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7 dic 2012

Soy una mala persona

No he visto Lo imposible (The Impossible, Juan Antonio Bayona, 2012) ni creo que lo haga. Hace tiempo, vi el tráiler en el cine y lo único que pensé fue "que mandra me da ver esto" y "tiene pinta de dramón buscalágrima al estilo del rollazo Mar Adentro". Es lo que pensé y el hecho de que estuviera dirigida por Bayona tampoco es que me incitara a verla.

Sin embargo, en cuanto se estrenó empezó la fiebre "imposible". Entrevistas a los protagonistas de la historia real, noticias de personas desmayadas en el cine ante el impacto emocional de la película y palmadas en la espalda de todo el mundo, como si hubieran estado con Bayona filmando, por el nuevo éxito del cine español... rodado en inglés y con actores internacionales que se parecen a las personas que interpretan como un huevo a una castaña.

Todo ello acompañado de algo que soy consciente que al explicarlo me va a hacer quedar como un imbécil, pero prefiero ser imbécil y honesto que gustar a todo el mundo. La cuestión es que cuando una película que genera el movimiento que genera Lo imposible se estrena, siempre se te acercan personas diciendo "tienes que ver esta película, es súperemocionante", "es una película que hay que verla", "la gente tiene que ver esta película" y otras frases del estilo. Esta manera agresiva de forzarte a que quieras ver la película viene acompañada de miradas de desprecio/incomprensión cuando les dices que ni quieres verla ni vas a verla. Y esta actitud la adopta normalmente (esa es mi impresión y es la parte con más números para hacerme quedar como un idiota) gente que no tiene ni idea de cine, que ve el cine como una afición, que ve el cine como algo que hacer el fin de semana. Puede que me equivoque, pero es la impresión que tengo, ya que si solo con el tráiler ya fui capaz de identificar todos los resortes que utiliza el director para provocar la emoción en el espectador (intentarlo al menos), creo que cualquiera con un mínimo de conocimiento cinematográfico identificará esa búsqueda de la lágrima fácil de la misma manera.

Hace nada tropecé con una crítica del film en Badass Digest y como no tengo intención de ver la película la leí, por la curiosidad de ver como es recibida en el mercado internacional. Esta crítica (que podéis leer aquí) señala otro detalle que hace aun menos "visible" la película para mí: se ignora completamente a la población Thai para centrarse en las experiencias de los turistas blancos que estaban allí. Su autor lo compara a hacer una película sobre el ataque a las Torres Gemelas protagonizado por una familia Thai en una torre y con todos los personajes protagonistas de nacionalidad Thai, donde los americanos son vistos de fondo y no se sabe nada sobre ellos.

Por supuesto, yo no he visto la película y no sé hasta que punto es cierto (y al crítico que la escribe no le gustaron nada dos filmes que a mí me gustaron mucho). También es cierto que estoy prejuzgando el film, sin haberlo visto presumo de saber cómo es simplemente por lo visto en el tráiler. Es cierto. Y también es cierto que estoy harto de que me hagan sentir como una mala persona por el simple hecho de que ni me interese esta película ni tenga ganas de verla.

Pues muy bien, soy una mala persona y Lo imposible me importa tres pitos. Ahora dejadme tranquilo, que me voy a ver Excision (Richard Bates Jr., 2012), es lo que hacemos las malas personas.


5 dic 2012

Un artículo de culto

La denominación "película de culto" ha ido perdiendo significado con el tiempo. La culpa de ello la puede tener la ignorancia, el abuso o el boogie (al fin y al cabo, es un ritmo diabólico).

En su sentido original, "película de culto" se usaba para calificar aquellas películas que en el momento de su estreno no se distribuyeron de forma apropiada, lo que las hacía películas completamente desconocidas, pero que, a pesar de ello, con el tiempo fueron ganando adeptos que las mantuvieron vivas y lograron que fueran conocidas y reivindicadas. Es el caso de películas como Spider Baby or, The Maddest Story Ever Told (Jack Hill, 1968), El carnaval de las almas (Carnival of Souls, Herk Harvey, 1962) o La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968). El clásico de Romero pasó completamente desapercibido hasta que a mediados de los años 70 fue "redescubierta" por la crítica francesa por un lado y por todos aquellos que la vieron en televisión por otro; algo parecido sucedió con Carnival of Souls. En palabras de Jack Hill, prácticamente nadie vio Spider Baby en el momento de su estreno, pero cuando fue editada en vídeo empezó a convertirse en la película favorita de muchas jóvenes adolescentes. Esta peculiar popularidad hizo que el resto del mundo la descubriera y alcanzara su actual estatus de clásico bizarro.

Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982) no acabarían de encajar en esta definición. Sí, fueron espectaculares fracasos de crítica y taquilla que con el tiempo se han visto reivindicados, pero eran grandes producciones que contaron con una adecuada distribución y de las cuales se sabía de su existencia. Yo diría que son un tipo diferente de película de culto, son como The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975). El film de Sharman fue un fracaso de taquilla que se convirtió en el fenómeno actual cuando se empezó a proyectar en sesiones golfas. El público acabó convirtiendo lo que era una burla de la película en una celebración de la película. Pero, repito, todas estas películas que han generado clubs de fans y seguidores acérrimos se diferencian de las primeras que he mencionado en que las primeras no tuvieron la exposición de la que gozaron filmes con un gran estudio detrás como La cosa, no pasaron años o décadas hasta que se supo de su existencia.

Supongo que películas como Carretera asfaltada en dos direcciones (Two-Lane Blacktop, Monte Hellman, 1971) están a medio camino de ambos tipos.

Luego tenemos las películas que en su momento fueron grandes éxitos de taquilla, siempre fueron muy populares y que se denominan "de culto" por el número de seguidores y fans que tienen, como La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) o Zombi (Dawn of the Dead, George A. Romero, 1978). En este sentido, se podría argumentar que La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) es una película de culto.

Pero lo curioso es que con el tiempo se empezaron a producir películas con voluntad de ser películas de culto. Cineastas como Frank Henenlotter abrazan la estética de serie B, la exploitation de bajo presupuesto (en oposición a las exploitations hollywoodienses) y el grindhouse de forma consciente y explícita. Darren Lynn Bousman declaró que había hecho Repo! The Genetic Opera (2008) con la intención de que se convirtiera en una pieza de culto a la Rocky Horror.

¿Este tipo de películas desvirtúa el concepto de película de culto? Yo creo que no. Como todo, este es un concepto que ha evolucionado. Antes se usaba esta expresión para calificar películas que habían salido de la oscuridad a la luz (y se sigue haciendo), ahora se usa más para calificar películas que abrazan cierta estética. No creo que haya nada malo en ello, pero siempre habrá puristas y fanáticos (los mismos que se rasgan las vestiduras por el nuevo fenómeno de las falsas geek girls) que quieren mantener todo inamovible y estático. Que todo esté perfectamente clasificado y ordenado. Algo que, en palabras de Rhett Butler, me importa un bledo. No me gusta Spider Baby porque sea una auténtica película de culto, me gusta porque es una locura muy divertida.

Esta especie de obsesión purista para determinar lo que es auténtico de lo que no me resulta muy cansina. Es como esta manía contra las falsas geek girls que he mencionado antes. Para los que no lo sepan, se denominan así a las chicas que van a las convenciones vestidas como personajes de ficción de la forma más provocativa posible con el ánimo de llamar la atención y que no son realmente aficionadas a los cómics o la ciencia ficción. ¿Y qué? ¿El hecho de que existan te impide leer cómics o ver películas? Porque yo sigo leyendo y viendo pelis tranquilamente.

Hace tiempo dejé de asistir a festivales, leer revistas de cine y seguir cualquier tendencia o moda. Cuando me encuentro con estos fanáticos clasificadores recuerdo por qué.

11 oct 2012

Otro de esos en que uso un pretexto para hablar de un tema pero la gente se queda en el pretexto y no lee el artículo


Battleship (Peter Berg, 2012) se estrenó esta primavera pasada. Considerada desde un primer momento una película ridícula por estar basada en un juego de mesa, los creadores hicieron todo lo que pudieron para que fuera un gran éxito de taquilla: el tag-line era el absurdo "De Hasbro, la compañía que te trajo Transformers" como si la compañía hubiera hecho algo más que vender juegos de Hundir la flota, la banda sonora incluye temas de AC/DC igual que en Iron Man (Jon Favreau, 2008) para que al menos sonoramente recordase a un éxito de taquilla, el argumento es muy sencillo y predecible y se gastaron millones en crear unos espectaculares efectos especiales.

