Mostrando entradas con la etiqueta Aldo Lado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Aldo Lado. Mostrar todas las entradas

23 may 2025

Una cuestión de clase: Violación en el último tren de la noche

 


 

He llegado a la conclusión que Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975) es a La última casa a la izquierda (Last House on the Left, Wes Craven, 1972) lo que La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più, Sergio Leone, 1965) es a Yojimbo (Yôjinbô, Akira Kurosawa, 1961). Puede que una empezara como una copia de la otra, pero mediante el talento de sus respectivos cineastas se convirtieron en clásicos por méritos propios. Incluso me atrevería a afirmar que, y vayan preparando la hoguera los puristas para quemarme, el film de Aldo Lado es superior al de Wes Craven en varios aspectos. Esto es algo que no pensaba cuando comenté por primera vez esta película, pero al verla otra vez, en una reciente edición en 4K, mi opinión sobre ella ha cambiado completamente. Por eso este nuevo artículo.

El clásico de Craven se estrenó en Italia en 1973, país en el que, como en la mayoría de lugares en que se estrenó, fue un gran éxito, si bien cargado de polémica. Y, siguiendo la tradición, su éxito inspiró a diversos productores a poner en marcha películas que imitaran la de Craven para intentar atraer a los espectadores con su mezcla de sexo y violencia. Por su parte, Aldo Lado acaba de cosechar bastante éxito con una serie de películas dramáticas y cómicas, alejadas de los dos clásicos gialli con que empezó su carrera como director, La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro, 1971) y ¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire?, 1972). Cansado de que le ofrecieran hacer solo películas parecidas a las que ya había hecho, Lado y el director Pupi Avati llevaban un tiempo trabajando en una adaptación de la infame obra del Marqués de Sade Los 120 días de Sodoma. El proyecto no se realizó y más tarde sería Pier Paolo Pasolini quién adaptara la obra de Sade en el polémico clásico Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975). Lado había trabajado en una adaptación que convirtiese Los 120 días de Sodoma en una alegoría política, de modo que cuando le propusieron hacer Violación en el último tren de la noche, es lógico que le atrajese el proyecto para explorar los temas que no pudo tratar en la abortada adaptación de Sade. Lado no había visto la película de Craven, pero seguramente sí que había visto El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Bergman, 1960), de modo que seguramente reconoció la estructura de la historia. Su adaptación, sin embargo, añade interesantes variaciones y personajes que hacen de ella una película compleja, cínica y perturbadora.

El argumento de Último tren arranca de forma más o menos familiar. Lisa (Laura D'Angelo), después de un tiempo estudiando en Alemania, vuelve a casa para pasar la Navidad. Acompañada de su prima Margaret (Irene Miracle), las dos viajan en tren de vuelta a Italia. Allí las esperan los padres de Lisa, el doctor Stradi (Enrico Maria Salerno) y Laura Stradi (Marina Berti). Hasta aquí todo bien, pero durante el viaje en tren, Lisa y Margaret se cruzan con Fausto (Flavio Bucci) y Grasso (Gianfranco de Grassi), dos criminales que se han colado en el tren. Junto a una misteriosa señora de bien (Macha Méril), los tres procederán a torturar y violar a las dos jóvenes, culminando el ataque en el asesinato de ambas. Sin sospechar lo que ha sucedido, los padres de Lisa esperan la llegada de las dos chicas, hasta que ellos también se cruzarán con el trío de asesinos violadores.

Lo que diferencia el film de Lado es la personal manera en que afronta los temas sociales presentes en el argumento. En este tipo de películas es habitual una escena en que personajes discuten sobre los males de la sociedad, la violencia, la criminalidad... Discusiones vacías cargadas de clichés pensadas para reflejar la hipocresía de los protagonistas, que normalmente al inicio del film mantienen una postura en la teoría para luego dar un giro de 180 grados cuando llega el momento de la venganza. El ejemplo más popular sería el de El justiciero de la ciudad, que presenta al personaje que interpreta Charles Bronson como un pacifista tolerante que luego se transforma en un violento justiciero.  Esta escena también la encontramos en el film de Lado, en la que un grupo de miembros de la alta sociedad discuten sobre los males de la sociedad y hasta que punto esta es responsable. Esta discusión se intercala con momentos del abuso que sufren Lisa y Margaret. A primera vista esto podría indicar que Lado está diciendo que la sociedad no es culpable de nada, estos maleantes de poca monta son los únicos responsables. Y sería así si no fuera por la presencia del personaje que interpreta Macha Méril.

