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7 ene 2013

Lo que le faltaba al blog: ¡PELUCAS PARLANTES!


Hacía tiempo que no comentaba nada de Herschell Gordon Lewis, más que nada porque creo que ya he comentado lo más interesante. O eso creía yo hasta que desde la estantería me llamó a gritos The Gruesome Twosome (1967), película producida y dirigida por Lewis en la cual se combina el gore más cutre con el humor más cafre.

Si no habéis oído hablar de la obra de Lewis supongo que será difícil venderos esta película, pero que no se diga que me acobardo ante los desafíos. Guiones ingeniosos, maravillosas interpretaciones, cuidada fotografía, dirección brillante, grandes efectos especiales... Nada de ello encontramos en esta u otras películas de Lewis. Todo lo contrario, su atractivo recae en el estilo casi amateur de sus películas que, por acumulación, acaban creando lo que el periodista Jordi Costa llamaba vanguardia casual.

El argumento de esta maravilla de calidad alternativa gira en torno a la señora Pringle (Elizabeth Davies) y su hijo mentalmente divergente Rodney (Chris Martell), la pareja horrible/espantosa a la que hace referencia el título. Esta especie de señora Francis psicópata y su hijo llevan un negocio de pelucas, en el que dan como garantía que son 100% pelo humano. ¿Y cómo consiguen estas fantásticas pelucas? Pues, obviamente, asesinando chicas universitarias de la forma más sangrienta y dolorosa posible. Las universitarias también forman su clientela mayoritaria, así que se podría decir que los Pringle son unos devotos del reciclaje.

Siguiendo la tradición de los filmes de Lewis, los efectos especiales son tan creíbles como un discurso de Mariano Rajoy. En su mayor parte, los efectos consisten en acumular sangre falsa y tripas sobre los cuerpos de las víctimas, mientras que los intentos de crear prótesis y maquillajes más profesionales resultan muy obvios y torpes. Esta claro que hoy día The Gruesome Twosome no escandaliza ni impacta como en 1967, lo único que provoca es carcajadas.

Por suerte, Lewis era bastante consciente de ello ya entonces, por lo que en ningún momento intenta que nos tomemos el film en serio, adoptando la forma de una comedia pasada de vueltas. Pero si bien algunos de los chistes y situaciones resultan algo cursis actualmente, el factor comídico no se pierde, especialmente gracias a interpretaciones como la de Gretchen Wells, cuyo trabajo resulta brillante en su ineptitud, algo digno de estudio. Wells "interpreta" el papel de Kathy Baker, la estudiante que se convierte en detective aficionada para descubrir quién está matando a sus compañeras de estudio. Esta parte de la película me hizo gracia porque es bastante infantil, al estilo Nancy Drew, en curioso contraste con las partes sanguinolentas y cafres del film.

Pero lo que ha hecho este título de Lewis memorable es la aparición de unas pelucas parlantes que comentan la película. Según explica el director en el audiocomentario incluido en el DVD, cuando terminó de editar se dio cuenta de que no tenía suficiente material para que el film llegase a la duración necesaria para estrenarla en cines, así que decidió alargarla poniendo estas pelucas parlantes. El trabajo de un verdadero genio, como podéis ver.

Esta película la tengo ya que venía en una estupenda colección de filmes del director que editó Something Weird, compañía muy fan de Lewis. Además del comentario y otros extras, los de Something Weird incluyeron en el DVD un corto de la época sobre pelucas que es muy curioso y surreal y bastante divertido (si os hacen gracia este tipo de cosas como a mí).

En definitiva, una película para aquellos que tengan un buen mal gusto.


21 mar 2012

Reflexiones sobre arte, sexo y muerte ¿en un documental sobre Herschell Gordon Lewis?


He de admitir que soy el primer sorprendido en el tipo de reflexiones y consideraciones sobre arte, sexo, muerte y violencia que ha provocado en mí el visionado de Herschell Gordon Lewis: The Godfather of Gore (2010), documental dirigido por Frank Henenlotter y Jimmy Maslon, hace nada editado en DVD.

