Mostrando entradas con la etiqueta clásicos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta clásicos. Mostrar todas las entradas

10 ene 2025

El extraño amor de los vampiros

 


 

Se dice que el auténtico crítico, el que decide el valor de una película, es el tiempo. El extraño amor de los vampiros (León Klimovsky, 1975) es un claro ejemplo de esta máxima: cuando se estrenó pasó sin pena ni gloria, una película de serie B más, pero con el tiempo ha perdurado como un clásico pionero.

Catherine (Emma Cohen) es una joven cuya buena posición sirve de poco, ya que poco a poco se muere consumida por la enfermedad. El pueblo en el que vive tampoco pasa su mejor momento, ya que se están produciendo diversas muertes, cuya causa los habitantes están convencidos que son vampiros. El padre de Catherine (Manuel Pereiro) y el médico del pueblo (Lorenzo Robledo), al principio desechan los temores de los pueblerinos como mera superstición ignorante. Pero cuando se hace evidente deciden tomar cartas en el asunto. Por su parte Catherine, que descubre que su recientemente fallecida hermana (Amparo Climent) ha sido convertida en una vampiresa, se enamora del conde Rudolf de Winberg (Carlos Ballesteros), el vampiro que lidera toda una banda de no muertos.

Gracias a la interpretación de Christopher Lee, los vampiros, durante gran parte de los sesenta, se habían representado como amenazantes criaturas de la noche. Pero entrada la década de los setenta, se empiezan a enfatizar los toques eróticos y también se enfatizan los toques románticos, como por ejemplo en El gran amor del conde Drácula (Javier Aguirre, 1973), mientras que en 1976 Anne Rice publica Entrevista con el vampiro. La Hammer, en un intento de atraer espectadores, hacía más explícitos los toques eróticos que antes se insinuaban, como en la eróticamente cargada Las amantes del vampiro (The Vampire Lovers, Roy Ward Baker, 1970). Finalmente, la década culminaría con uno de los Dráculas más sexys del cine, al que dio vida Frank Langella en Drácula (Dracula, John Badham, 1979). Y, claro, tampoco podemos pasar por alto las interpretaciones iconoclastas de los vampiros que arrancan con la clásica comedia El baile de los vampiros (The Fearless Vampire Killers, Roman Polanski, 1967).

Todo esto flotaba en el ambiente cuando Juan José Daza, Juan José Porto y Carlos Pumares se pusieron a trabajar en un guion que rompiese con los tópicos cinematográficos asociados con los vampiros populares en la época. Y es algo palpable en El extraño amor de los vampiros. Aquí no tenemos un grupo de valientes cazavampiros unidos para acabar con la amenaza de los no muertos. No hay un infalible y sabio equivalente a Van Helsing que salve a los personajes. El centro es la historia de amor entre Catherine y el conde Rudolf, donde destaca Emma Cohen. La actriz hace un excelente trabajo a la hora de ilustrar el descenso hacia la oscuridad de su personaje, con un momento en particular, en la escena de la fiesta, realmente retorcida.

Klimovsky, director de algunas de las mejores películas de Paul Naschy, había trabajado los vampiros previamente en La orgía nocturna de los vampiros y La saga de los Drácula (ambas 1973) (y tampoco podemos olvidar que la villana de La noche de Walpurgis [1971] es también una vampiresa). Esta película iba a ser un retorno al tema vampírico pero también fue la despedida del director del fantaterror, algo de lo que parece que era consciente y por ello puso toda la carne en el asador. Además de algunos toques surrealistas y perversos, en especial en la fiesta de los vampiros, Klimovsky dota al film de una atmósfera melancólica y romántica, que enlaza con el terror y el gótico. No es un film que de miedo, pero su atmósfera gótica resulta intoxicante y deliciosa.

El extraño amor de los vampiros se ha convertido en un clásico, no solo para los amantes del fantaterror español, también para aquellos amantes del cine de vampiros y el gótico.


3 ene 2025

Gorgo





Es posible que este clásico no sea conocido entre los cinéfilos mainstream, pero para los aficionados al cine de monstruos gigantes, este es un título muy querido y respetado. Preparaos porque llega la madre de todos los monstruos en Gorgo (Eugène Lourié, 1961).

Joe Ryan (Bill Travers) y Sam Slade (William Sylvester) son dos cazatesoros que recalan en la costa de Irlanda para arreglar su barco. Durante su estancia, escuchan los rumores de la existencia de una criatura que ronda las profundidades de la zona. Intuyendo que pueden ganar mucho dinero, capturan a la criatura. Sean (Vincent Winter), un niño huérfano del lugar, les advierte que deben dejar a la criatura en paz o se arrepentirán. Pero Joe y Sam no le hacen caso, más interesados en cómo explotar a la criatura. Se ríen de los científicos que pretenden estudiarla y deciden venderla a un circo de Londres, donde es bautizada con el nombre de Gorgo. Pero lo que no sospechan es que Gorgo no es más que una cría y que su gigantesca madre está de camino y no muy contenta.

Eugène Lourié estaba bastante familiarizado con el género cuando se puso a dirigir Gorgo. Su primera película como director fue el clásico El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20,000 Fathoms, 1953) y desde entonces, casi todo su trabajo como director se mantuvo dentro de este género para el que demostró tener no poco talento. Tal vez es esa misma familiaridad con el género lo que acabó haciendo de esta una película tan especial, que se aparta de lo que era más típico entonces: protagonistas científicos, heroícos militares que se enfrentan al monstruo para abatirlo triunfalmente... Nada de esto aparece en Gorgo. Los protagonistas son dos personajes interesados solo en ganar dinero. Esta avaricia es la que acaba provocando una gran tragedia y que ambos se acaben replanteando su filosofía de vida, una lección poco habitual en la época en que se rodó la película, cuando entonces se relacionaba el éxito personal con el éxito material: tener el mejor coche, la mejor casa y el mejor todo.

Pero el aspecto por el que esta película destaca sobre el resto de títulos parecidos de la época es su contenido ecologista. Aquí el monstruo no es el enemigo a destruir sino el héroe. No se presenta como una criatura malvada sino como un animal que reacciona de forma natural a lo que sucede, un mensaje animalista insólito a principios de los años sesenta del siglo XX. En esto también se ha de agradecer el impacto que tuvo en Lourié lo que le dijo su hija de cuatro años, después de llevarla a ver su debut como director: "has sido malo, papá. Mataste a la simpática criatura". Un comentario que se le quedó grabado a Lourié, que no se esperaba que los niños empatizaran de esa manera con el monstruo. Esto se refleja en Gorgo en Sean, el niño protagonista que representa el centro moral de la historia.

Sin embargo, los aficionados a las películas de monstruos gigantes ven estas películas para disfrutar con algo de acción monstruosa. Y, desde luego, Gorgo no defrauda. El diseño de Gorgo y su madre van más allá del simple lagarto grande o el pseudodinosaurio. Es original, con características, como las orejas "aladas", que le dan personalidad propia y los distinguen de otras criaturas parecidas de la época. Los efectos especiales son muy notables, teniendo en cuenta el presupuesto y los medios que existían entonces. El trabajo de las maquetas es excelente, creando la ilusión de que caen objetos pesados cuando se destruyen los edificios. La integración de la acción monstruosa y los actores humanos está también muy bien lograda. El único plano que resulta poco convincente es una obvia pintura usada para establecer una localidad y solo aparece unos segundos en pantalla.

Aunque sus aventuras continuaron en una efímera serie de cómics, Gorgo no tuvo secuelas. Pero su impacto se notó dentro del género. En especial en la saga Godzilla, después del gran éxito que fue Gorgo en Japón. Y su legado continua, claro, como uno de los mejores títulos clásicos que se pueden encontrar dentro del género.


26 jun 2024

Las hijas de Nikita, más que duras de matar

 


 

Se puede juzgar el impacto de una película por la cantidad (y calidad) de imitaciones que genera. Nikita, dura de matar (Nikita, 1990) fue la película que convirtió en una estrella internacional a su director Luc Besson; una celebrada película de acción con generosas dosis de drama que generó unas interesantes imitaciones o derivaciones o "películas inspiradas en" o las típicas copias de toda la vida.

