Muchas lectoras (e imagino que algunos lectores) puede que se pregunten que interés puede tener un pseudodocumental de 60 minutos sobre las bailarinas que danzaban en topless en clubes del año 1966. Mi respuesta es que fue escrito, dirigido, fotografiado, editado y producido por Russ Meyer, garantía de que lo que vais a ver no es ni normal.
Mientras volvía a ver este documental no pude evitar imaginarme al maestro Meyer riéndose a carcajadas mientras lo editaba y ponía a punto. Desde el primer plano, que muestra la señal de una calle llamada Twin Peaks (picos gemelos), pasando por el texto y la hiperbólica interpretación de la voz en off, hasta la continua banda sonora de rock and roll... Todo parece indicar que Meyer estaba parodiando, o más bien burlándose, de la llamada revolución sexual. Realmente, esta no es una película erótica o sexual, sino que es más bien un gran chiste que te hace reír a carcajadas, cortesía de la narración que el director siempre se encargaba de escribir en sus películas.
Pero empecemos por el principio.
Mondo Topless se supone que es un documental que retrata el nuevo fenómeno que en los 60 fue la apertura de locales en los cuales unas bailarinas danzaban en topless. Y sólo bailaban. No hacían strip-tease ni movimientos sexuales de ningún tipo. Sólo bailaban desnudas de cintura para arriba. Primero se fija en San Francisco y luego pasa a mostrar locales de este estilo que se abrieron en Europa, aquí sí con un contenido más abiertamente sexual.
Esto es la teoría. En la práctica, el documental empieza retratando San Francisco como si se tratara de algún programa turístico, ensalzando la ciudad y sus muchas virtudes y cualidades arquitectónicas. De fondo se escucha la típica "música de ascensor" y el narrador parece ser una persona cuerda. Esta secuencia que nos muestra paisajes completamente tópicos y aburridos de San Francisco se ve intercalada con breves planos de una mujer desnuda conduciendo un coche.
Estos planos nos sirven para asegurarnos de que no nos hemos equivocado de película después de todo. Tras unos minutos de turismo, el narrador parece enloquecer y empieza lo que sería un breve resumen de lo que nos espera, tras pasar luego al meollo del asunto. Antes de que puedas decir "talla 100", el espectador se ve inmerso en un espectáculo de imágenes y sonidos como sólo Meyer podía crear.
Bajo su aspecto inocente, esta cinta de vídeo contenía la copia que hice de Mondo Topless hace unos años, así como otras películas de dudosa moral y llenas de horrores de diversa índole. Alquilé Mondo Topless en un videoclub barcelonés que se especializaba en cine raro, serie B, terror y subgéneros varios, cerrado desde hace años, por desgracia. Muchas de sus cintas eran de importación, así que la versión que vi de Mondo estaba en versión original subtitulada en holandés (o por lo menos creo que es holandés).
Este documental/comedia/despropósito se ha de analizar separando imagen y sonido. Las imágenes nos van intercalando las diferentes bailarinas protagonistas bailando en diferentes ambientes y situaciones, intercalando las actuaciones de manera que se va saltando de una a otra, en una suerte de continuo flujo que muestra los bailes de las artistas de la manera más surrealista posible. El audio consiste en el narrador presentando a las diferentes artistas de la manera más hiperbólica y delirante posible, haciendo comentarios aquí y allá, intercalado con los comentarios de las propias bailarinas sobre por qué bailan, sobre su visión del mundo, qué sentido tiene el baile y otros temas varios; todo ello acompañado de un fondo non-stop de música rock. Un dato interesante es que la protagonista del clásico de Meyer Lorna (1964), Lorna Maitland, hace acto de aparición y podemos oír partes de una entrevista que grabó mientras rodaba Lorna.
El efecto que produce Mondo Topless no es en absoluto erótico, más bien es de un hilarante y surreal exotismo. La moda y estilo de los 60, mezclado con la música, los frenéticos movimientos de las bailarinas y la manera de editar de Meyer consiguen que este pseudodocumental sea tremendamente divertido e interesante y algo más que una simple excusa para ver atractivas mujeres bailar desnudas de cintura para arriba; un videoclip de 60 minutos adelantado a su tiempo. No sé si me atrevo a recomendarla a todo el mundo, pero desde luego sí que os diría que por lo menos la escucharais. Tenerla de fondo musical en una fiesta/cena puede resultar bastante divertido.
