29 sept 2020

La era de los Stupid

 

Tierraplanistas. Antivacunas. Negacionistas del Covid-19. Políticos del (des)nivel de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal, Boris Johnson. Parece que esta es la época dorada de la estupidez. Hay diversos culpables de este declive, pero hay dos películas realmente proféticas en este sentido que cabría repasar. Una es una comedia que comenté hace años: Idiocracia (Idiocracy, Mike Judge, 2006). La otra es la película en la que nos centramos hoy: La familia Stupid (The Stupids, John Landis, 1996).

Adaptación de una serie de libros infantiles protagonizadas por una familia que hace honor a su nombre, creados por James Marshall y Harry Allard, la película cuenta cómo la familia Stupid se da cuenta de la existencia de unos camiones que se dedican a robar la basura dejada en cubos en la calle. Stanley Stupid (Tom Arnold) y su mujer Joan (Jessica Lundy), junto a sus hijos Buster (Bug Hall) y Petunia (Alex McKenna), correrán diversas aventuras intentando resolver este misterio.

Cuando el film se estrenó originalmente fue un pequeño fracaso. Floja taquilla y malas críticas. John Landis atribuyó esta pobre recepción a que no se supo vender el film como la película infantil que era. Landis tal vez tenga algo de razón, pero lo cierto es que el film es bastante bizarro y absurdo, lo cual creo influyó más en su mala recepción. Desde entonces, The Stupids ha adquirido cierta popularidad como película de culto a través de su distribución en VHS y DVD, donde muchos la descubrieron. He de confesar que soy uno de esos, si bien en mi caso fue un pase televisivo, sumándome al culto sin pensarlo por lo mucho que me hizo (y hace) reír.

La razón por la que me ha parecido relevante comentarla es cuando Stanley cuenta a su familia como el robo de la basura seguramente está relacionado con otro misterioso hecho que descubrió trabajando de cartero: muchas cartas y paquetes eran enviados a un misterioso personaje llamado Remitente. A partir de aquí, Stanley desarrolla una vasta conspiración que incluye el servicio de correos, el gobierno y los militares, dirigido todo por Remitente.

A medida que Stanley va explicando las distintas ramas de la conspiración y cómo todo encaja, casi puedes oir a un conspiranoico relacionando el 5G con la vacuna para el Covid-19 y de ahí hacia el control mental mediante nanobots. Lo cual resulta al mismo tiempo gracioso y deprimente, que algo tan absurdo hoy día no lo sea para muchos. Pero este es el mundo en el que nos ha tocado vivir. Por suerte, películas como La familia Stupid nos puede ayudar a sobrellevarlo mejor haciéndonos reír. Si es que las chorradas como pianos os hacen reír, claro.

18 sept 2020

Gamera: Trilogía Heisei

 

Durante mediados de los 90 del siglo XX, se produjo un hecho sin precedentes: el eterno secundón Gamera superó al rey de los monstruos Godzilla con una trilogía de películas que, no solo fue más allá de las expectativas de los fans, además acabaron siendo consideradas la cima del género. Vamos a repasar esta trilogía, en un artículo que está más pensado para los neófitos o aquellos que desconozcan las kaiju eiga, o películas de monstruos gigantes, que para los fans, porque mi intención es crear nuevos fans de estas obras maestras.

Un poco de contexto antes. En 1965, la compañía Daiei estrenaba El mundo bajo el terror (Daikaijû Gamera, Noriaki Yuasa). Film en el que nacía Gamera, una tortuga gigante voladora que escupía fuego por la boca, con el objetivo de competir con las películas de Godzilla de la Toho. Daiei experimentaba diversos problemas económicos, que acabarían llevando la compañía a la bancarrota, así que las películas de Gamera se fueron produciendo con presupuestos cada vez más reducidos. El director Noriaki Yuasa fue el principal director de la franquicia Gamera en esta época, convirtiendo a la tortuga gigante en el amigo de los niños, en una serie de películas con decidido tono infantil. En total se estrenaron ocho películas, estrenada la última en 1980, Supermonstruo (Uchu kaijû Gamera), que Yuasa dirigió contando con el más bajo presupuesto de la saga, lo que obligó a que fuera un film nutrido principalmente con clips de las películas estrenadas entre 1965 y 1971.

