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3 ene 2025

Gorgo





Es posible que este clásico no sea conocido entre los cinéfilos mainstream, pero para los aficionados al cine de monstruos gigantes, este es un título muy querido y respetado. Preparaos porque llega la madre de todos los monstruos en Gorgo (Eugène Lourié, 1961).

Joe Ryan (Bill Travers) y Sam Slade (William Sylvester) son dos cazatesoros que recalan en la costa de Irlanda para arreglar su barco. Durante su estancia, escuchan los rumores de la existencia de una criatura que ronda las profundidades de la zona. Intuyendo que pueden ganar mucho dinero, capturan a la criatura. Sean (Vincent Winter), un niño huérfano del lugar, les advierte que deben dejar a la criatura en paz o se arrepentirán. Pero Joe y Sam no le hacen caso, más interesados en cómo explotar a la criatura. Se ríen de los científicos que pretenden estudiarla y deciden venderla a un circo de Londres, donde es bautizada con el nombre de Gorgo. Pero lo que no sospechan es que Gorgo no es más que una cría y que su gigantesca madre está de camino y no muy contenta.

Eugène Lourié estaba bastante familiarizado con el género cuando se puso a dirigir Gorgo. Su primera película como director fue el clásico El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20,000 Fathoms, 1953) y desde entonces, casi todo su trabajo como director se mantuvo dentro de este género para el que demostró tener no poco talento. Tal vez es esa misma familiaridad con el género lo que acabó haciendo de esta una película tan especial, que se aparta de lo que era más típico entonces: protagonistas científicos, heroícos militares que se enfrentan al monstruo para abatirlo triunfalmente... Nada de esto aparece en Gorgo. Los protagonistas son dos personajes interesados solo en ganar dinero. Esta avaricia es la que acaba provocando una gran tragedia y que ambos se acaben replanteando su filosofía de vida, una lección poco habitual en la época en que se rodó la película, cuando entonces se relacionaba el éxito personal con el éxito material: tener el mejor coche, la mejor casa y el mejor todo.

Pero el aspecto por el que esta película destaca sobre el resto de títulos parecidos de la época es su contenido ecologista. Aquí el monstruo no es el enemigo a destruir sino el héroe. No se presenta como una criatura malvada sino como un animal que reacciona de forma natural a lo que sucede, un mensaje animalista insólito a principios de los años sesenta del siglo XX. En esto también se ha de agradecer el impacto que tuvo en Lourié lo que le dijo su hija de cuatro años, después de llevarla a ver su debut como director: "has sido malo, papá. Mataste a la simpática criatura". Un comentario que se le quedó grabado a Lourié, que no se esperaba que los niños empatizaran de esa manera con el monstruo. Esto se refleja en Gorgo en Sean, el niño protagonista que representa el centro moral de la historia.

Sin embargo, los aficionados a las películas de monstruos gigantes ven estas películas para disfrutar con algo de acción monstruosa. Y, desde luego, Gorgo no defrauda. El diseño de Gorgo y su madre van más allá del simple lagarto grande o el pseudodinosaurio. Es original, con características, como las orejas "aladas", que le dan personalidad propia y los distinguen de otras criaturas parecidas de la época. Los efectos especiales son muy notables, teniendo en cuenta el presupuesto y los medios que existían entonces. El trabajo de las maquetas es excelente, creando la ilusión de que caen objetos pesados cuando se destruyen los edificios. La integración de la acción monstruosa y los actores humanos está también muy bien lograda. El único plano que resulta poco convincente es una obvia pintura usada para establecer una localidad y solo aparece unos segundos en pantalla.

Aunque sus aventuras continuaron en una efímera serie de cómics, Gorgo no tuvo secuelas. Pero su impacto se notó dentro del género. En especial en la saga Godzilla, después del gran éxito que fue Gorgo en Japón. Y su legado continua, claro, como uno de los mejores títulos clásicos que se pueden encontrar dentro del género.


18 sept 2020

Gamera: Trilogía Heisei

 

Durante mediados de los 90 del siglo XX, se produjo un hecho sin precedentes: el eterno secundón Gamera superó al rey de los monstruos Godzilla con una trilogía de películas que, no solo fue más allá de las expectativas de los fans, además acabaron siendo consideradas la cima del género. Vamos a repasar esta trilogía, en un artículo que está más pensado para los neófitos o aquellos que desconozcan las kaiju eiga, o películas de monstruos gigantes, que para los fans, porque mi intención es crear nuevos fans de estas obras maestras.

Un poco de contexto antes. En 1965, la compañía Daiei estrenaba El mundo bajo el terror (Daikaijû Gamera, Noriaki Yuasa). Film en el que nacía Gamera, una tortuga gigante voladora que escupía fuego por la boca, con el objetivo de competir con las películas de Godzilla de la Toho. Daiei experimentaba diversos problemas económicos, que acabarían llevando la compañía a la bancarrota, así que las películas de Gamera se fueron produciendo con presupuestos cada vez más reducidos. El director Noriaki Yuasa fue el principal director de la franquicia Gamera en esta época, convirtiendo a la tortuga gigante en el amigo de los niños, en una serie de películas con decidido tono infantil. En total se estrenaron ocho películas, estrenada la última en 1980, Supermonstruo (Uchu kaijû Gamera), que Yuasa dirigió contando con el más bajo presupuesto de la saga, lo que obligó a que fuera un film nutrido principalmente con clips de las películas estrenadas entre 1965 y 1971.

Y así llegamos a 1995, con Gamera convertido en un chiste. Por eso, cuando al director Shûsuke Kaneko se le presentó la oportunidad de dirigir una nueva película de Gamera para la nueva Daiei coincidiendo con el 30º aniversario del personaje, al principio pensó en rechazar el proyecto. Pero entonces, debido a que Gamera no era reverenciado como Godzilla, vio que podía transformarlo y crear algo que atrajera al fan adulto de las películas de monstruos gigantes japonesas, con la complicidad del guionista Kanzunori Itô.

Así nació Gamera: El guardián del universo (Gamera daikaijû kuchu kessen, 1995). Aunque en un principio vio algunas de sus ideas frenadas por unos ejecutivos que todavía tenían en la cabeza al antiguo Gamera, Kaneko creo un film trepidante, adulto y tremendamente emocionante. Se reinterpreta el origen de Gamera, que aquí es un arma biológica creada por una avanzada civilización atlante con la misión de defender la Tierra de amenazas externas.

Y atención: su misión es defender la Tierra, no a los humanos. Una distinción que será desarrollada en las siguientes películas, introduciendo en todas ellas también un mensaje ecologista de fondo.

En esta primera entrega Gamera se enfrenta a Gyaos, rival que aparecía en la franquicia clásica, un monstruo gigante con gusto por la sangre humana. Entre los personajes humanos hay dos que tendrán un papel destacado en la trilogía: la ornitóloga Mayumi Nagamine (Shinobu Nakayama) y la joven Asagi Kusanagi (Ayako Fujitani). Asagi crea un vínculo con Gamera que será determinante en las siguientes entregas.

Este primer film arranca de forma habitual en el género, con el descubrimiento de los monstruos, sin estar seguros de las intenciones de cada uno, para luego pasar a la acción y la destrucción entre la que se desarrolla también el drama de los personajes humanos. Pero esta ejecución de la tradicional película kaiju se hace de forma que parece nueva, desechando los clichés habituales.

La película se estrenó con un tremendo éxito de crítica y público, llegando las alabanzas incluso de fuera de Japón. La calidad del film hizo que se decidiera hacer una trilogía con el mismo equipo en las siguientes entregas.

 

Hemos mencionado al director Shûsuke Kaneko y al guionista Kazunori Itô como instrumentales en resucitar a Gamera con una película de gran calidad. Otro responsable del éxito de la primera película y fundamental en cada una de estas tres películas es el director de efectos especiales Shinji Iguchi. El trabajo de Iguchi integrando distintas técnicas para desarrollar las monstruosas batallas es realmente impresionante, llevando al límite lo que era posible hacer entonces, incluso el disperso uso de CGI casa perfectamente con las maquetas y trajes. En Gamera 2: El ataque de Legión (Gamera 2: Region shurai, 1996) Iguchi logra crear planos con maquetas que dejan la boca abierta, debido precisamente a que no parecen realizados con maquetas.

En esta segunda entrega, Kaneko e Itô le dan al film una atmósfera más cercana al cine de terror con Legión, un monstruo que procede del espacio y trae consigo una legión de insectos gigantes. El ataque de los insectos sirve para crear escenas que recuerdan a otras de marines matando xenomorfos, aunque aquí los esfuerzos de las fuerzas de autodefensa japonesas tienen poco que hacer ante esta amenaza. Es posible que, personalmente, esta segunda entrega sea la que más me gusta por esos toques de cine de terror al inicio, que se encadenan con escenas de destrucción masiva, trayendo de vuelta los traumas de ataques nucleares japoneses.

