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18 jul 2025

La muerte acecha en la pantalla

 


 

Leyendo críticos anglosajones que escriben sobre el giallo, te puedes encontrar una noción bastante extendida según la cual solo se consideran auténticos gialli las producciones italianas. Es una opinión que siempre me ha parecido tremendamente absurda, principalmente porque los géneros y los estilos no tienen nacionalidad. Tienen lugar de origen, pero no nacionalidad. Es como decir que las películas del oeste de Sergio Leone no son auténticos westerns porque no son americanos. Otro argumento en contra es que gran parte de los gialli fueron coproducciones entre diversos países, para asegurar así una distribución internacional. Muchas de estas coproducciones eran entre España e Italia, países cercanos y que en aquel momento pasaban por momentos sociales parecidos. Lo que nos lleva al ejemplo que para mí hace más obvia que la idea de que solo se puede considerar un auténtico giallo una película enteramente italiana: los que fueron dirigidos por Luciano Ercoli. Ercoli estaba casado con Nieves Navarro, una actriz española que entonces usaba el nombre Susan Scott al aparecer en producciones internacionales. Debido a su matrimonio con Navarro, Ercoli estableció su pequeña productora en España, para luego trabajar en Italia, Inglaterra o donde fuera necesario. ¿Eran sus películas italianas o españolas? Realmente no importa, eran de Luciano Ercoli, eso es lo que importa. En su carrera como director dirigió tres gialli, siendo su díptico La muerte camina con tacón alto (La morte cammina con i tacchi alti, 1971) y La muerte acaricia a medianoche (La morte accarezza a mezzanotte, 1972) grandes títulos dentro del género.

La muerte camina con tacón alto fue la segunda película que dirigió Luciano Ercoli, tras debutar en el largo con Días de angustia (Le foto proibite di una signora per bene, 1970). Las dos son gialli pero concebidas antes de que la fiebre por el género explotara tras el estreno de El pájaro de las plumas de cristal (L'uccello dalle piume di cristallo, Dario Argento, 1970). El éxito del clásico de Argento transformó completamente el género, como si lo hubiera inventado para un nuevo público, lo que provocó que surgieran muchos imitadores. La muerte camina con tacón alto, sin embargo, no es una pálida imitación. Todo lo contrario, tiene una personalidad propia moviéndose dentro del género con un estilo clásico e innovador a un tiempo.

Nicole Rochard (Nieves Navarro) trabaja como bailarina de striptease en París y su padre es un notorio ladrón que ha robado una fortuna en diamantes. Un misterioso encapuchado va tras esta fortuna y, tras haber asesinado a Rochard, acosa a Nicole para que confiese dónde se ocultan los diamantes. Nicole pide ayuda a su amante Michel Aumont (Simón Andreu), pero, tras una discusión, queda claro que Michel no será de mucha ayuda. Desesperada, Nicole decide irse a Londres con el doctor Robert Matthews (Frank Wolff), un hombre atrapado en un matrimonio infeliz que se ha enamorado de Nicole. Pero el peligro sigue a Nicole por más lejos que se vaya.

El film de Ercoli presenta una trama propia del género policíaco, pero estructurado de forma peculiar. El asesinato central sucede a mitad de película, momento en que entra en escena el inspector Baxter (Carlo Gentili). Este es un personaje clásico, un poco al estilo de los investigadores peculiares que muy pronto se harían famosos en televisión como Colombo o Kojak. Esto hace que La muerte camina con tacón alto sea un título de transición entre el thriller habitual que seguía las directrices del estilo americano, francés y alemán, y el giallo de estilo puramente italiano. Con una dirección elegante sin demasiadas florituras, pero sin dejar de lado las innovaciones visuales de la época.

Ercoli ofrece un film de corte clásico, con secuencias que anuncian los excesos que estaban por llegar. Esto hace que algunos que busquen algo al estilo "argentiano" puede que se queden algo desorientados ante una película que sigue más el estilo de las novelas de intriga de la época. Pero hay mucho que apreciar en esta película aunque no tenga un bodycount al estilo de otros títulos de la época.

 

 


 

Tras el éxito de La muerte camina con tacón alto, no tardó en llegar La muerte acaricia a medianoche. Ercoli trajo de vuelta en el reparto, además de a Navarro/Susan Scott y a Simón Andreu como protagonistas, a Carlo Gentili, interpretando a otro inspector, a Claudie Lange y al experto en personajes pervertidos Luciano Rossi.

La película muestra la influencia de los cambios en el género con unas escenas más violentas y sangrientas, pero resulta refrescante que Ercoli no renuncia a construir un giallo siguiendo su propio estilo, sin caer en la simple imitación. Y lo hace con un argumento que presenta un desafío interesante para los cineastas, mostrar al asesino al inicio y mantener el suspense intacto. La modelo Valentina (Navarro) se deja convencer por su amigo periodista Gio Baldi (Andreu) para protagonizar un reportaje en el que probará una nueva droga, con la promesa de que ni su nombre ni su rostro aparecerá en el artículo. Mientras se encuentra bajo los efectos de la droga, Valentina es testigo de un asesinato en el edificio de enfrente. Por supuesto nadie la cree y, además, nadie se la toma en serio porque Gio la engañó y tanto su rostro como su nombre se utilizan en el artículo. Cuando el asesino empieza a seguirla, Valentina tendrá que desentrañar el misterio tras el asesinato antes de que el asesino la calle para siempre.

Navarro impregna a su personaje de una gran energía y personalidad, ayudada por Ercoli, su marido, que al igual que en la anterior película no le hace un plano malo. Andreu encarna a la perfección a este periodista sórdido y encantador, un tipo de personaje que le iba muy bien al actor. Navarro y Andreu tienen una gran química juntos, lo que hacen de este un giallo tan divertido como cargado de suspense. Y violento, como ya he dicho, con momentos en que Ercoli cubre la pantalla de sangre, literalmente.

La muerte acaricia a medianoche tiene un ritmo más rápido y ligero que el de Camina con tacón alto, pero su historia es también bastante intrincada. La manera en que se desarrolla hace que este sea un film más entretenido que el anterior, con un Ercoli que parece cada vez más en dominio de la cámara. De los dos, este es, para mi gusto, el título superior. Coge los elementos más atractivos del género y los sirve de manera única y personal, lo que es de agradecer sobre todo si has visto muchas películas de este estilo.

  

 


 

Pasos de danza sobre el filo de una navaja (Passi di danza su una lama di rasoio, Maurizio Pradeux, 1973) no tiene absolutamente nada que ver con las películas de Luciano Ercoli aquí comentadas. Pero da una idea del éxito de sus películas el hecho de que en países de habla inglesa Pasos de danza sobre el filo de una navaja se estrenó como Death Carries a Cane, traducido: La muerte lleva bastón, en un intento de atraer al espectador despistado y hacerle pensar que era otra película de la serie. La maniobra tenía sentido ya que una de las protagonistas del film de Maurizio Pradeux es Navarro alias Susan Scott, y también aparece Simón Andreu en un rol secundario. La reunión de veteranos de Ercoli se completa con Luciano Rossi en uno de sus habituales roles como personaje sórdido y sospechoso . Así, aunque no tiene nada que ver el díptico de La muerte... de Ercoli pensé que sería divertido añadirla como bonus track.

Mientras espera que llegue su novio Alberto (Robert Hoffman), Kitty mira por un telescopio a monedas el paisaje urbano, siendo testigo de un brutal asesinato. Cuando va a la policía, el inspector Merughi (Jorge Martín con el nombre George Martin) no se acaba de creer su testimonio, pero luego descubre que el crimen puede que esté relacionado con otros asesinatos que investiga. El inspector empieza a sospechar de Alberto, así que este debe demostrar su inocencia con su propia investigación, mientras los cadáveres se empiezan a acumular a su alrededor.

El contraste entre el film de Maurizio Pradeux y los de Ercoli es bastante pronunciado. Mientras Ercoli rodó sus guiones con estilo, clase y personalidad propia, Pradeux se regocija en los elementos más explotables del giallo: crímenes sangrientos y generosas dosis de erotismo. Un enfoque que hace que el film de Pradeux funcione a otro nivel del de los de Ercoli o de otros grandes del género como Dario Argento, Mario Bava o Lucio Fulci. El desarrollo de la trama pasa a segundo plano mientras se acumulan las escenas de suspense salpicadas de desnudos gratuitos, lo que trabajado con savoir faire hace que el film sea constantemente entretenido. La resolución es satisfactoriamente absurda, de modo que aunque se sigue la fórmula sin mucha imaginación el resultado es muy notable.