Y sin embargo fue un fracaso de taquilla... en Estados Unidos. En Europa y otros lugares como Japón la película recaudó millones de dólares y fue un gran éxito en ese sentido. En Estados Unidos, donde se estrenó en plena temporada veraniega, la película se hundió, considerada estúpida y ridícula por basarse en un juego de mesa (en Transformers por lo menos tenían la excusa de la serie de dibujos), con un argumento que se lleva utilizando en el cine desde los tiempos de La Tierra contra los platillos volantes (Earth vs. the Flying Saucers, Fred F. Sears, 1956), y la gente se mantuvo alejada de la película. En Europa se hicieron las mismas críticas que en Estados Unidos pero la gente sí que acudió a verla, en número suficiente para que la película fuera un éxito y se salvara de la ruina, de modo que cuando finalmente se estrenó en su país de origen lo hizo ya convertida en un éxito económico.

Otros casos parecidos de películas que han sido fracasos espectaculares de taquilla en Estados Unidos pero grandes éxitos en Europa son Sombras tenebrosas (Dark Shadows, Tim Burton, 2012) y el remake Total Recall (Desafío Total) (Total Recall, Len Wiseman, 2012).

Lo que une todas estas películas además de triunfar aquí y fracasar allí es que, a pesar de eso, normalmente cuando se habla de ellas en Europa son consideradas "típicas producciones de Hollywood que tanto gustan a los americanos", implicando que el sofisticado gusto europeo está por encima de semejantes productos. Y la verdad es que en Estados Unidos estas películas no gustan, o por lo menos a la mayoría del público americano no les gustan. Sin embargo, en Hollywood han descubierto que cuanto más genéricas son las películas que hacen, mejor funcionan fuera de Estados Unidos, como si acabaran de descubrir el mercado internacional. De todos modos, el tópico de "los americanos tontos solo ven pelis de explosiones, los europeos listos disfrutamos de cine complejo" sigue tan sano como siempre (y aprovecho para decir que como todos los tópicos, este me parece una soberana gilipollez).

Este no es un fenómeno nuevo. El primer caso de este estilo que me llamó la atención fue Rambo III (Peter MacDonald, 1988). Esta tercera entrega de las aventuras de John Rambo es usada aún hoy día como ejemplo de "americanada", pintando a los rusos como malos malísimos y mostrando un héroe hipermusculado que acaba con todo lo que se mueve fácilmente. Pero en Estados Unidos la película fracasó precisamente porque se consideró maniquea y tendenciosa, mientras que en Europa fue un gran éxito de taquilla a pesar de las críticas.

Por tanto, estas superproducciones genéricas sirven para alimentar un tópico absurdo pero el hecho de que estas producciones se hagan es porque se cuenta con que serán éxitos seguros en Europa, Japón y el resto del mundo.

Es posible que la razón por la que Battleship fue un éxito en Europa y un fracaso en Estados Unidos sea la misma por la que los turistas compran esas horribles figuras de plástico de bailarinas flamencas o sombreros mejicanos en las tiendas de souvenirs que se pueden encontrar a lo largo de la Rambla de Barcelona.

Este último párrafo es el que se dedica a las conclusiones, pero lo cierto es que no sé si tengo alguna. Tal vez que los tópicos y los prejuicios son estúpidos. Tal vez que la calidad de una película no depende del dinero que haga o deje de hacer en taquilla. Tal vez que los europeos no son más listos ni los americanos más tontos, que el buen/mal gusto es universal. No lo sé, solo soy un humilde bloguero que busca el amor en todos los sitios equivocados.


11 sept 2012

Found footage, un nuevo ciclo de terror

Hace poco vi el episodio 12 de la 7ª temporada de Expediente X (The X Files, creador Chris Carter, 1993-2002). Debería ser la tercera o cuarta vez que lo veía, pero ahora me llamó la atención debido a la reciente moda de las películas de "metraje encontrado". Este episodio, titulado X-Cops, se trata de una especie de crossover entre Expediente X y el pionero programa Cops (pionero en cuanto a ser uno de los primeros reality shows). Al utilizar los códigos visuales y estilísticos de Cops, este episodio de las aventuras de Mulder y Scully resulta moderno hoy día por su semejanza con las películas found footage, de modo que el espectador actual que desconociese la existencia del programa Cops podría tomar este episodio como una muestra más del género.

Esto demuestra que este tipo de películas no es nuevo, aunque se hayan ahora mismo en la cresta de la ola de un nuevo ciclo dentro del cine fantástico y de terror.

El cine de terror es cíclico y estos ciclos se producen por cambios sociales y motivos económicos. Es decir, en un momento significativo socialmente se produce una película de terror que permite al espectador canalizar sus terrores e inquietudes reales de modo inofensivo, produciendo una catarsis. Esto hace que la película sea un éxito de taquilla y de forma inmediata se producen más películas que intentan aprovechar el éxito de esta primera película. La acumulación de imitaciones y copias acaba cansando al espectador y se diluye la popularidad y entusiasmo hacia el tipo de película que haya causado la moda, normalmente se marca el fin de ciclo con parodias y comedias que se mofan de los recursos explotados por las películas y aparece un nuevo ciclo que contrasta con el anterior, igual que el romanticismo fue seguido por el realismo.

Por ejemplo, durante la década de los 70 se estrenaron dos películas que fueron grandes éxitos y generaron un ciclo de cine de terror crudo, visceral, oscuro y pesimista: La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974) y El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973). Este ciclo terminó en los 80 con la llegada de los slashers y un cine de terror más lúdico, donde el humor se hace muy presente y abundan las autorreferencias, así como los efectos especiales de maquillaje se hacen los reyes de la función.

Por supuesto, los límites de estos ciclos son difusos. No es que un día se haga un tipo de película y al día siguiente se cambie, son procesos graduales donde se pueden detectar películas pioneras o primeros ejemplos de un nuevo tipo de película, algo de lo que uno se da cuenta a posteriori.

La reciente moda de las found footage tiene bastante en común con la fiebre slasher de los 80. Ambas tienen bastantes razones en común para sus respectivas popularidades, solo queda ver si sus ciclos de vida serán semejantes.

El inicio del siglo XXI, con la caída de las Torres Gemelas, la guerra de Irak y los vídeos de rehenes decapitados corriendo por Internet nos llega un nuevo ciclo de películas de terror crudas, pesimistas y salvajes que contrasta con la época políticamente correcta de los 90. Este nuevo ciclo primero nos trajo las mal llamadas torture porn. Este despreciativo término venía a describir las películas de terror en las cuales las víctimas eran torturadas de forma salvaje antes de morir. Las imitaciones y múltiples secuelas de Hostel (Eli Roth, 2005) y Saw (James Wan, 2004) se encargaron de quemar el género rápidamente y prácticamente desapareció de las pantallas en muy poco tiempo. Sin embargo, una nueva moda dentro de este ciclo estaba ya preparada para tomar el relevo: las found footage.

Los motivos económicos por los cuales estas películas son tan populares es bastante obvio, son muy baratas de producir y gracias a su mínimo presupuesto se garantiza un beneficio económico aunque la película no funcione muy bien en taquilla. Los motivos sociales ya son más difusos. Uno de los principales es que nos encontramos viviendo en una sociedad donde prácticamente todo el mundo lleva una cámara consigo gracias a la nueva tecnología de los teléfonos móviles, otro es la extensión de las nuevas redes sociales. Esto ha creado una "generación YouTube" en la que impera el "hazlo-tú-mismo", una filosofía parecida a la que acabó provocando la llegada del punk y la música garage como contraste a los cada vez más elaborados y sobrecargados rock progresivo y heavy metal. De ahí que, aunque este tipo de películas existen desde mediados de los 90 (ya sé, ya sé, los falsos documentales surgen en los 60, pero las películas mondo son antecedentes con un lenguaje distinto, igual que películas como Psicosis [Psycho, Alfred Hitchcock, 1960] son antecedentes de los slashers pero no son exactamente slashers) no es hasta ahora que realmente se han puesto de moda y se han hecho muy populares.

Otro factor importante es que la perfección es algo accesible en el cine. La alta definición y el avance en efectos especiales digitales hacen posible la creación de espectáculos increíbles de aspecto real. Pero el espectador sabe que no son reales y, como contraste, busca la imperfección. Es como los músicos que empezaron a incorporar los crujidos del vinilo en las grabaciones en CD. Se busca algo más crudo, visceral, que esté alejado de la grandilocuencia digital (aunque también en las found footage se utilizan efectos digitales).

Por supuesto, esta "imperfección" está cuidadosamente diseñada para generar un efecto, así que aquellos familiarizados con el lenguaje cinematográfico pueden rápidamente detectar la "artificialidad" de estas películas. Los movimientos bruscos de cámara, los cortes escondidos en panorámicas, convertir la cámara en un elemento más de la acción o un guion casi inexistente son algunos de los recursos utilizados por estas películas para lograr su efecto.

Su aparente sencillez (y lo baratas que son) hace que se produzcan muchos títulos de este género, lo que puede acabar quemándolo. Igual que los slashers, las found footage puede que parezcan muy sencillas y simples en la superficie pero es difícil hacer una película de este estilo que sea realmente buena y efectiva. En otras palabras, hay muy pocos [REC] (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007) y muchos Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves, 2008).

