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22 nov 2024

El futuro ya no es lo que era: Pathos - Segreta inquietudine

 


 

Hace diez años, en este mismo blog, escribí una reseña de Obsession: A Taste for Fear (Pathos - Segreta inquietudine, Piccio Raffanini, 1987). La reseña leída hoy día me parece bastante mala, así como entonces tenía una opinión bastante pobre de esta película. Pero mi opinión se basaba en haber visto Pathos en una terrible copia en VHS, el audio era malo pero la imagen era peor: no solo era un máster que oscurecía bastante la imagen, estaba recortada para adaptarla a las antiguas televisiones cuadradas. Ahora, gracias a Vinegar Syndrome, he podido ver esta película lo más cerca posible de cómo se estrenó en cines ya que el este sello la ha incluido en su pack Forgotten Gialli vol. 7.

El argumento de Obsession: A Taste for Fear recuerda bastante al de Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978): Diane (Virginia Hay) es una famosa fotógrafa especializada en obras polémicas con un fuerte componente erótico. Cuando desaparece Teagan (Teagan Clive), una de las modelos con las que ha trabajado, Diane descubre que se ha convertido en la obsesión de un asesino que se dedica a asesinar a las personas de su entorno y enviarle vídeos de los crímenes. ¿Podrá descubrir quién es el asesino antes de que ella se convierta en su última víctima?

El argumento es bastante estándar, pero lo que no es estándar es su ambientación, ya que la película transcurre en una ciudad sin especificar en algún momento del futuro. Por supuesto, vista hoy día no resulta futurista, sino más bien como una versión desmadrada de la imagen que se tiene de los años 80 del siglo XX. Pero eso no le quita interés a la película, todo lo contrario. Ahora se puede apreciar los esfuerzos de Piccio Raffanini en darle una estética única al film. Raffanini fue un pionero en Italia en la dirección de videoclips y aplica lo aprendido en su experiencia en cada plano. También se cuida mucho la banda sonora, con canciones que sorprende consiguieran los derechos para utilizar.

Ver esta película cómo se había hecho en el pasado era como no verla. Aquello que la hace peculiar e interesante no se podía apreciar. Sigue siendo una película con problemas, hubo tensión entre el director y el estudio que quería hacer algo más convencional. Y ya he mencionado que el guion no es nada del otro mundo. Pero el mundo que presenta es fascinante y consigue de este modo mantener el interés.

Durante mucho tiempo Pathos estuvo desaparecida. No fue un éxito de taquilla ni cuenta con grandes estrellas en papeles destacados. Era bastante extraña para la época en que se realizó, por eso hoy día resulta interesante. El reparto es también hoy día bastante interesante, aparte de Virginia Hay, nos encontramos nombres con atractivo para el espectador aficionado al cine de culto como Gioia Scola.

Esta es una película divisiva. Es decir, hay gente que la apreciará y otros que la odiarán, pero por lo menos serán opiniones basadas en la película vista como se merece. El tráiler parece de otra película porque no cuenta nada de lo que trata realmente Obsession.


23 feb 2021

Segunda oportunidad: Tuno negro

 
 
 
La cosa fue así: Quedé con unas amigas para ir al cine. Cuando acabó la película que queríamos ver y salimos de la sala, vi que estaba por empezar Tuno negro (Pedro L. Barbero, Vicente J. Martín, 2001). Así que les sugerí si les apetecía colarse a ver Tuno negro, aceptando sin pensárselo mucho (al cabo de un tiempo empezaron a cambiar los horarios para que la gente ya no pudiera colarse así en las salas). La película no nos gustó mucho, en un alarde de ingenio la bauticé Truño negro, pero, teniendo en cuenta que no nos había costado nada verla, eso no impidió que nos lo pasáramos bien.

Salto a veinte años más tarde. Recordé esta anécdota y decidí volver a ver Tuno negro, más que nada porque sí que me acordaba, más o menos, de ella pero era incapaz de recorder qué película era la que queríamos ver. Se me ocurrió que algo tendría este slasher si me acordaba de él a pesar de todo. Aunque ya os digo que no es de esas veces en que resulta que la película que hace unos años me pareció mala ahora me parece buena.

La trama gira en torno al Tuno negro, asesino de estudiantes universitarios que viaja de universidad en universidad. Unos creen que es una leyenda urbana que no existe, otros creen que es un raro caso de psicópata español. Cuando Álex Alonso (Silke) llega a la Universidad de Salamanca para iniciar el curso, descubrirá que es una realidad cuando ella y sus compañeros sean víctimas del Tuno negro.

El film fue producido siguiendo la estela del éxito de la entonces trilogía Scream y los slashers que se produjeron a continuación. La película de Pedro L. Barbero y Vicente J. Martín arranca con un prólogo en el que se incluye un cameo, cambiando Drew Barrymore por Maribel Verdú (un cambio con el que salimos ganando, creo yo), en una secuencia que toma varias cosas prestadas de una secuencia de Scream: Vigila quién llama (Scream, Wes Craven, 1996) y de uno de los asesinatos de Leyenda urbana (Urban Legend, Jamie Blanks, 1998). Y esto ya indica el principal problema del film, la falta de personalidad propia, a pesar de tener un asesino que pertenece a una tradición tan española. Claro, en Cataluña no hay tradición tunera y  me parece tan exótico lo de la tuna como le puede parecer a un americano o a un francés. Además, por lo que he comprobado la tuna no era precisamente muy popular ya entonces, así que las reacciones y la pasión tunera de algunos personajes "jóvenes" resulta poco creíble.

Igualmente poco creíble es el reparto. Un reparto que está lastrado por un gran problema del cine español: contratar siguiendo quién está de moda más que quién tiene talento. Silke estuvo incompresiblemente de moda durante los primeros años del siglo XXI, para desaparecer luego. Su inexpresividad y nula química con sus compañeros es evidente aquí como en todas las películas en que participó. Luego tenemos a actores como Jorge Sanz, entonces con 31 años, y Sergio Pazos, que entonces tenía 36 años, haciendo de jóvenes universitarios. Aunque es cierto que en la universidad te encuentras personas de todas las edades y se intenta justificar su presencia diciendo que son repetidores, está claro que los personajes estaban escritos como veintañeros.

A pesar de todo, la distancia temporal ha logrado que lo que entonces me pareciera algo mediocre ahora se me haga más entretenido, más que nada por moda narrativa de entonces, la tecnología puntera de la época, que no se toma en serio a sí misma y que, como sucede en muchos ejemplos del género, la trama no tiene ningún sentido. Ahora resulta divertida, bastante más entretenida que cuando se estrenó en su día, demasiado cerca de notables ejemplos del género. No la recomendaría, más que a los que sean muy fans del género o eran jóvenes en aquella época.

29 ene 2021

Segunda oportunidad: D-Tox (Ojo asesino)


No recuerdo cuándo fue la primera vez que vi D-Tox (Ojo asesino) (Eye See You, Jim Gillespie, 2002), pero sí que me dejó indiferente y no tardé en olvidarla. Al cabo de un tiempo la volví a ver, porque no la recordaba y me dejó igualmente indiferente. La cuestión es que yo quería que me gustara porque contaba con un gran reparto y un tipo de historia al estilo de Los diez negritos de Agatha Christie que siempre me ha gustado. En los nuevos extras que 88 Films hizo para su edición limitada de la trilogía Sé lo que hicisteis el último verano, hay una nueva entrevista con el director Jim Gillespie en el que habla de su accidentada carrera tras su primera película y gran éxito Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer, 1997). Y habla de D-Tox, explicando que fue una experiencia terrible, que no pudo mostrar su versión de la película y que la edición en Blu-ray incluye un montaje del director, pero que incluso esa versión está comprometida. Este comentario me llamó la atención e inmediatamente me puse a buscar esa edición de D-Tox, en Estados Unidos Eye See You, con el "montaje del director". No me sorprendió encontrarla de oferta y, por 16 euros contando gastos de envío, me pareció un riesgo aceptable comprarla.