Empezaremos por la película que lo inicia todo, claro. El cine francés había producido unas distintivas películas de acción durante la década de los 70 del siglo XX, pero poco a poco fue dejando el género de lado. Besson desde el principio se mostró como un director con un gran énfasis en lo visual y el cine de género, produciendo títulos que habían llamado la atención fuera de Francia como Subway (En busca de Freddy) (Subway, 1985). Es este interés en el cine de género, en particular el producido en Hong Kong, aunque interpretado de forma muy personal, que Besson ideó Nikita. En este film una criminal, la epónima Nikita interpretada por Anne Parillaud, es encarcelada por matar un policía, para luego ser secuestrada por una agencia secreta que, a través de un severo entrenamiento, la convierte en una asesina utilizada en misiones especiales.

Lo que hace interesante la película de Besson es la transformación física y psicológica de la protagonista. Al inicio, Nikita aparece como una drogadicta antisocial que comete crímenes sin pestañear, violenta y agresiva como una bestia salvaje. El entrenamiento la convierte en una mujer cultivada y atractiva, pero he aquí el problema. A medida que madura psicológicamente y se enamora de Marco (Jean-Hugues Anglade), su trabajo como asesina empieza a pesar sobre ella. También pesa sobre ella su relación con Bob (Tchéky Karyo), su entrenador y controlador en la agencia secreta, que alternativamente le da soporte emocional, como una figura paterna, o le corta cualquier ilusión. Esta manipulación constante hace que uno no esté seguro de si Bob realmente la aprecia o solo la usa según sus intereses.

Si bien el entramado dramático está muy conseguido y es muy efectivo, lo que realmente atrapa son las tremendas escenas de acción. Unas escenas de acción que, además, estaban protagonizadas por una mujer, algo que en Occidente todavía era raro y exótico. Es decir, en 1990, el gran público apenas había visto ninguna película de acción protagonizada por una mujer, aparte de Aliens: el regreso (Aliens, James Cameron, 1986), El guerrero rojo (Red Sonja, Richard Fleischer, 1985), que no funcionó en taquilla, y películas como China O'Brien (Robert Clouse, 1990), protagonizada por la actriz de culto Cynthia Rothrock, y otras parecidas que se estrenaban directamente en vídeo y no tenían un impacto masivo como el clásico de James Cameron. Nikita fue un gran éxito internacional que, en Occidente, abrió las puertas a las películas de acción a las actrices. Lamentablemente pasarían décadas hasta que esto se normalizara.

Nikita se ha convertido en un clásico del género por esta efectiva mezcla del drama y la acción. Los años no parecen pasar por esta película que ha envejecido como el buen vino y, como veremos, ha inspirado otros clásicos por derecho propio.

 

 

 

 

Black Cat (Hak mau, Stephen Shin, 1991)

Como decía antes, en Occidente no estaban acostumbrados a películas de acción protagonizadas por mujeres. En Asia, en cambio, sí que había tradición de mujeres protagonistas de películas de acción como Angela Mao, Etsuko Shihomi, Michelle Yeoh, Pei-Pei Cheng y la propia Cynthia Rothrock que empezó trabajando en la industria del cine de acción de Hong Kong. Así que es natural que rápidamente se viera el potencial que tenía Nikita y se produjo una versión de la historia al más puro estilo hongkonés. Fue la productora D & B la que intentó hacerse con los derechos para hacer un remake de Nikita, si bien la americana Warner se les adelantó. Esta productora había estrenado Ultra Force 2 (Huang jia shi jie aka Yes, Madam!, Corey Yuen, 1985) y lanzado al estrellato a Michelle Yeoh y a Cynthia Kan, poniéndose al frente de las películas de acción protagonizadas por mujeres que dominaron durante mediados de los 80 hasta mediados de los 90 del siglo XX en el cine de Hong Kong.

Con estos antecedentes es natural que vieran el potencial de Nikita, de modo que siguieron adelante con su versión a pesar de no tener los derechos (luego se hizo un pequeño arreglo cuando Luc Besson amenazó con demandarlos y listo). Para protagonizar el film se buscó a una nueva cara, y la fortuna quiso que esta fuera la primera película que protagonizó Jade Leung, que acabaría siendo una estrella del cine de acción en Hong Kong. Leung es Catherine, una mujer presa de una rabia y una furia inagotable que estalla cuando un camionero intenta aprovecharse de ella en una solitaria parada de camioneros. La situación acaba con Catherine asesinando a un policía pensando que es otro atacante. La CIA intercepta a Catherine cuando escapa de la custodia policial y, aprovechando que oficialmente está "muerta", la utiliza en un experimento: le instalan un microchip en el cerebro para que mejore sus habilidades físicas y mentales, lo que acelera su preparación como agente supervisada por Brian (Simon Yam). La agencia le da un nuevo nombre, Erica, para su vida civil y el nombre en código Black Cat, para cuando la necesitan en alguna misión. Como es de esperar, Erica/Catherine conoce a Allan (Thomas Lam) y ambos se enamoran complicando la situación de Erica dentro de la agencia.

El argumento, como podéis ver, es bastante parecido al de Nikita, pero su narrativa es más eficiente (dura 96 minutos) y está cargada de fantástica acción made in Hong Kong, más un curioso toque de ciencia ficción. Jade Leung no era una artista de artes marciales, pero no se nota porque su trabajo en el film es excelente, aún más su trabajo dramático. La influencia de Nikita se nota no solo en el argumento, también en el tono de Black Cat, sin giros bruscos a la comedia, y la acción también es relativamente realista. Es decir, no hay acción con cables ni nadie da saltos imposibles y mata a tres hombres de una patada. La conclusión, más pesimista que la de ninguna de las otras versiones, también es propia del cine hongkonés y es un motivo por el que hay muchos aficionados que prefieren esta versión a la original Nikita.





 

Black Cat 2. Operación Yeltsin (Hak mau II: Chi saat Yip Lai Hing, Stephen Shin, 1992)

El éxito de Black Cat puso rápidamente esta secuela en marcha, en la que la productora D & B, que atravesaba dificultades económicas, lo dio todo para convertirla en un gran éxito. La jugada no funcionó y la productora entró en bancarrota poco después. La parte positiva del enfoque de D & B es que Black Cat 2 es una locura. Una fantástica y entretenida locura.

En el cine de Hong Kong era más habitual que las secuelas fueran más temáticas que argumentales, repitiendo actores pero sin que la historia siguiente tuviera nada que ver con lo visto anteriormente. La influencia del cine occidental cambió este enfoque en algunos casos. En Black Cat 2 se produce una extraña mezcla: a ratos parece un remake de Black Cat y a ratos una secuela directa, llevando los toques de ciencia ficción más lejos.  Cambiando el diálogo de una escena de la primera entrega en un flashback, ahora se le dice a Erica, Jade Leung de nuevo, que su nombre ahora ya no es ese sino Black Cat... Aunque su nombre no es Erica sino Catherine, Erica es el nombre que le había dado la misma CIA. El caso es que le instalan un nuevo microchip y le borran la memoria, de modo que durante gran parte de la película Erica se comporta como un cyborg sin sentimientos, hasta que poco a poco va recuperando la humanidad gracias a su compañero Robin (Robin Shou). Seguro que ya os habéis dado cuenta que en la secuela hay una mayor influencia de Terminator (The Terminator, James Cameron, 1984) y Robocop (Paul Verhoeven, 1987) que de Nikita.

En esta secuela la acción es más propia del cine hongkonés: peleas con coreografías intrincadas, persecuciones en la nieve y tiroteos imposibles. Acción sin pausa gracias a una trama delirante en la que Black Cat/Erica y Robin deben detener a unos asesinos mejorados empeñados en asesinar al entonces presidente de Rusia Boris Yeltsin. Unos asesinos que Erica puede detectar gracias a  que su chip detecta la radiación que emiten, incluso, en uno de los momentos más delirantes, cuando ve a uno de estos asesinos en televisión.

Adiós al realismo de la primera entrega. Black Cat 2 se lanza hacia la fantasía, en una secuela que casi se puede ver como una película independiente. Es una maravilla que no llega a la altura de la primera, pero es más espectacular y absurda, un delicioso y entretenimiento como solo podía proporcionar el cine de Hong Kong en su época dorada.

 

 


 

 
 
 
La asesina (Point of No Return, John Badham, 1993)

Ah, el inevitable remake americano de una película de éxito extranjera. En este caso, vuestro disfrute de La asesina dependerá bastante de vuestro nivel de "purismo cinematográfico". En mi caso, es una película que disfruto casi tanto como la original de Luc Besson. "Casi" porque tiene algunos puntos flojos.

