Cada vez es más raro encontrarse con auténticas películas de culto. Películas que cumplen con la definición original de "película de culto". Enel caso de Sangre de héroes (The Salute of the Jugger, David Peoples, 1988), incluso hay personas que le rinden culto sin saberlo.
Nos encontramos en un futuro posapocalíptico. Menos los privilegiados que viven en ciudades subterráneas, la gente sobrevive en pequeños poblados, trabajando duro para poder comer y sobrevivir. La única distracción es El Juego. Un deporte que juegan los juggers, violento y brutal pero que se rige por un estricto código de honor. El equipo de Sallow (Rutger Hauer) llega al poblado en el que vive Kidda (Joan Chen). Kidda sueña con ser una campeona del Juego y llegar a vivir en una ciudad. Tras unirse al equipo, Kidda presionará para intentar el desafío de la Liga. Pero Sallow, en su día campeón de la Liga, no quiere regresar, debido a la manera en que fue expulsado. Pero la insistencia de Kidda da frutos y el humilde equipo se dirige a la ciudad para intentar lograr lo que ningún equipo ha logrado.
The Salute of the Jugger fue creación de David Peoples, el único esfuerzo como director de este prestigioso guionista. Concibió la idea a finales de la década de los 70 inspirado por el relato original Roller Ball Murder de William Harrison, que también inspiró el clásico Rollerball (Norman Jewison, 1975), y la clásica Rocky (John G. Avildsen, 1976). Pero la película no se puso en marcha hasta finales de los 80, cuando el género posapocalíptico estaba de moda. Y, tal vez, eso fue un problema.
El tremendo éxito de Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981) generó una gran cantidad de imitaciones. Algunas muy entretenidas, como 1990: Los guerreros del Bronx (1990: I guerrieri del Bronx, Enzo G. Castellari, 1982) o El exterminador de la carretera (Il giustiziere della strada, Giuliano Carnimeo, 1983), otras, la mayoría, simples imitaciones sin imaginación. Para cuando The Salute of the Jugger se estrenó, el género ya estaba bastante quemado. Por supuesto, el film de Peoples no trata de imitar la saga creada por George Miller, sino que se trata de un tipo de historia muy distinto, aunque su ambientación podría hacerlo pensar a primera vista. Esto provocó que aquellos ya cansados de estos futuros desérticos estuvieran ya cansados del tema y decidieran ignorar la película, pero también aquellos aficionados al género, esperando ver un tipo determinado de historia, quedaran decepcionados por el film. Puede que hubiera otras razones, pero el resultado no cambia: el film fue un fracaso de taquilla y prácticamente desapareció. El film reapareció en vídeo, medio en el que poco a poco fue adquiriendo devotos seguidores.
The Salute of the Jugger es una película de acción, pero no la típica película de acción. Es más bien como una película deportiva en la que los jugadores pueden acabar muertos. Los Juggers se mueven por un código de honor que hace que incluso los equipos contrarios compartan un sentimiento de hermandad, un respeto adquirido en este peculiar campo de batalla. Es la historia de un equipo con todo en contra que intenta lograr un hito aparentemente imposible. Pero, y aquí está la influencia de Rocky, no se trata tanto de ganar como de llegar a la meta con dignidad. Lo que sí es ganador es el reparto, empezando por Rutger Hauer, que está fantástico, y nombres que uno no esperaría ver en una película como esta como Joan Chen, Delroy Lindo y Vincent D'Onofrio. Para los fans del cine de género, también nos encontramos a Richard Norton y Hugh Keays-Byrne. Este reparto, sumado a la ambientación, hace que el espectador lo tenga fácil a la hora de sumergirse en este mundo.
Pero el elemento que más llama la atención, como es de esperar, es El Juego. Tanto que fans de la película empezaron a jugarlo en la vida real, con algunos cambios para que todos acabaran el partido con vida. Se inició en Australia, en un festival dedicado al cine posapocalíptico, pero rápidamente saltó a otras partes del mundo, como Alemania. Incluso hay una liga Jugger en España. Creo que es posible que muchos jugadores de la liga Jugger desconozcan la película que inspiró el juego (espero equivocarme), pero resulta fascinante como una película que en su día pasó completamente desapercibida haya acabado inspirando una disciplina deportiva.
Confieso que a mí no me gustan las películas deportivas, no me interesan y me aburren. Pero, claro, con su ambientación futurista, su reparto y sus escenas brutales, The Salute of the Jugger va más allá del género. Es una mezcla que realmente la hace única.
El fenómeno de las bandas moteras tuvo su entrada en el cine a lo grande con Salvaje (The Wild One, Laslo Benedek, 1953). Pero muy pronto se convirtieron en villanos de pacotilla, hasta que, a mediados de la década de los 60 del siglo XX, se convirtieron en héroes con la llegada de la contracultura y el cine enfocado a un público joven con títulos como Los ángeles del infierno (The Wild Angels, Roger Corman, 1966). Aunque los moteros no tardarían en volver a ser villanos de pacotilla, cumpliendo con el papel que luego tendrían los punks en la década de los 80, empezaron a surgir más películas que los representaban no como héroes, pero como figuras que se rebelaban contra la autoridad. La contracultura tardó un poco en llegar a Australia, pero allí se produjo un clásico del cine motero que hoy día sigue siendo considerada la mejor película motera de la historia. Esta película, escrita, dirigida, producida y protagonizada por Sandy Harbutt, es Los guerreros de la muerte (Stone, 1974).
Toad (Hugh Keays-Byrne) es miembro de los Grave Diggers y, en una salida, ve como un asesino profesional mata a un político. Muy pronto, los Grave Diggers empiezan a ser asesinados uno a uno. Stone (Ken Shorter) es el policía encargado de averiguar quién es el asesino que se ha obsesionado con estos moteros. A Undertaker (Sandy Harbutt), el líder de la banda, no le hace gracia tener a un policía siguiéndoles, así que obliga a Stone a adoptar la vestimenta y el modo de vida de la banda. Stone empezará a admirar el modo de hacer de los Grave Diggers mientras intenta detener al asesino.
El interés de Sandy Harbutt por rodar una película sobre moteros tiene un doble origen. Por un lado, Harbutt conocía personalmente a diversos moteros. Esto influyó no solo en querer representar este estilo de vida, también en intentar ofrecer un retrato que no juzgara moralmente a los protagonistas, representándolos tal cual eran. Por otro lado, muchos de los moteros de la vida real que conocieron Harbutt y el productor David Hannay eran veteranos de la guerra de Vietnam, entonces todavía presente. Harbutt y Hannay vieron que los veteranos se habían sumergido en la vida motera como manera de rechazar a la sociedad que, antes, les había hecho sentir rechazados. De esta manera, a la acción y el drama, se le añadió a la película un sustrato político.
La película se rodó siguiendo un estilo "comunal", donde todos colaboraban en todas las funciones, bajo la dirección de Harbutt. Era como si el espíritu de los personajes, su ansía de libertad, se hubiese contagiado a los cineastas. Esto hizo que la película se pudiera completar a pesar del bajo presupuesto con que contaba el film. Se ha de añadir que este espíritu libertario se aplicaba principalmente a los hombres, las mujeres, delante y detrás de la pantalla, eran tratadas tan pobremente como era habitual en el cine de los 70 del siglo XX. Son poco más que objetos decorativos al servicio de los moteros. Claro, esto se hace obvio al ver el film con ojos actuales, no se trata de quitarle mérito artístico.
Cuando se estrenó no fue bien recibida en su Australia natal, si bien fue un éxito de taquilla. No representaba el tipo de cine por el que el país quería ser conocido y Harbutt no pudo seguir trabajando en la industria cinematográfica australiana. El film también fue un éxito internacional, captando el espíritu rebelde de la época y admirada por moteros alrededor del mundo. Hoy día se mantiene como un clásico del cine de los 70, una máquina del tiempo que nos sumerge en otra década y otra manera de ver el mundo.
No dudé ni un momento en hacerme con la nueva edición en 4K que se ha editado de Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986). Una película esencialmente ochentera, que no se podría haber hecho en ningún otro momento en el tiempo, el tipo de película que Frío como el acero (Stone Cold, Craig R. Baxley, 1991) intentaba emular, que siempre había disfrutado de principio a fin. Sin embargo, al volver a verla ahora, en el actual clima político, he de admitir que me ha preocupado cómo la podrían interpretar las nuevas generaciones.
