En El sótano del miedo (The People Under the Stairs, 1991), el director Wes Craven utilizaba el género para introducir una crítica sobre la sociedad americana en forma de sangrienta fábula urbana. La mezcla de crítica social y terror no era algo nuevo en la filmografía de Craven, sin embargo, no lo trató de forma más delirante que en el telefilme Invitación al infierno (Invitation to Hell, 1984).
El argumento arranca con los Winslow instalándose en su nueva residencia, debido a que el cabeza de familia Matt Winslow (Robert Urich) ha conseguido un gran trabajo en una compañía electrónica. Allí podrá poner su genio a prueba desarrollando nuevas tecnologías, en particular un traje de astronauta que funcione en Venus. En esta ideal comunidad residencial, la mayoría de las familias forman parte de un exclusivo club con muchas ventajas. Matt empieza a sospechar que este club esconde terribles secretos y su investigación le llevará a descubrir la infernal verdad.
Estoy seguro de que a Craven le pareció interesante la historia. Básicamente, es una especie de Las mujeres de Stepford (The Stepford Wives, Bryan Forbes, 1975) con un toque satánico. Pero también tiene muchos momentos absurdos, empezando por el divertidísimo prólogo y acabando en el delirante final, que parecen indicar que Craven tal vez se estaba tomando todo un poco a cachondeo. En particular me hizo gracia una escena en la que el casco de astronauta en el que está trabajando Matt se fija en la malvada Jessica Jones (Susan Lucci), momento en el que podemos ver que en el interior del casco se indica que no es humana, cosa que se sabe al inicio del film, y que es malvada, cosa que también sabemos, aunque yo no acabo de enteder cómo lo sabe la computadora del casco simplemente observándola.
Principalmente, la película es una sátira de la América de Ronald Reagan, con todo el mundo obsesionado con ganar dinero, subir en la escala social y los intereses más superficiales. El desarrollo es el habitual en este tipo de historias, destacando la presencia en el reparto de Kevin McCarthy que protagonizó la clásica y fundamental historia de paranoia La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956), de modo que los toques extravagantes de Craven realmente destacan. Son estos toques los que hacen verdaderamente el film memorable, incluso si tienes debilidad por estas fantasías paranoides como me pasa a mí.
He escrito para Underbrain Mgz un artículo repasando toda la saga de El exorcista, hasta llegar a la serie de televisión. He procurado que sea bastante entretenido y con bastante información de cómo se crearon, así que espero que resulte interesante de leer aunque, obviamente, muchos ya conocéis las películas de sobra:
El impacto de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) no se redujo solo al cine. También se estrenaron diversas series de televisión que ofrecían su dosis de space opera a los aficionados. Sin embargo, los ejecutivos televisivos de la época no eran muy entusiastas del género, ya que series policiales, de acción o del oeste salían más baratas y tenían audiencia asegurada. Lo que explica que hubiera series de ciencia ficción que se cancelaran a pesar de tener buenas audiencias. Entre estas nuevas series de ciencia ficción se estrenó Buck Rogers, aventuras en el siglo 25 (Buck Rogers in the 25th Century, 1979-1981), creada por Glen A. Larson y Leslie Stevens.
Larson y Stevens habían creado también por las mismas fechas Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 1978-1979). Pero Buck Rogers fue creada con un estilo que se alejaba del tono (relativamente) serio de Battlestar Galactica, haciendo un mayor énfasis en la diversión y la aventura. Lo cual resulta lógico ya que, igual que Flash Gordon, Buck Rogers fue creado en la edad dorada del pulp, protagonizando un serial a finales de los años 30 tras adquirir cierta fama en las revistas de ciencia ficción. La serie se puso en marcha reciclando decorados y efectos de Battlestar Galactica, lo que parece dar la idea de un show cutre. Pero el resultado del piloto fue tan bueno, que se estrenó una versión cinematográfica en cines: Buck Rogers: El aventurero del espacio (Buck Rogers in the 25th Century, Daniel Haller, 1979), para la que se hizo también el póster que ilustra este artículo.
Para esta nueva encarnación, la historia de Buck Rogers se alteró ligeramente. Ahora, Buck Rogers (Gil Gerard) es un astronauta que, debido a un accidente, queda congelado en su nave y ésta perdida por el espacio. 500 años después, la nave de Buck regresa, recogida por una fortaleza estelar del Imperio Draconiano, al mando de la princesa Ardala (Pamela Hensley). La princesa espera utilizar Buck como arma contra la Tierra, aunque no puede evitar sentirse atraída por él. Mientras, en la Tierra, el doctor Elias Huer (Tim O'Connor) y la coronel Wilma Deering (Erin Gray) se preparan para la llegada de los draconianos. Buck, devuelto por Ardala con un dispositivo de seguimiento colocado por su mano derecha Kane (Henry Silva), llega a la Tierra y descubre que han pasado 500 años. El robot Twiki (Felix Silla, voz de Mel Blanc) y la inteligencia artificial doctor Theopolis (voz de Eric Server), intentarán ayudar a Buck a acostumbrarse al nuevo siglo en el que vive. A partir de aquí, en cada episodio, el doctor Huer le encarga una misión a Buck y Wilma, que ambos resolverán mezclando técnicas del pasado y el presente. Por supuesto, la malvada Ardala reaparecerá para intentar conquistar la Tierra o a Buck, lo que pase antes.
La primera temporada de la serie es una auténtica maravilla. Cada episodo cargado con generosas dosis de diversión, entretenimiento y acción, la serie se hacía doblemente atractiva por la mezcla de estética pulp de los 30 y la estética disco de finales de los 70. Además, esta primera temporada contó con una impresionante lista de estrellas invitadas: Jack Palance, Roddy McDowall, Sid Haig, Richard Lynch y un largo etcétera. Uno de las más notables estrellas invitadas fue una joven Jamie Lee Curtis, interpretando a una prisionera que Buck ha de liberar de una especie de fortaleza infernal perseguidos por un robot asesino que no se detendrá hasta atraparlos (¿os suena de algo?).
