Cada vez es más raro encontrarse con auténticas películas de culto. Películas que cumplen con la definición original de "película de culto". Enel caso de Sangre de héroes (The Salute of the Jugger, David Peoples, 1988), incluso hay personas que le rinden culto sin saberlo.
Nos encontramos en un futuro posapocalíptico. Menos los privilegiados que viven en ciudades subterráneas, la gente sobrevive en pequeños poblados, trabajando duro para poder comer y sobrevivir. La única distracción es El Juego. Un deporte que juegan los juggers, violento y brutal pero que se rige por un estricto código de honor. El equipo de Sallow (Rutger Hauer) llega al poblado en el que vive Kidda (Joan Chen). Kidda sueña con ser una campeona del Juego y llegar a vivir en una ciudad. Tras unirse al equipo, Kidda presionará para intentar el desafío de la Liga. Pero Sallow, en su día campeón de la Liga, no quiere regresar, debido a la manera en que fue expulsado. Pero la insistencia de Kidda da frutos y el humilde equipo se dirige a la ciudad para intentar lograr lo que ningún equipo ha logrado.
The Salute of the Jugger fue creación de David Peoples, el único esfuerzo como director de este prestigioso guionista. Concibió la idea a finales de la década de los 70 inspirado por el relato original Roller Ball Murder de William Harrison, que también inspiró el clásico Rollerball (Norman Jewison, 1975), y la clásica Rocky (John G. Avildsen, 1976). Pero la película no se puso en marcha hasta finales de los 80, cuando el género posapocalíptico estaba de moda. Y, tal vez, eso fue un problema.
El tremendo éxito de Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981) generó una gran cantidad de imitaciones. Algunas muy entretenidas, como 1990: Los guerreros del Bronx (1990: I guerrieri del Bronx, Enzo G. Castellari, 1982) o El exterminador de la carretera (Il giustiziere della strada, Giuliano Carnimeo, 1983), otras, la mayoría, simples imitaciones sin imaginación. Para cuando The Salute of the Jugger se estrenó, el género ya estaba bastante quemado. Por supuesto, el film de Peoples no trata de imitar la saga creada por George Miller, sino que se trata de un tipo de historia muy distinto, aunque su ambientación podría hacerlo pensar a primera vista. Esto provocó que aquellos ya cansados de estos futuros desérticos estuvieran ya cansados del tema y decidieran ignorar la película, pero también aquellos aficionados al género, esperando ver un tipo determinado de historia, quedaran decepcionados por el film. Puede que hubiera otras razones, pero el resultado no cambia: el film fue un fracaso de taquilla y prácticamente desapareció. El film reapareció en vídeo, medio en el que poco a poco fue adquiriendo devotos seguidores.
The Salute of the Jugger es una película de acción, pero no la típica película de acción. Es más bien como una película deportiva en la que los jugadores pueden acabar muertos. Los Juggers se mueven por un código de honor que hace que incluso los equipos contrarios compartan un sentimiento de hermandad, un respeto adquirido en este peculiar campo de batalla. Es la historia de un equipo con todo en contra que intenta lograr un hito aparentemente imposible. Pero, y aquí está la influencia de Rocky, no se trata tanto de ganar como de llegar a la meta con dignidad. Lo que sí es ganador es el reparto, empezando por Rutger Hauer, que está fantástico, y nombres que uno no esperaría ver en una película como esta como Joan Chen, Delroy Lindo y Vincent D'Onofrio. Para los fans del cine de género, también nos encontramos a Richard Norton y Hugh Keays-Byrne. Este reparto, sumado a la ambientación, hace que el espectador lo tenga fácil a la hora de sumergirse en este mundo.
Pero el elemento que más llama la atención, como es de esperar, es El Juego. Tanto que fans de la película empezaron a jugarlo en la vida real, con algunos cambios para que todos acabaran el partido con vida. Se inició en Australia, en un festival dedicado al cine posapocalíptico, pero rápidamente saltó a otras partes del mundo, como Alemania. Incluso hay una liga Jugger en España. Creo que es posible que muchos jugadores de la liga Jugger desconozcan la película que inspiró el juego (espero equivocarme), pero resulta fascinante como una película que en su día pasó completamente desapercibida haya acabado inspirando una disciplina deportiva.
Confieso que a mí no me gustan las películas deportivas, no me interesan y me aburren. Pero, claro, con su ambientación futurista, su reparto y sus escenas brutales, The Salute of the Jugger va más allá del género. Es una mezcla que realmente la hace única.
Charles Band, como Roger Corman, se convirtió en una figura de culto a través de su productora Empire, donde desarrollaron sus carreras talentos como el de Stuart Gordon y Brian Yuzna. Luego, durante la década de los 90 del siglo XX, siguió siendo un nombre relevante dentro de la serie B y el cine de culto con su productora Full Moon, fundada después de que Empire entrara en bancarrota. Pero si sus contribuciones son principalmente como productor y creador de conceptos, también ha sido de director de diversos títulos en su día destinados a llenar las estanterías de los videoclubes. Metalstorm (Metalstorm: The Destruction of Jared-Syn, 1983) es uno de sus títulos más populares (y quiero decir literalmente título) dentro de su carrera como director, si bien no es una de sus películas más brillantes.
Dogen (Jeffrey Byron) es un agente de la ley que atraviesa el desierto en busca del criminal Jared-Syn (Michael Preston). Jared-Syn se ha erigido en líder de los clanes nómadas, agitándolos para crear violencia y caos. Unos secuaces de Jared-Syn matan al padre de Dhyana (Kelly Preston), quien jura venganza y por ello se une a Dogen en su caza de Jared-Syn. Ambos se enfrentarán a diversos peligros para lograr llegar a su objetivo.
Metalstorm tenía todos los ingredientes para convertirse en una cinta de culto. Es un film que mezcla las tendencias populares en el cine de género a principios de los 80 del siglo XX: space opera al estilo La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977), la fantasía al estilo Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982) y la acción posapocalíptica al estilo Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981). Esta mezcla implica también que el film tiene un toque spaghetti western, presente en las películas mencionadas. Por si fuera poco, también se estrenó en 3D, formato que entonces estaba experimentando un revival con diversas terceras entregas que lo usaron.
Y, a pesar de todo, la suma de estos elementos no da como resultado un memorable film de culto, sino más bien una anodina película de acción que no deja impronta. Tiene un título memorable, un reparto notable y algún breve momento que queda bien en un tráiler o en un clip en Youtube. Pero Metalstorm tiene demasiados elementos derivativos y muy poca personalidad propia. Claro, es mejor que cualquiera de los remakes en imagen real de películas de animación que manufactura Disney, pero carece de ese toque personal, peculiar, que tienen las cintas de culto. Ese je ne sais quoi mágico que hace que una película genere un culto de fans a su alrededor. Por otro lado, tampoco posee atractivo mainstream ya que no tiene nada que no tengan ya las películas a las que copia.
En cierto modo, Metalstorm es la esencia de lo que era el cine de bajo presupuesto en sus inicios: grandes pósters y tramas épicas que nunca cumplían con sus promesas.
Tras un largo viaje, la nave espacial Cyrno aterriza en el planeta TEM 4, del cual recibieron una llamada de socorro. Pero cuando la capitana Akala (Jana Brejchová) contacta con los temeritas, estos niegan haber realizado dicha llamada. Sospechando que sucede algo extraño, la tripulación del Cyrno decide quedarse e investigar, realizando un terrible descubrimiento que les pondrá en peligro.
