Por fin se estrena en cines MaXXXine (Ti West, 2024), la conclusión de una sorprendente trilogía que ha logrado mantener un gran nivel de calidad en cada entrega. Podéis leer mi crítica de esta excelente película en Underbrain Mgz:
Esta trilogía se convertirá en un clásico del género, además de romper las barreras del cine de terror. Una soberbia conclusión que es también una gran película por sí misma.
Tokyo Snuff (Shiryô no wana, Toshiharu Ikeda, 1988) se ha convertido en un clásico del cine de terror y en uno de los títulos más memorables del cine de terror japonés, una filmografía ya de por si llena de títulos memorables. Es una película que desde el primer momento que la vi se me quedó grabada y una de las que más me alegró por fin tener una edición en alta definición de gran calidad, editada el año pasado. Por supuesto, fue una de las películas que no tardé en incorporar al blog, aunque como todavía estaba en mis inicios, no es de los mejores artículos que he escrito y la única mención a las secuelas es que existen y que no entendí mucho de la segunda entrega: La venganza sangrienta de Aki (Shiryô no wana 2: Hideki, Izô Hashimoto, 1992). Aprovechando que la segunda entrega también ha sido editada en Blu-ray recientemente, ha llegado la hora de hacerle justicia.
Aki (Shoko Nakajima) lleva, en apariencia, una vida rutinaria. Trabaja como proyeccionista en un cine y, insegura por su sobrepeso, lleva su vida amorosa es bastante triste. Su única alegría son las ocasiones en que queda con su amiga Emi (Rie Kondoh), que trabaja como reportera de televisión. Como ya he dicho, todo es apariencia. Aki es también una asesina en serie que ronda las calles de Tokyo buscando víctimas, unos crímenes que, irónicamente, son la principal historia en la que trabaja Emi. Aki empieza a ser acosada por una presencia extraña: Hideki (Shôta Enomoto), un niño más que peculiar que puede tratarse de una criatura sobrenatural.
Resulta extraño que cuando se editó esta película en España se eliminara toda referencia a Tokyo Snuff, apareciendo en VHS con un título que tampoco describe bien la película. Es más, la película de Toshiharu Ikeda Chigireta ai no satsujin (1993) fue editada como Tokyo Snuff 3: Broken Love Killer, aunque no tenía ninguna relación con el clásico de Ikeda, más allá de que había dirigido ambas, lo que haría que muchos se preguntaran "¿y dónde demonios está Tokyo Snuff 2?". Sin embargo, fue una maniobra más o menos lógica teniendo en cuenta que esta secuela oficial no tiene mucha relación con la primera, más allá de la presencia de Hideki, aunque no acaba de quedar claro si se supone que el Hideki de Shiryô no wana 2 es el mismo que el de Shiryô no wana.
Pero la ausencia de conexiones directas no quiere decir que La venganza sangrienta de Aki carezca de interés, todo lo contrario. Como ya he mencionado, cuando la vi por primera vez no la acabé de entender, lo cual no resulta extraño ya que no debía de tener más de trece años. Pero revisitada como adulto, la película me ha sorprendido por lo adelantada a su tiempo que es en algunos temas, así como por lo poco convencional de su historia a pesar de tener un punto de partida más o menos convencional.
Uno de los temas que posiblemente resuene más en el espectador actual es como representa los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en una sociedad tan machista como la japonesa, que, la verdad, tampoco es tan distinta de la nuestra, desgraciadamente, en este aspecto. Aki no es la habitual atractiva protagonista que nos encontramos en este tipo de películas, llenas de hermosas asesinas, pero eso no impide que sufra abusos. La ira soterrada provocada por estas situaciones es lo que parece alimentar sus brutales asesinatos. Pero antes de convertirse en una versión femenina de Maniac (William Lustig, 1980), la película se encamina por derroteros más fantásticos, por sobrenaturales, con el tema del aborto de fondo, enlazado con la trama principal.
Otro de los temas interesantes es el sensacionalismo y la atracción por los temas morbosos. En una de las escenas, Emi reúne a un grupo de amigos para ver juntos la grabación de una escena del crimen que ha hecho para el informativo en el que trabajaba, pero sin la censura obligada por la cadena ya que se trata de la grabación original. Así, todos observan fascinados el cadáver mutilado de una víctima inocente, sin saber que la propia asesina se encuentra entre ellos.
Aki se acaba conviertiendo en la inesperada heroína de una historia en la que nadie es lo que parece en una sociedad que parece al borde del colapso. De este modo, La venganza sangrienta de Aki se convierte en una película con una personalidad y una temática propias, lo que le da más valor que si simplemente hubiera intentado repetir lo que hacía la predecesora y se evita comparaciones en las que habría salido perdiendo. Es una película de terror muy recomendable, se conozca o no Tokyo Snuff.
No recuerdo cuándo fue la primera vez que vi D-Tox (Ojo asesino) (Eye See You, Jim Gillespie, 2002), pero sí que me dejó indiferente y no tardé en olvidarla. Al cabo de un tiempo la volví a ver, porque no la recordaba y me dejó igualmente indiferente. La cuestión es que yo quería que me gustara porque contaba con un gran reparto y un tipo de historia al estilo de Los diez negritos de Agatha Christie que siempre me ha gustado. En los nuevos extras que 88 Films hizo para su edición limitada de la trilogía Sé lo que hicisteis el último verano, hay una nueva entrevista con el director Jim Gillespie en el que habla de su accidentada carrera tras su primera película y gran éxito Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer, 1997). Y habla de D-Tox, explicando que fue una experiencia terrible, que no pudo mostrar su versión de la película y que la edición en Blu-ray incluye un montaje del director, pero que incluso esa versión está comprometida. Este comentario me llamó la atención e inmediatamente me puse a buscar esa edición de D-Tox, en Estados Unidos Eye See You, con el "montaje del director". No me sorprendió encontrarla de oferta y, por 16 euros contando gastos de envío, me pareció un riesgo aceptable comprarla.
D-Tox, como es conocida en Europa, cuenta la historia del agente del FBI Jake Malloy (Sylvester Stallone), que persigue a un asesino en serie cuyas víctimas son agentes del orden. Después de que el asesino mate a su prometida Mary (Dina Meyer), Malloy participa en una operación de la policía y los federales tras encontrar la guarida del asesino. Malloy descubre que el asesino se ha suicidado y le ha robado la venganza que deseaba, entonces el agente del FBI cae en una espiral de alcoholismo que culmina con un intento de suicidio. Su compañero y amigo Hendricks (Charles S. Dutton) lleva a Malloy a un centro de desintoxicación para policías, en una aislada zona montañosa. Al poco de llegar Malloy, los pacientes empiezan a ser asesinados uno a uno. Aislados por una gran tormenta de nieve, Malloy y el resto deberán descubrir quién es el asesino si esperan llegar con vida al día siguiente.
La película mezcla elementos del cine de misterio (ya he mencionado Los diez negritos), el thriller y el cine de terror. La ambientación en un antiguo manicomio le da un gran toque gótico, enfatizado por la tormenta de nieve. El reparto es de lujo, además de los mencionados Stallone, Meyer y Dutton, cuenta con Robert Patrick, Tom Berenger, Stephen Lang y Kris Kristofferson, por mencionar solo unos cuantos. El film lo tenía todo a favor, pero se descarriló cuando Universal empezó a preocuparse cuando un primer pase de prueba fue mal. Tras forzar toda una serie de cambios la película tampoco pasó con buena nota otro pase de prueba y Universal la dejó en la estantería unos años para luego estrenarla de forma limitada en Estados Unidos para ir luego directamente a DVD, mientras que en Europa se estrenó en cines con una distribución más normal.
¿Qué fue lo que complicó tanto la vida de Gillespie y acabó gafando el film? La versión sin estrenar que aparece en la edición en Blu-ray de MVD nos ofrece una pista: la estructura. Antes que nada, aclarar que esta versión es más bien una versión de trabajo que una versión definitiva, como indica que tiene una secuencia de títulos de crédito provisional (con el título Detox) y no tiene créditos finales. Lo que diferencia esta versión de la estrenada en cines es que esta versión provisional tiene una estructura de flashbacks, mientras que la estrenada en cines tiene una estructura más lineal.
