Bajo su engañoso título en inglés se esconde un loco cóctel de géneros como solo hacían en Hong Kong en los 80 y 90 del siglo XX. Holy Virgin vs the Evil Dead (Moh soen gip, Chun-Ku Lee, 1991) mezcla acción, terror y fantasía (con algunas gotas de erotismo en su versión "no vestida"), siendo la única película protagonizada por Donnie Yen que fue calificada Category III.
El profesor Shiang (Yen) está celebrando un pícnic con un grupo de sus estudiantes femeninas una noche cualquiera. De repente, la luna se vuelve roja y un extraño maníaco mata a todas las estudiantes. Shiang es acusado del crimen por la policía, así que debe encontrar al auténtico culpable para demostrar su inocencia. Cuando se descubra que el culpable es el Demonio Lunar (Wai-Kwong Lo), Shiang formará equipo con el sargento Chen Yu (Ben Lam), el amigo de Shiang Chow Yuan-Fat (Robert Mak) y la ex mujer de Shiang Shamen (Hei Man Chui) (que da la casualidad mantiene un romance con el sargento Yu) para acabar con el Demonio Lunar. Juntos viajarán a Camboya persiguiendo al malvado sobrenatural. Pero les falta un elemento: la princesa White (Pauline Yeung), la elegida para acabar con el Demonio Lunar y salvar a su tribu.
El enfoque que adoptaron Chun-Ku Lee y el guionista y ayudante de dirección Ho-Kwan Lee no era muy distinto del de otras producciones de la época. Ver lo que era popular y tratar de meterlo todo en una sola película. Por ejemplo, Sibelle Hu era popular por las películas de acción que había protagonizado, así que, debido a que había trabajado con Ho-Kwan Lee, aceptó hacer un pequeño papel como la inspectora Hu, parecido a los que interpretaba en las películas de acción. El terror era popular, así que se meten elementos del cine de terror. La acción, como siempre, era popular, así que hay grandes dosis de acción. La Categoría III era popular, así que se pensó en hacer que la película fuera Cat III. El que entonces no era popular era Donnie Yen, pero empezaba a serlo. El film lo incluye en el reparto en el inicio de su carrera, cuando estaba en camino de convertirse en una estrella del cine de acción.
Por el guion, la película no entraba dentro de la Cat III, por eso se decidió que en las escenas de Sibelle Hu esta diría muchas palabrotas y se decidió añadir diversos desnudos gratuitos. Por eso se contrató a una actriz coreana para interpretar el papel de Shamen (habría sido complicado encontrar una actriz hongkonesa que aceptase hacerlo), quien protagoniza varias escenas desnuda, así como diversas extras que aparecen desnudas o en topless. De estas escenas con desnudos se hizo una versión igual pero con las actrices vestidas para el mercado internacional. La violencia y las escenas de acción son iguales en las distintas versiones.
Que haya desnudos no quiere decir que haya sexo. En la película no hay escenas de sexo como era habitual en la Cat III, solo un breve momento entre el inspector Yu y Shamen, así que para aquellos que buscasen los excesos eróticos típicos del género resultaría insatisfactoria. Tal vez también para los que buscasen una película de acción pura y dura, ya que no hay muchas peleas comparada con la cantidad habitual en una película más típica de Donnie Yen.
Pero para los amantes del cine bizarro pasado de vueltas esta película es una pequeña maravilla. Sin dejar un momento para que el espectador reflexione sobre lo absurdo que es el argumento, ofrece entretenimiento continuo. Las partes que entran dentro del cine de terror y fantasía están inmersas en el misticismo oriental, como es de esperar, lo que le da un toque original y exótico para el espectador occidental. Y puede que el fan de Donnie Yen espere más acción, pero para el simple aficionado ofrece logradas escenas de acción con cables, culminando en el enfrentamiento final en el que chocan los distintos géneros.
Personalmente, la aprecio por las continuas escenas sorprendentes y absurdas, por las que es imposible saber qué pasará a continuación. También disfruto con la curiosa mezcla de géneros, a lo que se ha de añadir los momentos de comedia entre la sangre y las peleas. Acaba de ser editada en Blu-ray por 88 Films en una edición que incluye las dos versiones de la película.
La filmografía de Kinji Fukasaku combina el realismo y fantasía desatada sin perder coherencia. Conocido inicialmente por las películas sobre la yakuza, además de estas películas violentas, basadas en historias reales eliminando el romanticismo con que se retrataban a estos criminales en el cine, Fukasaku también sentía debilidad por la ciencia ficción y la fantasía. De ahí que fuera elegido para dirigir Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji aka Message from Space, 1978).
El pacífico planeta Jillucia ha sido invadido por el belicoso Imperio Gavanas. Kido (Junkichi Orimoto) envía ocho semillas mágicas al espacio para que localicen unos héroes que logren el milagro de derrotar a los Gavanas. Kido manda a su nieta, la princesa Emerilda (Etsuko Shihomi), a que traiga a los héroes escogidos por las semillas. La princesa parte acompañada del guerrero Urocco (Makoto Satô) como protector y su viaje la lleva hasta la Tierra. Allí descubren que los héroes escogidos por las semillas tienen poco de heroicos. Además, el viaje de la princesa ha hecho que los Gavanas decidan que la Tierra será su próximo objetivo a conquistar.
El tremendo éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) en Estados Unidos no pasó desapercibido a los jefes del estudio Toei, que decidió llevar una delegación a Estados Unidos para ver la película, entre los que estaba el director escogido para llevar a cabo la versión Toei del clásico de Lucas Kinji Fukasaku. Obviamente, no les debieron pasar desapercibidas las referencias al cine japonés, de modo que el único impedimento era lograr un nivel parecido de efectos especiales/visuales. Star Wars no se estrenaría hasta el verano de 1978 en Japón, así que no perdieron el tiempo para ponerse a trabajar en lo que acabaría siendo Los invasores del espacio, con un presupuesto que era la mitad del de Star Wars y aún así una gran producción para el nivel del cine japonés entonces, que lograron estrenar antes de que se estrenara el film de Lucas en Japón.
Fukasaku hizo la mismo que hicieron Star Crash, choque de galaxias (Starcrash, Luigi Cozzi, 1978) y Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980). Es decir, no tanto copiar la película de George Lucas como copiar la maniobra de Lucas: coger elementos clásicos y darles una ambientación espacial. En el caso de Fukasaku, una novela clásica japonesa, Nansō Satomi Hakkenden de Kyokutei Bakin publicada a principios del siglo XX, y darle un toque espacial. Más tarde, cuando la fantasía se puso de moda en la década de los 80, Fukasaku haría una versión más próxima al original en La leyenda de los 8 samurái (Satomi hakken-den, 1983). En la novela, la princesa de una provincia japonesa lanza unas semillas mágicas que serán recogidas por ocho samuráis que trabajarán juntos para salvar a la princesa. Fukasaku también aprovecha el argumento para introducir sus temas y preocupaciones, con lo que el resultado es más redondo que el de Batalla más allá de las estrellas (The Green Slime, Kinji Fukasaku, 1968). Para darle un toque más internacional, tres actores americanos se añadieron al reparto: el veterano Vic Morrow y los debutantes Philip Casnoff y Peggy Lee Brennan.
El resultado es una fantasía espacial que intenta imitar el estilo americano pero acaba siendo muy japonesa. Mezcla elementos de pura fantasía, como una nave espacial que es un barco del siglo XIX al que se le ha añadido un motor espacial, con una representación de una Tierra del futuro en ocasiones bastante sórdida. Colorida y entretenida de principio a fin, los toques bizarros y las imágenes que crea para el espectador explican porque se ha convertido en una película de culto. Los efectos especiales son bastante efectivos, aunque algo vintage a los ojos actuales.
Tras mucho tiempo siendo vista en copias de mala calidad, ahora se puede disfrutar de Los invasores del espacio en toda su gloria. Diversión garantizada para el espectador aventurero.
El clásico contemporáneo Batman (Tim Burton, 1989) y su secuela tuvieron un impacto mundial, como demuestra Trío heroico (The Heroic Trio/Dung fong sam hap, Johnnie To, 1993). Trío heroico es un clásico de culto cuya estética está muy influenciada por las películas de Tim Burton, que junto a Dick Tracy (Warren Beatty, 1990, revitalizaron el género de los superhéroes y las películas basadas en cómics. Sin embargo, Heroic Trio no deja de ser una película de acción made in Hong Kong. Esta suma dispar de elementos da pie a una película única y diferente.
