Desconozco la razón, pero estaba convencido de que ya había comentado Historia de Ricky (Riki-Oh aka Lik wong, Ngai Choi Lam, 1991) en este blog. Pero preparando una entrada para otra película de este director realicé una búsqueda entre las entradas del blog y descubrí, con no poca sorpresa, que esta obra cumbre del cine extremo no aparecía. Alguna vez me había pasado que escribía un artículo sobre una película sobre la que ya había escrito, sin embargo es la primera vez que me pasa lo contrario.
La razón por la que estaba convencido de que ya había escrito sobre Historia de Ricky es que es un título mítico, sobre todo entre los de mi generación. Cuando, entre finales de la década de los 90 y primeros 2000, empezaron a llegar títulos del cine asiático en vídeo y DVD, previamente imposibles de ver para el típico adolescente sin muchos medios, este fue uno de esos títulos cuya fama se propagó más rápido que una noticia falsa en Tik Tok. Algo solo comparable a las películas de John Woo.
Sobre el papel, Riky-Oh no parece nada del otro mundo. Nos encontramos en el futuro: el año 2001. Las prisiones son llevadas por empresas privadas, lo que ha hecho que acaben convertidas en centros de corrupción. Riky-Oh (Louis Fan) es encarcelado tras vengar la muerte de su prometida, al poco de llegar se enfrentará con las diferentes bandas que pueblan la cárcel y a un alcaide corrupto. Sí, el argumento parece el mismo de otros tantos dramas carcelarios, si bien con un toque futurístico. Pero esta adaptación de un manga creado por Masahiko Takajo y Saruwatari Tetsuya, es de todo menos típica. Llena de personajes grotescos y casi inhumanos, Riky-Oh deja una huella indeleble debido a la extrema y grotesca ultraviolencia con que Ngai Choi Lam ilustra las peleas que lleva a cabo el protagonista, con golpes imposibles capaces de reventar estómagos y personajes que utilizan su propio intestino para estrangular a un combatiente.
Ngai Choi Lam, tras unos inicios no muy destacables en Shaw Brothers, se reveló como un experto en el cine extremo y pasado de vueltas cuando empezó a trabajar en Golden Harvest. Riky-Oh es la película en la que su estilo llega a la cumbre. La mezcla de la violencia de tebeo con lo grotesco y el body horror llenan esta cinta de culto de momentos memorables, pero la habilidad de Choi Lam va más allá de simplemente acumular escenas bizarras. El director imprime a la historia un estilo energético y cinético que logra dar vida al mundo en que se mueve Riky-Oh, evitando resultar repetitivo o cansar al espectador con su oleada de sangre y puñetazos.
Historia de Ricky se ha mantenido como un film de culto no solo entre los de mi generación, sino que nuevas generaciones continuamente descubren esta obra maestra. Una gran manera de descubrir a un director cuya filmografía está llena de maravillas como esta.