Para poner en situación a los neófitos, Herschell Gordon Lewis es un reputado publicista más conocido por su trabajo como director durante los 60 y 70 de películas de bajo presupuesto y creador del gore como género. Sus películas son pura y demencial exploitation, ni buenas ni malas: son de Herschell Gordon Lewis. El documental hace un recorrido por la carrera de este peculiar cineasta con entrevistas al propio Lewis, su compinche David F. Friedman, colaboradores de sus películas, así como de los expertos Joe Bob Briggs, Henenlotter y John Waters.

Para los que conocen la obra de este director es un documental esencial y, también, muy divertido ya que está plagado de geniales anécdotas y gente como Broggs, Henenlotter y Waters son siempre entretenidos. Para los que no la conozcan puede ser la oportunidad perfecta para introducirse en un mundo delirante, además de pasar un rato divertido disfrutando de una gran galería de personajes extravagantes.

Las reflexiones o consideraciones a las que he hecho mención fueron generadas por un comentario de Waters y por fragmento de las escenas eliminadas incluídas en el DVD dedicado a otro género al que contribuyó a crear Lewis: las roughies. Por cierto, hay un momento muy divertido en las escenas eliminadas en el que Henenlotter muestra una rarísima novelización de Blood Feast (Herschell Gordon Lewis, 1963), novelización que Waters en el documental se muestra ansioso por descubrir ya que es la única que le falta y pide que si alguien la encuentra se la mande.

Waters comenta como en estas películas, la sangre y las escenas de asesinatos están filmadas como si fueran escenas de sexo. Todo el sexo que en aquel momento no se podía mostrar en pantalla queda sustituido por escenas de sangrientos asesinatos. Esto se enlaza (yo lo enlacé, no en el documental), con la creación de las roughies.

Para aquellos que no hayan visto los documentales Schlock! The Secret History of American Cinema (2001) de Ray Greene o American Grindhouse (2010) de Elijah Drenner, les explicaré brevemente que eran las roughies. Desde finales de los 50 y durante la primera mitad de los 60 se popularizaron unas películas llamadas nudie cuties que mostraban a gente desnuda -principalmente mujeres, claro- en campos nudistas o posando. Sólo se mostraban pechos y traseros, nada de genitales, y no había sexo. Gente paseando desnuda por el bosque, jugando al tenis o tomando el sol. Muy pronto se quemó el género (se hicieron unas 300 películas de este tipo, sin contar los cortometrajes que se mostraban en los locales de burlesque). Cuando el género estaba condenado a desaparecer debido a su candidez e inocencia (repito que no había sexo, ni siquiera erotismo), fue entonces que Lewis y Friedman rodaron Scum of the Earth (Herschell Gordon Lewis, 1963), película con unas gotas de erotismo en la que se añadió un nuevo elemento: violencia.

Así, las roughies son películas en las cuales se muestran desnudos y escenas de violencia. La aparición de este género se explica por la frustración provocada en unos espectadores ansiosos de emociones más fuertes de las que proporcionaban las nudies. El sexo no se podía mostrar en pantalla, así que era sustituido por violencia. Lo cual no deja de ser perturbador. Los roughies, significativamente, desaparecieron en los 70 con la llegada del cine porno a las pantallas de los cines.

Vemos, entonces, que el excesivo puritanismo y la censura llevó a la creación de algo peor que lo que en un principio se quería prohibir. Y cuando digo "peor" me refiero a que la candidez de las nudies fue sustituida por la sordidez de films como Olga`s House of Shame (Joseph P. Mawra, 1964) en la cual se simulan escenas de torturas y abusos de jóvenes chicas. Son películas que no me gustan ni las encuentro mínimamente entretenidas (no tienen nada que ver con Scum of the Earth o otros títulos previos, son básicamente tortura y violencia), igual que las nudies, son increíblemente aburridas, es una cuestión de gusto personal, no que vaya yo ahora a condenar y juzgar películas.

El sexo y la muerte son partes esenciales de nuestra existencia, y como tales deben estar presentes en el arte, ya sea filmado, escrito, pintado o cantado. También resulta interesante el uso del sexo, la muerte y, en este caso, la violencia, como sustitutos o metáforas. En las roughies, la violencia era el sustituto del sexo que no se podía mostrar en pantalla, en Saló o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975) el director Pier Paolo Pasolini utiliza las humillaciones y los abusos como alegorías de las injusticias sociales y los abusos del poder. La diferencia entre las roughies y, por ejemplo, el film de Pasolini está en que las primeras lo hacen de forma inconsciente y el maestro italiano lo hacía de forma consciente.

