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17 oct 2023

Black Magic Rites (Riti, magie nere e segrete orge nel Trecento...)


 

Hacia tiempo que una película no me ponía el cerebro del revés como esta delirante y alucinante película dirigida por Renato Polselli. Black Magic Rites aka The Reincarnation of Isabel (Riti, magie nere e segrete orge nel Trecento..., 1973) desafía cualquier intento de explicación, pero, como el protagonista de un cuento de H. P. Lovecraft, intentaré poner en palabras lo indescriptible.

Puede que el impacto que tuvo sobre mí esta película se debiera a que no sabía lo que iba a ver. En una newsletter vi que se editaba una versión limitada de Black Magic Rites, una película de la que no había oído hablar y que desconocía completamente, lo cual siempre despierta mi interés. La compré sin saber poco más que el título y la sinopsis de la compañía que la editaba, guiándome por la intuición. Mi sentido arácnido se había activado con este título, así que me dejé llevar. Antes de que se editara -la edición se retrasó un tiempo por diversos problemas- compré de Vinegar Syndrome la edición en Blu-ray de Delirium (Delirio caldo, Renato Poselli, 1972). Una compra que también hice guiándome por la intuición, con muy satisfactorios resultados. Delirio caldo es un giallo atípico y, como dice el título, delirante. En los extras supe que Renato Poselli también había dirigido Black Magic Rites, así que mi interés por ella aumentó, pero todavía no tenía ni idea de lo que se iba a meter en casa.

Empecé a ver el film con la idea que sería algo parecido a Delirio caldo, muy personal, algo insana y bastante demente, pero siguiendo un argumento más o menos reconocible. Y sobre el papel, la historia de Black Magic Rites resultará bastante familiar al aficionado al género. Una bruja es quemada en la hoguera en el siglo XIV y, en el presente, sus fieles quieren resucitarla mediante sacrificios humanos y la reencarnación física de la bruja. Pero solo se llega a desentrañar este argumento tras ir navegando los 98 minutos de asalto visual que lanza Poselli contra el espectador. Los seguidores de Isabella, interpretada por la bella Rita Calderoni (una de las pocas actrices cuyo personaje se puede identificar, el film tampoco se molesta en presentaciones, y solo porque también aparece en Delirio caldo, como el resto del reparto que se puede identificar), se descubre que son vampiros. Uno de ellos, el conde Drácula. Pero también forman un culto satánico. La linea entre realidad y sueño se borra por completo, extrañas escenas se suceden una tras otra, lo raro domina la pantalla. Uno de los personajes advierte que no se ha de intentar encontrarle sentido a nada de lo que sucede. Así que lo mejor es dejarse llevar por este festival alucinatorio salpicado de escenas de comedia italiana, que el director introduce por si tenías la tentación de tomarte la película demasiado en serio. Poselli también se esfuerza en eliminar cualquier escena o diálogo que pudiese explicar lo que sucede, no tiene piedad en su ataque al espectador.

Lo que hace doblemente valiosa esta película es la completa ausencia de pretensiones por parte del director. Llena el film de elementos propios de la exploitation: abundantes desnudos gratuitos, sáficos encuentros y generosas dosis de sangre y violencia. El resultado es una mezcla imposible de una ejecución propia del cine experimental de autor con los elementos propios del cine comercial más morboso. Incluso resulta extraño (y engañoso) el título original italiano, que se podría traducir como Ritos, magia negra y orgías secretas en el siglo XIV, que es un intento de aprovechar el éxito de las comedias históricas producidas a raíz del éxito de El decamerón (Il Decameron, Pier Paolo Pasolini, 1971). ¿Por qué no utilizar un título más propio del cine de terror o que por lo menos diese alguna pista de qué trata la película? Quién sabe. Lo importante es que nos encontramos ante un film consistentemente demencial y entretenido, lleno de mágica anarquía y erotismo de feria, como lo que hacía Jesús Franco pero sin el aburrimiento. Una película que, buscando el éxito comercial utilizando los elementos más básicos (sexo y violencia), acaba siendo más radical y experimental que el más respetado cine de autor.

En un primer momento, la película fue prohibida por la censura italiana por ser "una prolija y confusa serie de sádicas escenas cuyo objetivo, mediante la mezcla de extrema crueldad y erotismo degenerado, es incitar los instintos sexuales más bajos". En otras palabras, fue rechazada por todo aquello que la hace memorable. Esta película es toda una experiencia que desafía los sentidos y que recomiendo a todos aquellos que quieran ver algo realmente distinto y diferente.

5 feb 2015

Bob Esponja, un héroe fuera del agua (The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water)

Aquí tenéis mi crítica de la grandiosa épica Bob Esponja, un héroe fuera del agua (The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water, Paul Tibbitt, 2015). La podéis leer en Underbrain Mgz clicando aquí:


Si tras leer la crítica todavía no estáis convencidos, solo puedo añadir que ver esta película es lo más cerca de un delirante y divertidísimo viaje de ácido que podéis estar sin tomar uno.


9 abr 2014

El extraño color de las lágrimas de tu cuerpo (L'etrange couleur des larmes de ton corps)

Hélène Cattet y Bruno Forzani de nuevo al ataque. Escenas oníricas salidas de una portada de Pink Floyd, fetichismo y mil cosas más en este nuevo asalto a los sentidos de la pareja de directores fanáticos del giallo. Leed mi extensa crítica en:


The Strange Colour of Your Body's Tears (L'étrange couleur des larmes de ton corps). Vuestros sentidos puede que no lo soporten.


28 nov 2013

Memoria/Las bestias no se miran al espejo

Memoria aka Las bestias no se miran al espejo (Francisco Macián, 1978) es una rareza de la que no había oído hablar nunca hasta que la descubrí en el blog No hija, no, donde hacen visibles esta y otras rarezas del cine español que de otro modo seguirían invisibles.

Memoria es una curiosa y extraña cinta de ciencia ficción con toques de cine experimental psicodélico. Se reflexiona sobre la naturaleza del ser humano y dónde se encuentra la esencia de nuestra personalidad; se hace una nada sutil apología de las drogas y se deja al espectador ojiplático gracias a diversas secuencias psicotrónicas y delirantes (de esas que siempre sirven de excusa para alegrar la vista del espectador con un poco de T&C).

Con un look que recuerda al de THX 1138 (George Lucas, 1971), el film está ambientado en el lejano tercer milenio. La ultrasofisticada y tecnificada (y por tanto fría) sociedad de entonces busca encontrar la manera de trasladar la memoria de los fallecidos a cuerpos enfermos de personas sin actividad cerebral, logrando así una pseudoinmortalidad (al menos eso es lo que me pareció entender). El profesor Ulop (Fernando Sancho), que es el encargado de esta investigación, descubre que la única manera de que el cuerpo recipiente y la memoria insertada puedan unirse satisfactoriamente es mediante el uso de una droga, la B2. Sin embargo, el uso de drogas psicotrópicas está prohibido por el consejo. Es entonces que Ulop decide seguir el experimento por su cuenta y las cosas se tuercen a partir de ahí.

Ver esta bizarra película me provocó las mismas sensaciones que tengo al leer cómics europeos de ciencia ficción de finales de los 60 y los años 70. La misma mezcla de reflexiones filosóficas, humor, erotismo, fantástica imaginería y delirio general. Como por ejemplo Aghardi de Enric Sió. Esta extraña mezcla de elementos en la película da a lugar a diálogos un poco absurdos ("me comporto como un científico, pero soy solo un ser humano"), diversa información sobre el cerebro, una trama clásica de ciencia ficción y experimentaciones visuales varias.

En otras palabras: mucha diversión. Este es el tipo de bizarrada que te alegra la vista y las neuronas con su desatada psicotronia. Es el tipo de film que te sumerge, el tipo de film que cuando se acaba tienes la sensación de haber tomado tu la B2, aunque la calidad de imagen no es muy buena.