D-Tox, como es conocida en Europa, cuenta la historia del agente del FBI Jake Malloy (Sylvester Stallone), que persigue a un asesino en serie cuyas víctimas son agentes del orden. Después de que el asesino mate a su prometida Mary (Dina Meyer), Malloy participa en una operación de la policía y los federales tras encontrar la guarida del asesino. Malloy descubre que el asesino se ha suicidado y le ha robado la venganza que deseaba, entonces el agente del FBI cae en una espiral de alcoholismo que culmina con un intento de suicidio. Su compañero y amigo Hendricks (Charles S. Dutton) lleva a Malloy a un centro de desintoxicación para policías, en una aislada zona montañosa. Al poco de llegar Malloy, los pacientes empiezan a ser asesinados uno a uno. Aislados por una gran tormenta de nieve, Malloy y el resto deberán descubrir quién es el asesino si esperan llegar con vida al día siguiente.

La película mezcla elementos del cine de misterio (ya he mencionado Los diez negritos), el thriller y el cine de terror. La ambientación en un antiguo manicomio le da un gran toque gótico, enfatizado por la tormenta de nieve. El reparto es de lujo, además de los mencionados Stallone, Meyer y Dutton, cuenta con Robert Patrick, Tom Berenger, Stephen Lang y Kris Kristofferson, por mencionar solo unos cuantos. El film lo tenía todo a favor, pero se descarriló cuando Universal empezó a preocuparse cuando un primer pase de prueba fue mal. Tras forzar toda una serie de cambios la película tampoco pasó con buena nota otro pase de prueba y Universal la dejó en la estantería unos años para luego estrenarla de forma limitada en Estados Unidos para ir luego directamente a DVD, mientras que en Europa se estrenó en cines con una distribución más normal.

¿Qué fue lo que complicó tanto la vida de Gillespie y acabó gafando el film? La versión sin estrenar que aparece en la edición en Blu-ray de MVD nos ofrece una pista: la estructura. Antes que nada, aclarar que esta versión es más bien una versión de trabajo que una versión definitiva, como indica que tiene una secuencia de títulos de crédito provisional (con el título Detox) y no tiene créditos finales. Lo que diferencia esta versión de la estrenada en cines es que esta versión provisional tiene una estructura de flashbacks, mientras que la estrenada en cines tiene una estructura más lineal.

Tenéis que tener en cuenta que esta película se rodó a finales de los 90. Hoy día una película con flashbacks o narraciones paralelas no sorprende a nadie, pero en el momento en que se rodó D-Tox los ejecutivos de Universal pensaron que el gran público no podría seguir la trama, que se le haría demasiado complicada. Eso significa que en la versión cinematográfica no llegamos al centro de desintoxicación y al inicio de la trama hasta pasados casi 25 minutos. La versión del director arranca con la llegada al centro de Malloy, mientras conocemos a los personajes vamos viendo mediante los flashbacks lo que provocó que Malloy tuviera que ser ingresado en este centro. De este modo, la versión del director es más eficiente desde un punto narrativo, alternando entre conocer a los personajes y la acción del pasado. En la versión cinematográfica se arranca con los elementos más de thriller, luego frena para conocer el ambiente y a los personajes del centro, para arrancar de nuevo con los elementos más de misterio y terror.

Este film llegó en un momento en la carrera de Stallone en el que este intentaba romper con la imagen de héroe de acción musculado que se había construido en los 80 participando en películas como Cop Land (James Mangold, 1997). D-Tox se aparta de los títulos de acción para ofrecer algo que exigía más interpretación por parte de Stallone en un género en el que los espectadores no estaban acostumbrados a verle. Creo que esto también influyó en la recepción que tuvo la película, ya que no cumplía las expectativas que muchos tendrían al ver a Stallone como protagonista.

Claro, en la recepción que tuvo la película también influyó que no es una película muy buena. Dicho esto, a medida que me hago mayor me voy haciendo más tolerante y ahora puedo disfrutar de la película por los elementos que sí funcionan: reparto y ambientación. Ya lo he dicho en otra ocasión, para mí D-Tox hace muy buena pareja con Cazadores de mentes (Mindhunters, Renny Harlin, 2004). Son títulos que no recomendaría pero que, cuando no tengo nada mejor que hacer, pueden contribuir a hacer una tarde de domingo más soportable. Posiblemente porque, repito, siento debilidad por este tipo de historias en las que un grupo de personajes se encuentran en un lugar aislados y son eliminados uno a uno. Aunque no puedo evitar preguntarme qué habría pasado si D-Tox se hubiera rodado unos años más tarde.

9 nov 2020

Segunda oportunidad: The Spirit


 

La primera vez que vi The Spirit (Frank Miller, 2008) no pude pasar de la primera media hora, me causó un inmediato rechazo. Pero, pasado el tiempo, le he cogido el gusto a esta muy odiada película. ¿Cómo ha sido posible? Para empezar, intentar olvidar que es una adaptación de una obra fundamental en la historia del cómic, creada por un maestro que revolucionó el lenguaje de este arte. Y tener un sentido del humor bizarro también ayuda.

Antes, un poco de contexto. Al inicio del siglo XXI se empezaba a gestar una nueva era en el cine basado en cómics. Normalmente se relaciona cómics y cine con superhéroes, pero en 2005 se estrenó con gran éxito Sin City: Ciudad del pecado (Sin City, Robert Rodriguez, Quentin Tarantino, Frank Miller). La película, aprovechando las nuevas técnicas digitales, trasladaba las páginas del clásico de Frank Miller a la pantalla con gran fidelidad, así se creó un gran espectáculo visual que asombró a los espectadores. Como antiguo fan de Frank Miller (y digo antiguo porque para mí dejó de tener interés como autor a partir precisamente de entrar en el siglo XXI), Sin City me encantó. Esta exitosa adaptación fue seguida de otro gran éxito basado en una obra de Miller: 300 (Zack Snyder, 2006). De nuevo, una fiel adaptación que revalorizó el nombre de Frank Miller como un valor seguro en taquilla. Fue en este momento de subidón que se le ofreció a Miller escribir y dirigir una versión cinematográfica de la clásica creación de Will Eisner The Spirit.

No voy a intentar resumir en unas pocas líneas la gran importancia de Eisner en el desarrollo del lenguaje del cómic, la creación de las novelas gráficas y que el cómic se viera como un arte también dirigido a los adultos. Baste decir que gran parte del cómic moderno se basa en los cimientos que Eisner sentó en las historias protagonizadas por The Spirit, que empezaron a publicarse en 1938. En relación a este artículo sí que hay que mencionar que ya había habido varios intentos de llevar esta obra a la pantalla, como una película de animación que no pasó de las primeras fases de producción y un telefilme de 1987, protagonizado por Sam Jones, que fue concebido como un episodio piloto de una serie que no existió.

Cuando supe que Frank Miller sería el guionista y director de una adaptación de The Spirit en el mismo estilo usado en Sin City, no me fue muy difícil profetizar un fracaso. Como ya he mencionado, el Miller de esta época no era el mismo de sus momentos de gloria. Su estilo se había ido simplificando y brutalizando, sus historias ya no tenían el interés y la complejidad que me convirtieron en fan suyo. Además, el estilo visual minimalista de Sin City no encajaba para nada con la riqueza visual de las aventuras de The Spirit. De ahí que no me sorprendiera en absoluto la recepción que tuvo el film, que fue destrozado por la crítica y un sonoro fracaso de taquilla. De hecho, fue un fracaso tan brutal que puso fin a la carrera de Miller como director, volviendo únicamente a dirigir junto a Robert Rodriguez Sin City: Una dama por la que matar (Sin City: A Dame to Kill For, 2014) (otro fracaso de crítica y taquilla, este no lo entendí porque es una fiel adaptación del cómic en que se basa, si te gustó Sin City lo lógico es que también te gustara esta película).

