30 jul 2020

Satanás (The Black Cat)

 
Después de someter mi cerebro a la música machacona y la discutible calidad de Mortal Kombat (Paul W. S. Anderson, 1995), necesitaba algo clásico, con clase y cargado de perversidad. Nada mejor que un clásico de terror de la Universal protagonizado por Boris Karloff y Bela Lugosi, en el que nos encontramos, como escribió Edgar Allan Poe, "mucha locura y más pecado".

Peter y Joan Alison (David Manners y Julie Bishop) pasan su luna de miel en Hungría. Debido a un error en la venta de billetes, acaban compartiendo vagón con el doctor Vitus Werdegast (Bela Lugosi). El doctor Werdegast va camino de reencontrarse con su "amigo" Hjalmar Poelzig (Boris Karloff), un famoso arquitecto. En realidad, Werdegast busca vengarse de Poelzig, que traicionó a sus compañeros en el ejército, lo que provocó que Werdegast acabara en prisión. Mientras este cumplía condena, Poelzig se casó con la mujer de Werdegast y ha hecho muchas más terribles cosas de las que ni siquiera Werdegast es consciente. Peter y Joan se verán atrapados en la batalla entre los cada vez más dementes Werdegast y Poelzig.

Edgar G. Ulmer y Peter Ruric se encargaron del guion que, supuestamente, adaptaba el relato de Poe El gato negro. La trama de la película no tiene nada que ver con la del relato, aunque se le añadió un debilitante miedo a los gatos negros al personaje de Lugosi. Sin embargo, esta fantástica película está repleta de elementos temáticos propios de la obra de Poe, como son la necrofilia y el incesto. Además de generosas dosis de sadismo, que culminan con un personaje al que se le despelleja el rostro sin anestesia. Y por si esto fuera poco, en los 65 minutos que dura Satanás también hay sitio para un culto satánico liderado por Poelzig (supongo que de aquí viene el título castellano). El culto se dedica a sacrificar mujeres que Poelzig viola y luego mata, conservando sus cadáveres perfectamente en ataúdes de cristal, que admira con ojos golosos. Por supuesto, espera que la joven Joan sea su próximo sacrificio.



Como os podéis imaginar, la gran cantidad de perversiones y fetichismos que presenta el film provocó que tuviera incontables problemas con la censura de la época, aunque hoy día parezca un film muy suave, o relativamente suave. Pero eso no ha impedido que el film se convierta en un clásico, aunque no tenga la misma resonancia que los clásicos de terror de la Universal protagonizados por Drácula y el monstruo de Frankenstein. Pero la dirección de Ulmer le dio un toque único al film. Empezando por el diseño modernista de la casa de Poelzig, alejado del gótico más típico de la época, aunque la historia siga rebosando gótico desde un punto de vista temático. La historia avanza con gran ritmo (solo dura 65 minutos, repito), sumergiéndonos en el juego de pesadilla que se llevan entre manos los dos protagonistas rápidamente. Y hablando de los protagonistas, tanto Karloff como Lugosi están soberbios. Karloff exprime al máximo la satánica presencia de Poelzig, inspirado por la figura de Aleister Crowley, mientras que Lugosi ofrece una gran interpretación alejada de los personajes más típicos que le tocaba interpretar habitualmente. David Manners y Julie Bishop cumplen adecuadamente con sus papel de pareja heroica, indistinguibles de otras muchas parejas parecidas que se encontraban en situaciones parecidas en incontables títulos de la época.

The Black Cat puede que ya no provoque los escalofríos que provocó en el momento de estrenarse, pero sigue siendo un placer disfrutarla gracias a su historia, sus interpretaciones y el diseño de producción. Tanto para los amantes del cine como para los amantes del cine de terror, es difícil resistirse al hechizo de esta perversa, hipnótica y gótica película.

No ha sobrevivido ningún tráiler de la época, pero podéis disfrutar de esta genial adaptación animada de El corazón delator, uno de mis cuentos favoritos de Poe, narrado por James Mason.


29 jul 2020

Mortal Kombat


Solo alguien como Paul W. S. Anderson podía dirigir una película basada en Mortal Kombat totalmente en serio. Pero es lo bueno y lo malo de Anderson, que ha dirigido cosas como Alien vs. Predator (2004) pero también la fantástica Horizonte final (Event Horizon, 1997). Y así es la película Mortal Kombat (1995), parte truño, parte diversión.

Liu Kang (Robin Shou), Sonya Blade (Bridgette Wilson) y Johnny Cage (Linden Ashby) son llevados al torneo conocido como Mortal Kombat. En el viaje hacia el torneo, Lord Rayden (Christopher Lambert) les explica que el destino de la Tierra recae en que ganen el torneo, ya que si pierden las fuerzas oscuras de Shang Tsung (Cary-Hiroyuki Tagawa) invadirán y destruirán el planeta.

Mortal Kombat, el videojuego, y sus continuaciones causaron un gran revuelo y mucha controversia, como imagino muchos recordaréis. La razón era la gran cantidad de sangrienta violencia presente en el juego, considerado demasiado violento para los niños. Y ahí está la cuestión: Mortal Kombat fue de los primeros juegos en demostrar que la noción de que los videojuegos era algo solo para jóvenes y niños no era cierta. Era lo mismo que había pasado con los cómics y parecido a la polémica en Cataluña alrededor de los animes, considerados demasiado violentos para los niños. Y, efectivamente, no eran series de animación para niños sino pensadas para un público algo más crecidito, igual que Mortal Kombat iba destinado a un público más "adulto" que chavales de diez años.

