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14 feb 2025

Isla de Sangre: Donde vive el terror

 


 

Creo que ninguno de los responsables de la creación de las películas que conforman la saga de Blood Island se habría imaginado nunca que, décadas después de ser estrenadas, aún se hablara de ellas y se siguieran viendo. Concebidas como una manera de hacerse un hueco en el circuito de cines independientes y autocines americanos, estas películas son una única mezcla de exotismo, sexo y gore. Coproducidas entre Estados Unidos y Las Filipinas, a pesar de contar con bajos presupuesto, el resultado final superaba muchas de las películas exploitation de presupuesto semejante que se producían en Estados Unidos.

Los productores Kane W. Lynn y Irwin Pizor estaban al frente de Hemisphere Pictures, una compañía que se especializaba en películas realizadas en Las Filipinas creada a principios de los 60 del siglo XX, ya que Lynn se había enamorado del lugar cuando pasó por allí cumpliendo el servicio militar. Estas películas, dirigidas por Gerardo "Gerry" de León y Eddie Romero, eran principalmente cintas bélicas de acción, que aprovechaban los escenarios naturales de la zona. Pero sus películas no acababan de funcionar en el mercado norteamericano. Sam Sherman, luego un conocido distribuidor, trabajaba entonces en el departamento de marketing de Hemisphere y aconsejó a Lynn y Pizor que se olvidaran de las películas bélicas, que el cine de terror era el género que tenía más fácil llamar la atención del público al que iban dirigidos y hacerse un hueco en la taquilla americana. Lynn recordó que habían producido una película unos años antes que habían vendido a la televisión. Siguiendo el consejo de Sherman, decidieron reestrenar la película en cines, cosechando un sorprendente éxito. Esta película era La isla del terror (Terror Is a Man, Gerardo de León, Eddie Romero, 1959).

William Fitzgerald (Richard Derr) es el único superviviente de un naufragio cuyo bote llega a la costa de una isla misteriosa, donde es rescatado por sus habitantes. Esta isla se ha convertido en la base de operaciones del doctor Charles Girard (Francis Lederer), donde lleva a cabo sus experimentos lejos de ojos curiosos. Junto al doctor Girard en la isla vive su esposa Frances (Greta Thyssen), que desea volver a la civilización y dejar atrás los experimentos de su marido. William siente curiosidad por los experimentos del doctor Girard, en particular cuando lo que parece un peligroso animal ha escapado y atacado a distintas personas. William también siente curiosidad por Frances, aunque de otro tipo. Pronto se descubre que lo que se ha escapado no es un simple animal, sino un mutante creado por el doctor Girard.

El argumento de Terror Is a Man es un obvio derivado del clásico de H. G. Wells La isla del doctor Moreau, que entonces solo se había adaptado una vez en la fantástica La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932). El presupuesto solo permitía una criatura y no toda una isla de monstruos, pero los temas habituales en las pelis de mad doctors están ahí. La película se centra al principio en construir una historia compleja alrededor de los personajes, algo más melodramática de lo que era habitual en las películas americanas. Este aspecto era en el que se centraba Eddie Romero, mientras que Gerry de León se centraba más en buscar la manera más interesante de filmar cada escena. La suma de los intereses de Romero y De León son los que hacen destacar estas películas, con un guion y una imagen muchos más cuidada y trabajada que el de otras películas de terror exploitation de la época. La película tiene un aspecto cercano al cine negro, jugando con las sombras para crear texturas y aprovechar al máximo el blanco y negro.

También sorprende la calidad de Terror Is a Man porque es algo que no te esperas en lo que era una típica película de autocine, que además empieza avisando que sonará una alarma para indicar cuándo han de cerrar los ojos los espectadores más impresionables en las escenas más fuertes. Que teniendo en cuenta que originalmente fue filmada en 1959, ya os podéis imaginar que no son demasiado fuertes para el público actual.

El film arranca con la imagen de un plano, señalando que la acción transcurre en la ficticia Isla de Sangre. Este será el elemento que unirá las películas que se producirán después del sorprendente éxito de Terror Is a Man.

 

 


 

Las novias del monstruo (Brides of Blood, Gerardo de León, Eddie Romero, 1968) fue la primera de las secuelas que se estrenó desarrollando el concepto de Blood Island. No es una secuela, exactamente, ya que no continua la historia de Terror Is a Man, pero se trata de otra historia de terror en la que la isla hará honor a su nombre.

El doctor Paul Henderson (Kent Taylor), acompañado de su esposa Carla (Beverly Powers acreditada como Beverly Hills), viaja a la Isla de Sangre para determinar si ha tenido algún efecto perjudicial en el lugar la radiación de las pruebas nucleares que se hicieron allí décadas antes. En el mismo barco viaja Jim Farrell (John Ashley), miembro del Cuerpo de Paz que viaja a la isla para enseñar a los indígenas a construir sistemas de irrigación, mejorar las cosechas y que la vida allí sea más productiva y algo más fácil. Al poco de llegar, Alma (Eva Darren) les informa con dolor que su pueblo ha retomado prácticas que se consideraban parte del pasado. El doctor Henderson, Carla y Jim descubren que estas prácticas consisten en escoger mediante sorteo que mujeres se ofrecerán como sacrificio a una monstruosa criatura que aparece por las noches. Por si eso fuera poco, la radiación ha provocado diversas mutaciones en la flora y la fauna. Y también aparece el misterioso Esteban Powers (Mario Montenegro), a quien los indígenas temen y que puede que sepa más de lo que parece a primera vista de lo que sucede en la isla.

De las cuatro películas que conforman la serie Blood Island, esta es la que más me gustó.  Posiblemente por su argumento de puro pulp que incluye sacrificios de vírgenes a monstruos, criaturas mutantes, árboles asesinos y un memorable villano monstruoso. Por supuesto, el protagonista se enamora de la hija del jefe del pueblo y, por supuesto, será entonces elegida para el sacrificio poniendo a prueba el valor de nuestro protagonista. Elementos clásicos y familiares en el mejor sentido de la palabra, ofreciendo 97 minutos de puro entretenimiento, aderezados con escenas de terror e impresionantes efectos gore teniendo en cuenta la época y el presupuesto.

Esta película se puso en marcha debido al sorprendente éxito de Terror Is a Man y esta también se convirtió en un éxito, cimentando el potencial de la franquicia. En esta entrega se incorpora un elemento importante en las siguientes películas: el actor John Ashley, que había aparecido en algunas producciones de la AIP, entre las que destacan las beach movies que protagonizaron Annette Funicello y Frankie Avalon. Ashley era una especie de Ricky Nelson de Hacendado que se enamoró de Las Filipinas (y al parecer también de las filipinas) y se convirtió en protagonista de las siguientes entregas.

 

 

 


 

En Mad Doctor of Blood Island (Gerardo de León, Eddie Romero, 1969) John Ashley es el doctor Bill Foster, que llega a la Isla de Sangre para ofrecer sus servicios como médico a los indígenas. En el mismo barco en el que llega el doctor Foster también viajan Carlos López (Ronaldo Valdez), que quiere reencontrarse con su familia y pasado en la isla, y Sheila Willard (Angelique Pettyjohn), quien busca encontrar a su padre (Tony Edmunds) quien lleva años viviendo en la isla perdido en una bruma de alcohol, y es el interés romántico del doctor Foster. Al llegar a su destino, se encuentran que la población vive aterrada por la presencia de unas misteriosas criaturas de sangre verde que atacan a los habitantes de la isla sin piedad. ¿Es posible que el misterioso doctor Lorca (Ronald Remy) y sus experimentos tengan algo que ver? Claro que sí, la cuestión es si nuestros protagonistas sobrevivirán a la locura del doctor Lorca o se sumarán a su lista de víctimas.

Esta película tiene uno de los inicios más memorables no solo de la franquicia sino del cine exploitation de terror de la historia, ideado por los responsables de marketing de Hemisphere Pictures. Como las criaturas que aparecen en la película tienen la sangre verde, se les ocurrió repartir en los cines que proyectaban Mad Doctor of Blood Island unos sobres con "sangre verde" (colorante verde con azúcar) para que fuera bebido por los espectadores y evitar que estos se contaminaran y acabaran convertidos en criaturas monstruosas de sangre verde. Pero antes de beberlo, los espectadores debían recitar el juramento de la sangre verde. Para ello se añadió un prólogo a la película en la que unos adolescentes (el público objetivo para el que estaba pensada la película) escuchaban una voz en off que les recitaba el juramento, gracias a un rótulo los espectadores podían hacerlo también. Al parecer, muchos lo hacían, como parte de la diversión del film, poniéndose de pie en la sala y bebiendo la sangre verde tras recitar:

"Yo, una criatura viva de la entidad cósmica, estoy preparado para entrar en el reino de aquellos escogidos para que se les permita beber los fluidos de la Esmeralda Mística aquí ofrecidos. Me uno a la Orden de la Sangre Verde con una mente abierta y por los poderes de este líquido estoy preparado para ver las antinaturales criaturas de sangre verde sin miedo a ser contaminado."