Años después, me he enfrentado de nuevo a esta película. Y lo hice con una nueva perspectiva. Decidí olvidarme del Spirit que conocía. Como adaptación, The Spirit es tremendamente infiel, cambiando completamente el personaje, tanto el look, como la personalidad e incluso se le otorgan unos poderes curativos a lo Lobezno que el personaje nunca tuvo. De hecho, The Spirit no era más que un justiciero sin ningún tipo de poder o habilidad especial. Así, a pesar de algún guiño visual, de adaptar una histora clásica del personaje y alguna frase que hace referencia a la obra de Will Eisner, esta película es puro Frank Miller. Así que lo mejor es olvidarse de que se trata de una adaptación, no estar continuamente señalando todas las maneras en que se aleja de la obra de Eisner.

No, esta película no hay que verla como una adaptación de The Spirit. O como una típica cinta de acción neo noir. Esta película hay que verla como una comedia absurda. Está llena de bizarros toques de humor que, si estás del adecuado ídem, resultan bastante divertidos. Por lo menos, en esta ocasión me resultaron divertidos, aunque Miller como director en solitario fuera bastante inepto. Tal vez vivimos unos tiempos tan terribles, que incluso The Spirit es capaz de ofrecer alivio. En fin, no tengo excusa, volví a ver esta película y me lo pasé bien. A lo mejor es señal de que el Apocalipsis se acerca.

22 oct 2020

Segunda oportunidad: Blues Brothers 2000


 

Hacer una secuela de una película cuando han pasado casi dos décadas desde su estreno es siempre una apuesta arriesgada, pero aún más si dicha película se ha convertido en un clásico y una de las estrellas principales ha muerto. A pesar de todo, se intentó recapturar el éxito de Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, John Landis, 1980) con Blues Brothers 2000 (John Landis, 1998). La cosa no salió muy bien.

Cuando se estrenó en su día, The Blues Brothers fue un enorme éxito, que catapultó a sus protagonistas y a su director, y con el tiempo se fue convirtiendo en todo un clásico. Además, tras su muerte en 1982, John Belushi se había convertido en un icono de la comedia. Teniendo esto en cuenta, la idea de hacer una secuela parecía destinada al fracaso. Al mismo tiempo, que la original fuera un clásico muy querido que seguía generando beneficios, tanto en ventas de distintos formatos domésticos como en merchandising, hacía que explotar la película aún más con una secuela tuviera todo el sentido del mundo para el estudio. Finalmente, cuando Blues Brothers 2000 se estrenó lo hizo con cierta indiferencia y una recaudación bastante pobre, poniendo a todo el mundo de acuerdo en que ni le llegaba a la suela de los zapatos a la primera entrega. Años más tarde, en una entrevista realizada por Calum Waddell, John Landis culparía del fracaso del film a la Universal, que en su insistencia en que la secuela fuera para todos los públicos le acabó "cortando las pelotas al film".

Con todo el respeto a Landis, la única razón por la que The Blues Brothers fue calificada "R" en Estados Unidos fue el lenguaje, ya que el estilo de humor y los chistes no es que fueran material solo para adultos. Pero es cierto que el estudio exigió muchos cambios en la película, amargando el rodaje a Landis y Dan Aykroyd. Lo que podemos añadir a los muchos problemas que tiene Blues Brothers 2000, principalmente de guion. Aunque podría haber sido peor, el hermano de John Belushi, Jim, originalmente iba a ser el coprotagonista al lado de Aykroyd.

Pasado el tiempo, al volver a visitar la película, muchos de estos problemas son evidentes. No es tan divertida como el original y la historia no tiene peso, ni dirección, ni interés. Es fácil ver porqué fue un fracaso de taquilla. Dicho esto, siendo honesto, también hay algún momento suelto que es capaz de arrancar una sonrisa y los números musicales son bastante buenos. Es un film regular que sigue a una obra maestra, así que nunca estaba destinada a ganar, aunque el estudio no hubiera intervenido.

Supongo que la suerte que sí ha tenido Blues Brothers 2000 es que sus pocas virtudes se pueden apreciar mejor con el paso del tiempo. Aunque yo la tengo por completar la filmografía de John Landis, puedo ver aquí y allá destellos de lo que podría haber sido al revisitarla. No es mucho, pero es mejor que nada.

21 may 2020

Segunda oportunidad: Inocentada sangrienta


Hace poco dejaron escritos un par de comentarios en un antiguo post que escribí sobre Inocentada sangrienta (April Fool's Day, Fred Walton, 1986). Estos comentarios hicieron que me diera cuenta de que el artículo ya no representaba mi opinión sobre el film, normal teniendo en cuenta que lo escribí hace casi diez años.

En realidad es más que mi opinión se ha suavizado. Volviendo a visitarla via DVD he aprendido a disfrutar la película por sus aciertos y sus fallos no me molestan tanto. Y con fallos me refiero al algo frustrante final. Un final que resulta insatisfactorio para mí por lo bien que había funcionado la película hasta entonces.

Para los que no conozcan el film: el primero de abril es en Estados Unidos el equivalente aquí al 28 de diciembre, es decir: Día de los Inocentes. Es entonces que Muffy (Deborah Foreman) invita a un grupo de amigos a su casa en una isla. ¿Y qué pasa entonces? Pues que empiezan a desaparecer uno a uno, eso pasa. ¿Podrá Kit (Amy Steel) resolver el misterio antes de que le llegue su turno?

Los más leídos se habrán dado cuenta de que el film es prácticamente una nueva versión de Los diez negritos de Agatha Christie, novela que ha sido muy influyente en el género slasher. Además, la película llegó cuando el género estaba ya bastante agotado, a pesar del soplo de aire fresco que había sido Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984) (1-2). Género cansado y final no muy celebrado fue lo que hizo falta para que el film fuera un fracaso en taquilla. Con el tiempo, Inocentada sangrienta ha sido una película reivindicada por fans del slasher como un antecedente a películas como las de la saga Scream (1-2-3).

Tal vez mi primer artículo de April Fool's Day no habría sido tan negativo sino fuera porque me había leído la novelización que escribió Jeff Rovin con el final original. Bueno, más que final era todo el tercer acto que añadía 20 minutos a la película. Paramount decidió que se eliminase toda esa sección, que fue sustituida por el chiste final que aparece antes de los títulos de crédito.

El miedo a que la película resultase demasiado larga (aunque habría durado menos de 2 horas, casi una rareza hoy día) la acabó condenando. Porque este tercer acto, sumado a todo lo anterior, seguramente habría convertido el film en un clásico dentro del género, mucho más apreciado de lo que es hoy día. Tuvo que pasar un tiempo hasta que pude desconectar la versión original de la película con la versión que finalmente se estrenó.

Pero no tiene sentido lamentarse por lo que pudo ser y no fue. En el presente, he aprendido a disfrutar con Inocentada sangrienta a pesar de todo. Tal vez también sea vuestro caso.



16 abr 2020

Segunda oportunidad: Las secuelas de Poltergeist

 
La clásica Poltergeist (Fenómenos extraños) (Poltergeist, Tobe Hooper, 1982) es una película que desde el primer momento que la vi me encantó, me absorbe aún hoy. Tal vez por eso, ignoré las secuelas durante mucho tiempo. Al principio no me interesaron; cuando las vi por televisión no me parecieron que estuvieran a la altura del original, así que me olvidé de ellas.

Fue así hasta que Shout! Factory anunció que iba a editarlas en Blu-ray, momento en que pensé volver a verlas y ver qué tal era la experiencia. Me gustaron mucho más de lo que esperaba y aún más me sorprendió que la muy criticada tercera entrega me gustara más que la segunda entrega.