La polémica y los millones generados por el juego creado por Ed Boon y John Tobias hicieron que Hollywood llamara a su puerta. El proceso para llevar Mortal Kombat a la gran pantalla fue más sencillo y no tan complicado como con otros juegos ya que los creadores eran americanos. De todos modos, New Line Cinema, que producía la película, no entendió el atractivo del juego entre los adultos y exigió que la película fuera para mayores de 13 años, ya que asumía que era el público objetivo. Eso significó que el guion original, sangriento y ultraviolento, fuera suavizado.

La película de Anderson está llena de diálogos terribles, interpretaciones pasadas de vueltas y clichés típicos del cine de acción. Y terribles, terribles, realmente malos, realmente horribles efectos visuales creados por ordenador. CGI era la gran novedad de la época, se veía como una forma barata de hacer efectos y criaturas. Los resultados eran ridículos y horteras en su mayor parte, ya que las únicos efectos visuales creíbles, que aún se sostienen hoy día, son los de superproducciones como Jurassic Park (Parque Jurásico) (Jurassic Park, Steven Spielberg, 1993) o Titanic (James Cameron, 1997). Baste decir que Mortal Kombat no tenía, ni se acercaba, a los presupuestos de estos clásicos.

Los creadores del videojuego quedaron bastante satisfechos con la película, así como los fans. Para el resto de la humanidad la película pasó sin pena ni gloria. No fue un fracaso, recaudó mucho para New Line Cinema ya que partía de un presupuesto no muy alto, pero tampoco fue un grandioso éxito. Cuando la película se estrenó yo estaba bastante metido en el cine de terror, era casi lo único que me interesaba aparte de abusar de mi cuerpo, así que la película Mortal Kombat me pareció basura, mala a rabiar. ¿Sin sangre y no se arrancan cabezas? No valía la pena perder el tiempo con ella. Curiosamente, pasado el tiempo y vista ahora, me hizo pasar un rato bastante divertido. Es muy de los 90, todas las ridiculeces que en su momento me parecían horteradas ahora me hacen reír, por ejemplo cuando al inicio del film Liu Kang recibe un telegrama que dice directamente: "Hermano muerto. Vuelve a casa" (se ve que el abuelo no quería pagar palabras de más y buscó la manera más barata y directa de comunicar la muerte de un familiar). La música techno me sobra y, como ya he dicho, los efectos visuales son de juzgado de guardia, pero mentiría si dijera que no me reí y pasé un rato entretenido asistiendo a Mortal Kombat.




La primera Mortal Kombat terminaba con un final abierto, momento en que arranca Mortal Kombat: Aniquilación (Mortal Kombat: Annihilation, John R. Leonetti, 1997), la secuela que, aparentemente, odian los creadores del videojuego, Paul W. S. Anderson, los fans del videojuego y cualquier amante de todo lo bueno y justo en la vida.

Solo Robin Shou y Talisa Soto como Kitana regresaron para la secuela. Bridgette Wilson fue sustituida por Sandra Hess, cuya terrible interpretación va a la par con su vestuario que parece copiado de Lara Croft. James Remar es ahora Lord Rayden, buen actor pero poco convincente como Rayden. Como ya he dicho, la historia sigue a partir del final de la anterior entrega, pero se presentan bastantes incosistencias: por un lado, todos actúan sorprendidos por lo que sucede, pero, al mismo tiempo, se menciona varias veces una supuesta leyenda que predice lo que sucede. Leyenda que nadie conoce más allá de que sirve para utilizar la típica frase: "la leyenda es cierta" o "la leyenda se equivoca".

Esta secuela supera a la anterior en efectos visuales terribles, está a la altura de Spawn (Mark A. Z. Dippé, 1997) en este sentido, y cantidad de acción. Tiene la misma estructura que una película porno: las breves escenas de diálogo solo sirven para dar pie a la siguiente pelea, como fontaneros que llegan para arreglar tuberías de señoras agradables. Básicamente, la película es ruido de principio a fin. Pero también provoca bastantes carcajadas, de forma involuntaria pero carcajadas. Con unas interpretaciones que le provocarían un derrame cerebral a Meryl Streep, el reparto va gritando sus diálogos sin esperar que nada tenga sentido.

Seguramente no habría visto nunca esta película si no hubiera estado incluida con Mortal Kombat, es realmente mala. Pero me reí mucho viéndola y, al final, me lo pasé bien aunque no en la manera que la película buscaba. Lo que sí logró esta secuela es matar la franquicia, que ahora Warner planea "rebootear".


24 jul 2020

Tres amigos (¡Three Amigos!)


Aunque al entrar en la década de los 90 su estrella se fue apagando, centrándose en la televisión entrado el siglo XXI y sin dirigir una película desde hace diez años, John Landis estaba on fire en los 80, década en la que dirigió diversas películas hoy clásicas. En Tres amigos (¡Three Amigos!, 1986), Landis además dirigió a tres estrellas de la comedia que atravesaban su mejor momento profesionalmente: Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short. El resultado de esta reunión de talento tuvo un resultado inesperado: la película fue un incomprensible fracaso de taquilla.

Lucky Day (Steve Martin), Dusty Bottoms (Chevy Chase) y Ned Nederlander (Martin Short) forman los Tres Amigos, un trío de actores de cine mudo protagonistas de diversos westerns. Al menos lo son hasta que son despedidos del estudio en el que trabajan. Por ello aceptan hacer lo que creen es una simple aparición personal en el pueblo de Santa Poco, sin saber que los han llamado pensando que son auténticos héroes de acción. Los Tres Amigos deberán enfrentarse al muy real bandido El Guapo (Alfonso Arau) y su banda de criminales.