Tenéis que tener en cuenta que esta película se rodó a finales de los 90. Hoy día una película con flashbacks o narraciones paralelas no sorprende a nadie, pero en el momento en que se rodó D-Tox los ejecutivos de Universal pensaron que el gran público no podría seguir la trama, que se le haría demasiado complicada. Eso significa que en la versión cinematográfica no llegamos al centro de desintoxicación y al inicio de la trama hasta pasados casi 25 minutos. La versión del director arranca con la llegada al centro de Malloy, mientras conocemos a los personajes vamos viendo mediante los flashbacks lo que provocó que Malloy tuviera que ser ingresado en este centro. De este modo, la versión del director es más eficiente desde un punto narrativo, alternando entre conocer a los personajes y la acción del pasado. En la versión cinematográfica se arranca con los elementos más de thriller, luego frena para conocer el ambiente y a los personajes del centro, para arrancar de nuevo con los elementos más de misterio y terror.
Este film llegó en un momento en la carrera de Stallone en el que este intentaba romper con la imagen de héroe de acción musculado que se había construido en los 80 participando en películas como Cop Land (James Mangold, 1997). D-Tox se aparta de los títulos de acción para ofrecer algo que exigía más interpretación por parte de Stallone en un género en el que los espectadores no estaban acostumbrados a verle. Creo que esto también influyó en la recepción que tuvo la película, ya que no cumplía las expectativas que muchos tendrían al ver a Stallone como protagonista.
Claro, en la recepción que tuvo la película también influyó que no es una película muy buena. Dicho esto, a medida que me hago mayor me voy haciendo más tolerante y ahora puedo disfrutar de la película por los elementos que sí funcionan: reparto y ambientación. Ya lo he dicho en otra ocasión, para mí D-Tox hace muy buena pareja con Cazadores de mentes (Mindhunters, Renny Harlin, 2004). Son títulos que no recomendaría pero que, cuando no tengo nada mejor que hacer, pueden contribuir a hacer una tarde de domingo más soportable. Posiblemente porque, repito, siento debilidad por este tipo de historias en las que un grupo de personajes se encuentran en un lugar aislados y son eliminados uno a uno. Aunque no puedo evitar preguntarme qué habría pasado si D-Tox se hubiera rodado unos años más tarde.
A veces solo es necesario un pequeño detalle para convertir una película mediocre en algo memorable. En el caso de Blood Harvest (Bill Rebane, 1987), tener a Tiny Tim interpretando a Mervo contribuye a que esta sea una película memorable en lugar de otra olvidada producción de bajo presupuesto.
Jill (Itonia Salochek) regresa a su pueblo natal para visitar a sus padres. No es el mejor momento para una visita, una fuerte crisis económica ha hecho que muchos granjeros pierdan su casa, de lo cual hacen responsable al padre de Jill como representante del banco. Esto se traduce en pintadas y amenazas dirigidas a la familia de Jill. Pero cuando esta llega a casa descubre que está vacía y que sus padres han desaparecido. El único que se encuentra presente es Mervo (Tiny Tim), el demente hermano payaso de Gary (Dean West). Gary fue el amor de infancia de Jill y ahora es el único que le ofrece alguna protección contra los irritados vecinos. También anda por la zona un misterioso asesino acosador que le ha encontrado el gusto a espiar a Jill. Ya habréis adivinado que todo esto se traducirá en una noche de terror para Jill.
Tiny Tim era un artista que se dedicaba a cantar canciones de los años 20 acompañado de un ukelele. Popular brevemente a finales de los 60, se convirtió en una figura de culto para los aficionados a la cultura basura. Por eso supongo que supe de su existencia leyendo el libro de Jordi Costa Mondo Bulldog. Viaje iniciático al universo basura. Fue un golpe de genio por parte del director Bill Rebane hacer que Tiny Tim interpretara a Mervo, ya que ofrece momentos auténticamente inquietantes solo por el hecho de que realmente parece una persona con problemas la que está interpretando el papel. Acompañado de sus canciones, interpretadas con una aguda voz infantil, Tiny Tim es la razón para ver esta película, su presencia es hipnótica y perturbadora y muy divertida, todo a la vez.
Del resto del reparto no se puede decir gran cosa. Son interpretaciones mediocres o acartonadas. La protagonista Itonia Salochek no llena de personalidad a su personaje y es bastante sosa a pesar de su innegable atractivo. A modo de compensación, la película busca la mínima excusa para que se desnude o aparezca ligera de ropa, en algunas ocasiones llegando al ridículo. La ausencia de vestuario de la protagonista hace que resulte más evidente que el resto del reparto lleva siempre la misma ropa, aunque la historia transcurre a lo largo de varios días. Otro elemento que no aporta mucho son los asesinatos, todos ejecutados de la misma manera, lo que inevitablemente los hace bastante aburridos.
Blood Harvest ofrece cero suspense, es bastante predecible y muy fácil de adivinar quién es el asesino. Tiny Tim y el torpe desarrollo de la historia, lo que incluye las peculiares decisiones de edición, son las únicas razones por las que puede resultar interesante esta película a los fans del cine basura.
De nuevo nos encontramos con una película maldita que se consideró perdida (o que ni siquiera existía) y que ha vuelto a la vida gracias al trabajo de Vinegar Syndrome, que la editó en Blu-ray al final del 2016. Os presento The Undertaker (Franco Steffanino, 1988), el que fue el último gran trabajo de Joe Spinell.
Roscoe (Spinell) es el director de la funeraria de un pueblo en el que empiezan a ser asesinadas jóvenes mujeres. Roscoe es el asesino y aprovecha que tiene una morgue a su disposición para hacer con los cadáveres todo lo que le apetece. Su tranquila existencia se verá complicada cuando su sobrino, Nicky (Patrick Askin), empieza a sospechar que su tío Roscoe hace algo más con los cadáveres que enterrarlos.
The Undertaker es uno de esos films que se han convertido en leyenda más por su historia detrás de las cámaras que lo que muestra delante. De hecho, solo ahora se ha editado completa y sin censurar, lo que significa que hay seis minutos de la película que aparecen con calidad VHS en el Blu-ray. Los problemas en el rodaje no tardaron en aparecer, cuando el director originalmente contratado abandonó la producción al poco de empezar a rodar. El film fue dirigido por los productores Frank Avianca y Steve Bono, usando el nombre Franco Steffanino. El guionista William James Kennedy, que además interpreta a uno de los policías en la película, también dirigió algunas escenas del film.
Y eso no fue todo. A mitad del rodaje se les acabó el dinero y tuvieron que hacer un parón hasta conseguir nueva financiación, procedente de entornos turbios. Por fortuna, pudieron devolver el dinero a pesar de que la película no se estrenó en DVD hasta el 2010, recortada, y que durante décadas circuló como una cinta pirata.
Pero supongo que os estaréis preguntando si la película vale la pena a pesar de su complicada historia. Es Joe Spinell ofreciendo otra magnífica interpretación como asesino en serie, por supuesto que vale la pena. Incluso en las escenas en las que resulta obvio que Spinell había "merendado fuerte" antes de filmar, su interpretación es muy superior a la del resto de actores, de entre los cuales destacaría a Susan Bachli por tres razones, siendo la tercera su participación en Troma's War (Michael Herz, Lloyd Kaufman, 1988). Spinell está especialmente divertido interactuando con el resto de personajes que habita la ciudad en que vive su personaje, a los que de forma regular llama idiotas.
El film tiene sus toques de comedia y los asesinatos se llevan a cabo con estupendos y sangrientos efectos especiales. El conjunto final es un entretenido film de terror, una pieza para los amantes de la serie B más trash.