He de admitir que mi principal interés por esta serie era nostálgico. Recuerdo que la serie me encantaba cuando era pequeño, una época en la que TV3 (la cadena autonómica catalana) emitía varias series que me marcarían, como Doctor Who (etapa de Tom Baker), Star Trek (1966-1969, Gene Roddenberry), La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964, Rod Serling), Batman (1966-1968, Lorenzo Semple Jr., William Dozier) y Dr. Slump (Dokutaa Suranpu Arale-chan, 1981-1986, Akira Toriyama). Si se refieren a esto con que TV3 adoctrina, desde luego conmigo funcionó porque me hizo fanático de la ciencia ficción, la fantasía y el terror (daban muchas pelis de terror por las noches). Pero, cuando empecé a ver en el presente Buck Rogers, me sorprendió lo mucho que disfruté regresando a este mundo, sin que la nostalgia tuviera nada que ver con ello. Por desgracia, los buenos tiempos no durarían.
Buck Rogers no reventó audímetros, pero tuvo bastante éxito. La segunda temporada se retrasó por huelgas del sector, así que se decidió aprovechar para cambiarla por completo. Básicamente, destrozaron la serie: la audiencia se desplomó y se canceló cuando solo llevaban 11 episodios. El principal cambio fue el argumento de la serie: ahora Buck y Wilma forman parte de la tripulación de la Searcher con la misión de contactar con otras tribus humanas. Es decir, convirtieron la serie en un cruce entre Star Trek y Battlestar Galactica. Las historias perdieron calidad y se añadieron personajes que no aportaban nada. La adición más significativa es la de Hawk (Thom Christopher), mitad hombre mitad pájaro, que se convierte en el nuevo compañero de acción de Buck. Lo que significa que Wilma se acaba convirtiendo en poco más que una azafata.
Esta segunda temporada también muestra ciertas tendencias ausentes en la primera y bastante preocupantes: además de hacer que Wilma ya no sea un personaje de acción y asexualiza la serie, en el episodio "The Satyr" dan una visión de la violencia machista terrible. La palma de misoginía se la lleva el episodio que sigue a "The Satyr" titulado "Shgoratchx!", que se inicia con el robot Crichton (otro personaje nuevo insoportable) diciéndole a Buck: "Típico de un hombre que proviene de un siglo en que la Tierra solo destacó por las guerras, la liberación de la mujer y el holocausto". Casi nada. En el mismo episodio, se muestra como algo divertido que Wilma sea prácticamente violada por los personajes protagonistas del episodio.
La segunda temporada parece una serie completamente distinta y es terrible. Sobretodo si la comparamos con la fantástica primera temporada. A pesar de todo, es una serie que recomiendo, aunque sea solo por esta primera temporada.
Hace poco terminé de ver la tercera temporada de Slasher, que me gustó más que las anteriores temporadas, pero sin acabar de triunfar como me gustaría que lo hubiera hecho siendo fan del género slasher. Me pregunté si era posible trasladar de forma exitosa el género a la televisión y fue entonces que me acordé de Harper's Island.
Harper's Island, creada por Ari Schlossberg, fue lo que se conocía como un "evento". Una historia con principio y fin que sería explicada a lo largo de 13 episodios. De este modo, la serie fue la primera en trasladar el esquema del slasher a la televisión, con cada episodio proporcionando uno o dos asesinatos, como mínimo, perpretados por un asesino misterioso. La trama es clásica dentro del género: Trish (Katie Cassidy) y Henry (Christopher Gorham) deciden casarse en Harper's Island, la isla donde pasaban los veranos y donde se conocieron. Entre los invitados a la boda está Abby (Elaine Cassidy), la mejor amiga de Henry. Abby se fue de la isla hace siete años, después de que el asesino John Wakefied (Callum Keith Rennie) cometiera los primeros y únicos asesinatos en la historia de la isla. Wakefield, entre cuyas víctimas estaba la madre de Abby, murió de un disparo del sheriff Charlie Mills (Jim Beaver), padre de Abby. Ahora, Abby regresa por primera vez desde aquello y los asesinatos empiezan a suceder de nuevo.
Debido a que fue emitida por una cadena privada, no por cable ni streaming, esta "maxiserie" estaba sujeta a la censura de la televisión americana. A pesar de ello, la serie logra crear una creativa serie de asesinatos, sin que se eche de menos la sangre más explícita. Dicho esto, los responsables de la serie intentaron llegar todo lo lejos posible, allanando el camino a series posteriores como The Walking Dead. La ventaja que tenía la serie es que podía desarrollar a fondo las relaciones entre los personajes, que es otro motivo por el que no se echa de menos el gore, como te importan los personajes y te has familiarizado con ellos, sus muertes resultan igualmente impactantes. Además, los responsables de Harper's Island eran muy conscientes del tipo de historia que estaban contando y hay unos cuantos toques de humor irónico, empezando porque el título de cada episodio corresponde al efecto sonoro de alguna muerte en el episodio.
Volviendo a ver la serie recientemente pensé en lo rápido que ha cambiado el panorama televisivo en tan solo diez años. Se emitió originalmente en el 2009, pero parece que ha pasado mucho más tiempo. Aquí se emitió en Telecinco, cuando todavía no era un festival de miseria humana como ahora (pero ya estaba de camino), pero no me refiero solo a eso. El impacto de las series de Netflix, HBO, Amazon y demás hace pensar que hoy día la serie habría formado parte del catálogo de alguna de estas plataformas. Y se habrían buscado maneras de hacer más temporadas aunque todo lo que tiene que contar ya lo hace en 13 episodios.
Regresar a Harper's Island (editada en DVD) ha sido divertido y más placentero de lo que imaginaba. Temía que el tiempo no la hubiese tratado bien. Todo lo contrario, aunque recordaba quién era el asesino, he disfrutado volviendo a verme involucrado en las vidas de estos personajes, la mayoría de los cuales llega a un abrupto final. Si no la conocíais, os la recomiendo.
La nostalgia nos ha traído de vuelta a los Crites por partida doble: la serie Critters: A New Binge (Jordan Rubin, 2019) y la nueva película Critters Attack! (Bobby Miller, 2019), que se pondrá a la venta en Estados Unidos el próximo mes de julio. Siempre me gustó Critters (Stephen Herek, 1985) y sus secuelas. O más bien secuela, porque la tercera y la cuarta entrega son bastante reguleras. Sea como sea, la posibilidad de ver de nuevo a los insaciables Crites creando caos y destrucción me dio una alegría. Hasta que he visto la serie.
A New Binge cuenta como un grupo de Crites son enviados a la Tierra con la misión de traer de vuelta a un camarada que se quedó olvidado aquí. Cuando llegan a un pequeño pueblo de Iowa, los Crites se convertirán en un nuevo problema en la vida del adolescente Christopher (Joey Morgan) y sus amigos.
