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29 ago 2025

Los guerreros de la muerte (Stone)

 


 

El fenómeno de las bandas moteras tuvo su entrada en el cine a lo grande con Salvaje (The Wild One, Laslo Benedek, 1953). Pero muy pronto se convirtieron en villanos de pacotilla, hasta que, a mediados de la década de los 60 del siglo XX, se convirtieron en héroes con la llegada de la contracultura y el cine enfocado a un público joven con títulos como Los ángeles del infierno (The Wild Angels, Roger Corman, 1966). Aunque los moteros no tardarían en volver a ser villanos de pacotilla, cumpliendo con el papel que luego tendrían los punks en la década de los 80, empezaron a surgir más películas que los representaban no como héroes, pero como figuras que se rebelaban contra la autoridad. La contracultura tardó un poco en llegar a Australia, pero allí se produjo un clásico del cine motero que hoy día sigue siendo considerada la mejor película motera de la historia. Esta película, escrita, dirigida, producida y protagonizada por Sandy Harbutt, es Los guerreros de la muerte (Stone, 1974).

Toad (Hugh Keays-Byrne) es miembro de los Grave Diggers y, en una salida, ve como un asesino profesional mata a un político. Muy pronto, los Grave Diggers empiezan a ser asesinados uno a uno. Stone (Ken Shorter) es el policía encargado de averiguar quién es el asesino que se ha obsesionado con estos moteros. A Undertaker (Sandy Harbutt), el líder de la banda, no le hace gracia tener a un policía siguiéndoles, así que obliga a Stone a adoptar la vestimenta y el modo de vida de la banda. Stone empezará a admirar el modo de hacer de los Grave Diggers mientras intenta detener al asesino.

El interés de Sandy Harbutt por rodar una película sobre moteros tiene un doble origen. Por un lado, Harbutt conocía personalmente a diversos moteros. Esto influyó no solo en querer representar este estilo de vida, también en intentar ofrecer un retrato que no juzgara moralmente a los protagonistas, representándolos tal cual eran. Por otro lado, muchos de los moteros de la vida real que conocieron Harbutt y el productor David Hannay eran veteranos de la guerra de Vietnam, entonces todavía presente. Harbutt y Hannay vieron que los veteranos se habían sumergido en la vida motera como manera de rechazar a la sociedad que, antes, les había hecho sentir rechazados. De esta manera, a la acción y el drama, se le añadió a la película un sustrato político.

La película se rodó siguiendo un estilo "comunal", donde todos colaboraban en todas las funciones, bajo la dirección de Harbutt. Era como si el espíritu de los personajes, su ansía de libertad, se hubiese contagiado a los cineastas. Esto hizo que la película se pudiera completar a pesar del bajo presupuesto con que contaba el film. Se ha de añadir que este espíritu libertario se aplicaba principalmente a los hombres, las mujeres, delante y detrás de la pantalla, eran tratadas tan pobremente como era habitual en el cine de los 70 del siglo XX. Son poco más que objetos decorativos al servicio de los moteros. Claro, esto se hace obvio al ver el film con ojos actuales, no se trata de quitarle mérito artístico.

Cuando se estrenó no fue bien recibida en su Australia natal, si bien fue un éxito de taquilla. No representaba el tipo de cine por el que el país quería ser conocido y Harbutt no pudo seguir trabajando en la industria cinematográfica australiana. El film también fue un éxito internacional, captando el espíritu rebelde de la época y admirada por moteros alrededor del mundo. Hoy día se mantiene como un clásico del cine de los 70, una máquina del tiempo que nos sumerge en otra década y otra manera de ver el mundo.