Tal vez su principal problema es que es muy fiel a la película original, así que no hay sorpresas en cuanto al argumento ni a como avanza la trama. Gabriel Byrne es un actor que me gusta, pero no acaba de funcionar como Bob, Tchéky Karyo maneja mucho mejor la ambigüedad del personaje que oscila entre la manipulación psicológica de Nikita y el afecto real. Por otro lado, prefiero a Bridget Fonda como Maggie, la Nikita americana, antes que a Anne Parillaud. El resto del reparto funciona más o menos igual. Sí que creo que el ritmo y la edición en esta película funciona algo mejor que en el film de Besson. En el original, toda la parte de entrenamiento se hace algo lenta, mientras que Badham lo maneja mejor para pasar a las secciones que más interesan al espectador.

Badham es lo que se llama un director artesano, que se maneja bien en diversos géneros, y que, a pesar de no ser considerado un "autor", tiene unos cuantos clásicos en su filmografía. Uno de sus puntos fuertes es la acción, perfeccionando la comedia de acción, así que en este aspecto su versión no tiene nada que envidiar al film de Besson.

En definitiva, es una de esas raras ocasiones en que disfruto con ambas versiones, optando por una u otra dependiendo del humor en que me encuentre (que quede entre nosotros, creo que Black Cat es la superior de las tres).

 

 

 

La villana (Aknyeo, Jung Byung-gil, 2017) 

Esta película ya la comenté en su día (clicar en el título para saber más) pero no podía faltar en un artículo sobre la influencia de Nikita. Además de influir también en películas de acción posteriores como en la saga John Wick, La villana es posiblemente la película que mejor maneja la mezcla de drama y acción tras el film de Luc Besson. Aunque en este caso el drama está íntimamente ligado con la trama que convierte a la protagonista en "la villana". No cabe duda de que el punto fuerte de esta película son las espectaculares secuencias de acción, en particular la escena de inicio y el fantástico clímax. En definitiva, un clásico moderno de acción que no ha tardado en convertirse en referente.

La influencia de Nikita no se limita solo a estas películas, también hay otras diversas versiones, como una producida en la India, pero estas son las que más fácilmente se pueden ver y, también, son las más notables. El legado del film de Luc Besson también se nota en la cantidad de películas protagonizadas por espías y asesinas con problemas sentimentales (lo que indica que la mayoría fueron escritas por hombres). Tampoco podemos olvidar las dos series de televisión que inspiró, con Peta Wilson como Nikita en la primera y Maggie Q en la segunda en el papel. Algo notable para lo que en un principio se vio como una cinta de acción más.


27 may 2024

La obsesión (The Premature Burial)

 


 

Una de las aportaciones más importantes de Roger Corman al cine fue su ciclo Poe, una serie de ocho películas que adaptaban varios relatos de Edgar Allan Poe y una novela de H. P. Lovecraft. Estrenadas entre 1960 y 1964, son grandes ejercicios de terror gótico que fueron un inesperado éxito de taquilla en su momento. De entre estas, La obsesión (The Premature Burial, Roger Corman, 1962) es la más infravalorada.

Emily Gault (Hazel Court) acude al hogar ancestral de Guy Carrell (Ray Milland) para intentar convencerlo de que reconsidere su decisión de romper el enlace entre ambos. Guy le explica a Emily que está enfermo, apresado de un terrible miedo a ser enterrado vivo convencido de que ha heredado una enfermedad de su padre. A Emily eso no le importa, le ama y quiere ayudarle a superar su enfermedad. Se casan, pero la obsesión de Guy por ser enterrado vivo va empeorando... ¿O es que hay alguien que pretende matar a Guy atormentándolo psicológicamente?

Tras un desacuerdo financiero, Roger Corman decidió romper su relación con Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson, quienes dirigían American International Pictures, conocida como AIP, y producir la nueva adaptación de Poe de forma independiente. Para ello se asoció con Pathé, un laboratorio que se dedicaba también a la distribución. Este movimiento significó que no podía contar con Vincent Price, bajo contrato con la AIP, y por ello escogió a Ray Milland como protagonista. La ausencia de Price es uno de los motivos por lo que esta película no está tan bien valorada como el resto del ciclo Poe. Lo cierto es que tanto Price como Milland eran demasiado mayores para el personaje protagonista, pero Milland hace un excelente trabajo, dándole un toque de realismo dramático que casa muy bien con la historia. Y si se pierde a Price, por otro lado se incorporó la actriz de culto Hazel Court que luego participaría en varias películas de la serie. Por supuesto, lo irónico es que, decididos a no perder una serie de películas que estaban aportando grandes beneficios a su compañía, Arkoff y Nicholson adquirieron Pathé, con lo que sin saberlo Corman se encontró de nuevo trabajando para la pareja de productores. Solucionada su disputa económica, el trío siguió trabajando junto con gran éxito. Y, claro, eventualmente Corman se convirtió en un productor de gran éxito y jefe de su propio estudio.

El relato original de Poe es muy breve, pero además no tiene una gran historia en su centro. Se basa en la descripción de la angustia del protagonista por ser enterrado vivo y qué le sucede cuando cree vivir esa experiencia. Esto obligó a los guionistas Charles Beaumont y Ray Russell a expandir enormemente el relato construyendo una gótica historia con elementos ya tratados en la anterior El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, Roger Corman, 1961). Es decir, aquí se repite la trama de un inocente atormentado hasta que se vuelve loco y la oscuridad se apodera de él. Este argumento ya familiar es otra de las razones por las que esta es una de las entradas más infravaloradas de la serie.

Sin embargo, La obsesión, dejando de lado prejuicios, es una fantástica historia de terror gótico. El estilo más realista de Milland hace que la secuencia en la que, como es de esperar, es enterrado vivo su personaje sea muy efectiva y funcione a la perfección, con un guiño al gran clásico Vampyr (Carl Theodor Dreyer, 1932). La ambientación en una mansión perpetuamente rodeada de niebla, le aporta una atmósfera ideal a la macabra trama. Finalmente, el trepidante y dramático tramo final es una excelente conclusión para la tensión que se ha ido acumulando hasta ese momento.

Todas las entregas de este ciclo son memorables y se han convertido en clásicos. La obsesión, en contra de lo que se opinó durante muchos años, no pierde por la ausencia de Price y es una digna aportación al ciclo.

7 feb 2024

Caligula: The Ultimate Cut

 

Cuando en el pasado he comentado Calígula (Caligula, Tinto Brass, 1979), lo hice desde la perspectiva de una desmadrada y pasada de vueltas sexploitation. Una película que elevaba la sordidez y el mal gusto hacia un nivel épico que la hacía transgresora. Con el tiempo, mi aprecio por el film, especialmente tras descubrir la versión (más o menos) de Tinto Brass, ha ido creciendo, sobre todo por el atrevimiento que supuso en su momento, aunque el drama tras las cámaras acabara lastrando el resultado final. Por eso, cuando se supo de la existencia de una versión completamente nueva, estrenada en el Festival de cine de Canes (2023), ardía de curiosidad por verla. Caligula: The Ultimate Cut (2023) es realmente una película completamente nueva, que, desde mi humilde punto de vista, convierte el film en una obra maestra.

Cuando digo que Caligula: The Ultimate Cut es una película completamente nueva, lo digo literalmente. Cuando salen a la luz "nuevas versiones" o "montajes del director", se suele tratar de películas a las que se les ha añadido o quitado escenas, tal vez alterado el orden de alguna escena o cambiado la banda sonora. En el mejor de los casos, estas nuevas versiones reparan errores del pasado y ofrecen una nueva perspectiva de la película en cuestión. El mejor ejemplo de esto sería el muy, muy superior montaje del director de Dark City (Alex Proyas, 1998) que realmente hace que sea una película mejor. En otras ocasiones, simplemente se trata de la misma película más larga. Pero siempre se trabaja sobre material existente. Sin embargo, The Ultimate Cut se ha editado partiendo de material inédito, incluso las escenas que también aparecen en las previas versiones existentes, se han editado usando tomas distintas. En otras palabras, todas las casi tres horas que dura el film se han editado a partir de material nuevo no visto.