Ésta es una de las pocas películas calificadas "de culto" que fue un gran éxito de taquilla. En su momento la crítica "seria" no entendió de que trataba la película, al igual que los estudios que la habían financiado, pero fue convertida en éxito por el público joven y universitario que sí entendió la película, demostrando que, en palabras de Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando. El valle de los placeres (Beyond the Valley of the Dolls, 1970) es mi favorita de las películas dirigidas por Russ Meyer, una película que ha dejado su marca no sólo en otras películas como El fantasma del paraíso (Phantom of the Paradise, Brian De Palma, 1974) o The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975) sino también en el mundo de la música, gracias a su fantástica banda sonora. Como muestra, fijaos en este videoclip de las fabulosas The Pipettes que reproduce de manera exacta una secuencia de la película a manera de homenaje, cambiando simplemente The Carrie Nations (el grupo de la película) por las pizpiretas The Pipettes:
El cine de los grandes estudios se encontraba en medio de una crisis hacia finales de los sesenta. Desde que habían perdido el monopolio de la distribución, empezaron a surgir montones de distribuidores y productoras independientes que rodaban películas de bajo presupuesto en un intento de competir con las majors. ¿Y cómo competir cuando no se tienen los recursos de una gran compañía? Pues ofreciendo aquello que los grandes estudios consideraban de mal gusto o de baja clase.
Efectivamente, son los cineastas independientes y de serie B los que empiezan a mostrar en pantalla todos los cambios sociales (culturales, sexuales y demás) que el cine de los grandes estudios ignoraba en un intento de mantener el status quo. De esta forma, el público se empieza a sentir desconectado del cine de las grandes productoras y empieza a convertir en éxito las producciones de compañías más modestas como la AIP, en la que trabajaba Roger Corman. Las cosas cambian en 1969 con el estreno de Easy rider. Buscando mi destino (Easy Rider, Dennis Hopper). El gran éxito de taquilla de este clásico hace que por fin los estudios se den cuenta de que la sociedad está cambiando. Sin embargo no tienen ni idea de como hacer películas que conecten de nuevo con un público desencantado con el estilo de Hollywood. Con la excepción de Sam Peckinpah, el resto de cineastas todavía se encuentra apegado al viejo sistema. Será entonces que se iniciará la edad dorada del cine americano, con la introducción de un montón de directores, provenientes del cine independiente y la serie B, que muestran influencias del cine europeo, gente como Martin Scorsese o Francis Ford Coppola. Los estudios empiezan también a adoptar argumentos y personajes que hasta entonces se consideraban sólo dignos de producciones de bajo presupuesto; me refiero a títulos como Bonnie y Clyde (Bonnie and Clyde, Arthur Penn, 1967) o El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972). Películas que unos años antes ningún gran estudio se hubiese dignado a financiar a lo grande.
Todo este proceso culmina en los años setenta cuando Steven Spielberg con Tiburón (Jaws, 1975) y George Lucas con La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) filman películas de serie B con millones de dólares y recaudando más aún. Esto inició un proceso en el que ahora nos encontramos, según el cuál los grandes estudios empezaron ya sin prejuicios a rodar películas de serie B usando grandes presupuestos, como Alien. El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979).
¿Y todo esto que tiene que ver con Beyond the Valley of the Dolls? Russ Meyer era un director que tenía un estilo único y moderno (hasta cierto punto adelantado a su tiempo) cuyas películas recaudaban millones aunque estaban hechas con muy poco dinero. A pesar de sus problemas con los grupos morales y los juicios por obscenidad, Vixen! había recaudado millones de dólares. No sólo eso, Cherry, Harry & Raquel! superó en taquilla la gran superproducción de la Twentieth Century Fox Patton (Franklin J. Schaffner, 1970). Dándose la casualidad de que Patton contenía material filmado por el propio Russ Meyer.
Russ Meyer estuvo en la Segunda Guerra Mundial en funciones de fotógrafo y documentalista y estuvo siguiendo al general Patton durante gran parte del conflicto. Además, durante ése período el joven Meyer conoció a Ernest Hemingway que lo llevó a visitar diversos burdeles. Toda su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial afectó a Meyer de manera decisiva: su manera de retratar la violencia, la presencia de nazis viviendo escondidos en Estados Unidos y la obsesión con los cabezales de cama (aparentemente había uno enorme en la cama del burdel que visitó con Hemingway) así como los planos imposibles a través de colchones transparentes, todo se gesta en este período de su vida.