Esto me llevó al reciente fenómeno de las mal llamadas torture porn. Estas películas son como las roughies del siglo XXI, siendo mucho más explícitas en cuanto a efectos especiales. Por un lado, este genero se creó a raíz del éxito de Hostel (Eli Roth, 2005) y Saw (James Wan, 2004), la mayoría (con notables excepciones) son muy inferiores a las películas que las originaron y también parece que es un género que ha ido de capa caída rápidamente. Por otro lado, ¿es posible que represente de forma inconsciente aspectos de nuestra sociedad? En un principio se habló de la sociedad post ataque a las Torres Gemelas y el clima de inseguridad y miedo en que se sumergió el mundo como origen de estos films. O, tal vez, se debe al insaciable apetito por las emociones fuertes en un espectador cada vez más insensibilizado. ¿Hay alguna relación entre estos films extremadamente violentos y el furioso puritanismo que parece resurgir atacando de manera casi histérica películas como A Serbian Film (Srpski film, Srdjan Spasojevic, 2010) o The Human Centipede II (Full Sequence) (Tom Six, 2011)?

¿Qué opináis? ¿Alguna idea? De momento, os vuelvo a recomendar el fantástico documental Herschell Gordon Lewis: The Godfather of Gore.

9 nov 2011

Diablesas sobre ruedas




Estrenada en 1968, She-Devils on Wheels es una peculiar biker movie, protagonizada por una banda de motoristas compuesta exclusivamente de mujeres, dirigida por Herschell Gordon Lewis, cuya banda sonora se ha ganado tantos fans como la película misma gracias a la canción, que también escribió Lewis, Get Off The Road, interpretada por The Faded Blue.

La pantalla está negra y empezamos a oír los motores de un montón de motocicletas. Aparece el dibujo de una motorista, que empieza a girar en pantalla. De repente, la escena cambia a una joven de aspecto inocente que se despide de su madre y sale en coche. Entra en un garage y, tras aparecer de nuevo el dibujo de la motorista girando como si fuera el símbolo de Batman en la serie de televisión de los 60, la chica sale del garaje convertida en una motorista. Empieza a sonar Get Off The Road y arrancan los títulos de crédito.

Así empieza una atípica película de Lewis que, tras inventar el gore en una serie de títulos clásicos, se aparta del terror, pero no de la sangre: la película contiene algunas escenas bastante violentas, para contarnos la historia de las Devora-hombres, la banda motorizada protagonista. El argumento incluye algunos tópicos del género, pero acaba siendo una película bastante entretenida: Karen (Christie Wagner), la chica del principio, pasará una serie de pruebas que le harán plantearse si quedarse o no en la banda y la nueva incorporación de la banda, la joven Honey Pot (Nancy Lee Noble) es secuestrada por una banda motorista rival como venganza por una afrenta anterior lo que provocará a su vez una salvaje venganza por parte de las Devora-hombres, comandadas por la despiadada Queen (Betty Connell).

La película parece regodearse en ofrecer un relato de pura dominación femenina. Al principio, la banda hace una carrera para ver quién es la primera que tiene el privilegio de escoger entre el ganado de hombres que tienen para su propio placer; cuando no se dedican a una orgía de sexo y drogas, se dedican a aterrorizar la ciudad y son muy violentas con cualquier banda rival. Básicamente, es una película motorizada en la que los roles de género están invertidos.

Pero lo que la hace interesante desde mi punto de vista es la manera en que está rodada. El recurso del dibujo de la motorista girando marcando los diferentes segmentos de la historia, el uso de la banda sonora, el montaje, los movimientos de cámara... Todo ello recursos de lo que sería una película profesional. Pero a esto se le mezcla un aire entre amateur y documental: hay algún momento en que la cámara está desenfocada; hay momentos en que las motoristas saludan a la cámara al pasar frente a la cámara en algunas escenas de carretera; no se usan dobles en ningún momento y vemos a las mismas actrices llevando las motos (algunas, de hecho, eran auténticas motoristas) lo que le da un toque realista y genuino. Todo ello le da un look sucio y real, alejado del aspecto artificial habitual de la época, que sólo pierde verosimilitud en algún momento pretendidamente dramático. Pero cuando se trata de ir con las Devora-hombres, tienes la sensación de estar viendo un documental, de ser un testigo privilegiado de lo que sucede dentro de una banda de motoristas femeninas.