Cobra nace cuando se estaba poniendo en marcha la producción de Superdetective en Hollywood (Beverly Hills Cop, Martin Brest, 1984). Los productores, teniendo en cuenta que era una superestrella en ese momento, le ofrecieron el proyecto a Sylvester Stallone para que lo protagonizara. Stallone, como es habitual en él, cogió el guion y lo reescribió a su gusto. Los productores vieron que Stallone se apartaba demasiado de la comedia de acción que tenían en mente así que decidieron retirar la oferta. Pero no fue una pérdida de tiempo, ya que es durante la rescritura del guion que Stallone crea a Marion "Cobra" Cobretti.
"Marion" era el nombre real de John Wayne, un homenaje que indica el tipo de héroe que quería crear Stallone. Decidido a no desperdiciar el trabajo que había hecho, Stallone se hizo con los derechos de la novela Fair Game, escrita por Paula Gosling, para aprovechar lo que había hecho para Beverly Hills Cop en una nueva película (la misma novela sería luego la base de Caza legal [Fair Game, Andrew Sipes, 1995], el debut en el cine de Cindy Crawford). Así crea una historia sobre un policía rebelde que sigue sus propias normas, Cobra es el policía que llaman para solucionar los trabajos que nadie quiere. Cobra es asignado para proteger a Ingrid Knudsen (Brigitte Nielsen), la única testigo que puede reconocer al líder de un culto de asesinos que se dedica a cometer asesinatos y crímenes por toda la ciudad. Cobra debe enfrentarse a un ejército de asesinos para protegerla.
La mayor influencia sobre Cobra es la saga de Harry, el sucio, que por entonces iba por la cuarta entrega. El film arranca con un monólogo similar al que hay al inicio de Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973) y en el reparto de Cobra nos encontramos a Reni Santoni y a Andrew Robinson, ambos con papeles importantes en Harry, el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971). Harry, el sucio nace en un momento social muy específico: por un lado, se tenía la sensación de que el crimen estaba fuera de control, especialmente alto en Nueva York, entonces una ciudad al borde de la bancarrota, y, por otro lado, hacía unos pocos años que se habían empezado a usar los derechos Miranda durante los arrestos. Aquí nace la idea de que los jueces dejaban libres a los criminales para hacer lo que quisieran y los ciudadanos sufrían las consecuencias con las calles llenas de malechores.
Las cosas habían cambiado bastante para cuando Cobra llegó a las salas de cine a mediados de los 80 del siglo XX. Pero era un momento en Estados Unidos en que imperaba la mentalidad conservadora, que gustaba mucho de propagar la idea de que los criminales tenían excesivos derechos. De hecho, se menciona en la película que los jueces dejan libres a los criminales que los policías detienen. Cobra es el medio por el cual Stallone lanzaba estas ideas, creando un policía invencible que, además de contra los criminales, debe luchar contra las normas que intentan atarle de manos. Por supuesto, esto funciona dentro del universo de la película ya que nos presenta una ciudad bajo el dominio del terror de los criminales, en el que la policía está liderada por incompetentes y chupatintas que se preocupan más por los derechos de los criminales que por los ciudadanos. Es una fantasía que hace aceptable la existencia de un policía como Cobra y que sea el héroe de la historia.
"Fantasía" es, precisamente, una palabra que define muy bien esta película. El primer montaje duraba aproximadamente 130 minutos, que luego se recortaron a 120 minutos. Para competir en taquilla, el estudio y Stallone reeditaron la película, que, sumado a los cortes para apaciguar a la censura, dejó el film en los 87 minutos que dura en la actualidad. Esto exigió muchas de las escenas que explicaban la trama y desarrollaban a los personajes quedaran fuera. Algo que en otras películas podría haber sido un detrimento, aquí funciona a su favor. El film fue concebido como una película de acción, pero se añadieron elementos propios del cine de terror y comedia, creando una extraña mezcla de géneros que va muy bien con el frenético montaje.
Estas son las razones por las que fui siempre un fan de Cobra. Lo que me ha hecho verla de distinta manera es que ahora mismo la ultraderecha está al alza, especialmente entre los jóvenes que se tragan sin cuestionar la basura misógina y racista que sueltan "bros" fachas por internet. Es un contexto en el que es más difícil de disfrutar con la película, cuando hay gente que realmente piensa como los personajes que aparecen en ella, tanto el protagonista como los villanos que buscan crear un "mundo nuevo". ¿Deberíamos castigar a la película porque hay espectadores hoy día que serían incapaces de verla como la fantasía que es?
Es algo a lo que le daba vueltas tras ver la película de nuevo, en delicioso 4K. Reflexionando también mientras le daba forma a este artículo he llegado a la conclusión de que la existencia de la ultraderecha, por muy deleznable y vomitiva que me parezca, no debería robarme de poder disfrutar con este clásico. Al fin y al cabo, siempre ha existido esta escoria, solo que ahora es más vocal y ruidosa. Pero no será eterna como lo es Cobra.
Charles Band, como Roger Corman, se convirtió en una figura de culto a través de su productora Empire, donde desarrollaron sus carreras talentos como el de Stuart Gordon y Brian Yuzna. Luego, durante la década de los 90 del siglo XX, siguió siendo un nombre relevante dentro de la serie B y el cine de culto con su productora Full Moon, fundada después de que Empire entrara en bancarrota. Pero si sus contribuciones son principalmente como productor y creador de conceptos, también ha sido de director de diversos títulos en su día destinados a llenar las estanterías de los videoclubes. Metalstorm (Metalstorm: The Destruction of Jared-Syn, 1983) es uno de sus títulos más populares (y quiero decir literalmente título) dentro de su carrera como director, si bien no es una de sus películas más brillantes.
Dogen (Jeffrey Byron) es un agente de la ley que atraviesa el desierto en busca del criminal Jared-Syn (Michael Preston). Jared-Syn se ha erigido en líder de los clanes nómadas, agitándolos para crear violencia y caos. Unos secuaces de Jared-Syn matan al padre de Dhyana (Kelly Preston), quien jura venganza y por ello se une a Dogen en su caza de Jared-Syn. Ambos se enfrentarán a diversos peligros para lograr llegar a su objetivo.
Metalstorm tenía todos los ingredientes para convertirse en una cinta de culto. Es un film que mezcla las tendencias populares en el cine de género a principios de los 80 del siglo XX: space opera al estilo La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977), la fantasía al estilo Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982) y la acción posapocalíptica al estilo Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981). Esta mezcla implica también que el film tiene un toque spaghetti western, presente en las películas mencionadas. Por si fuera poco, también se estrenó en 3D, formato que entonces estaba experimentando un revival con diversas terceras entregas que lo usaron.
Y, a pesar de todo, la suma de estos elementos no da como resultado un memorable film de culto, sino más bien una anodina película de acción que no deja impronta. Tiene un título memorable, un reparto notable y algún breve momento que queda bien en un tráiler o en un clip en Youtube. Pero Metalstorm tiene demasiados elementos derivativos y muy poca personalidad propia. Claro, es mejor que cualquiera de los remakes en imagen real de películas de animación que manufactura Disney, pero carece de ese toque personal, peculiar, que tienen las cintas de culto. Ese je ne sais quoi mágico que hace que una película genere un culto de fans a su alrededor. Por otro lado, tampoco posee atractivo mainstream ya que no tiene nada que no tengan ya las películas a las que copia.
En cierto modo, Metalstorm es la esencia de lo que era el cine de bajo presupuesto en sus inicios: grandes pósters y tramas épicas que nunca cumplían con sus promesas.
Resulta increíble pensar que Frío como el acero (Stone Cold, Craig R. Baxley) se estrenó en 1991, porque vista parece más un estreno de 1986 que algo producido en la, algo más sosa. década de los 90. Naturalmente, fue un fracaso de taquilla ya que era algo de otra época, el tipo de acción desmesurada y el tono rozando la autoparodia que se creía era algo que ya formaba parte del pasado. Eso sí, parece que en España sí que fue un éxito porque hay dos películas con el mismo protagonista que no tienen nada que ver con esta pero fueron publicitadas como secuelas de Frío como el acero. La última película siguiendo el estilo excesivo de los 80, que fue vista así en el mismo momento de estrenarse y que tuvo cierta resonancia fue Tango y Cash (Tango & Cash, Andrey Konchalovskiy, Albert Mangoli, 1989), que ya anunciaba el fin de una era. Y entonces llegó Frío como el acero para marcar la muerte de una manera de hacer y entender el cine de acción. La película se ha convertido en una cinta de culto que nos ilumina la vida con la cálida luz de explosiones y el regocijo de fantásticas frases de chulopiscinas, cada una más ridícula que la anterior. Para el que no la conozca, dejadme explicaros porque esta es un obra maestra del género.