Nos encontramos en una ciudad sin nombre, en algún momento del futuro o del pasado. Una serie de secuestros de bebés mantiene a la policía en vilo. El público pide que la policía involucre a Wonder Woman (Anita Mui) (según los subtítulos al inglés, en cantonés se refieren a ella como Shadow Fox) en el caso. Shadow Fox es una heroína que se dedica a trabajar por la justicia y, en su identidad secreta, es Tung, una mujer que da la casualidad que está casada con el inspector de policía Lau (Damian Lau). Los secuestros los lleva a cabo Invisible Woman (Michelle Yeoh) (a la que también se refieren como Ching, San y Number 3), siguiendo las órdenes de un culto. Sin embargo, Ching pronto se dará cuenta de que el mal es lo único que interesa a su diabólico maestro (Yen Shi-Kwan). Cuando Ching traicione al maestro, esté lanzará al monstruoso Kau (Anthony Wong) para matar a todo el que se le ponga en contra. Shadow Fox y Ching, junto a la mercenaria Chat (Maggie Cheung) (también llamada Thief Catcher y Mercy), formarán el heroico trío al que hace referencia el título para acabar con esta amenaza.
El cine de género asiático puede que no tuviera superhéroes al estilo occidental, pero las películas de wuxia están llenas de personajes con habilidades sobrehumanas, capaces de volar o saltar ligeros sobre una fina rama y dar golpes mortales capaces de inmovilizar a su oponente. Y todo ello décadas antes que se hiciesen las primeras películas de superhéroes occidentales. De modo que el cine de Hong Kong absorbió los elementos típicos del cine de superhéroes y lo mezcló sin problemas con los elementos con los que ya llevaban tiempo manejando en el cine de acción y fantasía autóctono. Esto se hace evidente en el argumento del film, que, aunque ambientado en una ciudad que parece la versión asiática de Gotham City, tiene personajes y situaciones que solo se podían dar en el cine hongkonés, en particular el monstruo interpretado por Anthony Wong, que sin pestañear se come uno de sus dedos en una de las escenas que más dejan claro que estamos viendo una película 100% hongkonesa, no una pálida imitación de una película americana. Por supuesto, la personalidad propia se hace evidente no solo en el argumento, sino en las secuencias de acción, que resultan espectaculares incluso con Anita Mui y Maggie Cheung que no tenían costumbre de participar en películas de acción.
Juntar en el papel del trío protagonista a Anita Mui, a Maggie Cheung y a Michelle Yeoh es uno de los mayores aciertos del director Johnnie To. Las tres trabajan muy bien juntas y su talento cubre algunos de los fallos del guion. The Heroic Trio es una película de acción y fantasía genial, pero no es una película perfecta. Algunos giros de guion resultan algo confusos, como el hecho de que Shadow Fox y Ching pasaran la infancia juntas en lo que parece algún centro de reclutamiento, producto de la tendencia en el cine de género de entonces de reescribir el guion sobre la marcha. Pero no deja en ningún momento de entretener, con sus villanos monstruosos y las peleas entre las propias protagonistas.
Como sucede con otras películas producidas poco antes de que Hong Kong pasase a ser territorio chino, es algo más oscura y violenta de lo que era habitual en el cine de entonces, un aspecto en el que también tiene importancia la oscura ciudad en la que transcurre la acción. Al mismo tiempo, esta "oscuridad" se mezcla con la comedia y la acción pasada de vueltas de entonces, lo que acaba convirtiendo a Trío heroico en una película destacada dentro del género.
Los decorados y "la ciudad" que se crearon para The Heroic Trio resultaron muy caros, así que se decidió aprovechar todo lo construido para rodar una secuela. Así se puso en marcha Executioners (Yin doi hou hap zyun, Johnnie To, Siu-Tung Ching, 1993) de forma inmediata al fin del rodaje de The Heroic Trio. Sin embargo, esta secuela no podía ser más distinta a la anterior entrega.
Una explosión nuclear ha dejado el agua contaminada, lo que ha convertido el agua potable en un bien escaso. Thief Catcher se dedica a impedir que el agua caiga en malas manos, mientras Ching se dedica a luchar para que todo el mundo tenga acceso al agua. Mientras, por petición de su marido, Shadow Fox ha dejado la vida de justiciera y se dedica a cuidar de su hija. Hasta que una secta que amenaza con dar un golpe de estado pone en peligro la vida de los habitantes de la ciudad y el trío heroico debe reunirse de nuevo para impedirlo.
Filmada inmediatamente después de Heroic Trio, gran parte del reparto de la anterior regresa. Michelle Yeoh, Anita Mui y Maggie Cheung, obviamente, retoman sus papeles, así como Damian Lau. También regresa Anthony Wong interpretando dos papeles distintos, uno de ellos una versión distinta del papel que interpreta en la anterior película. Pero más allá de los miembros del reparto que regresan, esta entrega se aparta de la anterior de forma inmediata. Executioners es una película que parte de una premisa posapocalíptica (aunque nada que ver con la saga Mad Max) para ofrecer una historia en la que la angustia por el cambio de gobierno se hace evidente. El temor de caer en manos de un gobierno militar liderado por fanáticos no parece ser una alegoría muy sutil, pero nadie acusará a esta película de ser sutil. Más contemporánea es la trama de Shadow Fox, cuyo marido hace que se quede en casa para cuidar a su hija, a pesar de que sus habilidades como luchadora se hacen cada vez más necesarias. Esto lleva a una eventual rebelión por parte de Shadow Fox, en especial cuando la vida de su hija se pone en peligro, y pasar por toda una ordalía para recuperar su independencia.
Executioners es lo suficientemente distinta de la anterior entrega como para poder ser juzgada por si misma. Pero si las comparamos, esta es una película más oscura y pesimista, con un argumento más claro y mejor explicado, con escenas de acción igualmente espectaculares. La acción se mantiene al mismo nivel, pero intenta crear escenas más espectaculares, aprovechando que los decorados y los escenarios ya estaban creados y se podía derivar el presupuesto hacia las coreografías y las explosiones.
Este dúo de películas es realmente peculiar y distinto. Incluso entre ellas. Sin embargo, el carisma y talento de las tres actrices protagonistas y la acción espectacular hacen de estas unas películas de culto que son ideales para el que busque algo distinto a la típica cinta de acción.
Batman y H. P. Lovecraft, ¿qué más se puede pedir? Batman: La maldición que cayó sobre Gotham (Batman: The Doom That Came to Gotham, Sam Liu y Christopher Berkely, 2023) adapta la miniserie homónima, que se puede encontrar fácilmente recopilada en un solo volumen, escrita por Mike Mignola y Richard Pace e ilustrada por Troy Nixey y Dennis Janke, en la que Batman protagoniza una historia de auténtico terror lovecraftiano.
Ambientada a mediados de los años 20 del siglo XX, la trama arranca con Bruce Wayne (David Giuntoli), acompañado de sus púpilos Dick Grayson (Jason Marsden), Sanjay (Karan Bar) y Kai Li Cain (Tati Gabrielle), en una misión de rescate en la Antártida. El objetivo es encontrar supervivientes de una expedición encabezada por Oswald Cobblepot (William Sayers), que al parecer ha realizado un terrible descubrimiento, una criatura enterrada durante millones de años en el hielo que ha provocado mutaciones en la fauna local. Solo encuentran un superviviente, Grendon (David Dastmalchian), que ha enloquecido y debe permanecer en temperaturas frías o su cuerpo empieza a pudrirse. Al regresar a Gotham, Wayne descubre que, sin saberlo, ha traído consigo un antiguo mal que busca introducir en nuestro universo una monstruosa criatura. Extraños sucesos empiezan a ocurrir y un misterioso culto hace acto de presencia.