Únicos en el film de Lado son dos personajes que le añaden complejidad al discurso de la película. Son dos personajes que no reciben nombre y apenas se sabe nada de ellos, más allá que son representantes de lo que se consideraría la alta sociedad. Gente de bien y respetable. Uno de ellos es conocido simplemente como el voyeur, interpretado por Franco Fabrizi. Se nos presenta como un personaje esnob, que mira por encima del hombro a aquellos que son de clase inferior. Cuando pasa por el departamento en el que Lisa y Margaret están siendo retenidas y atacadas, no hace nada más que quedarse observando. Luego, cuando es descubierto se ve forzado a participar. Y huye a la mínima oportunidad. Este personaje se revela como un respetado padre de familia que regresa con su familia por Navidad, que sea padre hace que aún sea peor su actitud hacia el trato que reciben las dos jóvenes. El otro personaje es la ya mencionada señora de bien de Macha Méril. Otra integrante de la alta sociedad que actúa con altivez, su auténtica naturaleza se revela cuando Fausto decide seducirla. A mitad de la primera escena entre ambos se produce un cambio y la señora pasa a ser la dominante. Es debido a ella que la situación llega lo lejos que llega, manipulando y animando a Fausto y Grasso para que vayan cada vez más lejos. Incluso los dos criminales tienen momentos de remordimiento, momentos en que parece obvio que quieren terminar con la situación antes de que se desmadre. Pero la señora los lleva al extremo, empoderada por su situación social de alto nivel, usando el dinero para controlar a Fausto y a Grasso cuando las palabras no bastan. Mientras que Fausto y Grasso son simples agentes del caos, que no siguen ninguna política y buscan la satisfacción inmediata, la señora es la gran villana de la película, usada por Lado como un arquetipo de la clase alta corrupta y dominante que ya atacaba en sus primeras películas.

Otro aspecto que destaca de Último tren es el estilo con que está filmada. El clásico de Craven tiene un estilo crudo, semidocumental, que viene motivado tanto por las intenciones como por la inexperiencia de los cineastas. Lado ya era un consumado cineasta con una larga experiencia cuando se puso a filmar esta película, lo que se demuestra en la manera en que crea una atmósfera inquietante y perturbadora sin necesidad de ser explícito. La manera en que Lado logra perturbar al espectador hace que sea una película difícil de ver en algunos momentos, pero demuestra también lo poderosa que es. Además, el director renuncia a ofrecer al espectador cualquier tipo de satisfacción visceral, dejándolo con un final oscuro y cínico, de acuerdo a la época en que fue filmado.

En definitiva, la película de Lado puede que partiese como un intento de explotar el éxito de otra película, pero su talento como cineasta hace de L'ultimo treno della notte un potente clásico de culto por derecho propio.

 

13 dic 2018

La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro)


Aunque el giallo es un género con unas muy marcadas características, eso no significa que no hubiera sitio para la experimentación y la mezcla de géneros. Un perfecto ejemplo de ello es La corta noche de las muñecas de cristal (La corta notte delle bambole di vetro, Aldo Lado, 1971), una intensa mezcla de suspense y terror.

Se descubre el cadáver del periodista George Moore (Jean Sorel) entre unos arbustos y es llevado a la morgue, donde se quedará hasta que le hagan una autopsia. Pero lo que los forenses no saben es que George no está muerto, sino paralizado. Sin modo de comunicarse, George frenéticamente intenta desentrañar el misterio que ha hecho que acabe así, un misterio que empieza con la desaparción de su novia Mira Svodoba (Barbara Bach).

Aldo Lado mezcla distintos elementos de distintos géneros. La idea de la persona que sigue viva pero es tomada por un muerto procede de la literatura, convertido en un tema retomado muchas veces desde El enterramiento prematuro de Edgar Allan Poe. Este recurso que enmarca la trama de suspense sirve para que desde el principio la película tenga una atmosfera angustiante. La investigación de la desparición de Mira entra dentro del thriller clásico, pero va evolucionando hacia el terror según George avanza en su investigación.

Y todo ello al servicio del mensaje del director. Aldo Lado denuncia las dictaduras y los gobiernos totalitarios, ambientando la película en la Praga comunista, lo que le añade un toque kafkiano al suspense y el terror. Este mensaje se hace más explícito en la escena final, recortada en algunas versiones de La corta noche de las muñecas de cristal.

La manera en que se mezclan géneros, la atmosfera asguntiante y el subtexto hacen de este uno de los títulos más notables del género. También por su final, muy inusual e inesperado para la época. Estéticamente barroco como cualquier título de Dario Argento o Sergio Martino, pero algo más profundo en conjunto, en su film que con el tiempo va siendo más y más apreciado. Por desgracia, la edición en DVD española es muy pobre, así que, por sus extras y su calidad de imagen y sonido, yo recomendaría la edición en Blu-ray alemana de Camera Obscura, para los que no tengan problema con el inglés.


19 may 2016

¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire?)

 
Ya era hora de ponerle un poco de clase al blog y nada mejor para ello que este elegante giallo cargado de suspense. Dirigido por Aldo Lado y con George Lazenby al frente del reparto, ¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire?, 1972) es todo un clásico del género.

