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2 may 2025

Conciertos de cine

 
 

 
 
La primera constancia escrita que se tiene del fenómeno fan se produjo a mediados del siglo XIX. Crónicas de la época cuentan con estupor  las reacciones histéricas de las mujeres jóvenes que asistían a los conciertos del compositor Franz Liszt. En el siglo XX, se observaron reacciones histéricas parecidas en los jóvenes adolescentes que asistían a las actuaciones de Elvis Presley. Luego vinieron The Beatles y demás grupos y artistas que provocaban apasionado histerismo y éxtasis casi religioso en sus actuaciones. Es un fenómeno que afecta principalmente a los jóvenes, en la edad en la que abandonarse a la absoluta adoración a un/una cantante es permitido y visto casi con afecto (y algo de condescendencia).

Este fenómeno se produce principalmente en un momento del desarrollo vital que coincide con la primera vez que se asiste a conciertos y actuaciones en vivo sin supervisión paterna, ya sea con amistades, con la pareja o solo/sola/sole. Es un momento en el que el adolescente empieza a forjar una personalidad propia y desarrollar su individualidad dentro de la uniformidad de la manada. Un momento clave que, por supuesto, el cine ha reflejado de distintas formas.

Ofrecemos aquí al lector interesado, curioso o morboso una selección de películas en las que dejarse llevar por la música, las pasiones desenfrenadas y el caos emocional está permitido y es, es cierto modo, necesario. Unas películas, algunas ya comentadas aquí pero en este centrándonos en el aspecto musical, que presentamos en estricto orden cronológico que se han de ver con el volumen alto.

 



Locos por ellos (I Wanna Hold Your Hand, Robert Zemeckis, 1978)

Robert Zemeckis debutó como director de largometrajes con esta película que traslada al espectador al 9 de febrero de 1964. Este fue el día en que los Beatles debutaron en la televisión americana en The Ed Sullivan Show, consolidando la popularidad del grupo a nivel mundial. En este día Rosie (Wendie Jo Sperber), fanática del grupo, intenta desesperadamente conseguir un par de entradas para ver a los cuatro fabulosos llamando sin parar a un concurso de la radio. Rosie arrastra con ella a Pam (Nancy Allen), otra fan del grupo pero que tiene otras cosas en la cabeza ya que se supone que se tiene que casar a escondidas de sus padres. Grace (Theresa Saldana), otra amiga de Rosie y Pam, les propone un plan para colarse en el hotel donde se hospedan los Beatles, así espera Grace conseguir una foto en exclusiva del grupo y lanzar su carrera periodística antes incluso de llegar a la universidad. Janis (Susan Kendall Newman) se apunta a la expedición con la intención de boicotear a los Beatles, que considera comerciales y vacíos, al contrario que la música con mensaje que ella escucha, aunque a sus amigas no les gustan esos artistas de los que nadie ha oído hablar como Bob Dylan o Joan Baez. El grupo de chicas recluta al joven Larry (Marc McClure), cuyo padre tiene una limusina que utiliza en su negocio funerario, si bien Larry no tiene carnet de conducir eso no le detendrá ya que espera  de esta forma conquistar a la joven Grace. La expedición se pone en marcha con una adición de última hora: Tony (Bobby Di Cicco), un roquero fan de Elvis que no soporta a los Beatles pero eso no le detiene para intentar ligar con alguna de las chicas. Una vez lleguen a Nueva York, el grupo se verá dividido y vivirá distintas aventuras con el objetivo de asistir a esta histórica actuación.

El film de Zemeckis nos introduce en un momento en el tiempo en el que la música y la cultura adolescente estaban a punto de cambiar de forma revolucionaria. El personaje de Tony sirve para ver de dónde procede este cambio (aunque Tony en sí no quiera cambiar), quiénes fueron los que iniciaron el camino, mientras que el personaje de Janis es un precedente de los revolucionarios hippies que empezaban a aparecer por entonces y cuyo movimiento explotaría cuatro años más tarde. Entre medio, aparecen todo tipo de personajes extraños e interesantes, como el fanático Richard "Ringo" Klaus interpretado por Eddie Deezen, un cómico americano no muy conocido fuera de Estados Unidos pero que muchos recordarán por sus apariciones en películas como Critters 2 (Critters 2: The Main Course, Mick Garris, 1988), que se aliará con Rosie aunque ambos luchan por ser considerado el mayor fan de los Beatles. También acabará formando en cierto grado parte del grupo el joven Peter (Christian Juttner), cuyo padre quiere obligarlo a cortarse el pelo para "que no parezca una niña". Gran parte de la comedia proviene de cómo se muestra las actitudes de los fans, en particular Pam que tiene reacciones próximas al éxtasis religioso y su comportamiento cuando se encuentra ante el bajo de Paul McCartney resulta bastante libidinoso.

Locos por ellos es también una especie de viaje del héroe aunque a un nivel más de calle. Es decir, cuando los personajes regresen no serán los mismos que cuando salieron, cambiados por todo lo que viven en su esfuerzo por ver en vivo a los Beatles. Sin embargo, aunque a primera vista parezca un ejercicio de divertida nostalgia (que en parte es), los sentimientos y las peripecias por los que pasan los personajes siguen siendo vigentes hoy día, lo que hace de ella una película con un atractivo universal. También ayuda que es muy divertida y consigue hacerte reír de forma constante y sostenida.




Rock 'n' Roll High School (Allan Arkush, 1979)

Sabes que algo ha pasado de moda cuando Hollywood hace una película al respecto. Cuando se estrenó Fiebre del sábado noche (Saturday Night Fever, John Badham, 1977), el fenómeno de la música disco estaba ya de capa caída, aunque el éxito de la película le dio algo de oxígeno. El éxito del clásico de John Badham le dio al legendario productor Roger Corman la idea de producir una película musical para jóvenes que llevara por título Disco High School. Corman le presentó el proyecto al director Allan Arkush, que llevaba un tiempo trabajando para Corman en diferentes capacidades. Arkush, fanático de la música, le explicó a Corman que era una terrible idea, que la música disco estaba de salida y que lo que tenía que hacer era algo que se adelantara a la curva. A Corman le pareció bien. Bueno, en realidad le importaba poco, mientras fuera una película juvenil que se hiciera con poco dinero y recaudara mucho dinero. Los únicos trabajos como director de Arkush habían sido dirigir a medias con Joe Dante Esas locas del cine (Hollywood Boulevard, 1976), realizada con el objetivo de reciclar material de otras producciones de Roger Corman, y terminar Deporte mortal (Deathsport, 1978) después de que el director original fuera despedido, así que aprovechó la oportunidad para hacer algo que realmente le apasionara por si no tenía otra oportunidad de dirigir y decidió que el grupo en torno al cual giraría la película sería uno de sus favoritos: los Ramones.

Riff Randell (P.J. Soles) es una rocanrolera de pies a la cabeza que sueña con poder escribir canciones para la mejor banda del planeta: los Ramones. Su mejor amiga es Kate Rambeau (Dey Young), un prodigio científico a pesar de estar todavía en el instituto. Riff intenta transmitirle su amor por los Ramones, pero Kate solo se interesa por la ciencia y por el compañero estudiante Tom Roberts (Vincent Van Patten). Tom, tan habilidoso en el deporte como torpe con las chicas, se siente atraído no por Kate sino por Riff. Para intentar conseguir sus respectivos objetivos, Kate y Tom contratan los servicios de Eaglebauer (Clint Howard), un experto en conseguir de todo desde su oficina en el baño de los chicos. La plácida existencia de estos típicos adolescentes se verá alterada por la llegada de la nueva directora, la señorita Togar (Mary Woronov). La señorita Togar quiere imponer la disciplina entre los revoltosos estudiantes y en especial quiere poner en vereda a la rebelde Riff. El enfrentamiento entre ambas llegará a su punto álgido cuando la malvada directora intente impedir que Riff asista al concierto que los Ramones celebrarán en la ciudad.