Para los amantes de las biker movies, la exploitation y la serie B es ciertamente un título muy recomendable, aunque no es de lo mejor que ha hecho Gordon Lewis, satisface al aficionado (por lo menos a mí me satisfizo). Sin embargo, aquellos de paladar delicado sería mejor que se abstuvieran.

Como es habitual en el cine de Gordon Lewis, el tráiler no tiene desperdicio:



A modo de bonus tracks, os dejo un par de versiones de Get Off The Road. Una a cargo del clásico y genial grupo The Cramps, otra a cargo de Josie Cotton (dentro de su álbum Invasion Of The B-Girls):



14 oct 2011

Ni uno, ni dos, ni tres... ¡2000 maníacos!


La entrada que hizo ayer Dr. Gonzo en su blog me recordó que hacía mucho tiempo (demasiado) que no hablaba de Herschell Gordon Lewis por aquí. Comentada la legendaria película con la que creó todo un subgénero, la mejor que hizo fuera del gore y una de las que más me gustan, llega el momento de comentar la que posiblemente sea una de las más famosas y populares que ha hecho: la absolutamente genial 2000 maníacos (Two Thousand Maniacs!, 1964).

Tras el increíble éxito de taquilla que fue  Blood Feast (1963), Lewis y su compinche y productor David F. Friedman se reunieron y pensaron "¿y si hacemos una película que sea buena?" (extraído de los comentarios incluidos en el DVD). Con la intención de hacer una película que superase Blood Feast en sangre y calidad nació 2000 maníacos. Lewis se inspiró en el musical Brigadoon, que Vincente Minelli llevó al cine en 1954, para escribir la historia de seis despistados turistas norteños que son atraídos a un curioso pueblo sureño en el cual serán eliminados uno a uno, si no pueden hacer algo para evitarlo.

Todos aquellos que disfrutaban con el ultraviolento humor de los dibujos de la Warner (y que deseaban que el Coyote acabase con el maldito Correcaminos) es posible que se diviertan sobremanera con esta película, ya que tiene el mismo tono de comedia a lo Looney Tunes que llenó nuestra infancia de alegres y brutales despropósitos. Ya en el inicio queda claro este tono humorístico cuando vemos a unos de los susodichos 2000 maníacos de la ciudad Pleasant Valley cambiar los letreros de la carretera para atraer víctimas con la misma alegría que Wile E. Coyote preparaba sus trampas.


La alegría y diversión con que los ciudadanos de Pleasant Valley se contagia al espectador de forma inevitable, provocando que éste espere ansioso ver cuál será la siguiente animalada que se les ocurrirá. A ello también contribuye la desmelenada música bluegrass de la película, una de cuyas canciones fue escrita e interpretada por el propio Gordon Lewis. Otro factor que contribuye a disfrutar la película es que mientras los 2000 maníacos son bastante coloridos e identificables, las víctimas son bastante sosas y aburridas. Dos de estas víctimas son los protagonistas Connie Mason, actriz (es un decir) seleccionada simplemente por haber salido en Playboy, y el habitual de Lewis William Kerwin, alias Thomas Wood, ambos ya presentes en Blood Feast.

La popularidad de esta película de Lewis se ha mantenido intacta a lo largo de los años. El fanzine de Manuel Valencia dedicado a la caspa y el gore 2000 Maníacos es un ejemplo de ello. Y en estos tiempos, esta popularidad trae consigo la producción de un remake: 2001 maníacos (2001 Maniacs, Tim Sullivan, 2005).

Protagonizada por Robert Englund, la película intenta capturar el tono y el estilo del film original. Lo cierto es que no lo consigue, ya que no se puede capturar el encanto de los años 60 en el siglo XXI (nótese la ausencia de signo exclamativo en el título de la nueva versión), pero no por ello la película deja de ser entretenida. Aunque tampoco es que la recomiende, tiene sus momentos divertidos pero es una película bastante mala. Sin embargo, tuvo suficiente éxito como para que se hiciera una secuela: 2001 Maniacs: Field of Screams (Tim Sullivan, 2010), que no he visto ya que por el tráiler me pareció bastante mala (pero no lo bastante como para verla).