Una mujer y sus dos sobrinos están charlando en la playa. Mientras hablan, la mirada de la mujer se desvía hacia unos musculosos hombres haciendo ejercicios. Tras un rato observándolos, la mujer imagina muertes horribles y brutales para cada uno de ellos que vemos con gráfico detalle. Esta mujer es Molly, interpretada de forma soberbia por Millie Perkins, y sus fantasías tienen una inquietante manera de converirse en realidad. Ella es la protagonista de The Witch Who Came from the Sea (Matt Cimber, 1976).
Esta película es un antecedente de títulos como Henry, retrato de un asesinoen serie (Heny: Portrait of a Serial Killer, John McNaughton, 1986) o Maniac (William Lustig, 1980). Películas que son estudios de un personaje, pero debido a la naturaleza de esos personajes se convierten en películas de terror. En el caso de The Witch Who Came from the Sea, la película nos presenta a Molly, una asesina en serie que, a través de flashbacks, descubriremos los traumas de su infancia que la han hecho así, mientras observamos la consecuencia de esos traumas en el presente. Consecuencias muy sangrientas, como os podréis imaginar.
Aunque no es un film tan violento o sangriento como los mencionados Henry y Maniac, The Witch tiene su ración de momentos perturbadores. El más notorio para mí sucede en una escena en la que Molly tiene a dos hombres atados en una cama, coge una pequeña cuchilla de afeitar y dice: "mierda, esto va a tardar una eternidad", momento en que empieza a aplicar la cuchilla en la entrepierna de uno de los hombres. La castración transcurre fuera de plano, pero aunque no vemos lo que hace Molly, en su ejecución la escena resulta tan brutal como una castración en una película italiana de caníbales.
Pero no os hagáis una idea equivocada, The Witch se centra en el retrato psicológico de su protagonista, una psicótica que se ha creado su propio mundo de fantasía. Pero incluso ese mundo de fantasía va degenerando a medida que el film avanza y Molly se va sumergiendo más en su locura. Es esta exploración de la locura lo que hace de este un film memorable y perturbador. Un film que resulta también memorable por la fantástica interpretación de Perkins.
The Witch Who Came from the Sea mezcla drama y terror, momentos oníricos y locura realista. El resultado es un fantástico film que recomiendo ver y disfrutar.
Marjane Satrapi es una reconocida autora de novelas gráficas que el 2007 debutó como directora de cine, adaptando Persépolis, su obra más famosa, siguiendo luego con otra adaptación de uno de sus cómics: Pollo con ciruelas (Poulet aux prunes, 2011). The Voices (2014), su última película, sin embargo, no se trata de ninguna adaptación, sino de una interesante comedia negra sobre un psicópata que intenta no seguir sus impulsos.
Jerry (Ryan Reynolds) es un tranquilo y agradable hombre que intenta mantener siempre una actitud positiva y optimista. Con esa misma actitud intenta seducir a una compañera de trabajo: la atractiva Fiona (Gemma Aterton). Jerry se siente tan atraído por Fiona que no se da cuenta de que otra trabajadora de la empresa, Lisa (Anna Kendrick), se siente muy atraída por él. Lo que ninguna de las dos sabe es que Jerry tiene serios problemas: el señor Bigotes, su gato, le anima constantemente a seguir sus impulsos y matar a todas las mujeres que se le pongan por delante, mientras que Bosco, su perro, intenta convencerlo de que es una buena persona y que no debe matar. Y parece que Bosco está perdiendo la discusión.
Ryan Reynolds, que también interpreta todas las voces de los animales con los que habla Jerry, realiza una estupenda interpretación que logra que el espectador se ponga de parte de su asesino personaje. Se nos cuentan las motivaciones de Jerry de manera muy efectiva, como la escena en la que decide tomar de nuevo la medicación y vemos el aspecto que realmente tiene su casa y la soledad que lo ahoga, de modo que entendemos perfectamente por qué actúa de la manera que lo hace. La simpatía que genera el personaje hace que The Voices acabe teniendo un regusto agridulce sin dejar de ser en ningún momento una estupenda comedia negra sobre un asesino en serie.
El resto del reparto también sobresale, especialmente Gemma Aterton cuando es convertida en una cabeza parlante. Anna Kendrick borda el papel de la chica tímida enamorada de Jerry.
Satrapi mantiene un excelente tono a lo largo del film, combinando de forma efectiva la comedia con los momentos más oscuros. Visualmente la película también me gustó mucho, especialmente por la manera en que nos diferencia el mundo de Jerry del mundo real.
Ahora que se han anunciado nada menos que dos proyectos relacionados con los personajes creados por Thomas Harris, una serie de televisión centrada en la relación entre Will Graham y Hannibal Lecter y otra centrada en los primeros años de Clarice Starling en el FBI, parece un momento especialmente adecuado para repasar la saga cinematográfica que nos introdujo a uno de los más memorables villanos del cine. Como son una serie de películas que imagino que todo el mundo conoce bastante bien, me centraré en los aspectos que personalmente me llamaron más la atención (vamos, la rutina habitual) y algunas diferencias interesantes entre los libros y las películas.
Y cuando digo diferencias entre libros y películas no quiero decir que unos sean mejores que las otras o viceversa. Ni mejor ni peor: diferente. Por eso, y sin que sirva de precedente, me gustaría que prescindierais de los siguientes tópicos en los comentarios (en caso que haya alguno):
-El libro es mejor que la película.
-Son medios diferentes, es natural que haya diferencias entre libro y película.
-Si se hiciera una traslación literal de libro a película, esta sería demasiado larga y aburrida.
-Tengo tres pezones.
Empezaremos por supuesto con la soberbia Hunter (Manhunter, Michael Mann, 1986), genial adaptación de El dragón rojo de Thomas Harris, de la que ya escribí un post aquí, así que no me entretendré mucho para no repetirme. Harris fue un pionero a la hora de presentar las nuevas técnicas de ciencias del comportamiento que en aquel momento se empezaban a desarrollar en el FBI. Además, el escritor había trabajado como periodista de sucesos antes de dedicarse a la literatura y los crímenes y asesinos que aparecen en sus novelas se basan en crímenes reales que cubrió como periodista. Realmente fue el primero en crear el thriller con elementos de terror psicopático que triunfa tanto hoy día. Mann se vio atraído hacia la novela por la manera en que Harris presentaba el proceso que sigue el investigador Will Graham, estupendo William Petersen en el film, para atrapar al psicópata, la forma en que se introduce en la mente del asesino.
Mann traslada a la pantalla muy bien algo tan difícil de traducir en imágenes como son los procesos mentales descritos por Harris. En este aspecto fue instrumental la estupenda interpretación de Petersen. Pero la película está llena de grandes interpretaciones, como la de Brian Cox haciendo de Hannibal Lecter, muy superior a la de Anthony Hopkins, que creó basándose vagamente en el asesino en serie Peter Manuel. Del mismo modo, para Francis Dollarhyde, interpretado por Tom Noonan, Mann se basó para su representación en pantalla en el caso del psicópata Dennis Wayne Wallace, el cual asesinó a varios motoristas impulsado por la relación amorosa que en su mente mantenía con una mujer en la que en la vida real apenas pasó 45 minutos (uno no puede más que pensar cómo habría sido La Vita Nuova si Dante hubiera sido un psicópata loco de amor por su Beatriz). Al parecer la canción de esta relación imaginaria de Wallace era In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly, lo que llevó a Mann a usarla en el gran final de su film.