El acierto de esta película es que no se trata de simplemente mostrar a Batman luchando contra diversas criaturas lovecraftianas, sino que introduce a Batman y a otros personajes del Universo DC en una historia 100% lovecraftiana. Desde el atmosférico inicio, se nos muestra a personajes conocidos a los que se les ha transformado, en más de un sentido, para que encajen en una historia que podría haber salido de las páginas de Weird Tales. Por otro lado, la película está llena de alusiones a H. P. Lovecraft, empezando por el título que alude a La maldición que cayó sobre Sarnath o la aparición del doctor Herbest West para tratar una extraña erupción que sufre Harvey Dent (que ya os podéis imaginar cómo acaba). Además de la aparición de Herbest West como personaje, también hay una breve aparición (vocal, claro) de Jeffrey Combs, la inolvidable encarnación cinematográfica de West. Y, por supuesto, diversos libros malditos y dioses transdimensionales de nombre impronunciable también aparecen. Hay más secuencias de acción de las habituales en una historia del género, pero incluso estas tienen un toque de terror cósmico
Esta es la película perfecta para aquellos que sean amantes del universo Batman y también amantes del terror lovecraftiano. En las raíces de Batman encontramos la oscuridad de vigilantes como La Sombra y el uso de villanos grotescos como los que aparecían en Dick Tracy. Son raíces, en otras palabras, que surgen del pulp, de revistas semejantes a aquellas en las que originalmente publicó sus relatos H. P. Lovecraft, así que la mezcla de ambos universos resulta muy natural. La mezcla, cuya efectividad se encuentra en un principio en el cómic original, es lo que hace de La maldición que cayó sobre Gotham un título especial que funciona de principio a fin.
Entre Tetsuo, el hombre de hierro (Tetsuo, 1989) y Tetsuo II: El cuerpo de martillo (Tetsuo II: The Body Hammer, 1992), sus dos títulos más conocidos, el director Shin'ya Tsukamoto estrenó Demonios asesinos (Yôkai hantâ: Hiruko aka Hiruko the Goblin, 1991), menos conocida pero igualmente interesante. La película adapta el manga de Daijirô Morohoshi Yokai Hunter, bastante popular en Japón, pero hasta ahora inédito en nuestro país.
Hieda Reijirou (Kenji Sawada) es un profesor de arqueología desacreditado por sus teorías sobre la existencia real de criaturas y monstruos que se creen mitológicos. Hieda recibe una carta de su cuñado Takashi Yabe (Naoto Takenata), donde le comenta el descubrimiento de una tumba ancestral cerca de un colegio, ahora cerrado por las vacaciones de verano. Cuando Hieda llega se encuentra que Hieda ha desaparecido misteriosamente junto a la estudiante Tsukishima Reiko (Megumi Ueno). Masao (Masaki Kudou), el hijo de Takashi y enamorado de Tsukishima, también se encuentra en el colegio intentando averiguar qué ha sido de los desaparecidos. Hieda y Masao se enfrentarán juntos a los demonios que han salido de la tumba hasta entonces oculta.
El título castellano Demonios asesinos puede dar la impresión de que nos encontramos ante una película de terror, ya sea al estilo J-Horror o con más sangre y gore. Pero, aunque hay elementos de terror y alguna escena inquietante, la película de Tsukamoto tiene muchos elementos de comedia y del cine de aventuras. Un cóctel de géneros al que hay que añadir la influencia del cine fantástico americano a la hora de presentar criaturas propias de la mitología japonesa. La comedia la proporcionan principalmente los dos protagonistas, en especial el torpe Hieda. Equipado con una serie de armas de creación casera, como una versión japonesa del cazafantasmas Tristanbraker, la primera reacción de Hieda ante la presencia del demonio que caza en el colegio cerrado es la misma que tendría yo: salir corriendo. A pesar de todo, sus conocimientos serán muy útiles y se acabará convirtiendo en un héroe. Mientras, Masao se enfrenta a un importante destino tras descubrir diversos secretos familiares. El terror y las aventuras se dan de la mano en la exploración del colegio cerrado y la aparición de Hiruko, que cuando posee a una persona ésta se convierte en una cabeza con patas de insecto, como una araña infernal.
El resultado es una película que mezcla terror japonés con Gremlins (Joe Dante, 1984) y Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981). Inquietante y muy divertida al mismo tiempo, entretenida de principio a fin, Demonios asesinos es también coherente y sólida, a pesar de la dispar mezcla de géneros, gracias al tono consistente y la energética dirección de Tsukamoto. Es el extraño caso de una película que gustará tanto al aficionado a la cultura pop japonesa, al aficionado al terror o a alguien que no está demasiado interesado en ninguna de las dos cosas. Un título fantástico en más de un sentido.
Hasta el momento en que se me ocurrió la idea de escribir este artículo, nunca había visto ninguna de las películas de la saga Crepúsculo ni leído ninguna de las novelas en que se basaban. Cuando se estrenaron no me llamaron la atención ni me interesaron, no parecía que fuera algo hecho para mí. Además, de joven era un gran fan de la serie creada por Joss Whedon Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer, 1997-2003). Y hay algo que nunca me gustó de la serie, por mucho que me apasionara el resto, el romance entre Buffy (Sarah Michelle Gellar) y Angel (David Boreanaz). No solo porque Angel nunca me gustó como personaje, de ahí que nunca me molestara en ver el spin-off protagonizado por él, sino porque se trataba de un hombre adulto con mucha experiencia (más teniendo en cuenta el factor vampiro que le añade cientos de años) y una chica adolescente menor de edad sin experiencia en relaciones. Era una relación muy desigual que me parecía más tóxica que romántica. Eso influyó en que decidiera pasar de ver Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008). Imagino que también me influyeron las exageradas reacciones a favor y en contra a su alrededor.
Lo que 15 años después de que se estrenara la primera película me dio ganas de visitar el universo Crepúsculo fue ver AMC Visionaries: Historias de terror de Eli Roth (History of Horror, 2018-2021). En el episodio que trataba sobre las películas de vampiros me sorprendió que dedicaran casi cinco minutos a despotricar de Crepúsculo, como si fuera una ofensa personal su mera existencia, lo que me sorprendió. Sobre todo porque ya había visto hasta series infantiles con vampiros, o sea que no es como si Crepúsculo fuera a destruir el poder de la figura del vampiro dentro del género. Y luego me pregunté si este ataque habría sido tan enconado si no se hubiera tratado de una serie de películas/novelas cuyo público principal eran chicas adolescentes, ya que no es extraño que películas, novelas, series o grupos musicales sean más criticados y ridiculizados si están pensados para chicas jóvenes. O tal vez las críticas eran merecidas y la verdad es que tanto la saga cinematográfica como la literaria son una afrenta a la fantasía de tan malas que son. La única manera de salir de dudas era leer las novelas y ver las películas, con una mente abierta, sin prejuicios, para formarme mi propia opinión.
Lo primero fue ponerme con las novelas escritas por Stephenie Meyer. He de reconocer que cuando empecé a leerlas temí que se tratara de una copia suavizada de las historias de Anne Rice. Cuando se estrenó Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire, Neil Jordan, 1994), se produjeron muchas imitaciones con la esperanza de aprovechar algo del éxito de la película de Neil Jordan. Estas imitaciones acabaron creando también una corriente crítica hacia Anne Rice como la culpable de "suavizar" el vampiro (unas críticas en las que había algo de homofobia). Pero estos críticos olvidaban que la novela Entrevista con el vampiro se publicó originalmente en 1976, causando un gran impacto por su originalidad. Rice también jugó de forma más explícita con la sexualidad del vampiro, sin que dejara de ser un asesino bebedor de sangre. Luego, Billy Martin cuando todavía era Poppy Z. Brite, hizo mucho más explícita las escenas sexuales en sus novelas El alma del vampiro y La llamada de la sangre. Pero Rice siempre se mantuvo entre la ambigüedad y la fantasía, reinterpretando a Lestat en Lestat el vampiro, en la que el famoso vampiro solo bebe la sangre de criminales o gente malvada, algo habitual en los héroes del cómic que también son vampiros como Hannibal King.