Si tenéis curiosidad por verla, ya que no está editada en DVD ni se encuentra fácilmente de otra manera, os remito al blog que he mencionado al principio de este artículo.

29 nov 2012

Holy Motors


La gran mayoría de la crítica profesional califica Holy Motors (Leos Carax, 2012) de homenaje al cine, dice que este film tiene como centro el cine, las películas. Para el actor que lo protagoniza, Denis Lavant, Holy Motors trata sobre el trabajo del actor, sobre el arte de meterse en la piel de diversos personajes y hacerlos reales. Para mí, este film trata sobre el cine (hay múltiples referencias cinematográficas), trata sobre ser actor, pero también trata sobre otras muchas cosas que van más allá.

Repito, lo que voy a decir a continuación es lo que la película fue para mí. Cada persona que vea esta película supongo que verá cosas distintas, detalles que me han pasado desapercibidos (y viceversa), ya que es una película-espejo, en la que cada uno ve reflejadas distintas cosas.

Este film me ha hecho reflexionar sobre la identidad. O, más bien, en como adoptamos distintas identidades en nuestro entorno. En diferentes ambientes adoptamos distintas maneras de actuar, que forman parte de nosotros mismos y son todas verdaderas. Carax nos presenta un hipotético futuro en el cual casi todo el mundo parece implicado en una especie de sistema que crea diferentes momentos dramáticos. Así, aunque a lo largo del film nos centramos en el señor Oscar (Lavant) y las diferentes citas que tiene en un día, queda claro que prácticamente la mayoría de las personas llevan a cabo el mismo "trabajo", todos están envueltos en su propia película, como nosotros.

Este futuro de Carax parece hambriento de drama, de ficción. Toda la ciudad parece ser un gigantesco reality, todo el mundo es observado por cámaras invisibles. ¿Y quiénes son los espectadores? Por momentos el director parece llevarnos por la vida secreta de los personajes que vemos en las pantallas. Personajes casi inmortales, que mueren una y otra vez. Sobre esto hay un pequeño detalle que me llamó la atención, un momento en el que el protagonista pasea por un cementerio y en las lápidas se puede leer: "visita mi página web" seguido de la dirección de la página del difunto.

Todo es ficción, todo el mundo interpreta un papel, incluso las blancas limusinas que conducen a los "intérpretes" de cita en cita. Pero las emociones son reales. El objetivo de estas performance parece ser sentir unas emociones, experimentar un drama, que solo es posible a través de la ficción.

En definitiva, Holy Motors es uno de los filmes más importantes de este año. Una maravilla simplemente en términos visuales, llena de momentos icónicos. La revelación de qué/quiénes son los motores sagrados puede dar inicio a largas discusiones que posiblemente se vayan por distintas ramas y no sepáis bien, bien cómo empezó la conversación. Un film fantástico en género y naturaleza que trata prácticamente todos los géneros. Verlo es disfrutarlo.


30 oct 2012

El Cinéfago presenta su Megatraumático Maratón de Halloween

Lectores y lectoras, os presento aquí con no poco orgullo mi personal maratón de películas de terror de Halloween. Se trata de una sugerencia, que podéis seguir o no, aunque, igual que cuando se graba (o grababa) un cinta de música para una persona o cosa que te gusta o atrae por sus suéteres ajustados, el orden en que están puestas las películas no es azaroso. También hay que considerar que soy una persona de contrastes y me gusta variar bastante, así que encontraréis tipos muy diferentes de películas. Como siempre, podéis clicar en los títulos para una mayor información. Calculo una hora de inicio hacia las 16:00 h.

El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980): El descubrimiento de la versión original americana fue toda una revelación para mí, que nunca me gustó la versión europea. ¿Y qué mejor manera de iniciar un maratón de cine de terror que con un clásico del cine de terror? Tengo unas ganas terribles de ver el documental Room 237 (Rodney Ascher, 2012) sobre este film.



Return to Horror High (Bill Froehlich, 1987): Nada como algo un poco más ligero para despejarse tras el film de Kubrick. Y nada mejor para ello que esta mezcla de comedia y terror metalingüística sobre lo que le sucede a un equipo de rodaje que filma una película sobre los asesinatos que sucedieron en un instituto, usando como localización ese mismo instituto.



Viernes 13, parte V (Friday the 13th Part V: A New Beginning, Danny Steinman, 1985): Es posible que muchos se queden un poco extrañados ante esta elección. Es decir, si vas a poner una película de Viernes 13 ¿por qué no la original? Bueno, es cierto que esta película es bastante despreciada por los fans, al no contar con Jason Voorhees (tras matarlo en la cuarta, el plan era sustituirlo con un nuevo asesino enmascarado). También es cierto que mis favoritas de la saga son la 1, la 2 y la 6. Así que ¿por qué esta entrega en particular? Pues porque cuando te lo miras simplemente como un film slasher, lo cierto es que está bastante bien. Se aleja de la fórmula ya trillada empleada en las anteriores películas y aparecen personajes interesantes, además de ser bastante divertida. Y, por último, simplemente mencionar que ¡OhdiosmíoDebiSueVoorheesesunadiosahechacarne!



Vagina Dentata (Teeth, Mitchell Lichtenstein, 2007): A pesar del estúpidamente explícito título castellano, este es un film de terror bastante inteligente y bien realizado, que trata sobre la represión y el miedo al sexo pero también sobre su aceptación y descubrimiento.



Interludio: Es el momento de saborear unas cuantas castañas calientes y unos panellets (de chocolate y coco para mí) con una selección de episodios de Historias de la cripta (Tales from the Crypt, 1989-1996):

T1-EP2: And All Through the House, dirigido por Robert Zemeckis.
T3-EP3: Carrion Death, dirigido por Steven E. de Souza
T4-EP6: What's Cookin', dirigido por Gilbert Adler



Poltergeist (Fenómenos Extraños) (Poltergeist, Tobe Hooper, 1982): Otra de esas películas que te alucina que en su momento fueran calificadas para todos los públicos. Normalmente, cuando una película tiene una historia conflictiva tras las cámaras como esta, el resultado final no suele ser muy bueno, pero hay que admitir que esta película se ha convertido en un clásico. Tiene la brillante idea de convertir lo cotidiano en aterrador (algo que Stephen King y John Carpenter habían iniciado) y tiene un interesante subtexto feminista.



House (Hausu, Nobuhiko Ôbayashi, 1977): Tras un film racional de casa encantada como Poltergeist, nada mejor que esta delirante, poética y flipante película que, por increíble que parezca, se inspiró en Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).



Slither: La plaga (Slither, James Gunn, 2006): Hace nada leí un artículo sobre este film que empezaba diciendo que los fans del cine de terror se quejan continuamente de que no se les ofrece nada nuevo, de que las películas actuales que se estrenan de terror son siempre más de lo mismo y nada originales pero que cuando se estrena una que sí lo es, nadie va a verla. Como le pasó a La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982) y como le pasó a esta película. No es que Slither esté a la altura del clásico de Carpenter, pero es una película soberbia que en su momento pasó desapercibida.



Amer (Hélène Cattet, Bruno Forzani, 2009): ¿Cine casi experimental en un maratón de Halloween? ¡Claro que sí! Esta recreación de la estética giallo proporciona al espectador un tour de force visual y sensorial difícil de superar. Por su trama puede que resulte especialmente interesante a las lectoras.



Magia negra (Baba Yaga, Corrado Farina, 1973): Concluimos, como no podía ser de otra manera, con una de mis películas favoritas. Una adaptación del cómic de Guido Crepax adelantada a su tiempo, erótica, misteriosa y absorbente. Una obra maestra. Importante, la versión a la que me refiero es el montaje del director (editado por Shameless hace unos años) con el audio italiano, no la doblada al inglés.