 

13 jun 2025

Frío como el acero (Stone Cold)

 


Resulta increíble pensar que Frío como el acero (Stone Cold, Craig R. Baxley) se estrenó en 1991, porque vista parece más un estreno de 1986 que algo producido en la, algo más sosa. década de los 90. Naturalmente, fue un fracaso de taquilla ya que era algo de otra época, el tipo de acción desmesurada y el tono rozando la autoparodia que se creía era algo que ya formaba parte del pasado. Eso sí, parece que en España sí que fue un éxito porque hay dos películas con el mismo protagonista que no tienen nada que ver con esta pero fueron publicitadas como secuelas de Frío como el acero. La última película siguiendo el estilo excesivo de los 80, que fue vista así en el mismo momento de estrenarse y que tuvo cierta resonancia fue Tango y Cash (Tango & Cash, Andrey Konchalovskiy, Albert Mangoli, 1989), que ya anunciaba el fin de una era. Y entonces llegó Frío como el acero para marcar la muerte de una manera de hacer y entender el cine de acción. La película se ha convertido en una cinta de culto que nos ilumina la vida con la cálida luz de explosiones y  el regocijo de fantásticas frases de chulopiscinas, cada una más ridícula que la anterior. Para el que no la conozca, dejadme explicaros porque esta es un obra maestra del género.

Ya he dicho que esta película parece claramente un producto de los 80 más que de cuando fue realmente realizada. Esta sensación nace con la primera escena de Stone Cold, que parece una imitación de la escena que abre Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986), aunque más excesiva y aún menos realista, lo que ya es decir. Es la manera de introducir a nuestro protagonista, Joe Huff, el típico y tópico poli rebelde que no sigue las reglas, el tipo de poli que en estas pelis siempre dice "que no trabaja con compañeros" antes de que le impongan uno (en esta ocasión, un enlace con el FBI interpretado por Sam McMurray (actor que no conoceréis por el nombre pero seguro que os suena haberlo visto en diversas sitcoms). Joe Huff fue interpretado por Brian Bosworth, entonces famoso como jugador de rugby. Cuando tuvo que dejar el deporte debido a lesiones en los hombros decidió encaminarse hacia la interpretación. Con su aspecto, Bosworth estaba destinado a encasillarse en el cine de acción. Sin embargo, carecía del carisma o el talento que poseían otras estrellas del cine de acción. Es decir, Jean-Claude Van Damme puede que no sea Al Pacino precisamente, pero tiene suficiente presencia en pantalla y carisma como para sostener una película con cierta gracia, no es el caso de Bosworth. Huff es suspendido por sus acciones y así es posible que el FBI lo reclute para infiltrarse en una banda neonazi de motoristas que está expandiendo sus negocios con el tráfico de drogas. Con el nombre John Stone, Huff logra infiltrarse en la banda, justo a tiempo para descubrir no solo los negocios de esta con las mafias de la zona, también un complot para asesinar a un senador.

Los villanos Ice y Chains Cooper están interpretados, respectivamente, nada menos que por William Forsythe y Lance Henriksen. Y, claro, pones a dos talentos como Forsythe y Henriksen al lado de Bosworth y sus carencias como actor se hacen más evidentes, se lo comen con patatas. Pero, la verdad, es que la película ofrece suficiente violencia y entretenimiento como para que las carencias del protagonista no importen. El film intenta que su personaje sea un macho machote de verdad, lo que hace que haya momentos en que derive hacia la autoparodia en su obsesión por hacer del protagonista un súpermacho. Es un poco como las películas en las que Vin Diesel hace que el resto de personajes lo miren con adoración y admiración diciendo continuamente lo grande que es, pero en el caso de Stone Cold se ha de reconocer que está hecho con ciertas dosis de humor. Henriksen domina la película como un auténtico villano de corazón negro. Al parecer, el director original, Bruce Malmuth que dirigió títulos notables en el cine de acción como Halcones de la noche (Nighthawks, 1981) y Difícil de matar (Hard to Kill, 1990), tenía un enfoque más "realista". El personaje de Bosworth estaba relativamente tratado como un ser humano normal, con mujer y un hijo, pero todo esto fue eliminado del guion, a pesar de que ya habían rodado escenas con la familia, cuando llegó el nuevo director Craig R. Baxley, cuando Malmuth abandonó el rodaje debido a las consabidas diferencias artísticas.

