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23 jun 2020

Joel Schumacher, adiós a un maestro de la estética cinematográfica

 
La última sesión que hizo el Phenomena, antes de cerrar por el estado de alarma y el confinamiento, fue una memorable doble sesión: Pesadilla en Elm Street (A Nightmare in Elm Street, Wes Craven, 1984) y Jóvenes ocultos (The Lost Boys, Joel Schumacher, 1987). Aunque la tengo en casa, hacía bastante que no veía Jóvenes ocultos y verla por primera vez en pantalla grande fue toda una experiencia, una película de su tiempo, pero todavía moderna y relevante.

Esta cualidad es la que define el cine de Joel Schumacher, recientemente fallecido. Un gran ojo para la estética, para crear películas visualmente interesantes, aunque algunas no lo fueran en otros aspectos. Schumacher fue bastante irregular, dirigiendo películas clásicas y memorables, como Jóvenes ocultos, Línea mortal (Flatliners, 1990), Un día de furia (Falling Down, 1993), Última llamada (Phone Booth, 2002) y la genial Asesinato en 8mm (8MM, 1999), pero también otros títulos olvidables que pasaron sin pena ni gloria. Pero es de admirar que nunca se escondiese de las películas de Batman que dirigió, las hoy infames Batman Forever (1995) y Batman y Robin (Batman and Robin, 1997). Incluso les dedicó audiocomentarios cuando se editaron en Blu-ray. Puede que las películas no fueran muy buenas, pero resultaba interesante escuchar al propio Schumacher analizándolas, explicando cómo se convirtieron en los espectáculos kitsch en que se convirtieron.

Es posible que su nombre no se pronuncie mucho cuando se hagan listas con los grandes directores contemporáneos, pero muchas de sus películas vivirán para siempre. Lo cual creo es mucho más importante para un director que el que su nombre aparezca en alguna lista creada por snobs y hipsters a la que nadie hará caso.

24 oct 2011

Última llamada (Phone Booth)


Ay, este Schumacher. Tengo una regla (la única en lo que se refiere a qué películas ver) que llamo "la regla de las tres películas". Consiste en que si veo tres películas de un director que no me gustan, dejo de seguirlo y me despreocupo de lo que haga. Sin embargo, con Schumacher no puedo seguir esta regla porque es tremendamente irregular, capaz de hacer buenas y malas películas dependiendo del proyecto en el cual trabaje. De ahí que el verano del 2003 me encontrase en una sala de cine esperando a que empezase la nueva película de Joel Schumacher, cruzando los dedos porque fuera el Schumacher de Jóvenes ocultos (The Lost Boys, 1987) y Un día de furia (Falling Down, 1993), no el de Elegir un amor (Dying Young, 1991) o el que hizo esas películas de Batman.

Había un importante factor que jugaba a favor de Última llamada: el guion corrió a cargo del maestro Larry Cohen. Éste originalmente concibió la idea trabajando con Alfred Hitchcock en los 60, pero no pudieron determinar un argumento que hiciese plausible que transcurriese toda la película en una cabina telefónica. Cohen finalmente tuvo la inspiración de convertir al villano en francotirador, actualizó el guion para el siglo XXI y convirtió la película en un éxito, posibilitando que varios de sus guiones entraran en producción rápidamente.

Sin llegar a la hora y veinte de duración, la película consigue mantener la tensión a lo largo de todo el metraje. De hecho, cuando la volví a ver este fin de semana me sorprendió descubrir lo bien que se había conservado en este aspecto. Hay que ser justos y hay que admitir que Schumacher sabía lo que hacía cuando filmó esta película y la editó con Mark Stevens, haciendo que el ritmo y la tensión no decaigan. Por otro lado, Schumacher hace un buen uso de las pantallas partidas como recurso narrativo, cumpliendo una importante función: transmitir información al espectador sin apartarnos en ningún momento del centro de la acción, en lugar de ser usadas como simple recurso estético superficial.

Otro factor que ayuda a mantener la tensión y el arco de las interpretaciones fue que las escenas se filmaron en orden cronológico, algo muy muy raro en el rodaje de una película. También se dejó cierto espacio para la improvisación y las reacciones espontáneas que le dan un toque más auténtico.

