25 jun 2020

Valley Girl (2020)

 
Una de las primeras afectadas por el cierre de cines debido a la pandemia, Valley Girl (Rachel Lee Goldenberg, 2020), que ya había visto retrasado su estreno debido a una polémica en la que se vio envuelto Logan Paul, se estrenó directamente en formato digital. Lo cual teniendo en cuenta el público al que va dirigida tal vez no fuera un gran inconveniente para MGM, que sigue poniendo en marcha remakes bajo el sello Orion para exprimir al máximo su catálogo lleno de éxitos pasados.

Es posible que para MGM, el proyecto no fuera más que una manera de buscar dinero fácil, pero se nota que los cineastas sentían bastante amor por la original La chica del valle (Valley Girl, Martha Coolidge, 1983). Este amor se demuestra en detalles como los diversos cameos de las originales chicas del valle o que el personaje que interpreta Logan Paul se llama Mickey Bowen, un guiño al actor Michael Bowen que interpertó el mismo personaje que en la original se llamaba Tommy. El argumento es idéntico, Julie (Jessica Rothe), una típica chica del Valle de San Fernando, se enamora de Randy (Josh Whitehouse), un punk que vive al otro lado del valle. Esta relación hará que Julie se enfrenté a sus amigas, a su ex y a sus padres. El mismo argumento pero contando de una manera muy distinta: la nueva Valley Girl es un musical repleto de éxitos de los 80.

El principal atractivo de La chica del valle es como ha conservado un momento muy particular de principios de los 80. El film retrata un lenguaje y un estilo que han desaparecido completamente. Su historia es bastante sencilla, un clásico relato de chica conoce chico. La manera en que se enfoca el remake me pareció muy inteligente: una adulta Julie, que interpreta Alicia Silverstone, le explica a su hija Ruby (Camila Morrone) la historia de amor que tuvo con Randy y se lo cuenta transformándola en un musical. Esto hace posible que ambas películas convivan perfectamente: puedes ver lo que pasó en realidad en La chica del valle o ver, años después, como Julie recuerda la misma historia a su manera.

Pero si este enfoque me pareció muy inteligente, me decepcionó un poco su ejecución. En lugar de un musical con canciones originales, al estilo, por ejemplo, de la versión musical que se hizo de Chicas malas (Mean Girls, Mark Waters, 2004), se decidió hacer un musical jukebox cogiendo distintos éxitos ochenteros sin relación entre sí. Y si se descartó hacer un musical original, se podría haber explotado la banda sonora de la película original, que es realmente fantástica. Pero solo se cogen un par de canciones de La chica del valle, el resto son grandes éxitos que ya se han explotado mucho como Take On Me o Girls Just Want To Have Fun.

De todos modos, a pesar de esta pequeña decepción, mentiría si dijera que la película no me divirtió. La sencillez de su historia hace que encaje perfectamente con el formato musical, las interpretaciones son, en su mayor parte, muy buenas y me hizo reír en muchos momentos. Y, aunque hubiera preferido canciones originales o más canciones de la banda sonora original, los números musicales me gustaron, sobre todo una vez me dejé llevar por la película y dejé de pensar en la original.

Valley Girl no es una gran épica, no te cambiará la vida y no es la mejor comedia romántica musical de la historia. Tampoco tiene que serlo. Es un film entretenido y ligero que se pasa rápido, especialmente si te gustan los musicales. ¿Quién sabe? Es posible que jóvenes adolescentes actuales acaben convirtiendo esta película en una cinta de culto como sucedió en su día con La chica del valle.


23 jun 2020

Joel Schumacher, adiós a un maestro de la estética cinematográfica

 
La última sesión que hizo el Phenomena, antes de cerrar por el estado de alarma y el confinamiento, fue una memorable doble sesión: Pesadilla en Elm Street (A Nightmare in Elm Street, Wes Craven, 1984) y Jóvenes ocultos (The Lost Boys, Joel Schumacher, 1987). Aunque la tengo en casa, hacía bastante que no veía Jóvenes ocultos y verla por primera vez en pantalla grande fue toda una experiencia, una película de su tiempo, pero todavía moderna y relevante.

