Como fan de Dario Argento, ya hace tiempo que tengo claro que seguramente el maestro no vuelva a dirigir una película que esté a la altura de sus títulos más recordados, no digamos ya a la altura de alguna de sus obras maestras. Peor aún, bodrios como Drácula 3D (Dracula 3D, 2012) y Amarillo (Giallo, 2009) hacían pensar que no volvería a presentar una película que fuese como mínimo potable. Sin embargo, el estreno de Occhiali neri (2022) nos prueba que el talento de Argento no está completamente agotado.
Diana (Ilenia Pastorelli) es una prostituta que se convierte en el objetivo de un misterioso asesino que lleva un tiempo actuando en Roma. Diana logra escapar del asesino pero en la huida sufre un accidente de coche que la deja ciega. Contando con la ayuda de Chin (Andrea Zhang), un niño que ha quedado huérfano en el mismo accidente que ha dejado ciega a Diana, ambos se enfrentarán al asesino que se ha obsesionado con la víctima que se le ha escapado.
El problema con las películas de la última etapa como director de Dario Argento, que arranca hacia finales de los 90, es que el director seguía intentando hacer las películas barrocas y visualmente arrebatadoras que habían sido su firma pero sin contar ya con los medios para hacerlas. El colapso de la industria cinematográfica italiana junto a la pérdida de poder de Argento al no contar ya con una productora que lo apoyaba y arropaba, son los principales factores responsables de la gradual pérdida de calidad de las películas del maestro. Es decir, puede que Giallo hubiera sido una sólida película de suspense si no se la hubiesen arrebatado al director una vez concluido el rodaje. En el caso de Occhiali neri, esta se ve beneficiada por el hecho de que Argento ha trabajado con una productora que iba a su favor y que el director es consciente de las limitaciones del presupuesto, así que no se usa una terrible animación por ordenador para hacer realidad los planos imposibles que tanta fama le dieron. Así, Occhiali neri no está a la altura del mejor Argento pero sí que supera títulos como El jugador (Il cartaio, 2003) o Insomnio (Non ho sonno, 2001).
Con una duración de 85 minutos, la película prescinde de todo lo superfluo, la trama se desarrolla rápidamente para dar cabida a las secuencias de suspense. Unas secuencias ejecutadas con un estilo efectivo y directo reminiscente de los 70, arropadas por una banda sonora electrónica retro de Arnaud Rebotini.
Es posible que si esta película la hubiese presentado un director desconocido hubiese sido reconocida como un fantástico thriller, pero al venir de un director legendario es más difícil apreciarla solo por lo que es: un entretenido film de suspense. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta las últimas películas que había presentado Argento, es de lo mejor que ha producido en los últimos años.
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