31 dic 2020

Tammy and the T-Rex


El 2020 ha sido un año terrible, para olvidar, por eso me gustaría acabarlo con algo de alegría, esperanza e ilusión. Algo como la versión restaurada sin cortes de Tammy and the T-Rex (Stewart Raffill, 1993), una locura que protagonizaron Denise Richards y el malogrado Paul Walker al inicio de sus carreras.

Michael (Paul Walker) está enamorado de Tammy (Denise Richards) y ella de él, pero el ex de Tammy, el violento Billy (George Pilgrim), está en contra de la relación. Billy, con la ayuda de su banda, decide intentar matar a Michael y este acaba en coma en el hospital. Momento en el que el doctor Wachenstein (Terry Kiser) decide robar el cerebro de Michael y trasplantarlo al T-Rex robótico que ha construido. En su nuevo cuerpo de T-Rex, Michael ejerce sangrienta venganza sobre Billy y su banda. Mientras, Tammy y su amigo Byron (Theo Forsett) buscan un nuevo cuerpo para Michael.

El director de Mi amigo Mac (Mac and Me, 1988) creó una perfecta mezcla de comedia, terror gore y ciencia ficción. Todo empezó cuando un distribuidor amigo de Stewart Rafill le llamó para decirle que, durante tres semanas, tenía acceso a un T-Rex mecánico que iban a trasladar a un parque temático y quería usarlo en una película. Rafill se puso a trabajar en la historia, tras informarse de qué podía hacer el T-Rex, y dos semanas más tarde ya empezaba a rodar. Rafill y Gary Brockette escribieron un guion que tenía en cuenta el bajo presupuesto del film y las limitaciones del T-Rex. No intentaron pasar la criatura como algo real sino como lo que era: una creación mecánica. La comedia hacía que la absurda historia fuera más verosímil y el gore le daba el toque final. Además del guion, el gran acierto fue el casting. Por un lado, contar con los entonces desconocidos Denise Richards y Paul Walker, los cuales encajan a la perfección con sus personajes. Richards en particular brilla como la titular Tammy. Por otro lado, en el reparto también nos encontramos nombres habituales en el cine de culto como Sean Whalen y Terry Kiser, que arranca muchas risas como el doctor Wachenstein.

Una vez Rafill terminó la película, titulada entonces Tammy and the Teenage T-Rex aunque un error en los títulos de crédito cambia el nombre de Tammy a Tanny, la entregó al distribuidor. Este entonces decidió convertir esta sangrienta película en algo para todos los públicos, un entretenimiento para niños. De modo que se cortaron 8 minutos de película. No solo el gore, también el lenguaje se tuvo que cortar así como un baile en ropa interior que hace Tammy. El resultado era una película prácticamente incomprensible que, a pesar de todo, fue adquiriendo cierto estatus de culto en VHS.

Y ese podría haber sido el final de la historia, con la película desapareciendo en la oscuridad junto a los videoclubes en que se alquilaba. Sin embargo, recientemente, Vinegar Syndrome encontró la versión original de Tammy and the T-Rex, sin cortes. No tardaron en restaurarla y, tras algunos pases en Estados Unidos, editarla en Blu-ray. Y así la descubrí, para mi eterna felicidad.

La película es muy, muy divertida. Una delirante comedia que utiliza su argumento propio de la ciencia ficción de los años 50 para crear momentos sangrientos fantásticos. Ha envejecido bastante bien, aunque es obvio que fue una producción de bajo presupuesto, considerando las circunstancias y las prisas con que fue hecha. Por supuesto, se ha de tener cierta inclinación hacia el cine de culto, pero teniendo en cuenta el mundo en que estamos viviendo ahora, le recomedaría a todo el mundo que pusiera Tammy and the T-Rex en su vida.

30 dic 2020

La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento)


Si buscáis una película delirante, aquí tenéis una película delirante y fantástica: La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento, Ferdinando Merighi, 1972), una de esas películas que una vez vista, ya no puedes "desver".

En el burdel de Madame Colette (Anita Eckberg) es asesinada la prostituta Francine (Barbara Bouchet). El inspector Fontaine (Robert Sacchi) detiene al que parecer ser el seguro culpable: Antoine Gottvalles (Peter Martell). Gottvalles muere decapitado después de escapar de la cárcel y jurar venganza sobre sus acusadores. Y, efectivamente, el juez que lo condenó y los testigos empiezan a ser asesinados. El inspector Fontaine investiga el caso sin mucha suerte. Mientras, el profesor Waldemar (Howard Vernon) mantiene la cabeza de Gottvalles para sus experimentos y su hija Eleonora (Evelyne Kraft) tiene extraños sueños que puede que estén relacionados con las muertes.