Siendo Lewis un experto publicista (campo en el cual lleva una prestigiosa carrera llena de premios), fue él el creador del famoso "para evitar desmayos, repita una y otra vez: es solo una película, es sólo una película" para su filme Color Me Blood Red (1965) sobre un pintor psicópata, tanto el tráiler como el póster de la película son bastante buenos y memorables, casi tanto como la película.

16 dic 2010

Blood Feast


La sangre es el símbolo definitivo que todo el mundo entiende.
Herschell Gordon Lewis

Herschell Gordon Lewis define esta película comparándola con un poema de Walt Whitman: no muy buena, pero fue la primera.

En 1963, las audiencias de cines y drive-in observaban, algunos con horror, otros con cierta morbosidad; como se rompía un tabú en el cine. Por primera vez se mostraba violencia explícita y las consecuencias de esa violencia. No sólo se veía abundante sangre derramada, también se arrancaban lenguas y se destripaban personas. Gordon Lewis y su socio David F. Friedman fueron lo suficientemente avispados para ser los primeros en mostrar esta exhibición de crueldad humana, y así Gordon Lewis ha pasado a la historia como el inventor del cine gore.

Cuando a finales de los cincuenta se liberalizan las leyes de distribución en Estados Unidos, empiezan a surgir un montón de productores y distribuidores independientes que buscan competir con el cine que ofrecía Hollywood. Tenían muy claro, además, que si querían competir con las grandes y poderosas productoras tenían que ofrecer aquello que Hollywood no ofrecía. Muchos se especializaron en películas de terror, destinadas a proporcionar emociones baratas a precios bajos, pero la principal fuente de ingresos fue el sexo.

Fue aquí donde Gordon Lewis y Friedman hicieron sus primeros dólares en el mundo del cine: rodando nudies (más información sobre los nudies en mi post Nude on the Moon). Muy pronto el género se gastó, Lewis, que venía del mundo de la publicidad, se dio cuenta rápidamente que la novedad pasaría de moda rápido. Por tanto se decidió darle al espectador algo que no hubiese visto nunca y que no pudiese ver en otro sitio que su película: sangre. Y no sólo sangre, sino auténticas cascadas de hemoglobina.

De todas las películas de Gordon Lewis que he visto, Blood Feast no es la que más me gusta ni la mejor. Pero, como Lewis dice, fue la primera. Y como todas sus películas, resulta entretenida y divertida de principio a fin. Es fácil entender como en 1963, el año que se estrenó, la película podía resultar excesiva para unas sensibilidades que no estaban tan desgastadas como las nuestras. La gente salía del cine presa de náuseas... para volver a entrar rápidamente y no perderse ni un detalle. Obviamente, hubo los previsibles problemas con la censura y los grupos conservadores y la película tuvo sus recortes, pero ya se había abierto la veda.

Hoy día, sin embargo, la película tiene un atractivo más naïf que chocante: no tenían dinero para prótesis (ni sabían como hacerlas), así que usaron una cera cosmética, la misma cera que las casa funerarias usaba para arreglar cadáveres, para crear heridas y simplemente poner órganos de animales encima de la piel. Como ésa, se usaron otras técnicas primitivas para crear las ilusiones de mutilación y desmembramiento. A eso le sumamos una extraña banda sonora, unas interpretaciones que van del exceso al más puro hieratismo más un guión que no es ni normal,  y nos da como resultado un bocatto di cardinale para el gourmet del cine trash y la exploitation.

La historia fue ideada por Friedman y Gordon Lewis, luego le dio cuerpo de guión Allison Louise Downe (esto es, lo pasó a máquina y por eso tiene crédito como guionista, Downe era la secretaria-asistente de Lewis), y gira en torno al demente Fuad Ramses (Mal Arnold), un devoto de Ishtar que ofrece sacrificios humanos a su diosa. Localiza sus víctimas a través de su servicio de catering especializado en comida egipcia (Friedman y Gordon Lewis sabían que Ishtar era una diosa babilónica y no egipcia. Pero también sabían que a su audiencia no le importaría un detalle como ése). El detective Pete Thornton (William Kerwin alias Thomas Wood, un habitual en las películas de Gordon Lewis) va tras la pista del asesino pero sin mucha suerte. Por otro lado, se acerca el cumpleaños de la joven Suzette (Connie Mason), y su madre (Lyn Bolton) decide prepararle un festín egipcio a sugerencia de Fuad Ramses. Un festín que podría transformarse en... ¡Un festín sangriento! ¡Chan-chan-chán!