Ya he dicho que esta película parece claramente un producto de los 80 más que de cuando fue realmente realizada. Esta sensación nace con la primera escena de Stone Cold, que parece una imitación de la escena que abre Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986), aunque más excesiva y aún menos realista, lo que ya es decir. Es la manera de introducir a nuestro protagonista, Joe Huff, el típico y tópico poli rebelde que no sigue las reglas, el tipo de poli que en estas pelis siempre dice "que no trabaja con compañeros" antes de que le impongan uno (en esta ocasión, un enlace con el FBI interpretado por Sam McMurray (actor que no conoceréis por el nombre pero seguro que os suena haberlo visto en diversas sitcoms). Joe Huff fue interpretado por Brian Bosworth, entonces famoso como jugador de rugby. Cuando tuvo que dejar el deporte debido a lesiones en los hombros decidió encaminarse hacia la interpretación. Con su aspecto, Bosworth estaba destinado a encasillarse en el cine de acción. Sin embargo, carecía del carisma o el talento que poseían otras estrellas del cine de acción. Es decir, Jean-Claude Van Damme puede que no sea Al Pacino precisamente, pero tiene suficiente presencia en pantalla y carisma como para sostener una película con cierta gracia, no es el caso de Bosworth. Huff es suspendido por sus acciones y así es posible que el FBI lo reclute para infiltrarse en una banda neonazi de motoristas que está expandiendo sus negocios con el tráfico de drogas. Con el nombre John Stone, Huff logra infiltrarse en la banda, justo a tiempo para descubrir no solo los negocios de esta con las mafias de la zona, también un complot para asesinar a un senador.
Los villanos Ice y Chains Cooper están interpretados, respectivamente, nada menos que por William Forsythe y Lance Henriksen. Y, claro, pones a dos talentos como Forsythe y Henriksen al lado de Bosworth y sus carencias como actor se hacen más evidentes, se lo comen con patatas. Pero, la verdad, es que la película ofrece suficiente violencia y entretenimiento como para que las carencias del protagonista no importen. El film intenta que su personaje sea un macho machote de verdad, lo que hace que haya momentos en que derive hacia la autoparodia en su obsesión por hacer del protagonista un súpermacho. Es un poco como las películas en las que Vin Diesel hace que el resto de personajes lo miren con adoración y admiración diciendo continuamente lo grande que es, pero en el caso de Stone Cold se ha de reconocer que está hecho con ciertas dosis de humor. Henriksen domina la película como un auténtico villano de corazón negro. Al parecer, el director original, Bruce Malmuth que dirigió títulos notables en el cine de acción como Halcones de la noche (Nighthawks, 1981) y Difícil de matar (Hard to Kill, 1990), tenía un enfoque más "realista". El personaje de Bosworth estaba relativamente tratado como un ser humano normal, con mujer y un hijo, pero todo esto fue eliminado del guion, a pesar de que ya habían rodado escenas con la familia, cuando llegó el nuevo director Craig R. Baxley, cuando Malmuth abandonó el rodaje debido a las consabidas diferencias artísticas.
Baxley llegaba al rodaje de Stone Cold tras haber dirigido dos clásicos de culto como son Acción Jackson (Action Jackson, Craig R. Baxley, 1988) y Dark Angel: Ángel de la muerte (Dark Angel aka I Come in Peace, Craig R. Baxley, 1989), perfectos ejemplos del cine de acción ochentero de la escuela Joel Silver. Baxley puso rápidamente en práctica lo que había aprendido, dejando de lado el realismo y abrazando el exceso y absurdo del cine de acción más pasado de vueltas. Esto se tradujo en, como ya he dicho, convertir el personaje de Bosworth en casi una caricatura del héroe de acción más típico. Cualquier escena puede acabar en un tiroteo y basta con mirar fuerte a un coche para que explote. La banda sonora es un desfile de canciones de rock duro, una tras otra, y hay grandes dosis de desnudos gratuitos. ¿Cómo de gratuitos? En una escena se hace una panorámica del campamento de los motoristas, la cámara pasa de repente por delante de una ducha salida de la nada en la que hay mujeres que están posando más que duchándose, la cámara sigue luego rodando a la gente en su día a día. De nuevo, tan obvios y forzados que resultan hasta cómicos.
Lo que no es un chiste en esta película es la acción. Todas las secuencias están muy bien ejecutadas, los especialistas hacen un trabajo fantástico con algunos momentos muy notables, como una moto contra un helicóptero. Es la acción lo que hace que esta película brille. Si lo mezclamos con el tono de tebeo y el estilo puramente ochentero, el resultado es un film entretenido de principio a fin. El testamento de una manera única de entender el cine de acción. Ya no se hacen películas como esta, si esto es algo bueno o malo lo debéis decidir vosotros.
La productora Toei buscaba qué nuevas tendencias habría en el mercado cinematográfico, cuando un grupo de ejecutivos junto al director Kinji Fukasaku vieron en Estados Unidos La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977). Impresionados, decidieron rodar su propia space opera, que llegaría antes a las pantallas japonesas que el film de George Lucas: Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji aka Message from Space, Kinji Fukasaku, 1978). Unos pocos años más tarde, Kadokawa había desarrollado un novedoso sistema de producción en Japón, utilizando su rama editorial como punto de partida para crear películas basadas en los libros y mangas que publicaban, así como publicar libros y mangas basados en sus éxitos de taquilla. Y fue así que Fukasaku se vio al frente de La leyenda de los ocho samuráis (Satomi hakken-den, 1983), una adaptación de Nansō Satomi Hakkenden, la misma épica literaria que había servido de base para Los invasores del espacio, solo que ahora dentro del género de la fantasía y que se suponía se basaba en la adaptación modernizada que iba a publicar Kadokawa (si bien se escribió al mismo tiempo que el guion de la película).
La princesa Shizu (Hiroko Yakushimaru) debe huir de su hogar cuando el castillo del clan Satomi es atacado por el ejército del malvado clan Hikita, liderado por la hechicera Tamazusa (Mari Natsuki) y su hijo/amante Gonnokami Motofuji (Yûki Meguro). Shizu, última superviviente, jura vengar la muerte de su familia y acabar con el clan Hikita. Pero para vencer al demoníaco clan, que domina los poderes de la oscuridad, Shizu necesitará la ayuda de ocho guerreros que poseen una joya que los identifica como uno de los "guerreros perro". El origen de cada uno y por qué son llamados "guerreros perro" es bastante complejo, todo se remonta a un siglo antes y resultará incomprensible si no veis la película. Ved la película.
El encargo que le hizo Kadokawa a Kinji Fukasaku era hacer algo del estilo de los blockbusters de la época provenientes del cine americano como las aventuras de Indiana Jones, Flash Gordon (Mike Hodges, 1980) y las fantasías de espada y brujería surgidas a partir del éxito de Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982). Fukasaku empezó a darle cuerpo al encargo en apariencia, porque lo que hizo Fukasaku es una película más subversiva y atrevida que los modelos se supone que tenía que imitar. De ahí que, sin entrar en detalles, el final que parece creado pensando en el público occidental, incide también en ese dedo medio alegórico que Fukasaku gustaba dedicar a las autoridades.
Satomi hakken-den puede parecer a simple vista una habitual fantasía samurái, pero ofrece escenas que casi parecen ir en contra del propio género. Para empezar, los héroes no son samuráis nobles, sino un irregular grupo de personajes que son, en cierto modo, extraños en su entorno o que se ven obligados a marchar del mundo que conocen antes de descubrir su misión con la princesa Shizu. Pero, además, Fukasaku llena la película de escenas y momentos que no veríamos nunca en alguna de las películas producidas por Steven Spielberg, como una de mis escenas favoritas que es cuando la malvada Tamazusa se sumerge en una piscina de sangre para recuperar las fuerzas o el descubrimiento de un demonio-insecto contra el que deben luchar los protagonistas.