¿Cómo de mala es A New Binge? Es tan mala que a su lado la cuarta entrega de la serie parece Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Visualmente se nota que el presupuesto era ínfimo, porque tiene un look casero bastante amateur. Este fan film tiene mucho mejor aspecto y mejores efectos que la serie:
Los efectos visuales CGI son también terribles, parecen hechos con un Amstrad. Pero, además, los efectos prácticos son también bastante malos, en especial todo lo que se refiere a la animación de los Crites, que nunca dejan de parecer lo que son: marionetas. Te hace apreciar aún más el trabajo que los hermanos Chiodo llevaron a cabo hace más de treinta años.
Técnicamente la serie es un fracaso. Dramáticamente también. Las interpretaciones no van más allá de lo mediocre, lo cual se ve agravado por una historia realmente estúpida y sin sentido. Una historia que se ve agravada por el tono y una larga serie de malas ideas. La serie decide ser pura comedia, alejándose del tono de las primeras películas que oscilaban entre la comedia y el terror. Una comedia que, por lo menos en mi caso, no logró arrancarme ni una sonrisa, sobretodo por usar personajes tópicos y previsibles situaciones.
En definitiva, una completa y total decepción. Como ya he dicho, las entregas 3 y 4 no es que fueran gran cosa, pero esta serie es realmente abismal. Por suerte, es bastante corta, ya que son ocho episodios de entre ocho y diez minutos de duración. Espero que la película sea algo mejor, lo cual no debería ser muy difícil.
He escrito un artículo sobre la nueva serie de Netflix La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House, Mike Flanagan, 2018) para Underbrain Mgz que podéis leer clicando aquí:
Acabo de publicar un no demasiado largo artículo sobre la serie The Deuce (Las crónicas de Time Square) (The Deuce, 2017), que podéis leer en Underbrain Mgz:
Desde la saga original, hasta la nueva trilogía, pasando por el remake y las dos series de televisión, la de carne y hueso y la de animación, acabo de publicar en Underbrain Mgz un artículo sobre la saga del Planeta de los simios. Ya había escrito con anterioridad sobre la serie aquí, pero ha resultado interesante para mí ver cómo ha cambiado mi opinión sobre algunas entregas de entonces a ahora, además de que es más exhaustivo en lo que a información tras las cámaras se refiere. Espero que os resulte interesante cuando lo leáis clicando aquí:
Laserie Scream nos ofrece un episodio especial de Halloween mientras se prepara la tercera temporada, que al parecer será solo de seis episodios mientras los Weinstein consideran cambiar de nuevo el equipo creativo. Un movimiento que no entiendo ya que el nuevo equipo realizó una estupenda segunda temporada que mejoraba la anterior en algunos aspectos.
Este episodio especial funciona como colofón a la segunda temporada, pero en su mayor parte se puede ver también de forma independiente, ya que su historia no se relaciona con la trama principal de la serie. Pero es posible que, si no se es seguidor de la serie, este especial resulte algo aburrido ya que no se tiene ninguna conexión con los personajes, que se supone el espectador conoce de sobra. En el caso de ser seguidor tampoco es que sea un gran evento, la verdad. Después de una segunda temporada que me gustó bastante, este añadido no aporta nada que no se pudiera haber incluido en el primer episodio de la tercera temporada.
Tal vez el problema es que este especial es muy parecido a una típica película slasher pero sin las innovaciones que aparecen en la serie. Resulta obvio que los principales no sufrirán ningún daño, debido a que algo así se reservará para la serie, de modo que resulta bastante predecible en ese sentido. De todos modos, eso no quiere decir que no sea entretenido y, aunque no se tema por su seguridad, es divertido encontrarse de nuevo con estos personajes.
Como ya he mencionado, este especial está muy cerca del clásico slasher, con referencias a títulos clásicos del genero como Inocentada sangrienta (April Fool's Day, Fred Walton, 1986) o la genial La quema (The Burning, Tony Maylam, 1981). Por supuesto, la referencia más significativa es la que se hace a la seminal novela de Agatha Christie Diez negritos, cuya estructura es la base de todo el género slasher.
Para los seguidores de la serie es de visionado obligado (Netflix lo acaba de estrenar, si has visto la serie ya verás que lo tienes a punto) por cómo prepara la tercera temporada, pero aquellos que no hayan seguido las andanzas de los 6 de Lakewood puede que no lo disfruten demasiado.
Pocas veces he estado tan impaciente por la llegada de un pedido como cuando Amazon me envió un mail anunciando que el Blu-ray con la primera temporada completa de Ash vs Evil Dead que había preordenado ya estaba de camino. Tras años de deseo y esperanza, por fin tendría a Bruce Campbell de nuevo como Ash Williams mutilando demonios y poseídos.
Cuando por fin llegó, tenía que hacer las cosas bien. Es decir, me organicé una maratón Evil Dead. Para ir entrando en calor empecé con el remake, luego ya la trilogía original y apenas salieron los títulos de crédito de El ejército de las tinieblas (Army of Darkness, Sam Raimi, 1992) -el International Cut es para mí la mejor versión- empecé con la serie. Y casi lloro de alegría.
Ash vs Evil Dead es lo que habría deseado como Posesión infernal 4. El Ash es el mismo que aparece en El ejército de las tinieblas, continuando con el personaje tal y como aparece al final de esa película en la versión internacional. El tono general de toda la serie, sin embargo, está más en sintonía con Evil Dead II (Sam Raimi, 1987), mezclando el terror con la comedia, saltando de forma efectiva y lograda del terror a la comedia y viceversa sin que se resienta en ningún momento el ritmo de la serie. Y no podemos olvidar los litros de sangre y el gore pasado de vueltas, siguiendo el estilo de Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981), que adorna la acción en cada episodio.
En definitiva, esta serie, que se ha de ver como una secuela directa de las películas, comprende todo lo que hizo tan memorables los clásicos de Sam Raimi. El director le imprime un ritmo frenético al primer episodio, que el resto de directores mantiene, logrando que cada episodio se pase volando. Además, al durar una media de treinta minutos (excepto el primero y el último de la temporada, un poco más largos), en ningún momento se hace pesada. Al contrario, te deja con ganas de más.
Así, Ash vs Evil Dead es un sueño hecho realidad para los fans. Hay contínuas referencias a las visuales a las películas (excepto a la tercera, por problemas de derechos, pero parece que lo han solucionado de cara a la segunda temporada), estableciendo que esto no es algo aparte, sino una auténtica continuación de las aventuras de Ash. Y ahora Ash no está solo, el reparto de la serie se completa con Ray Santiago y Dana DeLorenzo como Pablo y Kelly, los acompañantes de Ash en su cruzada contra el mal. Grupo al que hay que añadir Jill Marie Jones como la agente Amanda Fisher y a la fantástica Lucy Lawless como la misteriosa Ruby.