Con La reina de los condenados Rice cerraba una fantástica trilogía vampírica. Sin embargo, a medida que fue desarrollando las crónicas vampíricas es innegable que se fue produciendo un bajón en la calidad de las novelas, siendo la peor la última que publicó en vida. Es esta última representación de menor calidad del vampiro más romántico y fantasioso, menos terrorífico y más tópico, la que temía que Stephenie Meyer imitara. Pero al leer las novelas me sorprendí al descubrir que eran bastante entretenidas. No había nada original que no hubiera visto/leído antes, pero las tramas de batallas contra hombres lobo y otros clanes vampíricos me parecieron entretenidas, así como me gustó la manera que tenía de matar vampiros: desmembramiento seguido de cremación. Aún me sorprendió más verme disfrutando con el flirteo con el body horror de la cuarta novela; la novela breve La segunda vida de Bree Tanner, explicada desde el punto de vista de una vampiresa, también me gustó.
Esto no quiere decir que las novelas de la saga no tengan sus problemas, más allá del estilo simple en que están escritas (que supongo no es extraño teniendo en cuenta el público juvenil al que van destinadas). Los principales problemas de las novelas están relacionados en la tóxica manera en que presenta la relación entre Bella y Edward, tremendamente posesiva y obsesiva, todo muy negativo fuera de una canción pop. En un momento, Edward le confiesa que la ha estado espiando en su dormitorio por las noches y Bella se lo toma como un gesto romántico (!), tal vez por eso, aunque se supone que se centra en el romance, me parece una saga muy poco romántica. También es muy poco sana la manera en que Bella deja de lado sus amistades y vida personal para convertir Edward en el centro de su existencia. Jacob, su otro interés romántico, tampoco queda mucho mejor, competiendo con Edward en quién es más manipulador y controlador de Bella.
Son también novelas tremendamente conservadoras. Bella y Edward no mantienen ningún tipo de relación sexual, no me refiero solo al coito, tampoco juegos y demás prácticas, hasta después de casarse. Lo primero que hace Bella cuando llega a casa de su padre es ponerse a cocinar para él, ya que los hombres no saben cocinar ni cuidarse ni limpiar la casa. Luego supe que Stephenie Meyer es mormona y lo entendí todo.
Siguiendo en los aspectos negativos, también me sorprendió lo firmemente heterosexuales que son estas novelas, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de vampiros. Y sobre todo, repito, después de haber leído El alma del vampiro y La llamada de la sangre en las que hay escenas de sexo explícito homosexual.
A pesar de todo, no fueron una lectura muy complicada ni difícil, aunque al acabar estaba hambriento de algo más "adulto" y me lancé de cabeza a leer Our Wives Under The Sea de Julia Armfield y Exterminator! de William S. Burroughs.
Una vez superada la prueba literaria, me puse a ver Crepúsculo.
La versión cinematográfica es una buena adaptación de la novela, ya que suaviza los aspectos más tóxicos del romance entre Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Cullen). También es más eficaz a la hora de presentar los villanos vampiros, haciendo que estén presentes a lo largo de la película en lugar de aparecer solo al final como sucede en la novela. Sí que es cierto que el centro de la película, el romance entre Bella y Edward, no es su punto más fuerte. No es muy apasionado, es muy casto y contemplativo, debido a la excusa de que la fuerza de Edward podría matar a Bella, lo que le da un aire de romance del siglo XVIII. Los ataques de los villanos vampiros están muy bien ejecutados teniendo en cuenta que es una película pensada para ser calificada PG-13.
La película en sí es inofensiva y entretenida. Un buen reparto da vida a una trama que no es muy original, pero está presentada de forma efectiva. Es una película que puede servir como puerta de entrada al género para personas que lo desconozcan, pero para el aficionado al cine de terror o la fantasía (ya que Crepúsculo es más fantasía que terror) no tiene muchos alicientes. Además, es la entrega más floja de la saga ya que se dedica a introducir a los personajes y el mundo que habitan. Pero tampoco es tan terrible ni abominable como parecen indicar los comentarios, he visto cosas mucho peores y no solo dedicadas a adolescentes.
Pero verla me confirmó que hay muchos prejuicios en contra de ella que no están enteramente basados en la realidad de la película, que es bastante normalita. Tampoco es que acabe de ver justificado el entusiasmo a favor, pero yo no soy una chica adolescente, lo cual puede influir. Y tampoco quiero generalizar, no es que solo las chicas adolescentes la puedan disfrutar (y a algunas tampoco les gustará). Supongo que lo que quiero decir es que Crepúsculo es una fantasía pensada para el público adolescente que explota el romanticismo del vampiro de una forma segura y contenida, realizada de forma competente y efectiva. No es ni la peor ni la mejor de su género.
Las cosas se ponen más interesantes con La saga Crepúsculo: Luna nueva (The Twilight Saga: New Moon, Chris Weitz, 2009). Se confirma el excelente trabajo de la guionista Melissa Rosenberg a la hora de adaptar las novelas de Stephenie Meyer. Rosenberg condensa las novelas de la saga de forma efectiva, muchas veces potenciando los aspectos positivos y limando los negativos.
En esta entrega se introducen los hombres lobos, usando como base mitológica las leyendas de los nativos americanos (algo que no hizo muy felices a los nativos americanos afectados). Se utiliza la clásica animadversión entre hombres lobo y vampiros que se remonta a los años de Abbott y Costello contra los fantasmas (Bud Abbott and Lou Costello Meet Frankenstein, Charles Barton, Walter Lantz, 1948). Jacob, interpretado por Taylor Lautner, es el hombre lobo principal que se convierte en el rival de Edward por las atenciones de Bella. La cual, en esta entrega, redefine el concepto de obsesión y depresión. La abrupta marcha de Edward la deja en un estado depresivo en el que deja de lado todo para pasar el tiempo tirada en el sofá pensando en Edward. Sorprendentemente nadie piensa en hacer que Bella busque ayuda profesional. Una ayuda que necesita con urgencia a partir de que descubre que, cuando pone su vida en peligro, puede ver el fantasma de Edward. De modo que decide realizar actividades cada vez más peligrosas para poder ver a Edward diciéndole que no haga la tonta como si fuera más su padre que su novio.
Así explicado parece realmente absurdo, pero es también lo que le da atractivo a la saga, donde tienes personajes que actúan como si estuvieran en una novela romántica gótica a pesar de estar ambientada en la actualidad.
Luna nueva mantiene presente y activa a la malvada vampiresa Victoria, interpretada de nuevo por Rachelle Lefevre tras su presentación en Crepúsculo, de forma más efectiva que en la novela. Pero los auténticos antagonistas son el clan de los Volturi, que incluye a Dakota Johnson como Jane, una pequeña vampira capaz de hacer que sus enemigos se retuerzan de dolor con el poder de su mente, y a Michael Sheen como Aro, uno de los líderes del clan. Los Volturi no son muy distintos de los clanes que aparecen en otras películas del estilo, como en la saga Underworld, pero los actores los hacen interesantes.
De nuevo, Luna nueva resulta ser una película entretenida. A veces por sus fallos (la trama de Bella viendo el fantasma de Edward), a veces por sus aciertos (los Volturi y los hombres lobo), pero mantiene el interés del espectador. Puede que tal vez sea porque el aspecto más flojo para mí, el romance entre Bella y Edward, va dejando cada vez más sitio a los aspectos más fantásticos del universo creado por Stephenie Meyer. Dicho esto, la introducción del triángulo amoroso le añade algo de salsa a la trama.
Lo primero que me llamó la atención de La saga Crepúsculo: Eclipse (The Twilight Saga: Eclipse, 2010) es que estaba dirigida por David Slade, el director de Hard Candy (2005) y la muy diferente película de vampiros 30 días de oscuridad (30 Days of Night, 2007). Otro detalle que me llamó la atención es que Rachelle Lefevre, la actriz que interpretó a Victoria en las dos entregas anteriores, fue despedida y sustituida por Bryce Dallas Howard, debido a un conflicto de calendario.
En esta entrega vemos como el ansia de venganza de Victoria la lleva a crear un ejército de nuevos vampiros, que se dedican a dejar seca Seattle, lo que obliga a los vampíricos Cullens y a la manada de hombres lobo a forjar una complicada alianza. Esto trae consigo que la tensión entre Edward y Jacob por las atenciones de Bella aumente. Es por eso que Edward y Jacob están en su momento más controlador y posesivo y manipulador, ambos tratan a Bella como una niña de la que han de cuidar. Eventualmente, Bella logrará imponer su voluntad, lo que tal vez le da un toque feminista a la saga, pero no demasiado. Y, claro, hay que tener en cuenta que se supone que los personajes son adolescentes, de modo que su actitud inmadura se entiende aunque no se apruebe.