 

27 jun 2025

Fatal Frames - Fotogrammi mortali

 


 

Me gustaría invitaros a un club muy selecto. Selecto en el sentido de que es muy, muy reducido pero aceptamos a cualquiera. El único requisito es saber apreciar los extraños placeres que ofrece Fatal Frames - Fotogrammi mortali (Al Festa, 1996). Un peculiar giallo realizado por un colaborador de Bruno Mattei y Claudio Fragasso, para que os vayáis haciendo a la idea de que no se trata de una obra maestra en el mismo sentido que una película de Dario Argento puede ser una obra maestra. Es única de manera única.

Alex Ritt (Rick Gianasi) es un director de videoclips que decide aceptar un trabajo en Italia para superar la depresión que arrastra desde que su novia fuera asesinada en su apartamento. Al llegar a Roma conoce a la estrella pop con la que va a trabajar, Stefania Stella (Stefania Stella) una diva italiana que aspira a entrar en el mercado americano. El rodaje arranca, pero al poco Alex es testigo de un asesinato, lo único que queda de la víctima es una cinta de video dejada por el asesino. Pronto, las cintas y los asesinatos se multiplican, lo que hace que Alex sienta que el asesino juega con él, mientras el inspector Bonelli (David Warbeck), al frente del caso, sospecha que Alex oculta demasiados secretos.

 Sobre el papel, Fatal Frames puede parecer el un giallo típico, pero ya el año en que se estrenó indica que de típico tenía poco. Para mediados de los 90 del siglo XX, la industria del cine de género en Italia había implosionado, los pocos supervivientes se habían pasado a la televisión o al mercado del directo a video. La excepción, claro, era Dario Argento, aunque también los recursos que había tenido a su disposición en el pasado ya no estaban disponibles y trabajaba con presupuestos más ajustados. Por eso Fatal Frames se planteó como un evento, un homenaje al giallo del pasado. De ahí que gran parte de su reparto estuviera constituido por estrellas internacionales del género haciendo cameos: Linnea Quigley, Alida Valli, Angus Scrimm, Donald Pleasence y David Warbeck hacen acto de presencia (Warbeck con un papel más extenso comparado con los cameos del resto), que incluía también nombres ya más conocidos dentro del cine italiano como Ciccio Ingrasia. Pero tanto cameo hincha la historia con personajes que aparecen sin consecuencia para la trama principal. Angus Scrimm tiene una única escena en la que hace un breve monólogo al estilo Hombre Alto, mientras que Donald Pleasence aparece en tres escenas interpretando a un experto criminalista, pero que tampoco aporta nada a la trama. Esto tiene su origen en que el film se empezó a rodar en 1993, se canceló debido a falta de fondos para luego reanudarse un par de años después cuando Pleasence ya había fallecido. Por eso mismo, el policía que interpreta Warbeck cubre el hueco de los personajes que no podían volver, lo que crea distintas inconsistencias pero le dan un toque extraño e innecesariamente complicado que forma parte del encanto del film.

Aparte del reparto de estrellas, los protagonistas del film son actores entonces desconocidos y que hoy día lo siguen siendo. Actores como Rick Gianasi y Leo Daniel, que junto a otros miembros del reparto hacen evidente que el pelo largo estaba de moda entonces: todos lo llevan de la misma manera. Pero el nombre más destacado es el de Stefania Stella, productora también del film y esposa del director. Es exagerada y exuberante como una típica diva pop italiana, resulta inexpresiva y exagerada al mismo tiempo, en ocasiones en la misma escena. Este peculiar estilo de interpretar es más obvio en una escena, que me hizo reír y me convenció de que esta era una película única, en la que a la actriz se filmó en otro momento y otro set que al resto de actores, utilizando una doble en los planos generales. Se nota mucho porque se utiliza el mismo fondo en el primer plano de Stella, mientras que las escenas transcurren en lugares distintos. Al Festa se encargó de componer también la banda sonora y las canciones de Stella, una especie de italo-dance noventero, un poco al estilo Locomia, que podríais escuchar en los chiringuitos de playa de la época. Stella es el personaje más destacado de la película, aunque solo sea por ser la cantante más egocéntrica de la historia: toda su casa esta decorada con fotos suyas promocionales, las sábanas también tienen su cara impresa e incluso en la escena de sexo con el protagonista, en el dormitorio se emiten videoclips suyos para que pueda contemplarse mientras lo hace.

Fatal Frames es uno de los títulos del género en los que es más fácil adivinar quién es el asesino y sus motivos, más que nada porque en las escenas en las que se supone que habla con la policía Festa no se molesta en disfrazar demasiado la voz del culpable. A pesar de ello, no deja de entretener. Festa rueda la película como si fuera uno de sus videoclips, sin diferencia entre las escenas oníricas y las "reales". El director nos presenta un mundo exagerado y falso, en el que nadie reacciona o habla como lo hacen los seres humanos. La cumbre es cuando llega uno de los momentos más absurdos de la historia del género: un excitado inspector Bonelli descubre que, debido a un error del asesino, lo podrán identificar por... ¡su sombra! Este momento absurdo nos hace entender porque todos los personajes no estrellas de serie B llevan el mismo peinado.

Al Festa nos regaló un homenaje al giallo que parece un sueño febril. Los momentos absurdos y demenciales se van acumulando hasta la conclusión. Puede que sepas quién es el asesino al poco de empezar, pero el director atrapa con mayores misterios: qué nuevo absurdo sucederá en pantalla, quién hará acto de presencia para desaparecer luego, qué sentido tiene la historia... Al Festa empezó en el cine de la mano de Bruno Mattei y Claudio Fragasso, este film hace obvio que aprendió de los maestros del cine trash italiano cómo hacer que una película sea entretenida sin necesidad de lógica o sentido común.

 

11 abr 2025

Tráfico de menores (Enigma rosso)

 


 

En el artículo sobre la trilogía Bajo el vestido, nada explico que el giallo no es un género dado a secuelas y continuaciones. Lo que encontramos son trilogías temáticas, como la trilogía animal de Dario Argento, que lo único que comparten es que se nombra un animal en el título, sin otro punto en común. El director Massimo Dallamano construyó también lo que tenía que ser una trilogía personal, con el tema en común de "adolescentes en peligro". Dallamano falleció antes de poder completar el que iba a ser el tercer título, Alberto Negrin acabó siendo el director de Tráfico de menores (Enigma rosso, 1978).

El cadáver de la joven Angela Russo aparece envuelto en plástico en la orilla de un rio. El inspector Gianni Di Salvo (Fabio Testi) se encarga de la investigación, centrándose en las amigas de Angela Virginia (Silvia Aguilar), Paola (Caroline Ohrner) y Franca (Taida Urruzola). Las cuatro formaban un grupo que era conocido en el colegio como "las inseparables". A medida que Di Salvo investiga se hace evidente que las muchachas estaban envueltas en algo turbio, algo que está provocando muchas muertes alrededor del caso y que ellas estén amenazadas por alguien que se identifica como Némesis.

El productor Leo Pescarolo estaba interesado en resucitar el éxito de ¿Qué habéis hecho con Solange? (Cosa avete fatto a Solange?, Massimo Dallamano, 1972) con una película que fuera una secuela o un remake, por ello acudió a Dallamano para involucrarlo en el proyecto. Dallamano ya había dirigido Corrupción de menores (La polizia chiede aiuto, 1974), en principio no estaba entusiasmado por volver a tratar otra vez el mismo tema. El director se encontraba entonces enfermo de cáncer de pulmón, lo que tal vez explica su desilusión con el cine y su poco interés en volver al mismo tema otra vez. El productor Pescarolo, cínicamente, le pidió al guionista Franco Ferrini que siguiera trabajando en el guion, ya que se imaginaba que Dallamano no acabaría el proyecto debido a su delicada salud. Pescarolo, tras la muerte de Dallamano, eligió como director a Alberto Negrin, un director que se ha centrado casi exclusivamente en la televisión, eso sí dirigiendo grandes miniseries y telefilmes de prestigio. Negrin estaba interesado en hacer algo para el cine y le atraía la idea de hacer un giallo incluyendo algún toque social. Por otro lado, cabe mencionar que la película se rodó en España, así que nos encontramos diversos rostros familiares para los aficionados al fantaterror en el reparto como Helga Liné, Jack Taylor y Silvia Aguilar.