En el terreno artístico tenemos como protagonista a Colin Farrell. Farrell no es que sea precisamente un actorazo, pero cumple bien su trabajo aquí, más teniendo en cuenta que es un irlandés haciendo de neoyorquino y que aguanta parte del peso de la película. Forest Whitaker hace su habitual "hombre angustiado", Radha Mitchell está algo desaprovechada como la esposa del protagonista y Katie Holmes por fortuna no molesta, interpretando un papel secundario que no la obliga a hacer mucha cosa aparte de estar ahí.

Pero, dejando de lado el guion de Cohen y la habilidad con la cámara de Schumacher, uno de los factores principales por los que esta película funciona se resume en dos palabras: Kiefer Sutherland. Sutherland interpreta la voz del misterioso psicópata que tiene atrapado al personaje de Farrell en una cabina. Y su papel es esencial porque en una película de estas características, si el villano no resulta interesante no funciona la película. Pero Sutherland consigue crear un personaje interesante (más aún teniendo en cuenta que no aparece en pantalla durante el 99% del metraje) mezclando las dosis adecuadas de locura, maldad e hijoputez.

En breve, volver a ver esta película tras mucho tiempo sin hacerlo fue una experiencia agradable y su aspecto de cuento moral no me molestó. La recomiendo sin prejuicios. Aunque no puedo despedirme sin referir una historia que no sé si es cierta o no, pero desde luego lo parece: los productores y el guionista antes de hablar con Schumacher se reunieron con Michael Bay. La primera pregunta que hizo Bay fue: "Vale, ¿cómo sacamos al protagonista de la cabina?" Michael Bay, damas y caballeros, el Spinal Tap del cine.

11 jul 2011

Asesinato en 8mm. (8MM)


Tras el gran éxito de Seven (Se7en, David Fincher, 1995), el guionista Andrew Kevin Walker no tuvo muchos problemas para vender su nuevo guion: Sexy World. Como el anterior, era bastante oscuro y trataba un tema no muy fácil de vender en lo que resultaba un cruce entre A la caza (Cruising, William Friedkin, 1980) y Hardcore, un mundo oculto (Hardcore, Paul Schrader, 1979).

Asesinato en 8mm. (8MM, Joel Schumacher, 1999), como finalmente se tituló, retrata el descenso a los infiernos del detective Tom Welles (Nicolas Cage) mientras intenta determinar la autenticidad de una película snuff. Mientras seguimos las andanzas del detective Welles, guiado por el una vez ambicioso y hoy derrotado Max California (Joaquin Phoenix), vemos como le afecta y transforma todo lo que ve al tiempo que se empieza a encariñar con la víctima Mary Anne Mathews (Jenny Powell).

8MM es un filme oscuro y absorbente que no resulta fácil en el espectador ya que lanza preguntas morales y adopta ciertos giros que pueden provocar cierto desasosiego en todo aquel que busque algo de simple entretenimiento.

Uno de los temas que trata es la fascinación del ser humano por el morbo, por lo prohibido. Ver que hay más allá de los límites. Esta temática está ligada en la película a la búsqueda de una justificación para el mal. Vemos a Tom Welles continuamente preguntando "¿por qué?" sin recibir ninguna respuesta. Esto es, ninguna respuesta satisfactoria, ninguna justificación. Nada que ayude a entender por qué alguien es capa de hacer ciertas monstruosidades aparte del placer que le provoca.