Esta cualidad es la que define el cine de Joel Schumacher, recientemente fallecido. Un gran ojo para la estética, para crear películas visualmente interesantes, aunque algunas no lo fueran en otros aspectos. Schumacher fue bastante irregular, dirigiendo películas clásicas y memorables, como Jóvenes ocultos, Línea mortal (Flatliners, 1990), Un día de furia (Falling Down, 1993), Última llamada (Phone Booth, 2002) y la genial Asesinato en 8mm (8MM, 1999), pero también otros títulos olvidables que pasaron sin pena ni gloria. Pero es de admirar que nunca se escondiese de las películas de Batman que dirigió, las hoy infames Batman Forever (1995) y Batman y Robin (Batman and Robin, 1997). Incluso les dedicó audiocomentarios cuando se editaron en Blu-ray. Puede que las películas no fueran muy buenas, pero resultaba interesante escuchar al propio Schumacher analizándolas, explicando cómo se convirtieron en los espectáculos kitsch en que se convirtieron.

Es posible que su nombre no se pronuncie mucho cuando se hagan listas con los grandes directores contemporáneos, pero muchas de sus películas vivirán para siempre. Lo cual creo es mucho más importante para un director que el que su nombre aparezca en alguna lista creada por snobs y hipsters a la que nadie hará caso.

15 jun 2020

Il bosco 1 aka Evil Clutch

 
Il bosco 1 aka Evil Clutch (Andreas Marfori, 1988) es una de esas películas que puede hacer llorar lágrimas de sangre a un cinéfilo. Una de esas películas que, como diría el coronel Trautman, harían vomitar a una cabra. Pero para los amantes del cinéma de merde o la serie B/Z o el cine trash o como lo queráis llamar, para que aquellos que desafían y se enfrentan a películas que se han perpretado más que filmado como Rambo despacha comunistas, Il bosco 1 puede ofrecer momentos de sucio placer.

Cindy (Coralina Cataldi-Tassoni) y Tony (Diego Ribon) son una feliz pareja de vacaciones. Hasta que se cruzan con Arva (Elena Cantarone), que los engaña para adentrarse en un bosque en el que pululan seres malditos como ella misma. He visto películas porno con más argumento, pero, como con las películas porno, el argumento no es la razón principal para ver esta película que es tan sangrienta como torpe.

La película arranca bastante bien, con Arva castrando a un pobre desgraciado (Stefano Molinari) con una garra demoníaca que sale de las partes traviesas de Arva. A partir de aquí, se imita tanto el estilo de Sam Raimi y le copia tantas cosas que resulta extraño que no se estrenara como una de las falsas secuelas italianas de Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981). Por si no lo sabíais, en Italia hay hasta siete entregas de Posesión infernal, gracias a ir colocando el título La Casa (título del film de Raimi en Italia) y un número a películas que, obviamente, no tenían nada que ver con Evil Dead. Que haya un 1 en el título parece sugerir que querían iniciar su propia franquicia, que, comprensiblemente, nunca existió.

Tras el prometedor inicio, aparece la razón por la que esta película me hace reír a carcajadas: Coralina Cataldi-Tassoni, una actriz que convierte la sobreactuación y la exageración en un arte. Muchos la recordaréis por el épico enfado que despliega al inicio de Demons 2 (Dèmoni 2, Lamberto Bava, 1986). Por supuesto, muchos es posible que la encontréis irritante e insoportable, pero vosotros os lo perdéis. De todos modos, hacia la mitad la película se hace un poco aburrida mientras los dos protagonistas van deambulando por el bosque. Por suerte, la parte final es bastante divertida, cuando se le sube la intensidad al absurdo y la sangre, creando momentos tan ridículos que es inevitable soltar unas carcajadas.

Supongo que queda claro: esta es una película que solo puede disfrutarse como "es-tan-mala-que-es-buena". Interpretaciones pasadas de rosca, efectos chuscos, litros de sangre y vaginas armadas con garras es lo que ofrece para aquellos que aprecien este tipo de deliciosa basura.


12 jun 2020

Los supercamorristas (Kuai can che aka Wheals on Meals)


Hay muchas películas con Jackie Chan protagonizando escenas de acción como si fuera de goma. Hay también unas cuantas en las que Jackie Chan hace justo eso junto a Samo Hung y Biao Yeun. Pero solo hay película en la que los tres se lían a patadas en las calles de Barcelona: Los supercamorristas (Kuai can che aka Wheals on Meals, Samo Hung, 1984).