Y así llegamos a 1995, con Gamera convertido en un chiste. Por eso, cuando al director Shûsuke Kaneko se le presentó la oportunidad de dirigir una nueva película de Gamera para la nueva Daiei coincidiendo con el 30º aniversario del personaje, al principio pensó en rechazar el proyecto. Pero entonces, debido a que Gamera no era reverenciado como Godzilla, vio que podía transformarlo y crear algo que atrajera al fan adulto de las películas de monstruos gigantes japonesas, con la complicidad del guionista Kanzunori Itô.

Así nació Gamera: El guardián del universo (Gamera daikaijû kuchu kessen, 1995). Aunque en un principio vio algunas de sus ideas frenadas por unos ejecutivos que todavía tenían en la cabeza al antiguo Gamera, Kaneko creo un film trepidante, adulto y tremendamente emocionante. Se reinterpreta el origen de Gamera, que aquí es un arma biológica creada por una avanzada civilización atlante con la misión de defender la Tierra de amenazas externas.

Y atención: su misión es defender la Tierra, no a los humanos. Una distinción que será desarrollada en las siguientes películas, introduciendo en todas ellas también un mensaje ecologista de fondo.

En esta primera entrega Gamera se enfrenta a Gyaos, rival que aparecía en la franquicia clásica, un monstruo gigante con gusto por la sangre humana. Entre los personajes humanos hay dos que tendrán un papel destacado en la trilogía: la ornitóloga Mayumi Nagamine (Shinobu Nakayama) y la joven Asagi Kusanagi (Ayako Fujitani). Asagi crea un vínculo con Gamera que será determinante en las siguientes entregas.

Este primer film arranca de forma habitual en el género, con el descubrimiento de los monstruos, sin estar seguros de las intenciones de cada uno, para luego pasar a la acción y la destrucción entre la que se desarrolla también el drama de los personajes humanos. Pero esta ejecución de la tradicional película kaiju se hace de forma que parece nueva, desechando los clichés habituales.

La película se estrenó con un tremendo éxito de crítica y público, llegando las alabanzas incluso de fuera de Japón. La calidad del film hizo que se decidiera hacer una trilogía con el mismo equipo en las siguientes entregas.

 

Hemos mencionado al director Shûsuke Kaneko y al guionista Kazunori Itô como instrumentales en resucitar a Gamera con una película de gran calidad. Otro responsable del éxito de la primera película y fundamental en cada una de estas tres películas es el director de efectos especiales Shinji Iguchi. El trabajo de Iguchi integrando distintas técnicas para desarrollar las monstruosas batallas es realmente impresionante, llevando al límite lo que era posible hacer entonces, incluso el disperso uso de CGI casa perfectamente con las maquetas y trajes. En Gamera 2: El ataque de Legión (Gamera 2: Region shurai, 1996) Iguchi logra crear planos con maquetas que dejan la boca abierta, debido precisamente a que no parecen realizados con maquetas.

En esta segunda entrega, Kaneko e Itô le dan al film una atmósfera más cercana al cine de terror con Legión, un monstruo que procede del espacio y trae consigo una legión de insectos gigantes. El ataque de los insectos sirve para crear escenas que recuerdan a otras de marines matando xenomorfos, aunque aquí los esfuerzos de las fuerzas de autodefensa japonesas tienen poco que hacer ante esta amenaza. Es posible que, personalmente, esta segunda entrega sea la que más me gusta por esos toques de cine de terror al inicio, que se encadenan con escenas de destrucción masiva, trayendo de vuelta los traumas de ataques nucleares japoneses.

Con esta segunda entrega, Kaneko, Itô e Iguchi logran lo que parecía un imposible: una secuela que supera al original, con un tono más épico, a pesar de que los esfuerzos para que la calidad de los efectos especiales no se resintiera por el ajustado presupuesto significara que se redujo el número de secuencias con efectos. Aunque no lo parece, porque repito que es un film que es mucho más épico que la primera entrega. Y mucho más épica aún es la tercera entrega que cierra esta trilogía.

 

Tras dos películas que habían llevado el género a nuevas cimas, las expectativas generadas por esta tercera entrega eran muy altas. Unas expectativas que se vieron cumplidas de largo con Gamera 3: La venganza de Iris (Gamera 3: Jashin kakusei, 1999).

Una película que además de cerrar la trilogía a la perfección, le pasa la mano por la cara a los americanos que habían intentado enseñar a los japoneses cómo se hacía una película de monstruos con Godzilla (Roland Emmerich, 1998). Shûsuke Kaneko y Kazunori Itô crean una historia que se centra en un tema entonces original, que actualmente ha sido tratado en diversas películas Marvel: los daños colaterales. En esta ocasión, el monstruoso villano Iris se origina gracias a la joven Ayana Hirasaka (Ai Maeda), una chica huérfana cuyos padres murieron cuando, en una de sus peleas, Gamera derribó el edificio en el que se encontraban. Las consecuencias de las acciones de Gamera y si tiene alguna conexión con los seres humanos son el centro de la trama.