Pero hay otros dos aspectos de la película que, personalmente, encuentro más interesantes. Uno de ellos es la obsesión, como Welles empieza a obsesionarse en su búsqueda yendo más allá de lo que requeriría el deber. Esta obsesión forma parte del arco del personaje, en el cual vemos como el seguro y tranquilo Welles se va transformando, perdiendo su inocencia y cambiando su visión del mundo. El otro aspecto interesante resulta en que por primera vez, o por lo menos yo no lo había visto antes, tenemos a un personaje que cuando se embarca en una venganza le resulta difícil matar a un ser humano. Es decir, desde John McClane hasta Indiana Jones es bastante habitual que el héroe vaya matando tipos malos con bastante facilidad y sin pensárselo dos veces. Y no es que lo critique, pero lo que diferencia esta película de cualquier otra película con algo de acción, es que al protagonista no le resulta fácil matar y no suelta una frase graciosa al hacerlo. De hecho, todas las acciones que lleva a cabo tienen un precio moral, le afectan profundamente. Y es en este aspecto que resulta difícil para los espectadores ya que no se les ofrece la exaltación que normalmente se encuentra en argumentos "vengativos" sino con el coste psicológico de matar a un ser humano por muy despreciable que este sea. De ahí que la película no sea simple exploitation y esté cerca del drama.

Son posiblemente estos detalles los que descolocaron a los espectadores en su momento, no habituados a este tipo de película viniendo de una gran productora y protagonizada por una gran estrella. Es dura y oscura y no pretende hacer sentir bien al espectador.

Según IMDb, los intentos de la productora por suavizar el guion original provocaron tensiones entre Walker y los productores, a lo que se sumó el director Joel Schumacher que, aparentemente, también suavizó la historia lo que acabó desencadenando que Walker se desentendiera completamente del proyecto. Sin embargo, Schumacher cuenta, en el audiocomentario incluido en la edición en DVD, que el conflicto entre él y Walker surgió cuando, para que la película no pasase de las dos horas, Schumacher cortó una parte de la película que contaba como Tom Welles intenta salvar a otra chica de las garras de los pornógrafos clandestinos y falla.

No sé qué sucedió realmente, pero teniendo en cuenta lo honesto que es Schumacher disculpándose por Batman y Robin asumiendo todas las culpas del desastre, me inclino a darle la razón al director. Primero, porque la película ya es bastante oscura tal y como es. Seguramente, como indica Roger Ebert en su crítica sobre la película, habría sido calificada NC-17 (prohibida la entrada a menores de 17 años) en lugar de R (menores de 17 años acompañados de un tutor) sino fuera porque venía respaldada por un gran estudio y no era una película de bajo presupuesto. Creo que si hubiese sido aún más oscura habría afectado negativamente a la película. Y segundo, creo que fue acertado cortar la subtrama de Welles y la chica ya que funciona mejor narrativamente la película si se centra en la relación entre Welles y Mary Ann Mathews, ya que enfatiza la relación de tintes necrifílicos entre ambos y el aspecto obsesivo de la trama.

No es una película fácil (recuerdo salir del cine cuando la vi pensando: "buf, necesito una ducha después de esto") pero me parece muy interesante. Además, mejora cuando la vez por segunda vez. También resulta interesante el comentario de Schumacher que viene en el DVD, especialmente una reveladora anécdota que cuenta sobre la fascinación por el morbo que siente el ser humano. Se hizo una secuela (!) directamente para el mercado del vídeo, pero aparte de que existe no sé más.

20 jun 2011

Batman en los noventa


Muchos lectores de los cómics protagonizados por Batman estarán de acuerdo en que hasta la llegada de las películas de Christopher Nolan, este personaje no había sido retratado con fidelidad en el cine. Anteriormente comenté la película de los 60 aquí y ahora me gustaría echarle un vistazo a las cuatro películas que se realizaron en la década de los noventa, por si el título del post no lo dejaba claro.

Batman (1989) de Tim Burton llegó en un momento en el cual las adaptaciones de cómics y los superhéroes no eran un género precisamente prestigioso. Desde el estreno de Superman (1978) de Richard Donner, el cine de superhéroes había caído en una progresiva decadencia y generaba productos infumables. Las series televisivas, como la que protagonizó Spiderman en los 70, eran puro camp y no ayudaban a que se tomara el género en serio.