Con esta segunda entrega, Kaneko, Itô e Iguchi logran lo que parecía un imposible: una secuela que supera al original, con un tono más épico, a pesar de que los esfuerzos para que la calidad de los efectos especiales no se resintiera por el ajustado presupuesto significara que se redujo el número de secuencias con efectos. Aunque no lo parece, porque repito que es un film que es mucho más épico que la primera entrega. Y mucho más épica aún es la tercera entrega que cierra esta trilogía.

 

Tras dos películas que habían llevado el género a nuevas cimas, las expectativas generadas por esta tercera entrega eran muy altas. Unas expectativas que se vieron cumplidas de largo con Gamera 3: La venganza de Iris (Gamera 3: Jashin kakusei, 1999).

Una película que además de cerrar la trilogía a la perfección, le pasa la mano por la cara a los americanos que habían intentado enseñar a los japoneses cómo se hacía una película de monstruos con Godzilla (Roland Emmerich, 1998). Shûsuke Kaneko y Kazunori Itô crean una historia que se centra en un tema entonces original, que actualmente ha sido tratado en diversas películas Marvel: los daños colaterales. En esta ocasión, el monstruoso villano Iris se origina gracias a la joven Ayana Hirasaka (Ai Maeda), una chica huérfana cuyos padres murieron cuando, en una de sus peleas, Gamera derribó el edificio en el que se encontraban. Las consecuencias de las acciones de Gamera y si tiene alguna conexión con los seres humanos son el centro de la trama.

Shingi Iguchi se luce con un tramo final que, como decía antes, es realmente épico. También era la última oportunidad de hacer una película que todavía usara hombres con trajes, ya que el desarrollo de la animación por ordenador con resultados cada vez más realistas marcaría el fin de este estilo de crear batallas monstruosas. Pero por lo menos se cierra por todo lo alto.

Esta trilogía marcó un antes y un después en el género, impulsando la carrera de los cineastas responsables. Hoy día son respetadas como hitos del género. Son películas que, creo, pueden fascinar incluso a aquellos que desconozcan el género o no sean aficionados al mismo. Las recomiendo mucho especialmente a aquellos que no se les ocurriría nunca ver una película con monstruos gigantes.

2 ene 2019

The X from Outer Space (Uchû daikaijû Girara)

 
En plena fiebre de monstruos gigantes en Japón, las famosas kaiju eiga, la compañía Shochiku, conocida principalmente por sus dramas, decidió apuntarse a la moda con su primera incursión en el género: The X from Outer Space (Uchû daikaijû Girara, Kazui Nihonmatsu, 1967). Popular por ser una de las más tontorronas e involuntariamente divertidas muestras del género.

El argumento es bastante funcional, reminiscente del de El monstruo de otro planeta (20 Millions Miles to Earth, Nathan Juran, 1957): una misión con destino a Marte, para averiguar por qué las naves enviadas son destruidas al acercarse al planeta rojo, regresa a la Tierra con unas muestras de una extraña sustancia. De aquí surge Guilala (Girara en japonés), un monstruo que destruye sin piedad todo a su paso. ¿Podrá Guilala ser destruido antes de que destruya el mundo?

Uno de los aspectos más llamativos de este film es que, aparentemente, se ambienta en el presente, pero un presente en el que existe una base en la luna plenamente funcional y en la que los viajes espaciales son bastante comunes. Presentando este peculiar mundo y describiendo las aventuras espaciales de los protagonistas, la película tarda cuarenta minutos en presentarnos al monstruo titular. Pero la espera vale la pena: Guilala es un cruce entre un pollo y un lagarto, coronado por dos antenas con bolitas, como si Guilala fuera de camino a una fiesta de cumpleaños.

Lo que sigue no te sorprenderá: las escenas mostrando al monstruo destruyendo diversas elaboradas maquetas son intercaladas con los esfuerzos humanos por destruir a la criatura, lo que implica otro viaje espacial. Las escenas en el espacio introducen un hilo que no va a ninguna parte, se muestra la presencia de naves extraterrestres en los alrededores de Marte, naves que atacan a los protagonistas en distintas ocasiones, sin llegar a ninguna conclusión. Es decir, no se sabe quiénes son ni si realmente son marcianos.

Con su espectacularmente ridículo monstruo, The X from Outer Space no es uno de los mejores ejemplos del género, pero es tremendamente divertida y entretenida. Teniendo en cuenta que os haga gracia este tipo de espectáculo, claro. Su ritmo ágil y su corta duración la convierten en una opción ideal para pasar un buen rato si no se está de humor exigente.


17 ene 2017

Shin Godzilla (Shin Gojira)

 
Ya ha aparecido mi crítica de la genial Shin Godzilla (Shin Gojira, Hideaki Anno, Shinji Higuchi, 2016) en Underbrain Mgz. Echadle un vistazo clicando aquí:


Leed la crítica pero, sobretodo, id a ver la película porque es una auténtica maravilla. Realmente, los japoneses son auténticos expertos en este género y han logrado con facilidad lo que tanto les cuesta a los americanos. Un kaiju a un mismo tiempo creíble, dramático, divertido e impresionante.


28 abr 2014

La humanidad en peligro (Them!)

 
Si hablamos sobre películas clásicas que traten sobre hormigas gigantes que amenazan con acabar con los seres humanos, solo hay una película realmente buena a considerar: La humanidad en peligro (Them!, Gordon Douglas, 1954).

Gran parte de lo que hace esta película memorable se debe a la forma seria y directa en que se plantea el argumento, nada de la ironía y los guiños que serían comunes hoy día. Por supuesto, esta seria y científica manera en que se trata la historia de unas hormigas gigantes se debe sobretodo a que, cuando se rodó Them!, el tema era muy serio: las consecuencias de la radiación provocada por las bombas atómicas.

Sin embargo, el tema de como estas películas de monstruos gigantes son un reflejo de los miedos atómicos de la época se ha tratado ya en muchas ocasiones, incluido en este blog. Me gustaría centrarme, en cambio, en algo un poco más cinematográfico: la influencia de La humanidad en peligro en posteriores películas de monstruos. Porque, aunque no fue la primera película protagonizada por monstruos gigantescos, si que ha sido de las más influyentes.

Esta influencia se nota, por ejemplo, en la manera gradual y escalada en que se muestra la amenaza. Primero somos testigos de las consecuencias de un ataque de las hormigas, cuando una pareja de policías encuentra a una niña vagando traumatizada por el desierto, niña que solo reacciona cuando se oye el extraño ruido que hacen las monstruosas hormigas. Luego, los destrozos provocados por las hormigas y más víctimas. Un ataque sin que se las vea, solo la reacción de la víctima. Finalmente, se muestra una hormiga y se va aumentando el número de hormigas hasta que en la parte final se nos muestra todo un ejército.

Esta forma escalonada de mostrar al monstruo protagonista y aumentar progresivamente la amenaza es muy efectiva para crear suspense y sirve también para que no nos familiaricemos en exceso con la criatura en cuestión y por tanto conserve su aura amenazante en todo momento. Es una manera de dosificar el suspense que luego veríamos también en otros clásicos como Los pájaros (The Birds, Alfred Hitchcock, 1963) y Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975).

La escena en que la doctora Patricia Medford (Joan Weldon), el agente del FBI Robert Graham (James Arness) y el sargento Ben Peterson (James Whitmore) bajan por primera vez al nido de las hormigas y lo exploran lanzallamas en mano, la veríamos luego repetida, recreada o como queráis llamarlo, en incontables ocasiones, siendo la más memorable el momento en que los marines entran por primera vez en otro mortal nido en Aliens, el regreso (Aliens, James Cameron, 1986). Es otra muestra de lo influyente que ha sido esta película, aunque sea porque muchos directores la vieron de pequeños en el cine o la televisión y, de forma consciente o inconsciente, les influyó.

Ya que he mencionado a la doctora Medford, es de recibo recordar que era en estas películas de terror y ciencia ficción hechas con poco dinero y no tomadas muy en serio, que las mujeres tenían la oportunidad, especialmente durante los años 50, de interpretar papeles que fueran más allá de la simple ama de casa o del pasivo interés romántico del protagonista masculino. Algo que tardaría en verse en otras películas que no fueran del género.

Es por estas razones que creo que Them! se ha conservado bastante bien. No sé cómo funcionará con audiencias actuales, pero personalmente me parece un film muy entretenido, que nos lleva a una época más ingenua e inocente, la cual resulta divertido visitar de vez en cuando.


11 abr 2013

¡Moluscos gigantes van a por ti!


Hoy me complazco en presentaros The Monster That Challenged the World (Arnold Laven, 1957), una estupenda monster movie que nos presenta una comunidad que sufre los ataques de unos gigantescos moluscos prehistóricos, liberados tras un terremoto.