La novela épica original transcurría en el siglo XIV, si bien la película de Fukasaku parece transcurrir en algún momento del siglo XVII o XVIII, que el director llena de detalles anacrónicos, como un mural inspirado en El Beso de Gustav Klimt que adorna una pared y sirve como contrapunto a una de las tramas, así como la utilización de canciones rock que hoy día no podrían sonar más ochenteras. Pero todo sirve para reforzar este mundo de fantasía que creó el director, no es una típica épica histórica que busque el realismo.
Este el punto fuerte de la película, que rezuma fantasía y es constantemente entretenida. La trama que hoy día puede resultar ya muy familiar está desarrollada de forma tan imaginativa que es difícil no dejarse seducir y dejarse llevar por la aventura de otro mundo que nos propone Fukasaku. Para aquellos que solo conozcan a Fukasaku como el director de la clásica Battle Royale (Batoru rowaiaru, 2000), es un modo tremendo de empezar a explorar la rica filmografía de este director.
No hay muchos estudios o productoras que tengan fans y se hayan convertido en estudios de culto, pero la birtánica Hammer es sin duda una pionera en este sentido. Creó un estilo particular de hacer películas de terror; una estética y un repertorio de actores que hacían que sus películas fueran inmediatamente reconocibles. Pero lo que diferencia la genial Capitán Kronos, cazador de vampiros (Captain Kronos: Vampire Hunter, Brian Clemens, 1972) de otros títulos de la casa que convirtió en estrellas a Christopher Lee y Peter Cushing, es que se apartaba del típico título Hammer para ofrecer algo adelantado a su tiempo y que ha cosechado admiradores más allá de los fans del estudio británico.
Brian Clemens había obtenido fama y prestigio trabajando en televisión, principalmente por ser el responsable de convertir la serie Los vengadores (The Avengers, 1961-1969) en la serie rompedora y clásica que se recuerda hoy día. En 1971 ideó y escribió el guion de El Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr. Jekyll & Sister Hyde, Roy Ward Baker, 1971), otro peculiar clásico de la Hammer, lo que llevó al jefe de la compañía entonces, Michael Carreras, a pedirle a Clemens que escribiera un guion sobre vampiros. Antes de ponerse a escribirlo, Clemens pidió que le proyectaran todas las películas que la Hammer había hecho hasta entonces de vampiros, llegando a la conclusión de que todas tenían una fórmula que las hacía iguales. Además, vio que el personaje principal era el vampiro no el héroe. Por eso se puso a trabajar en una historia que convirtiera en héroe al cazador de vampiros y que se apartara de todos los tópicos y clichés que poblaban las películas de vampiros entonces. Clemens presentó el guion junto a la demanda de que solo se haría si él podía dirigirla, decisión que tomó porque llevaba tiempo queriendo dirigir y había tenido algunos problemas con Robert Fuest, director de otro guión de Clemens: De repente, la oscuridad (...And Soon the Darkness, 1970). Así nació Capitán Kronos, cazador de vampiros.
El capitán Kronos (Horst Janson) y su ayudante Grost (John Cater) van a ver al doctor Marcus (John Carson), un antiguo compañero del ejército de Kronos, que les ha pedido su ayuda para investigar una serie de misteriosas muertes. Jóvenes mujeres en la flor de la vida aparecen, de repente, convertidas en ancianas y fallecen de forma inmediata. De camino, Kronos libera a Carla (Caroline Munro), una joven gitana condenada por bailar en domingo. Carla decide seguir con Kronos y Grost para enfrentarse a la amenaza vampírica.
Capitán Kronos, cazador de vampiros mezcla acción y terror con toques de comedia, combinando estos distintos elementos de forma magistral. Una memorable escena terrorífica, en la que la sombra de una cruz se convierte en un vampiro, es seguida de una escena de acción que es un homenaje al cine del oeste a la italiana y a las películas de samuráis japonesas. Entre medio, escenas llenas de diálogos ingeniosos y divertidos. Kronos es un claro precedente de personajes como Buffy, cazavampiros y, en especial, del Blade de la Marvel, siendo ambos especialmente similares: los dos son supervivientes de ataques vampíricos que les dan habilidades especiales y van armados, entre otras cosas, con una espada. Otro elemento que habría hecho acto de presencia si se hubieran hecho más secuelas es la ciencia ficción. Clemens concibió Kronos como un viajero del tiempo que acabaría con distintos tipos de vampiros en distintas épocas.
La película de Clemens estaba adelantada a su tiempo, hoy día su mezcla de acción y terror es bastante común pero entonces era algo sin precedentes, que, irónicamente, se estrenó demasiado tarde para convertirse en un éxito. Se rodó en 1972 pero no llegó a las pantallas de cine hasta 1974. En Estados Unidos se estrenó en doble sesión con Frankenstein y el monstruo del infierno (Frankenstein and the Monster from Hell, Terence Fisher, 1974). Pero en 1973 se habían estrenado El exorcista (The Exorcist, William Friedkin), seguida luego de La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974); dos películas que transformaron por completo el panorama del género y provocaron que el estilo de terror gótico de la Hammer se viera anticuado y pasado de moda. En Inglaterra no le fue mucho mejor, ya que el film de Clemens se estrenó en doble sesión con Golden Swallow (Jin yan zi, Cheh Chang, 1968), estrenada con el título The Girl with the Thunderbolt Kick, un clásico de acción de artes marciales que, entonces, también había pasado ya de moda tras la fiebre por las películas de kung fu que inició Bruce Lee.
Que la película fuera emparejada con dos películas tan distintas indica que, en aquella época, no sabían bien como tratar una película que contenía elementos de acción y terror, además de otros guiños y homenajes, sin que perteneciera puramente a ningún genero. Eso sin olvidar que Capitán Kronos se vio afectada por la crisis de la Hammer, que para mediados de los 70 del siglo XX iba de camino al cierre. Es una lástima, porque vista hoy día la película de Brian Clemens resulta muy moderna. Es rápida, ingeniosa, muy entretenida, iconoclasta... Brillante, para resumirlo en una palabra. Es una maravilla que recomiendo sin reservas.
Albert Pyun, después de dos películas dirigidas al público adulto como El planeta del placer (Vicious Lips, 1986) y El tesoro de San Lucas (Down Twisted, 1987), quiso cambiar de estilo y filmar una aventura para toda la familia. El resultado fue Alien from L.A. Una película que, teniendo en cuenta la senisibilidad de Pyun como cineasta y que fue producida por la Cannon, no es la típica película de aventuras para todos los públicos.
Wanda Saknussemm (Kathy Ireland) es una joven que nunca ha salido de su ciudad natal ni ha tenido ninguna gran aventura. Esto es hasta que recibe una carta que la informa de que su padre, el arqueólogo Arnold Saknussemm (Richard Haines), ha desaparecido mientras exploraba unas ruinas en Sudáfrica. Al llegar a su destino, Wanda cae por el mismo pozo sin fondo por el que cayó su padre y descubre que ha llegado a la mítica ciudad de Atlantis. Allí descubrirá a la aventurera que lleva dentro, explorando la extraña ciudad y su más extraña sociedad en busca de su padre.
Se puede intuir por el argumento y parte de la historia, que Pyun se inspiró en clásicos como Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz, más las diversas películas que han inspirado, para dar forma a las aventuras de Wanda en Atlantis. En su viaje por Atlantis, Wanda conoce a diversos personajes, algunos aliados, que la ayudan en su viaje, y otros enemigos, que quieren hacerla prisionera, como les sucede a Alicia y Dorothy. Tras darle cuerpo al argumento, Pyun siguió el consejo de los productores y hacer que un par de guionistas, Judith y Sandra Berg (bajo los pseudónimos Debra Ricci y Regina Davis), le dieran un "toque femenino" al personaje de Wanda. Pero la inherente sensibilidad de Serie B que caracterizó el cine de Pyun se mantuvo intacta. Algunos de estos toques más Pyun van desde que el interés romántico de Wanda no aparece hasta que han transcurrido tres cuartas partes de película y entonces solo brevemente porque Pyun no tuvo la idea hasta que estaban ya terminando el rodaje, hasta hacer que los actores secundarios interpretaran distintos personajes para maximizar el gasto de llevarlos a Sudáfrica.