Estando como estaba el panorama, no es de extrañar que la película de Tim Burton fuese un tremendo éxito de taquilla que generó una increíble batmanía. Para los que no la vivieron puede que sea algo difícil de entender, pero Batman estaba en todas partes. Rebuscando por casa he encontrado una ingente cantidad de merchandising de la época, cosas como chapas o una camiseta que regalaba la Coca-Cola, que entonces era negra y ahora es gris. Es curioso leer el correo de los lectores y las noticias que salieron en los tebeos de la época. He aquí dos fragmentos de cartas publicadas en el número 27 de la colección Batman que publicaba entonces ediciones Zinco:

"Estoy pasando el verano en Xabia (...) Bueno, el fenómeno es evidente. Por aquí lo llaman Batmanía. (...) Simbolitos del murciélago adornan pubs de la costa. Por la playa, grupos de jóvenes visten la camiseta con el círculo amarillo del murciélago. La música de Prince inunda literalmente cada local".

"Estoy algo sorprendido. Hasta la fecha, finales de julio -la película se estrenó en España en septiembre de 1989-, tengo ya contabilizados tres amplios artículos sobre la película (...) en revistas de cine y música, otro artículo en un periódico de gran tirada, cuatro espacios en emisoras de rádio (...), dos espacios en televisión (...) y, por supuesto, el estreno a bombo y platillo del videoclip del Batdance de Prince en el programa Rockopop".

Ahora no parece gran cosa, ya que estos fenómenos se producen cada verano con el gran estreno de la temporada, pero entonces era algo inédito comparable sólo al estreno de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977).

La primera vez que la vi en el cine de pequeño me pareció fabulosa, una obra maestra. Luego, en la edición especial en DVD, me pareció más regular, con algunos problemas de edición. Y viéndola en Blu-ray es un poco una mezcla de las dos reacciones. Las canciones de Prince me parecen infumables, lo son hasta para sus seguidores, aunque compensada por la excelente banda sonora de Danny Elfman y el guion resulta algo flojo y predecible, pero a pesar de ello resulta bastante entretenida. En retrospectiva, abundan las críticas respecto al hecho de que Burton creara una realidad alternativa alejada de los ambientes urbanos realistas por los que Batman se movía, creando una especie de época atemporal mezcla de cosas modernas y antiguas. Sin embargo, creo que teniendo en cuenta como era la moda de 1989, creo que la película sale ganando en ese aspecto y los que critican el diseño deben tener mala memoria (o ser un pelín horteras).

El resultado final resulta interesante en cuanto a diseño, pero la historia y los personajes resultan muy típicos y tópicos, algo habitual en el cine de Burton. Algunos de los problemas en términos de guion se solventaron en la siguiente entrega: Batman vuelve (Batman Returns, 1992).

Cuando vi Batman vuelve en el cine me dejó algo frío, pero con el tiempo ha aumentado mi apreciación hacia esta película. No obtuvo los mismos resultados de taquilla que la primera, aunque estuvo cerca, y la Catwoman y el Pingüino de la película no guardan ninguna relación con sus contrapartidas de los tebeos, aparte del nombre; pero resulta una película más interesante que la primera entrega, aunque tampoco destaque la acción, que parece ser no es el fuerte de Burton. Lo que sí es el fuerte de Burton son los toques góticos que se le añaden a la película, además de un reparto en plena forma.

El que debería haber sido el punto fuerte de la película, la relación entre Catwoman y Batman, pasa casi a un segundo plano centrándose en el Pingüino que encarnó con placer Danny DeVito. Más placentera para el espectador es Michelle Pfeiffer como Catwoman.

Ambas películas de Burton sufren de un mismo defecto: un conocimiento superficial del material en el que se basan. Los argumentos están cargados de tópicos que hacía tiempo los cómics habían abandonado, rescatando una narrativa propia de los años 30 y 40, sin tener en cuenta la evolución que había sufrido el personaje, algo que sí tuvieron en cuenta David Goyer y Christopher Nolan. Es tal vez esto lo que hace que, vistos hoy día, resulten filmes interesantes y bien realizados pero algo pasados de moda. Burton, como ya he dicho, no es un experto dirigiendo secuencias de acción, muy poco imaginativas si tenemos en cuenta el esfuerzo destinado a crear los decorados, lo cual les quita algo de brillantez a las películas, pero tienen detalles y escenas curiosas que acaban inclinando la balanza a su favor.