La idea de unos actores confundidos con auténticos personajes llevaba tiempo rondando por la cabeza de Steve Martin. Pero nada encajó hasta que convirtió la historia en un western, trabajando en el guion junto a Lorne Michaels y Randy Newman. El reparto fue fácil de completar, ya que Martin contactó con sus amigos y colegas Chevy Chase y Martin Short. La elección del director tampoco fue muy complicada, como ya he dicho, Landis había dirigido varias comedias de gran éxito y acababa de trabajar con Chase en la divertida Espías como nosotros (Spies Like Us, 1985). La amistad y buena química se nota en la película.

Como ya he dicho, se esperaba que la película fuera un gran éxito, teniendo en cuenta la popularidad del reparto en aquel momento. Hoy sigo sin entender que no fuera un taquillazo. La premisa entonces era bastante novedosa, y desde entonces se ha repetido varias veces en películas como Galaxy Quest - Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest, Dean Parisot, 1999), Tropic Thunder: ¡Una guerra muy perra! (Tropic Thunder, Ben Stiller, 2008) y Posesión demencial (My Name Is Bruce, Bruce Campbell, 2007). Es posible que entonces estuviera adelantada a su tiempo. También tiene escenas delirantes, comedia física y momentos musicales absurdos, aunque algunos de los momentos más divertidos son también más "sutiles", como cuando los tres vestidos de forma ridícula entran en una cantina mejicana y Martin le aclara al camarero: "no somos mejicanos, venimos de fuera". Aunque para mí la escena más divertida es la del arbusto cantante.

Con el tiempo, la película fue adquiriendo fans, si bien era difícil de encontrar una copia en condiciones, posiblemente por la bancarrota de Orion, que produjo el film. Hoy día está considerada una comedia clásica, con un reparto en estado de gracia y un director en plena forma. Posiblemente porque todavía es capaz de hacer reír a carcajadas al espectador.


22 jul 2020

El asesino está entre los trece


Hay puristas que creen que solo las películas italianas pueden ser consideradas auténticos gialli. Lo cual siempre me ha parecido absurdo, ya que dejaría fuera del "verdadero" género títulos tremendamente interesantes como El asesino está entre los trece (Javier Aguirre, 1973).

Lisa Mandel (Patty Shepard) prepara un especial fin de semana en su aislada casa de campo. Sus invitados tienen todos una cosa en común: Lisa sospecha que uno de ellos fue el asesino de su marido. Después de que Lisa les cuente a todos que ha planeado averiguar quién de ellos mató a su marido, los invitados serán víctimas de un misterioso asesino.

Sobra decir que el argumento se inspira en la clásica novela de Agatha Christie Los diez negritos, igual que otros muchos gialli y slashers. Lo que hace interesante esta variación del tema es, primero, el increíble reparto. No solo hay nombres como Carmen Maura y Eusebio Poncela que empezaban entonces, también tenemos grandes nombres dentro y fuera del género como Patty Shepard, Simón Andreu, Jack Taylor y Paul Naschy. Y lo segundo es la particular estructura del film, que mezcla lo que sería una historia de intriga con toques de drama gótico con el giallo. Esto significa que los casi primeros 55 minutos de la película se dedican a desarrollar las historias de los distintos invitados, las intrigas y romances de cada uno, y las metafóricas puñaladas traperas que se dan entre sí mientras intentan aclarar quién pudo asesinar al marido de Lisa. Los siguientes cuarenta minutos son un festival de asesinatos, con varias puñaladas reales, hasta la solución del misterio.

Este desarrollo puede que haga que muchos nuevos espectadores, recién llegados al género o al cine de los 70, encuentren la película aburrida y no aguanten hasta el final. Personalmente, entre el talento del increíble reparto, que interpreta unos geniales personajes decadentes y perversos, y la ágil dirección de Javier Aguirre, director la obra maestra El jorobado de la morgue (1973), disfruté cada minuto de la película. Por eso la recomiendo pero, al mismo tiempo, entiendo que no es una película para todo el mundo.

Fue editada en DVD por Filmax, pero esa edición, además de agotada, tenía una calidad de imagen muy pobre. Vinegar Syndrome ha incluido esta película dentro del pack Forgotten Gialli, en una edición en Blu-ray que hace una maravillosa restauración del film.

21 jul 2020

La polizia brancola nel buio aka The Police Are Blundering in the Dark


Recuerdo leer una entrevista a la pareja de directores Hélène Cattet y Bruno Forzani, aunque no recuerdo dónde la leí, en la que Forzani comenta que incluso el peor giallo tiene algo interesante que lo separa de otras películas. Perfecto ejemplo de esta afirmación es el extraño giallo La polizia brancola nel buio (Helia Colombo, 1975), incluida en el pack Forgotten Gialli con el título The Police Are Blundering in the Dark.

Cuando la modelo Enrichetta Blond (Margaret Rose Keil) falta a su cita con el periodista Giorgio D'Amato (Joseph Arkim), este empieza a investigar, ya que sospecha que puede ser la nueva víctima de un asesino que acecha hermosas modelos. La investigación le lleva a la villa del profesor Edmondo Parisi, que ha hecho un descubrimiento revolucionario. Este descubrimiento le da unos toques de ciencia ficción a este giallo, el único trabajo como director y guionista de Helia Colombo, pseudónimo del productor y compositor Pasquale Elia Palumbo.

La polizia brancola nel buio se rodó en 1972 pero no se estrenó hasta 1975, y entonces solo en Italia, donde pasó completamente desapercibida. Fue un fracaso comprensible, teniendo en cuenta la fiebre giallo de la época y la cantidad de títulos mucho mejores que había a disposición del espectador. Pero el film ha sobrevivido, primero siendo distribuido en vídeo, transfer que pasó a internet y se subtituló de forma amateur. La piratería ha acabado salvando esta película. Y fue una suerte.