Manhunter nos muestra también lo que diferencia una buena adaptación de otra mediocre si la comparamos con El dragón rojo (Red Dragon, Brett Ratner, 2002). Mann adapta de forma fiel la novela pero también aporta detalles suyos, enriqueciendo la película. Por ejemplo, la escena en que Graham se duerme en el avión dejando a la vista las fotos de los crímenes fue creación suya o cuando el psicópata Francis se presenta en casa de Reba (Joan Allen) y suelta el ominoso "Francis se ha ido, Francis se ha ido para siempre", gran momento que también fue invención de Mann. El film de Ratner carece de personalidad, todos los grandes momentos proceden de la novela y Mann ya los había incluido antes, incluso hay guiños al film de Mann y Ratner consideró que el director hiciera un cameo en su film. Además, El dragón rojo tiene que seguir el diseño establecido por El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, Jonathan Demme, 1991), mientras que el de Mann tiene su propio diseño. Y otro problema, cuando se rodó El dragón rojo Lecter era la estrella, así que se tuvieron que inventar una serie de escenas que no aportan nada al film para justificar su presencia. Esto va en detrimento del personaje Will Graham, ya que lo muestran como más débil, necesitado de la ayuda de Lecter y se inventan una relación entre ambos en la cual habían colaborado en anteriores casos, algo que no aparece en la novela original ni en el film de Mann. De ahí que el Graham de Manhunter sea más interesante que el de El dragón rojo, ya que en Manhunter vemos como Graham se va transformando durante la película a medida que su conexión con el asesino aumenta.
Lo curioso es que cuando Dino de Laurentiis le pidió a Mann que aumentara la presencia de Lecter en el film (en la novela sólo tiene dos apariciones presenciales, el resto es a través de referencias y cartas), Mann transformó una postal que le escribe Lecter a Graham en una escena de diálogo, de modo que Lecter le transmite una información que luego a Graham le será útil. En el film de Ratner hacen lo mismo, pero la frase que le da la pista a Graham la utilizan en un diálogo anterior proveniendo del propio Graham (Edward Norton) en una comisaría, con lo cual la escena pierde todo el propósito y se hace tan innecesaria como el resto de escenas inventadas y añadidas que aparecen en El dragón rojo (el film).
También resulta curioso en qué coinciden ambas adaptaciones. En ambas convierten el hijastro de Graham en su hijo natural, algo lógico, y en ninguna de las dos aparece la voz del Dragón Rojo que empieza a hablar a Dollarhyde cuando este tiene relaciones con Reba. Ambas son también menos góticas y tenebrosas que la novela de Harris. Además, el final original de la novela no es muy cinematográfico que digamos, es bastante oscuro. Mann opta por hacer su propio y estupendo final, mientras que en el film de Ratner tiene un final que empieza como el de la novela pero luego se adentra en territorio ridículo y predecible. Otro dato curioso es que en las novelas Lecter está encerrado hasta que se determine si puede ser juzgado, mientras que en El dragón rojo vemos que es juzgado y declarado culpable.
El film de Ratner se puede encontrar fácilmente en Blu-ray y DVD. Recomiendo, aquellos que puedan, comprar el pack inglés en Blu-ray que incluye El silencio de los corderos, Hannibal (Ridley Scott, 2001) y El dragón rojo ya que resulta muy barato y son las mismas ediciones que podéis encontrar aquí. La fantástica película de Mann, en cambio, está editada en DVD aquí pero sólo incluye el montaje cinematográfico. Yo hace tiempo compré una edición limitada de Anchor Bay que incluía los dos montajes, aunque el del director estaba basado en la copia en vídeo sin audiocomentario. Luego me compré la edición en Blu-ray inglesa de Momentum, que tiene los mismos extras de la americana, más un audiocomentario de Mann, así como una versión remasterizada del montaje del director que sin embargo no incluye una escena que sí está en la versión de la edición limitada; al parecer no se encontraron los negativos.
El silencio de los corderos es un film también soberbio que no ha perdido fuerza con el paso del tiempo. Ya desde los primeros acordes de la gran banda sonora de Howard Shore. Cuenta también con un gran reparto, y aunque ya he dicho que el Lecter de Brian Cox es muy superior al de Hopkins, aquí Hopkins ofrece la mejor interpretación de las tres que ha hecho como Lecter, las otras dos demasiados sobrecargadas. Jodie Foster también ofrece una buena interpretación como la frágil Clarice, muy diferente de la Clarice de la novela, más dura y determinada.
Mientras en las películas aparecen dos interpretaciones diferentes de Clarice, en las novelas no. La Clarice literaria es más dura, como he dicho, y aparenta una mayor fuerza. Ted Tally fue el guionista de El silencio de los corderos y El dragón rojo y su mayor contribución parece ser hacer que los personajes de la novela sean más débiles y frágiles en sus versiones cinematográficas.
En la película se eliminan todas las referencias a El dragón rojo que aparecen en la novela, aunque algunos detalles se repiten en ambas en lo que se refiere al pasado y aficiones de Lecter. Lo curioso es que dos actores de Manhunter, Dan Butler y Frankie Faison, aparecen en El silencio de los corderos aunque interpretando personajes diferentes. Faison aparecerá luego también en Hannibal y El dragón rojo.
De El silencio de los corderos se ha hablado mucho, y lo único que quiero decir es esto: El silencio de los corderos es una gran película DE TERROR.
De terror, lo habéis leído bien.
Silencio se estrenó en un momento en el cual el cine de terror estaba muy mal visto (¿y cuándo ha sido bien visto?), de modo que para promocionar películas de terror pero sin que dijese que eran películas de terror se inventaron en Hollywood la denominación "thriller psicológico". La mayoría de películas de terror, particularmente slashers, de los 90 se promocionaban como thrillers psicológicos. Hasta Scream (Wes Craven, 1996) fue promocionada así. Fue gracias a esto que Silencio fue nominada y ganó el Oscar a la mejor película, entre otros. Si se hubiese promocionado como película de terror es posible que ni siquiera hubiera sido nominada.
Harris, en sus novelas, mezcla elementos del thriller y de la novela de terror más truculenta. Por tanto, yo no digo que en la película no haya elementos del thriller, los hay, pero mezclados con otros propios del cine de terror, que introduce Demme, el cual no olvidemos que sale de la factoría Corman.
El lanzamiento de semen a la cara de Clarice no es que sea algo propio del cine de terror, pero desde luego es desagradable. La ambientación de la celda de Lecter sí es propia de un film gótico. El primer plano de la cabeza cortada de una víctima guardada en un tarro y otros detalles truculentos como las uñas ensangrentadas en las pareces del pozo en que Jame Gumb (Ted Levine) deja a sus víctimas sí son propios del género terrorífico. También el diseño de sonido. Fijaos como se puede oír una especie de suspiro de ultratumba cuando sacan el capullo de insecto de la boca de una de las víctimas y el mismo suspiro lo oímos luego salir de la boca de Lecter. Cuando Clarice y Lecter tienen su último intercambio en persona, de repente se empieza a oír un viento salido de la nada mientras Clarice se confiesa. Eso sin olvidar al propio Lecter, que hasta tiene su máscara como Jason Voorhees y se pone la piel de una de sus víctimas como careta igual que Leatherface.
Igual que los films protagonizados por Michael Myers y Jason Voorhees, el éxito de Silencio generaría muchas copias, thrillers truculentos con elementos propios del cine de terror. Si de las copias de las aventuras de Jason saldrían films interesantes como Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984); de las copias de Silencio también saldría un film interesante como Seven (Se7en, David Fincher, 1995) que a su vez generó un buen número de copias (curiosamente, Fincher cita Manhunter como una de sus mayores influencias en su película).
Aunque no tan truculenta ni perturbadora como la novela, Silencio es un film de terror.
Hay otro detalle del estilo de Demme que me llamó la atención en este film: la cantidad de veces que los personajes hablan directamente a cámara. Tal vez sea una manera de introducir al espectador dentro de la película haciendo que los personajes hablen directamente con el espectador, pero resulta desconcertante la frecuencia con la que sucede en el film. También es de notar un detalle del diálogo que se pierde en la traducción por cuestiones lingüísticas: en inglés el pronombre neutro "it" se utiliza para denominar objetos inanimados y es el pronombre con el que Gumb se dirige a sus víctimas, una manera sutil de indicar como los asesinos en serie no ven como seres reales a las personas que matan, las cosifican.
Y como último argumento, el tráiler de Silencio, propio de una película de terror.