¿Qué le aguarda a este género en el futuro? No lo sé, supongo que lo mismo que a otros géneros: cansancio del público debido al exceso de producciones de este tipo, desaparición momentánea y posterior resurrección. Solo el tiempo nos dará la respuesta.

27 ago 2012

El por qué de El Cinéfago: Las películas que me cambiaron la vida


Parece que fue ayer cuando celebraba el post 500 con artículo especial y ya estamos en el post 666, casi 167 artículos más. Para el 666 había pensado hacer algo especial relacionado con tan satánico número, pero luego me di cuenta que ya había comentado todas las películas que uno podría relacionar con este número, así que he pensado hacer otra cosa, algo realmente especial: un recorrido por las películas que me marcaron. No es una lista de mis películas favoritas, ni una lista de las que creo son las mejores películas de la historia, sino un recorrido por aquellas películas que acabaron por configurar mis gustos, manías y preferencias para bien y para mal. De casi todas ya he escrito largos artículos que podéis leer clicando en el título, aquí solo haré referencia a aspectos emocionales o personales.


King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsak, 1933): Esta es la primera película que recuerdo haber visto y me marcó para toda la vida. Pura magia, es en esencia lo que busco todavía hoy cuando voy al cine. Esa magia que descubrí en la Isla de la Calavera. Me marcó Fay Wray, me marcaron los monstruos de la isla y no es que me marcara, es que me rompió el corazón ver a Kong caer. ¡Malditos aviones!




El doctor Frankenstein (Frankenstein, James Whale, 1931): Debería tener unos cinco o seis años cuando vi esta película. La vi en VO, ya que mi padre la grabó de La 2, que durante un tiempo emitió películas en VO. No pillé mucho, pero se me quedó grabado el monstruo. Parecía tan triste.




Planeta prohibido (Forbidden Planet, Fred M. Wilcox, 1956): Una fantasía a todo color que no me cansaba de ver. De pequeño me pareció espectacular, sobretodo el monstruo invisible cuando de repente ¡se hace visible! Y es enorme. E-nor-me. Durante mucho tiempo pensé que Robby el Robot era un robot de verdad.




El experimento del Dr. Quatermass (The Quatermass Xperiment, Val Guest, 1955): Me llenó de terror ver como un humano se transforma en una cosa. De alguna manera se quedó grabado en mi subconsciente y es un motivo que he repetido muchas veces en los cuentos que he escrito. También hizo que desde un principio me atrajera el cine de David Cronenberg, del cual tenéis toda la filmografía comentada en el blog.



Estas cuatro películas me marcaron profundamente porque las vi entre una edad indeterminada y los 7 años. Las siguientes las vi a partir de los 7 años, me impactaron pero no de la misma manera casi traumática.


Alarma: catástrofe (The Medusa Touch, Jack Gold, 1978): La mirada enloquecida de Morlar (entonces no sabía que estaba interpretado por Richard Burton) me persiguió durante mucho tiempo. No sé si mi madre buscaba traumatizarme cuando me grabó esta peli, pero casi lo consigue. Hasta mucho más tarde no supe como se llamaba, pero su aterrador final estuvo mucho tiempo presente en mi cabeza y no pude evitar recordarlo cuando las Torres Gemelas cayeron. Puede que Carrie se cargara a unas cuantas personas, pero es que Morlar podía acabar ¡con todo el planeta!




Gremlins (1984, Joe Dante): Seguro que nadie ha oído hablar de esta peli. En todo caso, monstruos verdes causando caos y destrucción. Lo que se quedó conmigo, sin embargo, es el tono, esa mezcla de terror y comedia que también aplico en los cuentos que escribo.




Una pandilla alucinante (The Monster Squad, Fred Dekker, 1987): Un grupo de chavales enfrentados a los monstruos clásicos de la Universal, es como si alguien hubiera hecho una peli de mí. Esta peli también me enseñó una cosa: yo no era raro, había más gente como yo en el mundo. Ya no se hacen pelis tan maravillosamente irresponsables e incorrectas.




Videodrome (David Cronenberg, 1983): La primera vez que la vi no entendí muchas cosas de esta peli, debería tener unos 11 o 12 años. Pero a pesar de no entender muchas cosas, me fascinó, no se parecía a nada que hubiese visto antes. Fue el primer paso hacia una manera más madura de ver el cine, en lugar de simplemente ver de forma pasiva la historia que se cuenta.




Suspiria (Dario Argento, 1977): Uau. Una película que más que verla, la experimentabas. Cuando la pillé en el videoclub pensé que sería la típica cinta de terror pero me encontré con algo mucho más potente. Uau.




Phantasma (Phantasm, Don Coscarelli, 1979): Esta peli la vi más tarde que el resto de pelis referidas aquí, cuando ya era un "adulto" de 14 años. Me pareció surrealista e inquietante, pura atmósfera. Era otra peli que se salía de la norma y que me acabó enganchando a estas pelis que se salen de lo común, que no siguen territorios familiares. Que son más raras que un perro verde, vamos.




La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982): Cuando todo el mundo babeaba con ET, yo estaba aterrorizado por la criatura metamórfica que Carpenter desató en las pantallas de cine. Aterradora, inquietante, fantástica. Una obra maestra que ha estado conmigo casi toda mi vida. Me dio mucho miedo cuando la vi de niño y me fascinó al mismo tiempo. Esa sensación de paranoia que consigue crear Carpenter, esos personajes inolvidables, esa música de Morricone... Al final todo se reduce a que cuando la vi de niño me dio mucho, mucho miedo.

13 ago 2012

El moderno Prometeo: Creadores y creados


Si empezáis a leer esto buscando respuestas, me temo que os decepcionaré. El objetivo de este artículo es reflexionar sobre algunas cuestiones puestas de nuevo de actualidad por el film de Ridley Scott Prometheus (2012), aunque son temas que nunca nos han abandonado.

En mi breve comentario sobre el film escribí que no era una película profunda, pero intentaba serlo. Esta opinión se basa en el hecho de que plantea de forma directa y verbalizada sus temas y preguntas a través de los personajes que la protagonizan. En cambio, por coger una película que ha tenido mucha influencia en este film, en 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968) no se nos plantea de forma directa o verbal ninguna cuestión, todos los temas e incógnitas surgen de forma natural a través de la historia que se nos cuenta. Eso no quiere decir que Prometheus ande escaso de ideas. Me gustaría centrarme en dos de las principales (otra manera de decir que son las que más me han interesado).

Prometeo, en la mitología griega, es el Titán que devolvió el fuego a la humanidad. Es decir, tras un primer engaño para que los dioses se quedaran la parte más insignificante de los sacrificios, Zeus como castigo decidió robarle el fuego a la humanidad y Prometeo lo recuperó. La venganza por esta segunda afrenta no se hizo esperar: primero Zeus envió a Pandora con una vasija llena con todas las desgracias existentes para que se casara con Epimeteo, el hermano de Prometeo. Pandora acaba abriendo la caja haciendo que las desgracias se liberen por el mundo. Después Zeus hizo que encadenaran a Prometeo en el Cáucaso donde un águila le devora el hígado, que le crece de nuevo por la noche al ser Prometeo inmortal.

Hay dos cosas que resultan de interés en este mito en relación con el film de Scott. Al igual que Prometeo, los protagonistas obtienen un conocimiento que esperan sea beneficioso para la humanidad y acaban provocando su posible destrucción. Esto es algo que aparece de forma repetida en la ciencia ficción y que se resume de la siguiente manera: "la ignorancia es la felicidad". Ya en la mitología cristiana la humanidad es expulsada del paraíso por comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. El conocimiento, se nos repite una y otra vez desde distintas religiones, es más perjudicial que beneficioso.

Está claro que es más fácil controlar a una población ignorante a través de la religión que a una informada. Pero dejando de lado la política, la ciencia ficción está llena de cuentos morales sobre el uso equivocado de un conocimiento recientemente adquirido. Sin embargo, en estos relatos (e incluyo en ellos Prometheus) no es que el conocimiento sea malo, parece que se trata más bien del uso que se hace de ese conocimiento y de la madurez y capacidad de control que se tiene para no darle mal uso.

Es posible que, antes de la II Guerra Mundial, se considerase que querer desentrañar los secretos de la vida fuera entrar en terrenos de Dios, por ello se recibe un castigo. Después de la II Guerra Mundial, con la creación de las bombas atómicas, parece ser más bien que el enemigo no es tanto la ciencia como el uso que se hace de ella. En todas las películas de la saga Alien siempre está presente la constante amenaza del intento de una monstruosa compañía de convertir a los Aliens en armas biológicas.

Tarántulas gigantes, hormigas gigantes, Godzilla... ¿Son estos los monstruos que crea el sueño de la razón? Parece ser que sí. Tras la II Guerra Mundial el miedo a la ciencia descontrolada parece descontrolarse.