Esto no es lo yo llamaría una buena película, pero tiene detalles tan bizarros y extraños, un desarrollo a la vez previsible e imprevisible, que resulta un visionado fascinante. La película fue obviamente rodada con pocos medios y la mayoría del reparto no hizo mucho más (no he sido capaz de encontrar qué actor es el que interpreta a Edmondo Parisi ya que no se especifica en los créditos). A esto se le suma un director inexperto y el resultado es un film entretenido aunque no por las razones que uno se esperaría.

El film contiene algunos detalles muy interesantes, como una máquina capaz de fotografiar el pensamiento humano, mezclados con un desarrollo claramente inexperto. El protagonista Giorgio no hace mucho, ni siquiera averigua quién es el culpable de los asesinatos, lo que lo hace el protagonista más inútil de la historia del giallo. Pero este es uno de los motivos por los que el film me pareció tan entretenido, ya que no estaba seguro de lo que pasaría a continuación.

Si no eres fan del giallo o el cine trash, posiblemente La polizia brancola nel buio no es para ti. Pero si sí lo eres, dale una oportunidad.

20 jul 2020

Trauma aka Violación fatal

 
Las buenas gentes de Vinegar Syndrome han editado Forgotten Gialli vol 1, pack formado por tres oscuros gialli muy suculentos para el aficionado. Empezamos el repaso de los títulos que forman este pack con Trauma aka Violación fatal (León Klimovsky, 1978).

Daniel (Henry Gregor alias de Heinrich Starhemberg) es un escritor que llega a un parador llevado por Verónica (Ágata Lys), una bella mujer que actúa a veces de forma un poco extraña, con un marido (Aparicio Rivero) inválido que vive recluido en el ático. Al poco de llegar Daniel empiezan a llegar otros huéspedes al parador, huéspedes que no llegan vivos a la mañana siguiente. Decir más y ya sabéis de qué va la película. Bueno, de hecho, tardaréis dos segundos en adivinar el giro final, pero a pesar de ello Trauma resulta un film que no aburre y te mantiene interesado hasta el previsible final. Aunque luego hay un giro del giro al que todavía le estoy dando vueltas.

León Klimovsky puede que no fuera un gran director de actores, pero sabía crear secuencias de suspense. Así, aunque el reparto no es que esté muy brillante, con interpretaciones algo irregulares (si bien siendo la época del destape tampoco se le pedía mucho a las actrices), los asesinatos y la presentación de las escenas hacen que el film pase bastante rápido. Si bien es posible que al espectador le resulte increíble que el pálido y fofo Daniel despierte pasiones en los personajes femeninos.

Para el aficionado, seguramente Trauma resultará interesante como un ejemplo de giallo tardío que, al mismo tiempo, parece un proto-slasher. De hecho, la estructura del film se parece bastante a la de los slashers ochenteros que estaban a punto de invadir las pantallas de todo el mundo. La mayoría de los personajes simplemente aparecen para quitarse la ropa, hacer travesuras horizontales y ser asesinados, hasta que el protagonista finalmente se da cuenta de que pasa algo raro.

Trauma, o con su más sensacionalista título Violación fatal, no parece que haya tenido mucha distribución, más allá de las ediciones en vídeo, así que es todo un acontecimiento verla en alta definición, en una edición en Blu-ray editada con el castellano original. En definitiva, este film de Klimovsky está hecho con poco medios pero muchas ganas de proporcionar al espectador sórdidas satisfacciones. Recomendada solo para los muy fans del género.

17 jul 2020

Acción de derechas, acción de izquierdas

El director John Carpenter, en una mesa redonda con diversos artistas dedicados al género fantástico y el terror, agrupaba las películas de terror, esencialmente, en dos categorías: progresivas y conservadoras. Esta definición no tenía relación con el contenido político de las películas, sino con el hecho de que, en las llamadas progresivas, la amenaza procede del interior del grupo y, en las consevadoras, del exterior.

Esta misma definición también se puede aplicar a algunas películas de acción, aunque en este género sí que hay una mayor implicación política, sobre todo durante la conservadora década de los 80 del siglo XX. Un ejemplo perfecto de estas distintas maneras de hacer son dos películas de argumento parecido y enfoques radicalmente distintos: Asalto al poder (White House Down, Roland Emmerich, 2013) y Objetivo: La Casa Blanca (Olympus Has Fallen, Antoine Fuqua, 2013).

En ambas, la Casa Blanca sufre un atentado terrorista, con un personaje solitario que se enfrenta a los malos y salva la situación con la valuosa colaboración del presidente. Ambas son obvias variaciones de La jungla de cristal (Die Hard, John McTiernan, 1988) y ambas son muy superiores al humeante montón de estiércol que es La jungla: Un buen día para morir (A Good Day to Die Hard, John Moore, 2013), la secuela oficial de La jungla de cristal que se estrenó por las mismas fechas.

Las diferencias entre ambas empiezan con el tono y el estilo. Asalto al poder es PG-13, con un tono más ligero y con muchos más momentos cómicos. Objetivo: La Casa Blanca es R, mucho más violenta, sangrienta y más seria, aunque tenga sus respiros cómicos. Pero lo que hace Asalto al poder una cinta de acción progresiva, además de la obvia referencia a Barack Obama, es que la amenaza terrorista procede del interior, es americana, uno de esos grupos filofascistas que corretean por Estados Unidos. En Objetivo: La Casa Blanca, la amenaza procede el exterior, de la pérfida Corea del Norte.