Leyendo Hannibal de Thomas Harris, uno tiene la impresión de que Harris hizo una novela increíblemente truculenta cargada de grotesco humor negrocomo si quisiera ver si Hollywood tenía el suficiente valor como para llevarla al cine.
Desde el principio, con un tiroteo a ritmo de Macarena y unos agentes llamados Burke y Hare como la histórica pareja de asesinos en serie y ladrones de tumbas, hasta el final caníbal, es un no parar de diversión del tono más negro posible. Un libro lleno además de personajes memorables como la hermana del villano Mason Verger, la cual no aparece en el film.
El máximo exponente de las diferencias entre novela y película es la representación de Verger. En la novela es básicamente una calavera con pelo y un único ojo, cuyo descarnado rostro lo recorren venas palpitando mientras la sangre circula por ellas y que en un momento hace llorar a un niño para que usen sus lágrimas para darle sabor al martini que se bebe. En la película es malvado y tiene una cara destrozada y deforme, pero con nariz y dos ojos y demás. El único momento en que la película se acerca al tono del libro es durante algunos momentos del final, que también es radicalmente distinto al de la novela.
Creo que fue un error encargarle la película a Ridley Scott, ya que adopta un tono demasiado serio que hace que el film resulte algo aburrido y lento en algunos segmentos. La película se toma demasiado en serio a si misma y se pierde la diversión y el horror de la novela. Una lástima.
Por cierto, la edición en Blu-ray no incluye todos los extras de la edición especial que salió en DVD, es decir que tampoco incluye el genial easter egg. Aquí lo tenéis por si no lo encontrásteis (estaba en el segundo disco):
Ya he comentado los problemas de El dragón rojo, que tampoco es que sea una mala película, así que pasaremos directamente a la última entrega cinematográfica: Hannibal, el origen del mal (Hannibal Rising, Peter Webber, 2007).
Teniendo en cuenta el aspecto extremadamente visual de la novela, parece que fue ya escrita con la intención de convertirla en guion o primero Harris ideó el guion y luego la novela, ya que Harris es también el autor del guion.
Hannibal Rising es una típica película de venganza, sólo que en lugar de Charles Bronson con un pistolón tenemos a un joven Hannibal despachando gente. Creo que esto fue un error, pero realmente el problema es que da igual que tipo de historia se hiciera, ya sabemos el final y los detalles más interesantes de la vida de Hannibal, con lo cual se pierde el suspense.
Lo interesante de la novela (que tampoco es que sea lo mejor de Harris) es que te introduce dentro de la cabeza de Hannibal, algo que no sucede en el film. Además, la dirección de Webber hace que el ritmo del film sea excesivamente lento y ceremonioso, restándole impacto e interes. Por otro lado, los personajes describen a Hannibal (Gaspard Ulliel) como un monstruo pero realmente en la película no vemos ningún motivo para estas reacciones.
En definitiva, la película es un intento desesperado de sacar dinero de una franquicia que ya ha dado todo lo que podía dar. De hecho, las series de televisión anunciadas paracen igualmente desesperadas en su intento de exprimir el personaje.
Resumiendo: Manhunter y El silencio de los corderos grandes películas; Hannibal y El dragón rojo regulares y Hannibal, el origen del mal sin interés.
Este es el tráiler americano de Hannibal Rising pero la película fue una coproducción europea.
He aquí una pequeña selección de películas que son muy criticadas, despreciadas o objeto de burla y que a mí, personalmente, me gustan. He escogido películas comerciales porque son las que sufren ataques y burlas más crueles. También porque creo que las películas de autor o independientes o cómo las queráis llamar están más abiertas al debate por su complejidad y exigencia. Es decir, puede que haya mucha gente a la cual no le guste la maravillosa Amer (Hélène Cattet, Bruno Forzani, 2009) o la fabulosa Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu, Jaromil Jires, 1970), por mucho que a mí me cueste creerlo, porque son películas abstractas, complejas y surrealistas que no cuentan una historia en el sentido tradicional, por eso he escogido para este post películas muy accesibles y que fueron estrenadas comercialmente. Este post, por otro lado, es una continuación del artículo dedicado a películas que eran muy apreciadas y alabadas en general y que a mí no me gustaban nada (aquí). Por último, no intentaré venderos la moto de que son joyas a descubrir ni nada por el estilo, lo que vais a leer es completamente subjetivo.
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, Steven Spielberg, 2008): Recuerdo que cuando se estrenó esta película me salté las clases a las que debía ir y fui a una sesión matinal por las ganas que tenía de verla. Hacía mucho tiempo desde la última vez que había visto a Indiana Jones en el cine y entre entonces y ahora habían circulado muchos rumores, historias y argumentos que no hacían más que alimentar el deseo de volver a ver al arqueólogo más famoso del cine de nuevo en acción. Y no era el único, la sala estaba llena a pesar de que eran las once de la mañana (supongo que hubo muchos enfermos que faltaron al trabajo y a clase aquel día).
En aquella sala se creó, además, un ambiente muy especial. Todo el mundo aplaudía y reía celebrando la película que se estaba proyectando, y yo con ellos (algo muy, muy raro en mi caso) lo que lo convirtió en una proyección que disfruté especialmente. Sin embargo, con el tiempo no hago más que escuchar comentarios negativos, especialmente provenientes de Estados Unidos. De los más jóvenes porque les parece que Harrison Ford es un viejuno que se tendría que haber retirado, los de mi quinta parecen cegados por la nostalgia.
Para mí, esta cuarta entrega es mucho mejor que la tercera, sin discusión. Por supuesto, las dos primeras siguen siendo mis favoritas.
Tengo la sensación que muchas críticas tienen su origen en que las personas que las hacen no entienden el chiste, no captan la esencia de lo que es Indiana Jones. Indiana Jones trata sobre el pulp, es una recreación de los seriales matinales de aventuras. En las primeras entregas, ambientadas en los años 30, se toman los elementos típicos del pulp de entonces, como los despiadados nazis y las sectas diabólicas. La cuarta entrega, ambientada en los años 50, toma elementos del pulp de entonces: comunistas malvados, hormigas devoradoras de humanos, extraterrestres y la paranoia de los infiltrados, etc. Una de las razones por las que me gustó tanto es por la manera en que incorporaba todos los elementos absurdos de los 50 en su historia. En otras palabras, es puro pulp.
Me he topado también con burlas y críticas a las escenas más descabelladas, principalmente la explosión nuclear al principio de la cual Indy se salva mentiéndose dentro de una nevera. "Esa escena es absurda", se dice. Y, al contrario que George Lucas, no os intentaré justificar la escena con diagramas y ecuaciones físicas. Para mí, no es realista y es absurda, efectivamente. Y me encanta por eso mismo.
Además, honestamente, ¿os parece menos absurdo que en la primera entrega Indy tenga que huir de una roca enorme perfectamente esférica y evitar trampas que se activan por la luz hechas por una tribu primitiva, o que en la segunda a un tipo se le arranque el corazón y siga vivo?
Esta cuarta entrega no es más o menos absurda que las anteriores.
Otra queja es la relacionada con la utilización de CGI, en oposición a los efectos prácticos de las anteriores. Incluso oí a un crítico en la radio quejarse de que ahora cuando pasa un coche al lado de un principio es todo falso y que entonces lo ponían realmente al lado de un precipicio, lo cual es absurdo. Las películas de Indiana Jones siempre han llevado al límite la tecnología de los efectos especiales, explotando al máximo los recursos disponibles en cada momento. Y en la primera no se pone realmente un coche al lado de un principio, es un efecto conseguido con pantallas partidas, maquetas y pinturas matte.
En fin, que esta película me encanta.
X-Men: La decisión final (X-Men: The Last Stand, Brett Ratner, 2006): Ah, la infame tercera entrega de la saga de los mutantes. Tras dos exitosas y muy alabadas entregas dirigidas por Bryan Singer, llegó esta tercera que si bien fue igualmente un éxito de taquilla, es (aparentemente) odiada por los fans de los mutantes.