Poltergeist II: El otro lado (Poltergeist II: The Other Side, Brian Gibson, 1986) se puso en marcha de forma casi inmediata, tras el monumental éxito de la primera. Tanto Steven Spielberg como Tobe Hooper se desentendieron del proyecto, que acabaron encabezando Mark Victor y Michael Grais, guionistas de la primera entrega que aquí repetirían como guionistas además de ser productores. Que Victor y Grais fueran guionistas de la primera explica que en esta segunda entrega se aprovechen conceptos desechados en la primera entrega, como la secta enterrada bajo la casa. Además, para que Craig T. Nelson y JoBeth Williams regresaran, se les invitó a aportar conceptos al guion que estuvieran interesados en explorar. Nelson coincidió con los guionistas en introducir elementos de la mitología nativa americana, mientras que Williams, que había perdido hacía poco a su madre, quería que su personaje pasara por lo mismo. También regresaron, claro, Heather O'Rourke y Oliver Robins, interpretando a Carol Anne y a su hermano Robbie. Se decidió obviar las referencias a la hermana mayor Dana, que se supone está estudiando en la universidad, después de que Dominique Dunne, la actriz que la interpretaba, fuera asesinada por su pareja mientras rodaba la serie V (Kenneth Johnson, 1984). Zelda Rubinstein también repetía, aunque en un papel menor, acompañada de Will Sampson para ayudar a los Freeling a deshacerse de las entidades paranormales que les acosan.

Encabezando estas entidades se encuentra el reverendo Kane, interpretado por Julian Beck. Beck aceptó el papel sabiendo que sería su último papel en pantalla, ya que estaba enfermo de cáncer de estómago. Que estuviera enfermo hizo que el estudio se negara a asegurarlo por temor a que muriera antes de finalizar el rodaje, de modo que los productores lo aseguraron de su bolsillo. Fue un gran gesto, que permitió a Beck realizar un último papel con el que pasó a la historia, ya que su interpretación es uno de los elementos que más se recuerdan del film. La participación de Beck también atrajo al artista H. R. Giger, que era un gran seguidor del teatro experimental de la compañía que dirigía Julian Beck. Giger contribuyó al film diseñando las memorables criaturas que aparecen en él.

Poltergeist II intenta recuperar la atmósfera y el estilo del primer film, involucrando de nuevo a la familia en una nueva aventura sobrenatural. La novedad es el aumento en efectos visuales, mostrando el más allá que la primera entrega sabiamente no mostraba. Pero, también, son estos momentos, en los que se despliega lo más puntero en efectos visuales y especiales de la época, los que hacen esta película memorable. El otro aspecto destacable es que, mientras en la primera película JoBeth Williams era la indiscutible protagonista, aquí se centra más en Craig T. Nelson, que es menos inútil y más heroíco que en la anterior película.

La secuela intenta ofrecer las mismas sensaciones que la primera, mientras aporta algo nuevo. No es muy original, pero me pareció más entretenida que cuando la vi por primera vez.




Esta tercera entrega es recordada principalmente porque Heather O'Rourke, la única del reparto original que regresaba junto a Zelda Rubinstein, murió poco después de terminar el rodaje. Obviamente, afectó negativamente a la recepción de la película, que además tuvo la complicación de necesitar un nuevo final sin contar con una de las actrices principales.

El director Gary Sherman ideó una interesante premisa para Poltergeist III (1988): situar el film en un rascacielos y mezclar la historia de fantasmas con Alicia a través del espejo. En el film de Sherman, los espejos son puertas al mundo sobrenatural y sirven de punto de entrada al malvado Kane, ahora interpretado por Nathan Davis, personaje que regresaba por petición de los fans. Lamentablemente, el presupuesto inicial con el que contaba Sherman fue severamente recortado, con lo que tuvo que reescribir el guion para que fuera menos ambicioso, eliminando o reconsiderando muchas escenas.

Hay un aspecto por el que esta película resulta hoy memorable. Debido a que Poltergeist III se rodaba en pleno amanecer de los grandes efectos realizados por ordenador, y que las dos anteriores habían hecho gala de muchos efectos ópticos, Sherman decidió realizar todos los efectos de forma práctica en el set. Esto se tradujo en un rodaje tremendamente complicado y complejo, para poder hacer realidad los momentos sobrenaturales de forma práctica.

El rascacielos encantado y el mundo al otro lado del espejo me parecen ideas muy interesantes, prefiendo este enfoque al de intentar repetir lo mismo pero diferente de la segunda entrega. Es cierto que tiene sus defectos, como las repetidas veces que se repite el nombre Carol Anne, el final es algo flojo y es difícil ver a la pequeña de Heather O'Rourke, más hinchada debido a su enfermedad y a que tenía 13 años pero la querían pasar por una niña de 8, y no pensar en que le pasó. A pesar de todo, una vez se centra uno en la película, es un film lleno de ideas nuevas dentro de la franquicia y con secuencias tremendamente efectivas. Razones por las que creo que es la mejor de las dos secuelas.


1 oct 2019

Segunda oportunidad: Un San Valentín de muerte

 
La primera vez que vi Un San Valentín de muerte (Valentine, Jamie Blanks, 2001) no me gustó nada. Estrenada hacia el final de la segunda oleada slasher, iniciada con Scream: Vigila quién llama (Scream, Wes Craven, 1996), no parecía aportar nada nuevo y, además, el género daba muestras de cansancio, quemado muy rápidamente. Tampoco ayudó que se revelara la identidad del asesino en internet antes de que se estrenara en cines. Durante mucho tiempo, me pareció una película mediocre.

Saltamos a finales del 2018, cuando Scream Factory saca a la venta una edición coleccionista de Leyenda urbana (Urban Legend, Jamie Blanks, 1998). Siempre me gustó Leyenda urbana (y ahora descubro que nunca le he dedicado un artículo, sino menciones, debería remediarlo), así que disfruté enormemente con la cargada edición de Scream Factory. Al terminar, decidí ver de nuevo Valentine, la segunda película que dirigió Jamie Blanks tras Leyenda urbana, ya que no la había visto desde que se estrenó en cines. Antes, por simple curiosidad, leí la novela de Tom Savage en que supuestamente se basa.

Y digo "supuestamente" porque, en realidad, de la novela solo se tomó el título, el concepto y el giro final. El libro de Savage es un thriller, bastante entretenido, en el que somos testigos de cómo el asesino ejerce su venganza sobre la protagonista, mientras la observa desde un apartamento en el edificio de enfrente al edificio en que vive la sufrida protagonista. Para la película se decidió convertir la historia de un psicópata que decide vengarse de unas mujeres en el día de San Valentín en un puro slasher.

Tengo muy claro que en su momento no supe apreciar la película correctamente. Puede que ahora tenga una mente más abierta y haya adquirido algo de sofisticación, lo que haya contribuido a que, en esta segunda vez, disfrutara enormemente con Valentine. Dirigida en un estilo más clásico que los contemporáneos de su época, tiene unos toques de comedia que ahora sí me hicieron reír y supe apreciar mejor cómo construye el suspense, sin tantos destellos editoriales ni jump scares como era habitual entonces.

Por supuesto, las actrices protagonistas también tienen su peso en esta nueva apreciación. En particular Marley Shelton, a la que no recordaba cuando la volví a ver luego en Sin City: Ciudad del pecado (Sin City, Robert Rodriguez, 2005) y en Planet Terror (Robert Rodriguez, 2007), como la Final Girl. Pero quién más sale ganando es Denise Richards, no muy popular por sus habilidades como actriz, que aquí brilla como Paige Prescott. Otro factor en esta nueva apreciación: cuando se estrenó la vi doblada, algo que jamás haría hoy día, lo que influye en cómo recibí las interpretaciones y los diálogos.

Soy el primero en admitir que el argumento de Valentine no es muy original. Grupo de personajes perseguidos por enmascarado a causa de pecados del pasado se podría aplicar a la mayoría de títulos del género. Pero la manera en que representa a sus protagonistas, la manera en que equilibra la comedia y el terror y la manera en que intenta ser un film más "adulto" que el típico teen slasher, realmente resonaron conmigo en el presente. Lo suficiente para hacerme con la nueva edición que editó Scream Factory a principios de año. Si la viste en su momento y no te gustó, te animo a darle una nueva oportunidad como hice yo. Si no la has visto todavía, la recomiendo si eres fan del género.