El proyecto de "reconstruir" Caligula fue dirigido por Thomas Negovan. Negovan empieza a trabajar en el film después de que se descubrieran alrededor de 90 horas de material filmado a finales de los 70 que se creía perdido. Como guía narrativa se utilizó el guion de Gore Vidal y se optó por enfatizar las interpretaciones de los actores, escogiendo los momentos más humanos y menos melodramáticos que los que se usaron en su día. Los principales beneficiados de este enfoque son Malcolm McDowell y Helen Mirren. McDowell porque su interpretación en esta versión es mucho mejor, creando un Calígula más humano sin dejar de ser un psicópata endiosado. En el caso de Mirren, su papel se ve aumentado casi una hora, profundizando más en la relación de su personaje con Calígula. Además, ahora se puede oír la voz de Teresa Ann Savoy, que fue doblada en su día. En consonancia con el nuevo material se ha creado una nueva banda sonora, más inquietante y ambiental, que subraya la locura, la tragedia y las muertes de la historia que cuenta. Finalmente, se ha añadido un prólogo animado, creado por nada menos que Dave McKean, cuyo estilo encaja a la perfección con el film.

El resultado final es un film soberbio. Una maravilla decadente y sórdida, poética y compleja. Calígula sigue siendo un tirano borracho de poder, pero se representa de forma más humana. Se comprende mejor cómo Calígula acaba convirtiéndose en un monstruo, teniendo en cuenta el ambiente en el que se encontraba. Al fin y al cabo, crece en un ambiente en el que reina la paranoia, los asesinatos y las traiciones, un ambiente que él lleva al siguiente nivel de corrupción moral. De este modo, la película es más adentrarse en un mundo decadente y terrible que simplemente intentar impactar al espectador con la siguiente escena de sexo o violencia; que también hay mucho de esto, pero su utilización encaja mejor con el drama que cuenta. Impactar por impactar acaba perdiendo efecto, se hace repetitivo y aburrido, el impacto emocional, dramático, es más efectivo y duradero.

Por todo esto, me alegra poder decir que Caligula: The Ultimate Cut realmente explota el potencial artístico del film. Es una gran película a redescubrir, una obra maestra que recomiendo tanto a los que hayan visto la versión estrenada en cines y no les gustó, a los que les gustó y a aquellos que no la hayan visto nunca y la descubran ahora.

26 may 2023

Pánico en el Tokio Express (Shinkansen daibakuha)

 

Alguien ha puesto una bomba en un tren bala japonés y exige un rescate para desactivarla ya que explotará si el tren rebaja la velocidad de trayecto a menos de 80 km/h. ¿Os resulta familiar? Bueno, los japoneses lo hicieron primero en Pánico en el Tokio Express (Shinkansen daibakuha, Jun'ya Satô, 1975).

Durante la década de los 70 del siglo XX los avances en efectos especiales contribuyeron a que se pusieran de moda las llamadas "películas de catástrofes". Con Irwin Allen como principal productor de estos títulos, eran películas con un numeroso reparto de estrellas, muchas de ellas ya veteranas, que utilizaban los efectos especiales para meter a los protagonistas en medio de terremotos, tormentas, barcos hundiéndose, edificios en llamas, zeppelines, montañas rusas y aviones en eterno peligro de explotar o ser explotados. Pánico en el Tokio Express empezó siendo la respuesta de Japón a este tipo de películas, un intento de llegar a los mercados internacionales para expandir el horizonte del cine japonés. Pero el director Jun'ya Satô, junto a los guionistas Ryûnosuke Ono y Sunao Sakagami, convirtió la película en algo más que una mezcla de thriller y cine de catástrofes.

Satô utiliza la historia para exponer los problemas sociales existentes en Japón tras finalizar el "boom" empresarial y constructor de la década de los 60. Unos problemas que resuenan con fuerza en el espectador actual, ya que son típicos de sociedades capitalistas donde ha triunfado el liberalismo. Para ello, nos introduce en el pasado de Tetsuo Okita, el líder de los criminales que ha colocado la bomba interpretado por la estrella japonesa Ken Takakura. El director se esfuerza en que entendamos las motivaciones de Tetsuo pero sin olvidar que es un criminal. Que la película se esfuerce en darle una mayor dimensión y que entendamos sus motivaciones no quiere decir que le tenga simpatía o se apoyen sus acciones. Los héroes de la función son Aoki, al que da vida otra estrella japonesa: Sonny Chiba, el maquinista del tren que no puede frenar, y el jefe de tránsito Kuromochi, interpretado por Utsui Ken, que debe lidiar con las amenazas terroristas y los juegos políticos del ministerio mientras cumple su juramento de poner a salvo la vida de los pasajeros. En la trama que afecta a Kuromochi, también el director explora otra problemática: los políticos que anteponen su bienestar al de las personas que se supone representan. De nuevo, algo que también resuena para el espectador actual.

Pero que no haya confusión. El enfoque de Satô añade drama y profundidad a la película, pero no deja de ser un tenso y trepidante thriller que no da un minuto de descanso al espectador. El director mantiene la emoción alternando entre los pasajeros cada vez más histéricos (aquí destacaría el oficinista que está tan desesperado por asistir a una reunión de negocios que es capaz de poner las vidas de todos en peligro, creo que hay otro comentario ahí) y la operación policial para dar caza a los criminales. La alternancia entre las distintas tramas y personajes se hace de manera muy efectiva, sin que se noten los 150 minutos que dura el film. De todos modos, distribuidores internacionales decidieron recortar la película para reducirla a unos 115 minutos. En este montaje, obviamente, se pierden todos los flashbacks hacia el pasado de Tetsuo que pasa a ser un simple villano nada distinto de otros villanos del género. En ambas versiones, el film fue un gran éxito, incluso teniendo en cuenta que cuando se estrenó el cine de catástrofes estaba ya de capa caída.

Aunque el espectador contemporáneo puede que no quede tan convencido por los efectos especiales como los espectadores de los años 70 (sin que eso quiera decir que no son excelentes), tanto la trama como el ritmo mantienen el film actual. Accesible tanto a los amantes del cine clásico como a los que simplemente quieran ver una película tremendamente entretenida.

21 abr 2023

Diabolik


 

Durante mucho tiempo, antes de la llegada del Universo Cinematográfico Marvel, si se preguntaba a los aficionados al cine cuál era la mejor película basada en un cómic, la respuesta estaría entre dos claras opciones: o Superman (Richard Donner, 1978) o Batman (Tim Burton, 1989). Pero entre los propios artistas dentro del mundo del cómic y entre los aficionados al cine de culto, solo había una respuesta: Diabolik (Mario Bava, 1968).

La serie Diabolik fue creada a principio de los años 60 del siglo XX por las hermanas Angela y Luciana Giussani como un cómic pensado para el público adulto. Proyectos para llevarlo al cine no tardaron en producirse, debido a la popularidad del personaje. El director Seth Holt empezó a rodar una adaptación con Jean Sorel como Diabolik, Elsa Martinelli como Eva y Gilbert Roland como el inspector Genko. Sin embargo, el rodaje no fue nada bien, muchos conflictos y poco trabajo hecho. Entonces, el productor Tonino Cervi le mostró el metraje rodado para ver si le interesaba a Dino De Laurentiis terminar la película, De Laurentiis consideró que el material rodado por Holt no se podía utilizar y decidió empezar de cero con Mario Bava al frente.

El film de Bava nos introduce al supercriminal Diabolik (John Phillip Law), el cual, con la ayuda de su amante Eva (Marisa Mell), lleva a cabo grandes golpes sin que la policía se vea capaz de detenerlo. Finalmente, se le dan poderes especiales al inspector Genko (Michel Piccoli) para atrapar a Diabolik. Una historia que no se basa en ninguna trama en concreto del cómic, pero en el desarrollo se utilizan varias escenas aparecidas en el mismo, que Bava reproduce fielmente. El reparto fue todo un acierto, John Phillip Law encarna a Diabolik mucho mejor de lo que podría haberlo hecho Jean Sorel, un actor no tan estatuesco. Law se esfuerza para que incluso sus cejas sean fiel reflejo del personaje original. Marisa Mell está fantástica como Eva, un papel que le permitió explotar toda la belleza y sensualidad que poseía. Originalmente se eligió para interpretar a Eva a la actriz Catherine Deneuve, que dio muchos problemas durante el rodaje, lo que llevó a que Bava pidiera a De Laurentiis que la sustituyera. Por otro lado, Deneuve, desde la perspectiva actual, era demasiado fría para interpretar a la tórrida Eva. Law y Mell trabajaron en pareja a la perfección, al parecer mantuvieron un romance mientras duró la filmación y se nota entre ambos mucha química.