El estudio alemán DEFA estaba especializado en el cine de género, llenando las pantallas de comedias, musicales, westerns... si bien siempre siguiendo las directrices artísticas del partido comunista. Poco a poco, los cineastas de la Alemania del Este pudieron lograr aumentar el espacio que tenían para maniobrar, logrando incluso colar algún mensaje contra el régimen que había pasado desapercibido a los "controladores". DEFA realizó cuatro películas de ciencia ficción que, sobre el papel, estaban diseñadas como herramientas de propaganda del régimen. Pero lo cierto es que, aprovechando la coartada del género, estas películas eran más críticas con el régimen de lo que podría parecer a primera vista. La parte positiva de estas películas utópicas (la definición "ciencia ficción" se consideraba propia del sistema capitalista) es que mostraban una sociedad en la que no hay diferencias de raza o sexo, presentando repartos muy diversos, teniendo en cuenta la época, años antes de que la serie Star Trek emitiera su primer episodio. La idea era propagar la idea de que en los países comunistas no habría prejuicios raciales ni de sexo, cuando en la práctica, lamentablemente, la URSS y sus países satélite eran tan racistas, imperialistas y misóginos como los países capitalistas. En lo que se refiere a la película, en In the Dust of the Stars el protagonismo se divide equitativamente entre personajes masculinos y femeninos, con la novedad de presentar a una mujer como capitana. Algo que, hasta llegados a finales de los 90, fue algo inédito en el cine americano y europeo.
La trama presentada no era muy distinta de otras producidas en Estados Unidos o Europa: un grupo de valientes llega para desarmar la tiranía impuesta sobre una población débil. En teoría, una crítica del imperialismo yanqui, lo que permitió que la película pasara la censura del partido comunista. Pero lo cierto es que la película ataca todos los regímenes que coartan la libertad, lo que incluía el régimen de Alemania del Este. La película estaba producida por un grupo llamado Futurum, que dentro de la DEFA había producido diversos cortometrajes. Era un grupo formado por artistas diversos críticos con el régimen, lo que se ve reflejado en la película. De este modo, In the Dust of the Stars es una poderosa alegoría, con giros de guion inesperados para los que vivimos en el decadente mundo capitalista, que hace que trascienda los límites impuestos y la convierta en una película destacada dentro del género.
También es rara de cojones.
Las alegorías, su lugar dentro del género, lo innovador que es su guion... todo eso está muy bien. Pero la razón por la que la película me pareció fascinante y una pequeña maravilla es su delirante mezcla entre la seriedad del clásico de Kubrick y el glamour de Barbarella. Tiene un diseño de producción psicodélico ultra-setentero, especialmente llamativo en los villanos. Además, tuvieron la brillante idea de que el argumento diera lugar a momentos musicales futuristas, destinados a seducir a los protagonistas y dejar al espectador turulato.
La película de Gottfried Kolditz presenta elementos propios del cine exploitation con una sensibilidad artística propia del cine "serio", es parte puro entretenimiento y parte cine de autor. Lo más increíble es que esta mezcla funciona, logrando que la película sea profunda y superficial al mismo tiempo, sin un momento aburrido o plano. Es psicodelia futurista, para llevarte a otro mundo sin dejar el salón de casa.
Charles Band le disputó el título de rey de la serie B a Roger Corman durante gran parte de la década de los 80 y de los 90 del siglo XX. Primero a través de su productora Empire y, cuando esta entró en bancarrota, con su productora Full Moon. Band llenó las estanterías de los videoclubes con películas de bajo presupuesto pero con altas dosis de diversión. Respaldó la primera Re-Animator (Stuart Gordon, 1985), creó la saga Puppet Master (1/2) además de crear otras diversas sagas y títulos clásicos para los amantes de la serie B. Semilla negra (Seepeople, Peter Manoogian, 1992) es un perfecto ejemplo del típico producto "Band", una película de serie B llena de guiños y efectos especiales viscosos para atraer a los exploradores de los videoclubes.
Tom Baines (Sam Hennings) está siendo tratado en un hospital de diversas heridas. Rozando el histerismo, Tom cuenta desesperado su historia al agente especial Weems (Michael Gregory), con la esperanza de que impida que el mal que ha surgido en el pequeño pueblo de Comet Valley se extienda al resto del mundo.
Tanto en su estructura como en su trama, Semilla negra es una descarada copia de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956). Es bastante obvio, sobre todo cuando un histérico Tom empieza a narrar la historia de cómo volvió al pueblo de su infancia, en el que algunos habitantes parece que empiezan a cambiar de personalidad de la noche a la mañana. Pero es una copia hecha con gracia a la que se le añade un toque original: tres modelos de monstruos espaciales distintos en que se transforman algunos de estos "ladrones de cuerpos". Así, además del habitual desarrollo que vemos en películas de este estilo, tenemos también sangrientos ataques monstruosos que animan la película. El director Peter Manoogian había trabajado anteriormente con Band dirigiendo un segmento de El amo del calabozo (The Dungeonmaster aka Ragewar, 1984) y la entretenida y desmelenada Los aniquiladores (Eliminators, Peter Manoogian, 1986), de modo que sabía bastante bien el tipo de película que buscaba Band. Manoogian concentra en los ajustados 80 minutos que dura la película los momentos claves de este tipo de historias, sin olvidar la acción "monstruosa".
Obviamente, el aficionado al género ya sabe cómo avanzará la trama y tiene una idea muy clara de cómo será la escena final. Pero el mérito de la película es que, a pesar de todo, resulta entretenida. No es un clásico ni mucho menos, pero los aficionados al cine de serie B seguramente se divertirán con esta imitación, que a pesar de sus limitaciones es mejor que títulos como Invasión (The Invasion, Oliver Hirschbiegel, 2007). Si el tráiler os hace gracia, seguramente la película será de vuestro gusto.
Creo que ninguno de los responsables de la creación de las películas que conforman la saga de Blood Island se habría imaginado nunca que, décadas después de ser estrenadas, aún se hablara de ellas y se siguieran viendo. Concebidas como una manera de hacerse un hueco en el circuito de cines independientes y autocines americanos, estas películas son una única mezcla de exotismo, sexo y gore. Coproducidas entre Estados Unidos y Las Filipinas, a pesar de contar con bajos presupuesto, el resultado final superaba muchas de las películas exploitation de presupuesto semejante que se producían en Estados Unidos.
Los productores Kane W. Lynn y Irwin Pizor estaban al frente de Hemisphere Pictures, una compañía que se especializaba en películas realizadas en Las Filipinas creada a principios de los 60 del siglo XX, ya que Lynn se había enamorado del lugar cuando pasó por allí cumpliendo el servicio militar. Estas películas, dirigidas por Gerardo "Gerry" de León y Eddie Romero, eran principalmente cintas bélicas de acción, que aprovechaban los escenarios naturales de la zona. Pero sus películas no acababan de funcionar en el mercado norteamericano. Sam Sherman, luego un conocido distribuidor, trabajaba entonces en el departamento de marketing de Hemisphere y aconsejó a Lynn y Pizor que se olvidaran de las películas bélicas, que el cine de terror era el género que tenía más fácil llamar la atención del público al que iban dirigidos y hacerse un hueco en la taquilla americana. Lynn recordó que habían producido una película unos años antes que habían vendido a la televisión. Siguiendo el consejo de Sherman, decidieron reestrenar la película en cines, cosechando un sorprendente éxito. Esta película era La isla del terror (Terror Is a Man, Gerardo de León, Eddie Romero, 1959).
