En los 80 del siglo XX se pusieron de moda el aerobic y los gimnasios, lo que se tradujo en series y películas en las que abundaban los calentadores y los bodys a punto de explotar. Esta moda no tardó en verse reflejada en el slasher y el cine de terror en películas como Perra bruja (Death Spa, Michael Fischa, 1987) y Danza mortal (Murderock - Uccide a passo di danza, 1984). Uno de los ejemplos más entretenidos y trash de esta era es Entrenamiento mortal (Killer Workout aka Aerobicide, David A. Prior, 1987).
En Rhonda's Workout los clientes empiezan a ser asesinados, lo cual no es nada bueno para el negocio. ¿Quién se encuentra tras estos asesinatos? ¿Puede ser el inquietante Jimmy Hallik (Fritz Matthews) obsesionado con la bella Rhonda (Marcia Karr)? ¿Tal vez el nuevo empleado Chuck Dawson (Ted Prior)? ¿O alguna de las friquis del aerobic que llenan el local? El teniente Morgan (David Campbell) está al frente del caso, pero no parece capaz de detener el rápido aumento de víctimas.
Hasta aquí todo parece normal. El argumento de un típico slasher ochentero, realizado con un bajo presupuesto y diseñado para ocupar espacio en las estanterías de los videoclubes. Pero lo que salva esta película es el desenfreno y absurdo que inyecta su director a la historia. David A. Prior es un director que siempre se ha movido dentro de la serie B, compensando los bajos presupuestos con grandes dosis de entretenimiento. Quiero decir, en una de sus películas el héroe le corta el brazo a uno de los villanos y procede a apalizar a dicho villano con dicho brazo cortado, este es el estilo sutil, con mucha clase, de Prior. En el caso que nos ocupa, la simple historia, el guion se escribió en seis días, es bastante típica pero tiene ese sentido de urgencia de ir inventándose sobre la marcha lo que sucede para mantener al espectador entretenido, una forma muy efectiva de esconder que el argumento no tiene ni pies ni cabeza.
Prior va alternando los asesinatos con los planos nada sutiles de mujeres haciendo ejercicio (hay más planos de canales que un documental sobre Venecia) todo al ritmo de una interminable serie de canciones pop ochenteras tan cutres como pegadizas, eliminando la necesidad de crear suspense o desarrollar los personajes. ¿Quién quiere elaboradas escenas de suspense cuando el asesino utiliza como arma un imperdible muy grande? Sí, habéis leído bien: el arma de elección del asesino es un imperdible muy grande que clava con muy mala leche en sus víctimas.
Más conocida como Killer Workout, aunque me gusta más el título de Aerobicide, esta película no estará en la lista de nadie de grandes slashers de los 80. Si nos fijamos en las interpretaciones o la dirección o el guion, no pasa la prueba del algodón. Pero su guion tan poco ortodoxo y las peculiares elecciones del director/guionista hacen que esta sea una película tremendamente entretenida y muy disfrutable.
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