Diabolik destaca hoy día como una gran muestra de lo que era el arte pop llevado al cine. Bava crea realmente un cómic en acción, aplicando su sabiduría con los trucos de efectos especiales en cámara. Una habilidad que hizo que produjera el film con un presupuesto mucho menor de lo que De Laurentiis se había planteado. De hecho, el productor le propuso a Bava filmar una secuela con el dinero que había sobrado del presupuesto originalmente considerado. Pero Bava lo rechazó. A pesar de que se considera una de las mejores películas de Mario Bava, este no tenía la película en mucha estima ya que no disfrutó nada del intervencionismo de Dino De Laurentiis; Bava estaba acostumbrado a rodar con un mayor control sobre el proyecto en el que trabajaba. Tampoco le gustó a Bava tener que suavizar la violencia del cómic original por órdenes de De Laurentiis, que pensaba en la taquilla internacional. Aún así, se cortaron algunas escenas cuando el film se estrenó en Estados Unidos para que no fuera calificada para adultos y en Inglaterra se llegaron a cortar 17 minutos de película.

Otra de las razones por la que esta película destaca es que es tremendamente subversiva. El protagonista es un genio criminal y no se disimula: roba para su propio placer y no tiene ningún escrúpulo para conseguir lo que quiere. Los "villanos" son las fuerzas del orden que se ven incapaces de detenerlo. Algo que encajaba con la mentalidad revolucionaria de la juventud de entonces y que hoy sería imposible. Cuando hoy día se hacen películas protagonizadas por criminales, estos personajes se suavizan mucho para hacerlos más aptos para el gran público. Solo hay que pensar en la diluida y castrada versión de Parker, el asesino creado por Donald Westlake, que aparece en la descafeinada Parker (Taylor Hackford, 2013) (esta versión es aún más triste si la comparamos con encarnaciones anteriores del personaje -con otros nombres- como las que aparecen en A quemarropa [Point Blank, John Boorman, 1967], El reparto [The Split, Gordon Flemyng, 1968] o Payback [Brian Helgeland, 1999]).

Además de ser una trepidante película de acción llena de los maravillosos trucajes por los que era famoso Mario Bava, este clásico es también muy divertido. Adopta un tono irónico y con toques de humor negro que la hacen aún más disfrutable. Diabolik es toda una maravilla pop subversiva y muy entretenida. Todo un clásico a reivindicar.

13 mar 2023

Shock


 

Mario Bava fue un maestro del cine. Un innovador que se dedicó a revolucionar géneros casi sin quererlo. Trabajó distintas temáticas, pero obtuvo sus mejores resultados desarrollando historias góticas. Resulta adecuado, entonces, que la última película que dirigió fue una historia gótica, aunque no en el sentido tradicional.

Dora (Daria Nicolodi) y Bruno Baldini (John Steiner) se instalan en la casa en la que Dora vivió con su primer marido Carlo (Nicola Salerno) con quien tuvo un hijo, Marco (David Colin jr.). Carlo se fue a navegar con su barca y nunca volvió, asumiéndose que se suicidó debido a sus problemas con las drogas. Ahora, Dora, Bruno y Marco esperan tener una feliz vida como familia en la casa, con los problemas del pasado olvidados. Sin embargo, extraños fenómenos empiezan a ocurrir, siendo el más grave el extraño cambio en la personalidad del pequeño Marco, que parece poseído por un espíritu vengativo.

Supongo que lo primero que se tendría que aclarar al hablar de esta película es que, efectivamente, su título es Shock. Un error de tipografía hizo que se publicitara en los pósteres como Schcock, pero eso se conoce así en algunos países, pero en la película y el tráiler aparece claramente el título: Shock. Aclarado este punto, podemos pasar a hablar del proyecto en sí, que tuvo su origen en una idea de Dardano Sacchetti, desarrollada a mediados de los 60, que con el tiempo fue pasando de manos. Fue Lamberto Bava quién finalmente escribió el guion definitivo basado en el trabajo de anteriores guionistas, dándole un toque más moderno a lo Dario Argento, que entonces dominaba la taquilla italiana. Su implicación en el proyecto fue más allá de guionista y ayudante de dirección, Bava hijo empezó a dar sus primeros pasos como director animado por Bava padre en el rodaje de esta película. Mario encargaba a su hijo la dirección de escenas sencillas para que empezase a situarse en la silla de director. Bava padre se centraba en las escenas más complicadas, particularmente las que exigían efectos y trucajes, si bien la escena más famosa fue idea de Lamberto. Se trata de un memorable susto en el que el pequeño Marco se transforma en su padre muerto en el mismo plano. Un truco efectivo que luego ha sido copiado muchas veces, como en Annabelle (John R. Leonetti, 2014). En términos generales, Mario Bava y Lamberto Bava se repartieron la dirección, según una entrevista a Lamberto, en un 75-25%, respectivamente.

El film tiene una historia muy sencilla y un número reducido de personajes, lo que le permite a Bava explotar lo que mejor sabía hacer: la creación de una atmósfera inquietante. Desde el primer momento, el director va llenando el film de pequeños detalles que insinúan la presencia de algo sobrenatural. La tensión va aumentando a medida que el comportamiento de Marco es cada vez más perverso y la pobre Dora se va hundiendo más y más en una espiral de locura. En este aspecto, realmente brilla la interpretación de Daria Nicolodi, más efectiva que el mejor efecto especial que se pudiera imaginar.

Su historia de venganza de ultratumba es muy gótica, pero no está ambientada en un castillo lleno de telarañas, sino en una villa urbana como las que se podían encontrar los espectadores al salir del cine. Esta ambientación más moderna hizo que algunos seguidores no apreciaran el film en su momento, pero con el tiempo ha sido revalorizada como la película clásica que es. No muchos directores acaban su carrera con una nota alta, pero Mario Bava concluyó su carrera cinematográfica con una pequeña joya.

1 feb 2023

Recordando Loca academia de policía

 

Me pregunto si aquellos nacidos en el 2000 o un poco antes han visto o, al menos, oído hablar de la franquicia Loca academia de policía, dedicada a contar las aventuras y desventuras de un nada ortodoxo grupo de policías. La saga tuvo su momento dorado de popularidad durante la década de los 80 del siglo XX, muriendo rápidamente en la década siguiente, a pesar de diversos intentos de continuarla mediante series de televisión.

Personalmente, es una franquicia que tenía también bastante olvidada. Recordaba que, de niño, estas películas eran bastante populares debido a que pasaron la saga entera por televisión y también recuerdo ver la serie de dibujos, que vino acompañada de la publicación de cómics (entonces simples tebeos). Más tarde, a mediados de los 90, se estrenó la última entrega de la serie en cines, que en Estados Unidos se editó directamente en vídeo, que certificó la muerte de la saga siendo un completo fracaso.

Sin embargo, no hace mucho, no recuerdo si por alguna mención en un artículo o charlando con un amigo, me picó la curiosidad por ver si la primera entrega, Loca academia de policía (Police Academy, Hugh Wilson, 1984), mantenía su poder cómico o era otro producto caduco de una era pasada.

El creador del concepto fue el productor Paul Maslansky. Un día, mientras estaba en un atasco, observó un autobús de la policía del que bajaban un montón de cadetes de policía acompañados de sus instructores. Lo que le llamó la atención a Maslansky es que varios de estos cadetes no tenían el aspecto ni la forma física que uno se imagina un policía debería tener. Cuando le preguntó al respecto a uno de los instructores, este le respondió que la academia estaba obligada a aceptar a todo aquel que se presentase, pero que ellos ya se ocupaban de eliminar la morralla durante la instrucción. Este intercambio fue lo que inspiró a Maslansky la idea de hacer una comedia sobre un grupo de inadaptados que intenta convertirse en agentes de policía.

El guion corrió a cargo de Neal Israel, Pat Proft y Hugh Wilson, también encargado de dirigirla. Los tres tenían amplia experiencia con la comedia, Proft en particular colaboraría bastante con el trío ZAZ (Jerry Zucker, Jim Abrahams y David Zucker), famosos tras escribir y dirigir el clásico Aterriza como puedas (Airplane!, 1980). Maslansky era un gran fan de las películas de Jacques Tati y ese estilo de comedia slapstick inocente, pero en el momento de producir Loca academia de policía estaban de moda las comedias gruesas y picantes pensadas para un público "adulto", es decir con desnudos gratuitos y palabrotas. Es la época de comedias como Desmadre a la americana (National Lampoon's Animal House, John Landis, 1978), Porky's (Bob Clark, 1981) y Aquel excitante curso (Fast Times at Ridgemont High, Amy Heckerling, 1982). De modo que, a regañadientes, Maslansky instruyó a los guionistas a que se adaptaran al mercado y a lo que quería el estudio, lo cual acabaría siendo una bendición para la película.