William Fitzgerald (Richard Derr) es el único superviviente de un naufragio cuyo bote llega a la costa de una isla misteriosa, donde es rescatado por sus habitantes. Esta isla se ha convertido en la base de operaciones del doctor Charles Girard (Francis Lederer), donde lleva a cabo sus experimentos lejos de ojos curiosos. Junto al doctor Girard en la isla vive su esposa Frances (Greta Thyssen), que desea volver a la civilización y dejar atrás los experimentos de su marido. William siente curiosidad por los experimentos del doctor Girard, en particular cuando lo que parece un peligroso animal ha escapado y atacado a distintas personas. William también siente curiosidad por Frances, aunque de otro tipo. Pronto se descubre que lo que se ha escapado no es un simple animal, sino un mutante creado por el doctor Girard.
El argumento de Terror Is a Man es un obvio derivado del clásico de H. G. Wells La isla del doctor Moreau, que entonces solo se había adaptado una vez en la fantástica La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932). El presupuesto solo permitía una criatura y no toda una isla de monstruos, pero los temas habituales en las pelis de mad doctors están ahí. La película se centra al principio en construir una historia compleja alrededor de los personajes, algo más melodramática de lo que era habitual en las películas americanas. Este aspecto era en el que se centraba Eddie Romero, mientras que Gerry de León se centraba más en buscar la manera más interesante de filmar cada escena. La suma de los intereses de Romero y De León son los que hacen destacar estas películas, con un guion y una imagen muchos más cuidada y trabajada que el de otras películas de terror exploitation de la época. La película tiene un aspecto cercano al cine negro, jugando con las sombras para crear texturas y aprovechar al máximo el blanco y negro.
También sorprende la calidad de Terror Is a Man porque es algo que no te esperas en lo que era una típica película de autocine, que además empieza avisando que sonará una alarma para indicar cuándo han de cerrar los ojos los espectadores más impresionables en las escenas más fuertes. Que teniendo en cuenta que originalmente fue filmada en 1959, ya os podéis imaginar que no son demasiado fuertes para el público actual.
El film arranca con la imagen de un plano, señalando que la acción transcurre en la ficticia Isla de Sangre. Este será el elemento que unirá las películas que se producirán después del sorprendente éxito de Terror Is a Man.
Las novias del monstruo (Brides of Blood, Gerardo de León, Eddie Romero, 1968) fue la primera de las secuelas que se estrenó desarrollando el concepto de Blood Island. No es una secuela, exactamente, ya que no continua la historia de Terror Is a Man, pero se trata de otra historia de terror en la que la isla hará honor a su nombre.
El doctor Paul Henderson (Kent Taylor), acompañado de su esposa Carla (Beverly Powers acreditada como Beverly Hills), viaja a la Isla de Sangre para determinar si ha tenido algún efecto perjudicial en el lugar la radiación de las pruebas nucleares que se hicieron allí décadas antes. En el mismo barco viaja Jim Farrell (John Ashley), miembro del Cuerpo de Paz que viaja a la isla para enseñar a los indígenas a construir sistemas de irrigación, mejorar las cosechas y que la vida allí sea más productiva y algo más fácil. Al poco de llegar, Alma (Eva Darren) les informa con dolor que su pueblo ha retomado prácticas que se consideraban parte del pasado. El doctor Henderson, Carla y Jim descubren que estas prácticas consisten en escoger mediante sorteo que mujeres se ofrecerán como sacrificio a una monstruosa criatura que aparece por las noches. Por si eso fuera poco, la radiación ha provocado diversas mutaciones en la flora y la fauna. Y también aparece el misterioso Esteban Powers (Mario Montenegro), a quien los indígenas temen y que puede que sepa más de lo que parece a primera vista de lo que sucede en la isla.
De las cuatro películas que conforman la serie Blood Island, esta es la que más me gustó. Posiblemente por su argumento de puro pulp que incluye sacrificios de vírgenes a monstruos, criaturas mutantes, árboles asesinos y un memorable villano monstruoso. Por supuesto, el protagonista se enamora de la hija del jefe del pueblo y, por supuesto, será entonces elegida para el sacrificio poniendo a prueba el valor de nuestro protagonista. Elementos clásicos y familiares en el mejor sentido de la palabra, ofreciendo 97 minutos de puro entretenimiento, aderezados con escenas de terror e impresionantes efectos gore teniendo en cuenta la época y el presupuesto.
Esta película se puso en marcha debido al sorprendente éxito de Terror Is a Man y esta también se convirtió en un éxito, cimentando el potencial de la franquicia. En esta entrega se incorpora un elemento importante en las siguientes películas: el actor John Ashley, que había aparecido en algunas producciones de la AIP, entre las que destacan las beach movies que protagonizaron Annette Funicello y Frankie Avalon. Ashley era una especie de Ricky Nelson de Hacendado que se enamoró de Las Filipinas (y al parecer también de las filipinas) y se convirtió en protagonista de las siguientes entregas.
En Mad Doctor of Blood Island (Gerardo de León, Eddie Romero, 1969) John Ashley es el doctor Bill Foster, que llega a la Isla de Sangre para ofrecer sus servicios como médico a los indígenas. En el mismo barco en el que llega el doctor Foster también viajan Carlos López (Ronaldo Valdez), que quiere reencontrarse con su familia y pasado en la isla, y Sheila Willard (Angelique Pettyjohn), quien busca encontrar a su padre (Tony Edmunds) quien lleva años viviendo en la isla perdido en una bruma de alcohol, y es el interés romántico del doctor Foster. Al llegar a su destino, se encuentran que la población vive aterrada por la presencia de unas misteriosas criaturas de sangre verde que atacan a los habitantes de la isla sin piedad. ¿Es posible que el misterioso doctor Lorca (Ronald Remy) y sus experimentos tengan algo que ver? Claro que sí, la cuestión es si nuestros protagonistas sobrevivirán a la locura del doctor Lorca o se sumarán a su lista de víctimas.
Esta película tiene uno de los inicios más memorables no solo de la franquicia sino del cine exploitation de terror de la historia, ideado por los responsables de marketing de Hemisphere Pictures. Como las criaturas que aparecen en la película tienen la sangre verde, se les ocurrió repartir en los cines que proyectaban Mad Doctor of Blood Island unos sobres con "sangre verde" (colorante verde con azúcar) para que fuera bebido por los espectadores y evitar que estos se contaminaran y acabaran convertidos en criaturas monstruosas de sangre verde. Pero antes de beberlo, los espectadores debían recitar el juramento de la sangre verde. Para ello se añadió un prólogo a la película en la que unos adolescentes (el público objetivo para el que estaba pensada la película) escuchaban una voz en off que les recitaba el juramento, gracias a un rótulo los espectadores podían hacerlo también. Al parecer, muchos lo hacían, como parte de la diversión del film, poniéndose de pie en la sala y bebiendo la sangre verde tras recitar:
"Yo, una criatura viva de la entidad cósmica, estoy preparado para entrar en el reino de aquellos escogidos para que se les permita beber los fluidos de la Esmeralda Mística aquí ofrecidos. Me uno a la Orden de la Sangre Verde con una mente abierta y por los poderes de este líquido estoy preparado para ver las antinaturales criaturas de sangre verde sin miedo a ser contaminado."
Una vez todo el mundo estaba listo para ver las criaturas antinaturales de sangre verde, empezaba la película propiamente dicha. Y de forma igualmente memorable, con una mujer desnuda corriendo por la selva perseguida por ya os podéis imaginar qué (al parecer la muchacha no había bebido los fluidos de la Esmeralda Mística).