Pero volviendo al fracaso de Patton y el éxito de Cherry, Harry & Raquel!, Richard D. Zanuck en aquel momento era el jefe de la Fox y fue a ver la película de Meyer que le había pasado la mano por la cara a su carísima producción. Después de verla decide contratar a Meyer para que trabaje para el estudio. Y es así como le encargan a Meyer hacer una continuación de El valle de las muñecas (Valley of the Dolls, Mark Robson, 1967), adaptación de un best-seller de Jacqueline Susan que había sido un gran éxito de taquilla.
Russ Meyer no la había visto, así que va a verla en compañía de Roger Ebert. Ambos empiezan a reírse a carcajadas de la película que les parece realmente mala (lo es). Es así como en lugar de hacer una simple continuación, lo que crean Meyer y Ebert es una despiadada, sangrante y brutal sátira del cine de Hollywood. Deciden burlarse de toda la moralina, de todos los clichés de los dramas hollywodienses creando una bestia parda que no deja títere con cabeza.
Foto promocional que muestra, según el póster que se hizo de la película, chicas que viven en un mundo en el cual son viejas a los veinte, si llegan vivas a los veinte.
La trama gira en torno a un grupo de pop-rock femenino: The Carrie Nations, formado por Kelly (Dolly Read), Casey (Cynthia Myers) y Pet (Marcia McBroom). Acompañadas del novio de Kelly y agente del grupo Harris (David Gurian), deciden ir a probar suerte a Los Ángeles, donde vive la tía rica de Kelly, Susan (Phyllis Davis). Allí conocerán a Ronnie "Z-Man" Barzell (John Lazar), un empresario musical que las convertirá en estrellas y las introducirá en el pecaminoso mundo de los artistas. A partir de aquí empieza el melodrama. Mencionar también entre los actores a Erica Gavin, que había protagonizado para Meyer Vixen!, y Charles Napier, un habitual de Meyer que aquí interpreta un poco habitual papel de galán buena persona.
Meyer y Ebert hacen sangre del melodrama hollywoodiense empezando con los diálogos. Ya que les encargan hacer una película moderna, deciden incluir todas y cada una de las frases de argot que existían en aquel momento creando un hilarante efecto acumulativo: imaginaos a vuestro padre o abuelo borracho intentando hablar "moderno" y os haréis una idea del efecto. Aquí debo insistir mucho en el hecho de que se vea la película en versión original, ya que de otra manera se pierde el efecto. Meyer, además, pidió a los actores que lo interpretaran todo de la forma más seria posible, como si fuera un auténtico drama. Esto extrañó a la mayoría del reparto que, claro, había leído el guión y sabía de que iba. Pero sin duda este fue un golpe de genio por parte de Meyer, que hace que unos diálogos de por sí hilarantes lo sea aún más gracias a la seriedad con que la dicen los actores.
La estructura de la película resulta bastante moderna y ha sido muy imitada desde entonces. Pero en lo que se refiere al lenguaje que utiliza Meyer, tenemos por un lado el montaje de la película que es posiblemente uno de los más perfectos que he visto nunca. Tiene un ritmo y una manera de formar las escenas pocas veces igualado. Por otro lado, Meyer utiliza muchos trucos visuales propios del cine de los años treinta, como ver un plano que marca el recorrido de los protagonistas, y otras herramientas visuales propias del cine de décadas anteriores. Para acabar de redondearlo todo, le da a la película un look que hace que parezca que fue filmada a mediados o principios de los sesenta en lugar de 1970. Algo buscado, ya que sus películas anteriores sí tienen un look más moderno que no delata el año en que fueron filmadas.
Lo que sí no es cosa de broma es la música. La parte musical de la película es realmente soberbia, y es una lástima que las Carrie Nations no existan de verdad. Os recomiendo comprar la banda sonora completa que apareció en CD hace unos años (puede que ya esté agotada) y que contiene las versiones del álbum de la banda sonora que apareció en su momento junto a las originales cantadas por Lynn Carey, así como la música dramática compuesta por Stu Phillips. Aseguraos que es la versión íntegra, porque hay otra que sólo incluye unas cuantas de las canciones de la película en versiones diferentes a como aparecen en ella.
