de ir al pase de Blade Runner 2049. Como podéis leer en la crítica, la espera ha valido la pena.
Creo que el estreno de dos fantásticas adaptaciones de novelas de Stephen King como It (Andy Muschietti, 2017) y, ahora, El juego de Gerald (Gerald's Game, Mike Flanagan, 2017) ha compensado enormemente la terrible decepción que fue La Torre Oscura (The Dark Tower, Nicolaj Arcel, 2017). El juego de Gerald traduce al lenguaje cinematográfico lo que parecía una novela muy complicada de adaptar sin traicionar su origen y resultando en un estupendo film.
Gerald y Jessie Burlingame (Bruce Greenwood y Carla Gugino, respectivamente) deciden pasar un fin de semana en su solitaria casa en el bosque, en un intento de animar las cosas en su matrimonio. Pero durante un juego, que implica esposar a Jessie a la cama, Gerald muere de un ataque al corazón. Jessie debe ahora encontrar la manera de escapar de esas esposas, enfrentándose no solo al hambre y la deshidratación, también a lo que ronda por el bosque.
Cuando Stephen King publicó El juego de Gerald, lo hizo al inicio de un periodo no muy brillante de su carrera, con novelas como Insomnia y El retrato de Rose Madder que no representan lo mejor que puede ofrecer el autor. Por ello, El juego de Gerald destacó como una novela poderosa y angustiante, pero no ha perdido capacidad de impacto con el tiempo. Unos meses antes de que se anunciara su adaptación, la volví a leer y me sorprendió su fuerza, ya que no la recordaba tan impactante. Gran parte de esa fuerza ha conseguido trasladarla Mike Flanagan a la pantalla, planteando una situación angustiante en términos cinematográficos, logrando mantener el suspense y la angustia de principio a fin.
Como os podéis imaginar, gran parte de la novela transcurre en la cabeza de la pobre Jessie, discutiendo con las voces que pueblan su atribulada mente. Me ha sorprendido hasta que punto coincide la manera que tiene Flanagan de trasladar esto a la pantalla con tal y como yo me lo imaginaba. Es decir, creo que esta película me ha gustado tanto porque hace exactamente lo que yo habría hecho si hubiera tenido la oportunidad de llevarla al cine. Aunque yo habría añadido un par de cosas más, para desarrollar mejor algunos aspectos.
Además de la labor de Flanagan, está claro que una de las razones por las que esta película funciona tan bien es la fantástica interpretación de Carla Gugino. La actriz sostiene toda la película sobre sus hombros y es clave para que el film llegue a buen puerto. Gugino parece consciente de ello y ofrece una interpretación que, si fuera otro género y se hubiera estrenado en cines, seguramente le habría valido diversas nominaciones.
El juego de Gerald está disponible desde el viernes en Netflix. La recomiendo tanto como fan de Stephen King como del género.