Shingi Iguchi se luce con un tramo final que, como decía antes, es realmente épico. También era la última oportunidad de hacer una película que todavía usara hombres con trajes, ya que el desarrollo de la animación por ordenador con resultados cada vez más realistas marcaría el fin de este estilo de crear batallas monstruosas. Pero por lo menos se cierra por todo lo alto.

Esta trilogía marcó un antes y un después en el género, impulsando la carrera de los cineastas responsables. Hoy día son respetadas como hitos del género. Son películas que, creo, pueden fascinar incluso a aquellos que desconozcan el género o no sean aficionados al mismo. Las recomiendo mucho especialmente a aquellos que no se les ocurriría nunca ver una película con monstruos gigantes.

14 sept 2020

Below


Las películas de terror ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, como la relativamente reciente Overlord (Julius Avery, 2018), prácticamente forman un subgénero por si mismas dentro del cine de terror. Todas tienen una parecida transición, empiezan como Hazañas bélicas y acaban como Cuentos de la cripta, con personajes que van de camino o vuelven de una misión, pero la trayectoria de los protagonistas, normalmente personajes clásicos del género bélico, es desviada por algo inesperado. Un perfecto ejemplo del género es Below (David Twohy, 2002), excelente film que, incomprensiblemente, permanece inédito en España.

El submarino que dirige el capitán Brice (Bruce Greenwood) tiene que desviarse de su ruta cuando recibe las órdenes para rescatar tres supervivientes de un naufragio que han sido avistados por un avión. Tras retomar su ruta con los supervivientes a bordo, entre los que se encuentra una mujer: la enfermera Claire (Olivia Williams), el submarino se ve perseguido por un navío alemán que les empieza a dar caza. Los intentos de fuga del submarino son saboteados, pero lo que al principio parece obra de un traicionero un miembro de la tripulación se empieza a relevar como algo más inquietante a medida que extraños sucesos empiezan a tener lugar.

El espacio confinado de un submarino es el lugar ideal para ambientar una historia llena de sospechas y paranoia. El inicio entra dentro del género bélico, categoría batallas de submarinos, con el submarino perseguido por un barco alemán, creando momentos de tensión a partir de la necesidad de los protagonistas de mantener un silencio absoluto para evitar el radar alemán. En esta primera parte se van introduciendo semillas de lo que será la siguiente parte de la película: la búsqueda de un supuesto traidor en la tripulación, lo que lleva eventualmente a que se haga evidente que está sucediendo algo sobrenatural. Twohy estructura la historia de forma implecable, la evolución de un género a otro resulta natural y efectiva. El resultado es una historia que consigue mantener al espectador en vilo de principio a fin.

Además del guion y la dirección, Below funciona también gracias a su excelente reparto, que además de Olivia Williams y Bruce Greenwood, incluye secundarios muy buenos como Jason Flemyng, Nick Chinlund, Holt MacCallany (hoy popular gracias a la serie de David Fincher Mindhunters) y un entonces desconocido Zach Galifianakis. Galifianakis tiene una escena en que aparece leyendo a la tripulación una historia de miedo de una revista pulp, un guiño que muestra a las claras la intención de los cineastas de crear una historia no muy alejada de los relatos que aparecían en los magazines de la época.

Sin ser una obra maestra del terror, el film funciona como un muy entretenido ejemplo del género. Sólido guion, sólida dirección y un gran reparto. La calidad de la película hace que, como ya decía al principio, me resulte increíble que el film permanezca inédito en España, aunque espero que algún canal como Dark la recupere. Se puede encontrar fácilmente en DVD en el resto de Europa.


11 sept 2020

Estoy pensando en Estoy pensando en dejarlo

 
Cuando se estrenó Tenet (Christopher Nolan, 2020) en cines, lo hizo precedido de comentarios sobre su complejidad, de las dificultades del reparto por entender el complicado guion, pero cuando vi la película me pareció que tenía una complejidad de chichinabo. Cualquiera que haya visto unas cuantas películas de viajes en el tiempo o la serie Dark (2017-2020) de Baran bo Odar y Jantje Friese, no tendrá problemas en atar todos los cabos perfecta y meticulosamente planteados por Christopher Nolan. Por otro lado, hay una película que sí que me ha dejado como el gato protagonista del gag de los Monty Pyhton "Confunde a un gato". Estoy pensando en dejarlo (Charlie Kaufman, 2020) sí que me ha dejado rascándome la cabeza, pensando "¿eh?"