Cinthya Myers, descansando después de un duro día de rodaje
Jacqueline Susan vio lo que Meyer y Ebert habían hecho y no se lo tomó muy bien, por ello al principio de la película aparece un cartel que elimina cualquier relación entre la película de Meyer y la obra de Susan. Pero, como ya he dicho, no fue la única que no supo ver que era la película. Aunque a lo mejor lo supo ver mejor que nadie, y no le gustó que se hiciera burla del tipo de historia de ella se dedicaba a crear. Por mi parte, os recomiendo el visionado de esta maravilla encarecidamente ya que, como decían en la publicidad de la misma, nunca habéis visto una película como esta antes, ya que no ha existido una película como esta antes.
Si me permitís, acabaré de la misma forma que acabé la introducción a un pase de esta película que organicé en la universidad (con gran éxito, me permito añadir), con una selección de lo mejor, para mí, de esta joya del séptimo arte:
Mejor canción: Look Up At The Bottom
Mejores pechos: Cinthya Myers
Mejor frase: "Beberás el negro esperma de mi venganza."
Como decía el póster español: te odiarás a ti mismo si te pierdes esta película. Megavixens (Up!) es una locura total. La suma de todos los despropósitos que Meyer había ido acumulando película a película. Estrenada en 1976, es el clímax creativo de Meyer, que ya no volvería a superar.
Fue escrita por Reinhold Timme, B. Callum y Jim Ryan, pseudónimos de Roger Ebert, Russ Meyer y Anthony-James Ryan respectivamente. Ebert y Meyer también escribieron El valle de los placeres (Beyond the Valley of the Dolls, 1970), de hecho mi linea de diálogo favorita de ésa película se repite en Up!, siendo ambas mis películas favoritas de Meyer.
Supongo que todo aquel aficionado al cine desde una perspectiva más cinéfila le es familiar el nombre de Roger Ebert. En caso contrario os diré que Ebert es un popular crítico y estudioso de cine al que durante años había tenido en buena consideración al haber colaborado en los guiones de estas maravillas, sin embargo me cuesta relacionar a este Ebert con el mismo que acusó en los ochenta a las películas slasher de basura y que todo aquel que las veía seguramente odiaba a las mujeres. Cosa que me ofendió bastante siendo aficionado al slasher como habréis deducido por los varios posts que le he dedicado al género. También sus opiniones en los últimos años se han ido haciendo cada vez más conservadoras. O adultas. ¿El Ebert que escribió estas películas es incapaz de apreciar los méritos de Wolf Creek (Greg Mclean, 2005)? ¿Condena la violencia de Kick-Ass (Matthew Vaughn, 2010) después de participar en películas donde hay decapitaciones y mutilaciones a ritmo de sierra mecánica? ¿Este Ebert no entendió el feminismo subyacente de La violencia del sexo (I Spit on Your Grave aka Day of the Woman, Meir Zarchi, 1978) después de defender las películas de Meyer? En fin, uno de los muchos motivos por los que actualmente ignoro la llamada crítica especializada y ya no leo críticas en revistas o periódicos para decidir que películas están bien o mal para ir a ver. Prefiero fiarme de mis propios instintos, la crítica contemporánea no sirve para nada.
Volviendo a la película, empieza con un letrero en francés que nos advierte que lo que sigue a continuación no es un cuento de hadas. Por si no lo hemos captado, se nos presenta una increíblemente voluptuosa Kitten Natividad que ejercerá las funciones de coro griego, presentando a los diversos personajes y comentando la acción durante la película. De ahí pasamos al inicio de la trama: después de una sesión de sexo masoquista, Adolph Hitler, que ha sobrevivido y vive bajo el nombre de Adolph Schwartz (Edward Schaaf), se relaja dándose un baño de espuma. Sin embargo, una mano misteriosa lanza una piraña a la bañera de Adolph que lo mata. A partir de aquí toda una serie de estrambóticos personajes empezarán a desfilar, relacionándose entre ellos de manera que todo el misterio culminará en un festival gore propio de un cartoon de la Warner.
Como ya empezara a hacer a partir de Supervixens, las escenas de sexo están filmadas de forma exagerada y paródica, de forma que resultan más carcajeantes que erotizantes. Los diálogos se suceden con una rapidez propia de una comedia de Howard Hawks y la trama resulta lo suficientemente delirante para resultar entretenida de principio a fin. Eso sin mencionar la colección de bellezas que desfila por la pantalla.