Bueno, no sé por dónde empezar. Tal vez lo más llamativo: el curioso título español, escogido sin duda por la presencia del actor Robert Sacchi. Sacchi se ganaba la vida como imitador de Humphrey Bogart, debido a lo mucho que Sacchi se parecía físicamente a Bogart. Así que tenemos un giallo en el que el inspector protagonista es un doble de Bogart, lo que indica que este no es el típico ejemplo del género. Lo cual se confirma con la historia, que gira continuamente, insinuando elementos sobrenaturales para luego descartarlos. Su reparto, que incluye bellezas habituales del género como Barbara Bouchet y Rosalba Neri, nos regala a Howard Vernon, un habitual de Jess Franco, interpretando a un mad doctor cuyo nombre nos remite a Edgar Allan Poe, aunque escrito con W en lugar de V. No es casualidad entonces que su hija se llame Eleonora, otro nombre que también alude a Poe.

La brigada del inspector Bogart, más conocida como The French Sex Murders, está cargada de toques delirantes que no se reducen solo a su reparto ni a su retorcido argumento, también visualmente. Los asesinatos, por algún motivo, se repiten tres veces con diferentes filtros de colores. De este modo se intenta dar más espectacularidad a los efectos de maquillaje, que no son muy destacados pero tienen sus momentos de esplendor como la decapitación con espada que se nos ofrece en el último tramo.

No sabría decir si es un giallo punk o un sueño enfebrecido plasmado en celuloide. Es diferente, desde luego, y entretiene de principio a fin. Una pequeña maravilla que recomiendo a los amantes del cine más iconoclasta.

29 dic 2020

Girl in Room 2A (La casa della paura)


¿Alguna vez habéis ido a un buffet libre y empezado a acumular platos sin sentido, llenando vuestra bandeja con un plato de ensaladilla rusa, otro de pasta, otro de carne y un par de trozos de pizza? Esta mezcla para saturar los sentidos es la que ofrece Girl in Room 2A (La casa della paura, William Rose, 1974).

Margaret Bradley (Daniela Giordano) sale de prisión tras ser injustamente acusada. Intenta rehacer su vida en la casa de la señora Grant (Giovanna Galletti), un hogar al que acuden jóvenes mujeres salidas de prisión. A Margaret le toca la habitación 2A, en la que hay una perenne mancha de sangre en el suelo y en la que tiene terribles alucinaciones. Entonces, Margaret conoce a Jack Whitman (John Scanlon), que está investigando la desaparición de su hermana Edie (Anna Liberati). Todo apunta a que la desaparición de Edie está relacionada con una secta y con la casa en la que se aloja Margaret.

Girl in Room 2A es un film que mezcla distintos géneros, pero su personalidad empieza a desarrollarse desde el hecho de que fue producida por el americano Dick Randall. Randall estaba afincado en Roma durante la explosión giallo, de modo que decidió apuntarse a la moda con un film cuyo argumento evoca Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio, Sergio Martino, 1972). Al frente, Randall puso a William Rose, un director cuya especialidad era la sexploitation. Así que tenemos a un productor y un director produciendo un giallo en Italia con actores y actrices italianas, a través de su perspectiva americana. El guion fue coescrito por Rose junto a Gianfranco Baldanello, ambos nos ofrecen una historia que mezcla elementos del terror gótico, en un ambiente urbano, con elementos del giallo y toques de sexploitation. Lo interesante de la historia es que nos ofrece una secta obsesionada con tomarse la justicia por su mano, que está convencida de estar haciendo el bien. Su obra se nos muestra durante los títulos de crédito del inicio, en los que Edie es secuestrada, desnudada, torturada y asesinada. Así se presenta la amenaza a la que se enfrenta Margaret, acosada por la secta como Edwige Fenech en el mencionado clásico de Sergio Martino.

El film funciona gracias a esta mezcla de elementos: el gótico con el giallo con el erotismo de mazmorra. También sus toques políticos, con sus sectarios obsesionados en imponer su moral y su sentido de la justicia. La casa della paura es, definitivamente, un film para aquellos que consideren "sórdido" y "morboso" adjetivos positivos. Yo desde luego lo hago y disfruté tremendamente con el film. El tráiler no tiene nada que ver con cómo es la película.