¿Esto no dice más sobre la opinión que se tiene de la especie humana que sobre las maldades de la ciencia? Es posible que todas estas películas y cuentos y novelas sobre los peligros del conocimiento no sean más que otra manera de decir que somos una especie peligrosa, con una habilidad asombrosa para transformar cualquier beneficio en un perjuicio.

Lo que me lleva a preguntarme si los Ingenieros no son más que un reflejo distorsionado de nosotros mismos.

Volviendo al mito griego, hay otro detalle interesante: Pandora es creada por Zeus a partir de arcilla. Adán, tanto en la mitología cristiana como en la judía y la musulmana, también es creado a partir de arcilla. Mientras que a Zeus las cosas le salen bastante bien, en lo que a Pandora se refiere, parece ser a Dios no le salen tan bien: la Biblia está llena de parábolas y cuentos donde Dios castiga de diversas formas a su díscola creación. El mito judio del Golem nos presenta un hombre creado de arcilla para proteger los guetos judíos de Praga; el Golem luego se descontrola y empieza a atacar a aquellos que se supone debe proteger, así que es destruido.

La creación díscola más famosa es, claro, el monstruo de Frankenstein que Mary Shelley presentó en la clásica novela Frankenstein o el moderno Prometeo. La introducción de Frankenstein en el cine llevaría, con el tiempo, a crear la figura del mad doctor que en cientos de películas lleva a cabo algún experimento loco que se descontrola y acaba significando su propia destrucción.

Siempre he pensado que la presencia de tantas criaturas rebeldes que acaban destruyendo a sus creadores era una manera de representar el miedo generacional, el miedo a las generaciones futuras. Lo nuevo acabando con lo viejo. En la novela de Shelley es interesante notar que el monstruo empieza siendo bondadoso, pero tras ser abandonado por su creador, su padre, y verse sometido a diversas penurias por una sociedad que no le comprende, la criatura decide vengarse atacando de forma implacable a su creador.

El monstruo de Frankenstein es, básicamente, un adolescente que alcanza la madurez.

Lo interesante en Prometheus es que en esta ocasión somos nosotros el monstruo que sufre y no entiende por qué su creador le odia. Es una manera de tratar el tema del enfrentamiento entre creadores y creados bastante original. La búsqueda de respuestas parece llevar a resultados insatisfactorios. Lo que a su vez genera nuevas preguntas y nuevos viajes.

Tal vez lo que importa no son las respuestas. Tal vez lo que importa son las preguntas, hacerse preguntas, cuestionarse uno mismo. No quedar satisfecho simplemente con una respuesta. La búsqueda es lo importante. Por eso es mejor el cine que no ofrece respuestas, sino que hace preguntas. Las respuestas que nos ofrece el cine, como el origen de la Fuerza en la saga galáctica de George Lucas, son casi siempre insatisfactorias. Mientras que las preguntas mantienen vivo el intelecto y la obra que las ha planteado.


3 may 2012

¡Numeral, numeral! ¡Viva la numeración!


No acabaré de entender jamás la afición que tiene la gente por las listas. Las 100 mejores películas de terror, los 100 mejores films de gánsteres, los 100 bukkakkes más vistosos... ¿A qué viene esa pasión por los listados? ¿A qué viene esta obsesión clasificatoria? Hace poco en la página web Aullidos publicaron su lista de las mejores cintas de terror según sus participantes, en Dread Central tienen un link hacia lista con los ocho cyborgs más molones, una revista de cine acaba de poner en los quioscos un número en el que anuncia orgullosa su lista con las 200 mejores películas de la historia. La verdad, no lo entiendo. Tampoco lo critico porque son listas hechas de forma abiertamente subjetiva, que hablan de los gustos de aquellos que las han hecho.

Lo que sí critico y empiezo a odiar son esta serie de libros titulados Los 1001 lo que sea antes de morir. Más que nada porque son libros que se precian de establecer un cánon, una guía para aquellos que quieran ver/leer sólo lo mejor. Una herramienta que parece pensaba para (y espero no molestar a nadie) gente sin personalidad.

Mi padre tiene una librería y en la pasada edición de Sant Jordi, mis padres observaron por la tarde que se vendían y pedían más unos títulos en concreto: los que en las noticias del mediodía habían aparecido como los más vendidos. La gente lo ve y va a pedirlo, sin molestarse en buscar y remirar entre toda la oferta que hay. Son lo que mi madre llama "compradores sin criterio". Un amigo mío se entestó, hace unos cuantos años, en ver y tener todas las películas que el Festival de Sitges había incluido en su lista de las 100 mejores películas de cine fantástico. El resto le daba igual.

Estas actitudes las considero estúpidas (de nuevo, sin ánimo de ofender) porque creo que dañan el viaje personal de cada uno por algo que le apasiona. Es decir, si uno se va a dedicar profesionalmente a un arte, obviamente ha de conocer ese arte, ya sea escritor, pintor o cineasta. Ha de saber que obras cambiaron o afectaron a la manera en que ese arte se expresa para poder hacer algo original. Pero si uno no persigue ese objetivo profesional, se ha de dejar llevar por sus propio instinto. Por su intuición. E incluso si alguien se quiere dedicar de forma profesional, creo también que es importante guiarse por el propio instinto y dejarse de cursos y seminarios para hacer la obra maestra definitiva.

Hay dos cosas que repito a menudo. Una es que no existe una mejor o peor película de la historia, por el simple hecho de que todavía se siguen haciendo películas. Otra cosa que menciono a menudo se refiere a mi sexto sentido a la hora de detectar películas que me gustarán o que no me gustarán (notad que no digo buenas o malas). Es algo que puede ser interpretado como una broma pero no lo es. Realmente me suena en la cabeza una especie de alarma en lo que respecta que películas ver y cuáles no. Un instinto que me ha sido útil para descubrir rarezas y pequeñas joyas.

Es algo difícil de explicar sin parecer un demente, algo que va más allá de simplemente ver un tráiler y pensar "puede que esta peli esté bien". Algo que he desarrollado en parte a base de ver mucho y leer mucho, pero también en base a ignorar las críticas y comentarios de revistas, diarios y páginas profesionales, además de nunca perder el tiempo con libros del estilo 1001... Un instinto desarrollado también por la propia pasión por algo que adoro y la casi suicida carencia total de prejuicios e ideas preconcebidas sobre cómo es o se supone que es una película X (quiero decir de cualquier tipo).

Mi consejo es: olvídate del mapa y déjate llevar por tu instinto. Perderse por el camino puede ser mucho más interesante e instructivo que simplemente seguir un camino marcado.

22 mar 2012

Ese extraño sonido no es sólo el viento y hay algo escondido bajo tu cama


En el post de ayer, Roy D. Mustang dejaba un comentario diciendo que las películas de terror o de miedo ya no dan ídem. Además, comentaba el hecho de cómo unas películas resultaban aterradoras hace décadas pero hoy ya no lo son.

¿Es cierto? ¿Las películas de miedo ya no dan miedo? ¿Ya no se hacen buenas películas de terror?

En lo que respecta a la tercera cuestión: solo en el 2011 se estrenaron casi 600 películas de terror o con elementos terroríficos. De esa cantidad, yo personalmente vi durante el año pasado tal vez 15 o 20, puede que unas cuantas más, estrenadas ese mismo año, así que no podría juzgar si la mayoría son buenas o malas. Eso sí, la cantidad sólo me hace pensar que el género goza de excelente salud. El problema es que nosotros ahora no podemos juzgar con la suficiente distancia, ya que vemos al mismo tiempo las buenas y las malas, con la sensación de que las malas son mayoría, pero no es algo basado en hechos sino en sensaciones (dejando de lado, claro, que el talento no abunda tanto como la mediocridad, algo que se ha dado siempre).

Dan O'Bannon explica en una entrevista que el fracaso de la comedia Estrella oscura (Dark Star, John Carpenter, 1974) que él había escrito le llevó a escribir Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) ya que, según él, la gente se ríe por cosas diferentes pero todo el mundo tiene miedo a las mismas cosas. Bueno, O'Bannon fue un gran guionista, pero creo que en este aspecto se equivocaba.

Igual que la gente se ríe por cosas diferentes, tiene miedo de cosas diferentes. El cine de terror, de miedo o de canguelo, está íntimamente ligado a la sociedad que lo crea, de una forma que no está ligado ningún otro género. Es el único genero en el cual se crean corrientes, subgéneros y modas siguiendo los cambios sociales, actuando en muchas ocasiones como espejo de esos cambios.

¿Por qué en 1931 la gente sentía un miedo viendo Drácula (Dracula, Tod Browning) que no siente la gente del 2012? Por la simple razón de que el espectador era mucho más inocente y crédulo. No me refiero solo a las tramas, fijaos en los decorados. En los años 30 y 40 se podían usar telas pintadas como decorados porque el público las aceptaba, cosa que no sucede hoy día, porque el nivel de sofisticación del espectador ha ido aumentando a medida que la técnica y la tecnología avanzaba y permitía usar materiales más realistas y efectivos a la hora de crear entornos artificiales. Eso sin contar con la posibilidad de poder rodar en entornos naturales sin mucha dificultad.