Como decía, esta película culmina la etapa más surrealista y desenfrenada de Meyer. Su siguiente y última película, Más allá del valle de las Ultravixens (Beneath the Valley of the Ultra-Vixens, 1979), adopta un tono de comedia más sobrio. Cuando digo más sobrio me refiero a que no hay ninguno de los alardes surrealistas y demenciales de la etapa que se inicia en 1968 con Vixen! y culmina con este título. Hay que destacar también que los paisajes que dominan Up! no son los desérticos parajes que aparecen en la mayoría de sus películas, sino que Meyer la sitúa en un ambiente montañoso y boscoso, donde la exuberante naturaleza contrasta con la exuberancia de las actrices. Algo parecido a lo que hace en Vixen!, con la que tiene otro punto de conexión a pesar de formar parte de la trilogía oficial (a pesar del título puesto por los distribuidores): en un momento dado aparece la cama de Vixen reverenciada como un altar al pecado carnal.
Después de su insatisfactorio paso por un gran estudio, Meyer volvió al terreno independiente y hacer lo que mejor sabía hacer. En 1975 estrena la segunda película en una trilogía (formada por Vixen! (1968), Supervixens (1975) y Más allá del valle de las Ultravixens (Beneath the Valley of the Ultra-vixens, 1979) que gira en torno a mujeres dominantes y hombres débiles.
Supervixens es el prólogo a la locura total de Megavixens (Up!, 1976). Una comedia que se desarrolla como una delirante road movie en la que el protagonista se va encontrando diversos personajes. La trama gira en torno a Clint Ramsey (Charles Pitts), un chico tan bueno que es tonto y que está dotado de un miembro de tremendas proporciones. Clint trabaja en una gasolinera propiedad de ¡Martin Bormann! (Henry Rowland) y sale con SuperAngel (Shari Eubank), una insaciable mujer con un tremendo temperamento. En sus vidas se cruza Harry Sledge (Charles Napier, un habitual de Meyer), un policía corrupto que asesina a SuperAngel cayendo la culpa del crimen sobre Clint, sin él saber que Harry es el asesino. Se inicia así la travesía de Clint por el paisaje desértico habitual en Meyer, donde irá viviendo diversas peripecias que involucran siempre a portentosas damiselas de superlativa anatomía. Su peregrinaje llega a su fin cuando conoce a SuperVixen (Shari Eubank, de nuevo). Sin embargo, Harry se volverá a cruzar en su camino.
Éste título de Meyer es tremendamente divertido y exagerado. La secuencia de la muerte de SuperAngel es probablemente el asesinato más largo, sangriento y divertido jamás filmado. La violencia es retratada por Meyer como salida directamente de los dibujos animados a lo Looney Tunes de la Warner. Eso hace que sea más digerible. Tampoco faltan los toques surrealistas cuando llegamos a la parte final de la película, con el espíritu de SuperAngel apareciendo como comentario a la acción que vemos en pantalla.
Es un título muy querido por los fans de Meyer, pero he de confesar que, aunque me gusta y me río mucho con ella, la naturaleza episódica que ocupa la mitad de la película se me hace un poco larga, ya que va repitiendo el esquema de Clint llegando a un sitio, se lía con una Superhembra y sale corriendo. Creo que habría sido más interesante variando ligeramente el tono de las aventuras. Pero cuando Clint se encuentra con SuperVixen la película vuelve a remontar a lo grande, para mí. Es también un título útil para el neófito como introducción al universo Meyer.
De nuevo, como procuro que el blog continúe abierto y no soy muy amigo de censurar tráilers, os dejo con un videoclip de uno de mis grupos favoritos que al menos tiene una vaga relación con el título de Meyer.