Loca academia de policía se centra en un grupo bastante variopinto de cadetes, liderados por Carey Mahoney (Steve Guttenberg), que harán frente a los abusos del teniente Harris (G. W. Bailey), que quiere impedir que se gradúen. Mahoney actúa como una especie de Bugs Bunny, enfrentándose a la autoridad mediante saludables dosis de caos. Con Mahoney, el resto de cadetes forma un grupo, que iría variando en las siguientes entregas, dándole el aspecto de comedia coral que marcaría la franquicia. Este grupo en la primera entrega está formado por: Karen Thompson (Kim Cattrall), una niña rica que es el interés romántico de Mahoney; Moses Hightower (Bubba Smith), como su nombre indica, es más torre que persona y su fuerza en ocasiones es superhumana según convenga; Leslie Barbara (Donovan Scott), un agente con sobrepeso que es el objetivo de abusones por lo que se gana la protección de Mahoney; Tackleberry (David Graf), un obsesionado de las armas; Doug Frackler (Bruce Mahler), un gafe que deja un rastro de destrucción a su paso sin darse cuenta; George Martín (Andrew Martin), un seductor latino; Laverne Hooks (Marion Ramsey), una mujer tímida que habla de forma suave hasta que le sale la vena violenta; finalmente, el único que aparece no solo en todas las entregas sino también las series de televisión, Larvell Jones (Michael Winslow), cuya peculiaridad es que puede hacer extraños ruidos con la boca e imitar infinidad de sonidos.

Entre los aliados de los cadetes entre los instructores se encuentra el comandante Lassard (George Gaynes), el despistado director de la academia y la sargento Callahan (Leslie Easterbrook), cuya poderosa presencia física se ve compensada por su amor a las armas y el reglamento. También cuenta con aliados el teniente Harris, dos agentes tirando a fachas: Chad Copeland (Scott Thomson) y Kyle Blankes (Brant von Hoffman).

El film hace un buen trabajo en equilibrar todos los personajes, para que tengan su momento de gloria, sin perder de vista a los protagonistas. Los distintos tipo de humor que mezcla hacen que la película se mantenga fresca y siga siendo divertida hoy día. Porque, por lo menos para mí, la película sigue siendo tan divertida hoy como lo fue en su momento. Es cierto, tiene muchos toques ochenteros que tal vez no acaben de sentar bien a los espectadores actuales, pero, de la misma manera, se le ha de reconocer el mérito de tener un reparto tan variado en una época en que esto no era la norma. Otro factor que ayuda es que los villanos son racistas de derechas y verlos humillados resulta bastante satisfactorio, igual que ver cómo los protagonistas se enfrentan a la autoridad. En este sentido, Loca academia de policía sigue el ejemplo de otra comedia clásica, El pelotón chiflado (Stripes, Ivan Reitman, 1981), otra película que tenía la dificultad de lograr que los personajes resultaran simpáticos al espectador a pesar de formar parte del estamento militar.

Aunque la película me volvió a hacer reír en la actualidad como cuando la vi en su día, he de decir que sí que hay algo que cuando era niño me hizo reír mucho pero que ahora no me hizo gracia, más bien se me hizo pesado: Michael Winslow y sus ruiditos. Solo me hizo gracia en una escena, cuando se le ve haciendo ruidos como si jugara con una máquina recreativa invisible y lo ve el teniente Harris al pasar frente a su habitación, haciendo que Harris se cuestione su cordura. El resto es repetir lo mismo: Winslow hace un ruido y la gente se cree que es de verdad.

El film fue un masivo éxito de taquilla, generando una larga serie de imitaciones, en algunos casos incluso con actores o guionistas de la propia Loca academia de policía: Loca academia de conductores (Moving Violations, Neal Israel, 1985), Jo, con los militares (Basic Training, Andrew Sugerman, 1985), Loca academia de reclutas (Recruits, Rafal Zielinski, 1986), Escuela de medicina (Stitches, Rod Holcomb, 1985)... La lista es larga. Y, por supuesto, el incontestable éxito de Police Academy trajo consigo las inevitables secuelas.

Tras la grata experiencia del reencuentro con Police Academy, decidí comprarla en Blu-ray. La encontré, pero también encontré un pack con toda la saga al mismo precio que comprar individualmente la primera entrega. Así que me compré el pack con toda la saga y me sumergí en las secuelas con curiosidad, porque estas sí que las tenía completamente olvidadas. Así surgió este artículo.

La primera secuela fue Loca academia de policía 2: Su primera misión (Police Academy 2: Their First Assignment, Jerry Paris, James Signorelli, 1985). Al contrario que con la primera entrega, esta segunda tuvo que afrontar diversos problemas durante su producción. James Signorelli, el primer director asignado, fue despedido tras estar poco tiempo al frente, debido sobre todo a su mala relación con el productor Maslansky. Este se encontraba ya en proceso de suavizar las películas más a su gusto, esta entrega en Estados Unidos fue ya calificada para mayores de 13, así que Maslansky decidió cambiar a Signorelli por Jerry Paris, procedente del mundo de las sitcom.

Hubo también tensiones entre los miembros del reparto procedentes de la primera entrega y las nuevas incorporaciones, como la actriz de culto Colleen Camp, ya que los veteranos sentían que se le daba demasiada importancia a los recién llegados. En particular, Julie Brown, que interpretaba al nuevo interés romántico de Mahoney Chloe, y Steve Guttenberg no se llevaban bien y la relación entre sus personajes acabó siendo eliminada de la película. Guttenberg casi no regresa debido a que no le convencía el guion, que fue siendo reescrito a medida que avanzaba el rodaje, pero los sucesivos cambios y un generoso sueldo aseguraron su regreso. El aumento de salario de otros miembros del reparto también hizo que aumentara el presupuesto del film, lo que influyó en que no diera los mismos beneficios que la primera.

Entre las nuevas incorporaciones hay unas cuantas que regresarían en siguientes entregas, como el villano Mauser, que interpretó Art Metrano, y su ayudante Proctor, que interpretó Lance Kinsey. Pero las incorporaciones que realmente destacan y que creo le dieron puntos a esta entrega fue la de Bobcat Goldthwaith como Zed y Tim Kazurinsky como Sweetchuck. El contraste entre el maníaco Zed y el apocado Sweetchuck no era una idea muy original, pero la química entre ambos actores hace que funcione.

Como es de esperar, la segunda parte no le hace sombra a la primera, pero tiene momentos divertidos. Un entretenimiento pasable si no se está de ánimo exigente.

La segunda entrega no recaudó tanto como la primera, obviamente, así que el estudio decidió suavizar definitivamente la franquicia para que fuera apta para todos los públicos. Esto ya le iba bien al productor Paul Maslansky, que desde un principio buscaba hacer un producto que pudiera ser disfrutado por toda la familia.

Loca academia de policía 3: De vuelta a la escuela (Police Academy 3: Back in Training, Jerry Paris, 1986) me recordó a una de esas clásicas comedias de campamento de verano que fueron populares entre finales de los 70 y los 80 del siglo XX. Especialmente esas en las que hay dos campamentos rivales, el de los ricos y el de clase media, en constante conflicto que se resuelve todo en una competición, una carrera de canoas o algo por el estilo, en la que ganan los buenos. Eso es exactamente lo que es Loca academia de policía 3, con dos academias enfrentadas: la de los buenos, que dirige el comandante Lassard, y la de los malos, que dirige Mauser, aquí ascendido a comandante. El resto del reparto lo forma una mezcla de los personajes más populares de las dos anteriores entregas, destacando el descubrimiento de la segunda: Zed y Sweetchuck.

De todas las secuelas, esta puede que sea la más efectiva, una inofensiva colección de gags que logran hacer reír más veces que no. La película dura apenas 83 minutos, así que se pasa bastante rápido. Lo que explica que fuera otro éxito de taquilla. Este es el momento en que deberían haber dejado la saga y terminarla en un momento alto. Pero no fue así.