12 jun 2012

Rubber

 
Puedo entender perfectamente que haya personas que odien esta película, que les parezca simplemente mala, una abominación sin pies ni cabeza. Es posible que piensen eso de ella por las mismas razones que a mí me gustó y me hizo reír. Rubber (Quentin Dupieux, 2010) es una comedia absurda naturalista con toques de terror, sangre y violencia que gira en torno a una rueda asesina que se dedica a rodar por el desierto y matar todo aquello que se le pone por delante. Y además es francesa, o sea que es como Amelie (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, Jean-Pierre Jeunet, 2001) pero con cabezas que explotan (cosa que, si me preguntáis, habría hecho mucho más disfrutable Amelie).

Damas y caballeros, la película que van a ver es un homenaje a la "por ninguna razón", la más poderosa característica del estilo. Con estas palabras concluye un divertido discurso que ofrece uno de los personajes, el teniente Chad (Stephen Spinella), al principio del film. Una declaración de intenciones en toda regla y una invitación al espectador para que no busque ninguna justificación a los absurdos eventos que empezarán a tener lugar a partir de ese momento. Pero, a pesar de todo, no todo es absurdo por absurdo, y el argumento de Rubber contiene diversos elementos que la hacen interesante, ya sea desde una perspectiva puramente metalingüística o como simple elemento narrativo. Es posible que estas lecturas más allá de lo que sucede en pantalla se deban simplemente a un defecto de fábrica del que esto escribe, la horrible tendencia a ver más cosas de las que realmente hay en lo que veo.

¿Sabéis qué os digo? Y qué. Si estoy viendo más de lo que hay, pues estoy viendo más de lo que hay, esto no va a hacer que disfrute menos la película.

A lo que me refiero con tantos circunloquios (parece que también tengo problemas en ir directamente al grano), es que al principio del film se nos presentan una serie de "espectadores". Un grupo de gente que se ha reunido en algún lugar del desierto para, mediante unos prismáticos, ver la película que nosotros, desde la comodidad del hogar, también vamos a ver. En un principio parece que este público va a actuar como una especie de coro griego, comentando lo que va sucediendo. Pero muy pronto su historia se mezcla con lo que en un principio parecía una película-dentro-de la película, convirtiéndose todo en la misma historia.

La manera en que ambas líneas parecen converger hace que uno piense si Dupieux quería hacer un comentario sobre la relación entre público y cineastas. Por supuesto, cuando uno recuerda el discurso con el que se abre la película tiende a desechar cualquier interpretación que no sea "una rueda toma conciencia de si misma y empieza a matar gente con la fuerza de su mente". Pero la película está tan llena de elementos curiosos e interesantes que se hace irresistible buscarle interpretaciones que vayan más allá de lo que se ve.

Lo que me lleva a pensar si uno ha de tener en cuenta las intenciones del director a la hora de ver una película. Es decir, Dupieux se vio atraído por el aspecto visual y no parece que quisiera hacer nada más que una comedia absurda. ¿Significa eso que si un espectador, yo mismo, ve algo más bajo la superficie de las imágenes del film debería callárselo? Parece bastante obvio que no lo creo. Eso no quiere decir que en ocasiones se pueda interpretar en exceso, especialmente con películas filmadas hace 40 o 50 años que se analizan desde una perspectiva que no corresponde a la del momento en que fueron hechas.
 
Pero, por ejemplo, el plano final que no revelaré de esta película me llevó a pensar en una alegoría que hacía referencia a como el cine independiente acabaría por devorar el cine de Hollywood. Sin embargo, en una entrevista incluida en la edición en Blu-ray, entrevista realizada al director por un muñeco hinchable de plástico y en la que las respuestas del director van al revés (es decir, como si hicieras sonar un disco de los Beatles al revés buscando mensajes satánicos), dice que la imagen que cierra la película no era más que una manera de acabarla, ya que no se le había ocurrido ningún final y le gustaba estéticamente.

Puede que sea cierto que el director simplemente cogió una imagen que le gustaba y le resultaba atractiva, pero no es menos cierto que se puede utilizar esa imagen como la alegoría que he mencionado, independientemente de lo que quisiera hacer el director.
 

Hay una generación que se vio marcada por Mazinger Z (Majingâ Zetto, 1972-1974). Hay una generación que se vio marcada por El cuento de Heidi (Arupusu no shôjo Haiji, 1974) y Marco (Haha wo tazunete sanzenri, 1976). En mi caso, en lo que respecta Catalunya, una de las series que nos marcó de jovencitos a finales de los 80 fue Dr. Slump (Dokutâ Suranpu, 1981-1986), una serie de animación japonesa que emitía la televisión autonómica y que se caracterizaba por su surrealista humor y su delirante ambientación. Tal vez sea la influencia de Dr. Slump la que haya hecho que Rubber me resulte tan divertida en su absurdidad.

Y sin venir a cuento (atención a partir del minuto 12, sorprende lo que nos ponían de pequeños):

Hay mucho que disfrutar en Rubber, como la ambientación en el desierto, gente a la que le explota la cabeza y Roxane Mesquida, cuyo acento francés le da puntos en sexydad. Las interpretaciones encajan perfectamente en el tono surrealista de la película, dándole verosimilitud al peculiar universo que nos presenta Dupieux. Además, el director llena la película con grandes imágenes, haciendo gala de un fantástico estilo visual. Normalmente no me gustan las películas que son puro estilo, pero este caso es una excepción. Además de que, repito, me he reído mucho viéndola.

Resumiendo, Rubber es una comedia absurda y surrealista en la cual si uno se deja llevar se lo puede pasar muy bien. Además de los elementos visuales, uno puede encontrar otros hallazgos que convierten esta película en algo interesante más allá de la premisa, que de por si ya es bastante curiosa.

28 may 2012

Una peli sobre una cama asesina. En serio.


Death Bed: The Bed That Eats es una película escrita y dirigida por George Barry que, aunque fue realizada en 1972 y se hizo una copia en 1977, no vio la luz del dia hasta el 2003, via DVD, distribuida por Cult Epics.

La película, como indica su título, trata sobre una cama asesina. Pero no se trata de una comedia de terror o una película erótica con toques sobrenaturales ni nada por el estilo, eso habría sido por lo menos divertido. El director nos cuenta su historia como un film de autor, puro cine artístico. Eso no quiere decir, claro, que Barry fuera alguien artístico o con talento.

Todos los interpretes del film nos regalan una atroz actuación, la dirección es torpe, además de ser lenta (y sólo dura 77 minutos), pero los elementos que se nos presentan son tan bizarros que la película no deja de ser interesante, aunque sólo sea por averiguar cuál será el siguiente toque absurdo con que nos sorprenderá el director.

La película se divide en cuatro partes: desayuno, almuerzo, comida y cena (o sus equivalentes americanos). Durante cada episodio vemos como la cama asesina se va merendando a los incautos que duermen en ella. Además, la cama tiene varias habilidades especiales, como provocar pesadillas a aquellos que duermen en ella, usar sus sábanas como brazos y poderes telequinéticos para cerrar puertas a distancia y cosas así. Como narrador del film tenemos a una de las víctimas de la cama, resucitada y atrapada en un limbo tras uno de los cuadros que pintó en vida desde el cual observa todo lo que sucede en la habitación.

Cuando no asistimos a la devoración de algún personaje, se nos narra cómo nació la cama y todo lo que ha ido haciendo hasta entonces. Esta parte de la película es más absurda y delirante que lo que sucede en el presente, que no es poco. Es también durante estas partes donde se nos regala algún toque de humor, aunque no estoy seguro que lo que más me hizo gracia fuera intencionado: un mafioso dispara una pistola pero sólo lo oímos, de la pistola no sale ni humo ni nada.