Ambos enfoques son perfectamente válidos, con esto no quiero decir que uno sea mejor que el otro, aunque personalmente prefiera Asalto al poder y la vea cuando hago algún maratón Jungla de cristal en lugar de la apestosa quinta entrega. Dicho esto, está claro que para muchos críticos y espectadores es difícil desconectar el enfoque político, muchas veces prejuzgando una película de manera algo injusta.

Un ejemplo reciente de esto, relacionado con dos películas radicalmente distintas que tuvieron similar suerte en la taquilla, fue la negativa recepción que tuvieron Rambo: Last Blood (Adrian Grunberg, 2019) y Terminator: Destino oscuro (Terminator: Dark Fate, Tim Miller, 2019).
 
 Los problemas de Rambo: Last Blood empezaron antes siquiera de que se empezara a rodar, cuando se hizo pública la sinopsis, como sucede en este artículo de una conocida web de cine. Aparte de los peligros de juzgar una película solo por una sinopsis, el artículo es un ejemplo del peso que saber que Sylvester Stallone es de derechas y que apoyó a Donald Trump en su día, cuando Trump se dedicaba a soltar idióticos comentarios racistas, tiene a la hora de juzgar las películas en las que interviene. Teniendo en cuenta como, durante los 80, la figura de John Rambo fue apropiada por la derecha americana (sobre lo que he escrito un par de artículos aquí y aquí) era de esperar que crítica y público esperaran ver un film que reafirmara las ideas -es un decir- de Trump. Y prácticamente todas las críticas acusaban a la película de ser racista (con alguna excepción).

Estas críticas encajaban más con la película que la crítica esperaba ver que con la película que realmente se estrenó. No nos engañemos: Rambo: Last Blood entra dentro de lo que he llamado película de acción conservadora: la amenaza procede del exterior y es despachada con grandes dosis de violencia, buscando provocar una catarsis en el espectador. Pero no es racista ya que no crea un discurso triunfalista ni representa a TODOS los mejicanos como despreciables criminales. En otras palabras, ¿Es la serie Narcos racista por tratar sobre, pues eso, narcos? Los cárteles mejicanos son una lacra y una triste realidad, ignorarlo es tan peligroso como cualquiera de los comentarios racistas de Trump. Por otro lado, ¿es Rambo un héroe en esta película? Hay momentos en que claramente se le representa a un paso de la pura psicopatía. Cuando descubre que con su manera de hacer las cosas no se soluciona nada, se dedica a una sangrienta y brutal venganza que busca su propia satisfacción personal, no salvar al país de pérfidos mejicanos que quieren robar el trabajo a los honestos americanos.

El principal problema de Rambo: Last Blood es que se estrenó en el momento equivocado, de una fuerte polarización en el que una película de acción muy ochentera como esta no tiene ahora la misma recepción que habría tenido hace unos años.

El caso de Terminator: Destino oscuro es curioso porque le pasó justo lo contrario que a Rambo: Last Blood. Es decir, el film de Tim Miller sí que buscaba lanzar un mensaje político que fue ignorado en la mayoría de los casos.

La intención estaba clara con su trío protagonista femenino de lanzar un fuerte mensaje de empoderamiento femenino, además de un mensaje antirracista, ambas intenciones unidas en el hecho de convertir a la salvadora de la humanidad en una joven mujer mexicana. Secuencias como el cruce de fronteras y la huida del centro de detención enfatizaban este mensaje. La influencia de James Cameron en el guion se notaba en este aspecto.

Pero el film fue recibido con mucha indiferencia y negatividad. En algunas críticas incluso negando que la mencionada secuencia en el centro de detención tuviera ninguna intención política. Los únicos que vieron intención política son los habituales llorones misóginos debido al protagonismo femenino, pero estos se habrían quejado de todas formas, aunque no hubiera ninguna intención feminista.

He dicho que procuro dejar de lado la política de una película a la hora de juzgarla, disfrutando con películas de las que me encuentro muy alejado desde el punto de vista político como la mencionada Rambo. Por eso, cuando encuentro una película de acción con la que además coincido políticamente, me provoca una satisfacción extra. Estando a favor del empoderamiento femenino y el feminismo, me produjo gran placer encontrar este mensaje en una película de Terminator. Pero imagino que la falta de éxito y poco interés generado por las anteriores secuelas pesó demasiado en la recepción de la nueva Terminator. Su mensaje completamente ignorado.

¿Qué peso ha de tener la inclinación política de una película a la hora de valorarla? Eso es algo que cada uno ha de decidir, pero si que aconsejo no ignorar o prejuzgar una película por su supuesta inclinación ideológica. Os ayudará a tener una mente abierta.

16 jul 2020

La vieja guardia (The Old Guard)

 
Tenía grandes esperanzas puestas en esta película. ¿Charlize Theron haciendo de soldado inmortal pateando culos a diestro y siniestro? ¡Me apunto! Pero, al final, La vieja guardia (The Old Guard, Gina Prince-Bythewood, 2020) ha sido una pequeña decepción.

Charlize Theron es Andy, una guerrera al frente de un comando de soldados inmortales que se dedica a cumplir diversas misiones como mercenarios en busca de una causa justa. Mientras incorporan a una nueva inmortal, Nile (Kiki Layne), el grupo de Andy se ha de enfrentar a una empresa farmacéutica que pretende experimentar con ellos para encontrar la raíz de su inmortalidad. El guion de la película corrió a cargo de Greg Rucka, autor también de la serie de cómic en que se basa.

Las escenas de acción y las interpretaciones están bastate bien. Además de Charlize Theron y Kiki Layne, encontramos a Chiwetel Ejiofor y un divertido Harry Melling como villano de turno. Mis problemas con La vieja guardia recaen más bien en el guion de Rucka. El desarrollo me recordaba constantemente al de Los Inmortales (Highlander, Russell Mulcahy, 1986), tal vez por ser muy fan del film de Russell Mulcahy. También se me hacía bastante rutinario, en el sentido de parecer una historia contada siguiendo una plantilla, sin sorpresas.