Supongo que para sortear la censura americana, en las películas, cuando a los vampiros los hieren/mutilan/decapitan se muestra como si su piel fuera de porcelana. Entiendo la opción, pero no me acaba de convencer. Pero es el único aspecto negativo en esta entrega que es la que tiene más acción.
Lo que no tiene es sexo. Llega a su máximo la tensión abstinente, lo cual me hizo pensar si no se trata en sí de una opción erótica. Que no haya sexo es el sexo. Que se trate de alimentar la pasión mediante la abstinencia. Solo Stephenie Meyer tiene la respuesta.
Creo que esta es la entrega que más me ha gustado, junto con la batalla de la película final. Incorpora elementos de La segunda vida de Bree Tanner, de modo que, de nuevo, los villanos están mejor desarrollados en la película que en la novela homónima de Meyer. La batalla y las peleas también están bien realizadas, dándole a la película una intensidad que estaba ausente en las anteriores entregas.
Y llegamos a la conclusión de la saga. Y aquí, por fin, ¡Bella y Edward follan! Pero no nos adelantemos. Amanecer, la que entonces era la última novela de la saga, fue dividida en dos películas para ser llevada al cine: La saga Crepúsculo: Amanecer (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 1, Bill Condon, 2011) y La saga Crepúsculo: Amanecer (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2, Bill Condon, 2012). Esta decisión vino motivada por el ejemplo de la franquicia Harry Potter, que ofrecía una manera de seguir exprimiendo el éxito de una franquicia basada en novelas llegados al último libro, que se justificaba diciendo que así se era más fiel al material y resultaba en un final más épico.
La realidad es que esta tendencia de partir en dos las adaptaciones de novelas era bastante molesta, porque quedaban en películas muy desequilibradas. Sin embargo, por lo menos en el caso de Amanacer, tiene algo de sentido ya que en la novela hay dos tramas bien diferenciadas: el embarazo de Bella y el enfrentamiento con los Volturi.
Así, la primera parte es más dramática, con todo lo que tiene que ver con el embarazo de Bella bordeando el body horror. El director Bill Condon y la guionista Melissa Rosenberg le añaden a la historia momentos que me gustaron mucho, como el flashback al primer asesinato de un humano por parte de Edward, mientras está en el cine viendo La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, James Whale, 1935) (de esperar, teniendo en cuenta la carrera de Condon), así como también me gustó la alucinación de Bella en que se ve en su boda sobre una montaña de cadáveres. Lo que me lleva a la luna de miel en la que, como ya he mencionado, por fin Bella y Edward van más allá de los simples besos. Una vez rota la tensión provocada por la abstinencia, es cierto que la pareja pierde algo de interés y la abstinencia de Edward por miedo a matar a Bella con su fuerza sobrehumana se puede ver como una especie de retorcido erotismo.
La segunda parte, por contraste, tiene mucha más acción y tensión. La necesidad de proteger a la recién nacida Renesmee y el enfrentamiento con el clan Volturi permite a la saga terminar con un toque épico, bien introducido, por oposición al de la novela que era casi como un juicio, no muy cinematográfico. Es también la entrega en la que, por fin, Bella se alza como un igual ante Edward y Jacob, aunque después de pasar por el altar y tener una hija. Como ya he dicho antes, Stephenie Meyer es mormona, así que seguramente de ahí proceden los toques conservadores de la saga.
¿Qué he aprendido yo tras este viaje? Para empezar, que no hay que juzgar lo que no se conoce y no dejarse llevar por los prejuicios. Que entiendo por qué tantos jóvenes son fans de la saga (pelis y libros) si bien no es un entusiasmo que comparto, reconociendo que, por lo menos, me mantuvieron entretenido. Finalmente, que el odio que algunos "protectores" del género tienen hacia la saga está claramente motivado por lo que se interpreta como una intromisión, aunque las películas son más fantasía que terror. Pero realmente el problema está en que es algo destinado al principalmente (aunque no solo) al público femenino y por tanto abierto a la mofa y la befa, ya que el trato que los vampiros reciben en esta saga no es muy distinto del que reciben en la saga Underworld, esta más orientada hacia la acción, o series como Crónicas vampíricas (The Vampire Diaries, 2009-2017).
O lo que es lo mismo: juzgad siempre por vosotros mismos sin dejaros llevar por los prejuicios. A veces te llevas sorpresas.
Se nota que ya empieza el verano con la llegada de los estrenos veraniegos como Ruby, aventuras de una kraken adolescente (Ruby Gillman, Teenage Kraken, Kirk DeMicco, Faryn Pearl, 2023), de la que acabo de publicar una crítica en Underbrain Mgz, que podéis leer clicando aquí:
Acabo de publicar en Underbrain Mgz un artículo sobre la franquicia que arrancó con el clásico de los 80 Los Inmortales (Highlander, Russell Mulcahy, 1986). Espero que los fans descubran cosas que tal vez no sabían sobre la saga y que aquellos que no la conozcan se animen a verla, especialmente la fantástica primera parte. Leedlo clicando aquí:
Este artículo es sobre una película en la que un agente de la ley y el asesino que persigue quedan congelados y son devueltos a la vida en un futuro que no entienden, creando situaciones cómicas y diversas escenas de acción. Y sé que estaréis pensando "oh, Demolition Man (Marco Bambrilla, 1993) mola". Y aunque estoy completamente de acuerdo en que Demolition Man mola, este artículo, por si el título y el póster no os daban una pista, trata sobre Espadas a través del tiempo (Gap tung kei hap aka The Iceman Cometh, Clarence Fok, 1989).
Fong Sau-Chin (Biao Yuen) es un guardián real de la dinastía Ming, en el siglo XVI, que persigue al asesino violador Fung San (Wah Yuen). Fong localiza a Fung y ambos se enzarzan en un pelea que culmina con los dos quedando congelados en el hielo. Siglos más tarde, los cuerpos son descongelados en el Hong Kong del siglo XX. Fong tiene problemas para adaptarse al presente, que se hacen mayores cuando conoce a Polly (Maggie Cheung), una chica muy del siglo XX que no tarda en aprovecharse del honorable Fong. Fung, por otro lado, no tiene tantos problemas en adaptarse a la nueva situación y rápidamente sigue con lo que más le gusta: cometer asesinatos. Cuando Fong lo descubre, empezará de nuevo a perseguirlo implacablemente.
Es obvio que Demolition Man, sin quitarle ningún mérito, se vio bastante influenciada por Espadas a través del tiempo. Esta película, a su vez, se puso en marcha debido al éxito en Hong Kong de Los inmortales (Highlander, Russell Mulcahy, 1986). Se hace más evidente esta influencia en la climática batalla final entre ambos protagonistas, con un duelo de espadas bajo un gran anuncio luminoso. Pero las escenas de acción son pura energía Made in Hong Kong, con las habituales acrobacias y escenas de riesgo que son marca de la casa, especialmente con dos intérpretes del calibre de Biao Yuen y Wah Yuen. Además, de forma bastante sorprendente, tiene momentos que la acercan a la Categoría III, ya que este tipo de villano violador era más propio de las películas de esta calificación que en las películas de acción de Biao Yuen, más pensadas para el gran público.
Otro aspecto que sorprende de la película es que la comedia funciona bastante bien. Es la habitual basada en un personaje metido en un entorno que le es extraño, pero la química entre Biao Yuen y Maggie Cheung hace que funcione y resulte muy divertida, si bien la relación entre ambos tiene algo de predecible a lo comedia romántica. Cheung, más conocida por los fans como la sufrida novia del heroico policía interpretado por Jackie Chan en la trilogía original de Police Story, es aquí la que se las hace pasar canutas al personaje de Biao, un cambio que le sienta muy bien.
La mezcla de comedia y acción hace de Espadas a través del tiempo una película entretenida de principio a fin. No es un film perfecto, pero ofrece al aficionado grandes dosis de diversión, ya sea por la acción o por la comedia, siendo esta última la que puede que la haga más accesible para aquellas personas que, por algún extraño motivo, no sean aficionadas al cine de Hong Kong de esta época.