14 may 2019

Segunda oportunidad: Un vampiro suelto en Brooklyn

 
Estaba completando la filmografía de Wes Craven, buscando sus trabajos realizados para televisión, cuando se me ocurrió revisitar Un vampiro suelto en Brooklyn (Vampire in Brooklyn, Wes Craven, 1995). No la había visto desde finales de los 90, más que nada porque venía de regalo con otra película, además de ser un completista. Entonces me pareció terrible y sentía curiosidad por ver qué tal ha envejecido.

Maximillian (Eddie Murphy), el último vampiro que queda procedente de una isla en el triángulo de las Bermudas, llega a Nueva York con la intención de encontrar a una mujer parte humana parte vampira. Y la encuentra: la inspectora Rita Veder (Angela Basset), encargada de investigar los asesinatos que Maximillian está cometiendo en su visita a la ciudad.

Volver a ver la película recientemente fue curioso teniendo en cuenta lo que sé ahora que no sabía entonces. Wes Craven ya no está con nosotros para dirigir más películas, siendo la última no el mejor de sus trabajos. Eddie Murphy, por otra parte, empezaba a decaer como estrella de la comedia y lleva desaparecido de las pantallas desde el 2016.

El producto de esta colaboración es una película que no es que sea una maravilla precisamente. Es un fallo interesante. Originalmente, la productora de Murphy tenía interés en filmar el guion cuando este era una película de terror seria. Pero a Murphy le gustó el guion y tenía interés en interpretar a un villano, momento en el que el estudio (y luego el director) decidieron convertir el film en una comedia. El resultado es un híbrido extraño. Al no ser concebida desde un primer momento como una comedia de terror tiene un tono muy desiquilibrado, con las escenas de terror o "serias" siendo interrumpidas por algún chiste. Se nota que la comedia es algo añadido a la historia y que no formaba parte de ella de forma orgánica. Craven, que ya tenía costumbre de añadir toques de humor en sus películas, introduce chistes que no casan muy bien con el estilo de comedia de Murphy. Por ejemplo, una escena en la que unos mafiosos son obligados a desarmase y llenan el suelo con una montaña de pistolas y otras armas absurdas como una espada árabe. Es un gag muy infantil, y muy viejo, que choca con el humor más morboso y callejero de la mayor parte de la película.

Dicho esto, mentiría si no dijera que en algunas escenas me hizo reír y tiene interesantes momentos de terror. Esto último es lo que mejor funciona, ya que así fue concebida originalmente. La interpretación de los protagonistas es también bastante buena. Te hace pensar que la película podría funcionado mejor si la hubiesen filmado tal y como estaba concebida o hubiesen sabido introducir mejor la comedia. Por supuesto, en el tráiler la venden como una comedia absoluta, una de las razones por las que fue un fracaso, ya que los que fuesen buscando una comedia "pura" se quedarían muy decepcionados y rechazarían los momentos de terror.

Como ya he dicho, un fallo interesante. Peculiar, por decirlo de alguna manera.


5 nov 2018

Segunda oportunidad: La liga de los hombres extraordinarios

 
Hace poco lei un artículo destacando un punto positivo de La liga de los hombres extraordinarios (The League of Extraordinary Gentlemen, Stephen Norrington, 2003): fue la primera película en la que el capitán Nemo, interpretado por Naseeruddin Shah, estaba representado como un hombre indio tal y como Julio Verne lo había imaginado, en lugar de los típicos caucásicos que hasta entonces lo habían hecho. Este artículo me dio la idea para volver a ver una película que no había visto desde que se estrenó y salí asqueado de verla hace 15 años. Sin embargo, la tenia ya que estaba incluida en un pack que compré por los otros títulos que lo conformaban, así que me armé de valor y me puse a verla por segunda vez en mi vida.
 
Esta adaptación de una fantástica serie creada por Alan Moore, con arte de Kevin O'Neill, entró en producción antes de que el primer número se publicara. También fue responsable de que Alan Moore dejara de aparecer en los créditos de las películas basadas en sus obras y se desentendiera completamente de las adaptaciones al cine posteriores, de que Sean Connery decidiera no rodar más películas y de que Stephen Norrington dejara de dirigir películas. No está mal para una mediocre película de acción.

El film resulta interesante desde un punto de vista histórico: fue producido en plena efervescencia del cine de superhéroes pero cuando todavía se aplicaba una visión muy Hollywood de cómo se supone que era una película de acción de este estilo, cuando Marvel todavía no había mostrado cómo se hace bien y la Warner con DC cómo se hace mal. En sentido, la que más salió perdiendo en el traslado de las páginas a la pantalla fue Mina Murray, que pasó de lider del grupo a secundaria vampira sexy con innecesarios poderes (y con nombre de casada). Pero sus puntos interesantes se acaban ahí en lo que a mí respecta.

He de remarcar que esta película me ha hecho darme cuenta de que ya no me ofendo como antes. En su momento, la pésima adaptación que convertía una gran historia en una típica película de acción a lo James Bond, me pareció una afrenta personal. Salí dispuesto a quemar Hollywood y ahorcar a los responsables de semejante despropósito. Por suerte, he madurado. Sí, es una adaptación pésima y una película mediocre, pero puedo seguir disfrutando de la verdadera League of Extraordinary Gentlemen simplemente cogiendo el volumen de la estantería. Me he dado cuenta de que no vale la pena desperdiciar energía en odiar una película, es mejor reservar la pasión para las películas que me gustan.

A lo mejor también influye que, desde entonces, he visto cosas mucho peores, como La Torre Oscura (The Dark Tower, Nicolaj Arcel, 2017). Al fin y al cabo, como ya he repetido diversas veces a lo largo de este artículo, es un film mediocre pero no terrible o abominable. Tiene algún instante que me hace gracia, no me aburrí y aprecié los maquillajes prácticos y las prótesis mezclados con la CGI, al contrario que con Van Helsing (Stephen Sommers, 2004) que era puro ruido sin más. Tampoco creo que la vuelva a ver nunca más, claro.


22 oct 2018

Segunda oportunidad: The Haunting (La guarida)

 
Tras disfrutar con la serie y escribir el artículo La maldición de Hill House, pensé que sería un buen momento para repasar The Haunting (La guarida) (The Haunting, Jan de Bont, 1999), película que no había vuelto a ver desde que se estrenó en cines.

Algo que sí recordaba sobre este film de finales de los 90 es que por una vez mi opinión coincidía con la de la mayoría, considerando La guarida un fracaso artístico. Hasta la protagonista Lili Taylor, conocida por su trabajo en el cine independiente, juró no hacer otra película en Hollywood tras ver el resultado final del proyecto. Volviendo a verla hoy día mi opinión original se ve reafirmada, aunque ahora tengo más recursos para explicar por qué es una mala película de terror.

Sobre el papel todo apuntaba al éxito según la mentalidad hollywoodiense: basada en un clásico de la literatura que ya había servido de base para una de las mejores películas de terror de la historia del género, La casa encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963); un reparto de estrellas encabezado por Liam Neeson, Catherine Zeta-Jones, Lili Taylor, Owen Wilson y una breve aparición de Bruce Dern; el director Jan de Bont había dirigido dos títulos muy taquilleros previamente. ¿Qué fue mal?

Los problemas principales tienen su raíz en el guion. Al parecer, a mediados de los 90 Stephen King propuso a Steven Spielberg una nueva adaptación de la novela de Shirley Jackson, de la que King es muy fan. El guion de King fue rechazado, el genio de Maine lo convirtió en la entretenida miniserie Rose Red (Craig R. Baxley, 2002), para empezar la inevitable retahíla de guiones y reescrituras, siendo acreditado en pantalla David Self, en el que fue su primer guion producido. Repito: Stephen King - guion rechazado, principiante que no había hecho nada - guion aceptado.