No es de extrañar que esta película se haya convertido en una cinta de culto. El reparto solo, lleno de nombres familiares para los aficionados al cine de género como P. J. Soles, Mary Woronov, Clint Howard, Paul Bartel y Dick Miller, ya es un factor importante. Pero, por supuesto, el nombre que más destaca es el de los Ramones. El film de Arkush capturaba para la eternidad al grupo en su mejor momento, a punto de publicar End of the Century (que incluye temas de la banda sonora de esta película), el álbum que sería su cumbre creativa. Pero, además, es una inspiración para muchas jóvenes rebeldes todavía hoy gracias al carisma de Riff Randell. Una especie de versión humana de Bugs Bunny, un terremoto anárquico que no es una fanática que adora en silencio a su grupo favorito, sino que le sirve de trampolín para desarrollar su creatividad como autora de canciones.

Arkush se inspiró en ¡Qué noche la de aquel día! (A Hard Day's Night, Richard Lester, 1964) (la primera película de los Beatles) para crear con Rock 'n' Roll High School una comedia absurda y delirante, con logrados números musicales a pesar del escaso presupuesto. No siendo el momento menos febril y delirante el concierto de los Ramones, lleno de gags, alguno de los cuales sería luego incorporado por los Ramones en sus conciertos. Pero además de la fantástica música y el humor absurdo, el film es un gran dedo medio contra el autoritarismo y la represión. En resumen, una obra maestra.

 
 




Volverse loco (Get Crazy, Allan Arkush, 1983)

Teniendo en cuenta el tema del artículo, soy consciente de que esta película puede que no encaje a primera vista con el resto. Pero hay varias razones para incluirla. Para empezar, se trata de una secuela espiritual de Rock 'n' Roll High School (ya, ya lo sé, existe una secuela real, Rock 'n' Roll High School Forever (Deborah Brock, 1991), pero es una película terrible y es mejor mantenerla en el olvido), con el mismo estilo de humor, aunque ahora para un público más adulto (lo que quiere decir: desnudos, palabrotas y más drogas), sin que falte la misma pasión musical. Otra razón más para incluirla es que también toca algunos de los temas vistos hasta ahora, aunque no forme el centro de su narrativa.

La sala de conciertos Saturn Theatre, propiedad de Max Wolfe (Allen Garfield), se prepara para su concierto de Año Nuevo, una tradición que se ha convertido en un gran evento. El gran promotor e industrial Colin Beverly (Ed Begley Jr.) quiere hacerse con el Saturn para demoler la manzana y crear un monstruoso rascacielos. Tras la visita de Beverly, Max sufre lo que parece un ataque cardíaco, así que queda en manos de su segundo, Neil (Daniel Stern), organizarlo todo. Neil tiene a su disposición a los dedicados trabajadores del Saturn y también cuenta con la ayuda de Willy Loman (Gail Edwards), una antigua trabajadora del Saturn que se encuentra de visita. Para salvar el Saturn, deciden llamar a artistas que dieron sus primeras actuaciones allí como Nada (Lori Eastside) y su banda de chicas, Auden (Lou Reed), que reaparecerá tras mucho tiempo apartado de la luz pública, King Blues (Bill Henderson), su nombre ya lo dice todo, y la megaestrella del rock Reggie Wanker (Malcolm McDowell). El equipo de Neil se enfrentará a mil problemas, deberá mantener a las bandas contentas y evitar los intentos de sabotaje de los esbirros de Beverly. Por si fuera poco, Neil debe vigilar que su hermana adolescente Susie (Stacey Nelkin), fan de Auden, no se meta en problemas inapropiados para su edad; mientras todo esto sucede, además, Neil intentará seducir a Willy, de la que se ha enamorado.

Primero nos detendremos en la trama más relevante de la película en lo que respecta al tema de este artículo, la que afecta a Susie, la hermana adolescente de Neil. Interpretada por Stacey Nelkin, a la que los aficionados al terror recordaréis por su papel en Halloween III: El día de la bruja (Halloween III: Season of the Witch, Tommy Lee Wallace, 1982), Susie debe superar un gran obstáculo para poder ver a Auden en directo: sus conservadores padres. Y al llegar al Saturn descubrirá todo un mundo nuevo que le abrirá los ojos a diversas experiencias. La más importante no la comento para no destripar nada, pero es uno de los puntos álgidos de la película.

Los otros aspectos que hacen interesante esta película tienen un trasfondo musical. Arkush originalmente tenía la intención de hacer una película autobiográfica, un film de época que se basaría en sus experiencias trabajando en una sala de conciertos a finales de los 60. El éxito de Aterriza como puedas (Airplane!, Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1980) hizo que solo encontrará financiación para Get Crazy si la convertía en una película contemporánea de humor absurdo. Arkush y los guionistas hicieron el cambio y en el proceso la película se convirtió en un alegato en defensa de las salas de conciertos, que entonces estaban desapareciendo en Estados Unidos debido al auge de los conciertos de estadio. Un cambio que encarecía las entradas de los conciertos y hacía más difícil que jóvenes sin mucho dinero para gastar pudiesen acceder a la música en directo. Un problema parecido tenemos en la actualidad con los intermediarios on-line que encarecen el precio de las entradas. En todo caso, si el argumento de salvar la sala de conciertos del malvado promotor os recuerda a Rock of Ages. La era del Rock (Rock of Ages, Adam Shankman, 2012) no es de extrañar porque se ha convertido en un argumento clásico utilizado en cantidad de películas.

La música en Get Crazy la interpretan grupos ficticios, diseñados por Arkush para crear una especie de paseo por la historia del rock. Empezando por el blues y acabando, irónicamente, con el estilo de rock de estadio. Para hacer la cronología más clara, cada grupo interpreta una versión de I'm Your Hoochie Coochie Man, original de Willie Dixon que ha sido versionada por multitud de artistas como Jimi Hendrix, Eric Clapton y Muddy Waters, que en el film es una canción compuesta por King Blues. De entre todas las actuaciones, la más memorable es la que lleva a cabo la Nada Band. Lori Eastside, cantante y coreógrafa, es Nada, la líder de un grupo que es un homenaje a las bandas de chicas de los 60 y que es una lástima que no sea un grupo real. Ver a Malcom McDowell como una mezcla de Mick Jagger y Rod Stewart no está mal, pero la Nada Band es realmente insuperable.



Además de grandes actuaciones musicales, el film es un constante flujo de gags y chistes absurdos. En otras palabras, una fiesta constante tremendamente divertida. Y también comparte con Rock 'n' Roll High School su desprecio por el mercantilismo y el autoritarismo. Por desgracia, los productores pensaron que les saldría más a cuenta si la película era un fracaso que un éxito, al estilo de Los productores (The Producers, Mel Brooks, 1967). No llegaron a cancelar su estreno como hizo la Warner con Batgirl, pero la enterraron y no hicieron nada para que la gente supiera de su existencia. Pero Get Crazy sobrevivió, convirtiéndose en una cinta de culto, durante años imposible de ver a no ser que fuera en VHS pero recientemente rescatada para la era digital. Es la más desconocida de esta lista de películas por eso es la que recomiendo que descubráis primero.


 
 
 

 

Cero en conducta (Detroit Rock City, Adam Rifkin, 1999)

Y cerramos el círculo con otro grupo de chicos que se embarca en una odisea para poder ver a su grupo favorito. Es 1978, cuando KISS se encontraba en su punto álgido de popularidad. Hawk (Edward Furlong), Lex (Giuseppe Andrews), Trip (James DeBello) y Jam (Sam Huntington) son cuatro amigos fans de KISS que se preparan para verlos en concierto en Detroit. Por desgracia, la beata madre (Lin Shaye) de Jam quema las entradas que han comprado y los cuatro se lanzan a la aventura para escapar de sus casas y del colegio para lograr colarse en el concierto de sus vidas.