Se ha publicado mi crítica de Irati (2022), la nueva película de Paul Urkijo, en Underbrain Mgz. Interesados en esta fantástica fantasía clicad aquí para saber más al respecto:
Cuando terminé de ver esta película me pregunté por qué, con la riqueza de leyendas y folclore que hay en la península, no se hacen más películas como esta. Recomendada a todos los amantes de la fantasía.
No soy una persona particularmente nostálgica. No creo que cualquier época pasada fue mejor (bueno, mejor que la actual tal vez sí, tal y como están las cosas) pero sí que siento una sana fascinación por las modas cinematográficas del pasado. Una de las más absurdas y desconcertantes tuvo lugar a finales de los 70 del siglo XX, cuando se produjeron diversas películas eróticas o pornográficas protagonizadas por personajes de cuentos de hadas.
Uno de los más notables ejemplos del género ya lo hemos tratado con anterioridad: Alicia en el país de las pornomaravillas (Alice in Wonderland: An X-Rated Musical Fantasy, Bud Townsend, 1976). Fairy Tales (Harry Hurtwitz, 1978) tiene un tono y estilo parecido a Alicia en el país de las pornomaravillas, con la diferencia de que Fairy Tales es una película erótica (o debería decir "erótica") softcore sin sexo explícito ni penetración en pantalla. Fue producida por Charles Band después del éxito que su compañía había obtenido con La otra Cenicienta (Cinderella, Michael Pataki, 1977), por eso Fairy Tales sigue el mismo modelo de comedia musical con grandes dosis de desnudos, si bien cuando fue originalmente estrenada en cine se tuvieron que cortar un par de escenas para que fuera calificada R y no X, escenas reincorporadas a la edición en Blu-ray del film. Con estas escenas reincorporadas, vista hoy día sigue siendo más suave que algo del estilo de Instinto básico (Basic Instinct, Paul Verhoeven, 1992) a pesar del gran número actrices desnudas que pueblan la pantalla, entre las que se encuentra la Scream Queen Linnea Quigley en el que fue su debut en pantalla. Entre el reparto también destaca la abrumadora belleza de Angela Aames.
Fairy Tales resulta bastante inocente y divertida. La trama gira en torno a un príncipe (Don Sparks) que ha de demostrar que es capaz de producir un heredero para el reino si quiere seguir siendo príncipe, el problema es que solo consigue que su principito funcione cuando piensa en una princesa que se le aparece en sueños. Inicia así una odisea para encontrar a la princesa de sus sueños mientras se cruza con diversos personajes de cuentos de hadas que tarde o temprano acaban sin ropa. Los números musicales no son Broadway precisamente, pero las letras son bastante ingeniosas. Los continuos chistes son bastante fáciles y malos, pero la comedia funciona debido a que lanza tantas chanzas al espectador que, inevitablemente, alguna funciona. Como ya he dicho antes, no se trata de una película porno, y sus escenas de desnudo resultan casi entrañables debido a la distancia temporal y el alegre cachondeo que impregna la cinta.
Fairy Tales no es una película que recomiende a todo el mundo, pero si todavía sigues leyendo esto y tienes ciertos gustos, seguramente ya te hayas hecho una idea de si esta película se adapta a tus gustos.
Solamente en los 80. Guerreros del sol (Solarbabies, Alan Johnson, 1986) es una película que solo podría haber sido creado en la década de los 80 del siglo XX. Para bien o para mal, pero principalmente bien, es un producto de la década en que fue creada. Es lo que la distingue de otras distopías juveniles y también lo que, irónicamente, hizo que fuera un fracaso de taquilla en su momento.
El Solarbabies del título original hace referencia al nombre del equipo formado por Terra (Jami Gertz), Jason (Jason Patric), Daniel (Lukas Haas), Metron (James Le Gros), Rabbitt (Claude Brooks) y Tug (Peter DeLouise). Un nombre que les trae problemas dentro y fuera de la película, ya que se consideró una de las razones por las que no funcionó en taquilla en Estados Unidos, de ahí que cuando llegó a Europa el título se cambió por Solarwarriors o Solarfighters, Guerreros del sol en España, sin mencionar el muy soso póster americano comparado con la versión internacional. Los Solarbabies son un equipo de "skateball", el juego futurístico en el que compiten en el orfanato en el que viven, también futurístico. El "skateball" es igual que el rollerball pero con unos palos de hockey con luces de neón para darle un toque más futurista. El futuro es de neón, todo el mundo lo sabe. En el orfanato, además de jugar a "skateball", se preparan para trabajar dentro del sistema que domina el mundo (se introduce así una sutil alegoría), hasta que Daniel descubre una esfera brillante con poderes. Los Solarbabies huyen del orfanato y se embarcan en una aventura para proteger a esta esfera que les llevará a enfrentarse al sistema totalitario en el que viven.
Como podéis ver, el argumento base de esta película es la típica aventura distópica juvenil. Lo que la hace diferente es la manera en que mezcla diversos detalles propios de películas más exitosas y modas del momento. Una mezcla pensada para asegurar el éxito que, obviamente, la llevó al fracaso. Entre estos dispares elementos tenemos una ciudad sospechosamente parecida a la ciudad posapocalíptica que aparece en Mad Max, más allá de la cúpula del trueno (Mad Max Beyond Thunderdome, George Miller, 1985), pero según el estilo de las aventuras juveniles que Steven Spielberg había puesto de moda. Pero lo que más llama la atención es que sus protagonistas se desplazan a todos lados en patines, muy de moda entonces pero no el calzado más práctico para usar en el desierto. Por suerte, el desierto que atraviesan los Solarbabies tiene convenientes caminos planos de los que se ha limpiado las rocas y piedras que podrían hacer que los protas se matasen.
La película tuvo bastantes problemas durante el rodaje, principalmente debido a un director inexperto que había trabajado antes como coreógrafo, trabajo al que volvió tras esta película. Como ya he dicho, fue un fracaso de taquilla, pero su ochenticidad le ha otorgado un merecido estatus de culto. Sinceramente, aunque muchos la encuentren cutre y delirante, a mí me parece tan deliciosa como los canalones que hace mi madre. En su reparto, además de futuras estrellas juveniles, encontramos veteranos como Robert Jordan y Charles Durning, así como una favorita del género como es Sarah Douglas. Su historia mezcla diversas mitologías y religiones, lo que le da personalidad, y se explica en poco más de hora y media, sin necesitar trilogías de seis horas.
Solarbabies no es un gran clásico del género, pero a aquellos que se dejen llevar por su magia ochentera les proporcionará unas generosas dosis de diversión y entretenimiento.
Recuerdo ver de pequeño trozos sueltos de esta película por televisión, pero nunca la vi entera. Recientemente se ha editado en Blu-ray, así que la compré para descubrir si la película valía la pena o el misterio que había creado a su alrededor no tenía mucho sentido. Y resulta que está un poco entre ambas opciones.
Chandler Jarrell (Eddie Murphy) es un detective privado especializado en localizar niños desaparecidos. Kee Nang (Charlotte Lewis) le encarga encontrar a un chico muy especial, debido a que Jarrell es el elegido escogido como su protector. Jarrell no se toma nada de lo que dice Nang en serio, hasta que las muertes y los extraños sucesos empiezan a acumularse y Jarrell empieza a darse cuenta de que se enfrenta a fuerzas demoníacas.
Esta fue la primera película de Eddie Murphy calificada como PG-13 en Estados Unidos y viéndola tuve la sensación de que la historia original es posible que hubiese estado enfocada a un público más adulto y luego reducida a algo más para todos los públicos. Más allá de que el guion fuera reescrito para acomodar a la personalidad de Eddie Murphy cuando fue escogido como protagonista, curioseando por "el Internet", sí que se cuenta que la película original era bastante diferente a la que se estrenó en cines. Tras unos pases de prueba, Paramount decidió hacer varios cambios de modo que los protagonistas del film quedaron bastante insatisfechos con la versión que se estrenó en cines. La película tampoco fue un gran éxito de taquilla, precisamente, así que esos cambios tampoco lograron su objetivo. Sin embargo, el mayor punto negativo que tiene la película creo que ya debería encontrarse en el guion original y nada tiene que ver con los cambios demandados por la Paramount: me refiero a la manera en que es tratado el personaje de Charlotte Lewis, Kee Nang. Nang es presentada como una experta luchadora, y en la primera escena en que demuestra sus habilidades, de forma bastante gratuita su ropa acaba mojada de modo que se transparenta la blusa que lleva, aunque debido a la calificación no se ve nada, lo que hace que destaque aún más lo innecesario de la escena. Luego, el guion se las arreglas para dejarla fuera de combate de modo que no pueda hacer sombra al personaje de Eddie Murphy durante las escenas finales.