El guion se toma muchas libertades con la novela, es bastante infiel e inventa muchos detalles argumentales para la película. Lo cual no sería un problema si los cambios sirvieran para mejorar la traslación a la pantalla de la historia, me remito de nuevo a la serie La maldición de Hill House. Pero no es el caso. Los cambios hacen que todo resulte muy forzado y excesivamente conveniente. La razón por la que los personajes acaban en la casa (un estudio sobre los efectos del miedo) no tiene mucho sentido ni utilidad científica. Eso sí: se hacen muchas referencias contemporáneas, para que sea una película moderna y actual. Pero el máximo problema es que se cambió el tono y el estilo de la historia para una idea muy hollywoodiense de lo que da miedo: cero atmósfera y muchos, muchos ruidosos y aparatosos efectos visuales.

Los efectos visuales por ordenador son una herramienta. Y como todas las herramientas se ha de saber cómo usarla, cuándo usarla y dónde usarla. La mejor manera actualmente de usarlos es mezclar efectos prácticos con efectos visuales, de modo que se puedan tapar las carencias de uno con los elementos fuertes del otro. Sobretodo si, como sucedía a finales de los 90, la tecnología estaba en pleno desarrollo y todavía no tenía la capacidad de verosimilitud que tiene actualmente. Por ejemplo, tres años antes de La guarida Peter Jackson estrenó Agárrame esos fantasmas (The Frighteners, 1996), una película que utiliza un gran número de fantasmas. Para crear estos fantasmas, Jackson filmó actores maquillados frente a una pantalla verde y luego los añadió a la imagen principal, creando personajes etéreos y creíbles dentro de la acción. En el film de De Bont, los fantasmas se crearon usando solo animación digital, así que tienen un aspecto muy falso de dibujos animados que no encaja con la acción real. Además, hay momentos muy ridículos que pretenden ser inquietantes por culpa de la excesiva utilización de efectos visuales.

Esta manera de entender el cine y el género provoca que, a pesar de su gran diseño de producción, La guarida es un film que deja frío, indiferente. No provoca ni miedo ni suspense, todo es demasiado falso y grandilocuente desde el primer minuto como para crear una atmósfera envolvente.

Un ejemplo más claro de a lo que me refiero. Una de las escenas más memorables del film de Robert Wise, sacada de la novela de Jackson, es cuando Theo y Nell escuchan aterradas unos extraños ruidos y Nell se queja de que Theo le apreta la mano con demasiada fuerza, a lo que Theo responde que no le está cogiendo la mano. Una escena imitada y copiada centenares de veces. En el film de Jan de Bont esto se traduce en: explosión de cristales que tira a Nell de la cama, sola en la habitación, que dice "¿quién me cogía la mano?" levantándose del suelo, con la frase casi tapada por el sonido del cristal y sin que en ningún momento se viera o se aludiera a que Nell le estaban cogiendo de la mano. Es como si hubieran añadido la frase en el último minuto pensando que era algo que la gente recordaba pero sin considerar si tenía sentido en la escena.

En definitiva, La guarida es un perfecto ejemplo de personas trabajando en un género sin conocerlo bien. El resultado, un film mediocre sin interés.


3 abr 2018

Segunda oportunidad: Van Helsing

 
Dentro de esta serie de artículos, he vuelto a ver algunas películas que en el pasado no me gustaron. Al volverlas a ver al cabo de los años o con una nueva perspectiva, las rediscubría con gran placer. Pero no siempre es así. De hecho, la mayoría de las veces mi opinión negativa se ve reafirmada. Una de esas veces ha sido con Van Helsing (Stephen Sommers, 2004).

Debido a lo mucho que me gusta su film de culto Deep Rising: El misterio de las profundidades (Deep Rising, 1998), siempre le he dado una oportunidad como director a Stephen Sommers. Y eso a pesar de que, desde el estreno de Van Helsing, parece que el hombre no levanta cabeza. Después del gran éxito mundial de taquilla que consiguió con The Mummy (La momia) (The Mummy, 1999) y The Mummy Returns (El regreso de la momia) (The Mummy Returns, 2001), Universal le dio carta blanca y un desmesurado presupuesto para que hiciera realidad Van Helsing.

Esta película estaba pensada para convertirse en una nueva franquicia protagonizada por Hugh Jackman, convertido en estrella entonces gracias a su papel como Lobezno en la primera entrega mutante que dirigió Bryan Singer. Ya se empezaba a planear la secuela poco antes de que se estrenara. Así como también se planeó una serie de televisión, se realizó un film animado, brutal promoción... La maquinaría de Universal a plena potencia.Y entonces se estrenó.

Teniendo en cuenta el presupuesto de la película y lo gastado en promoción, Van Helsing fue un sonoro fracaso. La idea de una secuela se abandonó a los pocos días del estreno, así como los planes de hacer una serie de televisión. Eso sí, las ventas en DVD y Blu-ray parece que son bastante buenas, así que la idea de hacer un reboot del personaje no se ha descartado del todo. O por lo menos no estaba descartada mientras existía el Dark Universe, que hoy día está más que muerto y las películas planeadas para desarrollar este universo han sido canceladas (muchas gracias, Alex Kurtzman).

Pero, ¿qué fue mal con Van Helsing? Bueno, desde mi punto de vista, lo que fue mal con Van Helsing es lo que fue bien con The Mummy. Van Helsing coge el tono y el estilo de The Mummy, aumentando la acción y disminuyendo la historia, con personajes mucho menos carismáticos (Richard Roxburgh es posiblemente el peor Dracula de la historia). Es decir, Van Helsing es los peores defectos de The Mummy llevados al extremo. No hay historia, solo acción, los personajes corren de aquí para allá sin motivación alguna. Y los efectos visuales son realmente terribles, han envejecido muy mal.

Siendo honesto, la primera parte del film me divirtió, más a su costa que a su favor, pero llega un punto en que acabé agotado y aburrido porque no se me daba ninguna razón para que me interesara el ruidoso y vacío espectáculo que se desplegaba ante mí. Solo espero que al darle una mala calificación en Netflix, el servicio no me recomiende más películas del estilo (aunque las clasificaciones y recomendaciones de este servicio tienen un punto demencial).

Lo siento por Stephen Sommers, pero el tiempo pasado no ha hecho mejorar mi opinión de esta película: me pareció un bodrio cuando la vi en el cine en su día, me ha parecido un bodrio vista ahora en la comodidad de mi hogar.


5 may 2017

Segunda oportunidad: Psicosis III

 
Oscuridad total. De repente, se oye una voz gritar "¡NO HAY DIOS!". Y así empieza Psicosis III (Psycho III, Anthony Perkins, 1986).
 
Durante mucho tiempo consideré que Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, Richard Franklin, 1983) era la única secuela de Piscosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) que valía la pena. Psicosis IV: El comienzo (Psycho IV: The Beginning, Mick Garris, 1990) siempre me pareció mediocre y sin interés y Psicosis III algo aburrida a pesar de su prometedor comienzo. Sin embargo, esta opinión se vio rápidamente alterada cuando no hace mucho revisité la franquicia. Bueno, en realidad solo cambió en lo que respecta Psicosis III, Psicosis IV me sigue pareciendo mediocre y sin interés.

Vi por primera vez Psicosis III justo después de ver Psicosis II, que me pareció genial. No esperaba que esta tercera entrega, que arranca poco después de lo sucedido en el film de Richard Franklin, me gustara de la misma manera, pero esperaba algo del mismo estilo, con la curiosidad añadida de tener al propio Anthony Perkins como director. Pero Psicosis III es un film muy distinto a lo que me esperaba (un simple relato con Norman Bates matando más huéspedes de su motel) con interesantes elementos psicológicos y buenas dosis de humor negro, aunque no supe reconocer estas virtudes en su momento. Ahora estoy convencido de que es una de esas películas que has de ver más de una vez para empezar a apreciar, supongo que porque es lo que me pasó a mí: la primera vez no me acabó de gustar, luego empecé a apreciar la dirección de Perkins y recientemente disfruté con todo el conjunto formado por las interpretaciones, la dirección de Perkins y el guion de Charles Edward Pogue.