No sabremos nunca cómo habría sido la versión de Dallamano de Tráfico de menores, pero en la versión que finalmente se estrenó se pueden reconocer elementos argumentales tanto de Solange como de Corrupción de menores. El grupo de amigas que esconde un secreto y otros detalles que revelarían demasiado de la trama provienen de Solange, mientras que el policía protagonista y el tono y estilo más oscuro y sórdido provienen de Corrupción de menores. Por supuesto, se repiten las escenas de duchas en vestuarios que aparecen tanto en Solange como en Corrupción de menores. Pero a la dirección de Negrin la falta la energía de Dallamano, lo que hace que visualmente no esté tan conseguida como las dos películas precedentes. Otro problema fue que la falta de presupuesto hiciera que el rodaje se tuviera que interrumpir y finalizar luego rápidamente, dejando algunos detalles de la trama sin explicar debido a que no se pudieron rodar las escenas necesarias para hacerlo.

Pero a pesar de sus defectos, Tráfico de menores es un giallo por lo menos entretenido. No se puede comparar con los grandes clásicos del género, claro, pero no deja de tener mérito. Sus 85 minutos de duración se pasan bastante rápido y su conclusión es bastante memorable, a pesar de los cabos sueltos mencionados. No es un film para el espectador casual, pero sí que resultará efectivo para los fans del género que necesiten su dosis de giallo


28 mar 2025

Trilogía giallo: Bajo el vestido, nada

 


 

Las secuelas y franquicias dentro del giallo son bastante raras, prácticamente inexistentes. Posiblemente debido a que no es un género que de para continuaciones, con la excepción de trilogías temáticas como la de "adolescentes en peligro" formada por ¿Qué habéis hecho con Solange? (Cosa avete fatto a Solange?, Massimo Dallamano, 1972), Corrupción de menores (La polizia chiede aiuto, Massimo Dallamano, 1974) y Tráfico de menores (Enigma rosso, Alberto Negrin, 1978). Dario Argento quiso que El jugador (Il cartaio, 2003) fuera una continuación de las aventuras de la inspectora introducida en El arte de matar (La sindrome di Stendhal, Dario Argento, 1995), pero cuando Asia Argento no participó en El jugador se desechó la idea. Por eso resulta una rareza la trilogía de películas en las que se centra este artículo, películas que comparten título y temática, todas ellas se centran en el lado oscuro de la vida las modelos.

Bajo el vestido, nada (Sotto il vestito niente, Carlo Vanzina, 1985) arrancó como un proyecto del productor Achille Manzotti. La idea de Manzotti era realizar una película basada en la novela de Marco Parma (pseudónimo de Paolo Pietroni) Sotto il vestito niente, que había tenido un polémico éxito por el retrato que hacía del mundo de la moda en la Italia de los 80 del siglo XX. Nadie quedaba bien en el libro que utilizaba la muerte de una modelo como punto de partida para su acoso y derribo del ambiente en que se movían diseñadores y modelos. El provocador título tenía un doble sentido, el erótico y una despectiva y misógina manera de referirse a las modelos, insinuando que son poco más que trozos de carne. Manzotti le llevó el proyecto inicialmente a Michelangelo Antonioni, que lo rechazó si bien indica que Manzotti no quería una película barata de serie B. El proyecto llegó entonces a Enrico y Carlo Vanzina, una pareja de hermanos que cosechaban grandes éxitos en la taquilla italiana produciendo películas comerciales muy populares. Los hermanos Vanzina se habían especializado en las comedias, pero hacía poco se habían estrenado en el cine de suspense con Mystére (Carlo Vanzina, 1983), una película protagonizada por Carole Bouquet que mezcla el giallo, el thriller tradicional y el cine de espías de forma efectiva y entretenida.

Con la colaboración del guionista Franco Ferrini, colaborador de Dario Argento, los hermanos Vanzina crean una historia que conserva el título de la novela de Manzotti y poco más, inspirándose en un caso real sucedido en Milán y en los recursos del giallo clásico, que estaba ya desapareciendo de las taquillas italianas. Además, los guionistas le añadieron un pequeño toque fantástico a la historia. En la película, Bob Crane (Tom Schanley) es un ranger que trabaja en Wyoming cuya hermana gemela, Jessica (Nicola Perring), trabaja como modelo. Bob tiene una visión en la que ve a alguien que intenta asesinar a Jessica, lo que hace que no tarde nada en coger un avión y plantarse en Milán para asegurarse de que su hermana se encuentra bien. Pero, cuando llega al hotel en que se hospeda Jessica, descubre que ésta ha desaparecido y nadie sabe dónde está. Como buen protagonista de un giallo, Bob empieza su propia investigación en la que se interesa el comisario Danesi (Donald Pleasence) cuando los cadáveres empiezan a acumularse. Bob también establece una relación con Barbara (Renée Simonsen), una modelo que le ayuda a introducirse en el mundo de la moda de Milán.

El único detalle realmente extraño de la película es que Bob recibe la visión desde el punto de vista del asesino, un detalle que junto al ambiente en que se centra el film recuerda a  Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978), una película que podríamos clasificar de giallo a la americana, así como la banda sonora de Pino Donaggio nos hará pensar en Doble cuerpo (Body Double, Brian De Palma, 1984). Pero se ha de reconocer que, a pesar de estos detalles más o menos familiares y que tener modelos como protagonistas ha sido la base de multitud de gialli empezando con Seis mujeres para el asesino (6 donne per l'assassino, Mario Bava, 1964), Carlo Vanzina logra crear un film que funciona a la perfección. Todo lo que el fan le pide al género está ahí, incluidos los asesinatos vistosos (si bien no demasiado, ya habían quedado atrás los excesos de los 70 sustituidos por otros excesos de los 80), y secuencias cargadas de suspense. Una de estas secuencias tiene lugar en un desfile que organizó Moschino. Temiendo que la película sería una adaptación fiel de la novela, las casas de los diseñadores se negaron a colaborar con el film, el único que lo hizo fue Moschino. Fue una jugada inteligente, la película fue un tremendo éxito de taquilla que le hizo un montón de publicidad gratuita al diseñador. Otro detalle único del film para la época y el momento del género, es que en la banda sonora, además de la música de Donaggio, también incluye diversos éxitos ochenteros populares entonces, algo que ahora es habitual pero entonces no lo era en el cine de género italiano.

Como ya hemos mencionado, Bajo el vestido, nada no es tan cruel y violenta como los títulos que se estrenaron durante los 70, pero teniendo en cuenta los títulos estrenados durante los 80, dejando de lado los de Dario Argento que iba a su bola, es un título que destaca dentro del periodo. Los giros argumentales están bien pensados y mantiene la intriga hasta el final. Una pequeña delicia.

 


 

Bajo el vestido, nada fue un tremendo éxito de taquilla, así que el productor Achille Manzotti le pidió a los Vanzina una secuela, pero los hermanos no estaban interesados. Manzotti entonces buscó otro director que le diera un toque único al film como había hecho Carlo Vanzina, decidiéndose por un director con un fuerte sentido visual desarrollado en la publicidad. Así nació Demasiado bellas para morir (Sotto il vestito niente II, Dario Piana, 1988), una secuela temática cuya trama también tiene su punto de partida en un aspecto sórdido del mundo de la moda. Una secuela en Italia, en el resto del mundo se estrenó como un film independiente.

Sylvia (Gioia Scola) es una joven modelo que acude, sin sospechar nada, a una fiesta que da Alex Conti (Giovanni Tamberi), el propietario de la agencia para la que trabaja. Lo que ella no sabe es que Alex le ha prometido a un sórdido empresario que podrá hacer con ella lo que quiera. Por ese motivo Sylvia es violada mientras sus supuestas compañeras la traicionan y la mantienen sujeta para el pervertido. Tras marchar corriendo, Sylvia desaparece y su cuerpo sin vida es descubierto al día siguiente. Entonces, cada una de las personas que participaron en la fiesta es asesinada por una misteriosa figura enmascarada, mientras trabajan en el rodaje de un videoclip. Estos asesinatos coinciden con la llegada de Melanie (Florence Guérin), una nueva modelo. ¿Puede que esté implicada? Es algo que tendrá que averiguar el inspector Brandam (François Marthouret).