Una vez todo el mundo estaba listo para ver las criaturas antinaturales de sangre verde, empezaba la película propiamente dicha. Y de forma igualmente memorable, con una mujer desnuda corriendo por la selva perseguida por ya os podéis imaginar qué (al parecer la muchacha no había bebido los fluidos de la Esmeralda Mística).

Hay una escena bastante desagradable, en la que los habitantes de la isla sacrifican cerdos y cabras para aplacar a los monstruos que los atacan, que siendo Las Filipinas a finales de los 60 se ve que se sacrificaron de verdad un par de cabras y de cerdos. Dejando de lado este momento, la película es otro divertimento en el que se acumulan las escenas gore y el terror clásico monstruoso. En esta entrega también se eleva el cociente melodramático, con un despliegue de complejas relaciones e historia pasada que obliga al espectador a prestar más atención a lo que sucede entre los personajes que los experimentos del doctor Lorca. A la mínima te puedes despistar y ya no sabes quién era el romance de quién o quién fue infiel con quién. Lo cual no le resta diversión a la película, todo lo contrario.

El argumento tiene algunos puntos de conexión con Terror Is a Man, pero eso no impide a esta entrega brillar con su propia luz verdosa. Seguramente es la más gore de todas, con personajes que acaban con sus entrañas esparcidas a sus pies, y de las más delirantes.

 

 

 


 

Cada entrega de esta saga había sido más exitosa que la anterior. Bestia de sangre (Beast of Blood, Eddie Romero, 1970) siguió la misma tónica, siendo la más taquillera de toda la saga. Es la única que se podría calificar de secuela, ya que arranca momentos después del final de Mad Doctor of Blood Island. Se descubre que una de las criaturas no estaba tan muerta como se pensaba y acaba con los supervivientes de la anterior entrega en el sangriento inicio. El único que se salva es el doctor Bill Foster, el personaje que interpretó John Ashley (que es el único actor de Mad Doctor of Blood Island que regresó para la nueva entrega).

El doctor Foster regresa a la Isla de Sangre para saldar las cuentas con el doctor Lorca (Eddie Garcia). A pesar de que no le hace gracia al buen doctor, al viaje se apunta la periodista Myra J. Russell (Celeste Yarnall) que investiga lo sucedido en la isla. Al poco, será secuestrada por los esbirros del doctor Lorca, cuyos nuevos experimentos han logrado mantener a la cabeza del monstruo de la anterior entrega separada de su cuerpo, con el que experimenta con distintas cabezas de diversa procedencia.

Como ya he mencionado, esta fue la entrega más taquillera de la saga. Posiblemente debido al cambio de tono, ya que el film es una película de delirantes aventuras en la jungla con toques de terror más que una pura película de terror. El cambio le favorece, centrándose más en la acción y evitando que se hiciera repetitiva (en especial cuando las ves todas seguidas poniendo en peligro tu cordura). Pero los momentos que destacan para mí no son tanto las escenas de acción como las escenas en las que discuten el doctor Lorca y la cabeza del monstruo, que se llama, lo creáis o no, Dom Ramón.

Este es un divertido y entretenido cierre a esta peculiar saga. Una serie de películas de terror delirantes, cargadas de litros de sangre y desnudos gratuitos, que hará las delicias de los amantes a la serie B y al cine de culto más loco.

 

18 oct 2024

Rabia Salvaje (Primal Rage aka Rage - Furia primitiva)

 


 

Durante el siglo XXI, el género de los "rabiosos asesinos", al estilo Rabia (Rabid, David Cronenberg, 1977), y el de zombis se han mezclado hasta ser casi sinónimos, sobre todo a partir del éxito de 28 días después (28 Days Later, Danny Boyle, 2002). Pero, como otras tantas supuestas innovaciones modernas, era algo que ya se había hecho en el pasado, como en La invasión de los zombis atómicos [Incubo sulla città contaminata, Umberto Lenzi, 1980]). La obra maestra de culto Demons (Dèmoni, Lamberto Bava, 1985) es el perfecto ejemplo de esta mezcla de géneros, en la que se añade la posesión demoníaca. Inspirada por el éxito de Demons, se estrenó Rabia salvaje (Primal Rage aka Rage - Furia primitiva, Vittorio Rambaldi, 1988), otra curiosa mezcla de géneros que ha sobrevivido desde la oscuridad del VHS al lujo del 4K.

Frank Duffy (Mitch Watson) es un periodista universitario que trabaja en destapar los crueles experimentos sobre animales que lleva a cabo el doctor Ethridge (Bo Svenson). Frank intenta reclutar a su amigo Sam Nash (Patrick Lowe) para que le ayude a colarse en el laboratorio pero Sam opta por no involucrarse en actividades ilegales. Lo cual resulta ser un acierto por su parte, ya que el mono que libera Frank no es un animal cualquiera, sino el sujeto de un experimento por parte del doctor Ethridge que buscaba una cura para el Alzheimer pero lo que ha conseguido es que los sujetos se conviertan en rabiosos mutantes. Frank resulta infectado, alterando su personalidad y también su cuerpo. A medida que los infectados aumenten, Sam y el interés amoroso Lauren (Cheryl Autt) intentarán detener la infección y sobrevivir a los mutantes rabiosos que les persiguen.

Primal rage fue una coproducción italoamericana, rodada en Estados Unidos con actores americanos y dirigida por el italiano Carlo Rambaldi. El guion fue escrito por Umberto Lenzi y James Justice bajo el nombre Harry Kirkpatrick, como hicieron también en Pesadilla en la playa (Nightmare Beach aka Welcome to Spring Break aka Nightmare Beach: La spiaggia del terrore, Umberto Lenzi como Harry Kirkpatrick, 1988). Esta mezcla hace que la película pueda pasar por ser una producción americana pero, al mismo tiempo, tiene esos toques extraños y exóticos de las producciones italianas que querían pasar por americanas.

Como ya he mencionado, es posible que el éxito de Demons inspirara la producción de esta película, ya que el maquillaje de los infectados a medida que van mutando recuerda al de los endemoniados del clásico de Bava. Pero no es un demérito, los efectos especiales y de maquillaje son sobresalientes teniendo en cuenta el presupuesto. Lo cual no es extraño, pues corrieron a cargo del maestro Carlo Rambaldi, que se encargó de los efectos a pesar del bajo presupuesto ya que el director era su hijo, una suerte para la película en especial durante la masacre del clímax.

Pero los efectos no son lo único a destacar de esta película. Resulta muy entretenida y divertida gracias a la manera en que trata la historia. Los infectados van degenerando, mental y físicamente, pero su personalidad no desaparece del todo, añadiendo dosis de interesante drama. Por supuesto, los que eran despreciables antes de infectarse, luego son mucho peores. Las interpretaciones son competentes y efectivas, ayudando a que funcione la historia en los momentos importantes.

Primal Rage es una producción de serie B que consigue ser un perfecto ejemplo de lo mejor de la serie B. Un film entretenido con toques extravagantes, escenas gore y logrados momentos cómicos, regado todo con una infecciosa banda sonora ochentera a más no poder a cargo de Claudio Simonetti. Una delicia para los aficionados al género.


27 oct 2023

The Abomination

 

Cuando empecé a aficionarme al género de terror de niño, lo que más me llamaba la atención al principio era el gore. Una película repleta de litros de sangre y mutilaciones te daba la sensación de estar viendo algo tabú, prohibido, especialmente cuando tienes poco más de doce años. Luego llegó un momento en que me quedé saturado de tanta pierna suelta y cabeza rodando, cuando empecé a explorar más el género en todas sus vertientes y estilos (tal vez ahora me gustan tanto las películas de terror italianas de los 70 y 80 por la mezcla de lo psicológico, lo artístico y lo visceral). Pero aunque empecé a apreciar más el género en sus vertientes más psicológicas, artísticas y maduras, no acabé de perder el gusto por el gore. De vez en cuando, todavía hoy, me apetece ver algo que sea un festival de vísceras en pantalla. Y The Abomination (Bret McCormick, 1986) es exactamente eso, pero también algo más.