Pero lo peor es que tenía la sensación de estar viendo el piloto de una nueva serie y no una nueva película. Cuando se introduce el personaje de Quynh (Van Veronica Ngo), sin haber leído el cómic, pensé: "la villana de la secuela". Y estoy seguro de que muchos de vosotros también lo pensasteis. Porque todo el rato tenía la sensación de que se me estaba presentando unos personajes y un mundo, más que proporcionarme una experiencia. Y si fuese una serie a lo mejor la veía, pero en una película busco algo más potente.

Esto es algo que sucede bastante hoy día, con muchas películas que se centran más en crear futuras entregas que en pensar en una historia que contar. Creo que fue el principal problema del fallido universo DC, que ahora estará formado por películas más independientes. Y es lo que me dio esa sensación de "episodio piloto" que he mencionado sobre La vieja guardia.

Con esto no quiero decir que no sea un film medianamente entretenido. Se encuentra en ese terreno de nadie en el que una película te entretiene pero la olvidas al cabo de poco, no deja impresión debido a lo familiar que resulta todo.


10 jul 2020

Street Fighter: La última batalla (Street Fighter)


Hola. Tanto si eres un lector/lectora habitual o has llegado por casualidad o el señor Google te ha enviado, te saludo. Te saludo porque es posible que esta sea la última vez que nadie lee este blog, ya que voy a defender lo indefendible. Ya podéis correr a hablar en vuestras redes sociales del loco bastardo que dice que Street Fighter: La última batalla (Street Fighter, Steven E. de Souza, 1994) es una buena película.

Hollywood, intentando aprovechar cualquier moda del momento, había producido películas con alusiones a videojuegos o que hacían guiños a ese mundo, títulos como Juegos de guerra (WarGames, John Badham, 1983), Starfighter: la aventura comienza (The Last Starfighter, Nick Castle, 1984) o la clásica Tron (Steven Lisberger, 1982). También se habían producido diversas series de dibujos animados pensadas para el público infantil que se consideraba era el mayor consumidor de videojuegos, pero no se había considerado utilizar un videojuego como base para una película.

Las cosas cambian a inicios de los 90 del siglo XX, cuando se estrena la primera película de acción real basada en un videojuego: Super Mario Bros. (Annabel Janken, Rocky Morton, 1993). Este film fue un fracaso a todos los niveles, incapaz de entender y convertir Mario Bros en una película coherente y entretenida, quiso amoldar el juego a una típica historia hollywoodiense de aventuras. Sin embargo, el hecho de que Super Mario Bros. fuera un desastre a todos los niveles no impidió que a partir de entonces se estrenaran diversas películas basadas en videojuegos. Títulos como Double Dragon: La película (Double Dragon, James Yukich, 1994) o Mortal Kombat (Paul W. S. Anderson, 1995) que cimentaron la afirmación de que todas las películas basadas en videojuegos son malas. Una afirmación que se mantiene hasta el día de hoy y que cuenta con pocas excepciones. ¿Por qué se siguen produciendo? Por petición de los fans, porque las empresas que crean los videojuegos quieren expandirse al negocio cinematográfico, porque hay estudios independientes que lo ven como una manera de competir con Hollywood y porque los estudios de Hollywood intentan siempre sacar tajada de todo lo que pueda darles grandes beneficios económicos.

Street Fighter: La última batalla entró en producción poco después de que Super Mario Bros. se diera el batacazo. El videojuego Street Fighter II se había convertido en un gran éxito, generando millones alrededor del mundo. Esto hizo que el productor de impresionante currículum Edward R. Pressman contactara con ejecutivos japoneses de Capcom para poner en marcha una adaptación cinematográfica de Street Fighter II (específicamente este juego, ya que es el que había triunfado y había introducido a los más populares personajes de la franquicia). Para venderles el proyecto a los japoneses, Pressman contactó con Steven E. de Souza. De Souza estaba familiarizado con el juego, debido a que muchos días su hijo y él se lo pasaban jugándolo. Obligado a incluir todos los personajes del juego, De Souza ideó una historia que convenció a la gente de Capcom y se puso en marcha la producción de la película.

Street Fighter sería la primera, y última, película que De Souza dirigiría estrenada en cines (su trabajo como director se concentró más en la televisión). Pero De Souza es más conocido como guionista, particularmente por su trabajo dentro del género de acción con títulos como La jungla de cristal (Die Hard, John McTiernan, 1988) y su primera secuela, Commando (Mark L. Lester, 1985) y Perseguido (The Running Man, Paul Michael Glaser, 1987). Sus contribuciones a los guiones de todas estas películas en las que trabajó fue añadir toques de comedia a todas estas historias. A De Souza le gustaba mezclar comedia y acción, así que en el que iba a ser su primer largo, tras haber dirigido diversos episodios de series de televisión, era lógico que adoptara un estilo con el que se sentía cómodo. Así que Street Fighter es una comedia con grandes dosis de acción.