Demasiado bellas para morir es un curioso híbrido de giallo y slasher, haciendo evidente la influencia de un género sobre el otro. El asesino/a/e ataca usando un vistoso y aparatoso cuchillo de múltiples hojas, que se supone es utilizado en el videoclip de estética Mad Max que se rueda dentro de la ficción, y lleva una máscara que representa el rostro anónimo de una modelo. Dario Piana se centra en crear una película muy estilizada, con un fuerte sentido estético. Lo que antes se denominaba negativamente "estética de videoclip" y que es algo que hoy día se dice de forma positiva, ya que es lo que le otorga personalidad al film. Además, hizo como la primera entrega y llenó la banda sonora de canciones de la época de bandas populares entonces como Frankie Goes To Hollywood, TOTO y Huey Lewis and the News. Aunque no son las mejores canciones de estas bandas, precisamente. Por otro lado, la fuerte estilización ochentera y la banda sonora me hizo pensar en Obsession: A Taste for Fear (Pathos - Segreta inquietudine, Piccio Raffanini, 1987), tal vez también porque en ambas aparece la actriz Gioia Scola.

La suma del festival visual, tanto por el diseño como por el reparto, y la hibridación de géneros hace de esta una película que no fallará en complacer a los fanáticos del género. Un placer que hará que uno no se fije en los fallos de la película, como que no tiene un protagonista claro al que seguir y que las escenas con la policía son bastante sosas y rutinarias. Esta secuela es un ejemplo de que a veces, que algo sea todo superficie y nada de sustancia no tiene que ser algo malo necesariamente.

 


 

Y llegamos a la conclusión de esta trilogía con Bajo el vestido, nada: El último desfile (Sotto il vestito niente - L'ultima sfilata, Carlo Vanzina, 2011). Estrenada 26 años después de que se estrenara la primera entrega.

Alexandra Larsson (Alexandra Burman) es una famosa modelo que trabaja exclusivamente para el diseñador Federico Marinoni (Richard E. Grant). Tras un exitoso desfile, Alexandra muere atropellada por un conductor que se da a la fuga y el inspector Vincenzo Malerba (Francesco Montanari) sospecha que ha sido asesinada, conectando su muerte con un antiguo caso que también afectó a una modelo que trabajaba para la casa Marinoni. Mientras, Federico, con el cuerpo de Alexandra todavía caliente, manda a su asistente Heidi (Claudine Wilde) que le busque una sustituta para su modelo estrella rápidamente. La escogida es Brigitta Olsen (Vanessa Hessler), una recién llegada que verá cómo su sueño se transforma en pesadilla cuando empieza a descubrir el lado oscuro de la moda. Además, es posible que se convierta en la nueva víctima del misterioso asesino que acecha la casa Marinoni.

Gran parte del equipo que creó la primera Bajo el vestido, nada regresó en esta tardía secuela. Los hermanos Vanzina regresaron como productores y guionistas junto a Franco Ferrini y Carlo Vanzina repitió como director. Sin embargo, el cine italiano ya no era el mismo que cuando los Vanzina dominaban la taquilla italiana. Trabajando con un presupuesto más ajustado, Carlo Vanzina dirige un giallo con una aspecto muy influenciado por las películas y series americanas contemporáneas. Hay más énfasis en las pruebas forenses, lo que significa que a última hora llega un informe forense que da la pista definitiva sobre el caso como sucede en infinitos ejemplos de películas y series de TV, y no hay toques fantásticos o delirantes como había en el género en los 70 y primeros 80. Eso no significa que sea una mala película, todo lo contrario. Simplemente que es un efectivo thriller en el que están ausentes los elementos propios del giallo que lo hacen un género especial.

En su favor, en su film ágil que dura poco más de hora y media. El reparto cumple bien su función y la dirección de Vanzina es efectiva a la hora de mantener el suspense, si bien no es muy difícil adivinar quién es la persona culpable de los asesinatos. En esta tercera entrega encontramos también guiños al origen literario de la primera entrega y la banda sonora de Pino Donaggio retoma en clave techno el tema principal de la banda sonora de la primera entrega, a su vez una especie de reinterpretación del tema Telescope de la banda sonora de Doble cuerpo que escribió el propio Donaggio.

Bajo el vestido, nada: El último desfile es un film que, posiblemente, no de al aficionado al giallo lo que busca en un título del género, pero es también el más accesible y "normal" de los tres sin dejar de ser entretenido.

22 nov 2024

El futuro ya no es lo que era: Pathos - Segreta inquietudine

 


 

Hace diez años, en este mismo blog, escribí una reseña de Obsession: A Taste for Fear (Pathos - Segreta inquietudine, Piccio Raffanini, 1987). La reseña leída hoy día me parece bastante mala, así como entonces tenía una opinión bastante pobre de esta película. Pero mi opinión se basaba en haber visto Pathos en una terrible copia en VHS, el audio era malo pero la imagen era peor: no solo era un máster que oscurecía bastante la imagen, estaba recortada para adaptarla a las antiguas televisiones cuadradas. Ahora, gracias a Vinegar Syndrome, he podido ver esta película lo más cerca posible de cómo se estrenó en cines ya que el este sello la ha incluido en su pack Forgotten Gialli vol. 7.

El argumento de Obsession: A Taste for Fear recuerda bastante al de Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978): Diane (Virginia Hay) es una famosa fotógrafa especializada en obras polémicas con un fuerte componente erótico. Cuando desaparece Teagan (Teagan Clive), una de las modelos con las que ha trabajado, Diane descubre que se ha convertido en la obsesión de un asesino que se dedica a asesinar a las personas de su entorno y enviarle vídeos de los crímenes. ¿Podrá descubrir quién es el asesino antes de que ella se convierta en su última víctima?

El argumento es bastante estándar, pero lo que no es estándar es su ambientación, ya que la película transcurre en una ciudad sin especificar en algún momento del futuro. Por supuesto, vista hoy día no resulta futurista, sino más bien como una versión desmadrada de la imagen que se tiene de los años 80 del siglo XX. Pero eso no le quita interés a la película, todo lo contrario. Ahora se puede apreciar los esfuerzos de Piccio Raffanini en darle una estética única al film. Raffanini fue un pionero en Italia en la dirección de videoclips y aplica lo aprendido en su experiencia en cada plano. También se cuida mucho la banda sonora, con canciones que sorprende consiguieran los derechos para utilizar.

Ver esta película cómo se había hecho en el pasado era como no verla. Aquello que la hace peculiar e interesante no se podía apreciar. Sigue siendo una película con problemas, hubo tensión entre el director y el estudio que quería hacer algo más convencional. Y ya he mencionado que el guion no es nada del otro mundo. Pero el mundo que presenta es fascinante y consigue de este modo mantener el interés.

Durante mucho tiempo Pathos estuvo desaparecida. No fue un éxito de taquilla ni cuenta con grandes estrellas en papeles destacados. Era bastante extraña para la época en que se realizó, por eso hoy día resulta interesante. El reparto es también hoy día bastante interesante, aparte de Virginia Hay, nos encontramos nombres con atractivo para el espectador aficionado al cine de culto como Gioia Scola.

Esta es una película divisiva. Es decir, hay gente que la apreciará y otros que la odiarán, pero por lo menos serán opiniones basadas en la película vista como se merece. El tráiler parece de otra película porque no cuenta nada de lo que trata realmente Obsession.


29 mar 2024

Play Motel

 
 
¿Buscando algo sórdido? ¿Buscando algo perverso? ¿Buscando algo que te dé ganas de darte una ducha después de verlo? He aquí Play Motel (Mario Gariazzo, 1979), una película que solo se puede ver de noche.

Roberto (Ray Lovelock) y Patrizia (Anna Maria Rizzoli) son un matrimonio que decide experimentar yendo a pasar unas horas a un "hotel para parejas". Cuando están regresando descubren que alguien ha colocado el cadáver de una mujer en el maletero de su coche. Implicados de esta manera, Roberto y Patrizia serán reclutados por el comisario De Sanctis (Anthony Steffen) para investigar una trama de chantajes y asesinatos que tienen el Play Motel como origen.