La aparición del mercado del vídeo en Estados Unidos se tradujo en una gran explosión de cineastas independientes que, si bien no podían competir con los estudios en los cines, tenían la oportunidad de triunfar en las hileras de los videoclubes, más democráticas que los cine dominados por los grandes de Hollywood. Bret McCormick y Matt Devlen fueron dos de estos soñadores con ganas de meterse en el mundo del cine, aunque fuera empezando por abajo. McCormick se inspiró en Herschell Gordon Lewis, Frank Henenlotter y Roger Corman como pioneros a la hora de hacer mucho con muy poco. Tras una mala experiencia con la primera película que hicieron juntos, Tabloid (editada en 1989 pero rodada cuatro años antes), una cinta antológica que se salió de tiempo de rodaje y presupuesto, McCormick y Devlen se propusieron reunir 20.000 dólares y rodar dos películas, cada una por 10.000 dólares y con sendos rodajes de diez días. De este modo se buscaba maximizar recursos y fondos. La primera que se tenía que haber rodado era Ozone: The Attack of the Redneck Mutants (Matt Devlen, 1986), que acabó siendo editaba en vídeo antes, pero Devlen no tenía a punto ni el guion ni la preproducción, así que la primera en rodarse fue la película de McCormick, The Abomination.

10.000 dólares de presupuesto. 10 días de rodaje. Un argumento de 20 páginas que servía de guía, creando los diálogos en el momento de rodar la escena. Media docena de personas como equipo, cuando uno no actuaba estaba haciendo sonido o efectos especiales. Hay que tener todo esto en cuenta para entender el encanto de la película, además de daros una pista para ver si es el tipo de película que os gustará o no. Comparada con otros títulos de la época, que tiraban más hacia el camp y la parodia, The Abomination tiene un tono más serio, aunque hay escenas claramente humorísticas, además de una historia bastante interesante. Muchas películas de la época (y la razón por la que me acabaron saturando) es que no tenían una historia que contar, sino una excusa que les permitiera crear las escenas gore, como una película porno hilvana las escenas de sexo. Pero a pesar de que no había un guion, sino un breve tratamiento, está claro que McCormick tenía muy claro que contar.

Todo empieza con Cody (Scott Davis), un joven cada vez más preocupado por la obsesión de su madre Sarah (Jude Johnson) con un telepredicador evangelista, el hermano Fogg (Rex Morton). A pesar de que se ha sometido a análisis médicos que han salido negativos, la madre de Cody está convencida de que tiene cáncer. Y una noche, extasiada viendo al hermano Fogg, expulsa lo que parece un tumor. Ese tumor se introduce dentro de Cody para reproducirse, así que Cody empieza entonces a expulsar más de estos tumores, a los que va alimentando con todas aquellas personas que se cruzan en su camino, de este modo la abominación va creciendo y creciendo...

Cocinando la historia, McCormick utilizó diversos ingredientes, mezclando Cronenberg y Corman, que acabaron de transformarse durante la posproducción. Fue entonces cuando McCormick le añadió diálogos narrativos en off, en los que Cody discute con un psiquiatra si lo que estamos viendo ha sucedido realmente o se trata de alucinaciones. Este añadido le da al film un aire onírico, una sensación de extrañeza que se agudiza con el inicio, que concentra todo la película en dos minutos, y la repetición de una escena con distinto audio. Estas peculiares decisiones narrativas tienen una explicación práctica: lograr que The Abomination llegara a los 90 minutos, ya que de otro modo no la aceptarían para ser distribuida. Pero esto no hace que la película sea menos peculiar y extraña, una personalidad propia que la hizo sobrevivir entre el océano de películas de micropresupuesto estrenadas en vídeo durante este efervescente periodo. Algo que la hizo memorable y que fuera recordada, llegando hasta nuestros días a pesar de que no fue editada en DVD o Blu-ray hasta hace poco, circulando en muy caras ediciones en VHS.

Ver hoy día esta película en un flamante Blu-ray es una experiencia, bueno, exactamente igual que hace casi 40 años. Fue rodada en Super 8, luego se pasó a vídeo. Como no se pensó en conservar los negativos, la calidad de imagen es la que tenía en VHS. La compañía que la edita, Visual Vengeance, que se especializa en películas rodadas directamente en vídeo, incluye un mensaje esperando que la calidad (o ausencia de) no sea impedimento para que se disfrute la película. Y no lo es, te ayuda a recrear de forma exacta como era ver este tipo de películas en la era del vídeo, además de que The Abomination es lo suficientemente bizarra y gore para que su calidad de cinta VHS juegue a su favor y no vaya en contra.

Una historia extraña, litros de sangre y gore pasado de vueltas. The Abomination está recomendada a los amantes del cine de terror de serie Z hecho con más ganas que medios.

7 mar 2023

Descenso al infierno (El sueño del demonio) (Dream Demon)


 

La definición "película de culto" se usa muy a la ligera hoy día, cuando es difícil encontrar películas que sean realmente de culto. Es decir, películas que se estrenaron y desparecieron completamente, desconocidas excepto para unos pocos fieles que las mantuvieron vivas. Este es el caso de Descenso al infierno (El sueño del demonio) (Dream Demon, Harley Cokeliss, 1988) que desapareció después de que las compañías que la produjeron entraron en bancarrota allá por los 90 del siglo XX. Pero su director Harley Cokeliss no se dio por vencido y estuvo tres décadas buscando el negativo y quién tenía los derechos para poder resucitar el film.

Diana (Jemma Redgrave) está muy emocionada por su próxima boda con el héroe de las Malvinas Oliver (Mark Greenstreet). Sin embargo, su felicidad pronto se agría cuando es acosada por una pareja de periodistas, Paul (Jimmy Nail) y Russell (Timothy Spall), que buscan descubrir morbosos detalles de la feliz pareja. Además, Diana empieza a experimentar unas vívidas pesadillas, que se hacen cada vez más reales. Sueños que empiezan cuando se traslada a vivir a la casa que será el futuro hogar de la pareja. Mientras, Jenny (Kathleen Wilhoite), una joven americana de visita en Inglaterra, se acerca a la casa donde vive Diana, ya que Jenny siente que tiene una fuerte conexión con esa casa, sin saber por qué. Es entonces que las dos se ven atrapadas en una onírica pesadilla creada por la casa.

Decir que Dream Demon es una película de casa encantada se ajusta al argumento pero, a la vez, no tiene nada que ver con lo que trata la película o su desarrollo argumental. Vamos, es una historia de casa encantada en el mismo sentido que se podría decir lo es la novela La casa de las hojas de Mark Z. Danielewski. El film se empezó a gestar como una imitación de Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984). Pero a medida que se fue desarrollando el guion, este se fue apartando cada vez más del clásico de Wes Craven para convertirse en algo completamente distinto. Una transformación que se completó una vez Cokeliss se unió al proyecto.

Es un film que, para simplificarlo, trata sobre represión y trauma. Dos mujeres que se unen para combatir sus demonios de la mente que la casa hace reales, atrapando a cada una en las pesadillas de la otra. Por si esto no fuera bastante, los dos periodistas de prensa amarilla también quedan atrapados en la casa, lo que hace que sus cuerpos empiecen a mutar y degradarse, haciendo que lo peor de sus naturalezas aflore aumentado.

La trama de Jenny trata sobre un trauma de infancia, algo bastante habitual en el género, si bien la interpretación de Katlheen Wilhoite le añade interés. Más interesante es la trama de Diana, que arranca como una sátira de la situación creada alrededor de la boda de Diana Spencer con el entonces príncipe Carlos de Gales (se casaron el 29 de julio de 1981) y cómo la prensa amarilla había tratado a Lady Di, de ahí el nombre del personaje. Esto se mezcla con la represión sexual, despertando miedos a medida que se acerca la noche de bodas. En una entrevista con la actriz Jemma Redgrave, incluida en la edición en Blu-ray de Arrow, esta da una interesante lectura que no se me había ocurrido. Redgrave señala que los miedos de Diana posiblemente se originen en que es lesbiana y, debido a la moralidad de la época, no había explorado su sexualidad. Una lectura que explica muchas cosas, además de que el trauma de Diana es la que aporta la imaginería onírica más interesante a la película.

Cuando la película se ve hoy día, teniendo en cuenta la vida y el destino que sufrió Lady Di, resulta premonitoria de forma inquietante. También resulta muy moderna por su tema central de amistad femenina. En todo caso, es un film de terror onírico muy interesante, hoy día se diría "terror elevado" -una etiqueta que odio, las películas me encantan-, que merece ser redescubierto como lo está siendo ahora.