Baxley llegaba al rodaje de Stone Cold tras haber dirigido dos clásicos de culto como son Acción Jackson (Action Jackson, Craig R. Baxley, 1988)Dark Angel: Ángel de la muerte (Dark Angel aka I Come in Peace, Craig R. Baxley, 1989), perfectos ejemplos del cine de acción ochentero de la escuela Joel Silver. Baxley puso rápidamente en práctica lo que había aprendido, dejando de lado el realismo y abrazando el exceso y absurdo del cine de acción más pasado de vueltas. Esto se tradujo en, como ya he dicho, convertir el personaje de Bosworth en casi una caricatura del héroe de acción más típico. Cualquier escena puede acabar en un tiroteo y basta con mirar fuerte a un coche para que explote. La banda sonora es un desfile de canciones de rock duro, una tras otra, y hay grandes dosis de desnudos gratuitos. ¿Cómo de gratuitos? En una escena se hace una panorámica del campamento de los motoristas, la cámara pasa de repente por delante de una ducha salida de la nada en la que hay mujeres que están posando más que duchándose, la cámara sigue luego rodando a la gente en su día a día. De nuevo, tan obvios y forzados que resultan hasta cómicos.

Lo que no es un chiste en esta película es la acción. Todas las secuencias están muy bien ejecutadas, los especialistas hacen un trabajo fantástico con algunos momentos muy notables, como una moto contra un helicóptero. Es la acción lo que hace que esta película brille. Si lo mezclamos con el tono de tebeo y el estilo puramente ochentero, el resultado es un film entretenido de principio a fin. El testamento de una manera única de entender el cine de acción. Ya no se hacen películas como esta, si esto es algo bueno o malo lo debéis decidir vosotros.

 

6 jun 2018

Los violadores aka Mad Foxes




Los violadores (Paul Grau, 1981) aka Mad Foxes es una de las películas más sórdidas, demenciales y absurdas que he visto. Una coproducción entre Suecia y España que hay que ver para creer. Y una vez vista no puedes más que aplaudir la locura de la que has sido testigo.

En otras típicas películas con planteamiento parecido al de esta cinta, el argumento nos presentaría como un héroe al protagonista, los malos serían pura escoria y la violenta venganza estaría plenamente justificada. Pero Los violadores no es una película normal. Los malos son pura escoria, sí, pero el protagonista no se queda muy atrás. Hal (José Gras con el nombre Robert O'Neal) es un chulopiscinas de campeonato que se pasea con una chica en su impresionante deportivo (que comparado con los otros coches de la época que vemos casi parece salido del futuro). Hal y su amiga van a celebrar que ella cumple los 18 (y es entonces que te preguntas qué hace este tío con una chica que hasta entonces era menor). Mientras esperan en un semáforo, un grupo de motoristas les insulta, molestos por el chulerío de Hal. Hal no se lo toma a bien y las provocaciones aumentan de tono, hasta que Hal sale disparado con su coche perseguido por los motoristas con el resultado que uno de estos motoristas muere al chocar con un coche. Los motoristas no se lo toman a bien, así que cuando Hal y la chica vuelven a casa se ven emboscados por la banda. Hal recibe una paliza y la chica es violada. Es también la última vez que vemos a esta chica, ya que cuando Hal vuelve a casa hay otra chica en su cama con la que realiza actividades de interior, de la que luego se despide y se liará con otra mujer que se encuentra haciendo autoestop. Lo importante es que cuando Hal sale del hospital decide vengarse de los motoristas llamando a sus amigos karatecas, que atacan la banda motorizada en el funeral de su camarada caído.


Y así toda la película, con Hal y los motoristas metidos en una brutal espiral de violencia a la que Hal arrastra a todo el que conoce. Eso es lo que hace interesante esta película: ambos bandos son igual de culpables. Si Hal no se hubiera tomado la justicia por su mano, muchos inocentes seguirían vivos. Eso tampoco justifica la locura de los motoristas, claro. Unos motoristas que, no olvidemos, son nazis. Bueno, nazis de interior: en todas las escenas rodadas en exteriores, los brazos de los motoristas están adornados con un brazalete rojo con un círculo blanco. En las escenas de interiores, en el círculo blanco aparece una esvástica. Así, en una misma secuencia es posible que las esvásticas aparezcan y desaparezcan como por arte de magia.