Por supuesto, ambas parecen obras maestras comparadas con las dos siguientes películas que se sumaron a la saga: Batman Forever (1995) y Batman y Robin (Batman and Robin, 1997), ambas dirigidas por Joel Schumacher.

Si cuando se estrenó Blade Runner (Ridley Scott, 1982) todo el mundo la puso a parir, menos cuatro gatos, y al cabo de unos años todo el mundo la considera una obra maestra y dice que ya lo dijeron en su momento, con Batman Forever pasó justo al revés: en el momento de su estreno fue un gran éxito y fue tremendamente popular, al cabo de unos años todo el mundo la considera un truño y una basura.

Es curioso, fue como un caso de locura colectiva. Ya comenté anteriormente que en su momento incluso me encontré con amigos que me insistían que la viese a pesar del mal rollo que me daba, que me decían que era muy buena. Posteriormente lo han negado o bajan la cabeza avergonzados al recordar su locura pasada.

Batman Forever parte del mismo defecto que las anteriores películas Batman: una visión superficial del material. En este caso, sus (ir)responsables se remontaron a la serie de los 60, llenando la pantalla de colores chillones y un diseño extremado. Al tono general de comedia y ridículo se le añadieron unos toques eróticos gay que acabaron de darle el toque de gracia a la película. Pero creo que lo peor sin duda fueron las interpretaciones(?) exageradas de Tommy Lee Jones y Jim Carrey.

Podríamos estar horas y horas hablando de lo terrible que es Batman Forever pero ¿para qué alargar la agonía? Lo cierto es que en su momento fue un gran éxito de taquilla y generó tal entusiasmo que el estudio le dio completa libertad a Schumacher para hacer lo que quisiera en la siguiente entrega: Batman y Robin.

Podéis leer el post que le dediqué a la última e infame entrega de la primera saga batmaniana aquí. Para no repetirme, simplemente añadir que es Batman Forever multiplicada por 10. El resultado es tan exageradamente hortera, kistch y ridículo que lo cierto es que me acabó gustando. Es decir, que me rio tanto de la película que me divierte bastante verla.

La conclusión final es: menos mal que llegó Nolan. También he de añadir que hace ya un tiempo que dejé de leer la serie regular de Batman, un poco por aburrimiento y otro poco porque han ido añadiendo tantos secundarios que ya no se trata de las aventuras de Batman sino de casi un ejército de vigilantes de la noche. Podéis encontrar un pack en Blu-ray con las cuatro películas al precio de lo que te cuesta una aquí en la rama británica de Amazon, la misma edición que se encuentra a la venta en España.




26 nov 2010

Asomándose al horror definitivo: Batman y Robin



Existen, por un lado, buenas películas y malas películas. Luego, por otro lado, están las películas que nos gustan y las películas que no. Si nos gusta una película es porque es buena, por supuesto.

Falso.

Una película nos gusta o no dependiendo de cómo nos hace sentir, eso a su vez depende de nuestra educación, de nuestras experiencias vitales y de todo lo que hemos visto, leído y oído con anterioridad. Por ello el tiempo y la edad son también factores importantes: películas que no nos gustaron en un momento de nuestra vida puede que en otro sí y viceversa. Saber reconocer los valores estrictamente cinematográficos (fotografía, edición, dirección, etc.) nos sirve para poder racionalizar ante los demás por qué nos gustó tal o cual cosa y justificarnos. Nuestra habilidad para racionalizar y justificar la razón por la cual una película nos parece buena o mala hará que nuestra opinión sea considerada válida o no. Pero todo el mundo parte de la base de que tiene buen gusto y de que todo aquello que le gusta es bueno en cuanto a calidad se refiere. Algo que, personalmente, creo erróneo.

Siempre me he considerado un cinéfago, y he corregido muchas veces a todos aquellos que me calificaban de cinéfilo. La razón es que no tengo prejuicios en cuanto géneros, países, año de producción y otros mil factores por los que la gente decide o no que una película es buena o mala. Yo veo un montón de películas sin hacer distinciones: puedo disfrutar de una de Bert I. Gordon y de una de Jean-Luc Godard con el mismo placer.