28 dic 2020

Bolsa de cadáveres (Body Bags)


"Ey, es Wes Craven", pensé al volver a ver Bolsa de cadáveres (Body Bags, John Carpenter, Tobe Hooper, 1993). Hacía mucho que no la veía y había olvidado la cantidad de cameos que hay en esta película. Esta es otra de esas películas que pensaba que había comentado cuando compré la edición en Blu-ray de Shout, pero resulta que no. Así que aquí está.

Como muchos ya sabéis, Body Bags fue concebida como un piloto para una serie que, obviamente, no se hizo. Juzgando por la película, que reúne tres historias, dos dirigidas por John Carpenter y una por Tobe Hooper, habría tenido un estilo parecido al de Historias de la cripta (Tales from the Crypt, c. Steven Dodd, 1989-1996). El propio John Carpenter habría interpretado al presentador de las historias, con comentarios cargados de humor negro, pero las historias no siguen el modelo E. C. sino que son historias de terror sin giros irónicos. Al cancelarse la serie, la película/piloto se comercializó en formato doméstico tras su pase en la cadena Showtime.

Las historias son correctas pero nada del otro mundo. En la primera, Anne (Alex Datcher) trabaja durante el turno de noche de una gasolinera y es acosada por un asesino. En la segunda, Richard Coberts (Stacy Keach) está desesperado por la pérdida de cabello, así que decide probar un nuevo método experimental con funestas consecuencias. En la tercera, Brent Matthews (Mark Hamill) pierde un ojo en un accidente de coche y recibe otro ojo en un trasplante experimental; obviamente el trasplante tendrá consecuencias inesperadas. Queda claro que las historias no son particularmente originales o novedosas, pero el tono, la dirección y el reparto (cargado de cameos, como ya he dicho) contribuyen a que Body Bags resulte bastante entretenida y divertida.

Lo interesante de este proyecto es su posición en la filmografía de John Carpenter. Justo tras el difícil rodaje de Memorias de un hombre invisible (Memoirs of an Invisible Man, 1992), una película que no funcionó en taquilla protagonizada por Chevy Chase, un actor que funciona principamente dentro de Estados Unidos. Aunque Carpenter es uno de los pocos directores que el temperamental y difícil Chase no ha puesto a parir luego, la complejidad de los efectos hizo que fuera un rodaje complicado que luego no se vio recompensado con una buena taquilla. Parece claro que Carpenter necesitaba algo más ligero y sencillo como siguiente proyecto. Y eso exactamente es lo que fue Body Bags, algo que le permitió cargar las pilas para enfrentarse a la que sería su última obra maestra: la brillante En la boca del miedo (In the Mouth of Madness, 1995). En este sentido, es una suerte que la serie no fuera producida, así Carpenter estaba libre para seguir dirigiendo películas.

Body Bags es un simple divertimento, una película que hará sonreír a los fans del género pero que no revoluciona la antología cinematográfica de relatos de terror.

23 dic 2020

Tremors: Shrieker Island

 

Lo más sorprendente de la saga Tremors no es que haya llegado a tener siete entregas y una serie de televisión (y un piloto cancelado), sino que haya mantenido cierto nivel de calidad a pesar de que las secuelas se crearan directamente para el mercado doméstico. La última entrega, por ahora, Tremors: Shrieker Island (Don Michael Paul, 2020) es el perfecto ejemplo de secuela DTV que ofrece entretenimiento de calidad, a pesar de los bajos presupuestos que se manejan en este tipo de secuelas.

El siempre efectivo Richard Brake interpreta a un multimillonario que ha creado una versión genéticamente manipulada de los Graboides. El objetivo final de esta manipulación es crear ejemplares que sean cazados por compañeros millonarios en una isla. Por supuesto, las cosas no salen bien y aparecen los Shrieker a los que se hace referencia en el título. Y así entra en escena Burt Gummer, el personaje con el que Michael Gross ha mantenido la saga viva, que se dedicará a solucionar el problema Graboide de la isla.