Así, sucede que cuando vemos películas de hace 50, 60 o 70 años, una de las cosas que inmediatamente llama la atención sobre la época en que fueron hechas es la artificialidad de los decorados. Eran películas más teatrales en ese sentido. Recae en el espectador la tarea de darles vida, dependiendo de lo que nos interese la historia, nos gusten las actuaciones, etc. Esto, obviamente, no se aplica sólo al género de terror, sino a todos los géneros.

Volviendo al tema del terror, la inocencia de un espectador de los años 30 permitía que historias más simples fueran mucho más efectivas. Sin embargo, cuando hablamos de esto lo hacemos considerando las películas que salían de estudios de cine prestigiosos. Ya entonces existían cines baratos en los que se proyectaban películas de bajo presupuesto que no seguían ningún tipo de código o normas y en las cuales se podían mostrar escenas mucho más violentas, e incluso desnudos, que ningún estudio se "rebajaría" a incluir en ninguno de sus films. En 1934, la película Maniac aka Sex Maniac (Dwain Esper) incluía no sólo escenas muy violentas, también algunos desnudos.

Por tanto, debemos también considerar que la censura y las restricciones tremendamente estrictas que existían en los años 30 y 40, se fueron relajando a medida que la sociedad evolucionaba. El punto de inflexión definitivo llegó con la primera guerra televisada: Vietnam. Los periodistas en televisión actuaron sin la censura impuesta en anteriores conflictos, provocando que las reacciones en contra de este conflicto se multiplicaran. En 1968, los televidentes americanos veían horrorizados como el coronel Nguyen Ngoc Loan le volaba la cabeza a un prisionero en plena calle en las noticias de la noche.

El mundo estaba cambiando y el cine de terror cambiaba con él. En 1968 se estrena El héroe anda suelto (Targets, Peter Bogdanovich), película que refleja este cambio de un cine de terror más gótico y fantástico, hacia un cine de terror realista. En este clásico, un joven perturbado (se inspiraba en recientes casos de matanzas con rifles como el de Michael Andrew Clark) empieza a matar a los inocentes espectadores de un autocine en el que se proyecta una película de terror gótico. Boris Karloff es el encargado de enfrentarse al asesino. Originalmente rodada en 1967 -se retrasó su estreno ya que los casos de francotiradores eran recientes y podía resultar en polémica-, muestra como las películas góticas resultaban antiguas y pasadas de moda, comparadas con los horrores auténticos que estaban teniendo lugar. La Hammer entró en decadencia precisamente por su incapacidad de adaptarse a los cambios que estaban teniendo lugar y ofrecer un tipo de historia diferente al de la gótica.

Nuevos tiempos demandan nuevas películas de terror. Nuevos estilos, nuevos temas o novedosas interpretaciones de esos temas.

Aunque todas se engloban dentro del género de terror, las películas muchas veces tienen objetivos diferentes. La horda (La horde, Yannick Dahan, Benjamin Rocher, 2009) trata sobre un ataque de zombis, pero está más enfocada hacia la acción y la tensión que el miedo; las películas de Viernes 13 pretenden no tanto dar miedo como hacer pasar al espectador un rato emocionante y divertido; otras pretenden asquearlo con mutilaciones y asesinatos grotescos. Diferentes películas, diferentes intenciones.

En su comentario en el post de ayer, Roy menciona Misery (Rob Reiner, 1990) como una de las películas que le dieron miedo o le afectaron. A mí, y no es una crítica hacia el film, Misery no me dio miedo, ni me afectó. ¿Por qué? Porque a cada uno le afectan cosas diferentes.

La casa encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963) me parece la película más aterradora de la historia. Cada vez que la veo, me encojo en el sofá por el miedo que me provoca. Seguramente muchos la verán y se quedarán indiferentes, pero conmigo es muy efectiva. Del mismo modo, la reciente YellowBrickRoad (Jesse Holland, Andy Mitton, 2010) consiguió mantenerme pegado a la butaca lleno de suspense y angustia. De nuevo, una película que puede que otro la vea y le parezca demasiado extraña o absurda o simplemente le aburra y no le cause el mismo efecto.

Disfruto muchas veces del cine de terror pero no porque me de miedo sino por la historia, la ambientación o porque me muestra un mundo fantástico increíble que no encuentro en ningún otro lado. Hace nada disfrutaba con la nueva edición en Blu-ray de Pánico en el Transiberiano (Eugenio Martín, 1972) (la cual incluye las diversas pistas y extras que en el post deseaba que incluyeran), ¿paso miedo viendo la película? No ¿Disfruto como un condenado de la historia que cuenta? Recórcholis, ya lo creo que sí. Pero, de vez en cuando, sigo encontrando películas que me dejan clavado en la butaca. Tokyo Snuff (Shiryô no wana, Toshiharu Ikeda, 1988) no me dio miedo, pero me impresionó y fascinó su estilo Argento a la japonesa para contar un slasher y me alucinó su sorprendente giro cronenbergiano. Y más que una película de miedo, House (Hausu, Nobuhiko Ohbayashi, 1977) es una obra de arte.

En defintiva, creo que sí se siguen haciendo buenas películas de terror. Unas más dramáticas como Somos lo que hay (Jorge Michel Grau, 2010), otras más sangrientas como Martyrs (Pascal Laugier, 2008) y otras más atmosféricas como El bosque maldito (The Woods, Lucky McKee, 2006), pero se siguen haciendo. Solo hay que encontrarlas.

Y aquí tenéis una historia de terror diferente.

29 feb 2012

Premios y taquillazos

Últimamente estoy siendo muy errático con esto del blog. La respuesta es bien sencilla: gripe. La que paso yo y la que ha pasado gente cercana a mí. Ahora mismo tengo más cuerpo de quedarme escuchando la mezcla 5.1 del Dark Side Of The Moon y tener una experiencia extracorporal que aburriros a vosotros con largas parrafadas sobre películas casi olvidadas. Es por eso también que este artículo aparece un poco más tarde de lo que habría tocado.

Como ya sabéis, o lo sabéis ahora, todas estas zarandajas de los premios (ya sea el Oscar, el Goya o el TP de Oro) me importan tres pimientos y medio porque no tienen ninguna importancia real artística, sirven un propósito puramente mercantilístico y publicitario. De la misma manera que películas modestas y sin recursos aprovechan los festivales de cine para obtener una proyección que de otro modo les sería difícil (o imposible) conseguir. No lo critico porque soy consciente que en muchos casos es la única manera que películas estupendas sin recursos tienen de promocionarse (esto no se aplica, obviamente, a los premios académicos). Si a la gente le hace gracia el "chou" y el glamour, pues que lo disfrute a tope. A algunos les gusta ver largas ceremonias, a otros les gusta que los aten a la cama y les fustiguen gritando: "chico malo, chico malo"; cada cual tiene sus gustos.

El hecho que no me interesen los premios, los nominados y demás no quiere decir que no me haga gracia observar las reacciones a posteriori de diferentes medios, periodistas y amig@s (aunque me doy cuenta que reírse de los demás es cosa de mala persona y apenas lo hago).

Una cosa que no entiendo, sin embargo, es que la gente utilice haber obtenido o no un premio para sostener que una película es mejor o peor que otra. Recuerdo que cuando Forrest Gump ganó el Oscar a la mejor película en detrimento de Pulp Fiction, varias amistades lo usaron como prueba de que Pulp Fiction era mucho mejor y no le habían dado el Oscar porque era rompedora y Forrest Gump era una "americanada" (las reacciones cuando señalaba que Pulp Fiction en el fondo tenía tantos elementos de americanada como Forrest Gump no fueron recibidos de forma positiva). De la misma manera, me intentaban justificar que Gladiator era una buena película porque había ganado un Oscar.

Para mí los premios no son un factor válido para juzgar una película porque en el caso de los festivales dependen enteramente de los gustos personales del jurado que varía cada año y en el caso de los académicos hay muchos casos de amiguismos (gente que vota a sus amigos sin tener en cuenta el talento de los demás) y en muchos casos no se han visto todas las películas en competición. Se otorgan, además, cuando hace relativamente poco que se han estrenado las películas y se carece de suficiente perspectiva como para juzgar todo el conjunto de lo producido en un año en particular (que, por supuesto, es el objetivo de los premios).

Este año también se ha dado un curioso fenómeno. Mientras por aquí se felicita todo el mundo del sabor europeo que han tenido los Oscars y se ha hecho despliegue de una actitud un poco pueblerina dándose todo el mundo palmadas en la espalda por los premios que se han financiado desde aquí -como cuando Antonio Banderas gana algo, que parece que medio país ha estado actuando con él en la película-; en Estados Unidos se comenta el hecho de que las películas más premiadas y más celebradas (La invención de Hugo y The Artist) han sido rotundos fracasos de taquilla (la primera) o no las ha visto casi nadie (la segunda). También me llama la atención como en las revistas de cine se dedican páginas a detallar las recaudaciones que ha obtenido cada film desde su estreno.