Es una lástima que los extras no estén a la altura. Solo tres cortos documentales, aunque compensado con los audiocomentarios que acompañan cada episodio. En especial destaca el primero en el que Sam Raimi, Ivan Raimi, Robert Tapert y Bruce Campbell hablan del origen de la serie y las distintas encarnaciones que tuvo Evil Dead 4 a lo largo de los años. Los que tengan problemas con el inglés se alegrarán de saber que tanto los episodios como los extras están subtitulados en castellano neutro, excepto los comentarios que no traen subtítulos.
Los fans del terror y la comedia no se la pueden perder. Los fans de Evil Dead y Bruce Campbell se odiarán a ellos mismos si se la pierden. Espero con impaciencia la segunda temporada.
Ya podéis saber lo mucho que disfruté Stranger Things (The Duffer Brothers, 2016), la nueva serie de Netflix, leyendo mi crítica en Underbrain Mgz, clicando aquí:
Desde hace poco me estoy familiarizando con Netflix y descubrí, con no poca sorpresa, que tenían en catálogo la serie de TV Scream basada en la película homónima que dirigió Wes Craven y escribió Kevin Williamson. Hace poco disfruté de un maratón de las cuatro entregas de Scream (1, 2, 3), maratón en el que me lo pasé de miedo ya que, alejado en el tiempo de las reacciones del entorno y su "influencia", pude ver las películas por sí mismas y disfrutarlas por sus propios méritos. Con lo cual me pareció el momento ideal para ver la primera temporada de la serie Scream, que al ser solo 10 episodios de 40 minutos pude ver en un día.
Aunque los dos primeros episodios me parecieron algo flojos, a partir del tercero la serie mejora bastante. A medida que se va desarrollando, se van transformando los personajes y se va complicando el misterio, la serie va cogiendo fuerza. Es decir, no me gustó de la misma manera que me gustó True Detective, por ejemplo, pero sí es cierto que me pareció muy entretenida y lograda. También se ha de tener en cuenta que yo no soy mucho de series y estoy bastante desconectado de todo este mundo. Para mí, las series exigen mucho tiempo y para que me dedique a ver una me ha de gustar bastante y tener una historia que contar (en lugar de episodios autoconclusivos) para que me acabe enganchando.
Por ello, esta serie para mí es ideal: una historia contada a lo largo de 10 episodios y to another thing, butterfly. Las películas de Scream se caracterizan porque además de ser slashers también son misterios a resolver. Es decir, se juega mucho a descubrir quién es el asesino ofreciendo varios sospechosos todos con secretos a descubrir. Es este aspecto de Scream el que hace que su traslado a la -no tan- pequeña pantalla sea exitoso, ya que la presentación de sospechosos y la complicada trama tiene bastante espacio para desarrollarse a buen ritmo.
También creo que es un acierto por parte de la serie no tener ninguna relación en absoluto con las películas: es su propia historia y transcurre en un universo completamente distinto. También creo que es un acierto que Kevin Williamson no tuviera absolutamente nada que ver con la serie, después de ver cómo se han desarrollado sus últimos proyectos televisivos.
La primera temporada acaba cerrando bien la historia, pero se dejan algunos cabos sueltos para la segunda. Pero, como viene ya siendo habitual por parte de los Weinstein, la segunda temporada no tendrá nada que ver con la primera y estos cabos sueltos quedarán así eternamente. Al parecer los Weinstein no estaban satisfechos con el resultado y se apartaron a los que estaban al frente hasta ahora, Jill Blotevogel (que sigue como consultora) y Jaime Paglia, para cambiar la dirección de la serie. Los Weinstein: jodiendo a los fans de cada franquicia de terror de la que se han hecho cargo desde 1993. Por supuesto, si siguen la dirección de la antología puede ser que la serie mejore, ya que si bien me gustaría ver esos cabos sueltos cerrados, mantener a los mismos protagonistas le quitaría suspense a la serie como sucedió con las películas.
En fin, los fans de Scream sin duda no se la han de perder. Y el resto creo que pueden darle una oportunidad, a mí me gustó más de lo que me imaginaba que me iba a gustar.
En las anteriores ocasiones que mencioné esta serie, lo hice desde el vago recuerdo que tenía de ella, ya que desde que la emitió Telecinco en su momento, no la había vuelto a ver. Pero los Reyes Magos tuvieron a bien traerme la serie completa, así que con alegría me dispuse a volver de nuevo a ver esta serie que me encantaba de pequeño.
Según se cuenta enCrystal Lake Memories: The Complete History of Friday the 13th (Daniel Farrands, 2013), Misterio para tres (Friday the 13th: The Series, 1987-1990) llegó a existir porque la Paramount en aquel entonces buscaba hacer series de sus franquicias más rentables y estaba teniendo mucho éxito con la nueva serie del universo Star Trek. Larry B. Williams y Frank Mancuso Jr., quien por entonces llevaba las riendas de las tropelías de Jason Voorhees en el cine, crearon la premisa: Micki Foster (Louise Robey, aunque en los créditos de la serie aparece simplemente como Robey) y Ryan Dallion (John D. LeMay) heredan una tienda de antigüedades de su recientemente fallecido tío Lewis Vendredi (R. G. Armstrong). Pronto descubrirán que los objetos que han estado vendiendo están malditos y, con la ayuda de Jack Marshak (Chris Wiggins), antiguo socio de Lewis, se dedicarán a recuperarlos.
La serie tuvo mucho éxito, aunque algunos fans se sintieron estafados ya que obviamente no tenía nada que ver con las películas, y el éxito fue lo que acabó con ella. Debido a la audiencia que tenía, las cadenas la programaban cada vez más temprano y grupos religiosos y vigilantes de la moral empezaron a atacarlo (aunque queda claro que ni siquiera habían visto la serie teniendo en cuenta los comentarios que hacían). La amenaza de un boicot económico al estilo de lo que le hicieron a La Noria (que tampoco me pareció correcto, dejando aparte la no-calidad del programa), hizo que la serie fuera retirada.