11 ene 2023

Mad God

 
 
Phil Tippett es un renombrado creador de efectos visuales, que antes de pasarse al mundo digital fue un maestro de la stop-motion, colaborando con directores como George Lucas, Steven Spielberg y Paul Verhoeven. En 2021 se dio a conocer su primera película como director: Mad God (2021), que permite al espectador explorar un mundo oscuro y delirante cuidadosamente creado a mano.

Mad God no es un film tradicional con un argumento tradicional. Arranca con The Assassin, enviado por The Last Man (Alex Cox), sin un motivo o razón clara (no hay diálogos en el film), en un viaje por un mundo extraño, demente, infernal con un objetivo que nunca queda claro. En este mundo de eterna oscuridad, Tippett muestra su arte con la stop-motion, que aparece mezclada con otras técnicas como filmación en vivo, que utiliza para crear un itinerario para el espectador que lo llevará por los lugares más oscuros del inconsciente colectivo. La película refleja toda la maldad y locura de nuestra sociedad, introduciendo también elementos mitológicos y de la cultura pop, como el monolito de Kubrick.

Al iniciarse la película, pensé que se trataba de un explorador que transita por el infierno como si fuera un Dante moderno. Si bien luego me di cuenta de que no era el caso, no estaba muy lejos de la inspiración de Tippett, que surge de las pinturas de El Bosco en las que retrataba el infierno según su imaginación. Otras inspiraciones fueron las pinturas de Pieter Brughel el Viejo, la obra de Carl Jung, el animador Karel Zeman (pionero a la hora de mezclar distintas técnicas y humanos con animación), Ray Harryhausen y un millón de cosas más. No por nada la película ha tardado treinta años en estrenarse.

Tippett empezó a trabajar en el proyecto hacia finales de los 80 del siglo XX, pero tuvo que dejarlo de lado para trabajar en la animación de Robocop 2 (Irvin Kershner, 1990). Finalmente decidió aparcar el proyecto definitivamente con la revolución digital que trajo consigo Parque Jurásico (Jurassic Park, Steven Spielberg, 1993). Una década más tarde, mientras se encontraba archivando material de sus trabajos pasados, las secuencias realizadas de Mad Dog llamaron la atención de los animadores que trabajaban para Tippett en su estudio. Empezó así un proceso en el que durante años fueron trabajando en distintas secuencias, como manera de mantener en forma los músculos artísticos tras completar los efectos en grandes producciones de Hollywood. El empujón final para completar el film vino por parte de amigos (como Dennis Muren y el mencionado Alex Cox), y estudiantes de arte voluntarios, más financiación via Kickstarter.

El trabajo valió la pena. Mad Dog es un impresionante logro artístico de una gran riqueza visual. La edición en Blu-ray incluye dos audiocomentarios y cada vez que volvía a ver la película para escuchar los comentarios descubría algo nuevo entre sus imágenes llenas de horror y una bella fealdad mutante. Además de admirar el trabajo manual artístico que requirió la película, está tan llena de ideas originales y únicas que se pasa muy rápido, aunque resulta algo sobrecogedor la cantidad de impactos visuales que se lanzan al espectador.

Poética pesadilla, viaje alucinatorio, Mad Dog desafía cualquier intento de meterlo en una caja con una clara definición. Es un film único que proporciona una expericiencia sin igual a quién se deje atrapar por él.

23 dic 2022

El diablo metió la mano (Idle Hands)

 

Estoy seguro que no soy al único que le pasa, pero a veces, cuando se es aficionado al cine de culto, de género, trash, serie B y demás, te pasas gran parte del tiempo explorando (hace un tiempo por videoclubes, hoy por la web) buscando rarezas, buscando esa joya desconocida de la que nadie ha oído hablar. Una consecuencia de eso es que muchas veces las películas más populares que se estrenan en el cine se te pasan, pensando que ya tendrás tiempo de verla más adelante mientras te felicitas por haber encontrado a punto de desintegrarse una copia de una peli de terror italiana de los 80. Es lo que me pasó con El diablo metió la mano (Idle Hands, Rodman Flender, 1999), bastante popular en su día, aunque en Estados Unidos fue un fracaso de taquilla ya que se estrenó tras el tiroteo de Columbine y fue víctima de la histeria censora posterior. La película me fue mencionada muchas veces cuando se estrenó por compañeros de clase pero han tenido que pasar algo más de veinte años hasta que por fin la he visto.

Hay otras razones por las que no me interesó verla en su día. El argumento me parecía que simplemente alargaba a hora y media la batalla con la mano poseída que Bruce Campbell mantenía en Terroríficamente muertos (Evil Dead II, Sam Raimi, 1987) y dudaba que la pudiera superar. El protagonista Devon Sawa tampoco me decía nada, ya que solo lo conocía de haberlo visto en la portada de las revistas adolescentes que leían compañeras de clase, aún faltaba un tiempo para que se estrenara Destino final (Final Destination, James Wong, 2000) (sí que iba al cine a ver religiosamente cualquier cosa que atufara a slasher).

El argumento gira en torno al joven Anton (Sawa), un vago que hace poco más que existir, como diría el sabio Fry. Hasta que su monótona existencia es destruída cuando descubre que los recientes asesinatos que han tenido lugar en la ciudad son responsabilidad de su mano, al parecer poseída por una entidad diabólica. La mano también asesina a los amigos de Anton Mick (Seth Green) y Pnub (Elden Henson), aunque la muerte no impide que sus reanimados cadáveres intenten ayudar a su amigo. La única que parece saber cómo acabar con la mano asesina es Debi LeCure (Vivica A. Fox), una especie de Van Helsing que sigue el rastro de muerte y destrucción que deja la mano a su paso saltando de humano en humano.

Tras la marcha del director que fue contratado en primer lugar, el proyecto cayó en manos de Rodman Flender, que había trabajado bastante en televisión dirigiendo episodios, pero la única película que había dirigido era Leprechaun 2 (1994), una secuela algo sosa comparada con la original. Sin embargo, Flender resultó ideal para la película, enfatizando los elementos terroríficos, sin dejar de lado la comedia, e introduciendo un estilo visual cercano al terror italiano de Mario Bava y Dario Argento. Una decisión muy acertada ya que la década de los 90 del siglo XX no destaca por ser visualmente muy interesante, pero eso no significa que, obviamente, no esté llena de elementos muy propios de la época como la banda sonora y el vestuario, algo de esperar teniendo en cuenta que estaba dirigido a un público joven. De todos modos, hay elementos habituales entonces que no aparecen, como el racismo casual y la homofobia, lo que ha ayudado a que la película se haya conservado bastante bien.

En fin, más vale tarde que nunca. He de reconocer que, a pesar de mis dudas, Idle Hands me pareció una entretenida comedia de terror. Los personajes no son muy originales, pero son bastante divertidos y mantienen el interés de la historia. Entiendo que se haya convertido en una cinta de culto, manteniéndose popular a pesar de que, como he mencionado al principio, el film fue un fracaso de taquilla. Una nueva evidencia de que no se ha de juzgar una película por lo que hace en taquilla sino por cómo se mantiene viva con el paso del tiempo.

13 may 2022

Mutación asesina (The Borrower)

 

La década de los 90 del siglo XX no tiene muy buena reputación en lo que se refiere al cine de terror. Parece que el género estaba muerto durante gran parte de la década, pero, a pesar de su mala fama, todavía se estrenaban buenas películas y rarezas como Mutación asesina (The Borrower, John McNaughton, 1991).

Por sus terribles y monstruosos crímenes, a una criatura alienígena se le impone el peor castigo imaginable: ser desterrado a la Tierra. Se le muta el cuerpo para que adapte forma humana, pero la mutación no es totalmente efectiva: la cabeza explota al poco de llegar al planeta y el cuerpo vuelve a retomar su forma original hasta que se detiene el proceso insertando una nueva cabeza, que el extraterrestre arranca sin muchos miramientos del cuerpo más cercano. La inspectora Diana Pierce (Rae Dawn Chong) será la encargada de investigar los bizarros asesinatos del apodado "cazacabezas".

John McNaughton debutó a lo grande con Henry, retrato de un asesino en serie (Henry: Portrait of a Serial Killer, 1986). La película no ha perdido un ápice de fuerza desde que se estrenó, sigue siendo una de las mejores películas jamás rodadas sobre un asesino en serie. Recientemente la volví a ver debido a la nueva edición limitada que ha editado Arrow Video, y me sorprendió que también es una película bastante divertida. Como La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974), resulta tan brutal y oscura la primera vez que se ve, que el impacto hace que uno no se percate del humor presente en la cinta. Así que, en perspectiva, no resulta tan sorprendente el cambio de registro entre Henry y la siguiente película de John McNaughton, Mutación asesina. El segundo trabajo de McNaughton como director se orienta hacia la comedia, negra pero igualmente comedia, con una historia que mezcla libremente ciencia ficción y terror.