Con el tiempo desarrollé un gusto particular por películas que eran no malas, sino monstruosamente malas. Me refiero a títulos como Las mujeres gato de la luna (Cat-women of the Moon, Arthur Hilton, 1953) o Robot Monster (Phil Tucker, 1953). En otras palabras: cine basura.

Jordi Costa define este cine de manera muy acertada como vanguardia casual. Es decir, la torpeza del director y los actores hace que la película roce el surrealismo y se convierta en una obra de arte pero sin que el director lo pretendiera, es el espectador quien completa la obra dándole una visión personal que la convierte en otra cosa.

Como he mencionado antes, el tiempo es un factor importante también en este aspecto. Es como le dice Belloq a Indiana Jones en aquella escena del café de En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, Steven Spielberg, 1981): este reloj es una baratija que no vale nada, pero entiérralo mil años y ya no tiene precio. Con el cine basura sucede lo mismo, es la perspectiva del tiempo la que separa las auténticas joyas del cine trash de las que son simplemente mediocres o malas películas sin ningún valor.

Toda esta larga introducción es para que entendáis de donde vengo cuando empiece a comentar la infame Batman y Robin (Batman and Robin, Joel Schumacher, 1997).

Cuando se estrenó la primera Batman (1989) de Tim Burton me pareció fantástica. La segunda, Batman vuelve (Batman Returns, Tim Burton, 1992), me gustó pero no tanto. En 1995 se estrenó Batman Forever de Joel Schumacher. Habiendo visto el tráiler me pareció que no me iba a gustar, así que pasé de ella. Sin embargo la película fue un grandioso éxito de taquilla, a todo el mundo le gustó Batman Forever. A todo el mundo. Estaba en todas partes. Pero yo seguía sin querer verla, más aún cuando mis amigos insistían de forma casi agresiva que tenía que ir a verla, que era buenísima. Finalmente, cuando salió en vídeo un amigo me la dejó insistiendo que tenía que verla.

La vi. Digamos que no me gustó. Digamos que me pareció hortera y un señor truño.

Para cuando se estrenó Batman y Robin en 1997 estaba harto del Batman de Schumacher y también pasé de verla, más cuando la anterior me pareció realmente mala. Mala en el mal sentido. Se estrenó y fue un fracaso.

Y pasa el tiempo. Aquel amigo que me insistía que Batman Forever era buenísima ahora me decía que tal vez tuviera razón y no acababa de entender como es que le gustó tanto en un primer momento. No es el único, simplemente leed lo que dicen de ella por Internet.

Y pasa más tiempo. Con la llegada del Blu-ray decidí renovar las versiones en DVD que tenía de los Batman de Tim Burton. Mi apreciación por ellas había cambiado: ahora Batman Vuelve me parece genial y Batman un poco floja, pero también la disfruto. En Amazon encontré un pack con todas las cuatro películas de Batman previas a Nolan en Blu-ray mucho más barato de lo que me costaría comprarme aquí las dos solas, así que compré el pack. Y vi Batman y Robin.

Volvamos otra vez a 1997 por un momento. Después del éxito masivo de Batman Forever, el estudio le dio completa libertad a Joel Schumacher para hacer lo que quisiera. Schumacher se reunió con Barbara Ling, la diseñadora de producción, que básicamente le señaló que, si le había gustado el estilo colorido de Batman Forever, aún podía llegar más lejos en términos de diseño, eso no era nada. Ambos se ponen a trabajar en el diseño de la película con el objetivo de superar lo que ya habían hecho. Akiva Godlsman repetiría como guionista.

Val Kilmer estaba ocupado con El Santo (otra "maravilla" de película) y George Clooney se convirtió en el nuevo Batman. Debido a la expectación que se estaba generando con esta película, insisto: provocada por el éxito y aceptación de la anterior, cuando se anunció la búsqueda de una joven actriz para interpretar a Batgirl, todas las jóvenes actrices de Hollywood se lanzaron como locas para coger un papel que posiblemente las convertiría en estrellas. Finalmente el papel se lo llevó Alicia Silverstone, con lo que automáticamente su valoración y cotización se disparó. Arnold Schwarzenegger interpretaría a uno de los villanos, con el objetivo de recuperarse de los fracasos de taquilla que estaba encadenando desde el inicio los noventa (con la excepción de las dos que hizo con James Cameron).