Cuando empecé a ver la serie pensé que su disfrute se basaría puramente en la nostalgia. Pero para mi sorpresa, después de unos primeros episodios algo flojos, la verdad es que me acabé enganchando. Como tenían absoluta libertad y nadie les decía lo que podían o no hacer, los responsables de la serie no tuvieron problemas en jugar con la estructura básica de los episodios, introducir cierta continuidad (algo no muy habitual por aquel entonces) y hacer locuras como un episodio en blanco y negro al estilo terror de la Universal en la que los protagonistas viajan en el tiempo y le inspiran a Bram Stoker su clásico Drácula.
La primera temporada es la temporada en la que se establece quiénes serán los protagonistas y cómo se plantea la serie. Los primeros cinco episodios, como ya he dicho, son algo flojos y se nota que la serie todavía se estaba asentando, pero a partir del 6 (Hellowe'en), la serie empieza a mejorar y nos ofrece algunas sorpresas como un episodio dirigido por David Cronenberg (uno de los que se me había quedado grabado en la memoria). Tiene diversos momentos memorables, como el ya mencionado viaje en el tiempo al Londres del siglo XIX y uno en el que un cómic asesino te permite convertirte en el personaje que lo protagoniza. Además, a pesar de ser una serie de televisión, contiene momentos impactantes, como tatuajes que cobran vida y devoran a los que los llevan, lo que contribuye a que el interés no decaiga.
En la segunda temporada nos encontramos con una gran mejora respecto a las historias, como el episodio en el que una vieja cámara hace que la gente que filmas con ella sea devorada por un hombre lobo (el 16, Scarlet Cinema). Incluso los episodios con una historia normalita tienen grandes momentos, como el episodio 20 (The Secret Agenda of Mesmer's Bauble), en el que una historia típica concluye con una espectacular transformación. También vemos como la idea de tener al tío Lewis como villano recurrente es abandonada tras el episodio que abre la temporada, así como se abandona también la posibilidad de que Ryan y Micki tuvieran una relación romántica (algo con lo que se juega en la primera temporada después de que se aclare que son solo primos políticos, no de sangre). Es también la última temporada de LeMay, que decidió abandonar la serie y en los últimos capítulos de esta temporada se introduce el que será su sutituto en la tercera: Johnny Ventura (Steve Monarque).
La tercera temporada se inicia con un episodio especial doble en el que se justifica en la ficción el hecho de que LeMay abandonara la serie en la realidad. La verdad es que me pareció algo flojo, pero a partir de entonces se nos presentan unos episodios muy trepidantes y entretenidos hasta la inesperada conclusión de la serie. Aunque se hecha de menos a Ryan y en su primera aparición Johnny Ventura no parecía un personaje interesante ni atractivo, en esta tercera temporada se mejora el personaje y acaba encajando bastante bien. Es una lástima que se concluyera la serie sin mucha ceremonia, ya que algunos de los mejores episodios de la serie se encuentran en esta temporada, por ejemplo el episodio 8 (Night Prey) presenta la historia de un cazador de vampiros tan
obsesionado y peligroso que obliga al trío protagonista a aliarse con
unos vampiros (!)
En su conjunto, la serie es muy disfrutable. Es cierto que tiene su ración de episodios flojos (que normalmente son los episodios en los que solo hay uno o dos de los protagonistas -e incluso en esto hay excepciones-), pero quedan de sobra compensados con la abundancia de buenos episodios, algunos de los cuales propone interesantes dilemas morales a los protagonistas, como en el episodio T3EP4, Cripple Inside, escrito nada menos que por Brian Helgeland, en el cual Johnny ha de decidir si deja que una chica tetrapléjica se vengue de aquellos que la pusieron en la silla o si recupera la silla maldita antes de que la chica siga matando.
Aunque es posible que la nostalgia me esté nublando el criterio, creo que es una serie muy entretenida, divertida y con algún momento brutal que te hace encogerte (una niña aplastada por un coche, un terrible aparato auditivo que se te mete en el craneo). Recomendada a los fans del género.
Ya es oficial: Mark Frost y David Lynch volverán al peculiar pueblo de Twin Peaks en una nueva serie de 9 episodios que emitirá Showtime en el 2016, haciendo real la profecía que Laura Palmer le hizo a Dale Cooper en la Habitación Roja cuando le dijo que se volverían a encontrar al cabo de 25 años.
Que Frost y Lynch vuelvan para cerrar satisfactoriamente la serie, con Lynch dirigiendo los 9 episodios, es razón para entusiasmarse pero, ¿hasta que punto? La fiebre nostálgica y el reciente interés que levantó de nuevo Twin Peaks (1990-1991) en su lanzamiento en Blu-ray, seguramente han sido decisivos a la hora de que ambos creadores vieran su deseo cumplido de concluir la serie como se merece, pero si soy algo reticente no se debe solo a las diversas decepciones causadas por series o franquicias resucitadas recientemente, también porque tras repasar la serie y la excelente Twin Peaks: Fuego camina conmigo (Twin Peaks: Fire Walk with Me, David Lynch, 1992) en la mencionada edición Blu-ray, no estoy seguro de que haya mucho más que contar.
Twin Peaks es una obra maestra de la televisión. Olvidad televisión: es una obra maestra. Pero fue una obra maestra durante 16 episodios, hasta que, por presiones de la cadena, se cerró el misterio alrededor de la muerte de Laura Palmer. A partir del episodio 12, la calidad de la serie cayó en picado, principalmente porque el numeroso reparto, cuyas historias estaban unidas por la investigación del asesinato de Laura Palmer, se fue cada uno por su lado con su trama, cayendo muchas veces en el ridículo o, lo peor de todo, en los mismos recursos que las otras series de televisión que se hacían entonces. Para cuando Lynch y Frost volvieron a ponerse al frente, hasta entonces ocupados ambos con sus proyectos cinematográficos, la serie se fue encarrilando, con los últimos 4 episodios de la segunda temporada recuperando algo de la calidad original. Para entonces ya era tarde y, provocado también por la manera en que la cadena había maltratado la serie cambiando constantemente el día y hora de emisión, había perdido demasiada audiencia y Twin Peaks fue cancelada.
Por tanto, a no ser que Frost y Lynch sean capaces de crear una historia que sirva de columna vertebral para las diferentes subtramas igual que la investigación del asesinato de Laura Palmer, voy a ser algo cauto y no dejarme llevar por el entusiasmo. Claro que cuando de aquí a dos años vea la serie puede que me alucine por su genialidad, pero creo que es mejor pecar de prudente que dejarse llevar por el entusiasmo.