A finales de los sesenta las cosas estaban cambiando. Desde que el doctor Alfred Kinsey publicara unos reveladores estudios sobre la conducta sexual de los norteamericanos a mediados de los años cincuenta, poco a poco el sexo empezó a ser explotado en el cine. Primero con los nudies, cándidas películas sin contenido sexual pero que mostraban cuerpos desnudos en la naturaleza, y luego las sexploits, películas que trataban el sexo intentando atraer espectadores con algo de morbo. Es entonces que, a partir de finales de los sesenta, empiezan a aparecer las primeras películas pornográficas que se exhibieron en sex shops, todavía faltaba para que se exhibieran en una sala cinematográfica. Sin embargo, la cada vez más desinhibida representación del sexo en pantalla, llevada a cabo por la principal financiadora de la pornografía: la mafia, hace que muchos cineastas de serie B independientes se queden sin temática e indecisos ante los extremos a los que se puede llegar en una pantalla de cine. La respuesta de Russ Meyer fue contundente: el estreno de Vixen. (Vixen!), primero de forma accidentada en 1968 y luego de nuevo en 1969 y otra vez en 1972.
Vixen! fue la primera película abiertamente sexual de Meyer, en la que mostraba actos sexuales (siempre simulados, Meyer nunca hizo pornografía). El impacto sociológico del film fue tal que pasó a definir un tipo de mujer, la que encarna a la perfección Erica Gavin en pantalla. Además la película trata temas sociales como el racismo y el comunismo, adelantándose al cine social de los 70. Al éxito de la película también contribuyó el hecho de que las mujeres fueran a verla. En Vixen! se representa un tipo de mujer real, alejada de los tópicos cinematográficos, que hace que la película resulte atractiva a las mujeres. Escribe Pedro Calleja en su libro Meyerama: Las mujeres, o, mejor dicho, LA MUJER de Vixen!, encarnada por Erica Gavin, ya no es una caricatura exagerada de un ideal femenino desproporcionado. Es real, fuerte, sexualmente dominante. Toma sus propias decisiones, no tiene prejuicios y suda.
La habilidad de Russ Meyer para trascender un género habitualmente dedicado a la explotación femenina para disfrute masculino hace que sus películas sean eróticas para todos los públicos. Es decir, para disfrute masculino y femenino. Eso sin mencionar su habilidad para el desarrollo dramático en una trama sólida, que no es una simple excusa para mostrar la siguiente peripecia sexual. Algo que ni los pedantes directores de softcore francés lograron.
Sin embargo esta maravilla le trajo diversos problemas a Meyer. Fue la primera película que recibió una X por cortesía de la MPAA, como le luego le pasó a Cowboy de medianoche (Midnight Cowboy, John Schlesinger, 1969). Estas calificaciones fueron retiradas con los años y sólo las películas pornográficas recibieron la X a partir de Garganta Profunda (Deep Throat, Gerard Damiano, 1972). La película, que a los pocos meses sobrepasaba los siete millones y medio de recaudación, provocó que grupos puritanos y religiosos, censores y jueces entablaran varios juicios contra exhibidores, dueños de salas de cine, diarios que mostraban publicidad de la película y críticos de cine que la defendieron. Meyer inicia una larga lucha contra todos estos grupos y contrató al abogado Elmer Gertz, que defendió en su día a Henry Miller por acusaciones similares. La película fue retirada de circulación y vuelta a estrenar en diversas ocasiones a pesar de los intentos de destruirla.
Lo que queda al final es una excelente película que combina drama y comedia con grandes dosis de erotismo y que iniciaría uno de los periodos más fructíferos de Meyer artísticamente hablando.
En 1969, mientras se encuentra en plena batalla defendiendo Vixen! de censores, moralistas y jueces, Meyer se mete de lleno en la creación de otro gran título: Cherry, Harry & Raquel! (1970). La primera película de Russ Meyer que tuve el placer de ver. Esta película destaca por varias cosas: toques de comedia alocada, diálogos rápidos, surrealismo y delirio. La película se inicia con un rápido montaje de diversas imágenes, algunas pasan tan rápido que son casi subliminales, y la consabida voz en off moralista que en esta ocasión habla de los peligros de la marihuana y la violencia que trae consigo su tráfico. A partir de ahí arranca la historia que según Meyer es una parodia de La jungla humana (Coogan's Bluff, Don Siegel, 1968), La noche de los gigantes (The Stalking Moon, Robert Mulligan, 1968) y Bullit (Peter Yates, 1968).