Death Bed no es una buena película, pero resulta tan extraña y bizarra que vale la pena verla por lo menos una vez. Os dejo con el divertido comentario que hizo sobre ella The Cinema Snob.

2 feb 2012

O la amas, o la odias.


Fantástica, perturbadora, romántica, poética, histérica, polémica, morbosa, intensa, política, delirante, satírica... Todo eso y mucho más es La posesión (Possession, Andrej Zulawski, 1981).

La extraña y demente historia de La posesión surge cuando, en 1977, Andrej Zulawski se encontraba en Polonia rodando Na srebrnym globie -"en la esfera plateada"-, un épico film de ciencia-ficción. El ministerio de cine decidió que esta película era inaceptable social y políticamente (se encontraban bajo el régimen comunista) y detuvo de inmediato la producción. Zulawski se vio súbitamente puesto en una lista negra que le impedía trabajar, no sólo en el cine, ni siquiera como tendero. Desesperado, mientras recorría las calles de Varsovia, se le ocurrió la historia de una mujer aparentemente normal y sencilla que en un apartemento de su casa mantiene un horror indescriptible. La historia se veía cargada de la desesperación que sentía entonces el director, mezclada con eventos de su vida personal (su mujer le había dejado).

Gracias a un amigo productor, Zulawski sale de Polonia y acaba en Nueva York, trabajando en el guion de La posesión con la ayuda del escritor americano Frederic Tuten, que también pulía el inglés escrito del director (ésta sería la única película de Zulawski, hasta la fecha, rodada en inglés). A pesar de algún problema de financiación (productores que desaparecen -literalmente- y cosas así), la productora Marie-Laure Reyre consigue que se ponga en marcha el rodaje, que tendría lugar en el Berlín divido por el muro por insistencia de Zulawski, ya que quería reflejar por la localización los aspectos políticos que habían originado la historia.

Mark (Sam Neill) vuelve a casa tras terminar su misterioso trabajo y descubre que su mujer Anna (Isabelle Adjani) quiere dejarle porque prefiere el amor de su amante. Desesperado, Mark intenta recuperar a Anna, pero no hay manera, la superioridad del amante es incuestionable. Lo que Mark no sabe es que la naturaleza de su amante no es exactamente humana. Y a partir de aquí, la película se vuelve realmente extraña.

La distribuidora americana recortó media hora de película y la reeditó en un intento de convertirla en una película de terror "normal". Fue un fracaso absoluto, por supuesto. Evitad esta versión truncada a toda costa.

Este verano iba en el metro hacia el centro, ya que había quedado con unas amistades. En una de las paradas subió una pareja discutiendo en voz alta. Llegó un momento en que él dejaba de contestar y miraba ausente hacia la nada, mientras ella al borde de las lágrimas intentaba razonar con él. El resto de los que estábamos en el vagón intentábamos fingir que no nos interesaba la discusión pero sin perdernos detalle. Yo también experimenté cierta incomodidad, saber que no debería estar mirando pero mirando de todas maneras.

Hay partes de La posesión que se parecen bastante a esta experiencia. La intensidad de Adjani y Neill ponen en sus discusiones de pareja le otorgan un inquietante realismo a un film bastante surrealista.

Ésta es una de esas películas que no deja indiferente: o la amas, o la odias. A continuación intentaré explicar de forma más o menos coherente por qué me gustó esta especie de mezcla entre William S. Burroughs y H. P. Lovecraft en ácido.

Una de las cosas que primero me llamó la atención es la extrañeza que domina toda la película. Berlín está representada como una ciudad desolada y vacía, un poco como la Roma de Tenebre (Dario Argento, 1982). Otro elemento que enfatiza esta extrañeza es la mezcla de acentos de las personas que viven en esta peculiar Berlín. A los acentos alemanes de algunos ciudadanos, se mezcla el australiano de Neill y el curioso acento de Adjani, producto de la mezcla de nacionalidades, que es imposible de colocar y contribuye a la curiosa naturaleza de su (doble) personaje. Esta mezcla parece incidir en el tema de las divisiones que forma parte de la temática de la película.

En el film hay también elementos satíricos. Una escena al principio parece una parodia del cine de espías, así como el personaje de Heinrich (Heinz Bennet), un ex amante humano de Anna, es una burla de la mentalidad New Age de los 70. Estos toques, así como otras exageraciones y detalles, contribuyen, para mí, a hacerla más digerible. Como los toques de humor que ponía David Lynch en sus películas.

Aunque la primera parte del film parece un drama, histérico y excesivamente intenso pero drama, sobre un hombre abandonado por su esposa y la incapacidad de éste para aceptarlo más o menos normal, ya se introducen pequeños detalles y situaciones que te indican que esto puede ser muchas cosas, pero desde luego no es "normal" ("¿y qué es normal?" es la pregunta manida y tópica que se introduce habitualmente tras una frase así). Por supuesto, la segunda y bizarra parte, a partir de que se introduce el monstruoso amante de Anna, la película es cuando más me hace disfrutar, añadiendo elementos y situaciones cada vez más surrealistas, hasta una parte final que te deja ojiplático en extremo. O como decimos en Catalunya: frepat, corprès i esmaperdut.

La efectividad de la película, además de al talento de Zulawski, le debe mucho a la interpretación del triángulo protagonista. Isabelle Adjani destaca con un papel muy intenso, que abarca casi todo el espectro de las emociones: desde la tranquilidad y la cordura al más salvaje histerismo y locura, pasando por la increíble escena en la cual es "poseída". Sam Neill hace gala de su talento para interpretar personajes oscuros y no muy mentalmente estables, manteniéndose en sintonía con Adjani. Finalmente, el tercer vértice del triángulo amoroso, la criatura (o criaturas, ya que va evolucionando) creada por el maestro en efectos especiales Carlo Rambaldi, creador de ET, que cumple su objetivo de crear algo que te deja preguntándote "¿pero qué rediantres es eso?".

Una nota final. En las entrevistas que se le hacen a Zulawski sobre esta película, casi siempre surge la cuestión de por qué adoptó el género de terror a la hora de contar su historia. La pregunta implica que un director serio no se habría de rebajar a trabajar en un género tan bajo, cosa que Zulawski justifica hablando sobre las diferentes máscaras que se adoptan a la hora de narrar y que si es una excusa o diciendo simplemente que no es una película de terror. Bueno, como cinéfago (desde luego, no soy un cinéfilo que quede claro) no creo que haya buenos o malos géneros, géneros respetables o géneros "de clase baja". Todo depende de lo que hagan los autores del film. Una película de terror (o una comedia, o un drama) no es mediocre o mala porque sea de terror, lo es porque tiene un director/guion mediocre o malo. La etiqueta del género sirve simplemente, desde mi punto de vista, para clasificarla dentro de una tradición y, por comparación, ver si sigue esa tradición o la rompe o la innova o pasa completamente de ella, no me dice nada a priori sobre la calidad intrínseca del film en cuestión.

En conclusión, La posesión me parece un film absolutamente genial sobre el cual se descubren nuevas cosas cada vez que se ve. Uno de esos filmes que desafía al espectador a encontrarle una explicación coherente y lógica. A mí me gustó mucho, pero es posible que muchos la odiéis. Claro que sólo lo sabréis una vez la hayáis visto.

16 ene 2012

Niños y niñas, no hagáis esto en casa


No fumo, ni bebo, ni siquiera tomo café y nunca he experimentado con las drogas recreacionales. Tras ver The Acid Eaters (B. Ron Elliott -alias de Byron Mabe-, 1968), ni falta que me hace.

A finales de los 60 aparece la llamada cultura de las drogas, que utiliza el LSD y otras drogas alucinógenas como manera de expandir los horizontes de la mente y llegar a otros planos de la realidad. Y así los viajes de ácido empiezan a hacerse populares dentro de los círculos alternativos. Si bien Hollywood no tocaría ni con un palo de 5 metros una temática de tan mal gusto; los cineastas independientes, alternativos y underground, así como los distribuidores y productores que se dedicaban a la exploitation no tenían los mismos prejuicios, por suerte para nosotros.

