Creo que ninguno de los responsables de la creación de las películas que conforman la saga de Blood Island se habría imaginado nunca que, décadas después de ser estrenadas, aún se hablara de ellas y se siguieran viendo. Concebidas como una manera de hacerse un hueco en el circuito de cines independientes y autocines americanos, estas películas son una única mezcla de exotismo, sexo y gore. Coproducidas entre Estados Unidos y Las Filipinas, a pesar de contar con bajos presupuesto, el resultado final superaba muchas de las películas exploitation de presupuesto semejante que se producían en Estados Unidos.
Los productores Kane W. Lynn y Irwin Pizor estaban al frente de Hemisphere Pictures, una compañía que se especializaba en películas realizadas en Las Filipinas creada a principios de los 60 del siglo XX, ya que Lynn se había enamorado del lugar cuando pasó por allí cumpliendo el servicio militar. Estas películas, dirigidas por Gerardo "Gerry" de León y Eddie Romero, eran principalmente cintas bélicas de acción, que aprovechaban los escenarios naturales de la zona. Pero sus películas no acababan de funcionar en el mercado norteamericano. Sam Sherman, luego un conocido distribuidor, trabajaba entonces en el departamento de marketing de Hemisphere y aconsejó a Lynn y Pizor que se olvidaran de las películas bélicas, que el cine de terror era el género que tenía más fácil llamar la atención del público al que iban dirigidos y hacerse un hueco en la taquilla americana. Lynn recordó que habían producido una película unos años antes que habían vendido a la televisión. Siguiendo el consejo de Sherman, decidieron reestrenar la película en cines, cosechando un sorprendente éxito. Esta película era La isla del terror (Terror Is a Man, Gerardo de León, Eddie Romero, 1959).
William Fitzgerald (Richard Derr) es el único superviviente de un naufragio cuyo bote llega a la costa de una isla misteriosa, donde es rescatado por sus habitantes. Esta isla se ha convertido en la base de operaciones del doctor Charles Girard (Francis Lederer), donde lleva a cabo sus experimentos lejos de ojos curiosos. Junto al doctor Girard en la isla vive su esposa Frances (Greta Thyssen), que desea volver a la civilización y dejar atrás los experimentos de su marido. William siente curiosidad por los experimentos del doctor Girard, en particular cuando lo que parece un peligroso animal ha escapado y atacado a distintas personas. William también siente curiosidad por Frances, aunque de otro tipo. Pronto se descubre que lo que se ha escapado no es un simple animal, sino un mutante creado por el doctor Girard.
El argumento de Terror Is a Man es un obvio derivado del clásico de H. G. Wells La isla del doctor Moreau, que entonces solo se había adaptado una vez en la fantástica La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932). El presupuesto solo permitía una criatura y no toda una isla de monstruos, pero los temas habituales en las pelis de mad doctors están ahí. La película se centra al principio en construir una historia compleja alrededor de los personajes, algo más melodramática de lo que era habitual en las películas americanas. Este aspecto era en el que se centraba Eddie Romero, mientras que Gerry de León se centraba más en buscar la manera más interesante de filmar cada escena. La suma de los intereses de Romero y De León son los que hacen destacar estas películas, con un guion y una imagen muchos más cuidada y trabajada que el de otras películas de terror exploitation de la época. La película tiene un aspecto cercano al cine negro, jugando con las sombras para crear texturas y aprovechar al máximo el blanco y negro.
También sorprende la calidad de Terror Is a Man porque es algo que no te esperas en lo que era una típica película de autocine, que además empieza avisando que sonará una alarma para indicar cuándo han de cerrar los ojos los espectadores más impresionables en las escenas más fuertes. Que teniendo en cuenta que originalmente fue filmada en 1959, ya os podéis imaginar que no son demasiado fuertes para el público actual.
El film arranca con la imagen de un plano, señalando que la acción transcurre en la ficticia Isla de Sangre. Este será el elemento que unirá las películas que se producirán después del sorprendente éxito de Terror Is a Man.