El hecho de que una película recaude más o menos dinero tampoco creo que sea un factor a la hora de justificar que una película sea buena o mala. Para empezar, a mí no me han gustado todas las películas que he ido a ver al cine, pero igualmente se contabiliza el dinero de mi entrada. Es decir, estas cifras sólo indican la cantidad de gente que ha ido a ver una película, algo que puede lograr una campaña  publicitaria bien hecha: que te engañen para ir a verla. Por supuesto, el dinero es importante para los estudios, y del éxito de algunas películas depende que se hagan más de un mismo estilo. Aunque hoy día tampoco es así: cuando originalmente se estrenó El caso Bourne fue un fracaso de taquilla pero se hicieron las secuelas cuando se observaron unas espectaculares ventas de la edición en DVD.

Pero yo no soy una gran productora. A mí que una película recaude mucho o poco no me interesa. Ciudadano Kane, Blade Runner, El resplandor... La lista de films que fueron rotundos fracasos de taquilla en su momento y hoy son consideradas clásicas es muy larga. Y ahí realmente encontramos uno de los factores realmente objetivos a la hora de separar una buena película de una mala: el tiempo. Si pasan 30 o 40 o más años desde el estreno de una película y ésta se sigue viendo, desde luego -nos guste personalmente o no- esa película debe tener algo que la hace especial, que ha hecho que sobreviva cuando otras han sido olvidadas.

Pero, en el fondo, ¿qué más da si una película es buena o mala mientras nos guste? ¿Qué más da el dinero que haya recaudado mientras nos emocione? ¿Qué importan los premios que haya o no obtenido mientras nos haga disfrutar?

2 dic 2011

Reprimirse


Navegando a través de los extras de la edición en Blu-ray 30 aniversario de Maniac (William Lustig, 1980). Me paro en la sección Maniac controversy, donde se recopilan fragmentos de informativos y documentales que tratan, informan, inciden en la polémica que se desató cuando se estrenó la película, en la que varios grupos moralistas intentaron boicotearla.

Es ahí que descubro un hecho fascinante (y cargado de no poca ironía): La líder y dirigente de uno de estos grupos que exigían que Maniac fuese prohibida y retirada de las pantallas por su horrible contenido fue detenida y condenada un año más tarde por ser cómplice en un asesinato. Un asesinato cometido antes de que se estrenase el film de William Lustig.

Es decir, que esta mujer estaba ahí protestando, boicoteando una película acusándola de ser violenta y enfermiza después de haber contribuido ella misma a cometer un asesinato. ¿No os parece increíble?

A mí es algo que en un principio me hizo mucha gracia. Fue una alegría después de horas de gente enfadada diciendo que todo aquel que ve películas de terror es un enfermo que odia las mujeres. Pero también me hizo reflexionar sobre los peligros de la hipocresía y de la represión.

Cuando digo "represión" me refiero, no sólo a la gente que intenta imponer sus ideas sobre los demás, también a la represión de las emociones. Emociones que creo pueden ser liberadas de forma inofensiva a través del cine y del arte en general.

Para mí el cine es principalmente una experiencia emocional. Es cierto que me acerco a algunas películas de manera intelectual, más académica, cosa que podéis comprobar leyendo algunos de los artículos aquí publicados. Pero esta vertiente intelectual es más bien secundaria. Lo principal para mí es que una película me provoque y me remueva por dentro, que me ofrezca experiencias que no viviré de ninguna otra forma.

Para cuando rompes con una chica (o un chico), para cuando estás deprimido o enfadado o angustiado. Hay cientos de películas que ayudan a canalizar las emociones en ocasiones incontrolables que forman parte de nuestra naturaleza.

Un poco de caos emocional de vez en cuando es hasta bueno, de todo se aprende, hasta de que te pisoteen el corazón. Y una película puede servir de espejo y de catalizador. Cualquier emoción reprimida, dijo uno de los padres del psicoanálisis (ahora no recuerdo cual), tiene la fea costumbre de resurgir convertida en algo peor. No reprimáis, soltaos un poco.

18 nov 2011

¡Burton! ¡Tarantino! - ¡Tarantino! ¡Burton!


Hacia mediados de los 90, consideraba a Tim Burton un director original y sorprendente mientras que Quentin Tarantino no me decía nada, me era indiferente. En la actualidad, sin embargo, Burton me parece un director superficial, en el cual domina el estilo sobre la sustancia, y nada original (si alguna vez lo fue); mientras que Tarantino me parece uno de los directores más interesantes y personales trabajando hoy día.

Hacia 1994, Burton había dirigido las dos películas sobre Batman, Eduardo Manostijeras, Bitelchús y Ed Wood. Todas ellas me parecían fantásticas, diferentes y originales; claro que en aquel momento tenía 14 años. Más tarde conocí la obra de Charles Addams y Edward Gorey, así como vi mucho más cine fantástico de los 50 y 60 y leí (aún) más cómics. Poco a poco, Burton me fue pareciendo cada vez menos y menos original. En realidad, me di cuenta de que Burton tenía bastante suerte: Bitelchús llevaba bastante tiempo dando vueltas y cuando finalmente Wes Craven iba a ser designado para hacerla, el proyecto se canceló y luego se le encargó a Burton dirigirla. Ed Wood era un guion que Scott Alexander y Larry Karaszewski llevaban tiempo intentando que alguien se lo produjera hasta que cayó en manos de Burton. Desde entonces, me di cuenta de que Burton no era un buen guionista o un auténtico creador: se le ocurría un personaje o una idea para una historia y se buscaba unos guionistas que le escribieran la película (por ejemplo, Eduardo Manostijeras y Mars Attacks!). El aspecto "único" de sus películas lo conseguía contratando a estupendos diseñadores de producción como Rick Heinrichs, los cuáles tienen un estilo que se adecua a los gustos de Burton (lo que provoca también que cuando estos diseñadores trabajan en otras películas se diga que "imitan" el estilo de Burton).

No me malinterpretéis, las películas de Burton todavía me gustan, pero como simples productos de entretenimiento y ya no me parecen lo fantásticas que me parecían antes. Desde luego "original" y "Tim Burton" son dos conceptos que para mí ya no tienen nada que ver.

Mi interés por Tarantino se despertó después de estudiar la Nouvelle Vague en la universidad. Tras aprender sobre los revolucionarios directores franceses (y luego italianos) que empezaron a hacer cine para hablar del cine, entendí que es lo que hacía Tarantino y mi ignorancia no me había dejado ver. Las películas de Tarantino son comentarios sobre cine. Más allá de simplemente hacer referencias u homenajes, cada película que hace parece deconstruir los tópicos de cada género en el cual trabaja, centrándose en ocasiones en los momentos muertos o los momentos no vistos en otras películas y convirtiéndolos en centrales. Tarantino lo coge todo de otras películas (la Elle Driver de Kill Bill sacada de Thriller - A Cruel Picture, los matones Jules y Vincent sacados de Las hijas de Bonnie) para componer su discurso, consiguiendo hacer películas personales y únicas al mezclarlo todo.

¡Un momento! ¿Me estás diciendo que Tarantino te parece mejor que Burton cuando lo copia todo y que Burton te dejó de parecer bueno porque lo copia todo?

No, no estoy diciendo eso. No digo que Burton me dejara de gustar porque lo copiara todo, es más porque es un director (cada vez más) superficial, que se centra principalmente en la imagen, pasando todo lo demás a segundo plano. Tarantino, de forma consciente utiliza elementos de otras películas para comentar sobre esos mismos elementos. Él es bastante verbal sobre las influencias y motivos de otras películas que utiliza porque forman parte del subtexto de la película, de ahí que resulte original, por la manera en que junta esos elementos. Cuando hace una película de cine negro o bélica o de artes marciales, es a su vez un análisis sobre el género en el que se enmarca la película. Es como lo que hizo Sergio Leone en Hasta que llegó su hora, donde hace un homenaje a todo el género western utilizando escenarios y motivos que aparecían en sus películas favoritas del género; el título original C'era una volta il West -Érase una vez el oeste- resulta claramente indicativo de esta intención evocadora. Lo mismo se podría decir que hizo Steven Spielberg con el cine de aventuras en la saga Indiana Jones.

Mi objetivo último con estos comentarios no es tanto intentar convenceros de nada, pero sí invitaros a hacer un poco de reciclaje mental y revisar vuestras opiniones sobre películas que hace tiempo que no veis o directores a los que tenéis ojeriza. A medida que cambiamos y evolucionamos, también lo hacen nuestros gustos. Por eso creo que va bien ponerse a prueba uno mismo y ver si las opiniones que una vez tuvimos siguen siendo vigentes para la persona que somos hoy. Algo aplicable no sólo a las gustos cinematográficos. Por propia experiencia os digo que dar segundas oportunidades a directores y películas nos puede proporcionar más de un inesperado placer.