Lo repito otra vez: Street Fighter es una CO-ME-DIA. Cuando se estrenó hubo muchas críticas negativas, principalmente porque el hecho de que estaba basada en un videojuego pesaba demasiado en su contra, así como el público estadounidense la recibió con cierta indefenrencia. A pesar de todo, la película generó muchos beneficios para Capcom. La película sigue dando beneficios hoy día, siendo también más popular, aunque como película terrible, mala, atroz. Sin embargo, muchas de estas críticas, pasadas y actuales, parecen no entender que la película es una comedia, que no se supone que te la tengas que tomar en serio. Es como cuando se estrenó Staship Troopers (Paul Verhoeven, 1997) y no se supo ver que se trataba de una sátira y se tomó literalmente, como si fuera una apología del fascismo. No es que Street Fighter esté al nivel del film de Verhoeven, pero me sorprende leer muchas críticas y artículos que no saben ver que el film es una comedia o no están seguros de hasta que punto De Souza era consciente de lo que hacía. Resulta deprimente que cada vez sea más difícil, incluso para los críticos, identificar algo como satírico o cómico de forma consciente, por oposición a comedias involuntarias, películas tan malas que provocan carcajadas como The Room (Tommy Wiseau, 2003). Luego están aquellos a los que la película no les gusta porque no es fiel a la historia del videojuego. Cuando la película se puso en marcha, el videojuego no tenía historia: metías la moneda, escogías personaje y llegaban las hostias. Debido al éxito del juego se crearon animes y cómics que desarrollaban una historia para los personajes que luego se explotó en siguientes juegos, pero en la encarnación original no había historia, solo los personajes peleándose unos con otros.

Y como comedia, para mí la película funciona de principio a fin. De Souza creó un mundo de fantasía, que no transcurre en ningún momento exacto, en el que sitúa su historia que bebe de diversos clásicos de aventuras bélicas. Raúl Juliá es el malvado general Bison, que pretende dominar el mundo desde su fortaleza en Shadaloo. Jean-Claude Van Damme es el coronel Guile, que pretende acabar con el general, reclutando para ello a diversos personajes. Una historia simple que da para muchos momentos cómicos y diálogos absurdos, entre los que destacan los anuncios por altavoz que se pueden oír a lo largo del film, algunos bastante divertidos. Esta fue la última película de Juliá, murió poco después de completarla, y ofreció una interpretación fantástica, exprimiendo al máximo la oportunidad de sobreactuar sin restricciones para crear al demente general Bison. Van Damme tampoco está del todo mal, tiene un talento para la comedia que no ha podido explotar hasta tiempos recientes. El resto del reparto, que incluye nombres como el de Kylie Minogue haciendo de Cammy y Wes Studi como Sagat, se desenvuelve bastante bien en este mundo delirante. El único punto flojo es Blanka, personaje que se habría beneficiado de los modernos efectos CGI y cuyo maquillaje es bastante decepcionante.

Puede que la acción en la película sea bastante normalita, sobre todo si se tiene en cuenta la experiencia de De Souza en el género, pero no para de hacerme reír. El resultado es un film entretenido que se pasa volando. Os diré la verdad: no recordaba mucho Street Fighter, tenía el recuerdo, infuido sin duda por las opiniones de internet, de que era una película cutre. Y precisamente buscaba una película cutre sobre la que reírme para escribir un artículo. Pero al volver a visitarla me sorprendió lo efectiva que es. Buscando burlarme de ella, acabé riéndome con ella y disfrutando enormemente la experiencia. De ahí esta sentida reivindicación. Puedo decir sin avergonzarme (demasiado) que Street Fighter me gusta.


9 jul 2020

Under the Skin

Poco a poco regresan los estrenos a las salas de cine. Entre estos, si bien con unos pocos años de retraso,  se encuentra Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013). Podéis leer mi crítica en Underbrain Mgz clicando en:


Hipnótica y fascinante, también es algo pedante. Una película muy interesante aunque no para todo el mundo.


El placer de la caza (Rovdyr)

 
Siempre he sentido debilidad por las historias de terror de supervivencia ambientadas en bosques y montañas, así como también siento debilidad por las historias de caza de humanos. Supongo que por eso disfruté con la producción noruega El placer de la caza (Rovdyr, Patrik Syversen, 2008), aunque no sea precisamente un título revolucionario.

Verano de 1974. Cuatro amigos se van de acampada y, durante el viaje, se las arreglan para llamar la atención de unos pueblerinos que se dedicarán a darles caza por el bosque, usando trampas mortales y otras armas. Simple y directo, el film se centra en ofrecer una experiencia de terror visceral, poniendo a los protagonistas en situaciones límite.

El director Patrik Syversen no oculta sus intenciones: hay abundantes guiños y referencias al terror de los 70 más brutal, con alusiones directas a La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974), La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) y Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977) (1,2). No resulta sorprendente si digo que El placer de la caza ni de lejos es tan efectiva o tiene la misma calidad que cualquiera de los clásicos citados, pero eso no quiere decir que no sea entretenidamente sangriento y cafre. Diría que está al nivel de una película como Camino sangriento (Wrong Turn 2: Dead End, Joe Lynch, 2007).
 
No la recomendaría a todo el mundo, pero si os va este subgénero de paletos psicópatas que se dedican a cazar adolescentes, esta película no os decepcionará.
 

3 jul 2020

No le digas a mamá que la canguro ha muerto (Don't Tell Mom the Babysitter's Dead)

 
Seguramente os ha pasado más de una vez: escucháis o leéis comentarios sobre una película de culto que ha amasado gran número de fans, la véis y a vosotros no os dice nada. Es lo mismo que ver un clásico que todo el mundo pone por las nubes y a vosotros no os gusta. Le pasa a todo el mundo, a mí hace poco me pasó con No le digas a mamá que la canguro ha muerto (Don't Tell Mom the Babysitter's Dead, Stephen Herek, 1991).