El film también tiene puntos a favor. Los elementos de fantasía son, pues eso, fantásticos, con algunas escenas de efectos especiales que son destacables aún hoy día. Charles Dance como villano hace un gran trabajo, se le echa de menos en las escenas finales. También hay escenas en que la comedia funciona y logra hacer reír al espectador.
En conjunto, creo que es un film bastante entretenido a pesar de sus problemas. Los efectos y las criaturas, así como algunos momentos de comedia contribuyen a que la película nos haga pasar un buen rato.
Ríos de sangre, mutilaciones y golpes imposibles, Mortal Kombat Legends: La venganza de Scorpion (Mortal Kombat Legends: Scorpion's Revenge, Ethan Spaulding,2020) es un fantástico tornado de ultraviolencia que ofrece toneladas de diversión.
Esta película se enmarca en una espero que pronto continuada serie de películas de animación basadas en el clásico juego Mortal Kombat. El argumento base de esta película recuerda bastante al de Mortal Kombat (Paul W. S. Anderson, 1995), imagino que el mismo sacado del juego (no soy muy conocedor de este): en un torneo se decide el destino de la Tierra, que puede quedar en manos de un reino malvado o salvarse temporalmente. Pero con el añadido de que, como el título indica, el film se centra en Scorpion. Al inicio vemos como la familia y el clan ninja de Scorpion son masacrados por Sub-Zero y su clan de ninjas. Esto provoca una fiebre vengadora en Scorpion que permite que escape del infierno para satisfacer su sed de sangre.
De modo que Scorpion's Revenge mezcla lo que sería una habitual película de venganza con el argumento de artes marciales y fantasía del torneo Mortal Kombat. Pero lo que la hace realmente notable son las sangrientas y abundantes dosis de desenfrenada ultraviolencia que ofrece la película con escena desfasada tras escena desfasada. Una queja habitual que recibió el film de Paul W. S. Anderson es la ausencia de la violencia que había hecho popular al juego, algo que esta película (y la próxima en estrenarse en cines) remedia a lo grande.
Pero lo mejor que se puede decir sobre esta cinta de animación es que resulta tremendamente entretenida aunque no se sea fan de los videojuegos o no se conozcan como es mi caso. No soy conocedor de los juegos pero disfruto como cualquiera con la violencia gratuita y los chorros de sangre. La historia de venganza resulta bastante entretenida, cada vez que sale Scorpion el espectador se pone alerta para ver de qué nueva y espectacular manera matará a un montón de desgraciados. La historia central también resulta entretenida a pesar de lo familiar que es gracias al trío protagonista que forman Johnny Cage, Sonya Blade y Liu Kang. A la película, como no podía ser de otra forma, no le falta tampoco el sentido del humor ("if you fuck with the Blade, you gonna get cut"), sin tomarse demasiado en serio a si misma pero sabiendo cuando no son necesarios los chistes.
Influenciada por el cine de acción de los 80 y por películas como Ninja Scroll (Jūbē Ninpūchō, Yoshiaki Kawajiri, 1993) o Historia de Ricky (Lik wong aka Riki-Oh, Ngai Choi Lam, 1991), Mortal Kombat Legends: La venganza de Scorpion es una muy recomendable película aunque no sepáis nada del videojuego.
Imaginad, si queréis, que entráis en una oscura sala de cine. Allí empezáis a ver película tras película, hasta que llega un punto en que estáis tan cansados que ocasionalmente, sin daros cuenta, se os cierran los ojos y al abrirlos de nuevo estáis algo desorientados: "¿qué estoy viendo? ¿qué está pasando? ¿sigo soñando o estoy despierto?" Así se resume, para mí, la experiencia de ver la película maldita Los Resucitados (Arturo de Bobadilla, 2017). Un frenesí de onírico placer.
El film se inspira en la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, pero las leyendas de Bécquer son solo el punto de partida para lo que es un homenaje al fantaterror español, invocando a los templarios de Amando de Ossorio que aparecen en, por citar las dos primeras entregas, La noche del terror ciego (1971) y El ataque de los muertos sin ojos (1973), pero sobre todo la obra de Paul Naschy con directas referencias como los nombres de algunos personajes. Y, por supuesto, la hazaña de tener al propio Paul Naschy interpretando al Caminante, personaje que ya interpretó en El Caminante (Jacinto Molina, 1979).
Llegados a este punto, normalmente ya habría hecho una breve sinopsis de la película. Pero es una película difícil de resumir en unas pocas líneas de manera que uno se haga una idea aproximada de qué trata. Podría hacer como hace la carátula del DVD, que simplemente resume mucho de lo que pasa, pero tampoco da una idea de la experiencia en la que se sumerge al espectador. Veréis, el film se rodó en 1995, en vídeo y lo que parece 16mm, justo en plena oleada de videocine. Con la llegada de cámaras de vídeo más accesibles para el gran público, con tamaños cada vez más manejables, se produjo una explosión de cortos y películas rodadas con bajo o nulo presupuesto que se estrenaban en los videoclubes o eran vendidas directamente por sus creadores. Es así como nacieron películas como La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos (Antonio Blanco, Ricardo Llovo, 1993). Directores que se habían movido siempre en el underground y los bajos presupuestos también se apuntaron, como Jess Franco que por entonces estrenó Killer Barbys (1996). Este fue un fenómeno mundial, pero en España coincidió que el inicio de una nueva apreciación del cine español de los 70 y la reivindicación de figuras como los citados Paul Naschy y Jess Franco, que iba ligado también con la explosión de la música independiente en España, con grupos que hacían homenaje al fantaterror. Es en este ambiente que nace Los Resucitados.
Lo que diferencia Los Resucitados de otras películas de la época, sin tener en cuenta a Jess Franco, es que el trabajo de Arturo de Bobadilla en diversas revistas de cine y su amor por el fantaterror le proporcionó acceso a actores como Paul Naschy y Antonio Mayans, así como a un joven Santiago Segura. La película, como ya he dicho, se rodó en 1995 pero luego desapareció misteriosamente sin dejar rastro.
Veinte años después, la película reaparece pero muda, así que se debe hacer un doblaje del film, lo que crea la oportunidad de traer al proyecto actrices clásicas del género como Lone Fleming y Sandra Alberti, además de tener a Héctor Cantolla como doblador del fallecido Naschy. Cantolla fue el doblador escogido por Naschy para que lo doblara a él en la época en que el cine no se rodaba con sonido directo, siendo su voz la que aparece, por ejemplo, en El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973), El Retorno del Hombre Lobo (Jacinto Molina, 1980) y El carnaval de las bestias (Jacinto Molina, 1980). Sin embargo, no se pudo recuperar todo el material rodado, quedando algunas escenas por restaurar.
Con tanto homenaje y guiño al fantaterror, uno se esperaría una película con una narrativa clásica. Pero aunque el film se ambienta en el siglo XVII y arranca de forma más o menos tradicional, el film acaba derivando en un alucinante viaje en el que de repente aparecen personajes, luego desaparecen, se hacen flashbacks dentro de flashbacks, se intercalan escenas oníricas con "reales", avanzando el film siempre de manera tan frenética como caótica. No por nada solo dura 69 minutos.
El resultado es una experiencia única y fantástica. Una película sin igual, a pesar de tanta referencia, que se despliega ante el espectador como un poema visual. Cargada de misterio y fantasía, Los Resucitados no es una película para todo el mundo, pero la recomendaría si sois fans del género y de películas bizarras y salvajes como Arrebato (Iván Zulueta, 1980) o La posesión (Possession, Andrej Zulawski, 1981).