Como ya he dicho, esta es una locura que hay que ver para creer. Un delirio clasificado "S" irrepetible. Para mí las banderas no son más que trozos de tela, el patriotismo no va conmigo, pero no puedo negar que pasear por ciertas zonas de Barcelona sabiendo que aquí se rodaron escenas del chulopiscinas matando motoristas nazis me llena de cierto orgullo patrio. Amantes del cine imposible, no os perdáis esta joya de los 80 con uno de los mejores finales de la historia del cine.

Atención: debido a la naturaleza bizarra y explícita de Mad Foxes, hay que asegurarse que os hacéis con la versión integra. Como la edición en Blu-ray austríaca, que es la que tengo, o la edición en DVD americana de Full Moon. Hay una versión en YouTube muy recortada y censurada, le faltan diez minutos de metraje, que es una pérdida de tiempo. Os dejo con el tráiler, que es casi una versión comprimida de Los violadores. Os diría que veáis solo un trozo del tráiler por si no estáis del todo convencidos, pero no verlo entero por su alto contenido de spoilers.


6 jun 2013

Los caballeros de la moto (Knightriders)


Arrow acaba de editar en Blu-ray Los caballeros de la moto (Knightriders, George A. Romero, 1981), la mejor manera de reencontrarse con uno de los filmes más desconocidos dentro de la filmografía de Romero. Estrenada justo después de Zombi (Dawn of the Dead, George A. Romero, 1978), la película pasó desapercibida, aunque ha ido ganando seguidores con el tiempo gracias a sus pases televisivos y edición en vídeo, si bien era una versión recortada de Knightriders. Ahora se puede disfrutar en toda su gloria tal y como Romero la concibió.

Knightriders es un film peculiar y algo extraño que me ha encantado. Su trama gira en torno a un grupo de artistas que se dedica a recrear duelos y enfrentamientos medievales pero usando motocicletas en lugar de caballos. El líder es el rey Billy (Ed Harris), el cual pasa por unos momentos difíciles emocionalmente, aunque nadie sabe decir qué es exactamente lo que le sucede. La suculenta oferta monetaria de un poderoso agente artístico llenará el grupo de tensiones y provocará enfrentamientos entre Morgan (Tom Savini) y sus seguidores con aquellos que siguen siendo fieles al rey Billy.

Me ha sido imposible no enamorarme de estos personajes y su mundo anacrónico. Cuando terminé de verla deseé que fuera una serie de televisión para poder seguir sus vivencias cada semana. Romero recrea la leyenda de Arturo y los caballeros de la mesa redonda pero en el presente, dando lugar a una curiosa mezcla. Además, el uso que hace de unas personas viendo según un código de honor y unas normas que nadie acaba de entender, le sirve a Romero para crear una película que funciona a distintos niveles.

La alegoría del artista enfrentado al dilema de seguir siendo fiel a su arte o sucumbir al mercantilismo es el tema más obvio que todo el mundo comenta al ver el film. Es fácil ver Billy como un trasunto del director que en aquel momento empezaba a hacerse popular en Hollywood tras el gran beneficio económico que había generado Zombi. Este conflicto alimenta el drama del film, siendo interesante tanto desde el punto de vista de Billy como de Morgan, que no tiene problema en seguir el dinero adónde le lleve. Hay que mencionar aquí que uno de los aspectos más logrados de esta película para mí es que no es un film de buenos y malos; el único personaje que parece algo negativo, Morgan, no se puede decir que sea un villano y a medida que avanza el film se va redimiendo a nuestros ojos.

Si Billy es un trasunto de George Romero, todo el grupo que se dedica a llevar el espectáculo de pueblo en pueblo podría ser un trasunto del equipo de rodaje. Esta es prácticamente la última película que Romero dirigió con el equipo con el que había trabajado desde su primer film, tanto delante como detrás de la pantalla. Si uno está atento puede ver diversos rostros y nombres familiares por aparecer en otros filmes del director (anteriores y posteriores).

Desde mi humilde punto de vista, este film también funciona a otro nivel. Rodada al principio de la década de los 80, el film en cierto modo toca temas que ya aparecían en Zombi. Pasada más de una década desde el final del verano del amor, la lucha por los derechos civiles y la igualdad social parecía haber sido sustituida por el consumismo y la celebración del ego en Estados Unidos. Los esfuerzos de Billy por conservar la pureza de su arte y sus ideales frente a los intereses comerciales y el aturdimiento de los sentidos a base de lujos y drogas blandas funcionan como crítica de la manera en que la sociedad americana estaba evolucionando, una especie de crítica de la era Reagan antes de la era Reagan.