Play Motel se estrenó en las pantallas italianas cuando el giallo había perdido popularidad entre los espectadores debido al gran número de títulos estrenados durante los 70, la excepción eran las películas de Dario Argento que continuaban siendo éxitos de taquilla. Para atraer a más espectadores, películas como Play Motel mezclaban el giallo con otros géneros. En este caso, se le añadieron unas gotas de poliziotteschi (thrillers policiales a la italiana) y bastante erotismo. Por si eso fuera poco, se hizo otra versión a la que se le añadieron insertos pornográficos. Estos insertos fueron realizados a instancia de los productores sin que el director ni el reparto supiera nada. Mario Gariazzo se mostró muy ofendido cuando lo descubrió (se entiende más sabiendo que Gariazzo había dirigido principalmente melodramas para toda la familia) y también se lo tomaron mal la pareja protagonista, Ray Lovelock y Anna Maria Rizzoli, especialmente Rizzoli ya que podía afectar muy negativamente a su reputación como actriz si daba la impresión que había participado voluntariamente en una película porno.

Esta costumbre de la doble versión con insertos porno era bastante común en la época. Pero mientras se puede entender, hasta cierto punto, que se añadieran en una película como Malabimba (Posesión de una adolescente) (Malabimba, Andrea Bianchi, 1979), que era una película principalmente erótica, en Play Motel están fuera de sitio, aunque haya más escenas sexys de lo que era habitual en el género. Pero, por el argumento solo, lo cierto es que Play Motel es bastante clásico. La idea de la policía reclutando a un matrimonio para investigar de incógnito los crímenes que tienen origen en un motel es bastante absurda, lo que le da un toque juguetón a lo Agatha Christie que contrasta bastante con las escenas sórdidas que tienen lugar dentro del motel. A lo que se le ha de añadir los toques perversos que uno solo puede encontrar en el giallo, como la escena en que una víctima de chantaje llama a su abogado buscando ayuda, caso que el abogado comenta sin problemas con la mujer con la que comparte la cama que resulta ser la esposa de la víctima. Por suerte, la edición en Blu-ray incluye los insertos porno aparte como una curiosidad y no insertados en la película, porque podían romper el ritmo de este giallo que se mueve bastante rápido a pesar de su retorcida trama.

Play Motel no es, de ningún modo, un clásico a descubrir. Pero para el fan que disfruta con la fórmula del género, el film de Gariazzo resulta bastante entretenido, gracias también a unas buenas interpretaciones y a una pegadiza banda sonora.

16 ene 2024

Murder Obsession (Follia omicida)

 

Esta fue la última película que dirigió Riccardo Freda, que fue uno de los pioneros en introducir de nuevo el cine fantástico en la cinematografía italiana tras la dictadura de Mussolini. Freda decidió mezclar los motivos por los que su obra era más conocida con los motivos más populares entonces en las salas de cine para desarrollar su retorcida historia. Murder Obsession (Follia omicida) (1981) se convirtió así en el testamento cinematográfico del director.

Michael (Stefano Patrizi) es un actor que sufre una crisis durante un rodaje, provocado por su traumático pasado. Es por esto que decide pasar un fin de semana, acompañado de su novia Debora (Silvia Dionisio), en la villa que tiene su madre (Anita Strindberg) en el campo. Al fin de semana campestre se unirán unos cuantos amigos del rodaje en lo que podrían ser unos días divertidos si no fuera porque empiezan a morir uno a uno de forma horrible. ¿Está Michael asesinando a sus amigos debido a su trauma de infancia o está ocurriendo algo más siniestro?

Murder Obsession pasó desapercibida durante su estreno a principio de los 80 del siglo XX, y hasta tiempos recientes no ha empezado a ser apreciada. El problema es que es una película que no es fácil de categorizar, mezclando elementos del giallo, las muertes gore que el slasher americano estaba popularizando y el terror gótico que el director más disfrutaba desarrollando. Esta mezcla que resultó problemática para aquellos que querían categorizar la película yo la veo como una virtud. Es lo que hace que la trama mantenga el interés y sorprenda continuamente, introduciendo incluso elementos sobrenaturales a medida que la historia avanza.

Es una mezcla posible también porque su argumento contiene elementos en los que se entrecruzan los mencionados subgéneros del terror y el suspense. Traumas del pasado que se introducen en el presente, asesinatos brutales y sangrientos, erotismo perverso, soterrado incesto, una mansión que esconde muchos secretos... Freda le saca el máximo provecho a los 97 minutos que dura la película. De este modo, aunque el espectador acostumbrado a este tipo de películas ya espera que aquel más señalado como culpable no suela serlo, no deja de tener sus momentos brillantes y chocantes. Los impactantes asesinatos con hacha y sierra mecánica son memorables, pero también otros momentos (alguno protagonizado por la actriz de culto Laura Gemser) que no puedo desarrollar aquí para no destripar el film, pero que enlazan con el perverso gusto que Freda ya había mostrado en títulos como El horrible secreto del doctor Hitchcock (L'orribile segreto del Dr. Hichcock, Riccardo Freda, 1962).

Este es un film peculiar que no es para todo el mundo, está claro. La mezcla de géneros así como la introducción de toques sobrenaturales puede que sea demasiado para algunos. Pero se ha de admirar la actitud de Freda de "voy a hacer lo que me salga de los privados", creando así una experiencia distinta y única.

21 jun 2023

Deep Murder


 

¿Alguna vez os habéis preguntado qué pasaría si los personajes típicos de una película porno se viesen envueltos en una trama propia de una película de terror? Si es así, Deep Murder (Nick Corirossi, 2018) es la película para vosotros.

Las cosas avanzan con normalidad en casa de los Dangler. Babs Dangler (Katie Aselton) y su cuñado Doug Dangler (Jerry O'Connell) estás inmersos en una maratón sexual, mientras el marido y hermano de ambos, respectivamente, Richard Dangler (Christopher McDonald) está ocupado con sus negocios a través del teléfono. Hugh Dangler (Quinn Beswick) está preocupado porque sigue siendo virgen y su mejor amigo Jace Bigman (Chris Redd) le intenta convencer que se apunte a un trío con la canguro (Jessica Parker Kennedy). Es entonces que llega a la casa de los Dangler la doctora Bunny Van Clit (Stephanie Drake) para anunciar que se han perdido la evacuación por la llegada de un huracán y que todos deberán permanecer encerrados en la mansión. Esto coincide con que se descubre el cuerpo sin vida de Doug. La llegada del detective Cross (Josh Margolin) no parece que sea de mucha ayuda debido a su extremada incompetencia. Mientras los cadáveres se empiezan a acumular, los ocupantes de la casa intentarán descubrir quién es el asesino antes de convertirse en una de las víctimas.

Esta comedia absurda parte de un concepto interesante. Parodiar los clichés de los misterios a lo Agatha Christie, del giallo y del slasher pero, en lugar de hacerlo utilizando como base los personajes típicos de este tipo de películas, hacerlo utilizando los personajes típicos de una película porno. Esto provoca que los personajes empiecen a ir más allá del cliché y poco a poco romper el molde que los constriñe. El reparto es fundamental en este aspecto y se ha de reconocer que el de Deep Murder hace un buen trabajo. Los actores mantienen la realidad de los personajes para transmitir mejor el absurdo de la comedia, sin exagerar la parodia, dándoles entidad a personajes cliché que se supone no tienen personalidad más allá de su habilidad para convertir cualquier situación en un encuentro sexual.

Pero por muy bueno que sea el reparto, reconozco que la película es algo irregular. En ocasiones repite demasiado un mismo chiste y se puede hacer algo larga. Dicho esto, también he de admitir que tiene momentos muy divertidos. El personaje de la canguro en particular fue la que me hizo reír más con dos momentos en concreto. El primero es cuando empieza a cuestionarse su papel en la vida y se dice: "últimamente he empezado a preguntarme las grandes incógnitas de la vida, como ¿sueñan los osos?". El otro es cuando, tras varios asesinatos y peripecias se dice a si misma: "empiezo a sospechar que en esta casa no hay niños que cuidar, ni siquiera hay una guardería". El otro personaje que también me hizo reír bastante fue la doctora Van Clit y su peculiar manera de concebir la ciencia.

Las partes positivas pesan más que las negativas, así que aunque me pareció irregular también me divirtió. De modo que no es que la recomiende, pero la presento como una comedia interesante.