Dentro de este cine psicodélico nos encontramos con dos tipos de filmes. Primero tenemos películas como The Trip (Roger Corman, 1967), hecha "desde dentro". Es decir, Jack Nicholson, guionista, y Peter Fonda, protagonista, eran "consumidores" y, en aquella época, se movían en los ambientes que aparecen representados en la película. Fonda interpreta a Paul Groves, un ejecutivo televisivo que en medio de una crisis personal decide emprender un viaje y no a Benidorm, precisamente, sino un viaje de ácido. El resto del film se dedica a mostrar sus experiencias interiores y exteriores.


Mientras que The Trip es un intento sincero -si bien algo ingenuo- de representar un viaje de LSD y la cultura que había alrededor de esta droga, nos encontramos en segundo lugar con películas como The Acid Eaters echas por gente conocía sólo de oídas todo este mundo y cuyo único interés era ganar dinero "explotando" un tema polémico y popular entonces. Pero para lo que nos interesa, no son tan diferentes, ambas estan llenas de delirantes alucinaciones y resultan igualmente curiosas e interesantes como retrato de una época que ya ha pasado.

The Acid Eaters se cuenta desde el punto de vista de los comedores de ácido que la protagonizan: oficinistas, un pintor y trabajadores diversos que se reúnen al acabar la jornada laboral. Como se explica desde una perspectiva "dopada", la película roza el cine experimental, acumulando escenas absurdas y diálogos inconsecuentes y proporcionando ilimitada diversión al espectador. Bueno, "ilimitada" durante una hora y dos minutos, que es lo que dura la película.

Dejando de lado el realismo o naturalismo, la película es una larga alucinación llena de gags absurdos, chicas en topless y música non-stop. Entre la psicodelia y lo kitsch, la película avanza y el espectador se queda ojiplático, hasta que llega el momento álgido del film en el cual los protagonistas encuentran una pirámide enorme de LSD en mitad del campo y entran en ella. Aquí el surrealismo (tanto el intencionado como el que no) que impregna el film resulta a un mismo tiempo sorprendente y divertidísimo.

La bailarina y actriz Pat Barrington que participó en The Acid Eaters usando el nombre Camille Grant.

Prácticamente todos los que participaron en la película, delante y detrás de la cámara, usaron pseudónimos. No sé si los actores y actrices lo hicieron por miedo a que perjudicara su futura carrera, aunque teniendo en cuenta lo malas que son las interpretaciones no creo que hubiera pasado nada si hubieran usado sus nombres reales. De hecho, las interpretaciones son tan malas que sorprende descubrir aquí y allá algún momento de autenticidad en el que la cámara capta reacciones de los actores que no forman parte de ninguna interpretación sino que son reales. Vamos, que en algunas escenas se les escapa la risa a los actores.
El único rostro, por no decir otra cosa menos elegante, más o menos reconocible es el de Pat Barrington, que protagoniza uno de los momentos más delirantes del film: en un escenario y fondo negro, la vemos bailar en topless alrededor de un hombre tocando unos tambores, hasta que llega un momento en que uno de los tambores cae al suelo y el hombre sigue imperturbable tocando el tambor que queda con una sola mano mientras Pat sigue bailando ajena a todo. Al cabo de un momento el hombre recoge el tambor del suelo y sigue tocando como si aquí no hubiera pasado nada. Mientras, en la banda sonora suena un canción que, obviamente, no tiene nada que ver con lo que está tocando este hombre.

En definitiva, The Acid Eaters es una comedia surrealista y alucinógena, un descacharrante viaje psicodélico que no deja de sorprender y no aburre en ningún momento. Una joya de la exploitation más demente que hará disfrutar al espectador de este tipo de cine enormemente.

1 mar 2011

Amer



El cine de arte y ensayo y el giallo se dan la mano en esta increíble película francesa escrita y dirigida por Hélène Cattet y Bruno Forzani.

Amer (2009) nos cuenta la historia de Ana, una historia llena de oscuros deseos y tremendo erotismo, mostrando tres momentos de su vida: de niña, de adolescente y como mujer adulta. El fragmento que transcurre durante su infancia está cargado de elementos mágicos y sobrenaturales, para contar la perplejidad y el miedo que pueden provocar el sexo en un infante; el fragmento que transcurre durante su adolescencia bulle de erotismo y cada momento está cargado de una potente sensualidad que parece a punto de explotar en cualquier momento; el fragmento que transcurre durante su etapa adulta muestra el resultado de sus frustraciones y miedos y lo que provocan sus traumas.

Sin embargo, lo que hace destacar Amer por encima de otras películas de temática parecida es que nos cuenta su historia usando las claves visuales del giallo, formando así una pieza que homenajea este género al mismo tiempo que subvierte sus tópicos. Varios de los títulos a los cuales Amer hace referencia visual o musical (la banda sonora está compuesta por varios temas sacados de las bandas sonoras de diversos gialli -plural de giallo-) los podéis encontrar comentados bajo la etiqueta "giallo" a vuestra derecha.


No es ningún secreto que soy un apasionado de la exploitation de los setenta. Especialmente de las coproducciones europeas que se hicieron durante esa década, producidas entre Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y España, a veces sólo dos de estos países, a veces tres, a veces todos. Y sobretodo de los gialli que se produjeron en los setenta. La razón es bien sencilla, como explica el propio Bruno Forzani en una entrevista: es durante esta década que los directores se dedican a experimentar con la forma narrativa, creando espectáculos visuales arrebatadores, a veces a costa de unas tramas excesivamente enrevesadas o no demasiado lógicas, creando una mezcla perfecta entre el cine de entretenimiento y el cine artístico. Aunque los primeros ejemplos del género tienen lugar en los sesenta, cortesía de Mario Bava, en realidad el género tal y como se entiende en la actualidad nace visualmente en la primera película (y primera obra maestra) de Dario Argento El pájaro de las plumas de cristal (L'uccello dalle piume di cristallo, 1970).

El impacto del film de Argento provoca que desde 1970 y hasta, aproximadamente, 1977 se produjeran una serie de películas que si bien su argumento las enclavaba dentro de lo que sería el cine policial o de intriga, su estilo visual barroco, tratando cada plano como si fuera único, las elevan por encima del género. Cuando hablamos de giallo no lo hacemos simplemente de una película de intriga. Hablamos de la representación plástica de un asesinato como si fuera una obra de arte, de la unión de sexo y muerte, de asesinos vestidos con gabardina y guantes de cuero negro. Y hablamos de voyeurismo.

El giallo es el género voyeurístico por antonomasia. El ojo se convierte en objeto de fetichista adoración, al tiempo que convierte al espectador en observador y partícipe de los crímenes en pantalla por su uso continuado de la cámara en primera persona. Así, abundan los primeros planos de ojos, de personas espiadas por ojos hambrientos y de voyeurs que son a su vez observados por el espectador. Otro elemento tratado de forma fetichista es el arma del asesino, normalmente cuchillos o una navaja de afeitar, añadiéndole un trasfondo freudiano a las películas. Además del ya mencionado cuidado a la hora de crear planos, el uso del color, que prácticamente salta de la pantalla, y los zooms, son también elementos propios del giallo. Otro elemento clave del giallo es su música, que contribuye a la temática del género mezclando sonidos sensuales con sonidos casi cacofónicos, muchas veces compuesta por maestros como Ennio Morricone o Stelvio Cipriani.