En esta película aparece por primera vez Charles Napier, que interpreta al Harry del título, un actor que aparecería en varias de las películas de Meyer, interpretando normalmente a personajes de moral complicada, y que acabaría desarrollando una interesante carrera como actor de carácter, interpretando a villanos la mayoría de las veces. El Harry que interpreta en esta película es un policía corrupto que se dedica al tráfico de marihuana y que mantiene relaciones con Cherry (Linda Ashton) y Raquel (Larissa Ely). De hecho, Harry es el personaje central entre todos los demás ya que es capital su intervención para que mantengan relaciones, se odien o se maten. Mientras Harry y su ocupación como policía traficante; que se verá complicada por la traición de Apache (John Milo), que provocará que Mr. Franklin (Frank Volger) obligue a Harry a matarlo o le pasará algo peor a él; trata la trama criminal de serie B, su relación con Cherry y Raquel es la parte erótica y divertida de la trama.
Esta película es interesante dentro de la filmografía de Meyer como la primera en la que se afianza un estilo que fue desarrollando a lo largo de sus anteriores films a pequeña escala, aplicando aquí todas las características propias que habían ido apareciendo de forma independiente. Los personajes parecen salidos de unos dibujos animados, son exagerados y tienen todos un punto de locura a la hora de actuar. Por otro lado, el desierto habitual en sus películas alberga por primera vez a un personaje que actúa como coro griego o contrapunto a la acción de la película. Encarnado aquí por la superlativa Uschi Digart en el personaje de Soul, que aparece de la nada en los momentos más inesperados. Por ejemplo, después que Harry y Enrique (Bert Santos) intenten atrapar a Apache por primera vez la podemos ver corriendo ensangrentada por el desierto. Son estas intervenciones a lo largo de la película lo que la convierten casi en una pieza de cine surrealista. También destaca la ironía y la sátira de la película. Meyer realizó esta película cuando se encontraba en plena batalla por Vixen!, enfrentado incluso a Charles Keating, amigo personal de Richard Nixon. De ahí la inclusión de diálogos como el siguiente, un modo de reflejar la hipocresía de estos defensores de la moral de modo desternillante:
Raquel: ¿Cuando me vas a presentar a Cherry? Seguro que tenemos un montón de cosas en común.
Harry: No me gusta que las mujeres se líen con mujeres. Es antiamericano.
Eso sin olvidar la escena que marca el final de la película que, sin desvelarlo aquí, la convierte en algo mucho más obsceno de lo que parecía en un principio, tocando uno de los temas que aparecen en la anterior Vixen!
Como no me atrevo a poner ningún vídeo de la película, no sea que me chapen el blog, os dejo con un videoclip de The Cramps.
En 1965 Russ Meyer estrenó el que se acabaría convirtiendo en su primer clásico de culto: Faster, Pussycat! Kill! Kill! Título que ha arrastrado seguidores a su turbia historia de avaricia y asesinato desde el momento en que vio la luz por primera vez. Su influencia no se limita sólo a otras películas, también grupos de música, como los geniales The Cramps que hicieron una versión de la canción que suena en los títulos de crédito; y artistas como Daniel Clowes, el cual tituló una de sus series más famosas e interesantes Como un guante de seda forjado en hierro, en referencia a este film.
Unas go-go's viajan por el desierto: Varla (Tura Satana) es la violenta líder, las otras dos son Rosie (Haji) y Billie (Lori Williams). En su camino se cruza una pareja de adolescentes: Tommy (Ray Barlow) y Linda (Susan Bernard). Después de un enfrentamiento, Varla mata a Tommy y deciden llevarse consigo a Linda secuestrada. Luego se dirigirán a la casa de un viejo en silla de ruedas (Stuart Lancaster) que vive con sus dos hijos: uno algo limitado al que llaman Vegetal (Dennis Busch) y Kirk (Paul Trinka). La razón por la que la que el trío secuestrador va a esa casa arrastrando a Linda consigo es para robar la fortuna sobre la que parece ser que vive el viejo. Cuando la convivencia entre todos empiece, empezará también a mascarse la tragedia.
La película empieza, como solía hacer el maestro con sus películas, con una voz en off que empieza a pontificar sobre la violencia y el sexo, dando a entender que el espectáculo que veremos a continuación tiene una justificación moral. Era la forma que tenía Meyer de reírse de todos aquellos que condenaban sus películas por inmorales y le añade un agradable sabor irónico al conjunto. ¿Y qué es lo primero que nos enseña Meyer tras esta voz que habla sobre la plaga de la violencia que azota la sociedad? Pues a nuestras tres protagonistas danzando enloquecidas, siendo observadas por un montón de hombres. Fijaos bien en esta secuencia en que vemos como la actitud de los hombres se va haciendo progresivamente ansiosa y agresiva, gritando enfervorecidos a las chicas. De ahí se pasa a las mujeres conduciendo plenamente liberadas por el desierto, siendo completamente comprensible sus ansías de libertad tras el espectáculo que hemos visto.