12 may 2023

Crimen sin huella (Giallo a Venezia)

 

Hacia finales de la década de los 70 del siglo XX, el ciclo del giallo en Italia estaba llegando a su fin. Se producían menos títulos, con presupuestos más bajos, y para llamar la atención de los espectadores se aumentaron significativamente las dosis de sexo y violencia. Tanto el sexo como la violencia se hacían mucho más explícitos con la esperanza de atraer un mayor número de espectadores. Un perfecto ejemplo de este tipo de gialli es la controvertida película de culto Crimen sin huella (Giallo a Venezia, Mario Landi, 1979).

El inspector Angelo de Pol (Jeff Blynn) investiga un caso complicado: el asesinato del matrimonio formado por Flavia (Leonora Fani) y Fabio (Gianni Dei). Presionado por las autoridades para que solucione rápidamente el caso para que el turismo no se vea afectado, De Pol va desentrañando la complicada vida del matrimonio, esperando encontrar la pista que evite que se cometan más asesinatos.

Giallo a Venezia es una de las películas más infames dentro del género. 98 minutos de pura sordidez, una de esas películas que tienes la sensación de necesitar una ducha después de verla. Esto no resulta particularmente sorprendente si tenemos en cuenta que Mario Landi era un experto en este tipo de películas, al fin y al cabo estamos hablando del director de Patrick vive todavía (Patrick vive ancora, 1980). La trama dedicada a explorar el pasado de Flavia y Fabio está diseñada para explotar el morbo del espectador. Fabio obliga a Flavia a llevar a cabo distintos juegos sexuales (exhibirse desnuda y masturbar a un repartidor, permitir que les observen mientras ella y Fabio mantienen relaciones sexuales en un rincón apartado en público, que otro hombre le meta mano a Flavia mientras Fabio también lo hace en la oscuridad de una sala de cine, obligar a Flavia a hacerse pasar por prostituta para tener relaciones con distintos hombres), juegos que se llevan a cabo sin que Flavia quiera ni obtenga placer en ellos, lo que lleva a un par de violaciones. Es decir, el film hace gala de una fuerte misoginia. Resulta aún más grumosa la sensación de ver la película cuando en las distintas violaciones se utiliza la misma música que en otras escenas de sexo. El efecto de ver a Flavia violada por su marido mientras suena música ligera de ascensor es ciertamente perturbador.

Esta película también es notoria por la brutalidad de la que hace gala. Son asesinatos que lo que les falta en estilo y savoir affaire cinematográfico lo suplen con gore y sadismo. Hay un par de escenas que resultan especialmente impactantes: el asesinato de una prostituta con un plano de la vagina sangrando con unas tijeras clavadas por el asesino asomando y el asesinato de Marzia (Mariangela Giordano), a la que el asesino decide desmembrar. Mientras le está cortando una pierna, Marzia se desmaya por el dolor pero el asesino la despierta de nuevo para que vea como sigue cortando.

La intriga del film no está bien desarrollada y el inspector protagonista no parece especialmente competente. Las interpretaciones son exageradas o pobres. La banda sonora es muy inapropiada. Teniendo todo esto en cuenta, es innegable que es un film memorable. La acumulación de morbosidad y sadismo hace de Giallo a Venezia una película difícil de olvidar. Las escenas de diálogos dirigidas sin gracia se ven compensadas por escenas pasadas de vueltas que buscan despertar las emociones más bajas del espectador. De hecho, es casi un alivio las mundanas escenas de investigación realizadas de forma plana y funcional, para prepararte para el próximo momento ojiplático. Desde luego, no es una película que se pueda recomendar, pero imagino que por la descripción ya os podéis hacer una idea de si es el tipo de película que os interesa.

16 sept 2022

La orgía de la sangre (Un bianco vestito per Marialé)

 

El giallo fue instrumental en la creación del slasher. Existe una innegable conexión entre ambos géneros que se hace evidente en películas como La orgía de la sangre (Un bianco vestito per Marialé, Romano Scavolini, 1972), cuya estructura sería luego repetida en incontables títulos del slasher: un prólogo en el pasado, un grupo de personajes que se reúnen en un lugar aislado y que luego son eliminados uno a uno.

Por supuesto, el giallo tiene sus propias influencias, como el género gótico y la novela de Agatha Christie Los diez negritos, que en La orgía de la sangre son bastante evidentes. El prólogo arranca cuando una pequeña Marialé es testigo de cómo su padre asesina a su madre y al amante de esta, tras lo cual el padre se suicida. Veinte años más tarde nos encontramos ante una adulta Marialé, interpretada por Evelyn Stewart (conocida también por su nombre real Ida Galli), que no tiene una muy feliz existencia. Su trauma infantil la ha llevado a casarse con Paolo (Luigi Pistilli), quien con la ayuda de un inquietante mayordomo (Gengher Gatti), intenta mantenerla sedada y encerrada en casa. A pesar de ello, Marialé se las arregla para enviar varios telegramas invitando a varios de sus amigos a una cena en el castillo del matrimonio. Entre los amigos se encuentra Massimo (Ivan Rassimov), antiguo amante de Marialé que la sigue queriendo.

El inicio del film es donde se muestra una mayor influencia gótica, culminando con los invitados deambulando por un tétrico sótano iluminado por relámpagos. En este sótano encontrarán distintos disfraces y Marialé encontrará el vestido blanco que llevaba su madre cuando fue asesinada, poniendo en marcha toda una serie de violentos asesinatos. A partir de aquí el film cambia, en una larga escena en la que los personajes dan rienda suelta a su hedonismo y salen a la luz deseos y odios reprimidos, con una cena que parodia la Última Cena, algo bastante habitual entonces entre los cineastas que buscaban provocar al espectador. Entre toda esta decadencia desatada el único personaje que se mantiene al margen es el Massimo de Rassimov, al que los demás personajes se refieren de forma despectiva como "el poeta". Massimo es el único honesto: está allí porque quiere a Marialé, no lo oculta y lo hace explícito. Es posible que al ser un artista, lo que deduzco por el apelativo que le colocan, es el único personaje que se mantiene "puro", el único que merece ser salvado.

Pero no hay salvación en una historia que reflexiona sobre cómo estamos condenados a repetir la historia, en particular unos personajes atrapados en un ciclo de violencia. Un tema interesante que no se explota a fondo en una película que se centra en contar su historia de suspense, posiblemente ya que el director no tuvo mucho tiempo para reescribir un guion que le fue dado y que Scavolini ha comentado en entrevistas que era terrible.

Un bianco vestito per Marialé queda así como un giallo atípico, muy interesante, que podría haber sido un clásico si se hubiera trabajado un poco más en el guion. La fotografía de la que también se ocupó Scavolini le da a la película un aspecto fantástico y el reparto también hace un gran trabajo, si bien los aficionados al cine de culto ya saben que Stewart, Massimov y Pistilli suelen siempre cumplir y dar memorable vida a sus personajes.

15 ago 2022

El asesino ha reservado nueve butacas (L'assassino ha riservato nove poltrone)

 

Un grupo de personas atrapadas en un antiguo teatro son eliminadas una a una por un misterioso asesino enmascarado. No, esto no es el clásico de culto de Michele Soavi Aquarius aka Stage Fright (Deliria, 1987), sino que nos encontramos en la interesante encrucijada de géneros El asesino ha reservado nueve butacas (L'assassino ha riservato nove poltrone, Giusseppe Bennati, 1974).

Patrick Davenant (Chris Avram) lleva a su hermana Rebecca Davenant (Eva Czemerys) y a su hija Lynn (Paola Senatore), acompañadas de sus respectivas parejas y amigos, a un antiguo teatro, guiados por un misterioso personaje (Luigi Antonio Guerra). Una vez dentro, las puertas se cierran y descubrirán que no pueden salir. Cuando los asesinatos empiezan a tener lugar, los nueve se enfrentarán entre ellos para averiguar quién es el misterioso asesino.

Por el argumento, esta película de Giuseppe Bennati parece el clásico giallo, ciertamente fue producido cuando el género empezaba a decaer, produciéndose menos títulos. Sin embargo, El asesino ha reservado nueve butacas es un film que resulta interesante por su mezcla de géneros, lo que lo convierte en un atípico giallo, utilizando, al mismo tiempo, elementos habituales del género. El punto de partida es, obviamente, Los diez negritos de Agatha Christie, siguiendo el mismo esquema: reunir un grupo de personajes en un lugar aislado para ir eliminándolos uno a uno. Pero en su desarrollo del argumento, Bennati y los guionistas Paolo Levi y Biagio Proietti utilizan temas del terror gótico, incorporando un toque sobrenatural a la trama. Esta mezcla de terror gótico y clásico misterio hace que esta película pueda ser considerada un proto-slasher, haciendo evidente la conexión entre estos dos géneros, especialmente en las escenas en la que el asesino enmascarado acecha a sus víctimas.