Dejando alegorías y crítica social de lado, el film funciona perfectamente como una historia llena de acción y drama. Como decía al principio, enseguida me encantó el mundo creado por Romero y espero que vosotros también lo disfrutéis.


9 nov 2011

Diablesas sobre ruedas




Estrenada en 1968, She-Devils on Wheels es una peculiar biker movie, protagonizada por una banda de motoristas compuesta exclusivamente de mujeres, dirigida por Herschell Gordon Lewis, cuya banda sonora se ha ganado tantos fans como la película misma gracias a la canción, que también escribió Lewis, Get Off The Road, interpretada por The Faded Blue.

La pantalla está negra y empezamos a oír los motores de un montón de motocicletas. Aparece el dibujo de una motorista, que empieza a girar en pantalla. De repente, la escena cambia a una joven de aspecto inocente que se despide de su madre y sale en coche. Entra en un garage y, tras aparecer de nuevo el dibujo de la motorista girando como si fuera el símbolo de Batman en la serie de televisión de los 60, la chica sale del garaje convertida en una motorista. Empieza a sonar Get Off The Road y arrancan los títulos de crédito.

Así empieza una atípica película de Lewis que, tras inventar el gore en una serie de títulos clásicos, se aparta del terror, pero no de la sangre: la película contiene algunas escenas bastante violentas, para contarnos la historia de las Devora-hombres, la banda motorizada protagonista. El argumento incluye algunos tópicos del género, pero acaba siendo una película bastante entretenida: Karen (Christie Wagner), la chica del principio, pasará una serie de pruebas que le harán plantearse si quedarse o no en la banda y la nueva incorporación de la banda, la joven Honey Pot (Nancy Lee Noble) es secuestrada por una banda motorista rival como venganza por una afrenta anterior lo que provocará a su vez una salvaje venganza por parte de las Devora-hombres, comandadas por la despiadada Queen (Betty Connell).

La película parece regodearse en ofrecer un relato de pura dominación femenina. Al principio, la banda hace una carrera para ver quién es la primera que tiene el privilegio de escoger entre el ganado de hombres que tienen para su propio placer; cuando no se dedican a una orgía de sexo y drogas, se dedican a aterrorizar la ciudad y son muy violentas con cualquier banda rival. Básicamente, es una película motorizada en la que los roles de género están invertidos.

Pero lo que la hace interesante desde mi punto de vista es la manera en que está rodada. El recurso del dibujo de la motorista girando marcando los diferentes segmentos de la historia, el uso de la banda sonora, el montaje, los movimientos de cámara... Todo ello recursos de lo que sería una película profesional. Pero a esto se le mezcla un aire entre amateur y documental: hay algún momento en que la cámara está desenfocada; hay momentos en que las motoristas saludan a la cámara al pasar frente a la cámara en algunas escenas de carretera; no se usan dobles en ningún momento y vemos a las mismas actrices llevando las motos (algunas, de hecho, eran auténticas motoristas) lo que le da un toque realista y genuino. Todo ello le da un look sucio y real, alejado del aspecto artificial habitual de la época, que sólo pierde verosimilitud en algún momento pretendidamente dramático. Pero cuando se trata de ir con las Devora-hombres, tienes la sensación de estar viendo un documental, de ser un testigo privilegiado de lo que sucede dentro de una banda de motoristas femeninas.

Para los amantes de las biker movies, la exploitation y la serie B es ciertamente un título muy recomendable, aunque no es de lo mejor que ha hecho Gordon Lewis, satisface al aficionado (por lo menos a mí me satisfizo). Sin embargo, aquellos de paladar delicado sería mejor que se abstuvieran.

Como es habitual en el cine de Gordon Lewis, el tráiler no tiene desperdicio:



A modo de bonus tracks, os dejo un par de versiones de Get Off The Road. Una a cargo del clásico y genial grupo The Cramps, otra a cargo de Josie Cotton (dentro de su álbum Invasion Of The B-Girls):