Thomas (Jackie Chan) y David (Biao Yeun) son dos amigos que tienen un puesto de comida china sobre ruedas en Barcelona. Sus destinos se cruzan con los de Sylvia (Lola Forner), una carterista que es perseguida por un grupo de maleantes. El detective Moby (Samo Hung), amigo de Thomas y David, también busca a Sylvia, aunque sin saber bien los motivos de su cliente. Los tres se convertirán en los protectores de Sylvia frente a las malvadas intenciones del conde Mondale (Pepe Sancho).

Los supercamorristas es un título muy bien considerado entre los fans de Chan y del cine de acción de Hong Kong. Barcelona era, desde el punto de vista de los productores, una localización muy exótica que les permitió montar escenas de acción que todavía no eran posibles en las calles de Hong Kong (con el tiempo cambiaría la situación). La localización se aprovechó al máximo, montando espectaculares y vibrantes escenas en las que los protagonistas hacían gala de sus múltiples habilidades atléticas y en el campo de las artes marciales. Entre los momentos que destacan, una larga persecución, una rareza por entonces dentro del género debido a las restricciones para filmar en Hong Kong del momento. Aunque el villano principal, interpretado por Pepe Sancho, no es nada del otro mundo, uno de sus secuaces estaba interpretado por el campeón Benny Urquidez. Urquidez y Chan escenifican una pelea que está considerada como una de las mejores de la filmografía de Chan.

La comedia, por lo menos para mí, también funciona bastante bien en su mayor parte. Algunos gags son muy efectivos, siendo la comedia física la que mejor se transmite. No siempre es así en estas películas, pero esta vez la parte humorística esta casi a la par que la acción. Casi, la acción es insuperable.

Sin embargo, Wheels on Meals no está a la altura de clásicos como Armas invencibles (Ging chaat goo si aka Police Story, Jackie Chan, 1985) porque la historia es bastante floja. Como ya he dicho, el villano principal lo interpretó Pepe Sancho, así que cuando finalmente los tres protagonistas llegan hasta él la escena es algo anticlimática teniendo en cuenta las espectaculares peleas anteriores y las nulas habilidades de Sancho para la acción. La trama en sí es bastante floja y no muy interesante.


Así que, por un lado, la historia no tiene mucho interés, pero, por otro lado, la acción y la comedia hacen de Los supercamorristas un film entretenido y divertido, con algunos momentos brillantes.


8 jun 2020

Las aventuras de Ford Fairlane (The Adventures of Ford Fairlane)


Descubrí Las aventuras de Ford Fairlane (The Adventures of Ford Fairlane, Renny Harlin, 1990) cuando estaba en 8º de EGB (el último que se llamaría así antes de pasar a ser la ESO), la edad ideal para ser introducido en el mundo del detective roquero Ford Fairlane, en la que hoy es una cápsula temporal de los 90.

Ford Fairlane (Andrew Dice Clay) es un detective especializado en el mundo de la música. Un viejo amigo, el DJ Johnny Crunch (Gilbert Gottfried), le encarga encontrar a una chica llamada Zuzu Petals (Maddie Corman). Poco después, Crunch es asesinado y otra persona, Colleen Sutton (Priscilla Presley) le encarga a Ford encontrar a la misma chica. Y es posible que todo esto tenga algo que ver con la muerte del cantante Bobby Black (Vince Neil). ¿Podrá Ford desentrañar esta complicada trama antes de que le cueste la vida?

En su día, la película me pareció una comedia genial. El carácter exagerado y pasado de vueltas del personaje era el súmum del humor para un chaval entrando en la adolescencia. En la actualidad, aprecio más Las aventuras de Ford Fairlane por como juega con los tópicos de la ficción detectivesca y el hard boiled, al estilo de Kiss Kiss Bang Bang (Shane Black, 2005). Ford Fairlane es mucho más fantasiosa que la película de Shane Black, como demuestra el hecho de que una de las bandas para las que trabaja Fairlane es Josie and the Pussycats, pero la voluntad de jugar con los elementos clásicos de las historias de detectives privados es la misma: la trama complicada, la secretaria fiel, las traiciones y los giros inesperados... Todo regado con el peculiar estilo de Andrew Dice Clay.

Ford Fairlane fue creado por el escritor y periodista Rex Weiner, que le hizo protagonizar dos historias que se publicaron serializadas a finales de los 70 y primeros 80. La intención de Weiner era explorar la nueva escena musical surgida del momento, impulsada por el punk. Su personaje ficticio se cruzaba con personajes reales en lugares reales. Para cuando finalmente la película se puso en marcha, poco quedaba de las historias originales. El film buscaba crear una comedia de acción, alejada de la escena punk original. La película cambió aún más cuando se decidió convertirla en un vehículo para convertir a Andrew Dice Clay en una estrella.