A finales de los 90, tras una década de comedias más suaves, el éxito de Algo pasa con Mary (There's Something About Mary, Bobby Farrelly, Peter Farrelly, 1998) y American Pie (Paul Weitz, Chris Weitz, 1999) trajo de vuelta la comedia gruesa, picante y obscena que había dominado durante la década de los 80. Adam Rifkin había empezado su carrera trabajando ese estilo de comedia con El maníaco invisible (Invisible Maniac, 1990), una película al estilo de Movida en la universidad (Zapped!, Robert J. Rosenthal, 1982). Ocasionalmente había rozado el mainstream, como con la entretenida comedia Con la poli en los talones (The Chase, 1994), pero se había mantenido en el cine independiente hasta que tuvo la oportunidad de nuevo de trabajar para un gran estudio, si bien dentro del entonces sello independiente New Line Cinema, con Cero en conducta.

Como le sucedió a todas las películas aquí presentadas, el film fue un fracaso de taquilla cuando se estrenó originalmente, pero con el tiempo se ha convertido en un film de culto. Es especialmente apreciado por los fans de KISS, pero funciona aunque no te guste demasiado el grupo en cuestión, ya que, al contrario que los Ramones en Rock 'n' Roll High School, solo aparecen en el film en el momento que se supone que han de aparecer. Eso si no tenemos en cuenta la banda sonora, claro.

Rifkin crea una serie de peripecias que hacen que los cuatro protagonistas atraviesen una crisis antes de volver a reunirse de nuevo, como sucede en las comedias románticas. En este caso, sirve para que los amigos revalúen su amistad y su futuro, sin dejar nunca el terreno de la comedia adolescente. Una comedia adolescente que tiene sus mejores momentos cuando trata las situaciones propias de la época, como la cruzada de los padres religiosos contra el rock, aunque los chistes de drogas a veces se hacen algo repetitivos. De todos modos, el film se ha convertido en una cinta de culto porque acierta más veces de las que falla. Sin embargo, también es cierto que este gusto por la comedia ochentera más destripada hace que parte de la odisea adolescente quede en segundo plano.

Como hemos visto, los tiempos cambian pero los adolescentes no. Es un momento en el que dejarse llevar por la pasión hacia un artista o una banda o un estilo musical puede llevar a grandes experiencias personales. Algo tan simple como acudir a un concierto puede convertirse en una experiencia transformadora y reveladora. Estas películas reflejan este momento mágico (para bien y para mal), también pueden ser una manera de recordar esta época desde el confort del sofá de casa.


2 feb 2024

El último dragón (The Last Dragon)

 

Fuera de Estados Unidos, esta no es una película demasiado conocida, pero en su país de origen es una auténtica cinta de culto. Y merecidamente, El último dragón (The Last Dragon, Michael Schultz, 1985) es una locura más ochentera que unos calentadores. El tipo de delirio que solo se podía producir en esa década mágica.

Una de las primeras escenas de El último dragón nos sitúa en un cine de barrio en el que un público entusiasta, de distintas edades, condiciones y razas, asiste a un pase de reestreno de Operación dragón (Enter the Dragon, Robert Clouse, 1973). El público aplaude los movimientos de Bruce Lee, repite los diálogos y, en general, convierte el pase en una fiesta hasta que es interrumpido por el villano de la película. Esta escena se inspira en un momento real, cuando el guionista Louis Venosta acudió a un pase que celebraba el décimo aniversario del estreno de Operación dragón. Fue entonces que se le ocurrió la idea que se acabaría convirtiendo en el argumento de El último dragón: un joven fanático de Bruce Lee que se ve obligado a convertirse en un héroe en la vida real. En el film, "Bruce" Leroy Green (Taimak) es un joven experto en artes marciales, devoto de Bruce Lee, que busca ser capaz de obtener "el brillo" (algo así como convertirse en un súperguerrero en Dragon Ball). Mientras busca un maestro que le ayude a lograr este nivel superior de artes marciales, se convierte sin quererlo en el protector de Laura Charles (Vanity), una presentadora de vídeos musicales que puede convertir en estrella a un artista, amenazada por el sórdido empresario musical Eddie Arkadian (Christopher Murney). Por su parte, Leroy también es amenazado por Sho'nuff (Julius Carry), que quiere probar su superioridad como guerrero sobre Leroy, que lo evita ya que sus creencias le impiden utilizar sus habilidades para ejercer violencia gratuita.

 

 

Esta película fue producida por Berry Gordy, presidente de la Motown. La implicación de una discográfica en la creación de esta película explica la mezcla imposible que hace de esta película algo único: números musicales y peleas de artes marciales. Vanity había firmado por Motown entonces y Gordy decidió que fuera la protagonista (sabia decisión), así como incluir en la banda sonora diversos artistas de su sello, algunos de los cuáles también aparecen en el film. Las coreografías de artes marciales son tan buenas como las musicales, si bien buscar que la película no fuera calificada para mayores de 18 años hace que no haya ni una gota de sangre. Además de "el brillo", la película tiene otros toques que le dan un aspecto fantástico de cómic, como la banda criminal de Sho'nuff que parece escapada de Los amos de la noche (The Warriors, Walter Hill, 1979),  lo que junto a su tono cómico convierte El último dragón en un cómic "en vivo".

El estilo ochentero y la mezcla de música y artes marciales, con varios homenajes a Bruce Lee, reconozco que no es para todo el mundo. En su mayor parte la comedia funciona, si bien el típico niño descarado de la época se puede hacer algo cansino hoy día, lo que puede hacer que la naturaleza única de la película más digerible. Desde luego, yo es una película que disfruté desde el primer momento y la escena en el cine mencionada antes me convenció que esta película es una pequeña obra maestra. Es entretenida, divertida y un gran ejemplo de lo mejor que podía ofrecer el cine de los 80 sin lo malo.

31 may 2023

Volverse loco (Get Crazy)


 

Teniendo en cuenta la manera en que están evolucionando la política, las redes sociales y la sociedad en general, es posible que a muchos les parezca que la única opción cuerda para seguir adelante es la locura. Para aquellos/as que compartan esta opinión o sientan una negra nube sobre sus cabezas, les recomiendo para volverse loco pues, eso, Volverse loco (Get Crazy, Allan Arkush, 1983).

Sobre el papel, la trama de Get Crazy no sorprende: mientras la veterana sala de conciertos Saturn Theatre se prepara para celebrar su concierto de Año Nuevo, un malvado ricachón, que quiere hacerse con el local para construir un edificio de apartamentos, intenta sabotear la celebración. Lo que hace que esta película te vuelva el cerebro del revés es su continuo asalto de chistes absurdos y chorradas premium. Un continuo de locura que hace que los momentos flojos queden compensados (o enterrados) en la avalancha de comedia delirante. Y si no, las actuaciones musicales te llenan de energía. En otras palabras, la simple trama es lo de menos, algo de lo que incluso la misma película se ríe colocando carteles: cuando el villano Colin Beverly, al que da vida Ed Begley Jr., aparece junto a sus esbirros aparece el letrero "los malos", cuando Neil Allen (Daniel Stern) y Willy Loman (Gail Edwards) se conocen aparece el letrero "chico conoce chica", etc. Un tono y un estilo que para mí hacen que esta película sea una secuela espiritual del clásico de Allan Arkush Rock 'n' Roll High School (1979), con la que comparte la pasión por la música rock/punk aunque ahora ya sin limitaciones y apuntando a una clasificación "R" (para adultos) en Estados Unidos. Y para "adultos" quiere decir drogas, desnudos y palabrotas.

No obstante, esta no era la intención original del director. Para recuperarse de las heridas dejadas por el monumental fracaso de Heartbeeps (1981), Arkush quería hacer una película autobiográfica, una comedia relatando sus vivencias cuando trabajó en el Fillmore East Theatre de Nueva York a finales de los 60. El proyecto no despertó mucho interés, hasta que unos productores aceptaron financiar la película a condición de que se situara en el presente y se convirtiera en una comedia loca al estilo de Aterriza como puedas (Airplane!, Jim Abrahams, Jerry Zucker, David Zucker, 1980). En la transición, la idea de hacer algo autobiográfico se perdió en el camino, aunque algunas anécdotas se infiltraron, pero Arkush ya había hecho algo parecido en el pasado, la mencionada Rock 'n ' Roll High School, así que el cambio no fue muy traumático.