Hay una escena bastante desagradable, en la que los habitantes de la isla sacrifican cerdos y cabras para aplacar a los monstruos que los atacan, que siendo Las Filipinas a finales de los 60 se ve que se sacrificaron de verdad un par de cabras y de cerdos. Dejando de lado este momento, la película es otro divertimento en el que se acumulan las escenas gore y el terror clásico monstruoso. En esta entrega también se eleva el cociente melodramático, con un despliegue de complejas relaciones e historia pasada que obliga al espectador a prestar más atención a lo que sucede entre los personajes que los experimentos del doctor Lorca. A la mínima te puedes despistar y ya no sabes quién era el romance de quién o quién fue infiel con quién. Lo cual no le resta diversión a la película, todo lo contrario.
El argumento tiene algunos puntos de conexión con Terror Is a Man, pero eso no impide a esta entrega brillar con su propia luz verdosa. Seguramente es la más gore de todas, con personajes que acaban con sus entrañas esparcidas a sus pies, y de las más delirantes.
Cada entrega de esta saga había sido más exitosa que la anterior. Bestia de sangre (Beast of Blood,Eddie Romero, 1970) siguió la misma tónica, siendo la más taquillera de toda la saga. Es la única que se podría calificar de secuela, ya que arranca momentos después del final de Mad Doctor of Blood Island. Se descubre que una de las criaturas no estaba tan muerta como se pensaba y acaba con los supervivientes de la anterior entrega en el sangriento inicio. El único que se salva es el doctor Bill Foster, el personaje que interpretó John Ashley (que es el único actor de Mad Doctor of Blood Island que regresó para la nueva entrega).
El doctor Foster regresa a la Isla de Sangre para saldar las cuentas con el doctor Lorca (Eddie Garcia). A pesar de que no le hace gracia al buen doctor, al viaje se apunta la periodista Myra J. Russell (Celeste Yarnall) que investiga lo sucedido en la isla. Al poco, será secuestrada por los esbirros del doctor Lorca, cuyos nuevos experimentos han logrado mantener a la cabeza del monstruo de la anterior entrega separada de su cuerpo, con el que experimenta con distintas cabezas de diversa procedencia.
Como ya he mencionado, esta fue la entrega más taquillera de la saga. Posiblemente debido al cambio de tono, ya que el film es una película de delirantes aventuras en la jungla con toques de terror más que una pura película de terror. El cambio le favorece, centrándose más en la acción y evitando que se hiciera repetitiva (en especial cuando las ves todas seguidas poniendo en peligro tu cordura). Pero los momentos que destacan para mí no son tanto las escenas de acción como las escenas en las que discuten el doctor Lorca y la cabeza del monstruo, que se llama, lo creáis o no, Dom Ramón.
Este es un divertido y entretenido cierre a esta peculiar saga. Una serie de películas de terror delirantes, cargadas de litros de sangre y desnudos gratuitos, que hará las delicias de los amantes a la serie B y al cine de culto más loco.
Es posible que este clásico no sea conocido entre los cinéfilos mainstream, pero para los aficionados al cine de monstruos gigantes, este es un título muy querido y respetado. Preparaos porque llega la madre de todos los monstruos en Gorgo (Eugène Lourié, 1961).
Joe Ryan (Bill Travers) y Sam Slade (William Sylvester) son dos cazatesoros que recalan en la costa de Irlanda para arreglar su barco. Durante su estancia, escuchan los rumores de la existencia de una criatura que ronda las profundidades de la zona. Intuyendo que pueden ganar mucho dinero, capturan a la criatura. Sean (Vincent Winter), un niño huérfano del lugar, les advierte que deben dejar a la criatura en paz o se arrepentirán. Pero Joe y Sam no le hacen caso, más interesados en cómo explotar a la criatura. Se ríen de los científicos que pretenden estudiarla y deciden venderla a un circo de Londres, donde es bautizada con el nombre de Gorgo. Pero lo que no sospechan es que Gorgo no es más que una cría y que su gigantesca madre está de camino y no muy contenta.
Eugène Lourié estaba bastante familiarizado con el género cuando se puso a dirigir Gorgo. Su primera película como director fue el clásico El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20,000 Fathoms, 1953) y desde entonces, casi todo su trabajo como director se mantuvo dentro de este género para el que demostró tener no poco talento. Tal vez es esa misma familiaridad con el género lo que acabó haciendo de esta una película tan especial, que se aparta de lo que era más típico entonces: protagonistas científicos, heroícos militares que se enfrentan al monstruo para abatirlo triunfalmente... Nada de esto aparece en Gorgo. Los protagonistas son dos personajes interesados solo en ganar dinero. Esta avaricia es la que acaba provocando una gran tragedia y que ambos se acaben replanteando su filosofía de vida, una lección poco habitual en la época en que se rodó la película, cuando entonces se relacionaba el éxito personal con el éxito material: tener el mejor coche, la mejor casa y el mejor todo.
Pero el aspecto por el que esta película destaca sobre el resto de títulos parecidos de la época es su contenido ecologista. Aquí el monstruo no es el enemigo a destruir sino el héroe. No se presenta como una criatura malvada sino como un animal que reacciona de forma natural a lo que sucede, un mensaje animalista insólito a principios de los años sesenta del siglo XX. En esto también se ha de agradecer el impacto que tuvo en Lourié lo que le dijo su hija de cuatro años, después de llevarla a ver su debut como director: "has sido malo, papá. Mataste a la simpática criatura". Un comentario que se le quedó grabado a Lourié, que no se esperaba que los niños empatizaran de esa manera con el monstruo. Esto se refleja en Gorgo en Sean, el niño protagonista que representa el centro moral de la historia.
Sin embargo, los aficionados a las películas de monstruos gigantes ven estas películas para disfrutar con algo de acción monstruosa. Y, desde luego, Gorgo no defrauda. El diseño de Gorgo y su madre van más allá del simple lagarto grande o el pseudodinosaurio. Es original, con características, como las orejas "aladas", que le dan personalidad propia y los distinguen de otras criaturas parecidas de la época. Los efectos especiales son muy notables, teniendo en cuenta el presupuesto y los medios que existían entonces. El trabajo de las maquetas es excelente, creando la ilusión de que caen objetos pesados cuando se destruyen los edificios. La integración de la acción monstruosa y los actores humanos está también muy bien lograda. El único plano que resulta poco convincente es una obvia pintura usada para establecer una localidad y solo aparece unos segundos en pantalla.
Aunque sus aventuras continuaron en una efímera serie de cómics, Gorgo no tuvo secuelas. Pero su impacto se notó dentro del género. En especial en la saga Godzilla, después del gran éxito que fue Gorgo en Japón. Y su legado continua, claro, como uno de los mejores títulos clásicos que se pueden encontrar dentro del género.
Hace diez años, en este mismo blog, escribí una reseña de Obsession: A Taste for Fear (Pathos - Segreta inquietudine, Piccio Raffanini, 1987). La reseña leída hoy día me parece bastante mala, así como entonces tenía una opinión bastante pobre de esta película. Pero mi opinión se basaba en haber visto Pathos en una terrible copia en VHS, el audio era malo pero la imagen era peor: no solo era un máster que oscurecía bastante la imagen, estaba recortada para adaptarla a las antiguas televisiones cuadradas. Ahora, gracias a Vinegar Syndrome, he podido ver esta película lo más cerca posible de cómo se estrenó en cines ya que el este sello la ha incluido en su pack Forgotten Gialli vol. 7.