Todo arranca con las misteriosas muertes de tres soldados marineros o algo así (estos rollos militares siempre me confunden). El comandante Twillinger (Tim Holt) se pone a investigar y descubre que la causa de la muerte es una extraña criatura enorme. Bueno, entonces cree que solo es una extraña criatura enorme. Muy pronto, toda la comunidad que vive alrededor del mar Salton, en medio del desierto, se verá amenazada por estos moluscos. El ejército y la policía intentaran detener a las criaturas antes de que se apoderen del mundo.

Viendo esta película queda clara la diferencia entre lo que Aristóteles llamaba "el placer del reconocimiento" y la aburrida reutilización de simples tópicos. En este film aparecen escenas y motivos que resultan familiares para los aficionados, pero la ejecución de la historia está tan lograda que hace que el film sea tremendamente disfrutable, en lugar de aburrir. Para que se me entienda mejor, pensad en Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975). El guion, la historia de Tiburón, no es muy diferente de los cientos de monster movies de los 50 y 60, pero el talento de Spielberg a la hora de explicarnos la historia la convirtió en el clásico que es hoy.

Y no es que The Monster... sea tan buena como Tiburón, ni mucho menos, pero la habilidad a la hora de crear escenas de suspense, el desarrollo de los personajes y las buenas interpretaciones hacen que uno se meta de lleno en la historia. Además de que ciertos recursos para crear suspense utilizados en este film luego aparecen en otros como el mencionado clásico de Spielberg e incluso en Amor a quemarropa (True Romance, Tony Scott, 1993). La escena del principio, en la que mueren los tres marineros, es un perfecto ejemplo de la habilidad del film para crear tensión. Y especialmente brillante me parece la conclusión de la escena en que la enorme sombra del monstruo cubre a un marinero que, literalmente, se muere de miedo.

El film también tiene sus momentos de repelús. O, por lo menos, a mí me provocaron cierto repelús. En particular una escena en que vemos como uno de estos moluscos ataca a un submarinista: vemos la masa de la criatura, casi lovecraftiana, que agarra al pobre desgraciado por la espalda y le clava dos enormes colmillos para luego proceder a chuparle la sangre. Se ve de forma breve, pero no por ello impresiona menos (creo que por lo breve impresiona, de hecho).

El ritmo del film también está muy conseguido. En poco más de hora y veinte se nos muestra la batalla contra los moluscos gigantes y ataques diversos, además de añadir un romance entre el comandante Twillinger y la secretaria Gail MacKenzie (Audrey Dalton), así como la evolución de Twillinger de tipo estricto y duro a ser humano.

Un título muy entretenido y sólido procedente de la era dorada de los monstruos radioactivos. Los aficionados al género seguramente la disfrutaran bastante y los que no lo sean podrán descubrir hasta que punto son "originales" las películas de monstruos actuales.


4 mar 2013

El alimento de los dioses (The Food of the Gods)


Si disfrutasteis como yo de La larga noche de la furia (Night of the Lepus, William F. Claxton, 1972) es posible que también disfrutéis de El alimento de los dioses (The Food of the Gods, 1976), una producción de Samuel Z. Arkoff escrita y dirigida por Mr. B.I.G. en persona: Bert I. Gordon, dos nombres familiares para los amantes de la serie B.

Gordon adapta una porción de una novela de H. G. Wells, otras porciones de esa novela (El alimento de los dioses [The Food of the Gods and How It Came to Earth]) ya las había aprovechado Gordon en su film El pueblo de los gigantes (Village of the Giants, 1965), para crear una entretenida película protagonizada por un grupo de personas atrapadas en una isla en la cual los animales han adquirido un tamaño gigantesco por culpa de una extraña substancia salida de las entrañas de la tierra.

El director le añade al film una pátina ecológica para justificar los desmanes de gallinas, avispas y, sobretodo, ratas gigantescas. Gordon se encargó de los efectos especiales, algo que era habitual en él, y utilizó toda una serie de técnicas distintas para crear sus ilusiones, combinando maquetas y trucos de cámara con muñecos y animales reales. Todo ello visto hoy día resulta primitivo, pero también le añade encanto y hace que resulte un film bastante divertido (como si una película en la cual un personaje es atacado por un gallo gigante no resultase ya suficientemente divertida).

Divertido póster lleno de "hechos científicos" pensado para darle seriedad a la película.

El guion avanza bastante rápido, el film dura poco más de 80 minutos, con lo cual pasa algo divertido en pantalla continuamente, ya sea algún ataque de animal gigantesco o alguna línea de diálogo ridícula. Los personajes parecen sacados de una película de los 50 y dejados caer en los 70. Marjoe Gotner es Morgan, el protagonista, intrépido y valiente hombre de acción, actúa demasiado rápido como para que te des cuenta de si es bueno o malo como actor. Pamela Franklin es Lorna, una científica destinada a caer rendida ante los viriles encantos de Morgan, hace poco más que señalar algún monstruo. Ralph Meeker es el señor Bensington, el avaricioso empresario que quiere explotar económicamente "el alimento de los dioses", según dice en la película "es un bastardo y lo sabe". El resto del reparto lo completan la veterana Ida Lupino y rostros familiares de la serie B como el de Belinda Balaski.

Sorprendentemente sangrienta para ser una película apta para todos los públicos, es un film que resulta imposible tomarse en serio pero no por ello deja de ser entretenido. Nos presenta un mundo de serie B en el cual los personajes aceptan las cosas sin pararse a pensar que toda la situación es una locura. En una de las escenas al principio del film cuando los protagonistas todavía no saben que pasa, Morgan entra en un establo y es atacado por un gallo gigante, mientras dos gallinas gigantes pasan el rato. Cuando el personaje de Ida Lupino le dice que le quiere enseñar algo, justo después del ataque del gallo, Morgan le responde "señora, ya he visto sus gallinas", como si cada día se encontrase con animales gigantes. Es como una escena de la genial Humanoides del abismo (Humanoids from the Deep, Barbara Peeters, 1980) en que uno de los personajes anuncia que las muertes son provocadas por monstruos mutantes marinos y todos le creen de inmediato sin cuestionarlo.

El alimento de los dioses es una de esas películas tan malas que son buenas. A mí me resulta muy entrañable y divertida y si también os hacen gracia este tipo de cosas, disfrutareis bastante con este título.


12 jul 2012

Arac Attack (Eight Legged Freaks)


Esta no es una desconocida joya a descubrir. Esta no es una pequeña maravilla a reivindicar. Esta es una peli tonta que me hace gracia.

Arac Attack (Eight Legged Freaks, Ellory Elkayem, 2002) se estrenó en el momento ideal: el verano, la época perfecta para este tipo de películas. Cuando la vi en el cine me divirtió mucho y, al comprarla en DVD, la vi varias veces más. Sin embargo, hace ya un tiempo que no la repasaba y la tenía bastante olvidada, así que cuando estaba rebuscando entre mi colección algún título que valiese la pena comentar y este film cayó en mis manos, con su antigua funda Warner de cartón que todo el mundo odiaba en su momento y ahora es como pieza de coleccionista, decidí revisitar esta historia de arañas gigantes, para ver qué tal la había tratado el tiempo.

Pues bastante bien, parece ser.

¿Hace falta que comente que es un homenaje a las películas de monstruos gigantes de los 50? Quiero decir, es bastante obvio viendo el argumento. Es algo que explotan en el menú del DVD, con el diseño y los signos de exclamación en cada opción. Al parecer, el director es un apasionado de los monstruos y argumentos de los 50. En el 2000 dirigió Están dentro (They Nest), una más o menos entretenida película en torno un pueblo asediado por unos bichos asesinos que se gestan dentro de sus víctimas. En el 98, Elkayem debutó dirigiendo el cortometraje Larger Than Life, en el cual una mujer se enfrenta a una araña gigante. Este cortometraje está incluído en la edición en DVD del film que nos ocupa ya que fue la razón por la que Roland Emmerich decidió producir Arac Attack (título original del film que en Estados Unidos se cambió por el de Eight Legged Freaks después de que David Arquette lo improvisara como diálogo en una escena de la película).

Una de las cosas que me gusta de Arac Attack es que en lugar de recurrir a patochadas de ingeniería genética sus arañas gigantes son creadas a partir de la exposición a los residuos tóxicos de toda la vida. Así, al principio de la película un camión pierde un barril de residuos, como si fuera Tromaville, y eso afectará a los grillos que son comidos por las arañas. También he de decir que se me había olvidado que sale Scarlett Johansson haciendo de hija adolescente rebelde de la protagonista, un más que agradable reencuentro con una Johansson recién entrada en la mayoría de edad. Y de qué manera. Por cierto, esta mujer ya de joven tenía una voz muy grave como una mujer de club de esas que fuman, te hablan de tu y te cogen de la mano.

La película nos introduce muy pronto con la única cosa que para mí le sobra, el niño repelente sabelotodo Mike (Scott Terra), por fortuna aunque al principio está bastante presente, hacía el final pasa a un agradable segundo plano, cuando la acción explota en pantalla.