Loca academia de policía 4: Los ciudadanos se defienden (Police Academy 4: Citizens on Patrol, Jim Drake, 1987) fue la última entrega de la saga en la que participó Steve Guttenberg. Y no es de extrañar, el cansancio del actor, entonces en su mayor momento de popularidad y trabajo, era bastante obvio. Además, su personaje había quedado completamente diluido y muy ensombrecido por el resto del más extremo reparto. Sin embargo, esta entrega es posible que sea recordada por la incorporación al reparto de Sharon Stone como el nuevo interés romántico de Mahoney, aunque muchas de las escenas de ambos se quedaron en la sala de montaje.

No solo Guttenberg estaba cansado, esta cuarta entrega también hace evidente el cansancio de la franquicia. Es una película que resulta notoriamente más floja que las anteriores, pero he de decir a su favor que, a pesar de todo, te hace reír en varias ocasiones. De nuevo, se hacía bastante obvio que la franquicia no alcanzaría los niveles de popularidad y éxito de la primera o, incluso, la segunda entrega. Lo que sí se mantenía intacta era la calidad de los pósteres de la franquicia, incluso en las últimas entregas. Un arte que parece definitivamente perdido.

 

 
No hay nada peor que una comedia que no te hace reír. Eso es exactamente Loca academia de policía 5: Operación Miami Beach (Police Academy 5: Assignment: Miami Beach, Alan Myerson, 1988), una soporífera película que no me hizo reír ni una sola vez. Ni una sonrisa, ni un "ja". Nada.

El actor Matt McCoy se incorporó al reparto como Nick, sustituyendo al Mahoney de Steve Guttenberg. La incorporación no aportó nada. Esta película son los 90 minutos más largos que he pasado nunca. O por lo menos lo eran hasta que vi la séptima entrega. Es terrible, lo único que salvo es el póster.

 
A pesar de que era una película terrible, gracias al bajo presupuesto y ser apta para todos los públicos, no fue un fracaso y se continuó exprimiendo la franquicia. Llegados a este punto, la infantilización de la saga era completa, así que Loca academia de policía 6: Ciudad sitiada (Police Academy 6: City Under Siege, Pete Bonerz, 1989) es una película de imagen real pero, a efectos prácticos, parece una película de dibujos animados. En este caso, sin embargo, no es algo completamente negativo.

La incorporación al reparto de actores como Kenneth Mars y Gerrit Graham ayuda que la comedia funcione algo mejor. Tras el desastre de la anterior entrega, me temía lo peor, pero esta entrega es algo mejor que la quinta. Lo cual, como dicen en el musical Heathers, es como ser el enano más alto. Tiene algún momento fugaz que puede provocar una sonrisa, incluso una risa, pero no llega al nivel de las primeras entregas.

Esta entrega fue la primera en ser un fracaso de taquilla. Un fracaso, en el que tiene bastante que ver el mal sabor de boca dejado por la quinta entrega, que por fin hizo que se plantearan dar un descanso a la franquicia. Desde la primera, se había estrenado una entrega cada año, así que la franquicia estaba, más que quemada, carbonizada.

 
 
El descanso no sirvió de mucho. Loca academia de policía: Misión en Moscú (Police Academy: Mission to Moscow, Alan Metter, 1994) es, sin duda, la peor entrega de la saga. Estrenada directamente en vídeo en Estados Unidos, solo se vio en cines en algunos países como España. Esto significa que contó con un presupuesto mucho más reducido que las anteriores entregas, por eso solo regresaron cinco de los actores de anteriores entregas. A pesar de eso, aparecen Christopher Lee y Ron Perlman en papeles secundarios. Si bien Lee aparece como favor al productor Paul Maslansky para el que había trabajado en anteriores ocasiones. Bubba Smith tenía que regresar como Hightower, pero al ver que no habían incluido en el reparto a Marion Ramsey como Hooks, que entonces pasaba una mala época económica, decidió no aparecer en solidaridad.

Esta terrible, terrible película es peor incluso que la quinta entrega. Desde luego, no sirvió para reavivar interés en la franquicia. A finales de los 90 se produjo una serie que solo duró una temporada. No la he visto, pero los fragmentos que hay en Youtube tampoco animan a buscarla. Se viene hablando de un reboot desde hace tiempo impulsado también por Steve Guttenberg, pero no parece que avance. De todos modos, por muy malas que sean las últimas entregas, eso no quita que las primeras entregas se mantengan como estupendos ejemplos de comedia ochentera y la primera aguanta como un clásico de la comedia.

3 jun 2022

Revolver

 

Hay cosas que nunca pasan de moda, como la corrupción y las autoridades pervirtiendo la democracia. Una desgracia, sí, pero, siendo positivos, esto ha inspirado fantásticas películas, como la soberbia Revolver (Sergio Sollima, 1973).

El alcaide Vito Cipriani (Oliver Reed) recibe una terrible llamada: han secuestrado a su esposa y si quiere volver a verla viva debe liberar de su prisión al criminal Milo Ruiz (Fabio Testi). Pero los secuestradores no tienen idea de a quién se están enfrentando: Vito libera a Milo, pero solo para tenerlo en su poder, determinado a liberar a su esposa. Cuando Milo demuestra que no sabe nada de quién está tras el secuestro, él y Vito empezarán una implacabe búsqueda de los secuestradores descubriendo una vasta conspiración de oscuras intenciones.

Si esta película hubiera sido producida por Hollywood, habría dado pie a una clásica buddy movie a lo Límite: 48 horas (48 Hrs., Walter Hill, 1982): al principio enfrentados, los protagonistas desarrollarían un mutuo respeto que daría lugar a una profunda amistad masculina mientras triunfantes desbaratan los planes del villano de turno. Pero esto no es una película de Hollywood, es una cinta de acción policíaca de los 70 italiana, los llamados poliziotteschi, producida en un momento especialmente turbulento en Italia, cuando los atentados, los secuestros y los casos de corrupción aparecían en la prensa casi a diario. Así, esta es una película cínica y pesimista donde no hay sitio para el triunfo de los inocentes.

El director Sergio Sollima buscaba poner de manifiesto la desconfianza que sentía hacia el gobierno, cosa que consigue magistralmente. Mientras el espectador acompaña en su odisea a los dos protagonistas, cada vez ve más claro que ambos se enfrentan a un enemigo formidable con enorme poder. Algo que recuerda al giallo conspiranoico La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro, Aldo Lado, 1971), teniendo presente las diferencias formales entre el giallo y el poliziottesco. Mientras que la película es claramente un producto de su tiempo, la manera en que representa el desprecio de las clases poderosas por el resto de la sociedad hace que todavía resuene poderosamente su historia, así como el oscuro final mantiene el film actual. Es por eso que resulta extraño que el film no tuviera un mayor impacto en el momento de su estreno, teniendo en cuenta que estaba protagonizado por Oliver Reed, que entonces estaba en su mejor y más popular momento. Más exitosa que el film fue la banda sonora de Ennio Morricone, cuyo tema principal fue más o menos reciclado por el maestro cuando Morricone se encargó de la banda sonora de Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, Brian De Palma, 1987).

Los poliziotteschi tienen fama de ser un género muy masculino, en el que los personajes femeninos son víctimas del villano o amantes/esposas del protagonista. Esta película destaca porque los personajes femeninos son los únicos positivos del film. Mientras que Agostina Belli como Anna Cipriani encaja en el rol de víctima habitual en el género, Carlotta, el personaje interpretado por Paola Pitagora, destaca por ser el único que actúa siguiendo un código moral y sus ideales. Es una contrabandista, que se dedica a ayudar a pasar inmigrantes por la frontera lejos de las autoridades, que contribuye a abrir los ojos al personaje de Fabio Testi para que adquiera conciencia social más allá de sus intereses egoistas. Lo que para la época no está mal, si bien los protagonistas son Oliver Reed y Fabio Testi, ambos llevando a cabo su trabajo de forma excelente.

Revolver es un film que mezcla la acción y el thriller, siendo el resultado tremendamente entretenido y trepidante, que, además, intenta ir más allá del simple entretenimiento con un mensaje que, por desgracia, sigue vigente hoy día. Mantener el equilibrio entre la acción explosiva y la temática social no es fácil, pero Revolver lo consigue, por lo que es una película que recomiendo sin reservas.

26 ene 2021

Drácula (Dracula, 1979)


Se han hecho muchas, muchas, pero que muchas adaptaciones de la clásica novela de Bram Stoker Drácula. Algunas muy buenas, otras muy malas, pero todas son indicativas del momento en que se hicieron y de los cineastas implicados. Una de las adaptaciones más logradas y distintas es Drácula (Dracula, John Badham, 1979).