Aunque la intención de Pyun era, como ya se ha mencionado, filmar una aventura para todos los públicos, es una película demasiado extraña para apelar al gran público. Pero los pases en televisión hicieron que fuera adquiriendo muchos fans, seducidos por su peculiar sentido del humor y original ambientación. Original, si bien muy ochentera: una amalgama de estética videoclip y Mad Max. Y no se puede negar que es muy entretenida y divertida, si conectas con su peculiar sentido del humor. He de advertir que a mí a ratos me recordó a la posterior Super Mario Bros. (Annabel Yankel, Rocky Morton, 1993). Y lo digo como una advertencia porque, para mí, es algo positivo.
Tras finalizar Alien from L.A., Pyun se ofreció a ayudar a los jefazos de la Cannon, Yoram Globus y Menahem Golan, completando una película que se había quedado sin acabar por problemas de presupuesto y "ejecución". Viaje al centro de la Tierra (Journey to the Center of the Earth, 1988) fue iniciada por Rusty Lemorande como una aventura infantil, pero Pyun aprovechó el material que tenía, los decorados y el reparto todavía disponible de Alien from L.A., para convertir esta película sin acabar en una especie de secuela de la suya.Aunque el resultado final es más una suma de escenas para llegar a los 80 minutos no muy coherente en su intento de mezclar distintas tramas y personajes que no se pensaron para mezclarse así.
Alien from L.A. es una entretenida cinta de Serie B. Pyun intentó realizar una clásica cinta de aventuras, pero su propia sensibilidad era demasiado "B" como para hacer algo mundano y típico. En otras palabras, es una aventura para los amantes de la Serie B y fans de los productos Cannon.
Llega una nueva película de Hellboy, la gran creación de Mike Mignola, que será celebrada por aquell@s que conocieron a Hellboy a través de los cómics, pero que dejará algo desconcertada a la gente que solo conozca el personaje por las películas. Hellboy: El Hombre Retorcido (Hellboy: The Crooked Man, Brian Taylor, 2024) es una muy fiel adaptación de una de las historias más queridas por l@s fans del personaje.
La travesía de Hellboy por el cine ha sido algo accidentada, pero siempre he disfrutado con cada una de las distintas adaptaciones estrenadas en cines. Las dos primeras de Guillermo del Toro, Hellboy (2004) y Hellboy II: El ejército dorado (Hellboy II: The Golden Army, 2008), eran fantásticos espectáculos, en los que Del Toro se llevaba el personaje a su terreno, alejándose tanto de la fuente original que el director y Mike Mignola acabaron peleados durante el rodaje de la segunda entrega (una de las muchas razones por las que nunca se completó la trilogía). Hellboy (Neil Marshall, 2019) es otro gran espectáculo que celebra las raíces pulp y de Serie B del personaje, pero una excesiva intervención de los ejecutivos del estudio Millennium Films hizo que la película no alcanzara todo su potencial. Estas tres películas tienen en común que, para llegar al gran público, convertían al personaje en el protagonista de épicas mezclas de fantasía y acción, algo que las historias de Hellboy nunca fueron.
Tras el estreno del Hellboy de Marshall, parece que la gente de Millennium aprendió de sus errores y ha devuelto el personaje a sus raíces, en una película más humilde en cuanto a presupuesto que las anteriores películas, lo que permite ser más fiel a la fuente original y arriesgar más (aunque dudo que esto último fuera su intención). El Hombre Retorcido es una historia de folk horror que adapta con gran fidelidad la historia original, en la que se unieron los grandiosos talentos de dos leyendas: Mignola y el gran ilustrador Richard Corben. Su fidelidad al cómic original hace que tenga un grupo reducido de personajes y que su duración sea de solo 99 minutos (contando títulos de crédito).
El año es 1959. Hellboy (Jack Kesy) y la agente de la BRPD Bobbie Jo Song (Adeline Rudolph) regresan en tren de una misión cuando un accidente hace que se queden varados en algún lugar de los Apalaches. Allí descubren que la comunidad está asediada por la malvada bruja Effie Kolb (Leah McNamara), que está al servicio de la entidad conocida como El Hombre Retorcido (Martin Bassindale). Con la ayuda de Tom Ferrell (Jefferson White), que regresa tras sus experiencias en la guerra y descubre que sus padres han sido víctimas de Effie, y la bruja y antigua amante de Tom Cora Fisher (Hannah Margetson), Hellboy y la agente Bobbie Jo intentarán descubrir cómo hacer que la comunidad se libre de la demoníaca presencia del Hombre Retorcido.
La sencilla historia permite al director centrarse en desarrollar a los personajes y crear una atmósfera inquietante, con los ocasionales sustos de rigor. Taylor equilibra bien el terror y la acción, pero también maneja bien las escenas más atmosféricas y visuales, canalizando el homenaje al folk horror más clásico que Mignola tenía en mente para el cómic original. Jack Kesy no lo tiene fácil, teniendo en cuenta los anteriores actores que han interpretado al personaje, pero con la ayuda del maquillaje y el guion no lo hace nada mal. Adeline Rudolph, cuyo personaje ha sido creado para la película, y Leah McNamara son los personajes más destacados, sin tener en cuenta a la araña gigante poseída por un demonio.
Como ya he dicho, siempre he encontrado algo con lo que disfrutar con las películas de Hellboy, pero está es la primera vez que me encuentro con una película que reproduce con exactitud la experiencia de leer un cómic de Hellboy. Y tal vez por eso la película me encantó, si bien soy consciente que quienes busquen una épica de acción y fantasía como las anteriores películas se sentirán decepcionados, pero los que busquen una íntima película de terror protagonizada por una mezcla de demonio y humano disfrutarán al máximo con Hellboy: El Hombre Retorcido.
Bajo su engañoso título en inglés se esconde un loco cóctel de géneros como solo hacían en Hong Kong en los 80 y 90 del siglo XX. Holy Virgin vs the Evil Dead (Moh soen gip, Chun-Ku Lee, 1991) mezcla acción, terror y fantasía (con algunas gotas de erotismo en su versión "no vestida"), siendo la única película protagonizada por Donnie Yen que fue calificada Category III.
El profesor Shiang (Yen) está celebrando un pícnic con un grupo de sus estudiantes femeninas una noche cualquiera. De repente, la luna se vuelve roja y un extraño maníaco mata a todas las estudiantes. Shiang es acusado del crimen por la policía, así que debe encontrar al auténtico culpable para demostrar su inocencia. Cuando se descubra que el culpable es el Demonio Lunar (Wai-Kwong Lo), Shiang formará equipo con el sargento Chen Yu (Ben Lam), el amigo de Shiang Chow Yuan-Fat (Robert Mak) y la ex mujer de Shiang Shamen (Hei Man Chui) (que da la casualidad mantiene un romance con el sargento Yu) para acabar con el Demonio Lunar. Juntos viajarán a Camboya persiguiendo al malvado sobrenatural. Pero les falta un elemento: la princesa White (Pauline Yeung), la elegida para acabar con el Demonio Lunar y salvar a su tribu.
El enfoque que adoptaron Chun-Ku Lee y el guionista y ayudante de dirección Ho-Kwan Lee no era muy distinto del de otras producciones de la época. Ver lo que era popular y tratar de meterlo todo en una sola película. Por ejemplo, Sibelle Hu era popular por las películas de acción que había protagonizado, así que, debido a que había trabajado con Ho-Kwan Lee, aceptó hacer un pequeño papel como la inspectora Hu, parecido a los que interpretaba en las películas de acción. El terror era popular, así que se meten elementos del cine de terror. La acción, como siempre, era popular, así que hay grandes dosis de acción. La Categoría III era popular, así que se pensó en hacer que la película fuera Cat III. El que entonces no era popular era Donnie Yen, pero empezaba a serlo. El film lo incluye en el reparto en el inicio de su carrera, cuando estaba en camino de convertirse en una estrella del cine de acción.
Por el guion, la película no entraba dentro de la Cat III, por eso se decidió que en las escenas de Sibelle Hu esta diría muchas palabrotas y se decidió añadir diversos desnudos gratuitos. Por eso se contrató a una actriz coreana para interpretar el papel de Shamen (habría sido complicado encontrar una actriz hongkonesa que aceptase hacerlo), quien protagoniza varias escenas desnuda, así como diversas extras que aparecen desnudas o en topless. De estas escenas con desnudos se hizo una versión igual pero con las actrices vestidas para el mercado internacional. La violencia y las escenas de acción son iguales en las distintas versiones.