11 nov 2011

El cinéfago te cuenta cómo saber si una película es buena de verdad


¡500 posts! Guau, me parece increíble haber llenado 500 posts contando absurdidades sobre las películas que me gustan (y algunas que no, pero procuro que sean las menos). Para celebrar la ocasión he creído conveniente hacer un artículo especial, un artículo en el cual revelo todos los elementos necesarios que ha de tener una película para ser buena, pero buena de verdad. Si os encontráis con una película que tenga todos estos elementos, no lo dudéis: estáis ante la mejor película de la historia.

1 Cabezas que explotan. Con una basta, especialmente si es una explosión húmeda (con sangre y eso). También valen cabezas cortadas o aplastadas, la cuestión en que sean separadas del cuerpo de la manera más original y sangrienta posible.

2 Esqueletos animados con stop-motion. De Ray Harryhausen a El ejército de las tinieblas, si hay esqueletos animados con stop-motion a la fuerza la peli es buena.

3 Un personaje femenino que se llame Cheryl.

4 Un hombre vestido de gorila. Importante: ha de intentar pasar por un gorila de verdad, no ser parte de un gag cómico.

5 Una escena de sexo lésbico totalmente injustificada. Lo que le falta a Casablanca para ser una verdadera obra maestra.

6 La crítica de los periódicos de tirada nacional, la de la tele y la de la radio dice que es mala. Entonces, no lo dudes: es buena.

7 El mismo día que se estrena ya puedes encontrarte a paquistaníes vendiéndola por la calle.

8 Le mencionas el título a, por lo menos, cuatro (4) personas y ninguna sabe de que le estás hablando. No olvidar de añadir: "¿quieres decir que no la conoces?" con un tono que humille a la otra persona y le haga llorar.

9 El título es mencionado en algún momento dentro de la película. No vale si el título es el nombre de un personaje.

10 El factor más importante: Yo digo que es buena.

Y ya está. Teniendo en cuenta estos elementos podréis descartar o no una película sobre la que tengáis dudas de ver o no. De nada. Me voy a celebrar haber llegado a los 500 posts y luego a seguir con mi plan diabólico para dominar el mundo.

31 oct 2011

Pon un poco de terror en tu vida


1
No he visto muchas explicaciones de por qué ha alguien le gustan los musicales o las comedias o los western; sin embargo, parece que los aficionados al cine de terror han de responder antes o después a la pregunta ¿por qué ves pelis de terror? (que parece querer decir más bien ¿cómo puedes ver películas de terror?). Lo cual tiene su origen en el hecho de que se considera el género terrorífico como algo que la gente sana y de buen gusto no ve o no debería ver.

Una noción que siempre me ha parecido ridícula. Igual que ridículos me parecen aquellos que acusan el cine de terror de provocar en la sociedad una influencia malsana. Las películas no influyen en la sociedad, la sociedad influye en las películas. Hablando en términos generales, todo el arte refleja de forma consciente o inconsciente la sociedad en la cual vive el artista que lo crea; cuando alguien dice que las películas hacen que la sociedad sea más violenta es como alguien a quién no le gusta lo que ve cuando se mira en el espejo por las mañanas y culpa al espejo por mostrar ese reflejo.

2
Desde muy pequeño me he sentido atraído por el terror en todos sus formatos. Creo que especialmente desde que por un cumpleaños (tal vez el octavo o el noveno) me regalaron tres clásico literarios pensados para los jóvenes: La llamada de la selva de Jack London, Aventuras de Arturo Gordon Pym de Edgar Allan Poe y El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde de Robert Louis Stevenson. Tres libros que todavía conservo a día de hoy, tres libros que contenían elementos más o menos macabros y más o menos terroríficos. Es decir, la novela de Stevenson era una novela de terror, pero las otras dos, aunque a priori no lo eran, también contenían pasajes y momentos que podían ser considerados terroríficos. Desde entonces me lancé a una búsqueda de historias (libros y cuentos) que me provocaran las mismas sensaciones que cuando leía como el maníaco Hyde atacaba a la gente con su bastón.

La verdad es que ya antes sentía una innegable atracción por los monstruos y las criaturas que me daban miedo y al mismo tiempo me fascinaban. Desde entonces ahora, he sido capaz de racionalizar la función del cine de terror, por qué es importante y por qué fue prácticamente el primer género en ser plasmado cinematográficamente. Pero siendo completamente honesto y sincero, no sé por qué, aunque me apasionan todos los géneros sin distinción, el terror, y por extensión el fantástico, me gusta más que los otros (tanto en cine, literatura, cómic y hasta pintura). De la misma manera que no sé por qué los Doors o los Cramps o las Runaways me tocan más la fibra que otro grupos de música; o por qué me gusta la carne y no la verdura; o por qué me apasionan más las pelirrojas que las rubias o las morenas.

Es decir, si me preguntas te diré que me encantan los Doors por las letras poéticas y fantásticas de Jim Morrison y las melodías entre psicodélicas y blueseras de sus canciones. Pero qué evento en mi vida, en mi educación, me ha llevado a apreciar más su música que la de, por ejemplo, Cream, pues no lo sé. Y, de todos modos, qué más da. Es así, no le demos más vueltas. Nos gustan las cosas que nos gustan porque nos hacen sentir, nos hacen vibrar, nos emocionan de una manera que el resto no lo hace, y no creo que haya nada racional en ello.

3
El cine de terror es esencial para la salud mental de nuestra sociedad. Es a través de este género que los miedos y las psicosis que afectan nuestra sociedad se expresan de manera catártica. Igual que una persona reprimida que no expresa sus emociones de ninguna manera puede acabar con serios problemas mentales, nuestra sociedad (en otras palabras, nosotros mismos) necesita dar cierta expresión y libertad a todas las preocupaciones y miedos que la afectan.

En cierta forma, es parecido a las personas que van a ver un drama para llorar a gusto durante un par de horas y luego se sienten más ligeras. Una buena película de terror te proporciona un servicio de "limpieza" interior. Creo que por eso, después de ver una buena película de terror te sientes excitado como si hubieras sobrevivido a una situación tremendamente peligrosa y arriesgada, aunque siempre desde la seguridad de la butaca de cine. Supongo que por eso también algunas mujeres, tras una buena sesión de sustos, se sienten especialmente excitadas y receptivas a una interacción física más íntima. Es posible que el roce con la muerte, a través de la ficción, te haga darte cuenta de lo genial y fantástica que es la vida y lo afortunados que somos de poder disfrutarla.

Como cuenta muy bien Stephen King (en el vídeo a continuación, parte de un documental sobre David Cronenberg titulado Long Live The New Flesh), el espectador de una película de terror hace un intercambio: una preocupación real, un miedo real es sustituido por un miedo ficticio e inofensivo, proceso que permite liberar una saludable cantidad de "mal rollo" que de otra manera se quedaría dentro de la cabeza, royendo y royendo. En otras palabras, es una manera sana de proyectar la ansiedad y la angustia que provoca la vida moderna o ser un adolescente o, como comentaba en mi artículo sobre homosexualidad y cine fantástico, tener una orientación sexual diferente a la de la mayoría.



4
Una de las cosas que más me gusta de este género es la gran variedad de estilos, temáticas y subgéneros que abarca. Hay para todos los gustos, de todos los colores. Eso sí, parece ser que hay una eterna discusión entre si es mejor "terror psicológico" o "terror sangriento".

Mi respuesta es: ambos. Para mí, si la película está bien hecha me es indiferente el estilo que utilice. Tanto de un estilo como del otro hay infinidad de buenos y malos títulos.

Y para acabar, una última característica del cine de terror que me encanta: es divertido. Algunas veces, ver una película de terror puede ser muy divertido, ya sea por unos efectos especiales cutres (en el caso de una mala) o por la emoción de los sustos (en el caso de una buena película de sustos). Las películas de terror, especialmente vistas en grupo, tienen un elemento de celebración (o ceremonioso) que las hace únicas. A este tipo pertenecen principalmente las películas tipo slasher, que ya he comentado en profundidad, pero también algunas películas de monstruos y zombis.

No creo haber aclarado gran cosa en este artículo, más allá de dejar claro mi amor por este género tan denostado. Como guinda, os dejo un fragmento del documental Terror in the Aisles (Andrew J. Kuehn, 1984). Los que no sepan inglés que vean los dos primeros minutos y se harán una idea de lo que quería decir con este artículo.

28 oct 2011

Retratos de Henry

Alfred Kubin, No matarás

1
Cuando tenía unos 15 o 16 años y estaba cursando 2º de BUP, se nos encargó hacer, en clase de Ética, un trabajo que tratara alguna preocupació social. Yo decidí hacerlo sobre la violencia en la sociedad y, como teníamos que ilustrarlo con una película o algún tipo de exposición, decidí que sería una buena idea ilustrar mi trabajo proyectando Henry, retrato de un asesino en serie (Henry: Portrait of a Serial Killer, John McNaughton, 1986).