De entre el reparto destaca Mal Arnold, ofreciendo una interpretación tremendamente exagerada y sobreactuada como Fuad Ramses, siendo, por tanto, el más divertido de la película. Por otro lado tenemos a Connie Mason, cuyo único mérito para ser contratada fue ser la Playmate del número de junio de 1963 de Playboy. Como actriz no era muy buena pero siempre es agradable de ver y repetiría con Gordon Lewis al año siguiente en la clásica 2000 maníacos (2000 Maniacs).

Creo que ya lo comenté en otras películas de Gordon Lewis, el sello Something Weird ha ido editando gran parte de la filmografía de este histórico director en lujosas ediciones con comentarios del maestro en persona. Su importancia histórica la hace imprescindible para los aficionados al terror y la exploitation. En 1987, con guión de Michael Sonye y dirigida por Jackie Kong, se estrenó una pseudosecuela/parodia titulada Blood Diner. La película corre por mi casa en vídeo por algún lado, no tengo mucha más información aparte de que es un título bastante divertido. El propio Gordon Lewis dirigió en el 2002: Blood Feast 2: All U Can Eat. Una secuela que parece más una nueva versión y cuenta lo mismo, aunque con medios actuales. Os dejo aquí el tráiler, tan destacable como la película:

29 mar 2010

The Wizard of Gore - Oferta: 2 al precio de 1


The Wizard of Gore fue estrenada en 1970, casi un preludio de la tremenda violencia y terror visceral que se adueñarían de esta década. Producida y dirigida por Herschell Gordon Lewis, con un guión de Allen Kahn, ésta es una de sus películas en las que las escenas gore son realmente impactantes, aunque no por ello menos primitivas que en sus otros films.

Sin embargo, más allá de las escenas sangrientas, The Wizard of Gore destaca de las otras opus sangrientas de Lewis por su argumento. Realidad y fantasía se mezclan de manera que uno no sabe qué es real y qué no, derivando en uno de los finales más confusos que recuerdo haber visto jamás. Entiendo que esto a mucha gente le puede causar rechazo pero el hecho que gran parte de la película no tenga ningún sentido para mí es un plus. Claro que la primera vez que vi The Wizard of Gore fue a altas horas de la madrugada lo que contribuyó a mi confusión, pero en posteriores visionados gran parte del absurdo, por fortuna, sigue ahí.

La historia gira alrededor de Montag, el Magnífico (Ray Sager), un mago que lleva a cabo unos espectaculares trucos en los que hace subir a jóvenes señoritas al escenario y las parte por la mitad o las abre en canal de maneras tremendamente sangrientas. Una vez terminado el truco, las voluntarias parecen estar bien, pero más tarde aparecen muertas de la misma manera que en el escenario. La reportera Sherry Carson (Judy Cler), después de asistir a uno de los shows de Montag, empezará a investigar este misterioso asunto.

Después de las escenas sangrientas, lo que más llama la atención de esta película es la exagerada sobreactuación que hace Ray Sager. ¿Hasta que punto se debe a algo intencionado o al limitado talento de Sager? Quién sabe, pero la cara de maníaco placer cuando lleva a cabo toda clase de perrerías resulta perturbadoramente divertida. Como si disfrutase un poquito demasiado. Por contraste, el resto de actuaciones resultan un dechado de sutileza dramática.

Su siguiente film gore, The Gore Gore Girls (1972), esta considerado como el más gore de todos ya que iba a ser el último Lewis se decidió a tirar la casa por la ventana, por lo menos lo era hasta que el 2002 estrenó Blood Feast 2: All U Can Eat, pero el tono de comedia de The Gore Gore Girls rebaja el impacto que tienen las escenas sangrientas, mientras que la seriedad y el surrealismo de The Wizard of Gore hace que sus tormentos y asesinatos sean más impactantes desde mi punto de vista.



El 2007 se estrenó un remake de The Wizard of Gore con guión de Zach Chassler y dirección de Jeremy Kasten. He de decir que lo que me llevó a ver este remake fue una crítica que leí en DVDTalk, en la cual ponían a parir la película. Las razones que aducía el crítico para ponerla de vuelta y media era que al final uno no sabía si lo que había pasado realmente había pasado y que resultaba demasiado confusa en algunos puntos. Motivos que encontré sumamente atractivos.