Niño sabelotodo aparte, la verdad es que este es un film con altos niveles de disfrutabilidad. El tono irónico y los toques de comedia, por una vez, funcionan bien. Hablo de la VO, claro. Personajes como el paranoico locutor de radio Harlan Griffith (Doug E. Doug) pierden toda su gracia con el doblaje. Además, en la versión doblada también desaparecen las referencias a Spiderman, David Bowie y otras. Bueno, supongo que la de David Bowie se puede captar igualmente, pero no tiene la misma gracia. También hay homenajes a otros clásicos del terror que podéis descubrir vosotros mismos.

Hay también momentos de los personajes no relacionados con arañas gigantes que también me hicieron gracia, como cuando la tía Gladys (Eileen Ryan) le dice a su sobrino Chris (David Arquette) "aféitate esa cosa, hace que tu cara parezca la entrepierna de una stripper".

La estructura del film es la habitual: al principio conocemos a los personajes y sus historias y dramas, con una trama muy predecible sobre la mina del pueblo, ataques aislados primero y luego la gran invasión arácnida. Es en esta segunda mitad de la película que realmente se perdona cualquier fallo anterior ya que es pura diversión. Cierto que el empleo de arañas CGI canta en algunos momentos, pero también se utilizan arañas "prácticas", con lo cual se equilibra un poco.

Arañas gigantes destruyendo un pueblo, una jamona adolescente joven Scarlett Johansson, un homenaje a la ci-fi de los 50 y una buena mezcla de comedia y terror son los ingredientes que nos ofrece Arac Attack. Los ingredientes que hacen de ella un ideal entretenimiento veraniego.



Esto no tiene nada que ver con Arac Attack, pero me parece que está bastante bien, estéticamente hablando. Descarga gratuita en http://jjamzmusic.com/

4 jun 2012

La larga noche de la furia (Night of the Lepus)

¿Qué terribles horrores se desencadenan cuando un gran estudio de Hollywood se adentra en los terrenos de la serie B? ¿Qué sucede cuando un gran estudio de Hollywood intenta usar fuerzas que no comprende? ¡Contemplad el horror de La larga noche de la furia (Night of the Lepus, William F. Claxton, 1972)!

Como manda la tradición, Hollywood se apuntó tarde y mal a la moda de los monstruos gigantes. Después de que estudios independientes estrenaran diversas películas de serie B con monstruos gigantescos japoneses con grandes beneficios, Hollywood decidió hacer su propia película de monstruos gigantes que, por supuesto, viniendo de un prestigioso estudio como la MGM tendría más clase, mejores efectos y más calidad que cualquiera de esas películas hechas con cuatro duros. Pero el resultado final dista mucha de ser un producto de calidad, es más bien una risible película protagonizada por un reparto de veteranos, Stuart Whitman y Janet Leigh son los protagonistas, que parecen no saber muy bien que hacen ahí. Si bien resulta sorprendentemente sangrienta teniendo en cuenta que es una película de los primeros 70 para todos los públicos, nada es capaz de salvar este monumental y divertido desastre.

El origen de esta película sobre gigantescos conejos mutantes devoradores de hombres lo encontramos en la novela de ciencia ficción The Year of the Angry Rabbit de Russell Braddon. Esta novela australiana es una sátira política y antibelicista que utiliza un tono que mezcla terror y comedia para contar una increíble historia sobre cómo unos conejos gigantes destruyen Australia. A la hora de adaptar la novela se trasladó la acción a Estados Unidos y se tomaron muchas libertades con el argumento. Sin embargo eso no es lo malo, el gran error que cometieron es que dejaron de lado todos los elementos de crítica, sátira y comedia, adoptando un tono muy serio. Tan serio que es inevitable que uno se parta de risa viendo el ridículo espectáculo.

Los pósters intentaron vender la idea de este film como un auténtico y serio film de terror, pero contribuyen a la sensación de desesperación sobre cómo vender esta pobre excusa de película. Daos cuenta de cómo en ninguno de los pósters se dice que las criaturas son conejos gigantes, simplemente se representan monstruos de forma bastante vaga.
Hay otro problema con la película y es la técnica que decidieron emplear para representar los conejos gigantes asesinos. Básicamente lo que hicieron fue filmar conejos normales y corrientes saltando sobre maquetas que tienen el mismo aspecto realista que la granja de Playmóbil. Para arreglarlo en algunas escenas utilizan muñecos articulados que representan las terribles fauces de los monstruos, con lo cual aún resalta más el aspecto inofensivo de los conejos, a pesar de que aquí y allá les añadan unos toques de color rojo para simular sangre.

Tal vez si hubieran empleado stop-motion o actores disfrazados para representar los monstruosos conejos la película no habría resultado tan ridícula (ni tan disfrutable en la actualidad). Aunque el guion no es que sea tampoco el colmo de la originalidad.

Desde el principio, donde se nos muestran imágenes de noticieros con reportajes sobre plagas de conejos destrozando cosechas, se nos intenta vender la idea de los conejos como animales peligrosos y destructores. Lo único que consiguen es añadir un tufo de desesperación a la película, desesperación por querer ser tomada en serio pero sin saber cómo hacerlo.
En resumidas cuentas, Night of the Lepus es una película tan mala que puede resultar ser divertida de ver por lo menos una vez. De modo que cuando estéis tomando algo con vuestras amistades podáis decir que habéis visto una película de conejos gigantes asesinos mutantes y convertiros en el centro de atención.

28 feb 2012

Deep Rising. El misterio de las profundidades (Deep Rising)


En el mundo de la música se conoce como One Hit Wonders aquellos artistas o grupos que tienen un gran éxito y luego simplemente desaparecen del mapa, ya sea porque el grupo se separa, el siguiente álbum resulta un fracaso, pasan a dedicarse a otras cosas o son abducidos por extraterrestres. En el cine se da algo parecido, diferenciado porque en ocasiones el éxito no va acompañado de esta única chispa de genio, con directores que estrenan una única película y luego desaparecen, directores que estrenan una genial primera película y luego su talento parace diluirse en producciones mediocres o directores que sólo consiguen hacer una buena película en toda su carrera.

Repasando la filmografía de Stephen Sommers, Deep Rising. El misterio de las profundidades (Deep Rising, 1998) destaca como un único, inspirado y mágico momento de genio por parte de Sommers que luego ha sido incapaz de repetir. Las tres primeras películas de Sommers son una anodina película de acción ambientada en el mundo de las carreras ilegales, Catch Me If You Can (1989), y un par de películas infantiles de aventuras, Las aventuras de Huckleberry Finn (The Adventures of Huck Finn, 1993) y El libro de la selva: La aventura continúa (The Jungle Book, 1994). Las películas que ha dirigido hasta ahora tras Deep Rising fueron las ruidosas La momia - The Mummy (The Mummy, 1999) y El regreso de la momia (The Mummy Returns, 2001), la inducidora al vómito Van Helsing (2004) y la retardada G.I. Joe (2009). Cuatro películas que se caracterizan por ser excesivamente largas, por tener unos efectos especiales de aspecto muy cutre a pesar de ser todas ellas superproducciones y por castigar al espectador con unos personajes insufribles.

Y en medio de todo esto, Deep Rising.

Un grupo de mercenarios son contratados para robar un lujoso y gigantesco transatlántico, pero cuando llegan allí descubren que todo el mundo ha desaparecido. Explorando el barco descubren a unos supervivientes y descubren, también, que ellos son las siguientes víctimas de unas extrañas criaturas que han infestado el lugar.

Con esta sencilla premisa, Sommers construye un entretenido film que mezcla el cine de aventuras, el terror y la más desmelenada serie B. Mantiendo todo el rato un tono que combina las escenas de suspense y terror con cierta ironía y toques de comedia, que indican al espectador que no se ha de tomar demasiado en serio la película y dejarse llevar.

Esto es lo que hicimos un amigo y yo cuando, un caluroso agosto de 1998, entramos a ver la película huyendo de las altas temperaturas y sin tener ni idea de lo que íbamos a ver. Fue toda una sorpresa, y bastante agradable. Con el tiempo, mi opinión sobre la película no ha cambiado. Fue de las primeras que compré en DVD (fue de las primeras que salió en DVD, quiero la edición en Blu pero ya) y no falla a la hora de entretenerme cuando necesito algo para pasar un buen rato.

Hay que destacar dos cosas de esta película de Sommers, sobretodo cuando la comparas con sus películas posteriores. Primero, el tono del film ya mencionado, que aquí funciona pero en las posteriores se hace algo pesado y excesivo en algunos casos (el niño de El retorno de la momia es bastante abofeteable) y, segundo, los efectos especiales. Deep Rising contó con un presupuesto que era mucho menos de la mitad de los presupuestos de sus siguientes películas, pero mientras éstas tienen un aspecto cutre y barato muy de los 90 (lo cual no deja de tener su mérito, en especial en casos como la insufrible Van Helsing, rodada en el 2004 con un presupuesto de 160 millones de dólares), los efectos de Deep Rising se mantienen bastante bien, especialmente en grandes momentos como la aparición de un tío medio digerido que todavía sigue vivo.