Clay era un cómico bastante popular y famoso en aquella época, así que la idea de convertirlo en una estrella de cine, como ya se había hecho con Steve Martin y Eddie Murphy, tenía toda la lógica del mundo. La diferencia entre Clay y los comediantes mencionados es que el estilo de Clay era bastante extremo para la época, lo que acabó convirtiéndolo en una figura polémica debido a sus chistes sexistas. Cuando Ford Fairlane se estrenó, las opiniones contrarias a Clay eran bastante fuertes y numerosas, lo que afectó negativamente a la película, igual que afectó la poca publicidad y el hecho de que era una película no muy convencional. Vista hoy día, tiene algún momento políticamente incorrecto, pero en un mundo post-hermanos Farrelly no resulta tan extrema como cuando se estrenó. Además, se ha de entender que la película llegó en un momento en que empezaba una nueva ola conservadora después de los excesos de los 80. Sea cual sea el motivo real, el resultado es el mismo: no funcionó en taquilla y se convirtió en una cinta de culto.

Que no os de pena Clay. Puede que no se convirtiera en una estrella de cine, pero seguramente hizo más dinero con sus espectáculos de lo que jamás habría conseguido como actor. Y estos últimos años ha obtenido muy buenas críticas en sus papeles como secundario en películas como Ha nacido una estrella (A Star Is Born, Bradley Cooper, 2018). En cuanto a la película, se ha convertido en una cinta de culto como ya he dicho. Aquí, donde la figura de Clay es bastante desconocida, el film se ha podido apreciar por sus virtudes y, también, por sus defectos. El estilo y la música es muy, muy de los 90, pero la trama y el argumento son bastante clásicos. Por supuesto, es posible que me ciegue la nostalgia, y la película resulte terrible para alguien que no vivió los 90, pero para mí todavía funciona de forma excelente.


2 jun 2020

La saga Scary Movie


Alguien tenía que hacerlo y ese alguien he sido yo. Todo un artículo analizando la saga Scary Movie y su azarosa trayectoria en las pantallas. Un análisis que seguro pasa a la historia como lo han hecho estas películas. Leed todo al respecto en: 


Ahora parece el momento ideal para repasar estar películas, cuando la realidad parece una parodia.


Las tres caras del terror (I tre volti del terrore)

 
Las tres caras del terror (I tre volti del terrore, Sergio Stivaletti, 2004) es un ejemplo de película que se hace perdonar muchas cosas gracias a su espíritu y sus intenciones. Pero eso trae consigo que solo sea una película apta para los fans del cine de terror.

Tres desconocidos comparten un vagón de tren. La llegada del doctor Peter Price (John Phillip Law) hará que compartan extrañas experiencias al mirar dentro de un orbe mecánico. Estas experiencies son las tres historias que forman este film antológico. El título hace clara referencia a Las tres caras del miedo (I tre volti della paura, Mario Bava, 1963), mientras que el argumento es el mismo que el de Doctor Terror (Dr. Terror's House of Horrors, Freddie Francis, 1965). Por si fuera poco, el personaje de John Phillip Law se llama Peter Price en referencia a Peter Cushing y Vincent Price y va maquillado de forma que recuerda a la barba de Cushing y la vestimenta de Price.

Claramente, los cineastas no tratan de ocultar sus intenciones. La película es un homenaje al género, igual que las historias. La primera historia, El anillo de la luna es una historia de hombres lobo, la segunda historia, Un rostro perfecto (Dr. Lifting), es una historia de Mad Doctor, y la tercera, El guardián del lago, una historia con criatura misteriosa. Eso hace que sea un film predecible (si habéis visto Doctor Terror ya sabéis como acaba) pero, también, entretenido. El film tiene varias cosas en contra: los efectos digitales son terribles, las interpretaciones mediocres (excepto Law) y se nota que fue rodada en vídeo digital. A pesar de todo, el fan de terror capaz de captar los diversos homenajes (atención a Lamberto Bava dirigiendo Demons 7) y ver la película como una carta de amor al género, podrá obtener placer dcon ella. Y aunque los digitales son bastante malos, los efectos prácticos y de maquillaje son bastante buenos, cosa que se espera teniendo en cuenta que el director Sergio Stivaletti ha demostrado en muchas ocasiones su talento a la hora de crear efectos especiales.