The Borrower es algo irregular desde un punto de vista narrativo. Posiblemente debido a que fue una producción muy complicada. Originalmente producida por Atlantic Releasing, los ejecutivos de esta compañía le complicaron mucho las cosas a McNaughton. La intrusión de estos ejecutivos llegaron al extremo de provocar que el primer director de fotografía, Julio Macat, fuera despedido y que el experto en efectos especiales de maquillaje Kevin Yagher abandonara el proyecto. El bajo presupuesto también hizo que se tuviera que repensar toda la película, con un final más simple que el original tiroteo en una nave espacial para la que no había dinero. Pero mientras se encontraban rodando, Atlantic se hundió, debido a la larga serie de fracasos que habían estrenado, y McNaughton pudo concluir el rodaje a su aire sin la intervención del estudio. La parte negativa es que The Borrower se quedó sin compañía que la distribuyera y se pasó un tiempo acumulando polvo. Finalmente, fue editada en video donde poco a poco se fue convirtiendo en una cinta de culto.

Fue en las estanterías de un Blockbuster, ya extinto, donde descubrí esta película. Poco recordaba de ella, pero al volver a ver Henry me entraron ganas de repasar otra vez Mutación asesina. En su día seguramente no me impresionara demasiado, ya que había otras películas de criminales extraterrestres perseguidos por policías más "normales" como Dark Angel: Ángel de la muerte (Dark Angel aka I Come in Peace, Craig R. Baxley, 1989) que eran más de mi gusto (que conste que me sigue gustando Dark Angel). Pero en la actualidad, los toques bizarros y el humor negro del film los aprecio mucho más. No es una película para todos los gustos ni perfecta, como ya he mencionado es algo irregular, pero sus virtudes pesan más que sus defectos, especialmente cuando mezcla géneros y tono. Hoy en día es bastante fácil de encontrar, barata en blu-ray si bien solo en zona A, por lo que os invito a juzgarla por vosotros mismos.

28 ene 2022

Saga Leprechaun


 

Nadie me lo ha pedido ni nadie pedía que se hiciera pero lo he hecho. Un recorrido completo por la saga Leprechaun, el duende asesino más icónico del cine de terror. Podéis leer el artículo en Underbrain Mgz clicando aquí:

https://underbrain.com/cine/saga-leprechaun-el-duende/

Espero que disfrutéis con esta fantástica mezcla de terror y comedia, con los típicos altibajos pero con títulos ciertamente notables.

15 oct 2021

Los colmillos del lobo (The Werewolf)

 

En la década de los 50 del siglo XX, los mitos clásicos del terror recibieron una actualización. Una actualización atómica, se podría decir. La fascinación y el miedo que provocaba la ciencia en la sociedad americana post-Segunda Guerra Mundial, tras la atómica devastación de Hiroshima y Nagasaki, contribuyó a que el cine de terror y ciencia-ficción se dedicara a alimentar esta ansiedad con múltiples y aterradoras posibilidades: monstruos gigantes, mutantes, peligrosos experimentos... Y no tardó en llegarle el turno al hombre lobo en la fantástica Los colmillos del lobo (The Werewolf, Fred F. Sears,1956).

Un hombre (Steve Rich) entra amnésico y desorientado en un tranquilo y típico pueblo americano de montaña. Pero cuando un desconocido intenta robarle el dinero que lleva, este hombre sufre una aterradora transformación: se ha convertido en un hombre lobo. Tras asesinar al ladrón, el hombre vuelve corriendo a las montañas. Este hombre ha sido víctima de un experimento pensando que iba a recibir ayuda tras sufrir un accidente de coche, ahora cada vez que se encuentra en una situación de estrés, miedo o furia se transforma en una criatura sedienta de sangre sin recordar luego nada de lo que ha hecho. Así acaba siendo perseguido por las montañas por el sheriff del pueblo Jack Haines (Don Megowan) que quiere proteger a los ciudadanos, la enfermera Amy Standish (Joyce Holden) y el doctor Jonas Gilcrist (Ken Christy), tio de Amy, que quieren salvarlo, su familia, que quiere que vuelva a casa, y los doctores Emery Forrest (S. John Launer) y Morgan Chambers (George Lynn), los científicos que quieren continuar con su investigación para crear un suero que les permita sobrevivir un holocausto nuclear sin sufrir mutaciones.

Mientras que las películas posteriores a El hombre lobo (The Wolf Man, George Waggner, 1941) seguían las reglas inventadas por el guionista Curt Siodmark, esta película destaca por ser la primera que rompe el molde y crea sus propias normas. Este hombre lobo no se ve afectado por la luna llena ni la plata le resulta mortal. Luego, películas como Yo fui un hombre lobo adolescente (I Was a Teenage Werewolf, Gene Fowler Jr., 1957) también eliminaron los elementos sobrenaturales, buscando otros orígenes para la criatura, pero The Werewolf fue toda una pionera. Dicho esto, sí que mantiene el aire trágico del licántropo siguiendo el modelo establecido por el pobre Larry Talbot. El hombre lobo que interpreta Steve Rich es una víctima inocente, que mata sin control cuando se transforma, que sufre al ser consciente de que no podrá volver con su familia.

El diseño del maquillaje es muy bueno, si bien las transformaciones son las habituales a base de fundidos, típicas de la época, sin darle giros interesantes como la transformación entre columnas de El lobo humano (Werewolf of London, Stuart Walker, 1935). Por otro lado, el desarrollo es el típico de las películas de la época, pero eso no quiere decir que no carezca de interés. Los 79 minutos de duración se pasan muy rápido, no pierde el tiempo en meterse en la acción y desarrollar la historia de la manera más rápida y eficiente posible.

The Werewolf es un gran ejemplo de lo mejor que podía ofrecer la llamada serie B de los 50. Un título con buenas interpretaciones y una historia que, vista hoy día, era diferente y original, aunque se alimentara de géneros ya establecidos. Una película que, a pesar del bajo presupuesto, no escatimó en calidad dramática y hoy puede considerarse un pequeño clásico.

26 ago 2021

Candyman (2021)


 

Se estrena Candyman (Nia DaCosta, 2021), nueva entrega en la que regresa el asesino creado por Clive Barker. Parte secuela directa, parte reboot, podéis leer ya mi crítica en:

https://underbrain.com/cine/candyman/

Como secuela funciona bastante bien, a pesar de los sermones, pero no es tan buena como la original de Bernard Rose. Entretenido film de terror pero nada revolucionario.

19 feb 2021

El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum)

 

De las diversas adaptaciones que se han hecho del relato clásico de Edgar Allan Poe El pozo y el péndulo, El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, Stuart Gordon, 1990) posiblemente sea una de las más perturbadoras e interesantes.

Esta adaptación dirigida por Stuart Gordon es, hasta la fecha, la única adaptación cinematográfica de la historia ambientada en el mismo periodo histórico y la misma localización que la del relato de Poe. Pero sigue la misma estrategia de adaptación que todo el resto. Es decir, debido a la breve y personal naturaleza del cuento original, este se utiliza solamente en la parte final, construyendo toda una historia creada por los cineastas alrededor de ese final. La trama nos traslada asi a la España de finales del siglo XV. En Toledo, el gran inquisidor Torquemada (Lance Henriksen) domina a la población mediante el miedo y el fanatismo religioso. Cualquier simple acusación da pie a que Torquemada y sus seguidores torturen hasta arrancar inventadas confesiones que, inevitablemente, llevan a morir en la hoguera. En un intento de detener la condena de un niño, María (Rona De Ricci) y su marido Antonio (Jonathan Fuller) son detenidos. Pero Torquemada descubre algo distinto en María al del resto de prisioneros: se está enamorando de ella. María y Antonio harán lo posible de escapar de las garras de la Inquisición, mientras Torquemada se enfrenta a nuevas emociones que expresa de la manera más perversa y demente posible.

Uno de los elementos que más destaca de la película es el reparto con el que contó. Podemos disfrutar de la presencia de, entre otros, Jeffrey Combs, Tom Towles, Frances Bay y Oliver Reed en un pequeño pero memorable papel. Sin embargo, el que más destaca es Lance Henriksen como Torquemada, reflejando la conflictiva personalidad del personaje. Uno de los detalles que lo hacen particularmente inquietante es que, al contrario que sus lacayos, Torquemada es un fanático creyente y realmente cree que la tortura y el asesinato son la mejor manera de luchar contra el mal. Sobre esta base se construye una película que no tiene ningún rigor histórico, ni falta que le hace, ya que está más interesada en crear una reflexión sobre el fanatismo religioso y sus extremos más perversos. Además, en el guion se tejen también elementos de El barril de amontillado y La caída de la Casa Usher, lo que hace que esta sea también una película muy poeniana, a lo que se suma el humor negro habitual en las películas de Stuart Gordon.