Yo no soy mucho de series. Me da bastante igual lo que está de moda, la serie de la que todo el mundo habla y etc., etc. En cierto modo, aplico el mismo criterio a las series que veo que a las películas que veo: dejo que sea mi particular sentido arácnido el que escoja qué ver y cuándo. También he de decir que siento predilección por series cortas, que terminan al cabo de unas pocas temporadas y me aburren las que se alargan eternamente.
Desde finales de enero, Canal + Series emite True Detective, serie creada por Nic Pizzolatto. Es una serie de la HBO, lo que significa temporadas cortas. El argumento parecía interesante, los actores y actrices protagonistas y secundarios me gustaban. Además, Pizzolatto quiere hacer cada temporada independiente, con diferentes historias y actores, al estilo American Horror Story, lo cual me parece perfecto. El día que estrenaban la serie me puse a verla pensando "parece divertida, el tipo de historia criminal que me gusta". Y vi el primer episodio. Y terminó el primer episodio.
Ahora esta maldita serie me tiene enganchado.
True Detective es puro arte. Aprovecha al máximo las ventajas del formato televisivo; narrativamente está a la altura de una buena novela y visualmente está a la altura (y en ocasiones supera) de una producción cinematográfica de gran calidad. El primer episodio, comparado con los demás, es algo lento y sirve para introducirte en el universo de la serie. Luego, de forma progresiva, en cada episodio se va elevando la intensidad dramática.
La serie transcurre en dos tiempos. 1985, se descubre el cadáver de una mujer asesinada de forma ritual. Los inspectores Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Martin Hart (Woody Harrelson) son los encargados de llevar la investigación. 2002, los detectives Cohle y Hart son interrogados en relación a ese caso por razones desconocidas. A través de las entrevistas, vamos descubriendo que sucedió en 1985 y quiénes son estos detectives. Esta manera de plantear la narración permite a la serie introducirnos en la cabeza de los detectives, ver cómo les afecta el caso e involucrarnos cuando sus respectivas vidas se van convirtiendo en un infierno, atrapados en la absorbente espiral en que se ha convertido el caso.
Lo interesante para mí es que la serie se aleja del estilo procesal habitual en las series televisivas americanas, donde se centran en el proceso que lleva a los policías a meter al asesino entre rejas (pruebas científicas, análisis de ADN y demás), para centrarse más bien en cómo viven y cómo les afecta la investigación a los dos inspectores involucrados en ella. Pensad en Zodiac (David Fincher, 2007) o en las novelas de James Ellroy o David Peace como ejemplos de lo que quiero decir.
La serie tiene un estilo visual puramente cinematográfico. Para haceros una idea, sin "espoilear" nada, el cuarto episodio utiliza un increíble plano secuencia para seguir a uno de los protagonistas atrapado en una situación peligrosa que podría haber firmado Brian De Palma.
Como ya he dicho, me tiene completamente enganchado. Y es así porque parece que la han hecho pensando en mí, cogiendo los temas y estilos que más me gustan dentro de la narrativa criminal y policíaca y los han elevado a la décima potencia. Todo ello contado usando un soberbio estilo visual. Redondeando el conjunto, una fantástica banda sonora a cargo de T-Bone Burnett.
La revista de cómics Métal Hurlant es todo un clásico. Gran variedad de artistas encontraron en sus páginas el lugar donde crear historias adultas dentro de la fantasía, la ciencia ficción y el terror. La versión americana de esta revista ya inspiró la clásica e imprescindible Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981). Ahora nos llega Métal Hurlant Chronicles, una fantástica serie de televisión francesa, que lleva las historias aparecidas en la clásica revista a la pequeña gran pantalla y que se puede encontrar editada en Blu-ray y DVD, dirigida por Guillaume Lubrano.
La primera temporada consta de 6 episodios de unos 25 minutos de duración cada uno y, aunque se trata de una producción francesa, fue rodada originalmente en inglés usando un reparto internacional. Se trata de una serie antológica, cada episodio nos presenta una historia diferente ambientada en un mundo diferente. Estas historias están en cierto modo unidas por la premisa de la serie, que se nos cuenta en el opening de cada episodio: "El último fragmento del que fue un planeta viviente. Su cuerpo destruido y convertido en polvo por la locura de sus habitantes; su cabeza condenada a vagar eternamente a través del tiempo y el espacio, gritando de dolor y tristeza. Se la conoce, en leyendas y en hechos, como Métal Hurlant (algo así como "metal aullador")".
1 King's Crown: adaptación de una historia original de Jim Alexander y Richard Corben. En este episodio seguimos las últimas jornadas de un torneo a muerte, el ganador del cual se convertirá en el nuevo rey de ese mundo. Es curioso que, mientras gran parte del episodio se dedica a la acción y las peleas de sus protagonistas, contiene una de las reflexiones políticas más interesantes de la serie en forma de tremenda alegoría. También mezcla fantasía heroica y ciencia ficción, algo que siempre me ha gustado.
2 Shelter Me: adaptación de una historia original de Mark Vogouroux y Dan Wickline. Episodio con un fuerte regusto a los temas habituales en la ciencia ficción de los 80, especialmente en el cómic y el cine. No voy a contar mucho del episodio para no fastidiarlo, pero es uno de los que más me ha gustado gracias al trabajo de sus actores protagonistas: Michelle Ryan y James Marsters.
3 Three on a match: adaptación de una historial original de R. A. Jones y Ryan Sook. Tras dos episodios muy serios, este episodio lleno de humor negro resulta bastante bienvenido. Tres astronautas sobreviven en una pequeña cápsula de salvamento, pero el aire empieza a escasear provocando una lucha por la supervivencia. El episodio se ve beneficiado por la presencia de Dominique Pinon.
4 Red Light/Cold Hard Facts: Este es un curioso episodio que adapta dos historias distintas: la primera original de Geoff Johns y Christian Gossett, la segunda original de R. A. Jones y Matt Cossin. La brevedad de ambas contribuye a que sean todo un éxito, especialmente la primera, que trata sobre un prisionero encerrado en una celda donde permanece encendida de forma permanente una luz roja.
5 Pledge of Anya: adaptación de una historia original de Julien Blondel y Jérôme Opena. Este, para mí, es el episodio flojo de la serie. Una lástima porque cuenta con el fantástico Rutger Hauer entre sus protagonistas. Pero resulta predecible y no demasiado sorprendente.
6 Master of Destiny: adaptación de una historia original de Alejandro Jodorowsky y Adi Granov. La serie concluye con la que es posiblemente la historia más espectacular, mezclado con el peculiar humor de Jodorowsky. Es también uno de los episodios más populares al contar con la rotunda Kelly Brook entre sus protagonistas. Curvas y filosofía, la mezcla perfecta.