Que haya desnudos no quiere decir que haya sexo. En la película no hay escenas de sexo como era habitual en la Cat III, solo un breve momento entre el inspector Yu y Shamen, así que para aquellos que buscasen los excesos eróticos típicos del género resultaría insatisfactoria. Tal vez también para los que buscasen una película de acción pura y dura, ya que no hay muchas peleas comparada con la cantidad habitual en una película más típica de Donnie Yen.
Pero para los amantes del cine bizarro pasado de vueltas esta película es una pequeña maravilla. Sin dejar un momento para que el espectador reflexione sobre lo absurdo que es el argumento, ofrece entretenimiento continuo. Las partes que entran dentro del cine de terror y fantasía están inmersas en el misticismo oriental, como es de esperar, lo que le da un toque original y exótico para el espectador occidental. Y puede que el fan de Donnie Yen espere más acción, pero para el simple aficionado ofrece logradas escenas de acción con cables, culminando en el enfrentamiento final en el que chocan los distintos géneros.
Personalmente, la aprecio por las continuas escenas sorprendentes y absurdas, por las que es imposible saber qué pasará a continuación. También disfruto con la curiosa mezcla de géneros, a lo que se ha de añadir los momentos de comedia entre la sangre y las peleas. Acaba de ser editada en Blu-ray por 88 Films en una edición que incluye las dos versiones de la película.
¿Qué le ha pasado a Zack Snyder? Hubo un tiempo en que el anuncio de una nueva película suya era motivo de alegría y excitación, pero desde hace un tiempo parece haber perdido aquella chispa que le hacía distinto. Poder terminar y presentar La liga de la justicia de Zack Snyder (Zack Snyder's Justice League, Zack Snyder, 2021) debería haber hecho que se sintiera reivindicado y renovar sus jugos creativos. Sin embargo, su siguiente película fue una tremenda decepción. Ejército de los muertos (Army of the Dead, 2021) era un título muy esperado, era el retorno de Snyder al género que le había dado fama he iniciado su carrera como director. Ejército de los muertos resultó ser una rutinaria cinta de zombis cuya segunda mitad era un plagio plano a plano de Aliens, el regreso (Aliens, James Cameron, 1986). Su intención de crear todo un universo a partir de tan pobre película parecía poco realista, la cancelación de las secuelas y series de animación relacionadas Ejército de los muertos por parte de Netflix tiene bastante sentido.
Pero todo el mundo tiene derecho a algún traspiés de vez en cuando. Los directores son humanos, alguna vez fallan y la cagan como el resto. A pesar de tener esto en cuenta, mis alarmas se encendieron cuando Snyder anunció su siguiente proyecto, un proyecto que originalmente presentó a Lucasfilms como una potencial entrega de la saga Star Wars y que fue rechazado. Rebel Moon era su título y Snyder anunció que la idea era mezclar Los siete magníficos (The Magnificent Seven, John Sturges, 1960) con el universo Star Wars. Y lo dijo como si fuera la idea más original del mundo. Y no es que ya hay un episodio de The Mandalorian que es exactamente eso (el cuarto de la primera temporada), es que ya existe una película que iba al origen de la obra de George Lucas y usaba Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, 1954) como base para su aventura espacial. Estoy hablando, obviamente, de la genial Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980).
Roger Corman puso en marcha esta película ante el gran éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977). Para ser una producción de Roger Corman, el presupuesto era algo más alto de lo que normalmente establecía el veterano productor, de modo que los efectos especiales y visuales eran algo mejores de lo normal (tal vez por eso Corman reutilizó secuencias de Battle Beyond the Stars en varias películas que produjo más tarde). El guion de John Sayles y Anne Dyer es muy inteligente, en el sentido que no copió la película de George Lucas sino que copió la maniobra de George Lucas. Es decir, mezclar el cine de Akira Kurosawa y las películas de samuráis japonesas con el western y los seriales de ciencia ficción. El resultado es una película que concentra su historia en 100 minutos de pura aventura y diversión, con personajes imaginativos a los que dan vida un reparto carismático, que incluye grandes nombres del cine de culto como Sybil Danning y John Saxon. Es pura delicia.
El original de Akira Kurosawa Los siete samuráis tiene una duración de 207 minutos. Hasta ahora, era la versión más larga de esta historia. Esto es así ya que te cuenta la historia de cada samurái y cómo cada uno se va "enamorando" de la vida en el pueblo que han de defender de unos bandidos, de modo que cuando se enfrentan a los villanos lo hacen no solo por dinero, sino por honor y por lealtad hacia las personas con las que han convivido. Para contar exactamente la misma historia, con toques del film de John Sturges, Zack Snyder necesita seis horas y media, dividiendo la película en dos partes.
¿Por qué las dos partes de Rebel Moon son tan largas? No cuenta una historia compleja ni que abarque muchas décadas y personajes. Es la típica historia de rebeldes contra imperio malvado que hemos visto un millón de veces. Pero lo más preocupante es que cuenta la historia de un modo muy tópico, sin una pizca de originalidad. Los personajes son los mismos que ya hemos visto miles de veces. Da la impresión que hoy día se tiene la idea equivocada de que una historia épica es una historia larga. Si no dura más de dos horas no puede ser épica. Es una concepción equivocada porque, por ejemplo, El padrino parte II (The Godfather Part II, Francis Ford Coppola, 1974) no es una película épica porque dura 202 minutos, es una historia épica porque abarca dos tramas paralelas en distintas líneas temporales con muchos personajes lo que resulta en una película compleja y profunda.
Otro aspecto que hizo que me preocupara por el futuro de Snyder como cineasta es que es visualmente muy plana. En realidad, algo preocupado ya estaba cuando vi la impráctica manera en que había abordado su construcción del Universo DC cinematográfico, pero en el caso de estas películas me llamó la atención un diseño de producción muy poco imaginativo y tan derivativo como el guion. Le sumamos un estilo narrativo muy plano y repetitivo y el resultado es una película mediocre. El abuso de la cámara lenta resulta casi un chiste, cuando se utiliza incluso para mostrar como uno de los personajes llena la petaca de la que bebe de agua. Cuando se intenta hacer cada plano épico, ninguno acaba siéndolo.
La recepción poco entusiasta que ha recibido el proyecto de Snyder puede que haga que se cancele el desarrollo de las múltiples secuelas que había planeado el director. Sería algo positivo, el mundo no necesita una pálida copia del universo Star Wars, lo que necesita es algo un poco más original. Espero que el futuro de Snyder sea algo más interesante, era un director que me encantaba y ahora se ha convertido en una parodia de sí mismo. Ojalá la próxima película de Zack Snyder sea un espectáculo auténticamente emocionante y visualmente absorbente.
El clásico contemporáneo Batman (Tim Burton, 1989) y su secuela tuvieron un impacto mundial, como demuestra Trío heroico (The Heroic Trio/Dung fong sam hap, Johnnie To, 1993). Trío heroico es un clásico de culto cuya estética está muy influenciada por las películas de Tim Burton, que junto a Dick Tracy (Warren Beatty, 1990, revitalizaron el género de los superhéroes y las películas basadas en cómics. Sin embargo, Heroic Trio no deja de ser una película de acción made in Hong Kong. Esta suma dispar de elementos da pie a una película única y diferente.
Nos encontramos en una ciudad sin nombre, en algún momento del futuro o del pasado. Una serie de secuestros de bebés mantiene a la policía en vilo. El público pide que la policía involucre a Wonder Woman (Anita Mui) (según los subtítulos al inglés, en cantonés se refieren a ella como Shadow Fox) en el caso. Shadow Fox es una heroína que se dedica a trabajar por la justicia y, en su identidad secreta, es Tung, una mujer que da la casualidad que está casada con el inspector de policía Lau (Damian Lau). Los secuestros los lleva a cabo Invisible Woman (Michelle Yeoh) (a la que también se refieren como Ching, San y Number 3), siguiendo las órdenes de un culto. Sin embargo, Ching pronto se dará cuenta de que el mal es lo único que interesa a su diabólico maestro (Yen Shi-Kwan). Cuando Ching traicione al maestro, esté lanzará al monstruoso Kau (Anthony Wong) para matar a todo el que se le ponga en contra. Shadow Fox y Ching, junto a la mercenaria Chat (Maggie Cheung) (también llamada Thief Catcher y Mercy), formarán el heroico trío al que hace referencia el título para acabar con esta amenaza.