Un día mi madre llegó a casa y dio la casualidad que yo estaba viendo esta película, grabada en vídeo tras alquilarla en un videoclub que tenía disponibles películas de importación y por desgracia cerró hace unos años. Siempre recordaré lo que mi madre dijo tras ver unos minutos de Faster, Pussycat: ¿esta es una película moderna que han hecho en blanco y negro o una película antigua muy rara? Es lo mejor que se puede decir sobre ella.
La habilidad como cineasta de Meyer eleva la película de desvergonzada serie B a obra de arte. La fotografía, el ritmo al editar, los ángulos y lo extraños que resultan todos los personajes mantiene vigente esta gema más allá de una simple lectura posmoderna. Y es posible que esto haga fruncir el ceño a más de uno, pero es que una de las cualidades inherente a toda obra maestra del cine es su atemporalidad. Faster, Pussycat sigue siendo moderna, además de por los temas de avaricia y violencia en los que se centra por, como ya he dicho, la maestría de Meyer con la cámara. Una maestría que no fue aceptada ya que Meyer se mantuvo fiel a si mismo hasta el final, para bien o para mal, y mucha gente no sabe ver más allá del sexo y la violencia. Parece ser que hay rumores de un remake para el 2012, cosa que no puede traer nada bueno pero a lo mejor hace conocer esta joya a toda una nueva generación.
Siempre que oigo hablar de cine de autor me viene a la cabeza Russ Meyer, uno de mis directores de cine favoritos. Es también uno de los directores más innovadores y adelantados a su tiempo que he tenido el placer de conocer y como hay mucha gente que todavía no lo conoce o lo conoce sólo de oídas, he pensado que estaría bien dedicarle unos días para dar a conocer algunas películas suyas, en concreto las que a mí más me gustan, claro.
Meyer escribió, dirigió, editó, produjo y fotografió todas sus películas. Tal nivel de control hizo que en sus obras se repitieran una serie de constantes temáticas que lo hacen inmediatamente reconocible. La primera constante en sus películas son las mujeres con grandes pechos. Prácticamente una obsesión que ha hecho también que pesen sobre sus películas ciertos prejuicios y que no sea considerado de la manera que se merece. Si bien en un principio fue perseguido por las organizaciones moralistas femeninas, con el tiempo se ha convertido en un director reivindicado por movimientos feministas ya que en sus films las mujeres son personajes fuertes e independientes que llevan la voz cantante, siendo los personajes masculinos los secundarios, personajes sin importancia real. Otra constante es la violencia hiperbólica, típica de los dibujos animados de la Warner, y que tiene en ocasiones un tono paródico que la hace más digerible. Su experiencia en la Segunda Guerra Mundial le marcó a la hora de incluir en sus películas alemanes escapados y viviendo tranquilamente en algún lugar perdido de América. Esta América que refleja Meyer en sus películas está alejada de las grandes urbes y vive principalmente en la carretera, ya sea por los paisajes desérticos del Sur o los montañosos del Norte. En cuanto a otras características, como la casi perfecta manera en que editaba sus películas cuarenta años adelantada a su tiempo, las iremos tratando a medida que vayamos viendo diferentes títulos durante la semana.
Motor Psycho la estrenó Meyer en 1965. Se trata de una road movie en la que un veterinario persigue a los motoristas que han violado a su esposa para vengarse con la ayuda de una mujer cajún a la que le han matado el marido. La película es, en parte, una versión masculina de uno de sus títulos más famosos que trataremos mañana. Transcurre por estas carreteras que mencionaba antes pero también es curiosa porque en la película no aparece el humor que sería más adelante característico en Meyer. Es tal vez por ello que no es uno de los títulos más populares de entre su filmografía ya que es un film hasta cierto punto extraño si lo comparamos con el resto de sus títulos, pero no por ello menos interesante. Predomina la tensión, intensificada por la maestra manera en que editaba sus films y por la dirección casi nouvelle vague que predomina en la narrativa.