En esta ocasión, en lugar de tratar con grupos reales, Arkush decidió crear bandas ficticias para la película más o menos inspiradas en bandas o artistas reales. Por ejemplo, Malcolm McDowell es Reggie Wanker ("wanker" en inglés británico quiere decir algo como capullo o pajillero),  una mezcla de Mick Jagger/David Bowie/Rod Stewart, cuyo batería es un loco en referencia al fiestero batería de The Who Keith Moon, interpretado por John Densmore, el batería de The Doors. Lee Ving, el que era el cantante de la banda punk Fear, interpreta a Piggy, una mezcla de Iggy Pop y Sid Vicious. Lori Eastside, cantante y letrista, es la líder de la banda Nada, una banda que hace referencia a bandas como The Bangles y The Go-Gos. Finalmente, Auden es un poeta roquero folk a lo Lou Reed que está interpretado por Lou Reed. Es una lástima que la banda sonora, que incluye también a Sparks que hacen el tema principal de la película, solo se pueda encontrar en vinilos de precio desorbitado, porque muchas canciones se te quedan pegadas.

Entre la comedia absurda y la música, Get Crazy es un gran chute de energía que te hace reír a carcajadas. Con el tiempo se ha convertido en una película de culto, con una azarosa vida comercial. En su día, los productores decidieron que obtendrían más dinero librándose de impuestos si la película era un fracaso que si la película era un éxito, algo parecido a lo que la Warner hizo con Batgirl y que es la trama de Los productores (The Producers, Mel Brooks, 1967). Eso se tradujo en que la película no fuera apenas anunciada (y el tráiler es bastante malo) y sacada de los cines rápidamente. Esto dejó a Allan Arkush devastado, tras un rodaje enérgico en el que el reparto se lo había pasado bomba. Get Crazy aparecía de forma esporádica en televisión y fue editada en VHS, pero el negativo y la banda sonora se perdieron y no fue editada ni en DVD ni en Blu-ray hasta hace un par de años. Para los amantes del humor delirante que sabe apreciar una buena chorrada (como penes parlantes o porros antropomórficos), esta película está recomendada sin reservas.

7 oct 2022

Fairy Tales



No soy una persona particularmente nostálgica. No creo que cualquier época pasada fue mejor (bueno, mejor que la actual tal vez sí, tal y como están las cosas) pero sí que siento una sana fascinación por las modas cinematográficas del pasado. Una de las más absurdas y desconcertantes tuvo lugar a finales de los 70 del siglo XX, cuando se produjeron diversas películas eróticas o pornográficas protagonizadas por personajes de cuentos de hadas.

Uno de los más notables ejemplos del género ya lo hemos tratado con anterioridad: Alicia en el país de las pornomaravillas (Alice in Wonderland: An X-Rated Musical Fantasy, Bud Townsend, 1976). Fairy Tales (Harry Hurtwitz, 1978) tiene un tono y estilo parecido a Alicia en el país de las pornomaravillas, con la diferencia de que Fairy Tales es una película erótica (o debería decir "erótica") softcore sin sexo explícito ni penetración en pantalla. Fue producida por Charles Band después del éxito que su compañía había obtenido con La otra Cenicienta (Cinderella, Michael Pataki, 1977), por eso Fairy Tales sigue el mismo modelo de comedia musical con grandes dosis de desnudos, si bien cuando fue originalmente estrenada en cine se tuvieron que cortar un par de escenas para que fuera calificada R y no X, escenas reincorporadas a la edición en Blu-ray del film. Con estas escenas reincorporadas, vista hoy día sigue siendo más suave que algo del estilo de Instinto básico (Basic Instinct, Paul Verhoeven, 1992) a pesar del gran número actrices desnudas que pueblan la pantalla, entre las que se encuentra la Scream Queen Linnea Quigley en el que fue su debut en pantalla. Entre el reparto también destaca la abrumadora belleza de Angela Aames.

Fairy Tales resulta bastante inocente y divertida. La trama gira en torno a un príncipe (Don Sparks) que ha de demostrar que es capaz de producir un heredero para el reino si quiere seguir siendo príncipe, el problema es que solo consigue que su principito funcione cuando piensa en una princesa que se le aparece en sueños. Inicia así una odisea para encontrar a la princesa de sus sueños mientras se cruza con diversos personajes de cuentos de hadas que tarde o temprano acaban sin ropa. Los números musicales no son Broadway precisamente, pero las letras son bastante ingeniosas. Los continuos chistes son bastante fáciles y malos, pero la comedia funciona debido a que lanza tantas chanzas al espectador que, inevitablemente, alguna funciona. Como ya he dicho antes, no se trata de una película porno, y sus escenas de desnudo resultan casi entrañables debido a la distancia temporal y el alegre cachondeo que impregna la cinta.

Fairy Tales no es una película que recomiende a todo el mundo, pero si todavía sigues leyendo esto y tienes ciertos gustos, seguramente ya te hayas hecho una idea de si esta película se adapta a tus gustos.

29 sept 2022

Moonage Daydream


 

Publicada mi crítica del documental Moonage Daydream (Brett Morgen, 2022) sobre la obra de David Bowie en Underbrain Mgz:

https://underbrain.com/cine/moonage-daydream/

Bueno, "documental" no sé si es el término correcto. Es toda una experiencia visual y auditiva, eso sí. Tremenda en Imax.

5 ago 2022

Un, dos, tres... al escondite inglés


 

Iván Zulueta se ganó un lugar destacado en las páginas de la historia del cine de culto y maldito con Arrebato (1980). Pero el director ya apuntaba maneras en su primer largometraje, la iconoclasta y subversiva Un, dos, tres... al escondite inglés (1969), en la que se vio obligado a compartir crédito con José Luis Borau en pantalla para que el film se pusiera en producción, aunque se nota que el producto final es puro Zulueta.

Cuando se hace público el tema que representará a España en el festival musical de Mundocanal, el grupo de fanáticos del pop de calidad que forman Justa (Mercedes Juste), Judy (Judy Stephen), Patty (Patty Shepard), Gasset (Ramón Pons), Rosco (José Maria Iñigo) y Antonio (Antonio Drove) deciden boicotear la representación española al festival. Así planean eliminar por cualquier medio al grupo eligido para tocarla en el concurso, elimando también los siguientes sustitutos.

Haciendo gala de un humor absurdo y delirante, desde el inicio Un, dos, tres... al escondite inglés hace gala de una gran estética pop, es casi agresivamente pop, con lo cual también se tapaba lo limitado del presupuesto. Cada plano parece diseñado para ser más pop que el anterior. Pero hoy día lo más llamativo del film es su argumento, que implica la eliminación de distintos grupos de música populares entonces. No sorprende que el régimen franquista enterrara la película en su día, no solo denuncia la manipulación informativa de la dictadura, también hace una sangrante sátira del festival de Eurovisión que había sido una de las maneras en que la dictadura buscaba mejorar su imagen de cara a Europa.

Si bien el terrorismo utilizado por los protagonistas es un terrorismo de tebeo, se ha de reconocer el sentido del humor de los artistas implicados, aceptando ser eliminados de las más delirantes maneras. Esta trama de terrorismo naïf es la manera en que el film satiriza la música comercial, ya que los amigos protagonistas solo toleran "el pop de calidad". Pero la película también satiriza a los esnobs del pop que representan los protagonistas, que hoy día serían hipsters modernillos, algunos incluso reconocen que la canción que los pone en marcha les gusta aunque no quieran admitirlo.