La verdad es que tras ver las tres seguidas, no acabo de entender por qué esta tercera entrega es tan despreciada y odiada por el fandom. Se toma las mismas libertades con los personajes que las dos primeras, por tanto no veo mucho conflicto ahí. La verdad es que me costó aceptar más lo que habían hecho con Pícara en la primera entrega que cualquier cosa que hacen en la tercera. Se matan personajes importantes, y ahí tampoco veo problema: me encanta la etapa de Chris Claremont y este no tenía problemas en matar personajes. De hecho, dejó Marvel por diversos conflictos artísticos, uno de ellos la intención de Claremont de matar definitivamente a Lobezno, algo que la compañía no iba a aceptar de ninguna manera debido a los beneficios que les daba.
Es cierto que en esta tercera hay menos desarrollo de los personajes que en las de Singer, pero aparte de eso no le veo tantas diferencias. Y si se ve la tercera justo después de la segunda, funciona muy bien como continuación.
Sinceramente, no entiendo por qué si a alguien le gustó las dos primeras no le gusta la tercera. De verdad que no. Por mi parte, la disfruto como una buena película de acción.
Cazadores de mentes (Mindhunters, Renny Harlin, 2004): No sabia si poner esta de Renny Harlin o la que hizo con tiburones inteligentes, Deep Blue Sea (1999), porque ambas son igualmente malas y ridículas, pero las encuentro también ambas muy entretenidas. Al final me he inclinado por esta ya que creo que es peor que Deep Blue Sea.
Cazadores de mentes me recordó en algunos momentos a D-Tox (Ojo asesino) (D-Tox, Jim Gillespie, 2002), porque ambas cuentan con conceptos interesantes que podrían dar lugar a buenas películas, pero fallan miserablemente al hacerlo. D-Tox cuenta como los policias que están en un centro de rehabilitación por alcoholismo o drogadicción son asesinados uno a uno, en una remota localización aislada por la nieve. Pero lo que podría ser un divertido whodunnit acabó fracasando por la interferencia del estudio, que no le dejó a Jim Gillespie mostrar su versión. Cazadores de mentes cuenta como un grupo de expertos del FBI en asesinos en serie se van a una isla aislada para entrenarse y empiezan a ser asesinados uno a uno.
Básicamente, la película es una enésima copia del Diez negritos de Agatha Christie con toques del típico slasher, añadiendo además el rollo científico que puso tan de moda C.S.I. Pero a pesar de que no es nada original, las actuaciones no son nada del otro mundo (LL Cool J es un actor especialmente malo) y que fue dirigida por Renny Harlin, lo cierto es que me parece una película divertida.
Al contrario que con las otras películas aquí comentadas, no se me ocurre ninguna razón para redimirla, simplemente me hace gracia. Es cutre, es mediocre y no contiene nada remotamente interesante que no hayamos visto antes, pero me gusta por las mismas razones irracionales que me gustan diversos slashers igualmente cutres.
Empezamos la semana con una película con guion de Everett De Roche, la estupenda y angustiante Largo fin de semana (Long Weekend, Colin Eggleston, 1978), y terminamos la semana con otra película con guion de Everett De Roche, la road movie cargada de suspense Carretera mortal (Roadgames, Richard Franklin, 1981).
Quid (Stacy Keach) es un camionero que, mientras lleva un cargamento de carne a su destino, empieza a sospechar que el conductor de una furgoneta que se encuentra a menudo es un asesino en serie. Comparte sus sospechas con Pamela (Jamie Lee Curtis), una joven autoestopista que Quid recoge en la autopista, y ambos empezarán a investigar si esas sospechas están fundadas o no. El problema es que las sospechas no sólo están fundadas sino que el psicópata empieza a jugar con ellos y además la policía cree que Quid es el psicópata asesino.
Siento debilidad por las películas de terror y suspense ambientadas en la carretera, así que tenía mucho interés por este film por ello. Además, es un film australiano, con lo que las persecuciones y la acción en la carretera estarían filmadas de manera sublime, ya que los australianos parecen expertos en este tipo de cosas. Eso sin olvidar a los responsables de la película: el guionista Everett De Roche y el director Richard Franklin, que ideó la historia original junto a De Roche y dirigió la fantástica Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, 1983). De hecho, las referencias a Alfred Hitchcock y la habilidad para crear suspense de la que hace gala Franklin en Roadgames hicieron que la Universal lo llamara para dirigir Psicosis II.
Y otro factor importante: al igual que toda auténtica y genial película de culto australiana que se precie, tiene una auténtica y genial banda sonora compuesta por Brian Nada-que-ver-con-el-guitarrista-de-Queen May.
Desde la primera secuencia, en la cual Quid observa por primera vez al misterioso conductor de la furgoneta acompañado de una chica, se marca el tono del film: suspense con unas gotas de humor. También contiene un estilizado asesinato que nos indica que la persona tras la cámara sabe lo que hace.
La gradación del suspense a lo largo del film está muy bien conseguida. Empezamos con pequeños indicios que nos llaman la atención ligeramente y a partir de aquí va subiendo hasta que al final nos estamos mordiendo las uñas al borde de la butaca con el corazón en un puño. Paralelamente, los toques de humor de la película nos lo proporcionan los peculiares personajes que Quid se va encontrando por la carretera. Hay también un genial toque de humor negro al final que me hizo darle puntos extra a la película.
Como he mencionado antes, este film contiene diversas referencias al cine de Hitchcock. El origen de ello lo encontramos en que Franklin es un fanático del maestro y De Roche ideó la historia después de que Franklin le pasara La ventana indiscreta (Rear Window, Alfred Hitchcock, 1954), de cara a una próxima colaboración director-guionista después de trabajar juntos en Patrick (1978). Por tanto, de aquí surge el tono del film, más clásico que la media de lo que se hacía entonces, que contribuye a que la película sea un entretenimiento puro.
Con la ola de frío que tenemos encima, esta es la película ideal para ver encerrados y calentitos en casa.
Cuando tenía unos 15 o 16 años y estaba cursando 2º de BUP, se nos encargó hacer, en clase de Ética, un trabajo que tratara alguna preocupació social. Yo decidí hacerlo sobre la violencia en la sociedad y, como teníamos que ilustrarlo con una película o algún tipo de exposición, decidí que sería una buena idea ilustrar mi trabajo proyectando Henry, retrato de un asesino en serie (Henry: Portrait of a Serial Killer, John McNaughton, 1986).
Resulta que no fue tan buena idea. Tanto la profesora como mis compañeros estudiantes esperaban ver una película que sería violenta, pero que tendría la estructura de un thriller o de una película de terror más habitual a la que estaban acostumbrados. Pero no estaban preparados para lo que les mostré, así que sólo vimos los primeros veinte minutos de Henry. La profesora quedó algo chocada y mis compañeros no dudaron en mostrar su desagrado ante una película que consideraron "asquerosa, lenta, horrible", y lo peor de todo: "¡encima está en inglés!" (como la película era casi imposible de encontrar por aquel entonces en ningún videoclub -no lo fue hasta un par o tres de años más tarde- la copia que yo tenía estaba grabada de La 2, canal en el que emitieron la película en VOS).
Más o menos, la reacción que tuvieron mis compañeros fue la misma que tuvieron los productores de Henry. Malik B. y Waleed B. Ali le encargaron a John McNaughton una película de terror que pudieran vender fácilmente. McNaughton y Richard Fire escribieron Henry, inspirándose en documentales sobre asesinos en serie y las confesiones del psicópata Henry Lee Lucas -muchas de las cuales resultaron ser falsas, así que no se sabe exactamente cuánta gente él y Ottis Toole, su amante y socio, mataron en realidad-. La película que entregó McNaughton a los hermanos Ali no era, desde luego, la típica película de terror que se podía vender fácilmente. De ahí que permaneciera en el limbo durante años, hasta que se estrenó en 1990, obteniendo el aplauso de la crítica ante el impecable retrato que ofrecía de una mente psicopática.