El péndulo de la muerte no es de los títulos más populares en la filmografía de Gordon, pero sí es uno de los más interesantes. Sobre todo si tenemos en cuenta que fue producido por la Full Moon de Charles Band, que no estrenaba títulos de este calibre. Un perverso film de terror que también sirve como reflejo del presente, a pesar de estar ambientado en 1492.

28 dic 2020

Bolsa de cadáveres (Body Bags)


"Ey, es Wes Craven", pensé al volver a ver Bolsa de cadáveres (Body Bags, John Carpenter, Tobe Hooper, 1993). Hacía mucho que no la veía y había olvidado la cantidad de cameos que hay en esta película. Esta es otra de esas películas que pensaba que había comentado cuando compré la edición en Blu-ray de Shout, pero resulta que no. Así que aquí está.

Como muchos ya sabéis, Body Bags fue concebida como un piloto para una serie que, obviamente, no se hizo. Juzgando por la película, que reúne tres historias, dos dirigidas por John Carpenter y una por Tobe Hooper, habría tenido un estilo parecido al de Historias de la cripta (Tales from the Crypt, c. Steven Dodd, 1989-1996). El propio John Carpenter habría interpretado al presentador de las historias, con comentarios cargados de humor negro, pero las historias no siguen el modelo E. C. sino que son historias de terror sin giros irónicos. Al cancelarse la serie, la película/piloto se comercializó en formato doméstico tras su pase en la cadena Showtime.

Las historias son correctas pero nada del otro mundo. En la primera, Anne (Alex Datcher) trabaja durante el turno de noche de una gasolinera y es acosada por un asesino. En la segunda, Richard Coberts (Stacy Keach) está desesperado por la pérdida de cabello, así que decide probar un nuevo método experimental con funestas consecuencias. En la tercera, Brent Matthews (Mark Hamill) pierde un ojo en un accidente de coche y recibe otro ojo en un trasplante experimental; obviamente el trasplante tendrá consecuencias inesperadas. Queda claro que las historias no son particularmente originales o novedosas, pero el tono, la dirección y el reparto (cargado de cameos, como ya he dicho) contribuyen a que Body Bags resulte bastante entretenida y divertida.

Lo interesante de este proyecto es su posición en la filmografía de John Carpenter. Justo tras el difícil rodaje de Memorias de un hombre invisible (Memoirs of an Invisible Man, 1992), una película que no funcionó en taquilla protagonizada por Chevy Chase, un actor que funciona principamente dentro de Estados Unidos. Aunque Carpenter es uno de los pocos directores que el temperamental y difícil Chase no ha puesto a parir luego, la complejidad de los efectos hizo que fuera un rodaje complicado que luego no se vio recompensado con una buena taquilla. Parece claro que Carpenter necesitaba algo más ligero y sencillo como siguiente proyecto. Y eso exactamente es lo que fue Body Bags, algo que le permitió cargar las pilas para enfrentarse a la que sería su última obra maestra: la brillante En la boca del miedo (In the Mouth of Madness, 1995). En este sentido, es una suerte que la serie no fuera producida, así Carpenter estaba libre para seguir dirigiendo películas.

Body Bags es un simple divertimento, una película que hará sonreír a los fans del género pero que no revoluciona la antología cinematográfica de relatos de terror.

24 nov 2020

La lengua asesina

 

Cuando era adolescente y todavía existían videoclubes, tenía la costumbre de dar vueltas por el barrio buscando rarezas y pelis de terror que todavía no hubiese visto, especialmente películas con un toque lovecraftiano. En una de estas búsquedas, en una tienda que vendía también discos de segunda mano además de alquilar películas, le pregunté al dependiente si tenía "pelis con monstruos con tentáculos", porque imaginaba que si decía "pelis con un toque lovecraftiano" no sabría de lo que estaba hablando. El dependiente me dijo "si te gustan las pelis con tentáculos, esta te gustará" y me señaló La lengua asesina (Alberto Sciamma, 1996). No era exactamente lo que me esperaba, pero me pareció... interesante.

Candy (Melinda Clark) está esperando que su novio Johnny (Jason Durr) salga de la cárcel cuando, accidentalmente, un pedazo de un meteorito acaba en su boca. El meteorita la transforma, provocando que su lengua se transforme en una criatura asesina con conciencia propia. Además, el metereorito transforma sus perros en cuatro personajes estereotípicos gays. Candy inicia una lucha contra su lengua mientras la trama se va complicando con diversos personajes, como el sádico jefe carcelero (Robert Englund) que busca hacerle la vida imposible a Johnny.

La lengua asesina apareció en un momento interesante del cine español. Durante la década de los 80 del siglo XX, se produjo una desconexión entre el cine español y el público español. El origen se encuentra en el deseo de hacer cine serio y de calidad, alejado del cine de la década anterior. Desde el Ministerio de Cultura se marcaba el tipo de cine que se tenía que hacer, buscando el prestigio y la satisfacción intelectual. Esto se tradujo, generalizando mucho, en que la mayoría de las producciones eran o comedias sobre la vida de los progres en Madrid o dramas con la Guerra Civil de fondo. Todavía se hacía alguna película notable, pero la desconexión que he mencionado era evidente. Esta tendencia empezó a cambiar con la llegada de los 90 y el estreno de grandes éxitos como Belle Êpoque (Fernando Trueba, 1992) y Acción mutante (Álex de la Iglesia, 1993). El estreno de Acción mutante fue particularmente significativo, ya que se trataba de una violenta comedia de ciencia ficción nada habitual en el cine que se hacía en aquella época en España. El éxito del debut de De la Iglesia hizo que el cine de género volviera a estar permitido y abrió las puertas a producir películas del mismo estilo y una renovación del cine español que se bautizó, sin mucha imaginación, Nuevo Cine Español.

Es en este ambiente que aparece La lengua asesina, una película que mezcla comedia con ciencia ficción y body horror, muy extravagante y pasada de vueltas, que hubiera sido impensable unos pocos años antes. El film hace gala de una estética muy, muy noventera, con diversos guiños a la estética americana de los años 50, que ayuda a crear el mundo de tebeo en el que la delirante historia transcurre. Algunos elementos del film no han envejecido bien, como los mencionados estereotipos gays o la banda sonora de Fangoria (que admito es un grupo que nunca me gustó), además de que en algunos tramos parece que no sabe cómo seguir la historia. Pero, en su mayor parte, es un film que sigue siendo bastante divertido, con una trama que hace diversos homenajes a clásicos del fantaterror como la genial Brain Damage (Frank Henenlotter, 1988).

La película fue una coproducción británico-española. Eso se tradujo en un excelente reparto en el que nos encontramos a dos leyendas del terror como son Robert Englund y Doug Bradley, así como a un jovencísimo Jonathan Rhys Meyers como uno de los caniches transformado en humano. Por supuesto, el film está dominado por la fantástica Melinda Clarke, que no se puede decir que no haya tenido una carrera entretenida. Por tanto, la película se rodó en inglés y, por alguna razón que desconozco, las producciones o coproducciones españolas rodadas en inglés suelen tener un doblaje terrible. Pero, al tratarse de un guion traducido al inglés concebido en castellano, los diálogos tienen más gracia en castellano. O la tendrían si no fuera por el terrible doblaje. Personalmente, siempre opto por la versión original, por las interpretaciones de los actores principales.

Aquellos que no conozcan la película se encontrarán con un producto muy de su época, con un estilo exagerado de tebeo que puede hacer que la odiéis o, si tenéis la sensibilidad adecuada para este tipo de bizarradas, la disfrutéis con ganas.

20 nov 2020

Piercing

 

Es posible que si menciono el nombre de Ryû Murakami muchos os quedéis igual. Pero si os digo que es el autor de la novela en que se basó el perturbador clásico de Takashi Miike Audition (Audición) (Ôdishon, 1999), la cosa cambia. O eso espero, si no habéis visto Audition no perdáis un segundo en remediarlo. En cualquier caso, Piercing (Nicolas Pesce, 2018) es otra adaptación de una novela de Murakami, con distinto resultado.