La película es también parodia de las películas musicales que se construían como vehículo de lucimiento para el cantante/grupo popular del momento. Estas películas, normalmente de calidad dudosa, se producían para aprovechar el éxito del momento y no cuidaban demasiado los aspectos cinematográficos. Un ejemplo perfecto sería Los chicos con las chicas (Javier Aguirre, 1967) que aprovechaba el éxito del single de Los Bravos (que también aparecen en la película de Zulueta). Un, dos, tres... al escondite inglés tiene la misma estructura que estas películas, en el sentido que no es un musical tradicional sino que la trama crea excusas para que aparezca el grupo de turno cantando una canción, pero aquí luego no se celebra al grupo sino que es eliminado en la cruzada contra el festival de Mundocanal.

Es una lástima que Zulueta no se prodigara más como director de largometrajes, centrándose en su trabajo como diseñador y dirigiendo memorables episodios de televisión (disponibles en el archivo de RTVE) y cortometrajes. Pero sus dos películas son personales, únicas y fantásticas, una es oscura, Arrebato, y la que centra este artículo puede que sea más luminosa pero no por ello deja de ser corrosiva y popera. Y cuando haces "pop" ya no hay stop.

11 nov 2021

The Sparks Brothers


 

Publicada mi crítica del recomendado documental The Sparks Brothers (Edgar Wright, 2021), del cual podéis saber más clicando en:

https://underbrain.com/cine/the-sparks-brothers/

Un documental muy entretenido, interesante y divertido, tanto si conocéis a Sparks o no.

25 nov 2020

The Lure (Córki dancingu)

 

Pasa muy a menudo. Te levantas y te dices: "cómo me gustaría ver una peli musical polaca sobre sirenas asesinas". Por suerte, esa película existe y fue muy popular en festivales hace unos cinco años: The Lure (Córki dancingu, Agnieszka Smoczynska, 2015). ¿Qué tal aguanta el film alejado del hype que le dio tanto éxito en su día? Pues bastante bien.

La directora Agnieszka Smoczynska mezcla distintos mitos sobre las sirenas, desde las criaturas que llevaban a los marineros a su muerte hasta las trágicas figuras románticas de los cuentos de hadas. Una mezcla que enriquece esta historia sobre dos sirenas que, atraídas por un grupo ensañando en la orilla de la playa, decide unirse a un decadente acto de cabaret. Así se convierten en las Hijas del Baile a las que alude el título original. Pero las sirenas, Srebrna (Marta Mazurek) y Zlota (Michalina Olszanska), no quedarán intactas por su contacto con los humanos y la tragedia aguarda cerca.

Parte del éxito del film recae en la forma en que la directora presenta esta mezcla de géneros, sin caer en la parodia o el camp. Es un musical, así que la fantasía y la irrealidad son elementos esenciales, pero los sentimientos y, más importante, los apetitos de los personajes son reales. Y son los que traen consigo la tragedia. El contacto con los humanos provoca una inevitable contaminación y corrupción de las sirenas. Srebrna, que parece integrarse más fácilmente, será la que más sufra; mientras Zlota, que prefiere mantenerse más fiel a su naturaleza, tendrá las cosas más relativamente fáciles. Hay que señalar que la naturaleza de estas sirenas es asesina, se alimentan de corazones humanos, literalmente. Es esta cualidad como "devorahombres" la que les resulta más útil, ya que el mundo en el que se mueven no parece ser un mundo para los inocentes. Es un mundo en que incluso criaturas mágicas como estas pueden ser comercializadas y convertidas en otra moda más. Nadie parece sorprenderse en exceso ante la aparición de estas criaturas, por lo menos durante mucho tiempo. Se convierten en otro número más en el decadente cabaret en el que actúan.

The Lure es un musical que funciona a la perfección como tal. Equilibrando la comedia y el terror, las canciones se integran en la narración de manera que sirven para mostrarnos qué sienten los personajes, sin detener la acción. Aunque no tengo ni idea de polaco, algunas canciones se me hicieron pegadizas, así como los números musicales están muy bien ejecutados y concebidos.

Esta es una de esas ocasiones en las que el hype estaba justificado. The Lure se mantiene como un film original, en ocasiones sangriento y siempre entretenido, muy recomendable.

22 oct 2020

Segunda oportunidad: Blues Brothers 2000


 

Hacer una secuela de una película cuando han pasado casi dos décadas desde su estreno es siempre una apuesta arriesgada, pero aún más si dicha película se ha convertido en un clásico y una de las estrellas principales ha muerto. A pesar de todo, se intentó recapturar el éxito de Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, John Landis, 1980) con Blues Brothers 2000 (John Landis, 1998). La cosa no salió muy bien.

Cuando se estrenó en su día, The Blues Brothers fue un enorme éxito, que catapultó a sus protagonistas y a su director, y con el tiempo se fue convirtiendo en todo un clásico. Además, tras su muerte en 1982, John Belushi se había convertido en un icono de la comedia. Teniendo esto en cuenta, la idea de hacer una secuela parecía destinada al fracaso. Al mismo tiempo, que la original fuera un clásico muy querido que seguía generando beneficios, tanto en ventas de distintos formatos domésticos como en merchandising, hacía que explotar la película aún más con una secuela tuviera todo el sentido del mundo para el estudio. Finalmente, cuando Blues Brothers 2000 se estrenó lo hizo con cierta indiferencia y una recaudación bastante pobre, poniendo a todo el mundo de acuerdo en que ni le llegaba a la suela de los zapatos a la primera entrega. Años más tarde, en una entrevista realizada por Calum Waddell, John Landis culparía del fracaso del film a la Universal, que en su insistencia en que la secuela fuera para todos los públicos le acabó "cortando las pelotas al film".

Con todo el respeto a Landis, la única razón por la que The Blues Brothers fue calificada "R" en Estados Unidos fue el lenguaje, ya que el estilo de humor y los chistes no es que fueran material solo para adultos. Pero es cierto que el estudio exigió muchos cambios en la película, amargando el rodaje a Landis y Dan Aykroyd. Lo que podemos añadir a los muchos problemas que tiene Blues Brothers 2000, principalmente de guion. Aunque podría haber sido peor, el hermano de John Belushi, Jim, originalmente iba a ser el coprotagonista al lado de Aykroyd.

Pasado el tiempo, al volver a visitar la película, muchos de estos problemas son evidentes. No es tan divertida como el original y la historia no tiene peso, ni dirección, ni interés. Es fácil ver porqué fue un fracaso de taquilla. Dicho esto, siendo honesto, también hay algún momento suelto que es capaz de arrancar una sonrisa y los números musicales son bastante buenos. Es un film regular que sigue a una obra maestra, así que nunca estaba destinada a ganar, aunque el estudio no hubiera intervenido.

Supongo que la suerte que sí ha tenido Blues Brothers 2000 es que sus pocas virtudes se pueden apreciar mejor con el paso del tiempo. Aunque yo la tengo por completar la filmografía de John Landis, puedo ver aquí y allá destellos de lo que podría haber sido al revisitarla. No es mucho, pero es mejor que nada.

25 jun 2020

Valley Girl (2020)

 
Una de las primeras afectadas por el cierre de cines debido a la pandemia, Valley Girl (Rachel Lee Goldenberg, 2020), que ya había visto retrasado su estreno debido a una polémica en la que se vio envuelto Logan Paul, se estrenó directamente en formato digital. Lo cual teniendo en cuenta el público al que va dirigida tal vez no fuera un gran inconveniente para MGM, que sigue poniendo en marcha remakes bajo el sello Orion para exprimir al máximo su catálogo lleno de éxitos pasados.

Es posible que para MGM, el proyecto no fuera más que una manera de buscar dinero fácil, pero se nota que los cineastas sentían bastante amor por la original La chica del valle (Valley Girl, Martha Coolidge, 1983). Este amor se demuestra en detalles como los diversos cameos de las originales chicas del valle o que el personaje que interpreta Logan Paul se llama Mickey Bowen, un guiño al actor Michael Bowen que interpertó el mismo personaje que en la original se llamaba Tommy. El argumento es idéntico, Julie (Jessica Rothe), una típica chica del Valle de San Fernando, se enamora de Randy (Josh Whitehouse), un punk que vive al otro lado del valle. Esta relación hará que Julie se enfrenté a sus amigas, a su ex y a sus padres. El mismo argumento pero contando de una manera muy distinta: la nueva Valley Girl es un musical repleto de éxitos de los 80.