El cine de género asiático puede que no tuviera superhéroes al estilo occidental, pero las películas de wuxia están llenas de personajes con habilidades sobrehumanas, capaces de volar o saltar ligeros sobre una fina rama y dar golpes mortales capaces de inmovilizar a su oponente. Y todo ello décadas antes que se hiciesen las primeras películas de superhéroes occidentales. De modo que el cine de Hong Kong absorbió los elementos típicos del cine de superhéroes y lo mezcló sin problemas con los elementos con los que ya llevaban tiempo manejando en el cine de acción y fantasía autóctono. Esto se hace evidente en el argumento del film, que, aunque ambientado en una ciudad que parece la versión asiática de Gotham City, tiene personajes y situaciones que solo se podían dar en el cine hongkonés, en particular el monstruo interpretado por Anthony Wong, que sin pestañear se come uno de sus dedos en una de las escenas que más dejan claro que estamos viendo una película 100% hongkonesa, no una pálida imitación de una película americana. Por supuesto, la personalidad propia se hace evidente no solo en el argumento, sino en las secuencias de acción, que resultan espectaculares incluso con Anita Mui y Maggie Cheung que no tenían costumbre de participar en películas de acción.
Juntar en el papel del trío protagonista a Anita Mui, a Maggie Cheung y a Michelle Yeoh es uno de los mayores aciertos del director Johnnie To. Las tres trabajan muy bien juntas y su talento cubre algunos de los fallos del guion. The Heroic Trio es una película de acción y fantasía genial, pero no es una película perfecta. Algunos giros de guion resultan algo confusos, como el hecho de que Shadow Fox y Ching pasaran la infancia juntas en lo que parece algún centro de reclutamiento, producto de la tendencia en el cine de género de entonces de reescribir el guion sobre la marcha. Pero no deja en ningún momento de entretener, con sus villanos monstruosos y las peleas entre las propias protagonistas.
Como sucede con otras películas producidas poco antes de que Hong Kong pasase a ser territorio chino, es algo más oscura y violenta de lo que era habitual en el cine de entonces, un aspecto en el que también tiene importancia la oscura ciudad en la que transcurre la acción. Al mismo tiempo, esta "oscuridad" se mezcla con la comedia y la acción pasada de vueltas de entonces, lo que acaba convirtiendo a Trío heroico en una película destacada dentro del género.
Los decorados y "la ciudad" que se crearon para The Heroic Trio resultaron muy caros, así que se decidió aprovechar todo lo construido para rodar una secuela. Así se puso en marcha Executioners (Yin doi hou hap zyun, Johnnie To, Siu-Tung Ching, 1993) de forma inmediata al fin del rodaje de The Heroic Trio. Sin embargo, esta secuela no podía ser más distinta a la anterior entrega.
Una explosión nuclear ha dejado el agua contaminada, lo que ha convertido el agua potable en un bien escaso. Thief Catcher se dedica a impedir que el agua caiga en malas manos, mientras Ching se dedica a luchar para que todo el mundo tenga acceso al agua. Mientras, por petición de su marido, Shadow Fox ha dejado la vida de justiciera y se dedica a cuidar de su hija. Hasta que una secta que amenaza con dar un golpe de estado pone en peligro la vida de los habitantes de la ciudad y el trío heroico debe reunirse de nuevo para impedirlo.
Filmada inmediatamente después de Heroic Trio, gran parte del reparto de la anterior regresa. Michelle Yeoh, Anita Mui y Maggie Cheung, obviamente, retoman sus papeles, así como Damian Lau. También regresa Anthony Wong interpretando dos papeles distintos, uno de ellos una versión distinta del papel que interpreta en la anterior película. Pero más allá de los miembros del reparto que regresan, esta entrega se aparta de la anterior de forma inmediata. Executioners es una película que parte de una premisa posapocalíptica (aunque nada que ver con la saga Mad Max) para ofrecer una historia en la que la angustia por el cambio de gobierno se hace evidente. El temor de caer en manos de un gobierno militar liderado por fanáticos no parece ser una alegoría muy sutil, pero nadie acusará a esta película de ser sutil. Más contemporánea es la trama de Shadow Fox, cuyo marido hace que se quede en casa para cuidar a su hija, a pesar de que sus habilidades como luchadora se hacen cada vez más necesarias. Esto lleva a una eventual rebelión por parte de Shadow Fox, en especial cuando la vida de su hija se pone en peligro, y pasar por toda una ordalía para recuperar su independencia.
Executioners es lo suficientemente distinta de la anterior entrega como para poder ser juzgada por si misma. Pero si las comparamos, esta es una película más oscura y pesimista, con un argumento más claro y mejor explicado, con escenas de acción igualmente espectaculares. La acción se mantiene al mismo nivel, pero intenta crear escenas más espectaculares, aprovechando que los decorados y los escenarios ya estaban creados y se podía derivar el presupuesto hacia las coreografías y las explosiones.
Este dúo de películas es realmente peculiar y distinto. Incluso entre ellas. Sin embargo, el carisma y talento de las tres actrices protagonistas y la acción espectacular hacen de estas unas películas de culto que son ideales para el que busque algo distinto a la típica cinta de acción.
Como ya dejo claro en la crítica, esta es una de esas películas que despierta odio o amor, dependiendo de si entráis en su juego o no. Difícil de aconsejar, a mí me encantó pero no es para todo el mundo.
Se puede juzgar el impacto de una película por la cantidad (y calidad) de imitaciones que genera. Nikita, dura de matar (Nikita, 1990) fue la película que convirtió en una estrella internacional a su director Luc Besson; una celebrada película de acción con generosas dosis de drama que generó unas interesantes imitaciones o derivaciones o "películas inspiradas en" o las típicas copias de toda la vida.
Empezaremos por la película que lo inicia todo, claro. El cine francés había producido unas distintivas películas de acción durante la década de los 70 del siglo XX, pero poco a poco fue dejando el género de lado. Besson desde el principio se mostró como un director con un gran énfasis en lo visual y el cine de género, produciendo títulos que habían llamado la atención fuera de Francia como Subway (En busca de Freddy) (Subway, 1985). Es este interés en el cine de género, en particular el producido en Hong Kong, aunque interpretado de forma muy personal, que Besson ideó Nikita. En este film una criminal, la epónima Nikita interpretada por Anne Parillaud, es encarcelada por matar un policía, para luego ser secuestrada por una agencia secreta que, a través de un severo entrenamiento, la convierte en una asesina utilizada en misiones especiales.
Lo que hace interesante la película de Besson es la transformación física y psicológica de la protagonista. Al inicio, Nikita aparece como una drogadicta antisocial que comete crímenes sin pestañear, violenta y agresiva como una bestia salvaje. El entrenamiento la convierte en una mujer cultivada y atractiva, pero he aquí el problema. A medida que madura psicológicamente y se enamora de Marco (Jean-Hugues Anglade), su trabajo como asesina empieza a pesar sobre ella. También pesa sobre ella su relación con Bob (Tchéky Karyo), su entrenador y controlador en la agencia secreta, que alternativamente le da soporte emocional, como una figura paterna, o le corta cualquier ilusión. Esta manipulación constante hace que uno no esté seguro de si Bob realmente la aprecia o solo la usa según sus intereses.
Si bien el entramado dramático está muy conseguido y es muy efectivo, lo que realmente atrapa son las tremendas escenas de acción. Unas escenas de acción que, además, estaban protagonizadas por una mujer, algo que en Occidente todavía era raro y exótico. Es decir, en 1990, el gran público apenas había visto ninguna película de acción protagonizada por una mujer, aparte de Aliens: el regreso (Aliens, James Cameron, 1986), El guerrero rojo (Red Sonja, Richard Fleischer, 1985), que no funcionó en taquilla, y películas como China O'Brien (Robert Clouse, 1990), protagonizada por la actriz de culto Cynthia Rothrock, y otras parecidas que se estrenaban directamente en vídeo y no tenían un impacto masivo como el clásico de James Cameron. Nikita fue un gran éxito internacional que, en Occidente, abrió las puertas a las películas de acción a las actrices. Lamentablemente pasarían décadas hasta que esto se normalizara.
Nikita se ha convertido en un clásico del género por esta efectiva mezcla del drama y la acción. Los años no parecen pasar por esta película que ha envejecido como el buen vino y, como veremos, ha inspirado otros clásicos por derecho propio.