Me picó la curiosidad por esta película tras las distintas referencias que hizo a ella Kevin Smith en sus películas, en particular en Jay y Bob el silencioso: el reboot (Jay and Silent Bob Reboot, Kevin Smith, 2019). Buscando información por internet descubrí su argumento, unos chavales se quedan solos con una canguro terrible que se muere dejando a los chavales sin supervisión hasta que regrese su madre de vacaciones, y que, a pesar de pasar desapercibida cuando se estrenó al inicio de los años 90, había adquirido un estatus de cinta de culto con una gran cantidad de fans que pedían ediciones de la película en Blu-ray (es fácil de encontrar en DVD por cuatro perras). Estaba protagonizada por Christina Applegate, entonces bastante popular gracias a la clásica y pionera serie destroyer Matrimonio con hijos (Married with Children, creada por Ron Leavitt y Michael G. Moye, 1987-1997), también aparece en un papel secundario un David Duchovny pre-Expediente X. El director era Stephen Herek, director de dos películas que me encantan: Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (Bill & Ted's Excellent Adventure, Stephen Herek, 1989) y Critters (Stephen Herek, 1985).
 
Muy bien. Tenemos argumento que promete comedia, reparto interesante de volver a ver en sus inicios y un director que había demostrado, por lo menos dos veces, que podía dirigir buenas películas. Con mente abierta y pensamientos positivos empecé a ver la película. Y, durante un tiempo, todo fue bien. Luego, la película simplemente se desinflaba.
 
El inicio promete bastante, aunque era obvio que los chavales protagonistas, incluida la futura scream queen Danielle Harris,  aprenderían una lección sobre responsabilidad para cuando desfilaran los títulos de crédito al final. La comedia se mantiene mientras los chavales se enfrentan a la canguro y cómo intentan sobrevivir mientras la madre no vuelve. Pero entonces Swell, el personaje de Christina Applegate, encuentra trabajo en una empresa de moda y confección, momento en que No le digas... se convierte en una especie de Armas de mujer (Working Girl, Mike Nichols, 1988) adolescente. A partir de aquí los conflictos parecen muy rebuscados, poco creíbles y menos interesantes, haciéndose las risas más y más espaciadas hasta desaparecer.

Tal vez sea algo nostálgico y si la hubiese visto en su momento ahora sentiría una conexión con No le digas... que me haría hacer la vista gorda antes sus fallos. Personalmente, me habría parecido más divertida si: el incidente que da título a la película se alargara un poco más, explotando cómicamente cómo los chavales intentan hacer ver ante los vecinos y la madre que la canguro sigue viva (no sucede en la película), que los dos mayores se enfrentaran a una lista de trabajos basura que diese para más gags en lugar de poner a Swell trabajando de ejecutiva y ya está. Y a través de esta experiencia de trabajos basura los dos mayores tendrían el impulso necesario para llegar al mismo sitio al que llegan ahora pero de forma más entretenida y repartiendo el protagonismo.

No le digas... acaba siendo solo media película interesante, que ni siquiera me satisface a nivel nostálgico, como hace Ya no puedo esperar (Can't Hardly Wait, Harry Elfont, Deborah Kaplan, 1998). Aunque, claro, en aquel entonces estaba enamorado de Jennifer Love Hewitt, como muchos y muchas en aquel entonces.


La verdad, ahora que la he mencionado, casi que recomiendo recuperar, para los que vivieron la época, Ya no puedo esperar.


1 jul 2020

We Summon the Darkness

 
Dentro del cine de terror reciente, además de familias que entran a vivir en casas chungas, se ha puesto de moda explotar el "pánico satánico" que se produjo a mediados de los 80 del siglo XX en Estados Unidos. En esta época, además de personas aterradas ante la posibilidad de ser atacadas por sectas satánicas, los evangelistas televisivos empezaron su particular cruzada contra la música rock. El ejemplo más reciente de esta moda lo encontramos en We Summon the Darkness (Marc Meyers, 2019).

Estamos en 1988, como podemos deducir por las ropas de las protagonistas, el lenguaje y el letrero que aparece en pantalla indicando que es 1988. Alexis (Alexandra Daddario), Val (Maddie Hasson) y Beverly (Amy Forsyth) son tres amigas en ruta hacia un concierto de música heavy. Allí conocen a Ivan (Austin Swift), Kovacs (Logan Miller) y Mark (Keean Johnson), tres amigos "jeviatas" como ellas. Los seis deciden irse de fiesta tras el concierto y, como os podéis imaginar, las cosas se torcerán rápidamente para todos.

El film de Marc Meyers juega con muchos elementos que fácilmente atraen a los aficionados al género: la relación entre el terror y el rock duro, los 80 y Alexandra Daddario, que encarnó a la perfecta novia para los fans del terror en Enterrando a la ex (Burying the Ex, Joe Dante, 2014). Y, sin embargo, We Summon the Darkness acaba resultando una película anodina. Tal vez las limitaciones del bajo presupuesto afectaron a la película, el guion necesitaba más trabajo o el director no supo sacarle jugo al argumento. La cuestión es que la película promete más de lo que acaba ofreciendo. Las interpretaciones están bastante bien, en particular Daddario, también productora, que tiene un personaje muy jugoso. El film tiene un par de momentos divertidos, pero al llegar los títulos de crédito no hay nada que haga el film memorable.

El director no consigue crear la tensión que la historia exige, ni la mezcla de terror y comedia funciona. Sus carencias se hacen más evidentes si la comparamos con películas más exitosas en ese sentido como Satanic Panic (Chelsea Stardust, 2019). Se esfuerzo en aludir, de forma alegórica, a la hipocresía de la época y la doble moral de los televangelistas tan populares en Estados Unidos, pero no tanto como para salvar la película.

We Summon the Darkness puede servir para pasar el rato un domingo por la tarde, pero hay demasiadas películas que explotan mejor los elementos en que se sostiene la película de Meyers. Fans de Alexandra Daddario también pueden encontrar motivos para disfrutar con esta película.