El argumento o la incapacidad de reconocer la ironía con que se cuenta (el doblaje no ayuda), ha hecho que cada vez que he recomendado ver esta película a lo largo de los años mi recomendación cayera en oídos sordos. Pero todo aquel que quiera disfrutar de una entretenida y divertida monster movie, con un buen reparto y una memorable criatura, que no busque más: Deep Rising es su película. Atención al genial chiste/guiño a las películas de monstruos japonesas antes de los títulos de crédito finales.

7 nov 2011

La serpiente voladora (Q aka Q: The Winged Serpent)


La serpiente voladora (Q, Larry Cohen, 1982) es una de esas películas en las cuales la historia de cómo se hizo resulta tan interesante como la historia que cuenta. Según explica el propio Larry Cohen, en el audiocomentario incluído en la edición especial que editó Anchor Bay Uk hace unos años, la cosa fue así:

Tras ser despedido como director de Yo, el jurado (I, the Jury, Richard T. Heffron, 1982) -su nombre todavía aparece en los títulos de crédito de este film ya que escribió el guion, adaptando una novela de Mickey Spillane-, Cohen no quiso desperdiciar el tiempo y dinero que había invertido y rápidamente puso en marcha un nuevo proyecto. En apenas seis días contrató a los actores, escribió el guion (David Carradine no lo recibió hasta que llegó a Nueva York en avión el mismo día que empezaba a rodar) y puso en marcha el rodaje. De esta forma, Cohen escribió, produjo y dirigió Q, película que se acabaría convirtiendo en un clásico de culto y que en su momento también fue un gran éxito de taquilla, como Cohen alegremente señala, superando por varios millones la recaudación de la película de la que había sido despedido.

Conociendo la manera en que fue rodada, uno no puede más que admirar la calidad del resultado final, tanto técnica como artísticamente. Pero ello se debe a la experiencia de Cohen como director de películas de bajo presupuesto y técnicas de rodaje de guerrilla. Por ejemplo, se ponía a filmar por la calle sin pedir permisos, usando las reacciones auténticas de los viandantes, de forma brillante en las escenas donde la sangre de las víctimas cae del cielo sobre la gente que pasea por la calle en aquel momento. También consiguió rodar dentro del edificio Chrysler, de modo que el clímax y diversas escenas claves de la película tienen lugar realmente en lo alto del rascacielos y en ningún momento se usaron decorados, dándole una continuidad visual de la que carecían producciones de mayor presupuesto.

Esta manera de rodar consigue darle una muy creíble pátina de realismo urbano a una película cuyo argumento es muchas cosas menos realista. Una atmósfera y calidad ambiental única que no volvería a verse repetida en pantalla hasta Monsters (Gareth Edwards, 2010). Por supuesto, también hemos de tener en cuenta la contribución del cuarteto de protagonistas para hacer creíble esta verosimilitud urbana. Todos ellos (Michael Moriarty, David Carradine, Richard Roundtree y Candy Clark) estaban acostumbrados a esta forma de trabajar, que además de lograr que hicieran interpretaciones más naturales, les permitía improvisar. Clark había trabajado con Nicolas Roeg y los protagonistas masculinos se habían curtido en el cine independiente y de bajo presupuesto.

Por ejemplo, hay una escena que Cohen improvisó tras saber que Moriarty sabía tocar el piano, en la que muestra al personaje de Moriarty, el perdedor Jimmy Quinn, intentando conseguir un trabajo. La escena no queda como un simple añadido, nos proporciona información sobre el personaje y además Cohen luego reescribió otra escena de la parte final de la película que hace referencia a la del piano. Así, a pesar de la forma apresurada y algo caótica en que fue rodada, Q tiene un guion perfectamente cohesionado y estructurado en el que no queda ningún cabo suelto ni se deja nada al azar.

Pero es posible que muchos halláis llegado hasta aquí y os estéis preguntando: ¿qué demonios es Q?

Q es la abreviatura de Quetzatcoatl, un dios en forma de monstruosa serpiente voladora que ha sido despertado gracias a los sacrificios humanos que un fanático seguidor suyo hace en su honor. Estos sacrificios humanos están siendo investigados por la pareja de policías Shepard y Powell (Carradine y Roundtree, respectivamente), que también investigan una serie de misteriosas muertes y desapariciones que tienen lugar en los rascacielos de la ciudad. Paralelamente, Jimmy Quinn (Moriarty) intenta obtener un trabajo honrado, pero cuando no le contratan en el bar en el cual trabaja su novia Joan (Clark), no le queda más remedio que aceptar un trabajo como conductor en un atraco. Huyendo de la policía descubrirá, en lo alto del edificio Chrysler, un extraño y enorme nido, en el cual descansa un gigantesco huevo.

Cohen mezcla de manera soberbia tres tramas que darían para tres películas en una única y fantástica maravilla: la trama de los sacrificios humanos daría para un thriller, la trama principal sola daría (y da) para una monster movie y la historia de Quinn daría para un estupendo drama criminal. Cohen maneja todos estos elementos y los integra sin que nada sobre o falte.

Como resultado final, el notable desarrollo y caracterización de los personajes, así como la atípica manera en que se construye lo que podría ser un rutinario film del estilo "matemos al monstruo gigante", hacen resaltar a Q por encima del películas parecidas del género.

Entretenida, emocionante, divertida y con una estupenda animación stop motion, Q es un clásico tremendamente recomendable, especialmente en la mencionada edición especial de Anchor Bay Uk, que tiene una gran calidad de imagen y sonido (pista DTS incluída). Por lo menos, hasta que salga el Blu-ray.

19 oct 2011

El planeta de los dinosaurios (Planet of Dinosaurs)


¿Cuántas veces, en la lejana era de los viodeclubs, cogí una película simplemente viendo la carátula pensando que sería "la más mejor peli de la historia"? ¿Y cuántas veces me llevé una amarga decepción? Muchas, desde luego. El planeta de los dinosaurios (Planet of Dinosaurs, James K. Shea, 1977) es un ejemplo clásico. Cuando era pequeño me apasionaban los dinosaurios y los monstruos gigantes, así que veía cualquier cosa que prometiera o unos u otros. Y si además le añadíamos naves espaciales y un toque de ciencia ficción como se prometía aquí, ya me tenían atrapado. Sí, me engañaron, los malditos.

La aparición de la estupenda novela de aventuras de Arthur Conan Doyle El mundo perdido en 1912, con humanos del presente enfrentándose a dinosaurios (aunque es una pequeña parte de la novela), provocó que el concepto se hiciera tremendamente popular. Así, en 1925 se estrenó la primera adaptación de la novela: El mundo perdido (The Lost World, Harry O. Hoyt). Esta adaptación inspiró a su vez a otros artistas (entonces niños) que empezaron a idear sus propios monstruos enfrentados a humanos, gente como Ray Bradbury y Ray Harryhausen.

Por otro lado, en 1918 Edgar Rice Burroughs, el "padre" de Tarzán, fue publicando lo que hoy día se conoce como la trilogía Caspak, formada por: The Land That Time Forgot, The People That Time Forgot y Out Of Time's Abyss (traducidas algo torpemente como El país del tiempo olvidado, La gente del tiempo perdido y El abismo sin tiempo). Las dos primeras fueron llevadas al cine resultando en dos estupendas películas de aventuras de Serie B con Doug McClure: La tierra olvidada por el tiempo (The Land That Time Forgot, Kevin Connor, 1975) y Viaje al mundo perdido (The People That Time Forgot, Kevin Connor, 1977).

Uno pensaría que la ausencia de la "i" me tendría que haber dado alguna pista, pero era demasiado joven para fijarme en tonterías como la ortografía. Quiero decir, ¿quién se fija en la ortografía cuando tienes a un Tiranosaurio devorando gente en la carátula?
Seguramente el éxito de estas dos películas, más el éxito de cierta popular space opera, inspiró El planeta de los dinosaurios. En lugar de ser un submarino en apuros el que provoca que los protagonistas lleguen a una "tierra olvidada por el tiempo", es la avería de una nave espacial la que provoca que los protagonistas naufraguen en un planeta parecido a la Tierra (muy, muy parecido a la Tierra a juzgar por los paisajes por los que pasean los protagonistas) poblado por dinosaurios.

Siendo justo con la película, sí tiene una cosa buena: los efectos especiales stop-motion. Los dinosaurios están muy bien animados, así como la interacción entre las criaturas animadas y los actores de carne y hueso está bastante conseguida. La lástima es que el guion no es particularmente interesante ni pasa nada digno de mencionar. Los náufragos espaciales se dedican a deambular por el planeta, pelearse entre ellos y aprender cosas sobre si mismos. Ocasionalmente, se despierta al espectador para alguna secuencia dinosauril, pero el resto del tiempo es los astronautas caminando y hablando, cuando no están sentados y hablando.