Don Michael Paul dirigió también las dos anteriores entregas de la saga, un retorno a la actualidad tras un periodo de trece años sin entregas de Tremors. Estas secuelas fueron realizadas sin ninguna participación de los creadores de la saga, S.S. Wilson y Brent Maddock, que se habían encargado de las cuatro primeras entregas y la serie de televisión. Shrieker Island resume lo mejor y lo peor de estas nuevas entregas producidas por Universal: el tono es distinto, más cínico, los personajes, con la excepción de Burt Gummer, no tienen el mismo carisma de los creados por Wilson y Maddock, los presupuestos se exprimen filmando en localizaciones exóticas, que son más baratas que filmar en Estados Unidos, pero también ofrecen buenas dosis de entretenimiento y diversión. Y si la anterior entrega, Temblores 6: Un día en el infierno (Tremors: A Cold Day in Hell, Don Michael Paul, 2018), fue considerada como una pequeña decepción por parte de los fans, creo que esta nueva entrega es tan entretenida como Temblores 5: El legado (Tremors 5: Bloodlines, Don Michael Paul, 2015), aunque mi opinión no parece ser compartida por la mayoría.

Shrieker Island me ofreció lo que esperaba de una entrega de esta serie: Burt Gummer matando monstruos de forma entretenida y divertida. El compañero que le toca en esta entrega, Jimmy (Jon Heder), es más simpático que Travis, el hijo de Burt interpretado por Jamie Kennedy, y la ambientación en Thailandia le da un toque de exótica aventura a la historia. Si esta resulta ser la última entrega, creo que se despide con una buena nota. En lugar de más entregas, tal vez es la hora de un reboot que le aporte algo de sangre fresca a la saga.

9 dic 2020

Superstición (Superstition)

 

Tiene mérito que una película que utiliza muchos elementos de otras películas más exitosas tenga personalidad propia. Es lo que hace Superstición (Superstition, James W. Roberson, 1982), un festival de sangre y sustos.

El reverendo David Thompson (James Houghton) empieza a investigar los extraños sucesos que tienen lugar en una casa propiedad de la Iglesia. Una casa a la que se acaba de mudar una familia, momento en que no tardan en empezar a acumularse los accidentes y las muertes. Como véis, un argumento bastante típico de una película de terror. En el guion se mezclan elementos de La máscara del demonio (La maschera del demonio, Mario Bava, 1960), La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976), Terror en Amityville (The Amityville Horror, Stuart Rosenberg, 1979) y, por si fuera poco, se le añade el gore de los slashers populares en los 80.

Todo lo citado anteriormente es agitado y mezclado para convertir Superstición en una palomitera película de terror. Ciertamente, no es que provoque miedo, ni muchos menos terror, en el espectador, pero logra ser entretenida de principio a fin. Tal vez porque más que como una película de casa encantada, funciona más como una película de terror con monstruo. Arranca con una cabeza explotando en un microondas, de modo que no se basa en los sustos habituales en las casa encantadas. Son sus excesivos momentos los que hacen memorable la película, obviamente, por eso se estrenó sin censurar y así se ha mantenido hasta ahora. Llegando al presente a pesar de desaparecer en el momento de estrenarse, para, con el título The Witch, reaparecer en Europa con la explosión del VHS.

Como ya he mencionado, en teoría es una película de casa encantada, acosada por el espíritu de una bruja, pero no se desarrolla como una. Busca, más bien, impactar al espectador como lo hacían slashers de la época como El asesino de Rosemary (The Prowler, Joseph Zito, 1981). Y lo consigue.

8 dic 2020

Versus

 

El director de Azumi (2003), Godzilla: Final Wars (Gojira: Fainaru uôzu, 2004) y El vagón de la muerte (The Midnight Meat Train, 2008), Ryûhei Kitamura, se dio a conocer mundialmente con Versus (2000), una demente, delirante y desfasada película que mezcla yakuzas, samurais y zombis.

Si habéis visto cualquiera de las películas arriba citadas (y recomiendo que lo hagáis en caso contrario), os habréis percatado de que una de las cualidades del cine de Kitamura es el exceso. Sus esfuerzos por sumergir al espectador en una historia cargada de acción y emoción, ya sea adrenalina o terror, hacen que sus películas se conviertan en auténticas montañas rusas. Una cualidad ya presente es su debut en el largo, tras un par de mediometrajes. Versus introduce a sus personajes en el bosque de la resurrección, situado en una de las 666 puertas al más allá que hay por todo el mundo. En este lugar dos personajes, interpretados por Tak Sakaguchi y Hideo Sakaki, se encuentran envueltos en un conflicto centenario, que arranca en el pasado y continua en el presente incorporando a unos yakuzas que utilizan el bosque para enterrar a sus víctimas. Víctimas que volverán a la vida mientras la rueda del destino se pone en marcha.