Las novias del monstruo (Brides of Blood, Gerardo de León, Eddie Romero, 1968) fue la primera de las secuelas que se estrenó desarrollando el concepto de Blood Island. No es una secuela, exactamente, ya que no continua la historia de Terror Is a Man, pero se trata de otra historia de terror en la que la isla hará honor a su nombre.
El doctor Paul Henderson (Kent Taylor), acompañado de su esposa Carla (Beverly Powers acreditada como Beverly Hills), viaja a la Isla de Sangre para determinar si ha tenido algún efecto perjudicial en el lugar la radiación de las pruebas nucleares que se hicieron allí décadas antes. En el mismo barco viaja Jim Farrell (John Ashley), miembro del Cuerpo de Paz que viaja a la isla para enseñar a los indígenas a construir sistemas de irrigación, mejorar las cosechas y que la vida allí sea más productiva y algo más fácil. Al poco de llegar, Alma (Eva Darren) les informa con dolor que su pueblo ha retomado prácticas que se consideraban parte del pasado. El doctor Henderson, Carla y Jim descubren que estas prácticas consisten en escoger mediante sorteo que mujeres se ofrecerán como sacrificio a una monstruosa criatura que aparece por las noches. Por si eso fuera poco, la radiación ha provocado diversas mutaciones en la flora y la fauna. Y también aparece el misterioso Esteban Powers (Mario Montenegro), a quien los indígenas temen y que puede que sepa más de lo que parece a primera vista de lo que sucede en la isla.
De las cuatro películas que conforman la serie Blood Island, esta es la que más me gustó. Posiblemente por su argumento de puro pulp que incluye sacrificios de vírgenes a monstruos, criaturas mutantes, árboles asesinos y un memorable villano monstruoso. Por supuesto, el protagonista se enamora de la hija del jefe del pueblo y, por supuesto, será entonces elegida para el sacrificio poniendo a prueba el valor de nuestro protagonista. Elementos clásicos y familiares en el mejor sentido de la palabra, ofreciendo 97 minutos de puro entretenimiento, aderezados con escenas de terror e impresionantes efectos gore teniendo en cuenta la época y el presupuesto.
Esta película se puso en marcha debido al sorprendente éxito de Terror Is a Man y esta también se convirtió en un éxito, cimentando el potencial de la franquicia. En esta entrega se incorpora un elemento importante en las siguientes películas: el actor John Ashley, que había aparecido en algunas producciones de la AIP, entre las que destacan las beach movies que protagonizaron Annette Funicello y Frankie Avalon. Ashley era una especie de Ricky Nelson de Hacendado que se enamoró de Las Filipinas (y al parecer también de las filipinas) y se convirtió en protagonista de las siguientes entregas.
En Mad Doctor of Blood Island (Gerardo de León, Eddie Romero, 1969) John Ashley es el doctor Bill Foster, que llega a la Isla de Sangre para ofrecer sus servicios como médico a los indígenas. En el mismo barco en el que llega el doctor Foster también viajan Carlos López (Ronaldo Valdez), que quiere reencontrarse con su familia y pasado en la isla, y Sheila Willard (Angelique Pettyjohn), quien busca encontrar a su padre (Tony Edmunds) quien lleva años viviendo en la isla perdido en una bruma de alcohol, y es el interés romántico del doctor Foster. Al llegar a su destino, se encuentran que la población vive aterrada por la presencia de unas misteriosas criaturas de sangre verde que atacan a los habitantes de la isla sin piedad. ¿Es posible que el misterioso doctor Lorca (Ronald Remy) y sus experimentos tengan algo que ver? Claro que sí, la cuestión es si nuestros protagonistas sobrevivirán a la locura del doctor Lorca o se sumarán a su lista de víctimas.