Y eso no sería tanto un problema si los actores y actrices no fueran bastante mediocres y la dirección del señor Shea muy torpe y amateur. Unos malos actores y una mala dirección dando vida a un guion malo se traducen en una película aburrida, aunque la stop-motion esté muy lograda. El director de estos efectos, Doug Beswick, trabajó más tarde en grandes títulos como El imperio contraataca (The Empire Strikes Back, Irvin Kershner, 1980) o los clásicos de James Cameron Terminator (The Terminator, 1984) y Aliens: El regreso (Aliens, 1986), hasta la actualidad.

Es por eso que, tras verla de nuevo, me encantaría que se hiciese un remake de esta película, con efectos stop-motion, usando el mismo concepto pero desarrollándolo de una manera más entretenida. No he encontrado el tráiler, así que os dejo con una especie de resumen, para que os ahorréis verla entera.

2 jun 2011

¡MUERTE A LOS HUMANOS!

 
Cuando me encuentro descansando en mi malvada guarida del mal, donde aprovecho para ultimar mi malvado plan para dominar el mundo, siempre me gusta ver como han intentado arrasar el planeta compañeros procedentes de otros planetas y galaxias mientras me tomo mi leche con galletas, también malvadas. Estos son algunos de mis intentos favoritos de acabar con los humanos.

El terror del más allá (It! The Terror from Beyond Space, Edward L. Cahn, 1958): Esta película es conocida como el abuelo de Alien. La estructura es prácticamente la misma: un extraterrestre sediento de sangre casi indestructible que va acabando con los exploradores espaciales uno a uno. Estamos en el futuro 1973 y la primera expedición tripulada a Marte ha terminado en fracaso. Una nueva expedición sale en su busca para llevarse detenido al único superviviente, Edward Carruthers (Marshall Thompson), acusado de matar a sus compañeros para sobrevivir. Carruthers cuenta una historia diferente: una forma desconocida de vida ha sido la responsable de la muerte de sus compañeros. Nadie le cree, pero cuando los tripulantes empiezan a morir descubrirán que se ha colado a bordo un polizón marciano.

Con una duración aproximada de 69 minutos, la película no te da tiempo a que te aburras. El ritmo acelerado intensifica la tensión de los astronautas perseguidos por un monstruo más feo que el pecado. No sólo eso, además tienen tiempo de crear triángulos amorosos, rivalidades y desarrollar personajes, todo un logro. Es curioso ver como imaginan el futuro partiendo de lo que conocían del presente: la expedición a Marte carga con un montón de armas y todos van armados como si se fueran a una jungla y no a otro planeta. Tenemos la típica escena, un clásico desde los años 40, en la cual se informa en una sala a un montón de periodistas que salen corriendo a informar a sus periódicos. También destaca el hecho de incluir a dos mujeres en la tripulación en una época en la cual el papel de la mujer en el cine era como recurso sentimental y poco más. Aquí se muestra a mujeres con carrera, científicas, en igualdad de condiciones que los hombres, algo que en los 50 sólo ocurría en las películas de ciencia ficción.

Como podéis ver, su argumento ha sido infinidad de veces copiado, imitado y reproducido, pese a todo la película sigue siendo entretenida de ver, gracias también al trabajo de los actores que se enfrentan a un memorable marciano con total seriedad.



Planeta sangriento (Queen of Blood, Curtis Harrington, 1966): Memorable producción de Roger Corman, protagonizada por un gran reparto que incluye a John Saxon, Dennis Hopper y Basil Rathbone. La película se beneficia de unos memorables y fantásticos efectos especiales... "cortesía" de un par de películas rusas.

Al parecer, con el objetivo de rodar películas de ciencia ficción lo más baratas posibles, algunas compañías tenían la costumbre de comprar películas de ciencia ficción rusas y usar sus imágenes mezcladas con metraje filmado en Estados Unidos. Con la Guerra Fría de por medio, no es que nadie se fuese a quejar. Sí que resulta curioso ver letras cirílicas en lo que se supone es una nave de rescate americana.

La historia nos sitúa de nuevo en el futuro: 1990. Una especie alienígena desconocida contacta con la Tierra anunciando su visita de buena voluntad. Sin embargo se estrellan en Marte e inmediatamente se envía una misión de rescate desde la Tierra. Esta misión encontrará una única superviviente que muy pronto descubrirán que se alimenta de sangre humana.

Hipnótica e inquietante, resulta un claro antecedente del desmelenado clásico de Tobe Hooper Fuerza vital (Lifeforce, 1985). Resulta increíble como Harrington logra que una película hecha con un mínimo presupuesto y utilizando efectos y escenarios de otros filmes resulte tan efectiva. La atmósfera extraña y la manera en que los astronautas se ofrecen a la extraterrestre hacen que la película acabe atrapando.



La guerra de los mundos (War of the Worlds, Byron Haskin, 1953): Primera adaptación cinematográfica de la novela de H. G. Wells, superior al remake de Steven Spielberg, y modelo de invasión marciana copiado hasta la saciedad. La historia ya la conocéis: una serie de misteriosos meteoritos resultan ser naves espaciales provenientes de Marte con la intención de doblegar el planeta.

Algo a destacar de esta película es que consigue transmitir la sensación de una invasión global y no algo que sucede sólo en Estados Unidos. La cámara nos lleva alrededor del mundo, observando los estragos que causan los marcianos y como todas las naciones se ven impotentes ante la ola de destrucción. Una destrucción llevada a cabo gracias a unos tremendos efectos especiales, como era habitual en las producciones de George Pal.

Esta película está ligada íntimamente con mi infancia: recuerdo ver fascinado las naves flotando por ciudades arrasadas disparando unos terribles rayos que hacían un característico y único sonido. Es cierto que las naves y los marcianos no se parecen a los que Wells describió en su novela, pero creo que los creados para esta película son mucho más bellos y visualmente estimulantes que las máquinas industriales ideadas por Wells.

La edición especial en DVD incluye la infame adaptación radiofónica que hizo Orson Welles, también muy interesante.



El monstruo de otro planeta (20 Millions Miles to Earth, Nathan Juran, 1957): Otra fantástica producción con el sello de Ray Harryhausen que se lució a la hora de crear el Ymir, un visitante de Venus. En esta ocasión, el Ymir no viene por voluntad propia: la primera nave en explorar Venus se lo trae de recuerdo, pero cuando la nave se estrella en la costa italiana, el Ymir escapa.

Esta película destaca por su ambientación europea, en lugar de destrozar San Francisco o Nueva York, Ymir se dedica a destrozar y pasearse por Roma, como un turista más. También es curioso como el director parece querer que la criatura nos resulte simpática al hacerla en la primera parte de la película bastante entrañable, cuando es una criatura diminuta. De modo que cuando crece y se convierte en una fuente de destrucción no podemos evitar pensar que, al fin y al cabo, todos hemos tenido adolescencias más o menos conflictivas.

El argumento y desarrollo del film no es muy diferente del de otras películas del estilo y son los fantásticos efectos especiales del maestro Harryhausen los que consiguen que el espectador mantenga el interés y que no se aburra. El Ymir tiene un gran diseño y es bastante diferente de las anteriores criaturas gigantescas decididas ha aplanar las ciudades de la Tierra.



Regreso a la Tierra (This Island Earth, Joseph M. Newman, 1955): Todavía discuto conmigo mismo si esta película me gusta porque es muy buena o muy mala. El doctor Carl Meacham (Rex Reason), uno de esos aventureros que es científico nuclear y piloto, recibe un extraño paquete. Al abrirlo descubre las piezas de una extraña máquina que, una vez montada, resulta ser un comunicador. A través de esta máquina, el interocitador, el doctor Meacham se pone en contacto con Exeter (Jeff Morrow), un sujeto de frente extraordinaria el cual le comunica que ha pasado con éxito una prueba (construir el interocitador) y que se le invita a unirse a una comunidad científica secreta. El doctor Meacham no duda en unirse a esta comunidad en la cual están reunidos los mejores científicos del mundo y descubrirá que todo forma parte de un complot metalunado.

Por un lado, la película desarrolla su argumento llenándolo de detalles absurdos. Por otro, las escenas finales en Metaluna con los mutantes son realmente fantásticas. Esta mezcla de aciertos y fallos hacen de ella un título memorable tanto en serio como desde una perspectiva irónica. Fue de hecho el título utilizado en la película que se hizo de la serie Mystery Science Theater 3000 en la cual se burlan despiadadamente de ella.

Sea o no una buena o mala película, lo dejo a vuestro criterio. Yo disfruto viéndola y me resulta terriblemente entrañable. Cierto que cae en incongruencias pero para mí no hacen más que añadirle encanto y diversión. Además de que los actores están estupendos. También es otro título de ciencia ficción de los 50 bastante progresivo en el sentido que muestra una comunidad científica compuesta por hombres y mujeres provenientes de todo el mundo.

28 abr 2011

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No! ¡Es la masa devoradora!


Estrenada en 1958, La masa devoradora (The Blob, Irvin S. Yeaworth) se convirtió en un éxito inmediato que lanzó la carrera de Steve McQueen y con el tiempo se ha convertido en un clásico de la era dorada de los monstruos gigantescos.