El principal atractivo de La chica del valle es como ha conservado un momento muy particular de principios de los 80. El film retrata un lenguaje y un estilo que han desaparecido completamente. Su historia es bastante sencilla, un clásico relato de chica conoce chico. La manera en que se enfoca el remake me pareció muy inteligente: una adulta Julie, que interpreta Alicia Silverstone, le explica a su hija Ruby (Camila Morrone) la historia de amor que tuvo con Randy y se lo cuenta transformándola en un musical. Esto hace posible que ambas películas convivan perfectamente: puedes ver lo que pasó en realidad en La chica del valle o ver, años después, como Julie recuerda la misma historia a su manera.

Pero si este enfoque me pareció muy inteligente, me decepcionó un poco su ejecución. En lugar de un musical con canciones originales, al estilo, por ejemplo, de la versión musical que se hizo de Chicas malas (Mean Girls, Mark Waters, 2004), se decidió hacer un musical jukebox cogiendo distintos éxitos ochenteros sin relación entre sí. Y si se descartó hacer un musical original, se podría haber explotado la banda sonora de la película original, que es realmente fantástica. Pero solo se cogen un par de canciones de La chica del valle, el resto son grandes éxitos que ya se han explotado mucho como Take On Me o Girls Just Want To Have Fun.

De todos modos, a pesar de esta pequeña decepción, mentiría si dijera que la película no me divirtió. La sencillez de su historia hace que encaje perfectamente con el formato musical, las interpretaciones son, en su mayor parte, muy buenas y me hizo reír en muchos momentos. Y, aunque hubiera preferido canciones originales o más canciones de la banda sonora original, los números musicales me gustaron, sobre todo una vez me dejé llevar por la película y dejé de pensar en la original.

Valley Girl no es una gran épica, no te cambiará la vida y no es la mejor comedia romántica musical de la historia. Tampoco tiene que serlo. Es un film entretenido y ligero que se pasa rápido, especialmente si te gustan los musicales. ¿Quién sabe? Es posible que jóvenes adolescentes actuales acaben convirtiendo esta película en una cinta de culto como sucedió en su día con La chica del valle.


10 mar 2020

Hair


La primera vez que vi Hair (Milos Forman, 1979) por televisión, cuando era un jovencito imberbe, me pareció una película antigua, de otra época, como me lo parecían todas las películas hechas antes de que yo naciera. Eso no impidió que Hair me sedujera completamente y me atrapara su música y sus imágenes. Resulta que eso sucede desde el momento en que el film se estrenó, once años más tarde de que se estrenara en los escenarios de Broadway.

Hair fue creado por James Rado, Gerome Ragni y Galt MacDermot a finales de los 60, con la idea de poner en el escenario no solo sus propias experiencias, sino reflejar también la contracultura hippie, que en 1968 estaba llegando a su punto culminante. El musical no tenía un argumento tradicional, era muy experimental, había desnudos y se trataban ya temas como el ecologismo, el racismo, la libertad sexual y la homosexualidad, las drogas y, sobretodo, un fuerte mensaje pacifista contra la guerra de Vietnam. Todo ello hizo que fuera muy polémico y, también, lo convirtió en un gran éxito.

Ya desde el primer momento en que vio el musical, Milos Forman mostró interés en llevarlo al cine. Diversos intentos de llevar el musical a la gran pantalla tuvieron lugar desde que dejara de representarse en 1972. Finalmente, Forman pudo adaptar el musical tras el éxito que había cosechado con Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo's Nest, 1975). Para entonces, Hair se había convertido en una pieza de época, un artefacto de una era pasada. A punto de entrar en la década de los 80, el final de los 60 parecía muy lejano.

Pero el mensaje pacifista seguía (y sigue) siendo vigente, al igual que la excelente música. La película no recaudó tanto como se esperaba pero el tiempo la ha convertido en un éxito, tal vez por la mayor distancia entre el momento que representa y el presente. Es cierto que es bastante infiel al musical original: se cambiaron los personajes (se conservaron los nombres), el argumento y el orden de las canciones, eliminando unas cuantas del montaje final. Cambios que poco importaban si nunca se había tenido la oportunidad de ver el musical original, como era mi caso. Solo vi la versión teatral de adolescente, cuando el instituto organizó una excursión para asistir a un revival de la obra en Barcelona.

Hair, el film, presenta una versión idealizada de los hippies, claro, sin mencionar el lado más oscuro de las drogas, pero siendo un musical, cierta estilización e idealización es casi obligada. Lleno de energía, los números musicales transportan al espectador hacia otra época y lugar, concluyendo en un emocionante clímax. Hoy, el musical polémico es un clásico de los escenarios, igual que la película se ha convertido en un film clásico que vale la pena revisitar, especialmente ahora que muchas de sus ideas y mensajes son tremendamente vigentes.


28 feb 2020

The Legend of the Stardust Brothers (Hoshikuzu kyôdai no densetsu)


Si los musicales ya traen consigo, para bien o para mal, ciertas dosis de fantasía e "irrealidad", el nivel de fantasía, irrealidad y locura que alcanza la película de culto japonesa The Legend of the Stardust Brothers (Hoshikuzu kyôdai no densetsu, Macoto Tezka, 1985) se sale de la escala. Y os propongo desde ya que os dejéis infectar por los Stardust Brothers.

Shingo (Shingo Kubota) y Kan (Kazuhiro Takagi) son dos cantantes rivales que intentan llegar a profesionales. La oportunidad se presenta cuando el magnate de la música Atomic Minami (Kiyohiko Ozaki) les ofrece convertirse en estrellas, siempre y cuando acepten actuar como un dúo. Shingo y Kan ponen de lado sus diferencias para triunfar y ser famosos. Y cuando creen que tienen la vida solucionada, las cosas empezarán a complicarse.

Así contado, el argumento de The Legend of the Stardust Brothers parece una película bastante típica sobre los altibajos de la fama y el lado oscuro de la industria musical. Pero la manera en que se nos cuenta la historia la convierte en un divertido delirio en el que tienen cabida elaboradas secuencias oníricas y oscuras conspiraciones, mostradas con un estilo exagerado de dibujos animados. En el reparto no hay muchos actores y actrices profesionales, la mayoría, como los protagonistas, son cantantes, artistas y dibujantes de manga. Actores amateur que, aunque con habilidades interpretativas limitadas, no desentonan en el universo hiperbólico y demente que creó Macoto Tezka.

El film fue ideado por Tezka y Haruo Chicada, que entonces era una estrella de la televisón y la música. Tezka y Chicada coincidieron cuando Tezka presentó su cortometraje Moment (1981) en el programa de Chicada. Ambos empezaron a hablar de trabajar juntos en un proyecto, tras lo cual Chicada realizó The Legend of the Stardust Brothers, un álbum conceptual que era una "falsa" banda sonora. Basándose en ese disco, Tezka escribió el guion de la película.

Tezka quiso mezclar elementos de la cultura japonesa con los filmes de culto occidentales que había visto cuando era estudiante. La mayor influencia occidental posiblemente sea El fantasma del paraíso (Phantom of the Paradise, Brian De Palma, 1974), no por nada el film está dedicado a Winslow Leech, el desgraciado protagonista del clásico de De Palma. De modo que el film fue concebido desde un principio con un espíritu "de culto", incorporando también lo que entonces era popular en el ambiente más moderno de Tokio. Por supuesto, eso hizo que la película quedara anticuada en el momento que se estrenó, siendo más popular fuera de Tokio. Tampoco demasiado, ya que el film permaneció en la oscuridad durante mucho tiempo, convirtiéndose así en un film de culto como a los que hacía homenaje.