2
Hace ya un tiempo comenté en este blog Maniac (1980), el infame clásico de culto dirigido por William Lustig (podéis leer el comentario aquí). Para mí, Maniac es un claro predecesor de Henry, ya que se aleja de la estructura habitual de una película de terror o de un thriller para mostrarnos el día a día de un psicópata. Las semejanzas entre ambos filmes hace que me extrañe el hecho que Maniac, en el momento de su estreno, fue considerada una película misógina que explotaba el morbo y la violencia mientras que años más tarde los mismos críticos consideraban Henry una película brillante.
Henry es una película brillante. Así como también lo es Maniac, que no es en absoluto una película misógina y morbosa, sino que está explicada desde el punto de vista de un asesino en serie cuyas víctimas son mujeres y parejas (el personaje de Maniac encarnado por Joe Spinell se basa en David Berkowitz, cuyas víctimas fueron mujeres y parejas). A pesar de ello, sigue siendo despreciada en su mayor parte, creo que más por su fama que por la película en sí.
La máxima diferencia entre Henry y Maniac se haya en el punto de vista. El film de Lustig nos sitúa dentro de la cabeza del psicópata protagonista, haciendo que veamos el mundo como él lo ve. McNaughton, en cambio, adopta un punto de vista exterior: nos muestra la vida de Henry (excepcional Michael Rooker), sin ofrecer ningún juicio o comentario usando la cámara simplemente como mudo testimonio. Esta actitud hace que la película resulte, en algunos tramos, más inquietante y terrible que la de Lustig, cuyo final entra dentro de los cánones del cine y resulta, hasta cierto punto, tranquilizador. McNaughton, por otro lado, no ofrece ningún tipo de confort al espectador.
Uno no puede más que preguntarse que tipo de recepción hubiera tenido Henry si se hubiera estrenado el año en que fue producida en lugar de cinco años más tarde. ¿Si Maniac no se hubiera estrenado en plena fiebre slasher, con filmes de terror nuevos prácticamente cada semana, hubiera sido juzgado de forma más justa?
3
En 1992 se estrenaba Ocurrió cerca de su casa (C'est arrivé près de chez vous, Rémy Belvaux, André Bonzel, Benoît Poelvoorde). Este film es una comedia negra en forma de falso documental, en el cual unos periodistas siguen el día a día de un asesino en serie que no tiene problemas en comentar su modus operandi (argumento más tarde copiado en Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon (Scott Glosserman, 2006)).
Comparad el póster censurado francés con el póster español, que sigue el modelo original y es el usado internacionalmente. La diferencia es sutil, pero significativa.
Elementos de esta película se encontraban ya presentes en Henry. McNaughton utiliza un estilo anclado en el cinéma vérité, reforzado por el tono granuloso resultado de filmar la película en 16mm y luego ser hinchado a los 35mm profesionales, que recuerda al documental. Como hemos mencionado anteriormente, la cámara es una simple testigo de los eventos que transcurren frente a ella, sin que parezca que se use en ningún momento ningún recurso narrativo que pudiera ofrecer al espectador alguna pista que le indicara hacia donde se dirige la historia. Se aprecian movimientos de cámara, eso sí, en la representación de las víctimas de Henry, mostradas al espectador como naturalezas muertas hechas de carne y hueso.
Ocurrió cerca de su casa se presenta abiertamente como una comedia negra. No así Henry, que parece ahogar al espectador en el más descarnado horror. O al menos así parece a simple vista.
Lo cierto es que el film de McNaughton también tiene sus toques de humor negro. Son sutiles, pero ahí están. Por ejemplo, el asesinato del vendedor de televisores que culmina con la coronación del mismo con una televisión que luego pasa a ser enchufada, o cuando Ottis (Tom Towles) acaba reventando una televisión intentando hacerla funcionar. En su mayor parte, los toques de comedia son proporcionados por Ottis, personaje perverso y perturbado que contrasta con la frialdad y silenciosa furia asesina de Henry. Towles era un excelente actor de carácter que consigue hacer que su personaje sea tan auténtico y real como el que encarna Rooker.
4 Henry es una película de horror. Y digo "horror" en oposición a "película de terror", "de miedo" o, como dice una amiga mía, "de cague". El término "terror" se aplica normalmente a películas cuya fuente del mismo suele ser ficticio, irreal. Incluso si el villano de turno es un ser humano, se trata de una construcción ficticia que sigue unos parámetros narrativos más o menos familiares para todo el mundo.
Henry, en cambio, horroriza. Horroriza porque personajes como él habitan la sociedad en que vivimos. Personajes que no se ocultan tras una máscara, sino que pasan completamente desapercibidos. Pero otro de los aspectos que causan horror, y cierta pena, es que el mundo también está lleno de Beckys, víctimas como la que encarna en el film Tracy Arnold, que han sufrido abusos y que, como ciervos deslumbrados por los faros del coche, parecen esperar que el inevitable destino las alcance.
De la relación entre Henry y Becky destacaría un momento en el cual ella empieza a besarle y quiere iniciar una relación sexual, mientras que Henry se queda helado, sin saber que hacer, ya que únicamente conoce una manera de expresar sus emociones, a través del asesinato. Así como también destaca la escena de ambos en la cocina, en la cual Henry cuenta como, supuestamente, mató a su madre. Momento en que descubrimos que no podemos fiarnos de nada de lo que diga.
La única relación que parece funcionar es la de Henry y Ottis. Ésta queda cristalizada en uno de los momentos más memorables de la película, la escena comentada en toda crítica que se haga de la película (y una de las razones por la que no considero Haneke y su casi hipócrita Funny Games ni provocadora, ni original, ni rompedora), me refiero a esa escena en la cual los dos psicópatas ven uno de sus asesinatos grabados en vídeo en la televisión de su casa como si fuera un programa de cocina. Primero el espectador es obligado a ver el asesinato como si estuviera sucediendo en ese momento, pero aún resulta más escalofriante la estampa de ambos sentados en el sofá disfrutando de sus obras. La escena culmina también de forma brillante (e inquietante) con Ottis rebobinando y pasando a cámara lenta su momento favorito. No sé si en aquel momento McNaughton o Fire pensaban en el morbo televisivo que en aquel momento se empezaba a gestar, pero uno no puede más que reflexionar sobre el contenido alegórico de esta escena en lo que respecta a los tiempos que estamos viviendo.
Henry es un clásico. Una película que sacude al espectador como sólo el gran arte puede hacerlo. Mirando la filmografía posterior de McNaughton, uno no puede más que preguntarse si este film agotó toda la capacidad de tratar con el horror del director, ya que sus trabajos tras Henry son bastante anónimos. Tal vez la relación con Henry hizo que deseara hacer películas más trascendentes. Quién sabe.
Existe una secuela: Henry 2 (Henry: Portrait of a Serial Killer, Part 2, Chuck Parello, 1996). Recuerdo haberla visto en su momento, pero no me causó ninguna impresión y es bastante olvidable. De hecho, no recuerdo absolutamente nada de ella. Tanto Henry como Maniac han recibido sendos tratamientos de lujo en Blu-ray, Ocurrió cerca de su casa sólo en DVD cortesía de la siempre excelente Criterion.
Las películas de Spike Lee nunca me habían llamado la atención, sinceramente. Eso cambió en 1999, cuando Lee estrenó Nadie está a salvo de Sam (Summer of Sam). La película está ambientada en el Bronx Sur, un barrio con una presencia mayoritaria de italoamericanos, durante uno de los más calurosos veranos de la historia de Nueva York, el verano de 1977 durante el cual el reinado del terror del asesino en serie David Berkowitz alcanzó su clímax.