El argumento de Obsession: A Taste for Fear recuerda bastante al de Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978): Diane (Virginia Hay) es una famosa fotógrafa especializada en obras polémicas con un fuerte componente erótico. Cuando desaparece Teagan (Teagan Clive), una de las modelos con las que ha trabajado, Diane descubre que se ha convertido en la obsesión de un asesino que se dedica a asesinar a las personas de su entorno y enviarle vídeos de los crímenes. ¿Podrá descubrir quién es el asesino antes de que ella se convierta en su última víctima?
El argumento es bastante estándar, pero lo que no es estándar es su ambientación, ya que la película transcurre en una ciudad sin especificar en algún momento del futuro. Por supuesto, vista hoy día no resulta futurista, sino más bien como una versión desmadrada de la imagen que se tiene de los años 80 del siglo XX. Pero eso no le quita interés a la película, todo lo contrario. Ahora se puede apreciar los esfuerzos de Piccio Raffanini en darle una estética única al film. Raffanini fue un pionero en Italia en la dirección de videoclips y aplica lo aprendido en su experiencia en cada plano. También se cuida mucho la banda sonora, con canciones que sorprende consiguieran los derechos para utilizar.
Ver esta película cómo se había hecho en el pasado era como no verla. Aquello que la hace peculiar e interesante no se podía apreciar. Sigue siendo una película con problemas, hubo tensión entre el director y el estudio que quería hacer algo más convencional. Y ya he mencionado que el guion no es nada del otro mundo. Pero el mundo que presenta es fascinante y consigue de este modo mantener el interés.
Durante mucho tiempo Pathos estuvo desaparecida. No fue un éxito de taquilla ni cuenta con grandes estrellas en papeles destacados. Era bastante extraña para la época en que se realizó, por eso hoy día resulta interesante. El reparto es también hoy día bastante interesante, aparte de Virginia Hay, nos encontramos nombres con atractivo para el espectador aficionado al cine de culto como Gioia Scola.
Esta es una película divisiva. Es decir, hay gente que la apreciará y otros que la odiarán, pero por lo menos serán opiniones basadas en la película vista como se merece. El tráiler parece de otra película porque no cuenta nada de lo que trata realmente Obsession.
¿Qué le ha pasado a Zack Snyder? Hubo un tiempo en que el anuncio de una nueva película suya era motivo de alegría y excitación, pero desde hace un tiempo parece haber perdido aquella chispa que le hacía distinto. Poder terminar y presentar La liga de la justicia de Zack Snyder (Zack Snyder's Justice League, Zack Snyder, 2021) debería haber hecho que se sintiera reivindicado y renovar sus jugos creativos. Sin embargo, su siguiente película fue una tremenda decepción. Ejército de los muertos (Army of the Dead, 2021) era un título muy esperado, era el retorno de Snyder al género que le había dado fama he iniciado su carrera como director. Ejército de los muertos resultó ser una rutinaria cinta de zombis cuya segunda mitad era un plagio plano a plano de Aliens, el regreso (Aliens, James Cameron, 1986). Su intención de crear todo un universo a partir de tan pobre película parecía poco realista, la cancelación de las secuelas y series de animación relacionadas Ejército de los muertos por parte de Netflix tiene bastante sentido.
Pero todo el mundo tiene derecho a algún traspiés de vez en cuando. Los directores son humanos, alguna vez fallan y la cagan como el resto. A pesar de tener esto en cuenta, mis alarmas se encendieron cuando Snyder anunció su siguiente proyecto, un proyecto que originalmente presentó a Lucasfilms como una potencial entrega de la saga Star Wars y que fue rechazado. Rebel Moon era su título y Snyder anunció que la idea era mezclar Los siete magníficos (The Magnificent Seven, John Sturges, 1960) con el universo Star Wars. Y lo dijo como si fuera la idea más original del mundo. Y no es que ya hay un episodio de The Mandalorian que es exactamente eso (el cuarto de la primera temporada), es que ya existe una película que iba al origen de la obra de George Lucas y usaba Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, 1954) como base para su aventura espacial. Estoy hablando, obviamente, de la genial Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980).
Roger Corman puso en marcha esta película ante el gran éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977). Para ser una producción de Roger Corman, el presupuesto era algo más alto de lo que normalmente establecía el veterano productor, de modo que los efectos especiales y visuales eran algo mejores de lo normal (tal vez por eso Corman reutilizó secuencias de Battle Beyond the Stars en varias películas que produjo más tarde). El guion de John Sayles y Anne Dyer es muy inteligente, en el sentido que no copió la película de George Lucas sino que copió la maniobra de George Lucas. Es decir, mezclar el cine de Akira Kurosawa y las películas de samuráis japonesas con el western y los seriales de ciencia ficción. El resultado es una película que concentra su historia en 100 minutos de pura aventura y diversión, con personajes imaginativos a los que dan vida un reparto carismático, que incluye grandes nombres del cine de culto como Sybil Danning y John Saxon. Es pura delicia.
El original de Akira Kurosawa Los siete samuráis tiene una duración de 207 minutos. Hasta ahora, era la versión más larga de esta historia. Esto es así ya que te cuenta la historia de cada samurái y cómo cada uno se va "enamorando" de la vida en el pueblo que han de defender de unos bandidos, de modo que cuando se enfrentan a los villanos lo hacen no solo por dinero, sino por honor y por lealtad hacia las personas con las que han convivido. Para contar exactamente la misma historia, con toques del film de John Sturges, Zack Snyder necesita seis horas y media, dividiendo la película en dos partes.
¿Por qué las dos partes de Rebel Moon son tan largas? No cuenta una historia compleja ni que abarque muchas décadas y personajes. Es la típica historia de rebeldes contra imperio malvado que hemos visto un millón de veces. Pero lo más preocupante es que cuenta la historia de un modo muy tópico, sin una pizca de originalidad. Los personajes son los mismos que ya hemos visto miles de veces. Da la impresión que hoy día se tiene la idea equivocada de que una historia épica es una historia larga. Si no dura más de dos horas no puede ser épica. Es una concepción equivocada porque, por ejemplo, El padrino parte II (The Godfather Part II, Francis Ford Coppola, 1974) no es una película épica porque dura 202 minutos, es una historia épica porque abarca dos tramas paralelas en distintas líneas temporales con muchos personajes lo que resulta en una película compleja y profunda.
Otro aspecto que hizo que me preocupara por el futuro de Snyder como cineasta es que es visualmente muy plana. En realidad, algo preocupado ya estaba cuando vi la impráctica manera en que había abordado su construcción del Universo DC cinematográfico, pero en el caso de estas películas me llamó la atención un diseño de producción muy poco imaginativo y tan derivativo como el guion. Le sumamos un estilo narrativo muy plano y repetitivo y el resultado es una película mediocre. El abuso de la cámara lenta resulta casi un chiste, cuando se utiliza incluso para mostrar como uno de los personajes llena la petaca de la que bebe de agua. Cuando se intenta hacer cada plano épico, ninguno acaba siéndolo.
La recepción poco entusiasta que ha recibido el proyecto de Snyder puede que haga que se cancele el desarrollo de las múltiples secuelas que había planeado el director. Sería algo positivo, el mundo no necesita una pálida copia del universo Star Wars, lo que necesita es algo un poco más original. Espero que el futuro de Snyder sea algo más interesante, era un director que me encantaba y ahora se ha convertido en una parodia de sí mismo. Ojalá la próxima película de Zack Snyder sea un espectáculo auténticamente emocionante y visualmente absorbente.