Franco Serpieri (Lazenby) es un famoso escultor que disfruta de la visita de su hija Roberta (Nicoletta Elmi), que ha venido a verlo a Venecia mientras su madre se quedaba en Londres. Sin saberlo, padre e hija son seguidos por un misterioso asesino que ya ha matado a una niña en Francia. Cuando su hija es asesinada, Franco iniciará una frenética y desesperada búsqueda del asesino.

Aldo Lado es conocido como el director de Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, 1975), una copia italiana de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972). Por tanto, seria lógico suponer que, con su trama y ambientación veneciana, ¿Quién la ha visto morir? fuera una copia italiana de Amenaza en la sombra (Don't Look Now, Nicolas Roeg, 1973). Pero comprobando las fechas de estreno se ve que no fue el caso, ¿Quién la ha visto morir? no se inició como una copia de un film de éxito.

Como todo buen giallo, lo que en un principio parece una historia bastante simple sobre un padre buscando el asesino de su hija, no tarda en complicarse con diversos sospechosos y una retorcida y complicada trama. De este modo, Lado consigue mantener al espectador en continuo suspense a medida que va siguiendo la investigación que lleva a cabo un inusualmente delgado Lazenby. Por cierto, muchos reconoceréis a la actriz que interpreta a la hija de Lazenby como La Inquietante Niña Pelirroja que aparece en muchos clásicos del giallo y terror italianos de la época, aunque en un papel extrañamente normal.

La habilidad para crear suspense de Lado, sumado a sus habilidades para crear una interesante narrativa visual, hacen de este film una entrada memorable en el género. También debemos mencionar la inolvidable banda sonora que crea Ennio Morricone para acompañar las imágenes. Todo ello hace que este sea un film muy recomendable, especialmente para los aficionados al género.


17 dic 2015

Una Navidad de asesinatos, violaciones y venganza


La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) fue un gran éxito en Italia. Y ya sabéis lo que eso significa, en poco tiempo empezaron a aparecer imitaciones, copias y falsas secuelas del film de Craven. Algunas incluso tenían al mismo David Hess de protagonista, como fue el caso de Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco aka House on the Edge of the Park, Ruggero Deodato, 1980). De entre esta montaña de imitaciones, destaca Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975), y al transcurrir la acción del film durante la Navidad, este es el momento ideal para repasarla.

Margaret Hoffenbach (Irene Miracle) y Lisa Stradi (Laura D'Angelo) van a pasar las Navidades en casa de la familia de Lisa. Por ello deciden coger el tren que va de Alemania a Verona. En el mismo tren se cuelan Blackie (Flavio Bucci) y Curly (Gianfranco De Grassi), una pareja de criminales de poca monta. Una dama (Macha Méril) que viaja en el mismo tren, seducida por Blackie, no tendrá problemas en unirse a sus actividades. Cuando el trío se encuentre con la pareja de amigas, ya os podéis imaginar que no sucede nada bueno. Tampoco cuando se enteren los padres de Lisa, el doctor Giulio Stradi (Enrico Maria Salerno) y Laura Stradi (Marina Berti).

Desde luego, no se puede decir que el póster americano engañara a los espectadores con el título, aunque el resto de iconografía resulte algo confusa. En Estados Unidos también es conocida como Night Train Murders, titulo con el que Blue Underground editó la película en Blu-ray hace unos años.

La película copia el guion del film de Craven, a su vez "inspirado" en El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Bergman, 1960), trasladando las escenas de tortura, violaciones y asesinato a un tren nocturno. El desarrollo es prácticamente el mismo, sin embargo, al enmarcar la acción en las fiestas navideñas se consigue un interesante contraste. Además, el film de Lado es más cínico y, en algunos puntos, más oscuro que el de Craven (no me refiero a la violencia en pantalla), apoyado en algunas insinuaciones políticas.

Pero lo que más llama la atención de Violación en el último tren de la noche es que está muy bien hecha. La dirección de Lado es impecable, la fotografía de Gábor Pogány resulta muy efectiva en las escenas en el tren, cuenta con una estupenda banda sonora de Ennio Morricone (excepto la canción algo cursi de los títulos de crédito iniciales) y las interpretaciones son bastante buenas.

En realidad, es casi como si la película tuviera una factura demasiado buena y eso hace que pierda crudeza y visceralidad. No impresiona tanto ni resulta tan impactante como La última casa a la izquierda de Craven. Pero aunque la violencia esté algo estilizada, más algunos añadidos dramáticos, no significa que no sea efectiva. Simplemente, que no es tan salvaje como la película de Craven.

Si bien he de advertir a los espectadores más modernos que el film es algo lento y tarda en arrancar, cuando lo hace ya no se detiene hasta el final. Un final que, como ya he dicho, en algunos aspectos resulta más cínico y negro que el de Craven. En todo caso, es una película navideña diferente, desde luego.