La película arranca con una pareja, formada por Lucy o Lucia o Louisa (Jessie Buckley) y Jake (Jesse Plemons), que inicia un viaje para que ella conozca los padres de él. Pero ella está pensando en dejarlo y toda la situación le resulta algo incómoda. A medida que su viaje avanza, la atmósfera se va volviendo cada vez más inquietante y perturbadora, especialmente a medida que se intercala con el día a día de un conserje (Guy Boyd) en un instituto. Hasta aquí, todo correcto. A partir de este punto intentaré darle sentido a lo que he visto, así que si no has visto la película y no quieres que te estropeen el final, no sigas leyendo.

Nunca me gustó Charlie Kaufman. Quiero decir, su trabajo. Desde que saltó a la fama con Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich, Spike Jonze, 1999), su trabajo se me hizo demasiado pedante y muy de listillo. Tal vez por el efecto que causaba en muchos modernos guays (actualmente hipsters de merde), que me hizo cogerle más manía de la que se merecía. En todo caso, me acerqué a esta película cargado de curiosidad, desconectado de la obra de Kaufman desde hace tiempo. Y gran parte de la película me pareció muy efectiva. Inquietante y divertida al mismo tiempo, algo que no es fácil de lograr.

Pero el film me perdió en los últimos minutos, en los que decide, como hizo Jonathan Glazer en Under the Skin (2013), convertir en abstracto lo que parece que la novela en que se basa deja más explícitamente claro. Es a partir del momento en que el personaje de Jessie Buckley desaparece y nos metemos de lleno en la cabeza del conserje. Esta secuencia parece sugerir que Jake fue asesinado por el conserje, que podría ser también el propio Jake, y la chica secuestrada e imagino que luego asesinada. A lo largo de toda la película se muestran distintas conexiones entre el conserje y la pareja, así que estas cobran así sentido. Por ejemplo, las historias que cuenta la chica sobre cómo se conocieron ella y Jake parecen sacadas de cursis comedias románticas que ve el conserje. Pero lo que me deja perplejo de todo esto es que gran parte de la película se narra desde el punto de vista de la chica. Oímos continuamente sus pensamientos. Lo que deja abiertas dos posibilidades:

O el conserje se imagina lo que va pensando ella, todo forma parte de su fantasía.

O la chica está atrapada dentro de la fantasía del conserje.

Cualquiera de las dos indica una ejecución de la historia por parte de Kaufman torpe o deliberadamente confusa. En el momento de escribir esto, estoy esperando que me llegue la novela, que leeré buscando respuestas, aunque primero he de acabar de leer The Living Dead de George A. Romero y Daniel Kraus (que tiene más de 600 páginas, así que puede que tarde). Antes pondré a prueba mis teorías en un artículo en el que supuestamente Kaufman ofrece respuestas.

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Tras leer el artículo de Indiewire, parece que, más o menos, acerté en algunas cosas y otras no tanto. La verdad, el trabajo de Kaufman sigue siendo muy pedante y resabido para mi gusto. ¿Alguna teoría interesante por vuestra parte?


2 sept 2020

Antebellum

 
Poco a poco van llegan los nuevos estrenos y aquí tenéis mi crítica de Antebellum (Gerard Bush, Christopher Renz, 2020), estreno de hoy, que podéis leer en Underbrain Mgz clicando:


Como ya podéis leer, es una película con buenos momentos aunque no sepa manejar bien el concepto alegoría. A pesar de sus fallos me gustó.


1 sept 2020

Supergirl (1984)

 
A lo largo de este artículo intentaré racionalizar porqué me gusta Supergirl (Jeannot Szwarc, 1984), a pesar de que es obvio que no es una buena película. Por tanto no es necesario que me digáis lo mala que es en realidad, ya lo sé y no me importa.

Ilya y Alexander Salkind fueron pioneros en crear una película de superhéroes de prestigio, allanando el camino a futuras adaptaciones, con Superman (Richard Donner, 1978). También fueron ellos mismos los que se encargaron de hundir la épica franquicia que habían creado. Cuando Richard Pryor comentó en una entrevista en televisión lo mucho que le gustaban las películas de Supermán, a los Salkind no se les ocurrió nada mejor que darle un papel protagonista en la nueva entrega, inclinando en exceso la balanza hacia la comedia en Superman III (Richard Lester, 1983), provocando que la película no funcionara en taquilla de la misma manera que lo habían hecho las entregas previas. Intuyendo que el pozo de la franquicia estaba secándose, decidieron intentar adaptar otros personajes del cómic de Supermán. Así se puso en marcha la película Supergirl, protagonizada por Kara Zor-El, la prima de Supermán.