La película está protagonizada por un gran reparto coral: John Leguizamo, Adrien Brody, Mira Sorvino, Jennifer Esposito, Ben Gazzara, Bebe Neuwirth, Anthony LaPaglia... además de los guionistas de la película Michael Imperioli y Victor Colicchio. La razón de este reparto coral es que la película no se centra tanto en el caso Berkowitz y su investigación sino en como afectaba el tener un asesino en serie acechando a la gente que vivía en el barrio. De los diferentes dramas e historias personales que pueblan la película, la que personalmente más me llamó la atención fue la relación entre Vinny (Leguizamo) y Dionna (Sorvino). Tras estar muy cerca de uno de los asesinatos del luego conocido como "Hijo de Sam", Vinny iniciará una espiral de decadencia en la cual poco a poco va perdiendo control de su vida. Brody, por otro lado, interpreta a Richie, uno de los primeros en caer bajo la influencia del punk. Esto no será bien visto por el resto de la comunidad. Richie, además, tiene también algunos conflictos personales relacionados con su propia sexualidad. Por cierto, en el film Richie tiene una banda punk y hay un momento en la película en que tocan una canción titulada Hello Goodbye cuya letra está sacada de una de las cartas que el Hijo de Sam envió a los periódicos. Os podéis descargar la canción de forma gratuita en la página web de su autor Curious George.
La película recrea fielmente los diferentes asesinatos de Berkowitz, así como intenta crear un retrato certero del infame psicópata. También reproduce palabra por palabra las diferentes cartas que Berkowitz envió a la policía y hechos que parecen actualmente difíciles de creer pero que realmente sucedieron como la policía pidiendo ayuda a la mafia para detener al asesino. Pero, como ya he mencionado antes, el film no se centra, o no se centra exclusivamente, en los crímenes de Berkowitz. La película se toma su tiempo en representar momentos clave de aquel verano como un gran apagón que dejó a la ciudad de Nueva York sin luz. Otros temas que también se tocan son la llegada del punk y la decadencia de la música disco, con sendas apariciones de lugares míticos como el CBGB, Studio 54 o el símbolo definitivo del sexo setentero: Plato's Retreat.
Son todos estos elementos los que hacen que la película destaque más allá de la simple recreación de los crímenes reales de un asesino en serie. La banda sonora está plagada de grandes temas setenteros, obviamente, pero muy bien utilizados. Por ejemplo, está muy bien colocado el Dancing Queen de Abba como fondo de una monumental bronca entre Vinny y Dionna. Es una de mis películas favoritas, así que espero que la disfrutéis.
Gran parte de la mala fama de Maniac (1980) de William Lustig se debe a su póster publicitario. Si juntamos el tagline, "te advertí que no salieras de casa esta noche", con la imagen del hombre sosteniendo una cabellera ensangrentada de mujer en una mano y un enorme cuchillo en la otra, que además apunta hacia el paquete, se nos crea la imagen de un tipo de película que realmente no casa con la película que anuncia. Y el primero al que no le gustó el póster fue Joe Spinell, protagonista del film y guionista del mismo junto a C. A. Rosenberg.
La película retrata el día a día de Frank Zito (Spinell), un psicópata que se dedica a matar parejas y mujeres atractivas para luego llevarse algún pedazo de recuerdo a casa. Zito vive en su propio universo paranoide y está seriamente perturbado, pero a pesar de eso se las arregla para seducir a la bella Anna D'Antoni (Caroline Munro), una fotógrafa de moda que no tiene ni idea del peligro que le acecha.
Para construir el personaje y el guión, Spinell leyó libros sobre asesinos en serie y se documentó a fondo sobre los casos más notorios. Por ello uno de los asesinatos que aparecen en la película es muy parecido a uno de los asesinatos que perpretó David "el hijo de Sam" Berkowitz, que mantuvo un reinado del terror en Nueva York entre 1976 y 1977. La película, por tanto, transmite un gran realismo en la manera que retrata al psicópata Zito, mérito de lo cual también recae en la fantástica actuación de Spinell. Por otro lado, Lustig crea muy bien momentos de suspense y juega con el espectador, sabiendo apretar las teclas justas para provocar angustia. La guinda sobre el pastel la pone el maestro Tom Savini, creando para la película unos increíbles y muy creíbles efectos de maquillaje; el más infame de ellos protagonizado por él mismo.
La película no es una entretenida cinta de terror en la que se glorifique al psicópata, como las películas de Hannibal Lecter, Jason Voorhes o Freddy Krueger. Se trata de pasar un tiempo con una persona muy enferma y ser testimonios de su infierno personal. Es un claro antecedente de Henry, retrato de un asesino en serie (Henry, Portrait of a Serial Killer, 1986) de John McNaughton. Y tanto Maniac como Henry fueron víctimas de un furioso ataque llevado a cabo por los críticos de cine y los grupos de decencia moral en el momento de su estreno. Maniac fue clasificada de producto morboso que explotaba la violencia contra las mujeres. En fin, ¿qué os voy a decir? Sólo tenéis que ver la película para descubrir lo falso de esa afirmación. Maniac también tuvo sus defensores, como el director de cine William Friedkin.
Con el tiempo la película ha ganado el reconocimiento que merece y se ha convertido en un clásico de culto. Creo recordar una edición de Manga Films, pero no de si fue en DVD o vídeo. En todo caso, la edición en DVD de Blue Underground es sin censura y con un montón de extras.
Entre el 14 de junio de 1962 y el 4 de enero de 1964 trece mujeres solteras del área de Boston fueron asesinadas. El método siempre el mismo: estranguladas usando un tipo particular de nudo. Durante esos dos años, la ciudad de Boston, especialmente las mujeres, vivió aterrada bajo la amenaza de un misterioso asesino que, a pesar de la publicidad que se hizo de los crímenes y las advertencias de la policía, siempre conseguía que sus víctimas le dejasen entrar en casa. Todas ellas fueron conocidas como las víctimas del estrangulador de Boston.
En 1968 Richard Fleischer, director de clásicos como Viaje Alucinante (Fantastic Voyage, 1966) y Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), llevó al cine el caso del estrangulador de Boston en una película que no es sólo una de las mejores que se ha hecho jamás sobre un asesino en serie sino que es todo un clásico del cine.
La película cuenta de forma metódica toda la historia, desde el primer asesinato, de forma seca y con un ritmo acelerado, sin entrar en falsos efectismos ya que la historia es suficientemente potente de por sí. Esta forma de narrar cuasi documental, enfatizada por el hecho de que la película no tiene música, contrasta con el uso que hace Fleischer de las pantallas partidas. Considerado hoy día un recurso pasado de moda, como el zoom, seguramente debido a su abuso y poca habilidad en el uso, como el zoom, el uso que hace Fleischer de este recurso realmente contribuye crear suspense y tensión, algo que años más tarde Brian De Palma usaría hasta la extenuación. Para mí sólo hay dos casos más en los que se haya usado de manera efectiva: La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain, dir. Robert Wise, 1971) y Hulk (idem, dir. Ang Lee, 2003). Luego tenemos el caso de películas como Perversidad (Wicked, Wicked, dir. Richard L. Bare, 1973), un film rodado completamente usando pantalla partida pero el uso que hace de este recurso no aporta nada a la narración y la película tampoco tiene nada interesante que contar, ya que se trata de una típica historia de asesino psicópata. Además, en un ejercicio de sumo cinismo, bautiza el uso de la pantalla partida como Duo-vision, como si fuera algo nuevo que se hubieran inventado.
Volviendo a El estrangulador de Boston, aparte del estilo de Fleischer, la película cuenta también con un gran reparto. Tenemos a Henry Fonda interpretando a John S. Bottomly, que fue puesto frente al equipo encargado de capturar al estrangulador y a George Kennedy como el inspector Phil DiNatale, uno de los policías que investigó el caso del estrangulador. Pero sin duda quién destaca en esta película es Tony Curtis como Albert DeSalvo, el estrangulador de Boston. Curtis ofrece una soberbia interpretación, prácticamente se convierte en el estrangulador. Tiene momentos en los que realmente da miedo, superando de calle cualquier otro piscópata de cine.
Si os gustó Zodiac de David Fincher, no os perdáis El estrangulador de Boston. Es fascinante visualmente e interiormente y está plagada de buenos actores.