Amer recrea todos estos elementos del giallo y los utiliza de manera que crea una pieza artística única que va más allá de un recreación nostálgica o un homenaje. De este modo, la primera parte de la película toma elementos de Mario Bava y Dario Argento para crear el mundo de la niña Ana (Cassandra Forêt) tiñendo la pantalla de rojo o azul en ocasiones para ejemplificar un estado mental. La parte de la infancia es la que está llena de elementos mágicos en correspondencia a la mirada de la niña Ana.


En la segunda parte, los elementos del giallo se utilizan para ejemplificar el mundo ultrasensual de la adolescente Ana (Charlotte Eugène Guibeaud). El despertar sexual hace que cada gesto y cada mirada esté cargada eróticamente. De ahí que un simple paseo por el pueblo se convierta en una odisea sensorial. También se ejemplifica el enfrentamiento entre madre e hija en una competición entre el floreciente cuerpo de Ana y el decadente cuerpo de su madre (Bianca Maria D'Amato).

La sobredosis sensorial de la adolescencia nos lleva a la desilusión de la etapa adulta. Ana (Marie Bos) es una mujer adulta algo frustrada y presa de traumas privados. Lo que no impide que actos como coger el autobús estén a un paso de la orgía. Y que acabará conduciendo hacia terribles actos como no podía ser de otra manera.

La película utiliza su apabullante estilo visual para contar su historia, usando las imágenes de manera casi exclusiva, ya que los diálogos son mínimos y la mayor parte de la película es muda en ese sentido. La edición en Blu-ray de Anchor Bay viene acompañada de cuatro cortometrajes de los autores de Amer en los cuales exploraron por primera vez la utilización de la estética giallo como manera de jugar y experimentar con el lenguaje cinematográfico y que les sirvieron como preparación a lo que sería ésta película: Catharsis, Chambre Jaune, L'étrange Portrait de la Dame en Jaune y La Fin de Notre Amour.

Recomiendo encarecidamente esta película a los fans del giallo, a los amantes del cine experimental y a todos aquellos interesados en vivir una experiencia sensorial diferente a lo que les puede ofrecer la cartelera actual.

18 feb 2011

La montaña sagrada (The Holy Mountain)



Bueno, como cantaba Whitesnake, here I go again. La verdad es que no sé para qué me molesto en comentar películas surrealistas o cinematográficamente alternativas, ya que parece que a nadie le interesan. Ya sea la poesía visual de Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu, Jaromil Jires, 1970), el furioso collage visual de House (Hausu, Nobuhiko Ôbayashi, 1977) o el acercamiento peculiar al género de El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973). Pero como el principal objetivo por el que empecé el blog era dar a conocer películas no muy conocidas, por lo menos entonces, pues me pongo hoy a hablaros de La montaña sagrada (The Holy Mountain, Alejandro Jodorowsky, 1973).

Posiblemente la mejor película de Jodorowsky sea Santa Sangre (1989), seguida de cerca por El Topo (1970). Sin embargo, La montaña sagrada siempre ha sido una de mis favoritas dentro de su filmografía ya que me recuerda a sus trabajos como guionista de cómics en El Incal o El corazón coronado, ambas con Jean Giraud "Moebius" como dibujante. Sobretodo en la manera como combina reflexiones místicas con toques de humor.

La película está cargada de principio a fin de poderosas imágenes alegóricas mientras nos cuenta la historia de una serie de personajes embarcados en un viaje hacia la inmortalidad liderados por El Alquimista (Alejandro Jodorowsky). Esta premisa sirve de excusa para sumergirnos en un mundo visualmente fascinante, en el cual la mano de Jodorwsky está presente en el diseño de decorados y entornos.

Desde el minuto uno Jodorowsky nos va impactando con imágenes en las que para algunas es fácil encontrar interpretación, significado o ver a qué hacen referencia, pero otras permanecen crípticas. Éstas son las que me resultan más interesantes, aquellas que te desafían a que les busques un sentido o significado.

Claro que parte de ello se debe a mi ignorancia sobre el significado de las cartas Tarot o los símbolos cabalísticos, ya que no es algo que me haya interesado nunca. Pero en cambio otras me dejan simplemente perplejo. Por ejemplo, hay un momento en el cual vemos a un grupo de prostitutas de diferentes edades rezando ante una figura de Jesucristo. Luego salen y se dedican a exhibirse a la puerta de una iglesia. Un anciano se presenta y una prostituta de unos siete u ocho años se le acerca. El anciano se postra ante la niña-prostituta y le besa la mano como si fuera el Papa. Luego, el anciano se saca uno de sus ojos, que es de cristal, y se lo pone en la mano a la niña-prostituta como ofrenda. Fin de la escena.

¿Se trata de como la Iglesia ha prostituido la imagen de Jesucristo y la religión? ¿Qué irse de picos pardos es muy caro? Cada cual que saque sus conclusiones.

Como he mencionado antes, muchos momentos nos son presentados con un tono de comedia, casi de farsa. Parece casi que Jodorowsky nos pide que no nos tomemos demasiado en serio lo que estamos viendo, culminando en un clímax en el cual Jodorowsky rompe la cuarta pared y nos invita a ir en busca de la realidad.

Resulta interesante como algunos de los temas que toca Jodorowsky en la película siguen vigentes hoy día. Tal vez más aún. La obsesión por mantenerse joven y el miedo a la muerte, que es representado con la invención de unos dispositivos electrónicos que permiten animar un cadáver para que haga algunas acciones; o la comercialización del arte, en un momento que muestra obras de arte hechas en cadena o la creación de una obra que es la máquina de amor definitiva y la interacción con ella muestra la habilidad como amante del espectador. Todo ello entremezclado con una parte mística repleta de reflexiones filosóficas y parábolas que van adornando el viaje místico de los protagonistas.

En su momento la película fue tremendamente polémica y ganó fama como "película prohibida", pero realmente no hay nada que pueda resultar ofensivo o de mal gusto, desde mi punto de vista. Es una película diferente e interesante que puede dar pie a interesantes debates.

21 oct 2010

Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu)



Stephen King describió a un crítico como alguien que tiene un Rolls Royce, lo desmonta pieza a pieza y luego te señala el conjunto de piezas esparcido por el suelo diciendo: "ahí tienes un Rolls Royce". Estoy de acuerdo en que muchas veces la crítica especializada quita el misterio o el interés de las obras que analiza básicamente destripando la obra para ver que era lo que la hacía caminar. Por eso me resisto a la hora de intentar analizar o destripar esta maravilla checa llamada Valerie and Her Week of Wonders (Valerie a týden divu, 1970) dirigida por Jaromil Jires. La razón de ello es que es una película tan cargada de magia y poesía que me gustaría que todo el mundo la experimentase como hice yo, sin saber nada del argumento ni de que trataba ni nada.

Obviamente, la película no cayó en mis manos procedente de la nada. Conocí este título a través de la rama británica de Amazon. Me la recomendaron por la compra de otras películas del estilo que había hecho y como no sabía nada de ella vi el tráiler que había en la página de la película. El conjunto de imágenes me sedujo de manera inmediata de forma que me la compré sin pensarlo.

El film está basado en una novela de Vítezslav Nezval que adaptaron Jaromil Jires y Ester Krumbachová dando forma a un increíble film surrealista (que no experimental). Se mezclan motivos de cuentos de hadas con simbología surrealista sacada de sueños y pesadillas. Valerie (Jaroslava Schallerová) es una niña de unos doce años que empieza a experimentar los primeros cambios hacia la adolescencia. La película contiene elementos eróticos muy inocentes, en el sentido que no están creados como herramienta de estimulación sexual sino como una manera simbólica de representar el despertar sexual de Valerie.


Y ya estoy haciendo lo que me había prometido que no haría. Mirad, esta película os insto a que la veáis, si queréis, y que la disfrutéis por la bella obra de arte que es. Dejaos llevar por las imágenes y las sensaciones que os transmite. Buscadle vuestra propia interpretación. Eso sí, en algunas críticas se interpreta la película como si fuera un sueño que tiene Valerie, pero desde mi punto de vista si no aparece Valerie al principio durmiendo y al final despertando todo es real, la película es la representación de una realidad simbólica y mágica pero realidad al fin y al cabo.