La historia tiene el planteamiento clásico: el conde Drácula llega a Inglaterra con ganas de alimentarse y dejar venas secas a su paso. Frank Langella interpretó a Drácula convirtiéndole en una criatura muy sensual, romántica y triste sin dejar de ser un cruel y brutal asesino. Langella fue, de hecho, la razón por la que se rodó esta película.

A mediados de los 70 se empezó a representar una adaptación teatral de Drácula con gran éxito. La obra se representaba con un estilo semiparódico, irónico, lo que los americanos llaman camp. El efecto se lograba interpretando sin cambios la obra que escribieron Hamilton Deane y John L. Balderston en los años 30, la base para Drácula (Dracula, Tod Browning,  1931), interpretaciones exageradas y el diseño de decorados y vestuario del gran Edward Gorey. Lo único que era realmente serio, y según la prensa de la época memorable, era la interpretación que ofrecía Frank Langella como Drácula.

El productor Walter Mirisch vio la obra con su esposa y esta le aconsejó hacer una película de la obra con Langella repitiendo como Drácula. Mirisch no tuvo problemas en poner en marcha el proyecto con la Universal, que tenía los derechos cinematográficos de la obra desde que la llevó al cine con Bela Lugosi. Universal había obtenido un enorme éxito con Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975), así que estaba más que dispuesta a volver al cine de terror con el que había estado asociada en la década de los 30 y 40. La producción se enfocó como un proyecto de prestigio con un alto presupuesto y un reparto de calidad, que contaba, además de Frank Langella, con Donald Pleasence como doctor Seward y Laurence Olivier como Van Helsing. En la parte creativa se puso al frente una interesante pareja formada por el director John Badham, que acababa de obtener un gran éxito con Fiebre del sábado noche (Saturday Night Fever, 1977), y el guionista W. D. Richter, que había escrito con enorme éxito el guion de la nueva La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Philip Kaufman, 1978).

La película se estrenó en 1979 y no funcionó en taquilla. Creo que la razón de este fracaso no se haya en la película sino en el equivocado momento en que se estrenó. La década de los 60 había sido dominada por el terror gótico, representado por un lado por las producciones de la AIP adaptando a Edgar Allan Poe, y por otro lado la franquicia iniciada por la Hammer con Drácula (Dracula, Terence Fisher, 1958). La última secuela, Kung Fu contra los siete vampiros de oro (The Legend of the 7 Golden Vampires, Roy Ward Baker, 1974), había tenido que recurrir a las artes marciales para intentar atraer a los espectadores. Ya desde principios de los 70 se estaba produciendo un cambio en el género, el gótico estaba siendo sustituido por un enfoque más realista y violento, de ahí que la Hammer entrara en crisis. El Drácula de 1979 era un retorno al terror gótico que entonces era visto como algo anticuado y pasado de moda.

Además había una saturación de Drácula, presente también en televisión, cereales y en los cómics con la clásica serie de Marvel La tumba de Drácula. Se habían estrenado diversas películas con el personaje, además de la franquicia de la Hammer, como la particular versión de Jesús Franco El conde Drácula (Nachts, wenn Dracula erwacht, 1970), la satírica Sangre para Drácula (Blood for Dracula, Paul Morrisey, 1974) o el telefilme Dracula (Dan Curtis, 1974). Además, pocos meses antes del estreno del film de John Badham, se había estrenado la parodia de Drácula Amor al primer mordisco (Love at First Bite, Stan Dragoti, 1979). Con este panorama, es fácil de entender que el público no acudiera en masa a ver una película que parecía un retorno al clásico gótico, a pesar de la buena recepción de la crítica.

Con el tiempo, sin embargo, el film ha sido redescubierto y revalorizado. Especialmente por ser una visión original y única del personaje. Richter y Badham utilizaron la obra de teatro como base, por cuestiones de derechos, pero también cogieron elementos de la novela de Bram Stoker y añadieron conceptos originales solo presentes en esta adaptación. Por primera vez se mostraba a Drácula como antihéroe romántico y criatura sexual, lo que trajo consigo una entonces polémica escena en la que Drácula y Lucy (Kate Nelligan) consuman su amor físicamente, traducido en un psicodélico espectáculo láser. Esta presencia de sensualidad también llevó al departamento de publicidad de la Universal a incluir la ridícula afirmación que Drácula solo se interesa en mujeres, mujeres hermosas para que quede más claro, para que nadie se hiciera ideas raras. Lucy, la Mina de la novela de Stoker, es presentada como una mujer moderna, que intenta ir más allá de las constricciones de la época. Pero lo más llamativo posiblemente sea el ambiguo final (¿os acordáis de cuando se podían hacer finales ambiguos o finales abiertos sin que se interpretara como anuncio de una secuela?) muy propio de la época. Los 70 habían sido una década cínica y pesimista, lo que queda reflejado en este film que cerraba la década.

Más polémico que la escena de amor entre Drácula y Lucy fue la decisión del director de cambiar el color del film. Originalmente se concibió Drácula con una paleta de colores pálida que casi lo convirtiera en un film en blanco y negro. Pero la maquinaria para tratar el color se había vendido a China y no era posible realizar el cambio en aquel entonces, así que la película se estrenó con colores cálidos. En 1991, con la llegada de la nueva tecnología, Badham cambió la gradación del color, desaturando el film que ahora tenía un aspecto mucho más apagado. Esta versión había sido la única disponible en DVD y Blu-ray, hasta que hace poco se incluyó la versión cinematográfica en ediciones americanas y alemanas. Yo prefiero la versión cinematográfica, creo que la desaturada solo habría funcionado si se hubiera hecho en blanco y negro con una fotografía más expresionista, no simplemente con los colores apagados. De todos modos, es un clásico y una muy recomendable visión de un personaje tan explotado que es difícil encontrar algo que sea remotamente original como lo es esta película.

23 nov 2020

La bestia del reino (Jabberwocky)

 

Tan irreverente, hilarante y escatológica como cuando se estrenó en 1977, La bestia del reino (Jabberwocky) fue el inicio de la carrera de Terry Gilliam como director en solitario, sin los Monty Python (más o menos). Un inicio que ya plantea muchos de los temas y fetiches que el director exploraría en futuros filmes.

Inspirado en el poema de Lewis Carroll, el film nos cuenta la historia de Dennis Cooper (Michael Palin), que llega al reino del rey Bruno el Cuestionable (Max Wall) en busca de fortuna. Su intención es encontrar un trabajo tranquilo que le permita ganar suficiente dinero para casarse con su amada Griselda (Annette Badland). La llegada de Cooper coincide con el asedio que sufre la ciudad por parte de un terrible monstruo, el Jabberwock, que no para de devorar ciudadanos. Cooper hace todo lo posible por no meterse en líos, por evitar cualquier conflicto o problema, pero, por supuesto, involuntariamente se ve metido en diversas peripecias que lo llevarán a enfrentarse con el Jabberwock.

Jabberwocky fue el primer proyecto en solitario de Terry Gilliam, aunque miembros de los Monty Python aparecen como actores, como el protagonista Michael Palin, y algunos gags todavía recuerdan al estilo de los Python. Sin embargo, el mediocre protagonista Dennis Cooper recuerda bastante a futuros héroes de Gilliam, como el Sam Lowry que Jonathan Pryce interpretó en Brazil (1985). La mediocridad y la mercantilización es uno de los principales temas de Jabberwocky, donde se nos presenta un mundo donde no hay sitio para los artistas, ya que su lugar lo ocupan mediocres sin imaginación interesados solo en obtener el máximo provecho económico. También se dispara contra la monarquía, el poder eclesiástico y los empresarios. Estos dos últimos estamentos, de hecho, no quieren que se mate al monstruo ya que esta situación de terror les beneficia.

El film funciona también a la perfección como una parodia del cine de fantasía y de monstruos. Demoliendo todos los tópicos posibles, con su demente princesa (Deborah Fallender) y sus caballeros tan estúpidos como violentos. Y siendo como es una sátira, una parodia, un film no muy interesado en el rigor histórico, resulta más auténtico y realista en su descripción de la Edad Media que muchos dramas serios ambientados en esta época.

Pero lo más importante a señalar de Jabberwocky es que es una comedia que hace reír de principio a fin, ya sea por sus momentos absurdos, sus bromas escatológicas, sus escenas gore o la estupidez de los personajes. Es un clásico que sigue siendo punk y actual.