Este cóctel hace que la película tenga personalidad propia, ofreciendo los elementos habituales que son de esperar en el género y, al mismo tiempo, haciendo algo diferente de lo que se estaba haciendo entonces, algo indispensable para sobrevivir en taquilla. Tenemos los personajes de clase alta corruptos y decadentes, que aparentan más que tienen, desnudos para atraer distribuidores, la explotación de tabúes y los indispensables asesinatos. Pero esto también lo ofrecían el resto de títulos que inundaron los cines italianos a principios de los 70, a medida que el público fue perdiendo interés por la gran cantidad de títulos que se estrenaron en poco tiempo, los cineastas empezaron a explorar que incorporar al género para seguir siendo viable económicamente. Básicamente, esto se tradujo en hacer el sexo y la violencia más gráficos. Esto también lo encontramos en este film, pero, como ya he dicho, lo que hace que esta película sea memorable es la mezcla de una trama clásica de misterio con el terror gótico.

Durante mucho tiempo, este film era bastante difícil de encontrar, pero hoy se puede encontrar editado en blu-ray, como otros títulos más oscuros de la época que empiezan a ver la luz.

30 jul 2022

El sexo de la bruja (Il sesso della strega)

 

A veces, la línea que separa la genialidad de la torpeza es muy fina. Por ejemplo, el film de Elo Pannacciò El sexo de la bruja (Il sesso della strega, 1973). Sobre el papel, debería tratarse de un giallo con un argumento bastante común, pero la manera en que se desarrolla este argumento no es nada ortodoxa, por decirlo suavemente, lo que hace de su visionado una experiencia única.

El patriarca de la familia Hilton muere en su gran mansión, rodeado de la familia que le queda. La lectura del testamento implica que la mayor parte de la riqueza va a parar al hijo mayor, pero en caso de muerte se iría repartiendo con el resto de hijos. Por supuesto, esto da a pie a que un misterioso asesino empiece a podar las ramas del árbol familiar. Hasta aquí, todo normal, una trama giallo o de intriga bastante habitual. Pero el desarrollo es de todo menos habitual. En una entrevista, la actriz Camille Keaton, una de las protagonistas, lo único que recordaba del rodaje de esta película es hablar con el resto del reparto para ver si alguien sabía de qué iba la historia. Al parecer, ningún miembro del reparto tenía ni idea de qué trataba la película, simplemente rodaban las escenas que les indicaban y seguían adelante con el rodaje, que teniendo en cuenta el presupuesto no debió ser muy largo.

Uno de los detalles que añade mayor confusión al desarrollo, además de contar con uno de los inspectores más inútiles que recuerdo ver en una cinta del género, es el añadido de escenas supuestamente eróticas, muy atrevidas para la época. Si bien unas gotas de erotismo eran habituales en el giallo, en el caso de El sexo de la bruja, el grueso de estas escenas, protagonizadas por Franco Garofalo, al que muchos recordaréis por su memorable papel en Apocalipsis caníbal (1980) de Bruno Mattei, y Marzia Damon, los criados de los Hilton, parecen añadidas a posteriori para alargar el metraje y hacerla más atractiva a los distribuidores. A diferencia de las otras escenas, las de Garofalo y Damon no tienen ningún impacto en la trama ni se trata de personajes principales, las escenas son encajadas entre otras sin que haya relación aparente. Esto hace que el ya confuso desarrollo lo sea aún más, por eso, el hecho de que en muchas versiones estas escenas fueran cortadas casi parece más un intento de "normalizar" el film que de censura, que también claro.

Pero lo que hace esta película realmente especial son los elementos própios del género gótico y terrorífico que la llevan hacia una conclusión psicotrónica y delirante de la que no quiero revelar nada para que sea una sorpresa como lo fue para mí. El ojiplático tramo final es el que hace que esta película sea realmente memorable y que quede grabada en la memoria de aquellos que la han visto. Este tramo final, sumado a los sangrientos asesinatos y las inconexas escenas softcore, convierten El sexo de la bruja en un título a buscar no solo por los amantes del giallo, sino también por aquellos amantes del cine bizarro.

25 may 2022

Dos menos uno, tres (La morte ha fatto l'uovo)

 

Antes de que Dario Argento fijara la fórmula del giallo, a finales de los 60 se produjeron diversos títulos que, dentro del género, jugaban con el formato y la estructura de las historias que contaban. Pocos gialli, sin embargo, llegaron al nivel de experimentación de Dos menos uno, tres (La morte ha fatto l'uovo, Giulio Questi, 1968).

Desde el principio, el film de Giulio Questi busca desorientar al espectador en su objetivo de deconstruir el giallo. Questi quería usar el género para transmitir conceptos más propios del cine de autor, pero sin dejar de utilizar los personajes y recursos típicos del mismo. El film arranca con Marco, el personaje de Jean-Louis Trintignant, asesinando a una prostituta en un hotel de carretera, observado por un misterioso personaje interpretado por Jean Sobieski. Marco llega a casa donde le esperan su esposa Anna y Gabrielle. Personajes interpretados, respectivamente, por Gina Lollobrigida y Ewa Aulin, en un momento en que ambas gozaban de una glamourosa popularidad. La razón por la que Gabrielle vive con el matrimonio no está del todo clara, si bien no es difícil adivinar que es amante de Marco y realiza tareas de secretaria, pero hasta una línea de diálogo hacia la parte final no queda claro al espectador por qué Aulin vive con el matrimonio. En todo caso, cuando Marco regresa descubrimos que el matrimonio es propietario de una granja de gallinas completamente automatizada, lo que ha llevado al despido de los antiguos trabajadores. Estos, obviamente, no están muy contentos con el cambio y realizan protestas y lanzan amenazas al matrimonio. Luego, seguimos a Marco a la compañía para la que produce la granja de gallinas, donde el director introduce una fuerte sátira del capitalismo.  Se revela aquí que el misterioso personaje de Jean Sobieski ha sido escogido para trabajar a las órdenes de Marco como publicitario. Y mientras seguimos a Marco, además de su afición a asesinar prostitutas en habitaciones de hotel,  descubrimos sus fantasías asesinas respecto a Anna y que siente una extraña paranoia: nota una amenaza a su alrededor pero sin saber de dónde viene. Además, se encuentra con Luigi, personaje de Renato Romano que desapareció en la versión recortada del film, probablemente porque es de los elementos más extraños: un hombre que busca redescubrir su pasado deambulando por la ciudad después de que haya perdido la memoria debido a que se le aplicó un tratamiento de electroshock.

Con todos estos elementos, la mezcla de intriga, paranoia y sátira del capitalismo, Questi construye un film extraño y en ocasiones surrealista, en el que hay sitio incluso para el horror y la ciencia ficción con la aparición de unos pollos mutantes que son solo carne, sin cabeza ni alas. El espectador se encuentra atrapado por la trama de la misma manera que Marco se ve perseguido por su paranoia, intentando descubrir qué sucede. Lo más sorprendente es que todo acaba tomando sentido, con generosas dosis de ironía y humor negro.

Como hemos mencionado de pasada, el film perdió alrededor de veinte minutos de metraje, cortados por los distribuidores con la intención de que la película fuera un giallo "más típico". Un ejercicio de suspense sexy, al fin y al cabo contaba en su reparto con dos de las actrices más sexys de la época, pero los cortes no eliminaron el mensaje de Questi. Ahora, por fortuna, se puede disfrutar de los 105 minutos de la película como fue originalmente concebida con toda su extrañeza y surrealismo intacto.

Desde luego, no es un giallo para todo el mundo, tiene toques que predicen el estilo de David Lynch. Pero el atractivo La morte ha fatto l'uovo reside en que es una experiencia completamente distinta y única, en momentos casi experimental, disfrazado de sexy giallo utilizando a la bella Ewa Aulin, y al igualmente atractivo Trintignant, como cebo.

8 ene 2021

La bestia mata a sangre fría (La bestia uccide a sangue freddo)


Hay pocas cosas en la vida que me proporcionen tanto placer como un giallo SSSS: setentero, sórdido, sangriento y sexy. Elementos que ofrece en abundancia La bestia mata a sangre fría (La bestia uccide a sangue freddo, Fernando Di Leo, 1971), un film excesivo en el mejor sentido.