Finalmente la película se estrenó. Y no es que no gustase, es que la gente la odió. Fue no solo un fracaso de taquilla, dio, además, por terminada la carrera de Alicia Silverstone y Schwarzenegger vio como su carrera se hundía a ritmo acelerado. Fue también la primera película que se vio afectada por la mala prensa en Internet, la página Ain't it cool News acababa de nacer y propagó velozmente los horrores que se ocultaban en esa pieza de artesanía cinematográfica. El boca a oreja por la red mató rápidamente la película, un fenómeno que era nuevo.

Volvamos al 2010 y a mí introduciendo Batman y Robin en el reproductor Blu-ray.

La película me pareció un espectáculo tan abismalmente hortera, los diálogos tan increíblemente ridículos y las interpretaciones tan completamente malas que me quedé totalmente fascinado. Se gastaron 125 millones de dólares (una fortuna en aquel momento) para hacer una película que parecía un mal capítulo de la serie de los sesenta. Empecé a reír y a reír. Y al final la acabé disfrutando.

Disfruté del espectáculo que crearon unos artistas que, presas de una especie de locura colectiva, crearon una película que no es que sea un desafío al buen gusto, es que está más allá del mal gusto. Hortera no acaba de definir la monstruosidad de esta película.

Batman Forever es una película mediocre, el guión y las interpretaciones se quedan en la calidad de una tv movie. Pero Batman y Robin es tan demencialmente mala que se convierte en una pieza única de arte. Es tan abominable que se convierte en irresistible.

Por tanto, os confieso que disfruté y que me gustó Batman y Robin como muestra de lo que puede dar de sí un periodo de locura transitoria. Como algo tan extremadamente feo que se vuelve bello.

8 nov 2010

Jóvenes ocultos (The Lost Boys)



La primera vez que vi esta película, hace tiempo, no me acabó de gustar. Sin embargo, cuando la volví a ver en tiempos más recientes pude entrar mejor en el humor que impregna esta película de terror vampírico que Joel Schumacher estrenó en 1987:  Jóvenes ocultos (The Lost Boys). Una película que vista ahora llama la atención por como se adelantó a su tiempo. O tal vez sea más ajustado decir que fue la primera en iniciar la tendencia de los vampiros cool y molones, pero lo hace manteniendo el espíritu sobrenatural del vampiro sin caer en la moda de los virus sanguíneos tan populares entre los americanos.

La referencia a Peter Pan del título original no es casual. El guión original de Janice Fischer y James Jeremias estaba destinado al público infantil, y los protagonistas eran niños vampiro. Sin embargo, cuando Schumacher se sumó al proyecto lo hizo con la condición de hacer una película más adulta, elevando la edad de los vampiros a adolescentes. En esta reescritura del guión que llevaron a cabo Jeffrey Boam y Schumacher "los chicos perdidos" del título hacen referencia a las víctimas de los vampiros y tiene un sentido más alegórico en referencia a la eterna juventud de estas criaturas de la noche, un deseo muy común entre los humanos: alargar lo máximo posible la adolescencia.


Se sabe que eran vampiros molones porque no llevaban hombreras

 En la película de Schumacher las referencias a la presión de grupo y a las drogas están muy presentes en la narrativa de la historia. Sin embargo lo que realmente me llamó la atención fue el estilo del director a la hora de mover la cámara y plantear los planos, siendo algunos tremendamente imaginativos teniendo en cuenta la tecnología de la época. Muy moderno, sin caer en las estridencias ochenteras que uno esperaría del irregular Schumacher, que hace pelis buenas pero también algunas de calidad discutible.

El reparto también destaca: Jami Gertz está estupenda como inocente vampira pero especialmente resalta Kiefer Sutherland que demuestra una presencia de pantalla magnífica. Esta película también fue la que por primera vez juntó a Corey Feldman y Corey Haim, pero no se lo echaremos en cara.

La edición en DVD no trae ni un solo extra pero la edición en Blu-ray trae todos los de la edición especial americana. A disfrutarla.