Esta primera temporada se me pasó volando. La gran variedad de estilos y tonos, añadido a la perfecta duración de los episodios (este tipo de historias funcionan mejor en formato corto), hace que su visionado sea tremendamente disfrutable. Muy recomendada a los aficionados al cómic y la ciencia ficción.
Hoy se estrena en TNT Bates Motel, serie que repasa la juventud de Norman Bates en un nuevo intento de exprimir el clásico de Alfred Hitchcock, ya sabéis cual. El caso es que he pensado que sería divertido, antes de ver la nueva serie, repasar el primer intento de trasladar el universo creado por Robert Bloch a la pequeña pantalla: el fallido piloto Bates Motel (Richard Rothstein, 1987).
Antes, un poco de historia.
Tras el asombroso éxito de la fantástica y muy recomendable Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, Richard Franklin, 1983), se abre la veda para convertir en franquicia el film de Hitchcock. Así, en 1986 se estrena la irregular Psicosis III (Psycho III, 1986), dirigida por Norman Bates en persona, Anthony Perkins. Visualmente la película está muy bien, pero el guion es algo flojo. En ese momento una cuarta película parecía inviable, así que Universal busca seguir haciendo dinero con las peripecias de Norman Bates a través de la televisión. Se pone en desarrollo Bates Motel.
Ver los primeros minutos de Bates Motel es lo único que hace falta para entender por qué no se convirtió en una serie de televisión y se unió a la larga lista de pilotos fracasados. Rothstein llenó su guion de malas ideas, como si en realidad hubiese querido desde un principio que fuera un fracaso.
El piloto gira en torno a Alex West (Bud Cort), que compartió habitación con Norman Bates en un manicomio. Cuando Norman muere, le deja a West el motel en herencia. Con la ayuda de Willie (Lori Petty), West rehará el motel para que se convierta en un agradable lugar de paso para los viajantes. Un grupo de malvados intentará echar a West del lugar. Hasta ahora nada de suspense, la historia de West es más bien aburrida. Además de la historia sin ningún interés de West, se nos ofrece una segunda historia sin ningún interés, la de una clienta que va a pasar la noche y a la que se le aparecen unos fantasmas. Al parecer, la intención era hacer una serie antológica, de modo que en cada episodio un cliente diferente habría sido el protagonista.
Un Bates Motel sin Norman Bates o alguna mínima dosis de suspense estaba destinado al fracaso. Aburrido y sin ningún interés, resulta obvio que no se convirtiera en serie de televisión. Pero la Universal no se dio por vencida y en 1990 nos castigó con la película directa a vídeo Psicosis IV - El comienzo (Psycho IV: The Beginning, Mick Garris), una precuela que narra los mismos eventos que tratará la nueva serie.
Si la curiosidad os puede, ved el antiguo Bates Motel, aunque para mí es tan mala que ni te ríes. Espero que la serie de esta noche sea mejor.
Hay dos imágenes televisivas que quedaron grabadas a fuego en mi mente desde que las vi de niño. Una es la malvada Diana tragándose una rata, la otra la de un hombre que deambulaba por una estación espacial mientras se transformaba en una especie de insecto espacial (serían tres contando el fin de año de Sabrina, pero fue un tipo de impacto completamente diferente).
Diana, encarnada con gran convicción por Jane Badler, era una de las lagartas de V (c. Kenneth Johnson, 1983-1985), serie cuya emisión recuerdo que paralizaba todo el barrio. A través de reposiciones pude comprobar como la serie se conservaba muy bien (las dos primeras miniseries) y de vez en cuando la repaso en DVD, como ya comenté en el artículo que le dediqué.
La otra imagen, la del hombre que se transformaba en insecto espacial, no la de Sabrina, la tenía más difusa en la cabeza ya que no la había visto desde que era niño. Sabía que pertenecía a la serie Doctor Who, la serie más longeva de la historia de la televisión británica: empezó a emitirse en 1963 y sigue todavía hoy día, pero entonces solo sabía que era una serie fascinante protagonizada por un tío raro con bufanda. Hoy ya sé que se trataba de Tom Baker, actor que encarnó al cuarto Doctor Who (al parecer es un ser que se puede regenerar cambiando su apariencia física, lo que facilitó la larga longevidad de la serie), pero entonces no sabía nada de todo esto. Mi yo de mediados de los 80 solo sabía que la serie del tío raro con bufanda era fascinante.
No hace mucho, visitando la página Horrorview, descubrí que se había editado una edición especial de Doctor Who: The Ark in Space. El título no me decía nada, pero al ver la cubierta del DVD inmediatamente volvió a mi cabeza la imagen del pobre desgraciado que contra su voluntad se transformaba en un insecto espacial. Tenía que hacerme con The Ark in Space sí o sí.
La nostalgia es algo maravilloso pero también puede ser muy peligrosa. ¿Y si el visionado actual de The Ark in Space de alguna forma destruía el fantástico (y traumático) recuerdo que había dejado en mi impresionable yo de no-recuerdo-exactamente-cuántos-años-tenía? Por suerte, no he madurado mucho más que cuando me tragaba todo lo que daban por la tele de pequeño, así que cuando me puse a ver el primero de los episodios de este arco, me vi transportado a otro mundo de forma casi inmediata. Solo ver esta cabecera ya se me hizo increíblemente evocadora de aquellas tardes de pan y nocilla:
Pero lo mejor de todo ha sido comprobar lo bien que se ha mantenido esta serie, independientemente del factor nostálgico. Pronto, cuando me vaya haciendo con toda la etapa de Tom Baker en Doctor Who (que es la que vi de pequeño y la única que me interesa), ya comprobaré si es así toda la serie, pero The Ark in Space es realmente una delicia para cualquier aficionado a la ciencia ficción.
La historia arranca cuando el Doctor y sus compañeros Sara Jane Smith (Elisabeth Sladen) y Harry Sullivan (Ian Marter) llegan en el TARDIS (una nave que se mueve por el espacio-tiempo que tiene la apariencia de una cabina telefónica) a una estación espacial de un lejano futuro. Al principio la estación parece abandonada, pero nuestros protagonistas pronto descubren que la tripulación de hecho se haya en un estado de hibernación. Una situación que han aprovechado los Wirrn, una raza insectoide extraterrestre, para alimentarse de ellos y usar sus cuerpos para prolongar la especie. El Doctor deberá impedir que los Wirrn destruyan lo que queda de la humanidad, refugiada en esta estación espacial tras una catástrofe solar que arrasó la Tierra.