La filmografía de Kinji Fukasaku combina el realismo y fantasía desatada sin perder coherencia. Conocido inicialmente por las películas sobre la yakuza, además de estas películas violentas, basadas en historias reales eliminando el romanticismo con que se retrataban a estos criminales en el cine, Fukasaku también sentía debilidad por la ciencia ficción y la fantasía. De ahí que fuera elegido para dirigir Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji aka Message from Space, 1978).
El pacífico planeta Jillucia ha sido invadido por el belicoso Imperio Gavanas. Kido (Junkichi Orimoto) envía ocho semillas mágicas al espacio para que localicen unos héroes que logren el milagro de derrotar a los Gavanas. Kido manda a su nieta, la princesa Emerilda (Etsuko Shihomi), a que traiga a los héroes escogidos por las semillas. La princesa parte acompañada del guerrero Urocco (Makoto Satô) como protector y su viaje la lleva hasta la Tierra. Allí descubren que los héroes escogidos por las semillas tienen poco de heroicos. Además, el viaje de la princesa ha hecho que los Gavanas decidan que la Tierra será su próximo objetivo a conquistar.
El tremendo éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) en Estados Unidos no pasó desapercibido a los jefes del estudio Toei, que decidió llevar una delegación a Estados Unidos para ver la película, entre los que estaba el director escogido para llevar a cabo la versión Toei del clásico de Lucas Kinji Fukasaku. Obviamente, no les debieron pasar desapercibidas las referencias al cine japonés, de modo que el único impedimento era lograr un nivel parecido de efectos especiales/visuales. Star Wars no se estrenaría hasta el verano de 1978 en Japón, así que no perdieron el tiempo para ponerse a trabajar en lo que acabaría siendo Los invasores del espacio, con un presupuesto que era la mitad del de Star Wars y aún así una gran producción para el nivel del cine japonés entonces, que lograron estrenar antes de que se estrenara el film de Lucas en Japón.
Fukasaku hizo la mismo que hicieron Star Crash, choque de galaxias (Starcrash, Luigi Cozzi, 1978) y Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980). Es decir, no tanto copiar la película de George Lucas como copiar la maniobra de Lucas: coger elementos clásicos y darles una ambientación espacial. En el caso de Fukasaku, una novela clásica japonesa, Nansō Satomi Hakkenden de Kyokutei Bakin publicada a principios del siglo XIX, y darle un toque espacial. Más tarde, cuando la fantasía se puso de moda en la década de los 80, Fukasaku haría una versión más próxima al original en La leyenda de los 8 samurái (Satomi hakken-den, 1983). En la novela, la princesa de una provincia japonesa lanza unas semillas mágicas que serán recogidas por ocho samuráis que trabajarán juntos para salvar a la princesa. Fukasaku también aprovecha el argumento para introducir sus temas y preocupaciones, con lo que el resultado es más redondo que el de Batalla más allá de las estrellas (The Green Slime, Kinji Fukasaku, 1968). Para darle un toque más internacional, tres actores americanos se añadieron al reparto: el veterano Vic Morrow y los debutantes Philip Casnoff y Peggy Lee Brennan.
El resultado es una fantasía espacial que intenta imitar el estilo americano pero acaba siendo muy japonesa. Mezcla elementos de pura fantasía, como una nave espacial que es un barco del siglo XIX al que se le ha añadido un motor espacial, con una representación de una Tierra del futuro en ocasiones bastante sórdida. Colorida y entretenida de principio a fin, los toques bizarros y las imágenes que crea para el espectador explican porque se ha convertido en una película de culto. Los efectos especiales son bastante efectivos, aunque algo vintage a los ojos actuales.
Tras mucho tiempo siendo vista en copias de mala calidad, ahora se puede disfrutar de Los invasores del espacio en toda su gloria. Diversión garantizada para el espectador aventurero.
El clásico contemporáneo Batman (Tim Burton, 1989) y su secuela tuvieron un impacto mundial, como demuestra Trío heroico (The Heroic Trio/Dung fong sam hap, Johnnie To, 1993). Trío heroico es un clásico de culto cuya estética está muy influenciada por las películas de Tim Burton, que junto a Dick Tracy (Warren Beatty, 1990, revitalizaron el género de los superhéroes y las películas basadas en cómics. Sin embargo, Heroic Trio no deja de ser una película de acción made in Hong Kong. Esta suma dispar de elementos da pie a una película única y diferente.
Nos encontramos en una ciudad sin nombre, en algún momento del futuro o del pasado. Una serie de secuestros de bebés mantiene a la policía en vilo. El público pide que la policía involucre a Wonder Woman (Anita Mui) (según los subtítulos al inglés, en cantonés se refieren a ella como Shadow Fox) en el caso. Shadow Fox es una heroína que se dedica a trabajar por la justicia y, en su identidad secreta, es Tung, una mujer que da la casualidad que está casada con el inspector de policía Lau (Damian Lau). Los secuestros los lleva a cabo Invisible Woman (Michelle Yeoh) (a la que también se refieren como Ching, San y Number 3), siguiendo las órdenes de un culto. Sin embargo, Ching pronto se dará cuenta de que el mal es lo único que interesa a su diabólico maestro (Yen Shi-Kwan). Cuando Ching traicione al maestro, esté lanzará al monstruoso Kau (Anthony Wong) para matar a todo el que se le ponga en contra. Shadow Fox y Ching, junto a la mercenaria Chat (Maggie Cheung) (también llamada Thief Catcher y Mercy), formarán el heroico trío al que hace referencia el título para acabar con esta amenaza.
El cine de género asiático puede que no tuviera superhéroes al estilo occidental, pero las películas de wuxia están llenas de personajes con habilidades sobrehumanas, capaces de volar o saltar ligeros sobre una fina rama y dar golpes mortales capaces de inmovilizar a su oponente. Y todo ello décadas antes que se hiciesen las primeras películas de superhéroes occidentales. De modo que el cine de Hong Kong absorbió los elementos típicos del cine de superhéroes y lo mezcló sin problemas con los elementos con los que ya llevaban tiempo manejando en el cine de acción y fantasía autóctono. Esto se hace evidente en el argumento del film, que, aunque ambientado en una ciudad que parece la versión asiática de Gotham City, tiene personajes y situaciones que solo se podían dar en el cine hongkonés, en particular el monstruo interpretado por Anthony Wong, que sin pestañear se come uno de sus dedos en una de las escenas que más dejan claro que estamos viendo una película 100% hongkonesa, no una pálida imitación de una película americana. Por supuesto, la personalidad propia se hace evidente no solo en el argumento, sino en las secuencias de acción, que resultan espectaculares incluso con Anita Mui y Maggie Cheung que no tenían costumbre de participar en películas de acción.
Juntar en el papel del trío protagonista a Anita Mui, a Maggie Cheung y a Michelle Yeoh es uno de los mayores aciertos del director Johnnie To. Las tres trabajan muy bien juntas y su talento cubre algunos de los fallos del guion. The Heroic Trio es una película de acción y fantasía genial, pero no es una película perfecta. Algunos giros de guion resultan algo confusos, como el hecho de que Shadow Fox y Ching pasaran la infancia juntas en lo que parece algún centro de reclutamiento, producto de la tendencia en el cine de género de entonces de reescribir el guion sobre la marcha. Pero no deja en ningún momento de entretener, con sus villanos monstruosos y las peleas entre las propias protagonistas.