Reed (Christopher Abbott) es un hombre que lo tiene todo: un buen trabajo, una esposa, Mona (Laia Costa), que lo quiere y un precioso hijo recién nacido. También tiene un montón de impulsos homicidas, por eso se queda observando a su hijo picahielos en mano. Reed decide llevar a cabo sus fantasías homicidas a lo grande: en una habitación de hotel planea torturar y matar a una prostituta de la manera más sangrienta y brutal que surja de su enfermiza mente. Llega el día y llega la prostituta, Jackie (Mia Wasikowska), a la habitación de Reed. Pero las cosas no irán según el plan y a Reed y Jackie les espera por delante una larga noche.

Piercing es una película que resulta algo frustrante. En una mano tiene un montón de elementos y momentos que me gustaron mucho. En la otra, el director Nicolas Pesce nunca acaba de explotar al máximo el argumento ni los elementos que maneja.

Empezando por lo bueno, desde el punto de vista visual y de diseño es un film con un gran acabado. Los escenarios tienen un toque retro que hace que sea difícil de determinar en qué año transcurre la acción. El bajo presupuesto y la naturaleza confinada de la historia obligaron a rodar en estudios y decorados, pero en lugar de intentar infructuosamente crear una ciudad real con tan limitados medios, se decide por una completa estilización, con una ciudad creada a partir de maquetas y modelos. Una especie de Japón de fantasía por el que la cámara se desliza para sumergir al espectador en el mundo de Piercing. El diseño y estilo visual se ve apuntalado por una banda sonora construida a partir de canciones, en la que destaca la utilización de temas sacados de bandas sonoras clásicas del giallo, como el tema principal de Rojo oscuro (Profondo rosso, Dario Argento, 1975) de Goblin y temas compuestos por Bruno Nicolai para La dama roja mata siete veces (La dama rossa uccide sette volte, Emilio P. Miraglia, 1972). Por supuesto, el diseño y la banda sonora del film me encantaron. Las interpretaciones de Christopher Abbott y Mia Wasikowska son muy buenas, en particular la manera en que Abbott interpreta la locura en la que vive su personaje. El film contiene algunas escenas chocantes muy efectivas y otros momentos de humor negro también muy bien ejecutados.

Y ahora lo malo. La película tiene una estructura muy semejante a la de Audition, el tramo final es prácticamente igual. Por supuesto, las semejanzas es posible que surjan debido a que ambas se basan en novelas del mismo autor, pero teniendo en cuenta la influencia que ha tenido la película de Takashi Miike es obvio que ha tenido un fuerte impacto en la película de Nicolas Pesce, lo que provoca que Piercing resulte algo predecible y no tan impactante como cree ser. Pero el principal problema de esta película es que Pesce no acaba de crear la tensión que la historia le exije, casi como si esperara que la tensión ya la proporcionara la retorcida historia por ella misma.

En definitiva, Piercing cuenta con una interesante y morbosa historia, unas buenas interpretaciones, un fantástico diseño de producción y una gran banda sonora, pero también cuenta con un director que no crea tensión ni suspense. A pesar de todo creo que vale la pena por lo menos verla una vez, solamente por los elementos que sí funcionan.

23 abr 2020

Seeding of a Ghost (Zhong gui)

 
Seeding of a Ghost (Zhong gui, Kuen Yueng, 1983) fue una producción de Shaw Brothers dentro del cine de terror, un género que el estudio no tocó demasiado, más especializados en el cine de acción. El film nos presenta una delirante venganza sobrenatural difícil de olvidar.

Chou Tang (Phillip Ko) recurre a la magia negra para vengar la muerte de su esposa Irene (Maria Jo), asesinada y violada por un par de criminales. Además, Tang y el espíritu de Irene aprovechan para vengarse también sobre Anthony Fang (Norman Chu), el amante de Irene. Resumida así, la trama parece bastante sencilla y directa, pero esta película demanda del espectador algo muy importante: paciencia.

Paciencia porque la trama tarda lo suyo en arrancar, la primera mitad se dedica a desarrollar el romance entre Irene y Fang a espaldas de Tang, rodado como si fuera un videoclip de karaoke, si los videoclips de karaoke incluyeran desnudos. Y desnudos hay bastantes, así como escenas sangrientas y un par de peleas para darle sabor al conjunto, más otras cosas difíciles de creer. En otras palabras, la paciencia del espectador se ve recompensada cuando la venganza sobrenatural se pone en marcha.

La intención de los cineastas, obviamente, era crear un film de terror que dejara al espectador clavado en la butaca. Y el film te clava en la butaca, pero no porque la película provoque miedo o siquiera suspense en el espectador, más bien todo lo contrario. La manera exagerada y teatral en que están rodadas las escenas "de terror", eso sí, son tan delirantes que resultan tremendamente entretenidas, especialmente la parte final, unos psicotrónicos y demenciales diez minutos por los que vale la pena ver Seeding of a Ghost.

De este modo, el aburrido inicio conduce a un pozo de locura sin fondo que puede provoque algún aplauso y muchas bocas abiertas. No cabe duda que aquellos que vean Seeding of a Ghost no podrán borrar de su cerebro su final, ni aunque quieran.


21 ene 2020

La maldición de la mosca (Curse of the Fly)


Hace poco me sumergí en la franquicia de La mosca a través de la colección en Blu-ray editada por Shout! Factory. Y lo hice con mucha curiosidad por La maldición de la mosca (Curse of the Fly, Don Sharp, 1965), porque era la única de toda la colección que no había visto. Cuando la vi, descubrí con placer que era muchísimo mejor de lo que me esperaba.

El film arranca con una mujer en ropa interior saltando a través de una ventana, huyendo a través de un campo de un hospital psiquiátrico. La escena está rodada a cámara lenta, dándole un aire onírico a la huida de la protagonista Patricia Stanley (Carole Gray) del manicomio. Patricia es socorrida por Martin Delambre (George Baker), descendiente del doctor Andre Delambre, que interpretado por Al Hedison acabó con una cabeza de mosca en La mosca (The Fly, Kurt Neumann, 1958). Patricia y Martin hacen lo típico que dos personas cargadas de secretos que se acaban de conocer hacen: casarse. Así, Patricia entra en la familia Delambre y en su mansión, en la que suceden no pocas cosas extrañas. Patricia no sabe que Martin, junto a su hermano Albert (Michael Graham), sigue con los experimentos con teletransportadores bajo la insistencia de su padre Henri Delambre (Brian Donlevy). Cuando Patricia lo descubra, se desatará el terror.

El film obtuvo una mala reputación desde el momento de su estreno ya que no aparecía ningún hombre mosca y tampoco aparecía Vincent Price, que interpretó el papel de François Delambre en La mosca y El regreso de la mosca (Return of the Fly, Edward Berns, 1959). Price se encontraba entonces bajo un estricto contrato de la AIP que le impedía aparecer en títulos de terror de otros estudios. Aunque es posible que, debido al bajo presupuesto, de todos modos no se hubieron podido permitir los servicios de Price. Sin embargo, Brian Donlevy hace un buen papel como obseso científico "que se atreve a jugar a ser Dios", como tanto gusta decir a los americanos.

Más notoria debería ser la ausencia de hombre mosca, pero los mutantes creados por la familia Delambre llenan cualquier vacío, en especial cuando se acerca el clímax. Además, la película en su mayor parte sigue una trama a lo Luz que agoniza (Gaslight, George Cukor, 1944): para ocultar sus experimentos, los Delambre hacen creer a Patricia que se está volviendo loca, lo cual en su frágil estado mental no es muy difícil.

Es esta mezcla de ciencia ficción y terror gótico la que hizo que el film me resultara tremendamente entretenido, mucho mejor que El regreso de la mosca. De este modo también se puede ver con simpatía sus carencias en el terreno de los efectos especiales y el maquillaje. Otro detalle que hoy día chirría un poco es que usaron a una actriz caucásica para interpretar a una criada asiática, algo que entonces no tenía importancia pero hoy, por fortuna, sería imposible a no ser que seas Scarlett Johansson.

Es un film que recomendaría a los amantes del cine de serie B de los 60 y del cine de monstruos clásico. A pesar de ser una entrega de La mosca sin mosca, ofrece mucho más de lo que uno se espera en este tipo de películas.


2 may 2019

Uzumaki


En plena fiebre J-Horror, cuando se llenaron las pantallas de sobrias películas de terror japonesas llenas de fantasmas femeninos de pelo largo, nos llegó del país nipón Uzumaki (Higuchinsky, 2000), una extraña y bizarra película de terror que adaptaba un manga de Junji Ito.