Esta película tiene uno de los inicios más memorables no solo de la franquicia sino del cine exploitation de terror de la historia, ideado por los responsables de marketing de Hemisphere Pictures. Como las criaturas que aparecen en la película tienen la sangre verde, se les ocurrió repartir en los cines que proyectaban Mad Doctor of Blood Island unos sobres con "sangre verde" (colorante verde con azúcar) para que fuera bebido por los espectadores y evitar que estos se contaminaran y acabaran convertidos en criaturas monstruosas de sangre verde. Pero antes de beberlo, los espectadores debían recitar el juramento de la sangre verde. Para ello se añadió un prólogo a la película en la que unos adolescentes (el público objetivo para el que estaba pensada la película) escuchaban una voz en off que les recitaba el juramento, gracias a un rótulo los espectadores podían hacerlo también. Al parecer, muchos lo hacían, como parte de la diversión del film, poniéndose de pie en la sala y bebiendo la sangre verde tras recitar:
"Yo, una criatura viva de la entidad cósmica, estoy preparado para entrar en el reino de aquellos escogidos para que se les permita beber los fluidos de la Esmeralda Mística aquí ofrecidos. Me uno a la Orden de la Sangre Verde con una mente abierta y por los poderes de este líquido estoy preparado para ver las antinaturales criaturas de sangre verde sin miedo a ser contaminado."
Una vez todo el mundo estaba listo para ver las criaturas antinaturales de sangre verde, empezaba la película propiamente dicha. Y de forma igualmente memorable, con una mujer desnuda corriendo por la selva perseguida por ya os podéis imaginar qué (al parecer la muchacha no había bebido los fluidos de la Esmeralda Mística).
Hay una escena bastante desagradable, en la que los habitantes de la isla sacrifican cerdos y cabras para aplacar a los monstruos que los atacan, que siendo Las Filipinas a finales de los 60 se ve que se sacrificaron de verdad un par de cabras y de cerdos. Dejando de lado este momento, la película es otro divertimento en el que se acumulan las escenas gore y el terror clásico monstruoso. En esta entrega también se eleva el cociente melodramático, con un despliegue de complejas relaciones e historia pasada que obliga al espectador a prestar más atención a lo que sucede entre los personajes que los experimentos del doctor Lorca. A la mínima te puedes despistar y ya no sabes quién era el romance de quién o quién fue infiel con quién. Lo cual no le resta diversión a la película, todo lo contrario.
El argumento tiene algunos puntos de conexión con Terror Is a Man, pero eso no impide a esta entrega brillar con su propia luz verdosa. Seguramente es la más gore de todas, con personajes que acaban con sus entrañas esparcidas a sus pies, y de las más delirantes.
Cada entrega de esta saga había sido más exitosa que la anterior. Bestia de sangre (Beast of Blood, Eddie Romero, 1970) siguió la misma tónica, siendo la más taquillera de toda la saga. Es la única que se podría calificar de secuela, ya que arranca momentos después del final de Mad Doctor of Blood Island. Se descubre que una de las criaturas no estaba tan muerta como se pensaba y acaba con los supervivientes de la anterior entrega en el sangriento inicio. El único que se salva es el doctor Bill Foster, el personaje que interpretó John Ashley (que es el único actor de Mad Doctor of Blood Island que regresó para la nueva entrega).
El doctor Foster regresa a la Isla de Sangre para saldar las cuentas con el doctor Lorca (Eddie Garcia). A pesar de que no le hace gracia al buen doctor, al viaje se apunta la periodista Myra J. Russell (Celeste Yarnall) que investiga lo sucedido en la isla. Al poco, será secuestrada por los esbirros del doctor Lorca, cuyos nuevos experimentos han logrado mantener a la cabeza del monstruo de la anterior entrega separada de su cuerpo, con el que experimenta con distintas cabezas de diversa procedencia.
Como ya he mencionado, esta fue la entrega más taquillera de la saga. Posiblemente debido al cambio de tono, ya que el film es una película de delirantes aventuras en la jungla con toques de terror más que una pura película de terror. El cambio le favorece, centrándose más en la acción y evitando que se hiciera repetitiva (en especial cuando las ves todas seguidas poniendo en peligro tu cordura). Pero los momentos que destacan para mí no son tanto las escenas de acción como las escenas en las que discuten el doctor Lorca y la cabeza del monstruo, que se llama, lo creáis o no, Dom Ramón.
Este es un divertido y entretenido cierre a esta peculiar saga. Una serie de películas de terror delirantes, cargadas de litros de sangre y desnudos gratuitos, que hará las delicias de los amantes a la serie B y al cine de culto más loco.
0 comentarios:
Publicar un comentario