Resulta que no fue tan buena idea. Tanto la profesora como mis compañeros estudiantes esperaban ver una película que sería violenta, pero que tendría la estructura de un thriller o de una película de terror más habitual a la que estaban acostumbrados. Pero no estaban preparados para lo que les mostré, así que sólo vimos los primeros veinte minutos de Henry. La profesora quedó algo chocada y mis compañeros no dudaron en mostrar su desagrado ante una película que consideraron "asquerosa, lenta, horrible", y lo peor de todo: "¡encima está en inglés!" (como la película era casi imposible de encontrar por aquel entonces en ningún videoclub -no lo fue hasta un par o tres de años más tarde- la copia que yo tenía estaba grabada de La 2, canal en el que emitieron la película en VOS).

Más o menos, la reacción que tuvieron mis compañeros fue la misma que tuvieron los productores de Henry. Malik B. y Waleed B. Ali le encargaron a John McNaughton una película de terror que pudieran vender fácilmente. McNaughton y Richard Fire escribieron Henry, inspirándose en documentales sobre asesinos en serie y las confesiones del psicópata Henry Lee Lucas -muchas de las cuales resultaron ser falsas, así que no se sabe exactamente cuánta gente él y Ottis Toole, su amante y socio, mataron en realidad-. La película que entregó McNaughton a los hermanos Ali no era, desde luego, la típica película de terror que se podía vender fácilmente. De ahí que permaneciera en el limbo durante años, hasta que se estrenó en 1990, obteniendo el aplauso de la crítica ante el impecable retrato que ofrecía de una mente psicopática.

2
Hace ya un tiempo comenté en este blog Maniac (1980), el infame clásico de culto dirigido por William Lustig (podéis leer el comentario aquí). Para mí, Maniac es un claro predecesor de Henry, ya que se aleja de la estructura habitual de una película de terror o de un thriller para mostrarnos el día a día de un psicópata. Las semejanzas entre ambos filmes hace que me extrañe el hecho que Maniac, en el momento de su estreno, fue considerada una película misógina que explotaba el morbo y la violencia mientras que años más tarde los mismos críticos consideraban Henry una película brillante.

Henry es una película brillante. Así como también lo es Maniac, que no es en absoluto una película misógina y morbosa, sino que está explicada desde el punto de vista de un asesino en serie cuyas víctimas son mujeres y parejas (el personaje de Maniac encarnado por Joe Spinell se basa en David Berkowitz, cuyas víctimas fueron mujeres y parejas). A pesar de ello, sigue siendo despreciada en su mayor parte, creo que más por su fama que por la película en sí.

La máxima diferencia entre Henry y Maniac se haya en el punto de vista. El film de Lustig nos sitúa dentro de la cabeza del psicópata protagonista, haciendo que veamos el mundo como él lo ve. McNaughton, en cambio, adopta un punto de vista exterior: nos muestra la vida de Henry (excepcional Michael Rooker), sin ofrecer ningún juicio o comentario usando la cámara simplemente como mudo testimonio. Esta actitud hace que la película resulte, en algunos tramos, más inquietante y terrible que la de Lustig, cuyo final entra dentro de los cánones del cine y resulta, hasta cierto punto, tranquilizador. McNaughton, por otro lado, no ofrece ningún tipo de confort al espectador.

Uno no puede más que preguntarse que tipo de recepción hubiera tenido Henry si se hubiera estrenado el año en que fue producida en lugar de cinco años más tarde. ¿Si Maniac no se hubiera estrenado en plena fiebre slasher, con filmes de terror nuevos prácticamente cada semana, hubiera sido juzgado de forma más justa?

3
En 1992 se estrenaba Ocurrió cerca de su casa (C'est arrivé près de chez vous, Rémy Belvaux, André Bonzel, Benoît Poelvoorde). Este film es una comedia negra en forma de falso documental, en el cual unos periodistas siguen el día a día de un asesino en serie que no tiene problemas en comentar su modus operandi (argumento más tarde copiado en Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon (Scott Glosserman, 2006)).

Comparad el póster censurado francés con el póster español, que sigue el modelo original y es el usado internacionalmente. La diferencia es sutil, pero significativa.
Elementos de esta película se encontraban ya presentes en Henry. McNaughton utiliza un estilo anclado en el cinéma vérité, reforzado por el tono granuloso resultado de filmar la película en 16mm y luego ser hinchado a los 35mm profesionales, que recuerda al documental. Como hemos mencionado anteriormente, la cámara es una simple testigo de los eventos que transcurren frente a ella, sin que parezca que se use en ningún momento ningún recurso narrativo que pudiera ofrecer al espectador alguna pista que le indicara hacia donde se dirige la historia. Se aprecian movimientos de cámara, eso sí, en la representación de las víctimas de Henry, mostradas al espectador como naturalezas muertas hechas de carne y hueso.

Ocurrió cerca de su casa se presenta abiertamente como una comedia negra. No así Henry, que parece ahogar al espectador en el más descarnado horror. O al menos así parece a simple vista.

Lo cierto es que el film de McNaughton también tiene sus toques de humor negro. Son sutiles, pero ahí están. Por ejemplo, el asesinato del vendedor de televisores que culmina con la coronación del mismo con una televisión que luego pasa a ser enchufada, o cuando Ottis (Tom Towles) acaba reventando una televisión intentando hacerla funcionar. En su mayor parte, los toques de comedia son proporcionados por Ottis, personaje perverso y perturbado que contrasta con la frialdad y silenciosa furia asesina de Henry. Towles era un excelente actor de carácter que consigue hacer que su personaje sea tan auténtico y real como el que encarna Rooker.


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Henry es una película de horror. Y digo "horror" en oposición a "película de terror", "de miedo" o, como dice una amiga mía, "de cague". El término "terror" se aplica normalmente a películas cuya fuente del mismo suele ser ficticio, irreal. Incluso si el villano de turno es un ser humano, se trata de una construcción ficticia que sigue unos parámetros narrativos más o menos familiares para todo el mundo.

Henry, en cambio, horroriza. Horroriza porque personajes como él habitan la sociedad en que vivimos. Personajes que no se ocultan tras una máscara, sino que pasan completamente desapercibidos. Pero otro de los aspectos que causan horror, y cierta pena, es que el mundo también está lleno de Beckys, víctimas como la que encarna en el film Tracy Arnold, que han sufrido abusos y que, como ciervos deslumbrados por los faros del coche, parecen esperar que el inevitable destino las alcance.

De la relación entre Henry y Becky destacaría un momento en el cual ella empieza a besarle y quiere iniciar una relación sexual, mientras que Henry se queda helado, sin saber que hacer, ya que únicamente conoce una manera de expresar sus emociones, a través del asesinato. Así como también destaca la escena de ambos en la cocina, en la cual Henry cuenta como, supuestamente, mató a su madre. Momento en que descubrimos que no podemos fiarnos de nada de lo que diga.

La única relación que parece funcionar es la de Henry y Ottis. Ésta queda cristalizada en uno de los momentos más memorables de la película, la escena comentada en toda crítica que se haga de la película (y una de las razones por la que no considero Haneke y su casi hipócrita Funny Games ni provocadora, ni original, ni rompedora), me refiero a esa escena en la cual los dos psicópatas ven uno de sus asesinatos grabados en vídeo en la televisión de su casa como si fuera un programa de cocina. Primero el espectador es obligado a ver el asesinato como si estuviera sucediendo en ese momento, pero aún resulta más escalofriante la estampa de ambos sentados en el sofá disfrutando de sus obras. La escena culmina también de forma brillante (e inquietante) con Ottis rebobinando y pasando a cámara lenta su momento favorito. No sé si en aquel momento McNaughton o Fire pensaban en el morbo televisivo que en aquel momento se empezaba a gestar, pero uno no puede más que reflexionar sobre el contenido alegórico de esta escena en lo que respecta a los tiempos que estamos viviendo.

Henry es un clásico. Una película que sacude al espectador como sólo el gran arte puede hacerlo. Mirando la filmografía posterior de McNaughton, uno no puede más que preguntarse si este film agotó toda la capacidad de tratar con el horror del director, ya que sus trabajos tras Henry son bastante anónimos. Tal vez la relación con Henry hizo que deseara hacer películas más trascendentes. Quién sabe.

Existe una secuela: Henry 2 (Henry: Portrait of a Serial Killer, Part 2, Chuck Parello, 1996). Recuerdo haberla visto en su momento, pero no me causó ninguna impresión y es bastante olvidable. De hecho, no recuerdo absolutamente nada de ella. Tanto Henry como Maniac han recibido sendos tratamientos de lujo en Blu-ray, Ocurrió cerca de su casa sólo en DVD cortesía de la siempre excelente Criterion.