Para el espectador occidental, la película engancha por su mezcla de elementos foráneos y propios de la cultura nipona, los toques puramente bizarros y extraños, así como la infecciosa banda sonora de pop-rock con toques retro. En definitiva, una película para los aficionados al cine más loco y original, un hilarante asalto a los sentidos que ahora podéis disfrutar en la intimidad de vuestro hogar, sin que nadie os juzgue, en una edición en Blu-ray que incluye la banda sonora. Espero que no tarde en editarse también la nueva versión realizada por el propio Macoto Tezka.


24 dic 2019

Cats

 
Por si las cosas en el mundo no hubiesen sido lo suficientemente desastrosas este año, se estrena Cats (Tom Hooper, 2019) y podéis leer mi crítica en Underbrain Mgz:


Los tráileres no engañaban: Cats es terrible. Un regalo de Navidad ideal para alguien que os caiga mal.


13 dic 2019

Calles de fuego (Streets of Fire)

Mientras escribo estas líneas, suena a todo volumen Nowhere Fast de Fire Inc., la banda creada por Jim Steinman para interpretar las dos canciones que escribió para la banda sonora de Calles de fuego (Streets of Fire, Walter Hill, 1984). La canción abre tanto el disco de la banda sonora como la película, resumiendo a la perfección la energía y la naturaleza exagerada del film de Walter Hill. Una fábula de Rock & Roll que se ha convertido en una indiscutible película de culto.

Tras el tremendo éxito que fue Límite: 48 horas (48 Hrs., 1982), Walter Hill aprovechó para llevar a cabo un proyecto más personal y extraño. Una fantasía ambientada en un mundo retro-futurista, con influencias del cómic, el cine adolescente de  los 50, una buena dosis de romanticismo, el western y la acción urbana en la que Hill se había especializado. Utilizando esta potente mezcla, se nos cuenta la historia de Tom Cody (Michael Paré), un solitario mercenario, que regresa a su ciudad natal cuando su hermana Reva (Deborah Van Valkenburgh) le escribe para que lleve a cabo una complicada misión: rescatar a la chica que le rompió el corazón a Tom, Ellen Aim (Diane Lane), ahora una famosa cantante que ha sido secuestrada por Raven Shaddock (Willem Dafoe), el líder de los Bombers. Con la ayuda del mánager y actual novio de Ellen, Billy Fish (Rick Moranis), y la soldado sin empleo McCoy (Amy Madigan), Tom se adentrará en las peligrosas calles de este particular mundo para salvar a Ellen.

Originalmente se promovió ante los estudios como la primera entrega de una trilogía que nunca llegó a hacerse, ya que su sonoro fracaso en taquilla abortó cualquier idea de continuar las aventuras de Tom Cody en este peculiar universo creado por Hill y Larry Gross. La película fue producida por la Universal, dando la casualidad que, justo cuando Calles de fuego estaba en posproducción, hubo un cambio de la directiva del estudio. Estos cambios suelen significar la muerte de cualquier película que se encuentre en producción en ese momento, ya que la nueva directiva entierra los proyectos de la antigua. Y eso es exactamente lo que le sucedió al film de Hill, que se estrenó sin apenas publicidad ni promoción de ningún tipo. Así, la película fue un fracaso en Estados Unidos, aunque funcionó muy bien en Europa y Japón.

En Estados Unidos la película se descubrió cuando se editó en VHS. Fue entonces cuando empezó a convertirse en una cinta de culto. Fue entonces cuando se empezó a descubrir esta maravilla cargada de energía. El film atrapa con su inicio, en una actuación de Ellen Aim con su posterior secuestro por parte de los Bombers. A partir de aquí se convierte en una aventura a través de esta extraña ciudad, un western en el que se utilizan motos en lugar de caballos. Intercambiando diálogos de tipo duro exagerados y bastante divertidos, los personajes avanzan por esta particular odisea, en la que se intercala algún número musical, esquivando balas y puños.

Es un film peculiar y personal, que parecía destinado a convertirse en cinta de culto. Antes he mencionado que se concibió como una trilogía, aunque se podría decir que Calles de fuego es una secuela espiritual de Los amos de la noche (The Warriors, Walter Hill, 1979). El origen de Calles de fuego se encuentra en el deseo de Hill de regresar al mundo creado en The Warriors, lo que se hace explícito en los puntos en común de ambas: ambientadas en el mismo mundo de fantasía urbana (aunque en puntos diferentes de ese mismo mundo), con alusiones a la mitología griega (en el caso de Calles de fuego el secuestro de Helena de Troya), estructura parecida (en ambas los protagonistas se ven obligados a avanzar por terreno enemigo para regresar a casa) y en ambas la música tiene un fuerte protagonismo, siendo Calles de fuego lo más cerca que ha estado Walter Hill de dirigir un musical.

Por supuesto, el principal punto en común de ambas es que las dos fueron fracasos de taquilla que se convirtieron en veneradas películas de culto. Y ambas son tremendamente entretenidas, claro.

A los fans de esta película que no tengan problemas con el inglés les recomiendo la edición limitada alemana de tres discos, dos Blu-rays y un CD con la banda sonora original, que ha salido hace poco y todavía podéis encontrar a un precio razonable. A aquellos que no la conozcan, os la recomiendo sin dudarlo. En una doble sesión con The Warriors os puede derretir el cerebro de placer.


17 jun 2019

Ana y el apocalipsis (Anna and the Apocalypse)


Con bastante retraso, he podido por fin ver Ana y el apocalipsis (Anna and the Apocalypse, John McPhail, 2017), de momento solo editada en Blu-ray en Alemania. Tenía ganas de verla porque une dos cosas que siempre me han gustado: los musicales y el gore. Y no me ha decepcionado.

Anna Shepherd (Ella Hunt) tiene una fuerte discusión con su padre (Mark Benton), debido a sus planes cuando acabe el instituto. Por desgracia, esos planes quedan cancelados cuando se desata una epidemia zombi en el mundo. Anna y sus amigos lucharán para sobrevivir y poder solucionar sus problemas personales al mismo tiempo.

La idea de hacer un musical zombi fue concebida por Ryan McHenry en 2009. Idea que plasmó en el corto Zombie Musical, que escribió y dirigió.


McHenry vio que la idea tenía mucho más potencial, que podía hacerse una película con esa permisa. Así se puso en marcha Anna and the Apocalypse. Lamentablemente, McHenry enfermó de cáncer y murió en 2015. Sus compañeros siguieron adelante con el proyecto como homenaje a su amigo.

La película mezcla la comedia musical adolescente con el género zombi, insuflando nueva vida en un género sobreexplotado. Se consiguen así secuencias muy logradas, como una al principio en que una ignorante Anna va cantando hacia el instituto sin darse cuenta de la masacre a su alrededor, o el número que acompaña una matanza de zombis a cargo de los capullos del instituto. Las canciones son muy pop y pegadizas, mis favoritas son Hollywood Ending, Turning My Life Around y Human Voice. La comedia también resulta muy efectiva y logra que te intereses por los personajes.

Por supuesto, me doy cuenta de que no es una película para todo el mundo. Si no te gustan los musicales o las pelis de zombis, dudo que te vaya a hacer cambiar de opinión. Pero si te hace gracia el tráiler es posible que disfrutes con Anna and the Apocalypse como lo hice yo.


19 nov 2018

Entrevista a Bruce Kimmel, creador de The First Nudie Musical

Hace poco tuve la ocasión de ponerme en contacto con Bruce Kimmel, codirector, guionista y uno de los protagonistas de The First Nudie Musical (Mark Haggard, Bruce Kimmel, 1976). Podéis leer la entrevista y descubrir cómo se creó este film de culto clicando aquí:


Espero que os resulte interesante y que haga que más gente descubra esta película.