Kirie Goshima (Eriko Hatsune) vive feliz en un pequeño pueblo japonés. Su tranquila existencia se tuerce cuando su amigo de la infancia Shuichi Saito (Fhi Fan) le señala la extraña influencia que las espirales están teniendo en su familia. Pronto, Kirie es testigo de como su pueblo se está transformando debido a las omnipresentes espirales, que están llevando a la locura a los habitantes del pueblo, incluso provocando en algunos de ellos transformaciones corporales.

Los aficionados al manga no necesitan que les introduzca a Junji Ito. Los que no lo sean, baste decirles que Junji Ito es uno de los principales autores de manga de terror, creador de auténticos clásicos. Uzumaki fue la primera obra que leí de este autor y, al saber que existía una adaptación cinematográfica, me puse a buscarla como un loco. Por fortuna, como ya he dicho, la película se estrenó en el apogeo de la moda J-Horror, cuando era más fácil encontrar este tipo de películas. Aunque, como suele ocurrir con las adaptaciones de manga, la película se rodó antes de que se hubiese terminado de publicar la obra de Ito, así que siguen distintos caminos a pesar de contar la misma historia.

Y menuda historia. Un argumento que contado parece ridículo, pero en su ejecución resulta absorbente y terriblemente inquietante. Un pueblo que se ve arrollado por una ola de muerte y locura por culpa de las espirales. Debido a la peculiar naturaleza de su argumento, Higuchinsky crea una atmósfera lynchiana, en la que escenas de humor son seguidas de escenas de terror hiperestilizadas.

Higuchinsky comentaba en una entrevista que creía que el cine debía ser un medio en el que primara la narración visual, lo que también ayuda a entender la estilización de la película. Y también se ha de considerar que este estilo de narrar ayuda a que la historia tenga más sentido en el universo en que tiene lugar.

Por si no ha quedado claro hasta ahora, Uzumaki no es una película para todo el mundo. Es extraña y bizarra y surrealista. Su humor es peculiar, por decirlo de alguna manera, igual que sus escenas de terror no son las que uno se esperaría en una película de terror japonesa más "normal". Pero si el espectador se deja llevar por la película, Uzumaki puede proporcionarle una experiencia inolvidable.


21 nov 2018

Horrors of Malformed Men (Kyôfu kikei ningen: Edogawa Rampo zenshû)

 
Grotesca, extraña, alucinante... Horrors of Malformed Men (Kyôfu kikei ningen: Edogawa Ranpo zenshû, Teruo Ishii, 1969) es una película de culto japonesa que ofrece una experiencia inolvidable al espectador.

Hirosuke Hitomi (Teruo Yoshida) es un estudiante de medicina que despierta encerrado en un manicomio. Sin tener idea de cómo ha llegado allí ni por qué, no tarda en escapar con la intención de averiguar quién es y cómo ha llegado a encontrarse en esa situación. A partir de aquí se suceden una serie de peripecias que llevarán a Hitomi a una isla en la que un científico loco (Tatsumi Hijikata) se dedica a experimentar con seres humanos.

El director Teruo Ishii, cineasta de culto japonés popular por sus películas con torturas eróticas, se inspira en la obra del escritor Edogawa Rampo o Ranpo, como sería la traducción más correcta, para crear un film delirante en el que el absurdo existencial domina la narración. Ranpo fue un escritor muy influenciado por Edgar Allan Poe y H. G. Wells, una influencia evidente en los distintos relatos que fueron la base para la película pero que, a través del filtro japonés, resultan completamente distintos de obras occidentales con las mismas influencias. Este autor es famoso sobretodo por crear al detective Kogorô Akechi, que ya había conocido distintas adaptaciones al cine. Es tal vez por tratarse de un personaje muy popular en Japón que su aparición por sorpresa en Horrors of Malformed Men no resultara extraña para el público japonés, pero puede resultar descorcentante para el espectador occidental.

"Extraño" y "desconcertante" son adjetivos que, sin lugar a dudas, encajan perfectamente con el film de Teruo Ishii. Desde el principio, con la escena en el manicomio, se hace obvio que nos encontramos ante un film en el que el realismo es algo exótico y lejano. Para cuando se produce el delirante clímax, el espectador ya no puede más que aceptar las demenciales imágenes que se despliegan ante sus ojos. Porque esta es una de esas películas que hace que uno se pregunte "¿realmente estoy viendo esto?"

El film tuvo una corta vida comercial, retirado de las pantallas al poco de estrenarse y prohibido en Japón, al ser consideradas palabras de su título demasiado ofensivas, no por el contenido. Esto provocó que el film cayera en la oscuridad, hasta que en 2007 fuera editada en DVD en Estados Unidos. A partir de aquí fue siendo más conocido y reivindicado, proceso culminado con una reciente edición en Blu-ray editada por Arrow, gracias a la cual conocí esta peculiar película de la que no había oído hablar y por eso os lo presento a vosotros. Un título que recomiendo a los aficionados al cine extraño.


9 jun 2017

Despedazator (Slime City)

 
Despedazator (Slime City, Greg Lamberson, 1988) es una cult movie que entró en mi radar por su conexión con dos películas, para mí, clásicas: Violencia en Manhattan (Street Trash, J. Michael Muro, 1987) y la genial Brain Damage (Frank Henenlotter, 1988). Las tres se rodaron más o menos durante la misma época, en las mismas zonas poco recomendables de Nueva York y compartiendo miembros del equipo de rodaje. Además, las tres comparten la misma filosofía cinematográfica que se apartaba de los temas y del estilo de películas de género más "normales". Por entonces desconocía que el film de Greg Lamberson tenía un título tan memorable en castellano. Un título que uno tiene la sensación de que no se puede simplemente pronunciar, se ha de gritar: ¡DESPEDAZATOR!

Alex (Robert C. Sabin) se felicita por encontrar un apartamento a buen precio que no parece un cuchitril ni está infestado de cucarachas. Además, tiene unos vecinos bastante "interesantes". Uno de ellos, Roman (Dennis Embry), le invita a cenar. Tras comer un extraño yogur, Alex despierta a la mañana siguiente convertido en una especie de mutante. Desesperado, descubre que tras matar a alguien, su aspecto vuelve a la normalidad. Por lo menos hasta que coma de nuevo el extraño yogur, tremendamente adictivo.

De las tres películas mencionadas al principio, esta es la más típica de serie B. El argumento, cuando se desarrolla en la película, es bastante parecido al de la novela de H. P. Lovecraft El caso de Charles Dexter Ward, aunque introduciendo algunos cambios cosecha del director/guionista. Las interpretaciones son correctas, teniendo en cuenta el tipo de film del que estamos hablando, pero las auténticas estrellas son los efectos de maquillaje y gore que protagonizan los momentos álgidos del film.

Son estos efectos los que han hecho que Slime City se convierta en un film de culto, ya que la dirección es bastante plana y la historia resulta muy familiar. A pesar de todo, es una película bastante entretenida y divertida, que se pasa rápido ya que solo dura 80 minutos.



22 años después del estreno de Despedazator, Greg Lamberson escribió y dirigió la secuela Slime City Massacre (2010). Una secuela que es también una precuela.

El film arranca en 1959, en el que la joven Nicole (Brooke Lewis) conoce a Zachary (Robert C. Sabin), que la introduce en su grupo. En el presente, una bomba nuclear ha estallado en la ciudad y de ahí saltamos al futuro, en el que la parte destruida de la ciudad (la Slime City del título original) es habitada por vagabundos y fugitivos de la ley. Allí llegan Alexa (Jennifer Bihl) y Cory (Kealan Patrick Burke) en busca de refugio, pero lo que encontrarán es cierto extraño yogur acompañado de cierto extraño vino.

Hay que reconocer el esfuerzo de Lamberson por ofrecer algo que no fuera simplemente una repetición de su film de culto. Las partes ambientadas en el pasado, que aparecen en blanco y negro, nos relatan cómo se creó la situación que enlaza con Slime City (contar con el mismo actor que interpretó a Alex para hacer de Zachary es todo un acierto en este sentido), sirven como precuela, pero también dan contexto a aquellos que se acerquen a Slime City Massacre sin haber visto la primera entrega. Las partes ambientadas en el futuro le dan un divertido toque posapocalíptico, que también encaja con un tono en el que está más presente la comedia. Este cambio, además de añadirle toques bastante divertidos, hace también que haya más acción (y hablando de toques divertidos, en algunas escenas podréis ver escrito en una madera el título castellano del primer film).

Aunque tiene mucho mérito la manera en que el director enfocó la secuela, es una lástima que no todo siga la misma dirección. Si bien el film está lleno de escenas gore y efectos grumosos, el añadido de efectos digitales bastante cutres le quita algo de efectividad al conjunto. De todos modos, si os gustó la primera, esta segunda entrega puede que también os divierta.