Con Return of the Sister Street Fighter (Kaette kita onna - Hissastsu-ken, Kazuhiko Yamaguchi, 1975) se cerraba la trilogía original Sister Street Fighter, aunque existe una cuarta película que se considera, en ocasiones, parte de la serie por estar protagonizada por Etsuko Shiomi interpretando a un personaje distinto. Return of the Sister Street Fighter es una de las mejores entregas de la serie.
Koryu (Shiomi) debe viajar de Hong Kong a Yokohama para encontrar a la madre de Rika (Miwa Cho), Shurei (Akane Kawasaki). Shurei se ha convertido en prisionera de Oh Ryu Mei (Rin'ichi Yamamoto), que la obliga a ser su amante y utilizar sus habilidades químicas para entrar oro de contrabando. Oh amenaza con matarla a ella y a su hija si Shurei no obedece, así que ella no tiene más remedio que cumplir con lo que se le ordena. Koryu se enfrenta con los esbirros de Oh para salvar a Shurei.
A primera vista, con su mínima duración de 77 minutos y un argumento que sigue la fórmula establecida por las dos anteriores entregas al pie de la letra, uno podría pensar que esta es la más floja de las secuelas. Pero sucede lo contrario, realizada de forma menos apresurada que Sister Street Fighter: Hanging by a Thread (Onna hissatsu-ken - Kiki ippatsu, Kazuhiko Yamaguchi, 1974), sin su sordidez ni su crueldad extrema, esta tercera entrega es casi un título abstracto y existencial, con Koryu enfrentada a un sinfín de coloridos enemigos allí donde va. Esa parece ser toda su existencia: luchar sin descanso hasta que no quede nadie vivo.
La acción, exagerada y alejada del realismo como un musical, es el centro y la razón de ser de la película, sumergiendo al espectador en un mundo violento que parece transcurrir ajeno al de los inocentes que vemos de fondo, cuando hay otros seres humanos presentes que no están relacionados con la lucha. Es este mundo el que mantiene al espectador enganchado, esperando ver quién será el próximo degenerado al que se enfrenta Koryu, sin que resulte nunca repetitivo o aburrido, como sucede con otros títulos del mismo estilo. Si no conocéis estas películas, es una manera excelente de entrar en este mundo.
A primera vista, con su mínima duración de 77 minutos y un argumento que sigue la fórmula establecida por las dos anteriores entregas al pie de la letra, uno podría pensar que esta es la más floja de las secuelas. Pero sucede lo contrario, realizada de forma menos apresurada que Sister Street Fighter: Hanging by a Thread (Onna hissatsu-ken - Kiki ippatsu, Kazuhiko Yamaguchi, 1974), sin su sordidez ni su crueldad extrema, esta tercera entrega es casi un título abstracto y existencial, con Koryu enfrentada a un sinfín de coloridos enemigos allí donde va. Esa parece ser toda su existencia: luchar sin descanso hasta que no quede nadie vivo.
La acción, exagerada y alejada del realismo como un musical, es el centro y la razón de ser de la película, sumergiendo al espectador en un mundo violento que parece transcurrir ajeno al de los inocentes que vemos de fondo, cuando hay otros seres humanos presentes que no están relacionados con la lucha. Es este mundo el que mantiene al espectador enganchado, esperando ver quién será el próximo degenerado al que se enfrenta Koryu, sin que resulte nunca repetitivo o aburrido, como sucede con otros títulos del mismo estilo. Si no conocéis estas películas, es una manera excelente de entrar en este mundo.
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