La acción transcurre en una especie de casa de reposo para mujeres ricas con problemas psicológicos. Una noche, una misteriosa figura empieza a asesinar pacientes, utilizando una serie de armas medievales. Y así se desarrolla este atípico ejemplo del género. Tras la presentación de los personajes, la parte central del film se dedica a alternar entre escenas eróticas y de asesinatos. El tramo final es cuando se descubre que hay un asesino y la policía se pone en acción, lo que lleva a una memorable masacre con la que concluye el film. El film fue dirigido por Fernando Di Leo en el momento que el giallo explotó y se puso de moda, pero Di Leo no parece interesado en reproducir la fórmula establecida por otras películas, que habitualmente nos mostraban a un detective amateur o no tratando de descubrir quién está llevando a cabo los brutales asesinatos. Más bien La bestia mata a sangre fría está pensada como un asalto a los sentidos, ofreciendo escenas eróticas o sangrientas de forma continua. Di Leo se hizo famoso más tarde por sus estilizados filmes de acción policíaca, pero aquí opta más bien por un enfoque más directo, dejando solo que asome su inclinación por la acción en algunos momentos de edición frenética.

Este enfoque más morboso y visceral trajo consigo la existencia de distintas versiones de la película. Dependiendo de dónde se estrenara, se enfatizaba más la sangre o el erotismo. Para la versión francesa se utilizaron dobles para filmar explícitos insertos, sorprendentes por el momento en que se estrenó el film, mucho antes de que el porno se pusiera de moda en los cines. Estos insertos provocaron la ira de las actrices protagonistas, las bellas Rosalba Neri, Margaret Lee y Monica Strebel, aunque hoy día es fácil ver que las partes pudendas son de obvios dobles sin la participación de las actrices principales. La versión más completa del film, sin ninguna censura, ha sido editada en Blu-ray por 88 Films.

He mencionado el destacado reparto femenino, repleto de populares nombres dentro del género en aquella época, destacando Rosalba Neri que domina la película con su personaje de una incestuosa ninfómana. En el departamento masculino destaca la presencia de Klaus Kinski, interpretando a uno de los doctores que trabaja en la clínica. Por supuesto, Kinski tiene más aspecto de ser uno de los pacientes que uno de los médicos, esto hace que sea utilizado como obvia maniobra de despiste. Como es habitual en el género, el personaje que más se empeña la película en hacernos creer que es el culpable es inocente, lo que hace que en este giallo se adivine de forma casi inmediata quién es el asesino. Por suerte, el film es tan entretenido y ofrece tantos grandes momentos, entre asesinatos y las enfermeras y las pacientes mantiendo actitudes deliciosamente inapropiadas, que es imposible aburrirse.

Con su manicomio lleno de bellas mujeres de clase alta, su uso de Klaus Kinski y sus asesinatos con armas medievales, tan prácticas y fáciles de usar, esta claro que La bestia mata a sangre fría es pura fantasía. No está interesada en ofrecer nada cercano al realismo, sino que es una película destinada a satisfacer nuestros placeres más básicos. Y lo consigue de forma magistral.
 

30 dic 2020

La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento)


Si buscáis una película delirante, aquí tenéis una película delirante y fantástica: La brigada del inspector Bogart (Casa d'appuntamento, Ferdinando Merighi, 1972), una de esas películas que una vez vista, ya no puedes "desver".

En el burdel de Madame Colette (Anita Eckberg) es asesinada la prostituta Francine (Barbara Bouchet). El inspector Fontaine (Robert Sacchi) detiene al que parecer ser el seguro culpable: Antoine Gottvalles (Peter Martell). Gottvalles muere decapitado después de escapar de la cárcel y jurar venganza sobre sus acusadores. Y, efectivamente, el juez que lo condenó y los testigos empiezan a ser asesinados. El inspector Fontaine investiga el caso sin mucha suerte. Mientras, el profesor Waldemar (Howard Vernon) mantiene la cabeza de Gottvalles para sus experimentos y su hija Eleonora (Evelyne Kraft) tiene extraños sueños que puede que estén relacionados con las muertes.

Bueno, no sé por dónde empezar. Tal vez lo más llamativo: el curioso título español, escogido sin duda por la presencia del actor Robert Sacchi. Sacchi se ganaba la vida como imitador de Humphrey Bogart, debido a lo mucho que Sacchi se parecía físicamente a Bogart. Así que tenemos un giallo en el que el inspector protagonista es un doble de Bogart, lo que indica que este no es el típico ejemplo del género. Lo cual se confirma con la historia, que gira continuamente, insinuando elementos sobrenaturales para luego descartarlos. Su reparto, que incluye bellezas habituales del género como Barbara Bouchet y Rosalba Neri, nos regala a Howard Vernon, un habitual de Jess Franco, interpretando a un mad doctor cuyo nombre nos remite a Edgar Allan Poe, aunque escrito con W en lugar de V. No es casualidad entonces que su hija se llame Eleonora, otro nombre que también alude a Poe.

La brigada del inspector Bogart, más conocida como The French Sex Murders, está cargada de toques delirantes que no se reducen solo a su reparto ni a su retorcido argumento, también visualmente. Los asesinatos, por algún motivo, se repiten tres veces con diferentes filtros de colores. De este modo se intenta dar más espectacularidad a los efectos de maquillaje, que no son muy destacados pero tienen sus momentos de esplendor como la decapitación con espada que se nos ofrece en el último tramo.

No sabría decir si es un giallo punk o un sueño enfebrecido plasmado en celuloide. Es diferente, desde luego, y entretiene de principio a fin. Una pequeña maravilla que recomiendo a los amantes del cine más iconoclasta.

29 dic 2020

Girl in Room 2A (La casa della paura)


¿Alguna vez habéis ido a un buffet libre y empezado a acumular platos sin sentido, llenando vuestra bandeja con un plato de ensaladilla rusa, otro de pasta, otro de carne y un par de trozos de pizza? Esta mezcla para saturar los sentidos es la que ofrece Girl in Room 2A (La casa della paura, William Rose, 1974).

Margaret Bradley (Daniela Giordano) sale de prisión tras ser injustamente acusada. Intenta rehacer su vida en la casa de la señora Grant (Giovanna Galletti), un hogar al que acuden jóvenes mujeres salidas de prisión. A Margaret le toca la habitación 2A, en la que hay una perenne mancha de sangre en el suelo y en la que tiene terribles alucinaciones. Entonces, Margaret conoce a Jack Whitman (John Scanlon), que está investigando la desaparición de su hermana Edie (Anna Liberati). Todo apunta a que la desaparición de Edie está relacionada con una secta y con la casa en la que se aloja Margaret.

Girl in Room 2A es un film que mezcla distintos géneros, pero su personalidad empieza a desarrollarse desde el hecho de que fue producida por el americano Dick Randall. Randall estaba afincado en Roma durante la explosión giallo, de modo que decidió apuntarse a la moda con un film cuyo argumento evoca Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio, Sergio Martino, 1972). Al frente, Randall puso a William Rose, un director cuya especialidad era la sexploitation. Así que tenemos a un productor y un director produciendo un giallo en Italia con actores y actrices italianas, a través de su perspectiva americana. El guion fue coescrito por Rose junto a Gianfranco Baldanello, ambos nos ofrecen una historia que mezcla elementos del terror gótico, en un ambiente urbano, con elementos del giallo y toques de sexploitation. Lo interesante de la historia es que nos ofrece una secta obsesionada con tomarse la justicia por su mano, que está convencida de estar haciendo el bien. Su obra se nos muestra durante los títulos de crédito del inicio, en los que Edie es secuestrada, desnudada, torturada y asesinada. Así se presenta la amenaza a la que se enfrenta Margaret, acosada por la secta como Edwige Fenech en el mencionado clásico de Sergio Martino.

El film funciona gracias a esta mezcla de elementos: el gótico con el giallo con el erotismo de mazmorra. También sus toques políticos, con sus sectarios obsesionados en imponer su moral y su sentido de la justicia. La casa della paura es, definitivamente, un film para aquellos que consideren "sórdido" y "morboso" adjetivos positivos. Yo desde luego lo hago y disfruté tremendamente con el film. El tráiler no tiene nada que ver con cómo es la película.