Para aquellos que no la hayan visto todavía, el film arranca con Maureen (Diana Scarwid), una monja a punto de suicidarse (es ella la que grita "no hay dios") pero no solo no muere sino que su intento de suicidio acaba con la muerte de otra monja. Deprimida y atormentada, Maureen abandona el convento y empieza a vagar. Primero sus vagabundeos hacen que coincida con Duane (Jeff Fahey), un sórdido personaje que casi la viola. Pero luego la cosa mejora: encuentra refugio en el motel Bates. Donde vuelve a encontrarse con Duane. Norman Bates, por su parte, sigue despachando huéspedes, pero las cosas cambian para él cuando conoce a Maureen. Y con estos personajes, la receta para el desastre y el horror está lista.

Es fácil de explicar porque la dirección de Perkins me sedujo en primer lugar. Perkins hacía poco que había trabajado con Ken Russell en La pasión de China Blue (Crimes of Passion, 1984) y se nota la influencia del director inglés, así como también la influencia del cine europeo, añadiendo a la película un toque giallo. Me llamaron la atención especialmente las brillantes y teatrales transiciones de escena a escena que ideó Perkins.

Me costó más entrar en el guion de Pogue, que presenta una historia que se aparta del terror y el suspense más habitual, que también hay, para explorar el personaje de Norman Bates y, en particular, su conflicto con Madre. Como la primera vez que la vi me esperaba algo más habitual, no supe apreciar lo que Pogue había ideado. Supongo que también ha ayudado que estaba preparado para lo que iba a ver y pude entrar más fácilmente en la película.

Por tanto, aunque la cuarta entrega sigue siendo una pérdida de tiempo, recomiendo Psicosis III a todos aquellos que todavía no hayan disfrutado de esta peculiar película. No muy bien vendida en el tráiler, he de añadir.


7 mar 2017

Segunda oportunidad: Constantine

 
Cuando vi Constantine (Francis Lawrence, 2005) en cines por primera vez, la odié. La odié mucho. En aquel entonces era muy fan de Hellblazer, el cómic en que se basaba la película, y el hecho de que se hubiesen hecho tantos cambios para que fuera más digerible para el público americano y para que se adaptara mejor al protagonista, Keanu Reeves, no me sentó demasiado bien. Tampoco ayudó el hecho de que la película se inspiraba, más o menos, en el arco Hábitos peligrosos, cuya resolución es posiblemente uno de los momentos más recordados de la historia de este cómic.

Pasó el tiempo.

Después de la etapa escrita por Brian Azzarello dejé de leer la serie. No porque me hubiera dejado de gustar o no me interesara, sino por tiempo y dinero: había otras series que me gustaban más y Hellblazer fue uno de los sacrificios que hice. De todos modos, nunca sentí que la serie pudiera volver a ser tan potente como en su primera época.

Hace poco tuve la oportunidad de volver a ver Constantine. Decidí que esta vez intentaría juzgar la película por si misma, sin pensar en ella como una adaptación. Como si no tuviera nada que ver con el cómic. Esto último, exceptuando parte del argumento, no era difícil ya que, aparte del nombre John Constantine y el nombre de otros personajes, no tenía nada que ver con el cómic.

Teniendo todo esto en cuenta, la película me pareció... OK.

No la odié como la primera vez que la vi en el cine, pero tampoco la redescubrí como una gran joya. La película tiene un argumento corriente, pero se beneficia de algunas escenas conseguidas y la presencia de Rachel Weisz, que siempre es bienvenida. Sí que es cierto que vista en la actualidad, distanciado de la fuente original, me resultó mucho más entretenida y la disfruté mucho más que la primera vez que la vi. Producida hoy día, con un poco más de fidelidad al cómic y un presupuesto menor, puede que hubiese sido el inicio de una exitosa franquicia.


25 ene 2017

Segunda oportunidad: La noche de los muertos vivientes - 1990

 
Ahora estamos acostumbrados a que se hagan nuevas versiones de clásicos del cine de terror, recibidas con el habitual escepticismo y/o repugnancia. Pero a principios de los 90, tras varios notorios remakes en los 80, era algo inesperado, que no provocaba inmediato rechazo ya que los remakes ochenteros mencionados fueron bienvenidos y sobresalientes. A pesar de ello, La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, Tom Savini, 1990) pasó sin pena ni gloria por las taquillas de cine, en una época en que los zombis no interesaban al gran público.

Muchos aficionados al cine de terror ya conocen la historia de como George A. Romero, John A. Russo y Russell Streiner perdieron los derechos de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968) cuando, al cambiar el título original por el que es conocido ahora, eliminaron sin querer el copyright. El resultado fue que los creadores del film no obtuvieron ningún beneficio económico del fabuloso éxito en taquilla que tuvo la película originalmente, además de que con los años se ha visto sometida a distintas y horribles manipulaciones.
 
Romero, Russo y Streiner, tras años luchando por recuperar sus derechos, decidieron optar por hacer un remake de su película con la intención de que legalmente se reconocieran sus derechos y obtener algún beneficio de su creación. Romero se encargó de escribir el guion y eligió a Tom Savini como director. Savini se estrenaba como director de largos, aunque ya había trabajado como director en la serie de Romero Cuentos desde la oscuridad (Tales from the Darkside, 1983-1988).

Savini pasaba entonces por un mal momento personal, estaba en medio de un divorcio nada amistoso, y muchos de los cambios y escenas que quería hacer, no le fueron permitido hacerlos por el productor Menahem Golan. La unión de estos dos hechos provocó que Savini se desentendiera del film durante mucho tiempo, al igual que la mayoría de los espectadores.

Una reacción fácil de entender. Cuando originalmente vi la película, la verdad es que me dejó indiferente. Me recordaba demasiado al film de Romero (el hombre no se esforzó demasiado en cambiar el guion original que escribió con Russo a finales de los 60), no me pareció interesante y me olvidé de él. Sin embargo, cuando recientemente me encontré a buen precio la edición australiana de Umbrella en Blu-ray de la película, un impulsó me llevó a hacerme con ella. Este nuevo visionado cambió completamente mi percepción del film de Savini.

Entre los nuevos extras de esta edición, aparecen storyboards de escenas que Savini había planeado hacer pero Golan no le dejó, por razones de tiempo y presupuesto. Savini explica estas escenas, que le habrían dado un aire a lo Sam Raimi al film y creado una película bastante diferente del film original de Romero. Es una lástima que Savini no pudiera hacer realidad estas escenas, además de que los productores se excedieron a la hora de eliminar momentos sangrientos para apaciguar a la censura.

Sin embargo, aún teniendo en cuenta todo ello, La noche de los muertos vivientes, versión 1990, acaba siendo una buena película. Tal vez la distancia en el tiempo, tal vez los continuos traumas con los actuales remakes han ayudado a valorar este film por si mismo. Sea cual sea el motivo, me encontré de lleno metido y absorbido por la película. Para mí, la razón principal son las interpretaciones del reparto, encabezado por Tony Todd, Tom Towles y Patricia Tallman. Las interpretaciones son magníficas y nos anclan en la película, crean interés por lo que pueda suceder. Algo que me había pasado anteriormente desapercibido ya que la primera vez que vi este film fue en televisión a principios de los 90, doblado al catalán.

También ha resultado curioso, teniendo en cuenta la saturación actual, volver a una época en que los zombis solo nos interesaban a unos pocos, cada film del género tenía una personalidad propia. Lo cual resulta raro decirlo de un film que es un remake escrito por el propio director del film original, pero Savini le aporta su personalidad al film, aunque no tanta como hubiera querido él. Si no la habéis visto, recomiendo darle una oportunidad.


16 dic 2016

Segunda oportunidad: Alien vs. Predator


Esta vez toca darle una segunda oportunidad a Alien vs. Predator (AVP: Alien vs. Predator, Paul W. S. Anderson, 2004), película que no he visto entera hasta hace poco, y su secuela.