Disfrutadla y extasiaros.

31 ago 2010

Yo cambié mi sexo (Glen or Glenda)




Injustamente considerado el peor director de la historia del cine (Michael Bay está haciendo películas ahora mismo, mientras hablamos), Ed Wood jr. debutó en la dirección con esta surrealista obra maestra que se convertiría con el tiempo en pieza de culto y reverencia (es una de las favoritas de David Lynch). En teoría el proyecto surgió como intento de convertir la historia del primer(a) transexual conocid@: Christine Jorgensen. Sin embargo, cuando en 1953 Ed Wood jr. entró en la oficina del productor George Weiss y lo convenció para que le dejase dirigir la película, Wood convirtió algo destinado a la explotación morbosa en una confesión pública, en una exhibición de si mismo ya que Ed Wood era travestí. Además, Ed Wood jr. también interpreta cinco papeles distintos, con lo cual se borró la frontera entre realidad y ficción. Glen or Glenda es una excursión a la mente de Ed Wood.

"Glen or Glenda no se parece a ningún otro film, ni bueno ni malo" escribe Jordi Costa en su fundamental Mondo Bulldog (editorial Temas de hoy). Es cierto, ésta es una película tan asombrosamente marciana y delirante que cualquier intento de encasillarla acabará sin duda en fracaso absoluto. El continuo de imágenes inconexas sumado a los bizarros diálogos de Wood (aunque mi favorito aparece en otro clásico de Wood, Jail Bait: Ayer tarde hablé con él por la mañana temprano) provoca una continua estupefacción en el espectador difícil de superar.

Me pregunto que pensaba Ed Wood jr. mientras filmaba la película. ¿Qué le llevaría a escoger esos fragmentos en particular de archivo para alargar la película? ¿Qué locura le llevó a hacer la película de esa manera? Uno no puede más que admirar la suicida honestidad de Wood para hacer una película que muchos contemporáneos sólo habrían hecho una morbosa recreación de la historia de Jorgensen. Wood hizo una obra de arte personal e íntima y la lanzó al mundo sin miedo.

Confieso que veo esta película no para reírme y burlarme de ella sino porque realmente me parece una inigualable obra maestra. Bizarra y demente, pero obra maestra.

4 ago 2010

Elio Quiroga



Elio Quiroga es uno de los cineastas más interesantes trabajando en la actualidad dentro del género fantástico. Y no me refiero sólo al género dentro del cine español sino a nivel internacional. Su primera película, Fotos, provocó una reacción muy visceral de gente que la amaba o la odiaba y fue muy controvertida. A pesar de todo, Fotos ganó en el Festival de Sitges de 1997 el Premio al Mejor Guión y el Premio Especial del Jurado entre entusiásticas alabanzas de Quentin Tarantino.

Fotos es una de las razones por las que todavía conservo mi aparato de vídeo, ya que de momento no se ha editado en DVD. Ésta es una película que mezcla melodrama, psicópatas, amour fou y transexualidad. Excesiva y demencial, es una delicia para los amantes del cine no convencional especialmente por la manera en que coge los clichés y tópicos de los culebrones y los interpreta de la misma manera que lo haría un extraterrestre. Sólo puedo comparar el impacto de Fotos a la primera vez que vi Arrebato (1980) de Iván Zulueta. La película fue protagonizada por Mercedes Ortega, Gustavo Salmerón y Miky Molina.

Después de Fotos, Quiroga estuvo trabajando dentro del campo de la publicidad, tiene una agencia llamada Frame+, y dirigiendo cortometrajes, entre ellos un interesante corto de animación que adapta un relato de Stephen King: Home Delivery, hasta que en el 2006 estrena su segunda película: La hora fría. Ésta es un atípica película de ciencia-ficción que transcurre en un futuro incierto y nos presenta la vida de un grupo de supervivientes que vive en un búnker subterráneo. Allí han de tener cuidado con los infectados por una extraña enfermedad que convierte en asesinos rabiosos a aquellos que la contraen y protegerse de una extrañas y lovecraftianas criaturas que acechan por las "noches". La película está repleta de detalles curiosos, como el hecho de que todos los personajes tienen nombres de cierta importancia religiosa: Jesús, Judas, Mateo, Lucas, Magdalena, María... Lo que hace interesante a la película, aparte de criaturas extrañas y asesinos rabiosos, son las relaciones entre los personajes y de lo que son capaces algunos llevados por el amor y el odio. Uno puede ver en la película ecos de El día de los muertos (Day of the Dead, 1985) de George A. Romero, o al menos a mí me pareció verlos. Con esto nunca se sabe ya que muchas veces proyectamos cosas en las películas que el director no ha puesto ahí. Además, la película cuenta con uno de esos finales que te deja la boca abierta. Es muy recomendable aunque una de las protagonistas sea Silke.



No-Do, estrenada en el 2009, es hasta ahora el último largometraje de Elio Quiroga. Inquietante y cargada de suspense, es también su filme más accesible. Lo interesante para mí es como empieza siendo una película de casa encantada para luego ir evolucionando a otros territorios. Influencias de Phillip K. Dick y H.P. Lovecraft, la historia está aparentemente basada en hechos reales y cuenta lo que le sucede a Francesca (Ana Torrent) y Pedro (Francisco Boira) cuando se mudan a una nueva casa y, claro, empiezan a suceder cosas extrañas. Uno de los aspectos que más llama la atención de la película son los No-Dos secretos que trataban temas sobrenaturales y asuntos que a la Iglesia le interesaba ocultar durante la Dictadura. Casi como unos expedientes X a la española. Recuerdo que después de verla en el cine la tuve unos días rondando por la cabeza, hay mucho más en ella que lo que indica su sinopsis. La manera como  Quiroga construye los personajes principales, Francesca y Miguel (Hector Colomé), que demuestran que los peores fantasmas son los de nuestro propio pasado. Explicando una historia interesante y con unos buenos personajes, Quiroga consigue que nos metamos dentro de la película y por tanto que pasemos miedo viéndola, objetivo principal de la película al fin y al cabo. Tanto La hora fría como No-do son fáciles de encontrar en DVD.

27 jun 2010

The Embryo Hunts in Secret (Taiji ga mitsuryô suru toki)

 
 
Si ya de por sí el cine japonés es peculiar, el cine de arte y ensayo japonés es ya para mear y no echar gota. The Embryo Hunts in Secret fue rodada en 1966 por Kôji Wakamatsu con guión de  Masao Adachi. Seguro que al oír estos nombres ya lo tenéis todo más claro.

La película es una elaborada metáfora sobre la lucha de sexos y la misoginia galopante que hay en Japón. Un poco como lo que hizo Takashi Miike en Audition (Ôdishon, 1999) con un toque de El coleccionista (The Collector, William Wyler, 1965). El film de Wakamatsu gira en torno a un ejecutivo japonés (Hatsuo Yamaya) que una noche que sale de juerga con una de las empleadas de su empresa (Miharu Shima) decide secuestrarla y someterla a toda una serie de torturas y humillaciones hasta que se convierta en una criatura a su entera merced. Cuanto más resiste la mujer mayor sadismo aplicará el hombre en someterla.

A medida que la película avanza vamos conociendo algunas de las motivaciones del hombre: su madre se suicidó, cosa que el considera como un abandono, y su mujer intentó dejarle porque quería tener un hijo, él la mató. Estas motivaciones son extrapolares a los cambios que a mediados de los sesenta se estaba produciendo en la sociedad por los movimientos de emancipación de la mujer. No sólo los hombres japoneses reaccionaban con confusión y violencia, los hombres europeos tampoco eran ajenos a esto. Tampoco es algo que pertenezca al pasado, pensad en las cifras de mujeres muertas a manos de maridos maltratadores.