Como sucede con otras películas producidas poco antes de que Hong Kong pasase a ser territorio chino, es algo más oscura y violenta de lo que era habitual en el cine de entonces, un aspecto en el que también tiene importancia la oscura ciudad en la que transcurre la acción. Al mismo tiempo, esta "oscuridad" se mezcla con la comedia y la acción pasada de vueltas de entonces, lo que acaba convirtiendo a Trío heroico en una película destacada dentro del género.
Los decorados y "la ciudad" que se crearon para The Heroic Trio resultaron muy caros, así que se decidió aprovechar todo lo construido para rodar una secuela. Así se puso en marcha Executioners (Yin doi hou hap zyun, Johnnie To, Siu-Tung Ching, 1993) de forma inmediata al fin del rodaje de The Heroic Trio. Sin embargo, esta secuela no podía ser más distinta a la anterior entrega.
Una explosión nuclear ha dejado el agua contaminada, lo que ha convertido el agua potable en un bien escaso. Thief Catcher se dedica a impedir que el agua caiga en malas manos, mientras Ching se dedica a luchar para que todo el mundo tenga acceso al agua. Mientras, por petición de su marido, Shadow Fox ha dejado la vida de justiciera y se dedica a cuidar de su hija. Hasta que una secta que amenaza con dar un golpe de estado pone en peligro la vida de los habitantes de la ciudad y el trío heroico debe reunirse de nuevo para impedirlo.
Filmada inmediatamente después de Heroic Trio, gran parte del reparto de la anterior regresa. Michelle Yeoh, Anita Mui y Maggie Cheung, obviamente, retoman sus papeles, así como Damian Lau. También regresa Anthony Wong interpretando dos papeles distintos, uno de ellos una versión distinta del papel que interpreta en la anterior película. Pero más allá de los miembros del reparto que regresan, esta entrega se aparta de la anterior de forma inmediata. Executioners es una película que parte de una premisa posapocalíptica (aunque nada que ver con la saga Mad Max) para ofrecer una historia en la que la angustia por el cambio de gobierno se hace evidente. El temor de caer en manos de un gobierno militar liderado por fanáticos no parece ser una alegoría muy sutil, pero nadie acusará a esta película de ser sutil. Más contemporánea es la trama de Shadow Fox, cuyo marido hace que se quede en casa para cuidar a su hija, a pesar de que sus habilidades como luchadora se hacen cada vez más necesarias. Esto lleva a una eventual rebelión por parte de Shadow Fox, en especial cuando la vida de su hija se pone en peligro, y pasar por toda una ordalía para recuperar su independencia.
Executioners es lo suficientemente distinta de la anterior entrega como para poder ser juzgada por si misma. Pero si las comparamos, esta es una película más oscura y pesimista, con un argumento más claro y mejor explicado, con escenas de acción igualmente espectaculares. La acción se mantiene al mismo nivel, pero intenta crear escenas más espectaculares, aprovechando que los decorados y los escenarios ya estaban creados y se podía derivar el presupuesto hacia las coreografías y las explosiones.
Este dúo de películas es realmente peculiar y distinto. Incluso entre ellas. Sin embargo, el carisma y talento de las tres actrices protagonistas y la acción espectacular hacen de estas unas películas de culto que son ideales para el que busque algo distinto a la típica cinta de acción.
Como ya dejo claro en la crítica, esta es una de esas películas que despierta odio o amor, dependiendo de si entráis en su juego o no. Difícil de aconsejar, a mí me encantó pero no es para todo el mundo.
Se puede juzgar el impacto de una película por la cantidad (y calidad) de imitaciones que genera. Nikita, dura de matar (Nikita, 1990) fue la película que convirtió en una estrella internacional a su director Luc Besson; una celebrada película de acción con generosas dosis de drama que generó unas interesantes imitaciones o derivaciones o "películas inspiradas en" o las típicas copias de toda la vida.
Empezaremos por la película que lo inicia todo, claro. El cine francés había producido unas distintivas películas de acción durante la década de los 70 del siglo XX, pero poco a poco fue dejando el género de lado. Besson desde el principio se mostró como un director con un gran énfasis en lo visual y el cine de género, produciendo títulos que habían llamado la atención fuera de Francia como Subway (En busca de Freddy) (Subway, 1985). Es este interés en el cine de género, en particular el producido en Hong Kong, aunque interpretado de forma muy personal, que Besson ideó Nikita. En este film una criminal, la epónima Nikita interpretada por Anne Parillaud, es encarcelada por matar un policía, para luego ser secuestrada por una agencia secreta que, a través de un severo entrenamiento, la convierte en una asesina utilizada en misiones especiales.
Lo que hace interesante la película de Besson es la transformación física y psicológica de la protagonista. Al inicio, Nikita aparece como una drogadicta antisocial que comete crímenes sin pestañear, violenta y agresiva como una bestia salvaje. El entrenamiento la convierte en una mujer cultivada y atractiva, pero he aquí el problema. A medida que madura psicológicamente y se enamora de Marco (Jean-Hugues Anglade), su trabajo como asesina empieza a pesar sobre ella. También pesa sobre ella su relación con Bob (Tchéky Karyo), su entrenador y controlador en la agencia secreta, que alternativamente le da soporte emocional, como una figura paterna, o le corta cualquier ilusión. Esta manipulación constante hace que uno no esté seguro de si Bob realmente la aprecia o solo la usa según sus intereses.
Si bien el entramado dramático está muy conseguido y es muy efectivo, lo que realmente atrapa son las tremendas escenas de acción. Unas escenas de acción que, además, estaban protagonizadas por una mujer, algo que en Occidente todavía era raro y exótico. Es decir, en 1990, el gran público apenas había visto ninguna película de acción protagonizada por una mujer, aparte de Aliens: el regreso (Aliens, James Cameron, 1986), El guerrero rojo (Red Sonja, Richard Fleischer, 1985), que no funcionó en taquilla, y películas como China O'Brien (Robert Clouse, 1990), protagonizada por la actriz de culto Cynthia Rothrock, y otras parecidas que se estrenaban directamente en vídeo y no tenían un impacto masivo como el clásico de James Cameron. Nikita fue un gran éxito internacional que, en Occidente, abrió las puertas a las películas de acción a las actrices. Lamentablemente pasarían décadas hasta que esto se normalizara.
Nikita se ha convertido en un clásico del género por esta efectiva mezcla del drama y la acción. Los años no parecen pasar por esta película que ha envejecido como el buen vino y, como veremos, ha inspirado otros clásicos por derecho propio.
Black Cat (Hak mau, Stephen Shin, 1991)
Como decía antes, en Occidente no estaban acostumbrados a películas de acción protagonizadas por mujeres. En Asia, en cambio, sí que había tradición de mujeres protagonistas de películas de acción como Angela Mao, Etsuko Shihomi, Michelle Yeoh, Pei-Pei Cheng y la propia Cynthia Rothrock que empezó trabajando en la industria del cine de acción de Hong Kong. Así que es natural que rápidamente se viera el potencial que tenía Nikita y se produjo una versión de la historia al más puro estilo hongkonés. Fue la productora D & B la que intentó hacerse con los derechos para hacer un remake de Nikita, si bien la americana Warner se les adelantó. Esta productora había estrenado Ultra Force 2 (Huang jia shi jie aka Yes, Madam!, Corey Yuen, 1985) y lanzado al estrellato a Michelle Yeoh y a Cynthia Kan, poniéndose al frente de las películas de acción protagonizadas por mujeres que dominaron durante mediados de los 80 hasta mediados de los 90 del siglo XX en el cine de Hong Kong.