Black Cat (Hak mau, Stephen Shin, 1991)
Como decía antes, en Occidente no estaban acostumbrados a películas de acción protagonizadas por mujeres. En Asia, en cambio, sí que había tradición de mujeres protagonistas de películas de acción como Angela Mao, Etsuko Shihomi, Michelle Yeoh, Pei-Pei Cheng y la propia Cynthia Rothrock que empezó trabajando en la industria del cine de acción de Hong Kong. Así que es natural que rápidamente se viera el potencial que tenía Nikita y se produjo una versión de la historia al más puro estilo hongkonés. Fue la productora D & B la que intentó hacerse con los derechos para hacer un remake de Nikita, si bien la americana Warner se les adelantó. Esta productora había estrenado Ultra Force 2 (Huang jia shi jie aka Yes, Madam!, Corey Yuen, 1985) y lanzado al estrellato a Michelle Yeoh y a Cynthia Kan, poniéndose al frente de las películas de acción protagonizadas por mujeres que dominaron durante mediados de los 80 hasta mediados de los 90 del siglo XX en el cine de Hong Kong.
Con estos antecedentes es natural que vieran el potencial de Nikita, de modo que siguieron adelante con su versión a pesar de no tener los derechos (luego se hizo un pequeño arreglo cuando Luc Besson amenazó con demandarlos y listo). Para protagonizar el film se buscó a una nueva cara, y la fortuna quiso que esta fuera la primera película que protagonizó Jade Leung, que acabaría siendo una estrella del cine de acción en Hong Kong. Leung es Catherine, una mujer presa de una rabia y una furia inagotable que estalla cuando un camionero intenta aprovecharse de ella en una solitaria parada de camioneros. La situación acaba con Catherine asesinando a un policía pensando que es otro atacante. La CIA intercepta a Catherine cuando escapa de la custodia policial y, aprovechando que oficialmente está "muerta", la utiliza en un experimento: le instalan un microchip en el cerebro para que mejore sus habilidades físicas y mentales, lo que acelera su preparación como agente supervisada por Brian (Simon Yam). La agencia le da un nuevo nombre, Erica, para su vida civil y el nombre en código Black Cat, para cuando la necesitan en alguna misión. Como es de esperar, Erica/Catherine conoce a Allan (Thomas Lam) y ambos se enamoran complicando la situación de Erica dentro de la agencia.
El argumento, como podéis ver, es bastante parecido al de Nikita, pero su narrativa es más eficiente (dura 96 minutos) y está cargada de fantástica acción made in Hong Kong, más un curioso toque de ciencia ficción. Jade Leung no era una artista de artes marciales, pero no se nota porque su trabajo en el film es excelente, aún más su trabajo dramático. La influencia de Nikita se nota no solo en el argumento, también en el tono de Black Cat, sin giros bruscos a la comedia, y la acción también es relativamente realista. Es decir, no hay acción con cables ni nadie da saltos imposibles y mata a tres hombres de una patada. La conclusión, más pesimista que la de ninguna de las otras versiones, también es propia del cine hongkonés y es un motivo por el que hay muchos aficionados que prefieren esta versión a la original Nikita.
Black Cat 2. Operación Yeltsin (Hak mau II: Chi saat Yip Lai Hing, Stephen Shin, 1992)
El éxito de Black Cat puso rápidamente esta secuela en marcha, en la que la productora D & B, que atravesaba dificultades económicas, lo dio todo para convertirla en un gran éxito. La jugada no funcionó y la productora entró en bancarrota poco después. La parte positiva del enfoque de D & B es que Black Cat 2 es una locura. Una fantástica y entretenida locura.
En el cine de Hong Kong era más habitual que las secuelas fueran más temáticas que argumentales, repitiendo actores pero sin que la historia siguiente tuviera nada que ver con lo visto anteriormente. La influencia del cine occidental cambió este enfoque en algunos casos. En Black Cat 2 se produce una extraña mezcla: a ratos parece un remake de Black Cat y a ratos una secuela directa, llevando los toques de ciencia ficción más lejos. Cambiando el diálogo de una escena de la primera entrega en un flashback, ahora se le dice a Erica, Jade Leung de nuevo, que su nombre ahora ya no es ese sino Black Cat... Aunque su nombre no es Erica sino Catherine, Erica es el nombre que le había dado la misma CIA. El caso es que le instalan un nuevo microchip y le borran la memoria, de modo que durante gran parte de la película Erica se comporta como un cyborg sin sentimientos, hasta que poco a poco va recuperando la humanidad gracias a su compañero Robin (Robin Shou). Seguro que ya os habéis dado cuenta que en la secuela hay una mayor influencia de Terminator (The Terminator, James Cameron, 1984) y Robocop (Paul Verhoeven, 1987) que de Nikita.
En esta secuela la acción es más propia del cine hongkonés: peleas con coreografías intrincadas, persecuciones en la nieve y tiroteos imposibles. Acción sin pausa gracias a una trama delirante en la que Black Cat/Erica y Robin deben detener a unos asesinos mejorados empeñados en asesinar al entonces presidente de Rusia Boris Yeltsin. Unos asesinos que Erica puede detectar gracias a que su chip detecta la radiación que emiten, incluso, en uno de los momentos más delirantes, cuando ve a uno de estos asesinos en televisión.
Adiós al realismo de la primera entrega. Black Cat 2 se lanza hacia la fantasía, en una secuela que casi se puede ver como una película independiente. Es una maravilla que no llega a la altura de la primera, pero es más espectacular y absurda, un delicioso y entretenimiento como solo podía proporcionar el cine de Hong Kong en su época dorada.
La asesina (Point of No Return, John Badham, 1993)
Ah, el inevitable remake americano de una película de éxito extranjera. En este caso, vuestro disfrute de La asesina dependerá bastante de vuestro nivel de "purismo cinematográfico". En mi caso, es una película que disfruto casi tanto como la original de Luc Besson. "Casi" porque tiene algunos puntos flojos.
Tal vez su principal problema es que es muy fiel a la película original, así que no hay sorpresas en cuanto al argumento ni a como avanza la trama. Gabriel Byrne es un actor que me gusta, pero no acaba de funcionar como Bob, Tchéky Karyo maneja mucho mejor la ambigüedad del personaje que oscila entre la manipulación psicológica de Nikita y el afecto real. Por otro lado, prefiero a Bridget Fonda como Maggie, la Nikita americana, antes que a Anne Parillaud. El resto del reparto funciona más o menos igual. Sí que creo que el ritmo y la edición en esta película funciona algo mejor que en el film de Besson. En el original, toda la parte de entrenamiento se hace algo lenta, mientras que Badham lo maneja mejor para pasar a las secciones que más interesan al espectador.
Badham es lo que se llama un director artesano, que se maneja bien en diversos géneros, y que, a pesar de no ser considerado un "autor", tiene unos cuantos clásicos en su filmografía. Uno de sus puntos fuertes es la acción, perfeccionando la comedia de acción, así que en este aspecto su versión no tiene nada que envidiar al film de Besson.
En definitiva, es una de esas raras ocasiones en que disfruto con ambas versiones, optando por una u otra dependiendo del humor en que me encuentre (que quede entre nosotros, creo que Black Cat es la superior de las tres).
Esta película ya la comenté en su día (clicar en el título para saber más) pero no podía faltar en un artículo sobre la influencia de Nikita. Además de influir también en películas de acción posteriores como en la saga John Wick, La villana es posiblemente la película que mejor maneja la mezcla de drama y acción tras el film de Luc Besson. Aunque en este caso el drama está íntimamente ligado con la trama que convierte a la protagonista en "la villana". No cabe duda de que el punto fuerte de esta película son las espectaculares secuencias de acción, en particular la escena de inicio y el fantástico clímax. En definitiva, un clásico moderno de acción que no ha tardado en convertirse en referente.
La influencia de Nikita no se limita solo a estas películas, también hay otras diversas versiones, como una producida en la India, pero estas son las que más fácilmente se pueden ver y, también, son las más notables. El legado del film de Luc Besson también se nota en la cantidad de películas protagonizadas por espías y asesinas con problemas sentimentales (lo que indica que la mayoría fueron escritas por hombres). Tampoco podemos olvidar las dos series de televisión que inspiró, con Peta Wilson como Nikita en la primera y Maggie Q en la segunda en el papel. Algo notable para lo que en un principio se vio como una cinta de acción más.