Un meteorito que cae en el bosque, unos adolescentes que intentan salvar su ciudad cuando nadie les cree y una enorme y gelatinosa masa que va devorando gente a medida que va creciendo de tamaño. Elementos sencillos y básicos que construyen una película de miedo divertida. Es decir, el conjunto en sí resulta bastante entretenido y encantador como para disfrutarlo a pesar de que al espectador actual no le provoque el miedo o suspense que podía provocar en su momento. Son sus algo cutres efectos especiales, realizados con poco dinero, y escenas icónicas, como cuando la masa ataca un cine, los que le dotan de encanto a la película.

El desarrollo es el habitual en este tipo de películas: Steve (un joven Steve McQueen) descubre con sus amigos un meteorito caído del cielo que contiene una extraña sustancia roja. Cuando la sustancia empiece a atacar a la gente, devorando a un anciano al principio, Steve irá a la policía para intentar que hagan algo. Por supuesto, las autoridades no le hacen caso y creen que se trata todo de una broma. Llega un momento en el que el tamaño de la masa es demasiado grande para hacer ver que no existe y es cuando el ejército entra en acción. Pero el joven Steve es el héroe aquí.

The Blob sí tiene algo que la hace diferente del resto, aparte de la masa devoradora en sí, y son sus protagonistas adolescentes. Normalmente, en este tipo de películas los protagonistas son científicos o militares los que se enfrentan a la gigantesca amenaza, pero el productor Jack H. Harris decidió hacer protagonistas a los adolescentes, según sus palabras porque "estaba cansado de ver como se retrataba a los jóvenes como si fueran delincuentes", pero creo que el hecho de que gran parte de los espectadores que veían estas películas fueran adolescentes también tuvo algo que ver. Y el tener unos adolescentes como protagonistas hizo que rápidamente la película se convirtiera en un éxito: pasó de ser la película B (es decir: la segunda programada en las antiguas sesiones dobles, de ahí el término película de serie B) a ser la película A (la principal) cuando la distribuidora se dio cuenta que la gente iba a ver The Blob ignorando la película de la Paramount con la que se había juntado.

The Blob fue también de las primeras en convertir la angustia adolescente en motor alegórico de la cinta con el objetivo de llenar butacas, junto a otras películas clásicas como I Was a Teenage Werewolf (Gene Fowler Jr., 1957), en la cual Michael Landon era el hombre lobo adolescente del título.



El éxito de la película hizo que el productor Harris intentara realizar una secuela. Lo intentó durante años y finalmente abandonó la idea. Esto es hasta 1972, cuando Harris conoce a Larry Hagman, cuyo entusiasmo por la película original resucitó la idea de la secuela. Es por ello que la humanidad fue castigada con Blob - Masa mortal (Beware! The Blob aka Son of Blob).

Aburrida, torpe y sin encanto alguno, es más conocida por ser dirigida por el actor que hizo de J.R. en la serie Dallas que por su calidad. Ni siquiera es divertida por lo cutre o mala que es. El guionista Anthony Harris aseguró en una entrevista que gran parte de la película se improvisó mientras se rodaba y el guion se dejó de lado. Y tal vez por ello las escenas en la película se alaaaargan y se alaaaargan, en un intento de comedia que resulta dolorosamente soporífera. La idea de dirigir que tiene Hagman aparentemente consiste en plantar la cámara en el suelo y dejar que las cosas pasen delante, en un estilo propio de la televisión más aburrida. Las interpretaciones son tan malas que, cuando vi que una de las actrices llevaba el mismo suéter que Freddy Krueger, pensé que era todo un mal sueño.

Ejemplo máximo de secuela innecesaria, la cutrez de sus efectos especiales, sin el encanto de los de la original, es un motivo más para evitar este desperdicio de celuloide. Pero no tenéis que fiaros de mi palabra, podéis comprobarlo vosotros mismos.




Tuvo que llegar 1988 para ver The Blob en toda su gloria devoradora. Chuck Russell y Frank Darabont, el mismo equipo de la excelente Pesadilla en Elm Street 3 (A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors, 1987), nos ofrecieron la estupenda El terror no tiene forma (The Blob) (por cierto, el título castellano era el eslógan que usaron para promocionar la película en Estados Unidos).

El guion de Russell y Darabont (el cual introduce algunas referencias a Stephen King, curioso teniendo en cuenta la película que comentábamos ayer) es el ejemplo del remake perfecto: es respetuoso con el original, incluyendo personajes y situaciones significativos, pero supera con creces la original desarrollándola y ampliándola haciendo que la nueva versión tenga sentido y valga la pena. La dirección de Russell traduce las ideas del guion en imágenes de manera acertada, montándonos en una tremenda montaña rusa. La película original es entrañable y divertida pero esta versión es, simplemente, mejor.

Otro detalle significativo que detectamos al comparar las dos versiones es que podemos ver los cambios políticos y sociales que se produjeron en Estados Unidos en el intervalo entre las dos películas. La primera de 1958 fue rodada en plena Guerra Fría de ahí que la amenaza provenga del exterior con la intención de acabar con la inocente y sana población americana. La versión de 1988 fue rodada durante la era Reagan, por lo que la amenaza en esta ocasión proviene del propio gobierno de los Estados Unidos que no tiene ningún tipo de escrúpulos a la hora de sacrificar todo un pueblo en nombre de la seguridad nacional.

Esta película es también un ejemplo de la excelente salud de la que gozaba el género durante los ochenta: mezcla comedia con terror de manera efectiva, está llena de referencias y homenajes y los efectos especiales son fantásticos, brillando especialmente a la hora de representar a las pobres víctimas devoradas por la masa. Resumiendo, esta película es divertida y tensa, tiene grandes momentos de suspense y grandes momentos sangrientos.

El año pasado se anunció que Rob Zombie iba a hacer un remake de The Blob. Su idea era ésta: "Mi intención es no tener una gran cosa roja gelatinosa, es lo primero que quiero cambiar. La gigantesca gelatina podía dar miedo en los 50, pero ahora la gente se reiría." Por tanto, la idea de Zombie era hacer La masa devoradora sin masa devoradora. Supongo que cargarse la mística de Michael Myers no era bastante o tal vez Zombie no había visto la versión de los ochenta. El caso es que por fortuna abandonó la idea para hacer algo original (cuando digo "original" me refiero a algo no basado en una película anterior), pero el proyecto sigue en pie. Imagino que tal vez no se lleve a cabo sin Zombie en la dirección.

De todas formas, en 1998 se estrenó Phantoms. Dirigida por Joe Chappelle, la película adapta la novela homónima de Dean R. Koontz (la única de este hombre que me ha gustado) que también se encargó de escribir el guion. La primera mitad de la película es bastante efectiva en términos de suspense y misterio, pero la segunda mitad parece un remake inconfeso de The Blob, siendo algunas escenas calcadas a las que aparecen en el remake. A pesar de sus fallos, he de admitir que me parece una película bastante entretenida y podría ser un buen cierre para una sesión con las dos versiones de The Blob, además del extra de contar con la visualmente estimulante presencia de Rose McGowan.

27 abr 2011

Un interesante comentario social. Con tentáculos.


En el 2007 Frank Darabont escribió y dirigió un análisis de la sociedad americana post-11/9, adaptando la novela corta de Stephen King La niebla.

La niebla de Stephen King (The Mist) representó un cambio de estilo y ritmo para Darabont. Si sus anteriores films, como La milla verde (The Green Mile, 1999), presentaban un estilo kubrickiano en el cual los movimientos de cámara eran muy precisos y controlados, así como los encuadres, en  esta ocasión Darabont optó por un estilo rápido, documentalista, para sumergir al espectador en la historia de terror que le presenta.

La elección de este estilo vino motivada por la participación de Darabont en la serie The Shield, de la cual dirigió un episodio, experiencia de la cual salió entusiasmado por el estilo "de guerrilla" que usaba la serie. Además, para abaratar costes y mantenerse en el calendario de producción, Darabont cogió el mismo equipo de cámaras que trabajaba en The Shield para rodar La niebla. Un estilo que casa muy bien con el espíritu de la serie B a la cual se hace un homenaje. Este homenaje lo notamos no sólo en el estilo a la hora de rodar las escenas, también en el espartano uso que se hace de la música. El director juega mucho con el silencio para crear suspense, mientras que la música es muy sutil y minimalista, se emplea sólo en algunos momentos puntuales, y no es hasta el final que realmente se hace presente.

La película además de ser un homenaje al cine de serie B de los 60, es también, como decía al principio, una alegoría social de la sociedad americana y el estado de miedo y paranoia en el cual había caído tras los ataques del once de septiembre. Igual que en los 60 y 70, la película refleja el malestar social que provocó los intentos de la administración Bush de manipular a la población mediante el miedo.