Con estos antecedentes es natural que vieran el potencial de Nikita, de modo que siguieron adelante con su versión a pesar de no tener los derechos (luego se hizo un pequeño arreglo cuando Luc Besson amenazó con demandarlos y listo). Para protagonizar el film se buscó a una nueva cara, y la fortuna quiso que esta fuera la primera película que protagonizó Jade Leung, que acabaría siendo una estrella del cine de acción en Hong Kong. Leung es Catherine, una mujer presa de una rabia y una furia inagotable que estalla cuando un camionero intenta aprovecharse de ella en una solitaria parada de camioneros. La situación acaba con Catherine asesinando a un policía pensando que es otro atacante. La CIA intercepta a Catherine cuando escapa de la custodia policial y, aprovechando que oficialmente está "muerta", la utiliza en un experimento: le instalan un microchip en el cerebro para que mejore sus habilidades físicas y mentales, lo que acelera su preparación como agente supervisada por Brian (Simon Yam). La agencia le da un nuevo nombre, Erica, para su vida civil y el nombre en código Black Cat, para cuando la necesitan en alguna misión. Como es de esperar, Erica/Catherine conoce a Allan (Thomas Lam) y ambos se enamoran complicando la situación de Erica dentro de la agencia.
El argumento, como podéis ver, es bastante parecido al de Nikita, pero su narrativa es más eficiente (dura 96 minutos) y está cargada de fantástica acción made in Hong Kong, más un curioso toque de ciencia ficción. Jade Leung no era una artista de artes marciales, pero no se nota porque su trabajo en el film es excelente, aún más su trabajo dramático. La influencia de Nikita se nota no solo en el argumento, también en el tono de Black Cat, sin giros bruscos a la comedia, y la acción también es relativamente realista. Es decir, no hay acción con cables ni nadie da saltos imposibles y mata a tres hombres de una patada. La conclusión, más pesimista que la de ninguna de las otras versiones, también es propia del cine hongkonés y es un motivo por el que hay muchos aficionados que prefieren esta versión a la original Nikita.
Black Cat 2. Operación Yeltsin (Hak mau II: Chi saat Yip Lai Hing, Stephen Shin, 1992)
El éxito de Black Cat puso rápidamente esta secuela en marcha, en la que la productora D & B, que atravesaba dificultades económicas, lo dio todo para convertirla en un gran éxito. La jugada no funcionó y la productora entró en bancarrota poco después. La parte positiva del enfoque de D & B es que Black Cat 2 es una locura. Una fantástica y entretenida locura.
En el cine de Hong Kong era más habitual que las secuelas fueran más temáticas que argumentales, repitiendo actores pero sin que la historia siguiente tuviera nada que ver con lo visto anteriormente. La influencia del cine occidental cambió este enfoque en algunos casos. En Black Cat 2 se produce una extraña mezcla: a ratos parece un remake de Black Cat y a ratos una secuela directa, llevando los toques de ciencia ficción más lejos. Cambiando el diálogo de una escena de la primera entrega en un flashback, ahora se le dice a Erica, Jade Leung de nuevo, que su nombre ahora ya no es ese sino Black Cat... Aunque su nombre no es Erica sino Catherine, Erica es el nombre que le había dado la misma CIA. El caso es que le instalan un nuevo microchip y le borran la memoria, de modo que durante gran parte de la película Erica se comporta como un cyborg sin sentimientos, hasta que poco a poco va recuperando la humanidad gracias a su compañero Robin (Robin Shou). Seguro que ya os habéis dado cuenta que en la secuela hay una mayor influencia de Terminator (The Terminator, James Cameron, 1984) y Robocop (Paul Verhoeven, 1987) que de Nikita.
En esta secuela la acción es más propia del cine hongkonés: peleas con coreografías intrincadas, persecuciones en la nieve y tiroteos imposibles. Acción sin pausa gracias a una trama delirante en la que Black Cat/Erica y Robin deben detener a unos asesinos mejorados empeñados en asesinar al entonces presidente de Rusia Boris Yeltsin. Unos asesinos que Erica puede detectar gracias a que su chip detecta la radiación que emiten, incluso, en uno de los momentos más delirantes, cuando ve a uno de estos asesinos en televisión.
Adiós al realismo de la primera entrega. Black Cat 2 se lanza hacia la fantasía, en una secuela que casi se puede ver como una película independiente. Es una maravilla que no llega a la altura de la primera, pero es más espectacular y absurda, un delicioso y entretenimiento como solo podía proporcionar el cine de Hong Kong en su época dorada.
La asesina (Point of No Return, John Badham, 1993)
Ah, el inevitable remake americano de una película de éxito extranjera. En este caso, vuestro disfrute de La asesina dependerá bastante de vuestro nivel de "purismo cinematográfico". En mi caso, es una película que disfruto casi tanto como la original de Luc Besson. "Casi" porque tiene algunos puntos flojos.
Tal vez su principal problema es que es muy fiel a la película original, así que no hay sorpresas en cuanto al argumento ni a como avanza la trama. Gabriel Byrne es un actor que me gusta, pero no acaba de funcionar como Bob, Tchéky Karyo maneja mucho mejor la ambigüedad del personaje que oscila entre la manipulación psicológica de Nikita y el afecto real. Por otro lado, prefiero a Bridget Fonda como Maggie, la Nikita americana, antes que a Anne Parillaud. El resto del reparto funciona más o menos igual. Sí que creo que el ritmo y la edición en esta película funciona algo mejor que en el film de Besson. En el original, toda la parte de entrenamiento se hace algo lenta, mientras que Badham lo maneja mejor para pasar a las secciones que más interesan al espectador.
Badham es lo que se llama un director artesano, que se maneja bien en diversos géneros, y que, a pesar de no ser considerado un "autor", tiene unos cuantos clásicos en su filmografía. Uno de sus puntos fuertes es la acción, perfeccionando la comedia de acción, así que en este aspecto su versión no tiene nada que envidiar al film de Besson.
En definitiva, es una de esas raras ocasiones en que disfruto con ambas versiones, optando por una u otra dependiendo del humor en que me encuentre (que quede entre nosotros, creo que Black Cat es la superior de las tres).
Esta película ya la comenté en su día (clicar en el título para saber más) pero no podía faltar en un artículo sobre la influencia de Nikita. Además de influir también en películas de acción posteriores como en la saga John Wick, La villana es posiblemente la película que mejor maneja la mezcla de drama y acción tras el film de Luc Besson. Aunque en este caso el drama está íntimamente ligado con la trama que convierte a la protagonista en "la villana". No cabe duda de que el punto fuerte de esta película son las espectaculares secuencias de acción, en particular la escena de inicio y el fantástico clímax. En definitiva, un clásico moderno de acción que no ha tardado en convertirse en referente.
La influencia de Nikita no se limita solo a estas películas, también hay otras diversas versiones, como una producida en la India, pero estas son las que más fácilmente se pueden ver y, también, son las más notables. El legado del film de Luc Besson también se nota en la cantidad de películas protagonizadas por espías y asesinas con problemas sentimentales (lo que indica que la mayoría fueron escritas por hombres). Tampoco podemos olvidar las dos series de televisión que inspiró, con Peta Wilson como Nikita en la primera y Maggie Q en la segunda en el papel. Algo notable para lo que en un principio se vio como una cinta de acción más.