Wakamatsu muestra el miedo y la confusión que esto provoca en la mente del hombre japonés a través de las contradictorias actitudes que mantiene el personaje masculino en la película. Arrebatos de arrepentimiento y de búsqueda de amor materno son seguidos de arrebatos de violencia. Durante la ordalía, la protagonista femenina procura mantener la entereza e intenta huir cada vez que tiene oportunidad a la vez que intenta mantener su orgullo intacto.

La conclusión de Wakamatsu sobre como se resolverá esta situación no es muy optimista ni para el hombre ni para la mujer.

En cuanto a los valores artísticos de la película, Wakamatsu usa una estructura de flashback para ir alternando entre la tensa situación presente en el apartamento en el que transcurre el film y el pasado del hombre, donde vemos el origen de sus diferentes traumas. Se combinan imágenes con fotografías creando unos collage que ilustran el clima psicológico de los personajes. Para ello, el director nos muestra secuencias abstractas que nos transportan a la mente de los personajes en un continuo vaivén entre la narrativa convencional y la experimental.

El director Gonzalo López hizo una versión española de esta película titulada Embrión, protagonizada su versión por Sergio Bernal y Mariona Tena. No la he visto pero dudo que llegue al nivel emocional de la original ya que está enfocada más hacia el thriller convencional al juzgar por el tráiler. Vamos, como lo que hizo Pedro Almodóvar con Átame.

A continuación un fragmento de una de las escenas más logradas de la película. Wakamatsu en lugar de mostrar directamente el ataque a la mujer hace una serie de insertos pertenecientes a diferentes obras de arte que muestran a personas siendo torturadas (no toquéis el volumen, medio fragmento es mudo):

26 abr 2010

El manuscrito encontrado en Zaragoza (Rekopis znaleziony w Saragossie aka The Saragossa Manuscript)


El conde Jan Potocki pasó deprimido la última parte de su vida. Se convenció de que se estaba convirtiendo en un hombre lobo y por ello se encerraba por las noches para no hacer daño a nadie. Finalmente, se suicidó usando una bala de plata en 1815. La única novela que escribió se tituló El manuscrito encontrado en Zaragoza, texto que cargó de elementos místicos y cabalísticos. La novela es la transcripción que hace un soldado napoleónico de un texto que ha encontrado en Zaragoza (el título es una pista). Este texto dentro del texto narra las peripecias del noble caballero Alphonse Van Worden en su camino hacia Madrid atravesando Sierra Morena.

El libro fue adaptado por el director polaco Wojciech J. Has en 1965. Has crea un paisaje místico y fantasmagórico, una España mágica por la que deambulan extraños personajes. El noble protagonista parece encarar tales encuentros con miedo y sorpresa, en ocasiones, otras con simple curiosidad, pero nunca con incredulidad. Es decir, se muestra todo con la misma naturalidad que deberían sentir los españoles de la España profunda del siglo XVIII hacia lo mágico y lo sobrenatural. O al menos ésa es la impresión que me dio. Las macabras experiencias de Van Worden son alternadas con unas peripecias de amor cortesano, que parecen actuar como contrapeso.

Por su exotismo y peculiares imágenes, la película se pasa bastante rápido a pesar de sus casi tres horas de duración. De hecho, en ocasiones tuve la tentación de parar y volver a ver alguna escena o escenario en particular para poder estudiarlo mejor, como si estuviera en un museo mirando cuadros. La película fue restaurada y reestrenada por Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, con lo que se puede encontrar en DVD con relativa facilidad.

27 feb 2010

El hombre de mimbre (The Wicker Man)


El hombre de mimbre (The Wicker Man, 1973) es una obra maestra. Mezclando elementos del cine de terror, el musical y el policíaco, Robin Hardy, en la dirección, y Anthony Shaffer, en el guión, crearon un imperecedero clásico que resulta más moderno que la ridícula, misógina y aburrida nueva versión que perpretó Neil LaBute hace tres años.

Maldita en el momento de su estreno, fue mal publicitada y recortada por los distribuidores. A pesar de ser tan maltratada una película tan buena resiste lo que le echen. Recientemente, gracias al DVD, se ha podido hacer un director's cut utilizando materiales de la versión enviada para distribuir a Estados Unidos que no fue (tan) recortada. Christopher Lee asegura que en algún lugar todavía se conservan todos los rollos filmados, seguramente enterrados bajo alguna autopista.

Para aquellos que no la conozcan, The Wicker Man arranca cuando al sargento Howie (Edward Woodward) le llega una carta en la que le solicitan ayuda: una niña ha desaparecido en el pueblo de Summerisle y nadie parece interesado en encontrarla. Cuando el sargento llega a la isla en la que se encuentra el pueblo descubre que todo el mundo le dice que esa niña no existe. Nadie la conoce. A medida que la investigación avance, el sargento descubrirá que el pueblo de Summerisle tiene unas más que peculiares costumbres y una visión muy libre del sexo. Y hasta aquí puedo leer.

Una de las cosas que más destacan de la película es su reparto. Edward Woodward tienen un difícil papel en el sentido que su personaje es muy religioso y reprimido, conservador y estricto. Así que por un lado resulta divertido ver como la gente del pueblo se ríe de él y al mismo tiempo sentimos simpatía por él en su lucha por encontrar a la niña secuestrada. Christopher Lee realiza una gran interpretación como Lord Summerisle, ofreciendo una actuación juguetona y divertida que contrasta con los personajes tenebrosos y terribles habituales en él. Britt Ekland no destaca por sus artes interpretativas pero la escena en que baila desnuda para embrujar al sargento resulta muy interesante. Ingrid Pitt, fabulosa como siempre hace un pequeño pero memorable papel gracias a su rotunda anatomía.

En The Wicker Man resalta como Shaffer y Hardy retratan el pueblo de Summerisle. Normalmente en el cine vemos representados los pueblos que guardan algún secreto como lugares oscuros donde la gente vive con miedo o amenazada o todo el mundo es siniestro a más no poder. Aquí es justo lo contrario. Todo el mundo es muy simpático y deseoso de ayudar. Su día a día se nos muestra alegre y desprejuiciado. El sexo forma parte de la vida cotidiana: por las noches un montón de parejas se juntan en la plaza para hacer el amor, un joven es llevado por el propio Lord Summerisle para ser desvirgado por la Ekland, en el colegio a los niños se les enseña todo aquello relacionado con el sexo en clase, etc. Vamos, que te dan ganas de irte a vivir allí. Esta representación contribuye a que el pueblo resulte más amenazante cuando vemos parte de su lado oscuro, ya que te coge hasta cierto punto desprevenido.

Otro aspecto a destacar es la música. El director Hardy consideró que para representar un pueblo que todavía sigue las costumbres paganas la música debería ser una parte esencial de la vida cotidiana. Esta consideración le da el aspecto musical a la película. No es que sea un musical en el sentido cinematográfico del término. Los personajes no se ponen a cantar de repente para avanzar la trama o expresar sus sentimientos ni tampoco hay números musicales. Lo que sí hay son canciones tradicionales que cantan los parroquianos de una taberna que están "alegres" o acompañando el desvirgue antes mencionado. Estas canciones tradicionales resultan igualmente importantes para la historia y, de hecho, el director incluyó las letras de las mismas en la novelización que hizo de su película (una manera de "ver" absolutamente todo lo que fue eliminado y no pudo ser salvado).

En conclusión, The Wicker Man es una película extraña, absorbente y muy recomendable. La mejor edición de la película es la edición inglesa de Optimum Releasing que trae no sólo dos versiones de la película, entrevistas, documentales, tráilers y demás sino que también incluye un CD con la banda sonora.