A la práctica, el argumento se traduce en dos horas de peleas de artes marciales, tiroteos y duelos de espadas con la incorporación de mutilaciones de zombis salidos de una película de Lucio Fulci. Todo ello regado con un iconoclasta sentido del humor que convierte Versus en una película no solo tremendamente excitante, también tremendamente divertida. En este sentido, Minoru Matsumoto es el que más hace reír con su inútil yakuza que reacciona como un niño pequeño cada vez que la caga de forma espectacular.

Kitamura realizó la película pensando en el público occidental, mostrando sus influencias de cineastas como Lucio Fulci, Sam Raimi, Russell Mulcahy y John Carpenter. Todo ello mezclado con su peculiar estilo. Y funcionó, festivales de todo el mundo se rindieron al espectacular espectáculo de acción sangrienta de Kitamura. Lo sorprendente para el director fue que el film fue también un éxito en Japón, dándole la oportunidad de ponerse al frente de ambiciosas películas con elevados presupuestos como Azumi. Lo cual tiene mucho mérito considerando que Versus era una pequeña película independiente con un presupuesto muy bajo (por eso se ambienta el film en un bosque para ahorrar localizaciones y escenarios).

El film empezó como una secuela del mediometraje de Kitamura Down to Hell (1997), pero a medida que fueron trabajando en el guion vieron que la historia se iba haciendo más ambiciosa y decidieron estrenarla como una película original con entidad propia. El propio Kitamura financió la película, con su dinero y el de amigos y familia. La apuesta salió bien, logrando crear un festival de acción con pocos medios. En 2004, Kitamura volvió a reunir al reparto y rodó nuevo material para el film. Estrenada como Ultimate Versus, esta versión remodelada contiene todavía más acción e incorpora todo aquello que en su día no se pudieron permitir por el limitado presupuesto.

Con el tiempo Versus, ya sea la original o la versión Ultimate, se ha convertido merecidamente en una película de culto. Una brutal maravilla que recomiendo a todo el mundo.

4 dic 2020

Stitches


 

El payaso psicópata o monstruoso ha aumentado su presencia en los últimos años. El estreno de It (Andy Muschietti, 2017) y la creación de vídeos virales protagonizados por payasos inquietantes son algunas de las razones de su reciente popularidad, aunque han sido parte del terror desde sus inicios. Stitches (Conor McMahon, 2012) aprovecha la figura del payaso asesino para crear un slasher que mezcla comedia y terror con grandes resultados.

Stitches (Ross Noble) es un payaso desganado y nada divertido que, cargado de odio hacia los chiquillos que se supone debe entretener, se dispone a actuar en la fiesta de cumpleaños de Tom (Ryan Burke). Aburridos por la inepta actuación de Stitches deciden gastarle una broma que, accidentalmente, acaba en la muerte de Stitches. Seis años después, Tom (Tommy Knight) se ha convertido en un adolescente cargado de traumas por lo que sucedió en la fiesta de su décimo cumpleaños. Sus amigos le convencen para celebrar una fiesta por su cumpleaños y dejar atrás el pasado. Por supuesto, Stitches sale de la tumba dispuesto a vengarse de los ahora crecidos mocosos.

Viendo Stitches no pude evitar acordarme de Terrifier (Damien Leone, 2016). Ambas están protagonizadas por payasos asesinos, pero mientras Terrifier me aburrió mucho, ya que no contaba una historia sino que enlazaba escenas de mutilaciones sin construcción de personajes ni nada, con Stitches me divertí enormemente. Y no es que la trama de Stitches sea muy elaborada u original, es típica del género, pero sí que se molesta en construir mínimamente los personajes para que sus muertes tengan algo más de impacto, más que nada porque algunos no puedes esperar para verlos mutilados. La película mezcla comedia y terror, de modo que sus muertes están diseñadas para ser exageradas y cómicas. Y si la historia de Stitches no es original, las muertes sí lo son y son los momentos que provocan más risas, en ocasiones auténticas carcajadas. Por ejemplo, la primera risa que me provocó la película fue en la escena en que muere Stitches al inicio del film: empieza a salir sangre de su cabeza a chorro cayendo directamente sobre la cabeza del pequeño Tom y el derramamiento de sangre es tan largo, dura tanto tiempo, que se convierte en absurdo. No voy a destripar el resto de muertes (ja, ja "destripar") pero son tan elaboradas y divertidas que hacen que te olvides de las carencias que pueda tener la película. Además, puntos extra por poner de adolescentes protagonistas actores y actrices que realmente parecen adolescentes.

Stitches es un slasher cargado de creativo gore que proporciona tremendas dosis de diversión en los rápidos 86 minutos que dura. Recomendada si os gusta el slasher y las comedias sangrientas.