El director escogido fue Jeannot Szwarc, que decidió darle un toque de fantasía al personaje, haciendo a Supergirl también más elegante y grácil que su primo. Tras una extensa búsqueda, Helen Slater fue la escogida para encarnar a Supergirl. Los Salkind le dieron el mismo enfoque que a las películas de Supermán si bien con un presupuesto significativamente menor, contratando actores de prestigio en papeles secundarios y creando grandes escenarios. Pero la jugada no salió bien: en Estados Unidos se estrenó una versión recortada que fue un fracaso de taquilla y crítica, mientras que en Europa se estrenó la película con su metraje completo pero tampoco la ayudó en taquilla. Los Salkind decidieron entonces vender los derechos cinematográficos de la franquicia a la Cannon, que produjeron la hilarante, fantástica y supercutre cuarta parte.

Desde mi punto de vista, parte del fracaso se debe a que la película se rodó a mediados de los 80 del siglo XX, pero tiene un aspecto muy anticuado, como si se hubiera rodado a finales de los 70. Los efectos especiales y ópticos habían avanzado bastante en poco tiempo, pero muestran las escenas de vuelo y otros momentos parecidos como si fueran nuevas.

El film arranca en la ciudad de Argo, en la que viven una comunidad de supervivientes del planeta Krypton. La ciudad fue creada y está a cargo de Zaltar (Peter O'Toole). Zaltar "toma prestado" el omegahedron, un poderoso orbe que sirve como fuente de energía de la ciudad, y mientras lo usa para mejorar la decoración, lo pierde con la ayuda de Kara. Sintiéndose responsable (porque lo es), Kara salta dentro de una nave que la transporta hasta la Tierra. Este inicio presenta una buena manera de crear tensión y emoción, con la supervivencia de la ciudad con los últimos kryptonianos pendiente de un hilo. Pero no regresamos a Argo para ver qué les pasa a sus habitantes ni cómo sobreviven mientras va perdiendo energía la ciudad en ningún momento, no le recuerda al espectador lo que está en juego, más allá de algún diálogo. También es un perfecto ejemplo de lo que he mencionado antes: la película es de 1984 pero Argo tiene el aspecto de una ciudad futura en 1974.

Kara llega a la Tierra y se transforma en Supergirl. Lo cual es una suerte ya que, según explican por la radio de un coche, Supermán se encuentra en ese momento en una lejana galaxia en una misión diplomática (WTF!). El film mejora notablemente en ese momento, con las experiencias de Supergirl con terráqueos. En particular la villana de la función, Selena (Faye Dunaway), una bruja que utiliza el omegahedron para aumentar espectacularmente sus poderes.

De nuevo, esto es algo que hace bien el guion: crea una enemiga que, al utilizar la magia, puede enfrentarse a Supergirl y ponerla en peligro ya que contra poderes sobrenaturales poco puede hacer la superfuerza. Pero la ejecución deja bastante que desear, aunque Selena y Bianca (Brenda Vaccaro), la ayudante de Selena, funcionan mejor que la pareja formada por Gene Hackman y Ned Beatty, demasiado cómica e infantil.

A pesar de sus fallos es un film que me resulta tremendamente entretenido y divertido. Aunque es un gusto adquirido, ya que la primera vez que la vi no me gustó, fue después de verla un par de veces que empecé a apreciarla por sus virtudes, como espero que sea vuestro caso. Recomendaría para ello ver la llamada versión internacional, 124 minutos, que es la mejor versión y la que está disponible en Blu-ray. Yo tengo la edición americana incluye un DVD junto al Blu-ray, con el llamado montaje del director, que dura unos 138 minutos. Es una versión que resulta interesante por los momentos añadidos y escenas extendidas, pero mucho de lo que hay sobra y tampoco hay grandes diferencias entre ambas versiones. La versión internacional elimina la grasa y es toda chicha.

No hay ninguna razón racional por la que esta película debería gustarme, pero lo cierto es que disfruto mucho viéndola. A su modo, fue una película pionera y, teniendo en cuenta que sigue estando disponible, no debo ser el único al que le proporciona dos horas de placer.