Wizard of Gore no es tan absurda y delirante como la original. En realidad, la historia se puede seguir bastante bien y no la encontré confusa en absoluto. Es cierto que la intención de Kasten era hacer una película que, en sus palabras, fuera un "mindfuck", pero si uno sigue atento la película resulta claro lo que está pasando y todo queda bien resuelto.

En esta versión el argumento sigue a Ed Bigelow (Kip Pardue), personaje algo irritante que se dedica a buscar espectáculos alternativos y arte de vanguardia para publicarlo en su revista de tendencias. Un día va con su novia Maggie (Bijou Phillips) a ver un espectáculo de magia. Como habréis adivinado se trata del show de Montag, el Magnífico (Crispin Glover). Ed queda impresionado por el sangriento show y su puesta en escena, pero la impresión se convertirá en obsesión a medida que sus días y noches empiecen a poblarse de pesadillas y alucinaciones.

La película cuenta con cameos de grandes del género como Jeffrey Combs y Brad Dourif, pero la presencia más celebrada es la de The Suicide Girls. Estas pin-ups góticas interpretan a las víctimas de Montag, mostrando todos sus encantos en el proceso.

El remake de The Wizard of Gore resultó ser mejor de lo que me esperaba, se puede disfrutar sin conocer el original y conociéndolo también.

18 mar 2010

Something Weird


He aquí una película que da lo que su título promete: algo raro. Y tan raro. Esta producción de 1967 del creador del cine gore y maestro de la exploitation, Herschell Gordon Lewis, nos ofrece una historia de brujería, telequinesis y LSD tremendamente disfrutable. Aunque el guión no corre a cargo de Lewis sino de James F. Hurley, que si no entendí mal era un creyente en la telequinesis y otros fenómenos de la mente que pretendía dar a conocer con esta película toda esta fenomenología.

Es verdad que valoro mucho más una película hecha sin dinero ni medios que la que ha tenido las facilidades de un estudio. Las películas de Lewis y de otros cineastas como él eran auténticas películas independientes, filmadas con lo que había mano y actores aficionados. Estos elementos producen películas que no se parecen en nada a las películas de estudio o al cine de autor o comprometido. La textura de estos films es única. Something Weird es la prueba de ello.

Explicada con una gran economía narrativa, ya que llenar las cámaras es caro, cada vez que hay un cambio de plano o un inserto sabes que realmente tiene un significado. Es importante porque de otro modo no se habrían gastado el poco dinero que tenían en hacerlo. La película empieza con un asesinato. Luego nos presenta al doctor Alex Jordan (William Brooker), un chulopiscinas que trabaja para el gobierno en una rama que se dedica a investigar casos con una posible implicación telequinética o telepática. De ahí pasamos a Cronin Mitchell (Tony McCabe), un ingeniero que sufre un accidente eléctrico que tiene dos consecuencias: le desfigura el rostro y despierta en él poderes mentales. Esto llama la atención de una bruja (Mudite Arums), que le ofrece un trato: será su amante y a cambio ella le devolverá su hermoso rostro. Para los demás, la bruja adopta las curvas de Ellen Parker (Elizabeth Lee). Cuando a Mitchell le pidan investigar unos asesinatos, la historia se complicará (más).

Something Weird es un gran espectáculo hipnótico. Atrapado en la enrevesada trama, uno se deja llevar por la colección de personajes bizarros que pueblan este universo. Las alucinaciones psicodélicas o una secuencia en la que Alex Jordan es atacado por... ¡una sábana!, dejan una fuerte impresión en el espectador. Lewis era un experto en crear épicas a partir de la nada, parecía crecerse ante la escasez de medios. Sus dos anteriores películas, A Taste of Blood y The Gruesome Twosome, son auténticos tour de force hechos con cuatro duros. Aunque en Something Weird no hay el gore que caracterizó muchas de sus producciones es una película fantástica que sólo se parece a ella misma. Algo que desde luego no abunda. Además, la película bautizó el sello Something Weird Video, del que yo me alimento muy a menudo y de los que recomiendo ver el catálogo a todo aquél interesado en el cine bizarro y la exploitation.