El director de Azumi (2003), Godzilla: Final Wars (Gojira: Fainaru uôzu, 2004) y El vagón de la muerte (The Midnight Meat Train, 2008), Ryûhei Kitamura, se dio a conocer mundialmente con Versus (2000), una demente, delirante y desfasada película que mezcla yakuzas, samurais y zombis.
Si habéis visto cualquiera de las películas arriba citadas (y recomiendo que lo hagáis en caso contrario), os habréis percatado de que una de las cualidades del cine de Kitamura es el exceso. Sus esfuerzos por sumergir al espectador en una historia cargada de acción y emoción, ya sea adrenalina o terror, hacen que sus películas se conviertan en auténticas montañas rusas. Una cualidad ya presente es su debut en el largo, tras un par de mediometrajes. Versus introduce a sus personajes en el bosque de la resurrección, situado en una de las 666 puertas al más allá que hay por todo el mundo. En este lugar dos personajes, interpretados por Tak Sakaguchi y Hideo Sakaki, se encuentran envueltos en un conflicto centenario, que arranca en el pasado y continua en el presente incorporando a unos yakuzas que utilizan el bosque para enterrar a sus víctimas. Víctimas que volverán a la vida mientras la rueda del destino se pone en marcha.
A la práctica, el argumento se traduce en dos horas de peleas de artes marciales, tiroteos y duelos de espadas con la incorporación de mutilaciones de zombis salidos de una película de Lucio Fulci. Todo ello regado con un iconoclasta sentido del humor que convierte Versus en una película no solo tremendamente excitante, también tremendamente divertida. En este sentido, Minoru Matsumoto es el que más hace reír con su inútil yakuza que reacciona como un niño pequeño cada vez que la caga de forma espectacular.
Kitamura realizó la película pensando en el público occidental, mostrando sus influencias de cineastas como Lucio Fulci, Sam Raimi, Russell Mulcahy y John Carpenter. Todo ello mezclado con su peculiar estilo. Y funcionó, festivales de todo el mundo se rindieron al espectacular espectáculo de acción sangrienta de Kitamura. Lo sorprendente para el director fue que el film fue también un éxito en Japón, dándole la oportunidad de ponerse al frente de ambiciosas películas con elevados presupuestos como Azumi. Lo cual tiene mucho mérito considerando que Versus era una pequeña película independiente con un presupuesto muy bajo (por eso se ambienta el film en un bosque para ahorrar localizaciones y escenarios).
El film empezó como una secuela del mediometraje de Kitamura Down to Hell (1997), pero a medida que fueron trabajando en el guion vieron que la historia se iba haciendo más ambiciosa y decidieron estrenarla como una película original con entidad propia. El propio Kitamura financió la película, con su dinero y el de amigos y familia. La apuesta salió bien, logrando crear un festival de acción con pocos medios. En 2004, Kitamura volvió a reunir al reparto y rodó nuevo material para el film. Estrenada como Ultimate Versus, esta versión remodelada contiene todavía más acción e incorpora todo aquello que en su día no se pudieron permitir por el limitado presupuesto.
Con el tiempo Versus, ya sea la original o la versión Ultimate, se ha convertido merecidamente en una película de culto. Una brutal maravilla que recomiendo a todo el mundo.
Pasa muy a menudo. Te levantas y te dices: "cómo me gustaría ver una peli musical polaca sobre sirenas asesinas". Por suerte, esa película existe y fue muy popular en festivales hace unos cinco años: The Lure (Córki dancingu, Agnieszka Smoczynska, 2015). ¿Qué tal aguanta el film alejado del hype que le dio tanto éxito en su día? Pues bastante bien.
La directora Agnieszka Smoczynska mezcla distintos mitos sobre las sirenas, desde las criaturas que llevaban a los marineros a su muerte hasta las trágicas figuras románticas de los cuentos de hadas. Una mezcla que enriquece esta historia sobre dos sirenas que, atraídas por un grupo ensañando en la orilla de la playa, decide unirse a un decadente acto de cabaret. Así se convierten en las Hijas del Baile a las que alude el título original. Pero las sirenas, Srebrna (Marta Mazurek) y Zlota (Michalina Olszanska), no quedarán intactas por su contacto con los humanos y la tragedia aguarda cerca.
Parte del éxito del film recae en la forma en que la directora presenta esta mezcla de géneros, sin caer en la parodia o el camp. Es un musical, así que la fantasía y la irrealidad son elementos esenciales, pero los sentimientos y, más importante, los apetitos de los personajes son reales. Y son los que traen consigo la tragedia. El contacto con los humanos provoca una inevitable contaminación y corrupción de las sirenas. Srebrna, que parece integrarse más fácilmente, será la que más sufra; mientras Zlota, que prefiere mantenerse más fiel a su naturaleza, tendrá las cosas más relativamente fáciles. Hay que señalar que la naturaleza de estas sirenas es asesina, se alimentan de corazones humanos, literalmente. Es esta cualidad como "devorahombres" la que les resulta más útil, ya que el mundo en el que se mueven no parece ser un mundo para los inocentes. Es un mundo en que incluso criaturas mágicas como estas pueden ser comercializadas y convertidas en otra moda más. Nadie parece sorprenderse en exceso ante la aparición de estas criaturas, por lo menos durante mucho tiempo. Se convierten en otro número más en el decadente cabaret en el que actúan.
The Lure es un musical que funciona a la perfección como tal. Equilibrando la comedia y el terror, las canciones se integran en la narración de manera que sirven para mostrarnos qué sienten los personajes, sin detener la acción. Aunque no tengo ni idea de polaco, algunas canciones se me hicieron pegadizas, así como los números musicales están muy bien ejecutados y concebidos.
Esta es una de esas ocasiones en las que el hype estaba justificado. The Lure se mantiene como un film original, en ocasiones sangriento y siempre entretenido, muy recomendable.
Tan irreverente, hilarante y escatológica como cuando se estrenó en 1977, La bestia del reino (Jabberwocky) fue el inicio de la carrera de Terry Gilliam como director en solitario, sin los Monty Python (más o menos). Un inicio que ya plantea muchos de los temas y fetiches que el director exploraría en futuros filmes.
Inspirado en el poema de Lewis Carroll, el film nos cuenta la historia de Dennis Cooper (Michael Palin), que llega al reino del rey Bruno el Cuestionable (Max Wall) en busca de fortuna. Su intención es encontrar un trabajo tranquilo que le permita ganar suficiente dinero para casarse con su amada Griselda (Annette Badland). La llegada de Cooper coincide con el asedio que sufre la ciudad por parte de un terrible monstruo, el Jabberwock, que no para de devorar ciudadanos. Cooper hace todo lo posible por no meterse en líos, por evitar cualquier conflicto o problema, pero, por supuesto, involuntariamente se ve metido en diversas peripecias que lo llevarán a enfrentarse con el Jabberwock.
Jabberwocky fue el primer proyecto en solitario de Terry Gilliam, aunque miembros de los Monty Python aparecen como actores, como el protagonista Michael Palin, y algunos gags todavía recuerdan al estilo de los Python. Sin embargo, el mediocre protagonista Dennis Cooper recuerda bastante a futuros héroes de Gilliam, como el Sam Lowry que Jonathan Pryce interpretó en Brazil (1985). La mediocridad y la mercantilización es uno de los principales temas de Jabberwocky, donde se nos presenta un mundo donde no hay sitio para los artistas, ya que su lugar lo ocupan mediocres sin imaginación interesados solo en obtener el máximo provecho económico. También se dispara contra la monarquía, el poder eclesiástico y los empresarios. Estos dos últimos estamentos, de hecho, no quieren que se mate al monstruo ya que esta situación de terror les beneficia.
El film funciona también a la perfección como una parodia del cine de fantasía y de monstruos. Demoliendo todos los tópicos posibles, con su demente princesa (Deborah Fallender) y sus caballeros tan estúpidos como violentos. Y siendo como es una sátira, una parodia, un film no muy interesado en el rigor histórico, resulta más auténtico y realista en su descripción de la Edad Media que muchos dramas serios ambientados en esta época.
Pero lo más importante a señalar de Jabberwocky es que es una comedia que hace reír de principio a fin, ya sea por sus momentos absurdos, sus bromas escatológicas, sus escenas gore o la estupidez de los personajes. Es un clásico que sigue siendo punk y actual.