3 oct 2018

Ha nacido una estrella (A Star Is Born)

 
Ya podéis leer mi crítica de Ha nacido una estrella (A Star Is Born, Bradley Cooper, 2018) en Underbrain Mgz:


Nada nuevo bajo el sol, pero tiene grandes momentos y disfruté con las interpretaciones.


1 oct 2018

The First Nudie Musical

 
¡Solo en los 70! Solo en la década mágica de la revolución sexual y los pantalones de campana se podía estrenar una película como The First Nudie Musical (Mark Haggard, Bruce Kimmel, 1976). No solo se estrenaba en cines, además lo hacía distribuida por un gran estudio como la Paramount.

Harry Schechter (Stephen Nathan) se encuentra con el agua al cuello: puede que pierda su estudio independiente si no logra producir un gran éxito. Hasta ahora, gracias al cine porno se había mantenido a flote, pero el género ya no es una novedad y sus últimas producciones no han funcionado. Pero entonces tiene una brillante idea: producir el primer musical porno. Sin embargo, realizar un musical porno no es tan fácil como simplemente rodar una porno, Harry se enfrentará a un montón de problemas para poder estrenar el film, desde directores ineptos a egocéntricas estrellas, con la continua amenaza de perder el estudio.

Como se puede leer en el póster, The First Nudie Musical es una comedia musical que parodia el cine porno y los clásicos musicales de los años 30. A pesar de lo que indica su título, no fue la primera película en mezclar comedia musical y erotismo, datando las primeras en mezclar ambos de mediados de los 60. Saliendo del erotismo y entrando en el porno, aquel mismo 1976 se estrenaba la película porno musical Alicia en el país de las pornomaravillas (Alice in Wonderland: An X-Rated Musical Fantasy, Bud Townsend). Y también en 1976 se estrenaba Let My Puppets Come (Gerard Damiano), que, además de ser un porno musical, tenía el añadido de estar protagonizada por muñecos a lo Muppets.

Hemos de recordar que nos encontramos en la época del porno chic, en que el género tuvo un breve romance con el mainstream. No es de extrañar que surgiese la idea de hacer una parodia del género, el problema era que con un género tan autoparódico y, en aquella época, absurdo, ¿cómo puedes hacer una parodia que no parezca tímida al lado de lo auténtico? Y aquí es donde entran los musicales de los años 30. The First Nudie Musical coge la estructura y los personajes de un musical de los años 30, cambiando el entorno. Tenemos a los despiadados financieros, la ingenua recién llegada con sueños de ser una estrella, la actriz egocéntrica... Personajes inicialmente creados en películas que trataban lo que sucede entre bambalinas en la producción de una obra teatral y luego fueron trasladados a lo que sucede entre bambalinas en la producción de una obra cinematográfica. Básicamente, lo que esta película hace es trasladar títulos del estilo de La calle 42 (42nd Street, Lloyd Bacon, 1933) al mundo del porno de los 70.

Una mezcla que funciona bastante bien. A pesar de una dirección algo torpe al principio, el film consigue arrancarte carcajadas, en especial si te gusta el humor de chorrada amplia al estilo Muchachada Nui. Los números musicales también están bastante logrados, como el número de los consoladores bailarines, que me hizo reír bastante. Es por este estilo de humor que creo que el film se mantiene en forma, ya que es, en cierta forma, atemporal.

Para que os hagáis una idea, os dejo con un fan-trailer realizado con motivo de la edición de la película en formato doméstico.


19 jul 2018

Mamma Mia! Una y otra vez (Mamma Mia! Here We Go Again)


Publicada mi crítica de Mamma Mia! Una y otra vez (Mamma Mia! Here We Go Again, Ol Parker, 2018) en Underbrain Mgz:


Teniendo en cuenta que la primera entrega no me gustó demasiado, no me esperaba nada de esta continuación pero me sorprendió lo bien que me lo pasé viéndola.


29 dic 2017

KISS en Ataque de los Fantasmas (KISS Meets the Phantom of the Park)

 
Hay películas que son malas. Hay películas que son cutres. Sin embargo, solo existe una película que sea mala y cutre y, además, esté protagonizada por KISS. Hoy toca KISS en Ataque de los Fantasmas (KISS Meets the Phantom of the Park, Gordon Hessler, 1978).

El argumento es bastante psicotrónico: en un gran parque de atracciones se producen unas misteriosas desapariciones. Una de estas personas desaparecidas es el novio de Melissa (Deborah Ryan), que se dedica frenéticamente a buscarlo por el parque. Las desapariciones son responsabilidad de Abner Deveraux (Anthony Zerbe), un mad doctor que quiere crear un ejército de androides que esté a sus órdenes. Cuando es despedido del parque, jura venganza y amenaza con apoderarse del mundo con sus androides. Por suerte, entonces llega KISS, ya que la banda tiene que hacer unos conciertos en el parque. KISS usará sus poderes mágicos para luchar contra los robots malvados (y si esta frase no os hace querer ver la película, nada lo hará).

Esta película fue concebida como un telefilme, que más tarde se estrenó en cines en algunos paises. La idea era aprovechar la cima de popularidad que había alcanzado la banda y ampliarla, pero la cosa no acabó de funcionar debido a la pobre calidad del producto final. Los fans de KISS no quedaron contentos, la banda quedó horrorizada y a día de hoy todavía sigue siendo motivo de vergüenza.

Pero si no fuera por sus desastrosos resultados, no estaríamos hablando de ella.

Al empezar llama la atención la torpeza con que Gordon Hessler dirige la acción. Sorprende porque Hessler había rodado películas de cine con buenos resultados, algunas técnicamente muy exigentes como El viaje fantástico de Simbad (The Golden Voyage of Sinbad, 1973), aunque su actividad se centró más en la televisión, con resultados correctos. La desgana y la torpeza con la que se coloca la cámara se hacen evidentes al poco de empezar, así como el pésimo trabajo de doblaje en la versión original hace que muchas escenas se vean empeoradas por la incorpórea calidad de las voces.

Pero más evidente son los pobres efectos especiales. Como ya he dicho, fue concebida como un telefilme, así que tenía un presupuesto televisivo para los efectos. El resultado es que las escenas en las que KISS hace gala de sus poderes místicos son de carcajada pura. Casi me caigo del sofá de la risa que me provocó la primera escena en que aparece la banda para tocar (sin incluir la secuencia de títulos de crédito). Eso sin tener en cuenta las limitadas habilidades de los KISS para actuar dramáticamente. Entre efectos, diálogos absurdos y cero talento interpretativo, los KISS parecen ridículos en lugar de grandes estrellas del rock (y en algunas escenas, Ace Frehley es sustituido por un especialista negro).

Ya he mencionado varias veces lo de los poderes mágicos de KISS, que fue lo más me cogió de sorpresa al ver esta joya del cine al revés. Al parecer, por la época en que rodaron la película, se editó una serie de cómics en la que se convertían a los miembros de KISS en superhéroes y eso pasó a formar parte de su persona en los escenarios. Nunca he sido un gran fan de la banda, es de esos grupos con los que me basta tener un recopilatorio con los temas que me gustan, así que no tenía ni idea de que cada uno de los miembros representaba un personaje con poderes distintos. En retrospectiva me alegro, ya que hizo que disfrutara mucho más con la película al ver cómo, sin previo aviso, los miembros de KISS empezaban a lanzar rayos por los ojos y mostrar otras habilidades superheróicas.

KISS Meets the Phantom of the Park es una película torpe que, tomada en serio, resulta ridícula pero vista desde una perspectiva de cine basura proporciona mucha diversión. El argumento de tebeo, los cutrefectos, la banda sonora funky setentera... Todo suma para hacerla disfrutable. El conjunto tiene el aire de un episodio psicodélico de Scooby-Doo, lo cual no resulta extraño si tenemos en cuenta que fue una producción Hanna-Barbera. Sin olvidar las canciones de KISS, los únicos momentos que no son de vergüenza ajena. En definitiva, cutrecine muy disfrutable. Viendo el tráiler veréis que no exagero.