Según cuenta el folleto que acompaña la edición en DVD, The Ark in Space (emitida originalmente en Inglaterra en enero y febrero de 1975) es una de las historias clásicas más apreciadas por los fans y está considerada como una de las mejores de la serie. Viéndola es fácil entender por qué. El guion de Robert Holmes resulta tenso y entretenido de principio a fin, incluso en la primera parte que consiste simplemente en los tres protagonistas explorando el arca espacial. Además, la dirección de Rodney Bennett consigue hacerte olvidar que estás viendo una serie de televisión rodada con un presupuesto muy bajo y te sumerjas completamente en la aventura. Sin embargo, esta edición en DVD incluye la posibilidad de ver la serie con nuevos efectos visuales en lugar de las frágiles maquetas de la época para aquellos que necesiten algo de ayuda en su suspensión de la incredulidad.
La historia no solo incorpora elementos clásicos de la ciencia ficción, son evidentes las influencias sobre ella de las aventuras del profesor Quatermass entre otros clásicos, también muestra escenas y momentos que se harían muy populares en el futuro. Por ejemplo, hay una escena en la que Sara se arrastra por unos estrechos túneles de ventilación por los que acechan las insectoides criaturas que parece muy influyente sobre otra escena parecida en Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979).
De modo que si podéis ver más allá de los rudimentarios efectos especiales y os dejáis llevar por el fantástico guion y unas no menos fantásticas interpretaciones, The Ark in Space puede ser perfectamente disfrutada como una película de ciencia ficción.
Con la serie Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer, 1997-2003) encarando su exitosa recta final, su creador Joss Whedon se embarcó en una nueva serie que se adentraba en la ciencia ficción de un modo muy "whedoniano": Firefly. La Fox decidió emitir la serie en un horario (en la TV americana) en el cual la mayoría de sus espectadores potenciales es posible que no la vieran y, no contenta con ello, decidió emitir los episodios desordenados. Por ejemplo, el episodio piloto en el que se presentaban a los personajes y quién era quién, se emitió hacia el final de la abortada primera temporada. Semejante maltrato obtuvo el resultado esperado: la serie se canceló antes de que terminara la primera y última temporada, emitiendo solo once de los 14 episodios rodados.
A pesar de su inmerecida suerte, la serie se ha ido ganando adeptos en sus ediciones en DVD y Blu-ray (la edición inglesa en Blu-ray de la serie completa está muy bien de precio y trae subtítulos en castellano). Firefly se ha convertido en otra serie de culto de ciencia ficción que fue cancelada antes de su hora, abortando el arco personal que había proyectado hacer Whedon.
Pero ¿de qué trata Firefly? El universo de la serie se sitúa en el lejano futuro. El capitán Malcolm "Mal" Reynolds (Nathan Fillion) hace lo que puede para mantener a flote su nave, la Serenity, y a su disfuncional tripulación. Las cosas se les complicarán cuando decida llevar como pasajeros al doctor Simon Tam (Sean Maher) y a su misteriosa hermana River (Summer Glau), ya que son fugitivos de la Alianza.
El objetivo de la serie, si hubiera seguido su curso natural, era mostrar el proceso de "humanización" del capitán Reynolds y cómo supera los traumas de la guerra (larga historia) y, por otro lado, cómo River consigue dominar sus muchos problemas. A pesar de que no se pudo conseguir este objetivo, los 14 episodios de Firefly resultan entretenidos, divertidos y muy interesantes al mostrar una faceta "adulta" de la ficción de Whedon, que no tiene nada que ver con los conflictos adolescentes de Buffy, cazavampiros. Como tampoco era una serie al estilo Perdidos (Lost, J.J. Abrams, Jeffrey Lieber, Damon Lindeloff, 2004-2010), se puede disfrutar aunque no haya un "final". Cuando la acabas de ver no te sientes colgado.
Personalmente, me gusta mucho la serie por la manera en que se mezcla ciencia ficción y western. Puede que esté ambientada en el futuro, pero los personajes y sus historias están pensadas para recordar al western clásico americano. Esta especie de "oeste espacial" está muy logrado y le da un toque original a la serie, aunque no era la primera vez que se llevara a cabo está mezcla (pero creo que en TV sí que era la primera vez). Además, los personajes están muy logrados, el reparto coral funciona. La mecánica Kaylee Frye (Jewel Staite) y el cafre semipsicópata Jayne Cobb (Adam Baldwin) son los personajes que más gracia me hacen.
Como he dicho antes, su fugaz pase televisivo bastó para crear una base de fans lo suficientemente fuerte y vocal como para que Whedon tuviera la oportunidad de, hasta cierto punto, cerrar la historia de Firefly en Serenity (Joss Whedon, 2005), una película que se estrenó con una suerte irregular en taquilla que hizo que se convirtiera en un film de culto basado en una serie de culto.
Serenity es una de esas películas en las que no me cabe en la cabeza que no arrasara en taquilla. Tiene unos diálogos ingeniosos y muy divertidos, buenas dosis de acción, personajes carismáticos, una historia interesante... Lo tenía todo para triunfar pero por alguna misteriosa razón no fue así.
Si bien el aspecto western de la serie está más diluido en el film, Serenity es una estupenda cinta de aventuras espaciales que nos presenta a la tripulación de Mal sobreviviendo como puede a la sombra de las autoridades. Cuando están cobrando su último "trabajo" algo sucede: de algún modo, las cualidades de asesina guerrera de River son activadas. Lo cual significa que la Alianza está dispuesta a todo para impedir que sus sucios secretos salgan a la luz.
No hace falta haber visto la serie para disfrutar de la película. Lo sé porque yo la vi cuando no sabía nada de Firefly y me gustó tanto la película que me llevó a la serie. Por desgracia, la película no triunfó lo suficiente como para que la serie volviera a emitirse o para que se hicieran algunas continuaciones. Pero tanto la serie como la película son muy queridas por sus seguidores y, también, por aquellos que trabajaron en ella: Nathan Fillion ha incluido varias referencias a Firefly en la serie Castle (Andrew W. Marlowe, 2009-actualidad). Pero tal es el destino de las series y películas de culto: no ser apreciadas en su momento.
Recomiendo a todo aquel que no la haya visto la serie y la película, aprovechando que ambas se encuentran fácilmente y muy bien de precio.