Siempre he sido muy fan tanto de la saga Predator como de la de Alien, así que obviamente me excité bastante cuando por fin se anunció que se iba a hacer crossover de ambas. Y luego supe que iba a ser calificada para mayores de 13 años en Estados Unidos y que iba a ser dirigida por Paul W. S. Anderson. Automáticamente, toda mi excitación se deshizo más rápido que un gremlin al sol. Porque, aunque Horizonte final (Event Horizon, Paul W. S. Anderson, 1997) me parece un peliculón y la serie Resident Evil me divierte como tontorrona saga de acción, sabía que no era el tipo de director con la ambición y el talento para crear el terror y la acción que este crossover exigiría. Además, el hecho de que la Fox insistiera en hacerla PG-13 me acabó de convencer que la película sería bastante mala. Así que me negué a verla cuando se estrenó en cines.

Unos años más tarde se estrenó Aliens vs. Predator 2 (AVPR: Aliens vs. Predator - Requiem, Colin y Greg Strause, 2007), tampoco fui a verla por el antecedente de la primera entrega. Pero, aquí se ve lo mal que estoy, no podía seguir sin tener todas las películas de Alien y Predator, porque, como me pasa con otras sagas, necesitaba tenerlas todas. Porque sí, aunque no me gustaran. Así que, al cabo de un tiempo, me compré el pack más barato que encontré con ambas películas.

Cuando llegó el pack, decidí darles una oportunidad. Solo vi los primeros 20 minutos de Alien vs. Predator antes de parar el disco y sacarlo del reproductor. Me pareció infumable. Como ya he dicho, no solo el director no tenía la suficiente ambición y el talento para ponerse a la altura de las anteriores películas, el hecho de que fuese PG-13 acababa de castrar la película. Además, no solo no estaba a la altura de las anteriores películas de la saga, tampoco se acercaba a la grandeza de Aliens vs. Predator, la gloriosa primera historia en que se enfrentaban ambas especies, con guion de Randy Stradley y dibujos de Phil Norwood, que en su momento publicó Norma Editorial en una miniserie de cinco números (por solo 225 pesetas cada número, qué tiempos). Aún hoy sigo deseando ver esa historia en la gran pantalla, ya que sin duda es la mejor que he visto/leído y la única que creo se podría ponerse al nivel de las películas clásicas de cada saga.

Poco después, decidí ver Requiem, pero dejando de lado mi pasión por los Xenomorfos y los Yautja. Sencillamente, me enfrentaría a ella como una simple película de serie B. Y, más o menos, funcionó. Supongo que también ayudó el hecho de ver la versión sin censurar. El caso es que me lo pasé bastante bien con Requiem, pero no porque fuera muy buena, sino de la misma manera que me lo pasaría bien con una cutre serie B de las que producía Roger Corman en los 80. De hecho, las historias ambas sagas eran típico material de serie B, pero los presupuestos y, en especial, el talento de cineastas como Ridley Scott, las elevaron a clásicos. Requiem, sin embargo, no elevaba nada a no ser que fuera el nivel de sangre y un asombroso número de fetos devorados por infantes alien.

Así, AVPR no es que me pareciera "buena" por su calidad, pero la podía aceptar como entretenido cine trash, sin tener en cuenta el legado que la precedía.

Pero no pensé hacer lo mismo con AVP, hasta que, recientemente, para prepararme para la nueva entrega, decidí hacer una maratón de Resident Evil. La positiva experiencia me recordó que todavía tenía por ver AVP y decidí darle otra oportunidad, esta vez viendo la versión extendida.

Fue mejor que la anterior ocasión que me puse a verla: ahora la he visto hasta el final. Por desgracia, no me pasó como cuando vi Negra Navidad (Black Christmas, Glen Morgan, 2006) y, de repente, fue como si redescubriera AVP. Por ejemplo, la escena en que nacen los aliens carece del horror visceral que debería provocar esta escena, ya que es imposible hacerlo cuando quieres hacer una película para mayores de 13 años (la versión extendida es sin censurar, pero como desde un principio se planeó como PG-13, no es que sea un gran cambio). Pero se hace más soportable si, como con la secuela, te olvidas de dónde viene y simplemente la ves como una simple película de serie B. En este sentido, es una cinta de acción bastante entretenida, pero poco más. Por fortuna, ninguna de las nuevas entregas de cada franquicia tiene en cuenta la existencia de estas dos películas, así que es más fácil verlas de forma independiente, sin que tengan que entrar en el cánon de ninguna de las dos sagas.




7 dic 2016

Segunda oportunidad: Negra Navidad

 
En Segunda oportunidad tengo planeado volver a ver películas que no me gustaron en su momento y ver si mi opinión sobre ellas cambia o sigue igual. No sé si tendrá más continuidad o si, al final, este será el único artículo de la serie, pero espero que la idea inspire a otros a darle una segunda oportunidad a esa película que en su momento les pareció horrible y quién sabe si ahora puede que les encante.

La primera vez que escribí sobre Negra Navidad (Black Christmas, Glen Morgan, 2006) lo hice basándome más en el recuerdo que tenía de ella que en la propia película y, además, era en el artículo que dediqué a la clásica Navidades negras (Black Christmas, Bob Clark, 1974). El peso de la película de Clark, añadido a la fiebre de remakes en el momento de su estreno, hizo que Negra Navidad no me sentara bien.

Se ha de entender que cuando se estrenó en 2006 la película de Glen Morgan, la manía de los remakes estaba en su momento álgido. Solo en 2006 se estrenaron cuatro, contando el de Morgan. Así que cuando la vi, lo hice ya predispuesto a que no me gustara.

Con el tiempo fui adquiriendo una actitud más madura hacia los remakes, las adaptaciones, los reboots y demás. Cuando empecé con el blog, lo hice con una mente más abierta a la que tenía en el pasado. De todos modos, no volví a ver Negra Navidad para darle un trato más justo, pero es algo que ahora ya he rectificado.

Negra Navidad fue una producción de, entre otros, Dimension Films, una filial de la Miramax, la compañía de Bob y Harvey Weinstein, los cuales mangonearon bastante la película. Ellos insistieron que el film tuviera dos asesinos y llegaron al extremo de, a espaldas del director, filmar escenas para incluirlas en el tráiler y los anuncios de TV como si formaran parte del film. Las tribulaciones de Morgan lidiando con los Weisntein tal vez sea la causa de que existan varias versiones de la películas: la que se estrenó en cines, la sin censurar americana editada en DVD y una versión inglesa estrenada en el Reino Unido y editada en DVD allí (en España se editó en DVD solo la versión estrenada en cines).

Juzgándola por ella misma sin compararla con la película de Clark, Negra Navidad se conserva bastante bien y me ha gustado mucho más cuando la vi en su momento. También, viéndola hoy día, sorprende que, teniendo en el reparto a Michelle Trachtenberg y a Mary Elizabeth Winstead, ninguna de las dos sea la protagonista. Katie Cassidy, la única rubia del film, es la protagonista, conocida hoy día por su papel en Arrow.

Esta era la segunda película que Morgan dirigía y se notaba que quería darle un impactante aire visual. Las iluminaciones navideñas ayudan a darle a la fotografía de la película un aire giallo al film, así como los asesinatos son bastante sangrientos y creativos, recordando al estilo de los 80. Morgan combina bastante bien los toques de humor negro con los momentos de terror, creando un tono que ayuda a dejar de lado los elementos más tópicos de la trama y centrarse en la diversión.

Me alegro de haberle dado una segunda oportunidad a esta película. Me ha parecido un slasher sangriento y bastante divertido que, si bien no es muy original, me ha hecho pasar un buen rato y me ha despertado la curiosidad por ver la versión inglesa. Teniendo en cuenta las fechas que se aproximan, puede ser una estupenda manera de soportar la pesadez navideña.