La niebla se convierte así en un estudio sobre como afecta el miedo a lo desconocido a las personas. Cómo reaccionan ante eventos que les superan y no entienden. De ahí que, a medida que avanza la película, el foco de preocupación de los protagonistas deriva de las criaturas de otra dimensión que les atacan hacia la locura que está extendiendo la señora Carmody (una estupenda Marcia Gay Harden), definida por David Drayton (Thomas Jane, estupendo también) como "nuestra Jim Jones particular." Los protagonistas quieren huir del supermercado antes de que la locura se acabe desatando definitivamente entre los supervivientes atrapados dentro. Esta visión pesimista de la especie humana es resumida por Ollie (Toby Jones, otro estupendo) en el siguiente diálogo: "Como especie somos principalmente dementes. Pon a más de dos de nosotros en una habitación, cogemos bandos y empezamos a pensar razones para matarnos unos a otros. ¿Por qué te crees que inventamos la política y la religión?"

Como es evidente, gran parte de la efectividad de la película, no sólo en transmitir el suspense, se haya, aparte del experto manejo de Darabont y su equipo de cámaras, en el gran reparto de actores que hacen creíble el drama que atraviesan sus personajes. Los ya mencionados Thomas Jane, Marcia Gay Harden y Toby Jones son grandes actores de solvencia contrastada. Además de a éstos profesionales se ha de añadir la gran elección de actores de carácter, todos de un aspecto realista y muy poco hollywoodiense. Algunas caras familiares para los aficionados al género como William Sadler y Jeffrey DeMunn, además de Laurie Holden (vista en Expediente X y The Walking Dead) y Alexa Davalos (a la cual es posible que recordéis por Las crónicas de Riddick (The Chronicles of Riddick, David Twohy, 2004) y la nueva Furia de Titanes (Clash of the Titans, Louis Letterier, 2010)). La gran calidad del trabajo frente a las cámaras se extiende a los secundarios, como Brian Libby que realmente parece un motorista al cual hubiesen puesto directamente frente a la cámara, y extras.

Otro motivo por el cual La niebla resulta tremendamente disfrutable para los aficionados, dejando de lado monstruos y análisis social, es la variada naturaleza de homenajes presentes en la cinta. El que más llama la atención es el que se hace al trabajo de Drew Struzan, un artista dedicado al arte de los pósteres cinematográficos, como los de la saga Indiana Jones. En la escena que abre la película tenemos un doble homenaje a Struzan y a Stephen King: el cuadro que pinta David Drayton, pintado en la realidad por Struzan, es una referencia a la saga de la Torre Oscura de Stephen King. En las paredes del estudio podemos ver otras obras de Struzan como el póster que hizo para el clásico de John Carpenter La cosa (The Thing, 1982). Struzan también pintó los pósteres de La niebla y es el máximo representante de un arte que parece casi perdido. He aquí algunas de sus obras míticas:





A pesar de que el bajo presupuesto empleado le otorgó a Darabont cierta libertad artística a la hora de realizar La niebla, los Weinstein (cuya compañía produjo la película) no le permitieron llevar a cabo otro detalle destinado ha enfatizar el homenaje al cine de serie B. El propio Darabont lo explica:

TRADUCCIÓN: Hola, soy Frank Darabont. Bienvenidos a la versión en blanco y negro de La niebla. Siempre tuve en mente hacer La niebla en blanco y negro, porque hay algo en la historia de Stephen King que es un poco retro, incluso él lo menciona, en un postfacio que escribió hace tiempo, que cuando estaba escribiendo la historia, creando la historia, se inspiró en las viejas películas de monstruos en blanco y negro de Bert I. Gordon de su juventud. Creo que eso plantó una semilla en mi cabeza, así como en muchos de los fans de la historia, ya que me lo ha comentado mucha gente: ¿no sería genial hacer La niebla en blanco y negro? Yo quería hacerlo, pero, por supuesto, es algo difícil de defender ante el estudio. No hay tanta gente que le guste el blanco y negro actualmente, lo cual creo que es una desgracia. Los jóvenes, los más jóvenes especialmente, no quieren ver nada en blanco y negro. Les parece anticuado o pasado de moda, no les parece suficientemente real. Eso es lo que hace para mí el blanco y negro tan genial: no parece real. Las películas en sí no son reales, es una realidad exagerada, es manipular luz a través de una lente para recrear una versión exagerada de la realidad. Para mí, el blanco y negro lleva eso un paso más allá. Te da una visión del mundo que realmente no existe en la realidad y el único lugar en el que puedes ver una representación de ese mundo es en una película en blanco y negro. O sea, esto para mí siempre ha sido una especie de regreso a esas películas de mediados de los sesenta, a La noche de los muertos vivientes, a la etapa pre-color de Ray Harryhausen y siempre quise hacerla en blanco y negro. Por suerte, en la actualidad no tenemos que hacer esa elección. Actualmente podemos decidir que vamos a poner una versión en blanco y negro en el DVD. Ya no editamos con el negativo, usamos algo llamado VA, los Coen hicieron lo mismo con El hombre que no estaba allí: rodaron la película en color y la pasaron a blanco y negro. Y creo que es una película que tiene un aspecto fantástico. Así que ahora puedes tener ambas, ahora un director puede tener ambas. Y ésa es la idea aquí, de esta versión en blanco y negro. La versión en color acaba siendo bastante buena, acaba siendo algo como de mediados de los setenta, otro tipo de película que veía de joven. La versión en blanco y negro pertenece a ésa etapa de mediados de los sesenta. Las dos creo que se experimentan de diferente manera al verlas, me gustan las dos. Pero si hay algo en este disco que se considere el montaje del director o la versión del director de la película, es la versión en blanco y negro. Es la versión que prefiero. Para mis compañeros fanáticos del cine y friquis, los cuales realmente disfrutan las películas en blanco y negro, ésta sería la versión que deberían ver. Esta es mi opinión. Espero que realmente disfrutéis de la versión en blanco y negro de La niebla.

La referencia que hace al postfacio de Stephen King es a las notas incluidas en la antología de relatos del autor Skeleton Crew. Antología que por alguna razón fue dividida y editada en diferentes libros en España. Aquí tenéis lo que comenta Stephen King al respecto, traducido de mi edición de Skeleton Crew: (...) Estaba hacia la mitad de la cola del medio (del supermercado), buscando panecillos para perritos calientes, cuando me imaginé una gran ave prehistórica volando hacia el mostrador de la carne de la parte de atrás, tirando latas de piña en conserva y botellas de salsa de tomate. Para cuando mi hijo Joe y yo estábamos en la salida, me estaba entreteniendo a mi mismo con una historia sobre toda esa gente atrapada en un supermercado rodeado de animales prehistóricos. Pensé que era tremendamente divertido: como si El Álamo la hubiera dirigido Bert I. Gordon. (...) Debo decirte que me gusta la metáfora implícita en el descubrimiento que hace David Drayton de sus propias limitaciones, y me gustó la jovial cutrez de la historia: ésta se supone que la has de ver en blanco y negro, con el brazo alrededor de los hombros de tu chica (o chico), y un gran altavoz encajado en la ventana (en un autocine). Tú te inventas la segunda película.

El Bert I. Gordon al que hacen referencia Stephen King y Frank Darabont es el director de clásicos de la serie B como Earth vs. the Spider (1958), El alimento de los dioses (The Food of the Gods, 1976) y L'imperi de les formigues (Empire of the Ants, 1977). Seguramente las dos películas más populares de este director son las protagonizadas por un gigantesco hombre dedicado a destruir y sembrar el caos: El gigante ataca (The Amazing Colossal Man, 1957) y La guerra de la bestia gigante (War of the Colossal Beast, 1958).


En cuanto a la versión en blanco y negro, es cierto lo que dice Darabont de que tiene un innegable aire sesentero. El blanco y negro hace que los efectos de las criaturas sean más creíbles y consigue crear un atmósfera de pesadilla más onírica que la versión en color, aunque tal vez es porque yo soy de ésos friquis que menciona Darabont que disfruta del cine en blanco y negro. Lo ideal es ir alternando entre las dos versiones, ya que realmente parecen películas diferentes. La versión en blanco y negro fue incluida en la edición de tres discos que sacó Manga Films (que no incluye la introducción que habéis visto arriba) en España. La edición en Blu-ray de Manga sólo tiene la película en Blu, siendo los otros dos discos los mismos DVD que habían salido antes, de ahí que recomiende la edición americana en Blu-ray de dos discos, que contiene las dos versiones en HD.

Para mí La niebla es una de las mejores adaptaciones que he visto de Stephen King, lo digo como fanático absoluto del escritor: es difícil que me guste alguna, y una estupenda película de terror con sus toques de ciencia ficción. Contiene grandes secuencias y momentos, como cuando los supervivientes ven pasar el monstruo diseñado por el grandioso y mítico Berni Wrightson. Es también una película inteligente sin resultar pretenciosa, sus reflexiones no impiden que uno disfrute con el monstruoso espectáculo que nos ofrece.