2 dic 2020

Late Phases

 

En ocasiones, una buena película no necesita grandes conceptos o radicales ideas originales para triunfar. A veces, lo único que se necesita es saber utilizar ideas clásicas de forma interesante, como hace Late Phases (Adrián García Bogliano, 2014).

Ambrose McKinley (Nick Damici) es un veterano del Vietnam ciego que se muda a una comunidad para jubilados. Situada cerca de una zona boscosa, esta comunidad es la zona de caza de un hombre lobo, que hasta ahora se ha centrado en las mascotas de la zona. Pero la primera noche de Ambrose en su nueva residencia, el hombre lobo ataca matando a su vecina y al perro-guía de Ambrose. Aunque no ha visto qué es lo que le ha atacado, Ambrose se hace una buena idea de qué es y empieza a prepararse para cuando llegue la próxima luna llena vengarse de la criatura.

Late Phases presenta un hombre lobo que sigue las reglas del clásico hombre lobo de la Universal: se transforma con la luna llena y para matarlo es necesaria la plata. El diseño del hombre lobo, por otro lado, es más típico del diseño monstruoso de los 80. El argumento recuerda un poco a Miedo azul (Silver Bullet, Daniel Attias, 1985), con el protagonista discapacitado investigando quién es el hombre lobo. Sin embargo, el film funciona y es tremendamente efectivo. El reparto con Nick Damici, Tom Noonan y Lance Guest, entre otros, borda sus papeles. En especial Damici como el ciego Ambrose, cuyo mal carácter y naturaleza conflictiva hace que tenga una difícil relación con su hijo y la comunidad pero lo hace perfecto para cazar a un hombre lobo. Damici, además, está envejecido mediante maquillaje, lo que demuestra la calidad del trabajo de efectos especiales presente en el film, ya que mientras el hombre lobo llama mucho la atención, no es hasta leer los títulos de crédito que uno se da cuenta de que a Damici se le ha añadido por lo menos una década de años mediante maquillaje.

El guion también está muy bien construido. Los ataques representan el inicio y la parte final del film, la parte central se dedica a desarrollar el personaje y construir suspense. Los toques de drama y comedia en esta sección central contribuyen a que la trama se desarrolle de forma fluida, manteniendo al espectador interesado de principio a fin.

Late Phases no es una película revolucionaria, pero es una tremenda entrada dentro del género de los hombres lobo. Logra su objetivo de ser una entretenida peli de monstruos, con un carismático protagonista.

1 dic 2020

The Taking of Deborah Logan

 

Puede que el found footage sea el único género en el que tener un acabado pulido o contar con actores reconocibles en el reparto es un inconveniente más que una ventaja. Es el caso de The Taking of Deborah Logan (Adam Robitel, 2014), un found footage que es posible hubiera funcionado mejor filmado de forma "tradicional".

El film está formado principalmente por el documental que filma Mia Medina (Michelle Ang) como tesis de fin de carrera. El documental trata sobre los efectos del Alzheimer, centrándose en Deborah Logan (Jill Larson), paciente de Alzheimer, y su hija Sarah (Anne Ramsey). A medida que la enfermedad avanza, el comportamiento de Deborah se va haciendo más extraño, hasta que se hace evidente que está sucediendo algo de naturaleza sobrenatural.

The Taking funciona principalmente en su parte central. Vamos siguiendo la evolución de Deborah Logan y poco a poco se van introduciendo elementos inquietantes que van escalando en importancia. Pero cuando llega a la última parte, el film se vuelve bastante "Hollywood", con giros predecibles, imágenes ya vistas y un predecible final. Elementos que habrían pasado más desapercibidos, repito, si se hubiera filmado la película siguiendo un estilo narrativo más habitual que hubiese permitido desarrollar mejor la historia. Porque la historia es interesante, pero solo se ofrecen pequeños trazos debido al formato.

Y también hay ciertos problemas con la manera en que desarrolla el found footage. Utilizar actores reconocibles le resta efectividad y credibilidad al concepto. También utiliza recreaciones del pasado que son obvias recreaciones con maquillaje y peluquería, siendo muy obvio que no se trata de filmaciones antiguas, lo cual no habría sido un problema utilizando cualquier otro estilo narrativo.

The Taking of Deborah Logan es una entrada mediocre dentro del género (lo cual parece ser la norma en la filmografía de Adam Robitel). Esto quiere decir que tiene momentos efectivos y algún hallazgo interesante, pero no tanto como para convertila en una película memorable.